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sábado, 23 de abril de 2022

Sábado 28 mayo 2022, Sábado de la VI semana de Pascua.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL "PASTORES GREGIS"
DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


Ministro de la celebración eucarística

37. En el centro del munus sanctificandi del Obispo está la Eucaristía, que él mismo ofrece o encarga ofrecer, y en la que se manifiesta especialmente su función de «ecónomo» o ministro de la gracia del supremo sacerdocio [143].

El Obispo contribuye a la edificación de la Iglesia, misterio de comunión y misión, sobre todo presidiendo la asamblea eucarística. En efecto, la Eucaristía no sólo es el principio esencial de la vida de cada fiel, sino también de la comunidad misma en Cristo. Reunidos por la predicación del Evangelio, los fieles forman comunidades en las que está realmente presente la Iglesia de Cristo, y eso se pone de manifiesto particularmente en la celebración misma del Sacrificio eucarístico [144]. Es conocido a este respecto lo que enseña el Concilio: «En toda comunidad en torno al altar, presidida por el ministerio sagrado del Obispo, se manifiesta el símbolo de aquel gran amor y de 'la unidad del cuerpo místico sin la que no puede uno salvarse'. En estas comunidades, aunque muchas veces sean pequeñas y pobres o vivan dispersas, está presente Cristo, quien con su poder constituye a la Iglesia una, santa, católica y apostólica. En efecto, 'la participación en el cuerpo y la sangre de Cristo hace precisamente que nos convirtamos en aquello que recibimos'» [145].

Además, de la celebración eucarística, que es «la fuente y la cumbre de toda evangelización» [146], brota todo compromiso misionero de la Iglesia, que tiende a manifestar a otros, con el testimonio de vida, el misterio vivido en la fe.

El deber de celebrar la Eucaristía es el cometido principal y más apremiante del ministerio pastoral del Obispo. A él corresponde también, como una de sus principales tareas, procurar que los fieles tengan la posibilidad de acceder a la mesa del Señor, sobre todo el domingo que, como acabamos de recordar, es el día en que la Iglesia, comunidad y familia de los hijos de Dios, expresa su específica identidad cristiana en torno a sus propios presbíteros [147].

No obstante, bien por falta de sacerdotes, bien por otras razones graves y persistentes, puede ser que en ciertas regiones no sea posible celebrar la Eucaristía con la debida regularidad. Esta eventualidad agudiza el deber del Obispo, como padre de familia y ministro de la gracia, de estar siempre atento para discernir las necesidades efectivas y la gravedad de las situaciones. Así, será preciso recurrir a una mejor distribución de los miembros del presbiterio, de modo que, incluso en casos semejantes, las comunidades no se vean privadas de la celebración eucarística durante demasiado tiempo.

A falta de la Santa Misa, el Obispo ha de procurar que la comunidad, aun estando siempre en espera de la plenitud del encuentro con Cristo en la celebración del Misterio pascual, pueda tener una celebración especial al menos los domingos y días festivos. En estos casos los fieles, presididos por ministros responsables, pueden beneficiarse del don de la Palabra proclamada y de la comunión eucarística mediante celebraciones de asambleas dominicales, previstas y adecuadas, en ausencia de un presbítero [148].

Responsable de la iniciación cristiana

38. En las circunstancias actuales de la Iglesia y del mundo, tanto en las Iglesias jóvenes como en los Países donde el cristianismo se ha establecido desde siglos, resulta providencial la recuperación, sobre todo para los adultos, de la gran tradición de la disciplina sobre la iniciación cristiana. Ésta ha sido una disposición oportuna del Concilio Vaticano II [149], que de este modo quiso ofrecer un camino de encuentro con Cristo y con la Iglesia a muchos hombres y mujeres tocados por la gracia del Espíritu y deseosos de entrar en comunión con el misterio de la salvación en Cristo, muerto y resucitado por nosotros.

Mediante el itinerario de la iniciación cristiana se introduce progresivamente a los catecúmenos en el conocimiento del misterio de Cristo y de la Iglesia, análogamente a lo que ocurre en el origen, desarrollo y maduración de la vida natural. En efecto, por el Bautismo los fieles renacen y participan del sacerdocio real. Por la Confirmación, cuyo ministro originario es el Obispo, se corrobora su fe y reciben una especial efusión de los dones del Espíritu. Al participar de la Eucaristía, se alimentan con el manjar de vida eterna y se insertan plenamente en la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo. De este modo, « por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, están en disposición de gustar cada vez más y mejor los tesoros de la vida divina y progresar hasta la consecución de la perfección de la caridad» [150].

Así pues, los Obispos, teniendo en cuenta las circunstancias actuales han de poner en práctica las prescripciones del Rito de la iniciación cristiana de adultos. Por tanto, han de procurar que en cada diócesis existan las estructuras y agentes de pastoral necesarios para asegurar de la manera más digna y eficaz la observancia de las disposiciones y disciplina litúrgica, catequética y pastoral de la iniciación cristiana, adaptada a las necesidades de nuestros tiempos.

Por su propia naturaleza de inserción progresiva en el misterio de Cristo y de la Iglesia, misterio que vive y actúa en cada Iglesia particular, el itinerario de la iniciación cristiana requiere la presencia y el ministerio del Obispo diocesano, especialmente en su fase final, es decir, en la administración de los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía, como tiene lugar normalmente en la Vigilia pascual.

El Obispo debe regular también, según las leyes de la Iglesia, lo que se refiere a la iniciación cristiana de los niños y jóvenes, dando disposiciones sobre su apropiada preparación catequética y su compromiso gradual en la vida de la comunidad. Además, ha de estar atento a que eventuales itinerarios de catecumenado, de recuperación y fortalecimiento del camino de la iniciación cristiana o de acercamiento a los fieles que se han alejado de la vida normal de fe comunitaria, se desarrollen según las normas de la Iglesia y en plena sintonía con la vida de las comunidades parroquiales en la diócesis.

Finalmente, el Obispo, ministro originario del Sacramento de la Confirmación, ha de ser quien lo administre normalmente. Su presencia en la comunidad parroquial que, por la pila bautismal y la Mesa eucarística, es el ambiente natural y ordinario del camino de la iniciación cristiana, evoca eficazmente el misterio de Pentecostés y se demuestra sumamente útil para consolidar los vínculos de comunión eclesial entre el pastor y los fieles.

[143] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 26.
[144] Cf. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 21: AAS 95 (2003), 447-448.
[145] Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 26.
[146] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Presbyterorum ordinis, sobre el ministerio y vida de los presbíteros, 5.
[147] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 28; Juan Pablo II, Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 41-42: AAS 95 (2003), 460-461.
[148] Cf. Congregación para el Clero (et aliae), Instr. interdicasterial Ecclesiae de mysterio, sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes (15 agosto 1997), « Disposiciones prácticas», art. 7: AAS 89 (1997), 869-870.
[149] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, 64.
[150] Pablo VI, Const. ap. Divinae consortium naturae (15 agosto 1971): AAS 63 (1971), 657.

CALENDARIO

28 SÁBADO. Hasta la Hora Nona: 
SÁBADO DE LA VI SEMANA DE PASCUA 

Misa de sábado (blanco). 
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Pasc. 
LECC.: vol. II. 
- Hch 18, 23-28. Apolo demostraba con la Escritura que Jesús es el Mesías. 
- Sal 46. R. Dios es el rey del mundo. 
- Jn 16, 23b-28. El Padre os quiere porque vosotros me queréis y creéis. 

Liturgia de las Horas: oficio de sábado. 

Martirologio: elog. prop. de la solem. de la Ascensión del Señor, pág. 44, y elogs. del 29 de mayo, pág. 335. 
CALENDARIOS: Misioneros del Sagrado Corazón: Nuestra Señora del Sagrado Corazón (S). Combonianos: (MO). 
Lleida: Dedicación de la iglesia-catedral (F). 
Sant Feliu de Llobregat: San Felipe Neri, presbítero (MO). 
Orden de San Juan de Jerusalén: Santa Ubaldesca, virgen (MO). 
León: San Agustín de Canterbury, obispo (ML). 
Segovia: Nuestra Señora de Hormuez (ML). 
Dominicos: Beata María Bartolomea Bagnesi, virgen (ML). 
OFM Cap.: Santa María Ana de Jesús de Paredes, virgen (ML).

TEXTOS MISA

Sábado de la VI Semana de Pascua.
Misa matutina

Antífona de entrada Cf. 1 Pe 2, 9
Pueblo adquirido por Dios, anunciad las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Aleluya.
Pópulus acquisitiónis, annuntiáte virtútes eius, qui vos de ténebris vocávit in admirábile lumen suum, allelúia.

Oración colecta
Instruye siempre, Señor, nuestros corazones con las buenas obras, para que, orientándonos hacia lo mejor, aspiremos a disfrutar plenamente el Misterio pascual. Por nuestro Señor Jesucristo.
Mentes nostras, quaesumus, Dómine, bonis opéribus semper infórma, ut, ad melióra iúgiter contendéntes, paschále mystérium studeámus habére perpétuum. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Sábado de la VI semana de Pascua (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Hch 18, 23-28
Apolo demostraba con la Escritura que Jesús es el Mesías

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Pasado algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos.
Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan.
Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 46, 2-3. 8-9. 10 (R.: 8a)
R. 
Dios es el rey del mundo.
Rex omnis terræ Deus.
O bien: Aleluya.

V. Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra.
R. Dios es el rey del mundo.
Rex omnis terræ Deus.

V. Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
R. Dios es el rey del mundo.
Rex omnis terræ Deus.

V. Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.
R. Dios es el rey del mundo.
Rex omnis terræ Deus.

Aleluya Jn 16, 28
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre. R.
Exívi a Patre, et veni in mundum; íterum relínquo mundum, et vado ad Patrem.

EVANGELIO Jn 16, 23b-28
El Padre os quiere porque vosotros me queréis y creéis
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, En diálogo con el Señor, Rezar con más urgencia n. 4.
Cuando lo recibáis en la Eucaristía cada día, decidle: Señor, en tu nombre yo le pido al Padre... Y le pedís todo eso que conviene para que podamos mejor servir a la Iglesia de Dios, y mejor trabajar para la gloria del Señor: del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; de la Beatísima Trinidad, único Dios.

Oración de los fieles
Dirijamos nuestras súplicas a Dios, nuestro Padre, animados por las palabras de Jesús: «Si pedís algo en mi nombre, os lo dará».
- Para que el Espíritu sugiera a la Iglesia crear nuevas formas de expresión del mensaje cristiano. Roguemos al Señor
- Para que el Espíritu abra los corazones de todos los hombres para recibir el Evangelio. Roguemos al Señor.
- Para que el Espíritu suscite en los gobernantes de las naciones sentimientos y proyectos de paz. Roguemos al Señor
- Para que el Espíritu venga en ayuda de nuestra debilidad y nos enseñe a pedir lo que nos conviene. Roguemos al Señor.
Escucha, Padre, la voz del Espíritu que te suplica en nuestro favor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Señor, que, en tu bondad, santifiques estos dones, aceptes la ofrenda de este sacrificio espiritual y nos transformes en oblación perenne. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Propítius, Dómine, quaesumus, haec dona sanctífica, et, hóstiae spiritális oblatióne suscépta, nosmetípsos tibi pérfice munus aetérnum. Per Christum.

PLEGARIA EUCARÍSTICA IV

Antífona de comunión Jn 17, 24
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste. Aleluya.
Pater, quos dedísti mihi, volo ut ubi sum ego, et illi sint mecum, ut vídeant claritátem quam dedísti mihi, allelúia.

Oración después de la comunión
Señor, después de recibir el don sagrado del sacramento, te pedimos humildemente que nos haga crecer en el amor que tu Hijo nos mandó realizar en memoria suya. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Súmpsimus, Dómine, sacri dona mystérii, humíliter deprecántes, ut, quae in sui commemoratiónem nos Fílius tuus fácere praecépit, in nostrae profíciant caritátis augméntum. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogio propio de la solemnidad de la Ascensión del Señor
S
olemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, cuando cuarenta días después de la resurrección fue elevado al cielo en presencia de los discípulos, sentándose a la derecha del Padre, hasta que venga en su gloria a juzgar a vivos y muertos.
Elogios del día 29 de mayo
1. En Antioquía de Siria, hoy Turquía, san Hesiquio Palatino, mártir, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, al escuchar la orden de que quien no sacrificase a los ídolos debía abandonar el ejército, se despojó inmediatamente de las armas, y por este motivo fue arrojado al río Orontes con una gran piedra atada a su brazo derecho. (c. 303)
2. En Tréveris, en la Galia Bélgica, hoy Alemania, san Maximino, obispo, que, como valiente defensor de la integridad de la fe frente a los arrianos, acogió fraternalmente a san Atanasio de Alejandría y a otros obispos desterrados, y al ser expulsado de su sede por sus enemigos, murió en Poitiers, su tierra natal. (c. 346)
3. En Val de Non, en el territorio de Trento, en la actual Italia, santos mártires Sisinio, diácono, Martirio, lector, y Alejandro, ostiario, capadocios de origen, que tras fundar una iglesia en aquella región e introducir el uso de los cantos de alabanza al Señor, fueron asesinados por algunos paganos que estaban ofreciendo sacrificios lustrales. (397)
4. En Ravena, en la región también italiana de la Flaminia, actual Emilia-Romaña, san Exuperancio, obispo, que gobernó prudentemente esta Iglesia durante la época en que el rey Odoacro se apoderó de Italia y de la ciudad. (430/476-477)
5. En Milán, ciudad de Liguria, de nuevo en Italia, san Senador, obispo, a quien el papa san León Magno envióo como legado a Constantinopla cuando era aún presbítero. (c. 480)
6*. En Mâcon, en Borgoña, Francia en la actualidad, san Gerardo, que, monje en primer lugar y elegido después obispo de esta ciudad, llevó finalmente vida solitaria en un bosque. (c. 940)
7*. En Pisa, ciudad de Toscana, de nuevo en Italia, santa Bona, virgen, que peregrinó piadosa y repetidamente a Tierra Santa, Roma y Compostela. (1207)
8*. En Avignonet, cerca de Toulouse, en Francia, beatos Guillermo Arnaud y sus diez compañeros*, los cuales, unidos en la tarea de contrarrestar el daño causado por los cátaros, mediante engaño fueron apresados por su fe en Cristo y su obediencia a la Iglesia Romana, y murieron a espada en la noche de la Ascensión del Señor, mientras entonaban a una sola voz el Te Deum(1242)
*Sus nombres son los siguientes: beatos Bernardo de Roquefort, García d’Aure, Esteban de Saint-Thierry; Raimundo de Cortisan, de sobrenombre Escribán, canónigo; Bernardo; Pedro d’Arnaud, Fortanerio y Ademaro, clérigos; y el Prior de Avignonet, cuyo nombre se ignora.
9*. En Pisa, ciudad de Toscana, en Italia, beata Gerardesca, viuda, que pasó su vida en una celda cercana al monasterio camaldulense de San Sabino, dedicada a alabar a Dios y a la intimidad con el Señor. (c. 1269)
10*. En York, en Inglaterra, beato Ricardo Thirkeld, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I, condenado a muerte por ser sacerdote y por haber reconciliado a muchas personas con la Iglesia católica, fue conducido al suplicio del patíbulo. (1583)
11*. En el lugar llamado Roma, en Lesotho, en África del Sur, beato José Gerard, presbítero de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, que primero anunció a Cristo en la provincia de Natal, y luego, principal e infatigablemente, entre el pueblo de los basutos. (1914)
12*. En Roma, tránsito de santa Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante y afrontó fatigosos viajes a través de Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia. (1939)
- Beata Elías de San Clemente (1901- Bari 1927). Virgen, monja de la Orden de las Carmelitas Descalzas, enferma de encefalitis, ofreció sus sufrimientos al Señor y murió con apenas veintiséis años la mañana de Navidad de 1927.
- Beatos Paul Yun Ji-chung y otros 123 compañeros, asesinados por odio a la fe en Corea. (1791/1888).

- San Pablo VI (1897- Castel Gandolfo 1978). Papa, reformador, que clausuró el Concilio Vaticano II.

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