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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

Ordinario de la Misa.

Misal Romano (3ªed.)

ORDINARIO DE LA MISA
CELEBRADA CON PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO

RITOS INICIALES

Canto de entrada
1. Reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar, con los ministros, mientras se entona el canto de entrada.

Saludo al altar y al pueblo congregado
Cuando llega al altar, habiendo hecho con los ministros una inclinación profunda, venera el altar con un beso y, si es oportuno, inciensa la cruz y el altar. Después se dirige con los ministros a la sede.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti.
El pueblo responde:
Amén.

2. Después el sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros.
Grátia Dómini nostri Iesu Christi, et cáritas Dei, et communicátio Sancti Spíritus sit cum ómnibus vobis.
O bien:
La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, esté con todos vosotros.
Grátia vobis et pax a Deo Patre nostro et Dómino Iesu Christo.
O bien:
El Señor esté con vosotros.
Dóminus vobíscum.
O bien:
El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos vosotros.
O bien:
La paz, la caridad y la fe, de parte de Dios Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos vosotros.
O bien:
El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y con su paz, permanezca siempre con todos vosotros.
Otra fórmulas de saludo propias para los diversos tiempos litúrgicos
Tiempo de Adviento: El Señor, que viene a salvarnos, esté con vosotros.
Tiempo de Navidad: La paz y el amor de Dios, nuestro Padre, que se ha manifestado en Cristo, nacido para nuestra salvación, estén con todos vosotros.
Tiempo de Cuaresma: La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, estén con todos vosotros.
Cincuentena pascual: El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, rompiendo las ataduras de la muerte, esté con todos vosotros.
El obispo, en vez de las anteriores fórmulas, en este primer saludo dice:
La paz esté con vosotros.
Pax vobis.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.

3. El sacerdote o el diácono, u otro ministro idóneo, puede hacer una monición muy breve para introducir a los fieles en la misa del día.

Acto Penitencial
4. A continuación se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:
1
Hermanos:
Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Fratres, agnoscámus peccáta nostra, ut apti simus ad sacra mystéria celebránda.
O bien:
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
O bien, pero sólo en los domingos y durante la Octava de Pascua:
En el día que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
Confíteor Deo omnipoténti et vobis, fratres, quia peccávi nimis cogitatióne, verbo, ópere et omissióne:
Y, golpeándose el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa.
Luego prosiguen:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Ideo precor beátam Maríam semper Vírginem, omnes Angelos et Sanctos, et vos, fratres, oráre pro me ad Dóminum Deum nostrum.
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Misereátur nostri omnípotens Deus et, dimissís peccátis nostris, perdúcat nos ad vitam aetérnam.
El pueblo responde:
Amén.
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5. El sacerdote invita a los fieles al acto penitencial:
Fratres, agnoscámus peccáta nostra, ut apti simus ad sacra mystéria celebránda.
Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.
O bien:
Humildes y penitentes, como el publicano en el templo, acerquémonos al Dios justo, y pidámosle que tenga piedad de nosotros, que también nos reconocemos pecadores.
Se hace una breve pausa en silencio. Después el sacerdote dice:
Señor, ten misericordia de nosotros.
Miserére nostri, Dómine.
El pueblo responde:
Porque hemos pecado contra ti.
Quia peccávimus tibi.
El sacerdote prosigue:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam.
El pueblo responde:
Y danos tu salvación.
Et salutáre tuum da nobis.
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Misereátur nostri omnípotens Deus et, dimíssis peccátis nostris, perdúcat nos ad vitam aetérnam.
El pueblo responde:
Amén.
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6. El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:
Fratres, agnoscámus peccáta nostra, ut apti simus ad sacra mystéria celebránda.
Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor.
O bien:
El Señor ha dicho: «El que esté sin pecado, que tire la primera piedra». Reconozcámonos, pues, pecadores y perdonémonos los unos a los otros desde lo más íntimo de nuestro corazón.
Se hace una breve pausa en silencio. Después el sacerdote o el diácono, u otro ministro,empleando éstas u otras invocaciones, con el Señor, ten piedad (o bien: Kýrie, eléison), dice:
Tú, que has sido enviado para sanar a los contritos de corazón: Señor, ten piedad. (o bien: Kýrie eléison).
Qui missus es sanáre contrítos corde: Kyrie, eléison.
El pueblo responde:
Señor, ten piedad. (o bien: Kýrie eléison).
Sacerdote o ministro:
Tú, que has venido a llamar a los pecadores: Cristo ten piedad. (o bien: Christe eléison).
Qui peccatóres vocáre venísti: Christe, eléison.
El pueblo responde:
Cristo ten piedad. (o bien: Christe eléison).
Sacerdote o ministro:
Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. (o bien: Kýrie eléison).
Qui ad déxteram Patris sedes, ad interpellándum pro nobis: Kyrie, eléison.
El pueblo responde:
Señor, ten piedad. (o bien: Kýrie eléison).
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Misereátur nostri omnípotens Deus et, dimíssis peccátis nostris, perdúcat nos ad vitam aetérnam.
El pueblo responde:
Amén.
Otras invocaciones para la tercera fórmula del Acto penitencial
Tiempo ordinario:
I. Tú que eres el camino que conduce al Padre: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que eres la verdad que ilumina los pueblos: Cristo, ten piedad. R/. Cristo ten piedad.
Tú que eres la vida que renueva el mundo: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
II. Tú que eres la plenitud de la verdad y la gracia: Señor, ten piedad. R/ Señor, ten piedad.
Tú que te has hechos pobre para enriquecernos: Cristo, ten piedad. R/ Cristo ten piedad.
Tú que has venido para hacer de nosotros un pueblo santo: Señor, ten piedad. R/ Señor, ten piedad.
III. Tú que no has venido a condenar sino a perdonar: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que has dicho que hay gran fiesta por un pecador que se arrepiente: Cristo, ten piedad. R/. Cristo ten piedad.
Tú que perdonas mucho a quien mucho ama: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
IV. Tú que has venido a buscar al que estaba perdido: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que has querido dar la vida en rescate por todos: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que reúnes a tus hijos dispersos: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
V. Tú que ofreciste el perdón a Pedro arrepentido: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que prometiste el paraíso al buen ladrón: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que perdonas a todo hombre que confía en tu misericordia: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
VI. Defensor de los pobres: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Refugio de los débiles: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Esperanza de los pecadores: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tiempo de Adviento:
I. Tú que viniste al mundo para salvarnos: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que nos visitas continuamente con la gracia de tu Espíritu: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que vendrás un día a juzgar nuestras obras: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
II. Tú que viniste a visitar a tu pueblo con la paz: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que viniste a salvar lo que estaba perdido: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que viniste a crear un mundo nuevo. Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
III. Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven en las tinieblas: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Buen pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y la justicia: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Hijo de Dios, que volverás un día para dar cumplimiento a las promesas del Padre: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tiempo de Navidad:
I. Hijo de Dios, que, nacido de María, te hiciste nuestro hermano: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Hijo del hombre, que conoces y comprendes nuestra debilidad: Cristo, ten piedad. R/. Cristo ten piedad.
Hijo primogénito del Padre, que haces de nosotros una sola familia. Señor, ten piedad. R/. Señor ten piedad.
II. Palabra eterna del Padre, por la que todo ha venido a la existencia: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Luz verdadera, que ha venido al mundo y a quien el mundo no recibió: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Hijo de Dios, que, hecho carne, has acampado entre nosotros: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
III. Rey de la paz y Santo de Dios: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Luz que brilla en las tinieblas: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Imagen del hombre nuevo: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tiempo de Cuaresma:
I. Tú que nos has hecho renacer por el agua y el Espíritu: Señor, ten piedad. R/. Señor ten piedad.
Tú que enviaste al Espíritu Santo para crear en nosotros un corazón nuevo: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que eres el autor de la salvación eterna: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
II. Tú que borras nuestras culpas: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que creas en nosotros un corazón puro: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que nos devuelves la alegría de la salvación: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
III. Tú que has puesto la salvación del género humano en el árbol de la Cruz: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que padeciste por nosotros para que sigamos tus huellas: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que, cargado con nuestros pecados, subiste al leño para que nosotros, muertos al pecado, vivamos en la justicia: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Cincuentena pascual:
I. Tú que has destruido el pecado y la muerte con tu resurrección: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que has renovado la creación entera con tu resurrección: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que das la alegría a los vivos y la vida a los muertos con tu resurrección: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
II. Tú, el Primogénito de entre los muertos: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú, el vencedor del pecado y de la muerte: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú, la resurrección y la vida: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
III. Tú que eres el sumo sacerdote de la nueva Alianza: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Tú que nos edificas como piedras vivas en el templo santo de Dios: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad.
Tú que has ascendido a la derecha del Padre para enviarnos el don del Espíritu: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.

Señor, ten piedad
7. Siguen las invocaciones Señor, ten piedad (Kýrie eléison), si no se han dicho ya en alguna de las fórmulas del acto penitencial.
V. Señor, ten piedad.
Kyrie, eléison.
R. Señor, ten piedad.
Kyrie, eléison.
V. Cristo, ten piedad.
Christe, eléison.
R. Cristo, ten piedad.
Christe, eléison.
V. Señor, ten piedad.
Kyrie, eléison.
R. Señor, ten piedad.
Kyrie, eléison.

Rito para la bendición y aspersión del agua en los domingos
El rito de la bendición y aspersión del agua los domingos sustituye al acto penitencial y puede usarse todos los domingos -desde las misas vespertinas de los sábados- y es recomendable especialmente en el tiempo de Pascua.
Para el rito de esta bendición, véase el Apéndice II.


Gloria
8. A continuación, cuando está prescrito, se canta o se dice el himno:
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Glória in excélsis Deo et in terra pax homínibus bonae voluntátis.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Laudámus te, benedícimus te, adorámus te, glorificámus te, grátias ágimus tibi propter magnam glóriam tuam, Dómine Deus, Rex caeléstis, Deus Pater omnípotens.
Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;
Dómine Fili Unigénite, Iesu Christe, Dómine Deus, Agnus Dei, Fílius Patris, qui tollis peccáta mundi, miserére nobis; qui tollis peccáta mundi, súscipe deprecatiónem nostram. Qui sedes ad déxteram Patris, miserére nobis.
porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la Gloria de Dios Padre.
Quóniam tu solus Sanctus, tu solus Dóminus, tu solus Altíssimus, Iesu Christe, cum Sancto Spíritu: in glória Dei Patris.
Amén.

Oración colecta
9. Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante un breve espacio de tiempo.
Entonces el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta, al final de la cual, el pueblo aclama:
Amén.
La colecta termina siempre con la conclusión larga que el sacerdote dice con las manos juntas:
Si la oración se dirige al Padre:
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Si la oración se dirige al Padre, pero al final de ella se menciona al Hijo:
Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Si la oración se dirige al Hijo:
Tú, que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
10. El lector va al ambón y lee la primera lectura, que todos escuchan sentados.
Para indicar el final de la lectura, el lector dice:
Palabra de Dios.
Verbum Dómini.
Todos aclaman:
Te alabamos, Señor.
Deo grátias.

Salmo responsorial
11. El salmista, o el cantor, canta o recita el salmo, y el pueblo prununcia la respuesta.

Segunda lectura
12. Después, si hay segunda lectura, el lector la lee desde el ambón, como la primera.
Para indicar el final de la lectura, el lector dice:
Palabra de Dios.
Verbum Dómini.
Todos responden:
Te alabamos, Señor.
Deo grátias.

Aclamación que precede a la lectura del Evangelio
13. Sigue el Aleluya u otro canto determinado por las rúbricas, según lo requiera el tiempo litúrgico.

Evangelio
14. Mientras tanto, si se usa incienso, el sacerdote lo pone en el incensario.
Después el diácono que va a proclamar el Evangelio, profundamente inclinado ante el sacerdote, pide la bendición, diciendo en voz baja:
Padre, dame tu bendición.
Iube, domne, benedícere.
El sacerdote, en voz baja, dice:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo +, y del Espíritu Santo.
Dóminus sit in corde tuo et in lábiis tuis: ut digne et competénter annúnties Evangélium suum: in nómine Patris, et Fílii, + et Spíritus Sancti.
El diácono se signa con la señal de la cruz y responde:
Amén.

Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio.
Munda cor meum ac lábia mea, omnípotens Deus, ut sanctum Evangélium tuum digne váleam nuntiáre.

15. Después el diácono, o el sacerdote, se dirige al ambón, acompañado por los ministros que llevan el incienso y los cirios, si es oportuno, y dice:
El Señor esté con vosotros.
Dóminus vobíscum.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
El diácono, o el sacerdote:
Lectura del santo Evangelio según san N.
Léctio sancti Evangélii secúndum N.,
Y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho.
El pueblo aclama:
Gloria a ti, Señor.
Glória tibi, Dómine.
Luego el diácono, o el sacerdote, si se usa incienso, inciensa el libro y proclama el Evangelio.

16. Acabado el Evangelio el diácono, o el sacerdote, aclama:
Palabra del Señor.
Si la aclamación es cantada, pueden usarse otras respuestas de alabanza a Jesucristo, por ejemplo:
Tu palabra, Señor, es la verdad, y tu ley nuestra libertad.
O bien:
Tu palabra, Señor, es lámpara que alumbra nuestros pasos.
O bien:
Tu palabra, Señor, permanece por los siglos.
Todos responden:
Gloria ti, Señor Jesús.
Laus tibi, Christe.

Después besa el libro, diciendo en secreto:
Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.
Per evangélica dicta deleántur nostra delícta.

Homilía
17. Luego se pronuncia la homilía, que corresponde al sacerdote o al diácono, y que debe hacerse todos los domingos y fiestas de precepto; se recomienda los otros días.

Profesión de fe
18. Acabada la homilía, cuando está prescrito, se canta o se dice el Símbolo o Profesión de fe:
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Credo in unum Deum, Patrem omnipoténtem, factórem caeli et terrae, visibílium ómnium et invisibílium.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho;
Et in unum Dóminum Iesum Christum, Fílium Dei Unigénitum, et ex Patre natum ante ómnia saecula. Deum de Deo, lumen de lúmine, Deum verum de Deo vero, génitum, non factum, consubstantiálem Patri: per quem ómnia facta sunt.
que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,
Qui propter nos hómines et propter nostram salútem descéndit de caelis.
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
Et incarnátus est de Spíritu Sancto ex María Vírgine, et homo factus est.
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
Crucifíxus étiam pro nobis sub Póntio Piláto; passus et sepúltus est, et resurréxit tértia die, secúndum Scriptúras, et ascéndit in caelum, sedet ad déxteram Patris.
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Et íterum ventúrus est cum glória, iudicáre vivos et mórtuos, cuius regni non erit finis.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Et in Spíritum Sanctum, Dóminum et vivificántem: qui ex Patre Filióque procédit. Qui cum Patre et Fílio simul adorátur et conglorificátur: qui locútus est per prophétas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Et unam, sanctam, cathólicam et apostólicam Ecclésiam.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Confíteor unum baptísma in remissiónem peccatórum.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Et exspécto resurrectiónem mortuórum, et vitam ventúri saeculi. Amen.

19. En lugar lugar del Símbolo Niceno-constantinopolitano, sobre todo en el tiempo de Cuaresma y en el tiempo de Pascua,se puede emplear el Símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, también llamado «de los Apóstoles».
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Credo in unum Deum Patrem omnipoténtem, creatórem caeli et terrae,
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
et in Iesum Christum, Fílium eius únicum, Dóminum nostrum,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen,
qui concéptus est de Spíritu Sancto, natus ex María Vírgine,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
passus sub Póntio Piláto, crucifíxus, mórtuus, et sepúltus, descéndit ad ínferos, tértia die resurréxit a mórtuis, ascéndit ad caelos, sedet ad déxteram Dei Patris omnipoténtis,
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
inde ventúrus est iudicáre vivos et mórtuos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Credo in Spíritum Sanctum, sanctam Ecclésiam cathólicam, sanctórum communiónem, remissiónem peccatórum, carnis resurrectiónem, vitam aetérnam. Amen.

Oración universal
20. Después se hace la oración universal u oración de los fieles.
Algunos formularios en el Apéndice V.
Invitatorio
El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición.
Intenciones
Las intenciones son propuestas por un diácono o, si no lo hay, por un lector o por otra persona idónea.
El pueblo manifiesta su participación con una invocación u orando en silencio.
La sucesión de intenciones ordinariamente debe ser la siguiente:
a) Por las necesidades de la Iglesia;
b) Por los gobernantes y por la salvación del mundo entero;
c) Por aquellos que se encuentran en necesidades particulares;
d) Por la comunidad local
Conclusión
El sacerdote termina la plegaria común con una oración conclusiva.


LITURGIA EUCARÍSTICA

21. Acabada la Liturgia de la palabra, los ministros colocan en el altar el corporal, el purificador, el cáliz y el misal; mientras tanto puede ejecutarse un canto adecuado.
22. Conviene que los fieles expresan su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.

23. El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Benedíctus es, Dómine, Deus univérsi, quia de tua largitáte accépimus panem, quem tibi offérimus, fructum terrae et óperis mánuum hóminum: ex quo nobis fiet panis vitae.
Después deja la patena con el pan sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al final el pueblo aclama:
Bendito seas por siempre, Señor.
Benedíctus Deus in saecula.

24. El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:
El agua unido al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.
Per huius aquae et vini mystérium eius efficiámur divinitátis consórtes, qui humanitátis nostrae fíeri dignátus est párticeps.

25. Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.
Benedíctus es, Dómine, Deus univérsi, quia de tua largitáte accépimus vinum, quod tibi offérimus, fructum vitis et óperis mánuum hóminum: ex quo nobis fiet potus spiritális.
Después deja el cáliz sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:
Bendito seas por siempre, Señor.
Benedíctus Deus in saecula.

26. A continuación, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Acepta Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
In spíritu humilitátis et in ánimo contríto suscipiámur a te, Dómine; et sic fiat sacrifícium nostrum in conspéctu tuo hódie, ut pláceat tibi, Dómine Deus.

27. Y, si se juzga oportuno, inciensa las ofrendas y el altar. A continuación el diácono o un ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.

28. Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Lava me, Dómine, ab iniquitáte mea, et a peccáto meo munda me.

29. Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice una de las siguientes fórmulas:
Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Oráte, fratres: ut meum ac vestrum sacrifícium acceptábile fiat apud Deum Patrem omnipoténtem.
O bien:
En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
O bien:
Orad, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y las fatigas de cada día nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Suscípiat Dóminus sacrifícium de mánibus tuisad laudem et glóriam nóminis sui, ad utilitátem quoque nostram totiúsque Ecclésiae suae sanctae.

30. Luego el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.
La oración sobre las ofrendas termina siempre con la conclusión breve.
Si la oración se dirige al Padre:
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Si la oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:
Él, que vive y reina por los siglo de los siglos.
Si la oración se dirige al Hijo:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.


PLEGARIA EUCARÍSTICA

31. El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio.
Con las manos extendidas dice:
El Señor esté con vosotros.
Dóminus vobíscum.
El pueblo responde
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
El sacerdote, elevando las manos, prosigue:
Levantemos el corazón.
Sursum corda.
El pueblo responde:
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Habémus ad Dóminum.
El sacerdote, con las manos extendidas, añade:
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Grátias agámus Dómino Deo nostro.
El pueblo responde:
Es justo y necesario.
Dignum et iustum est.
El sacerdote prosigue el Prefacio con las manos extendidas. Al final del Prefacio, junta las manos y en unión del pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth. Pleni sunt caeli et terra glória tua. Hosánna in excélsis. Benedíctus qui venit in nómine Dómini. Hosánna in excélsis.

32. En la plegaria eucarística primera, o Canon Romano, se puede omitir lo que se encuentra entre corchetes.

PREFACIOS

33-40. Adviento, Navidad y Epifanía.
41-47. Cuaresma y Pasión.
48-55. Pascual y Ascensión.
56-65. Dominical del Tiempo Ordinario.
66-74. Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Orden, Penitencia, Unción enfermos.
75-81. B. V. María, Ángeles, san José.
82-89. Apóstoles, Santos, Mártires, Pastores, Vírgenes y religiosos.
90-98. Comunes.
99-103. Difuntos.

104-119. PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO.

APÉNDICE AL ORDINARIO DE LA MISA

PLEGARIA EUCARÍSTICA DE LA RECONCILIACIÓN I.

PLEGARIA EUCARÍSTICA DE LA RECONCILIACIÓN II.

PLEGARIA EUCARÍSTICA QUE PUEDE USARSE EN LAS MISAS POR DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS I.

PLEGARIA EUCARÍSTICA QUE PUEDE USARSE EN LAS MISAS POR DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS II.

PLEGARIA EUCARÍSTICA QUE PUEDE USARSE EN LAS MISAS POR DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS III.

PLEGARIA EUCARÍSTICA QUE PUEDE USARSE EN LAS MISAS POR DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS IV.


RITO DE COMUNIÓN

Oración dominical
145. Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Praecéptis salutáribus móniti, et divína institutióne formáti, audémus dícere:
O bien:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
O bien:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:
O bien:
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Pater noster, qui es in caelis: sanctificétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in tentatiónem; sed líbera nos a malo.

146. El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Líbera nos, quaesumus, Dómine, ab ómnibus malis, da propítius pacem in diébus nostris, ut, ope misericórdiae tuae adiúti, et a peccáto simus semper líberi et ab omni perturbatióne secúri: exspectántes beátam spem et advéntum Salvatóris nostri Iesu Christi.
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración aclamando:
Tuyo es el reino, Tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
Quia tuum est regnum, et potéstas, et glória in saecula.

Rito de la paz
147. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: «La paz os dejo, mi paz os doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra concédele la paz y la unidad.
Dómine Iesu Christe, qui dixísti Apóstolis tuis: Pacem relínquo vobis, pacem meam do vobis: ne respícias peccáta nostra, sed fidem Ecclésiae tuae; eámque secúndum voluntátem tuam pacificáre et coadunáre dignéris.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Qui vivis et regnas in saecula saeculórum.
El pueblo responde:
Amén.

148. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con vosotros.
Pax Dómini sit semper vobíscum.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.

149. Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Daos fraternalmente la paz.
Offérte vobis pacem.
O bien:
Como hijos de Dios, intercambiad ahora un signo de comunión fraterna.
O bien:
En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz, daos la paz como signo de reconciliación.
O bien:
En el Espíritu de Cristo resucitado, daos fraternalmente la paz.
Y todos, según la costumbre del lugar, intercambian un gesto de paz, de comunión y de caridad. El sacerdote da la paz al diácono o al ministro.

Fracción del pan
150. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y pone una partícula dentro del cáliz, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Haec commíxtio Córporis et Sánguinis Dómini nostri Iesu Christi fiat accipiéntibus nobis in vitam aetérnam.

151. Mientras tanto se canta o se dice:
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi: miserére nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi: miserére nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi: dona nobis pacem.
Esta aclamación puede repetirse varias veces, si la fracción del pan se prolonga. La última vez se dice: danos la paz.

Comunión
152. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
Dómine Iesu Christe, Fili Dei vivi, qui ex voluntáte Patris, cooperánte Spíritu Sancto, per mortem tuam mundum vivificásti: líbera me per hoc sacrosánctum Corpus et Sánguinem tuum ab ómnibus iniquitátibus meis et univérsis malis: et fac me tuis semper inhaerére mandátis, et a te numquam separári permíttas.
O bien:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre, no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
Percéptio Córporis et Sánguinis tui, Dómine Iesu Christe, non mihi provéniat in iudícium et condemnatiónem: sed pro tua pietáte prosit mihi ad tutaméntum mentis et córporis, et ad medélam percipiéndam.

153. El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz,hacia el pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit peccáta mundi. Beáti qui ad cenam Agni vocáti sunt.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Dómine, non sum dignus, ut intres sub téctum meum, sed tantum dic verbo, et sanábitur ánima mea.

154. El sacerdote, hacia el altar, dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Corpus Christi custódiat me in vitam aetérnam.
Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después toma el cáliz y dice en secreto:
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.
Sanguis Christi custódiat me in vitam aetérnam.
Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.

155. Después toma la patena o la píxide, y se acerca a los van a comulgar. Muestra el pan consagrado a cada uno, sostieniéndolo un poco elevado, y le dice:
El Cuerpo de Cristo.
Corpus Christi.
El que va a comulgar responde:
Amén.
Y comulga.
El diácono y los ministros que distribuyen la sagrada Comunión lo realizan de la misma manera.

156. Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en su lugar.

157. Cuando el sacerdote ha comulgado el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

158. Finalizada la comunión, el sacerdote, el diácono, o el acólito, purifica la patena sobre el cáliz y también el cáliz.
Mientras hace la purificación, el sacerdote dice en secreto:
Haz, Señor, que recibamos con un corazón limpio el alimento que acabamos de tomar, y que el don que nos haces en esta vida nos aproveche para la eterna.
Quod ore súmpsimus, Dómine, pura mente capiámus, et de múnere temporáli fiat nobis remédium sempitérnum.

159. Después el sacerdote puede volver a la sede. Si se considera oportuno, se puede dejar un breve espacio de silencio sagrado o entonar un salmo o algún cántico de alabanza.

Oración después de la comunión
160. Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Orémus.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión, al final de la cual el pueblo aclama:
Amén.

La oración después de la comunión termina con la conclusión breve, que el sacerdote dice con las manos juntas.
Si la oración se dirige al Padre:
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Si la oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:
Él, que vive y reina por los siglo de los siglos.
Si la oración se dirige al Hijo:
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.


RITO DE CONCLUSIÓN.

161. Siguen, si es necesario, breves avisos para el pueblo.

155. Después tiene lugar la despedida. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extiendiendo las manos, dice:
El Señor esté con vosotros.
Dóminus vobíscum.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
Benedícat vos omnípotens Deus, Pater, et Fílius, + et Spíritus Sanctus.
El pueblo responde:
Amén.

163. En algunos días u ocasiones, a esta fórmula de bendición precede, según las rúbricas, otra fórmula de bendición más solemne o una oración sobre el pueblo.

164. En la misa pontifical el celebrante recibe la mitra y, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con vosotros.
Dóminus vobíscum.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
El celebrante dice:
Bendito sea el nombre del Señor.
Sit nomen Dómini benedíctum.
Todos responden:
Ahora y por todos los siglos.
Ex hoc nunc et usque in saeculum.
El celebrante dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
Qui fecit caelum et terram.
Entonces el celebrante, habiendo recibido el báculo, si lo usa, dice:
La bendición de Dios todopoderoso,
Benedícat vos omnípotens Deus,
Y, haciendo tres veces la señal de la cruz sobre el pueblo, añade:
Padre +, Hijo +, y Espíritu + Santo, descienda sobre vosotros.
Pater, + et Fílius, + et Spíritus + Sanctus.
Todos responden:
Amén.

165. Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:
Podéis ir en paz.
Ite, missa est.
O bien:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Podéis ir en paz.
O bien:
Glorificad al Señor con su vida. Podéis ir en paz.
O bien:
En el nombre del Señor, podéis ir en paz.
O bien, especialmente en los domingos de Pascua:
Anunciad a todos la alegría del Señor resucitado. Podéis ir en paz.
El pueblo responde:
Demos gracias a Dios.
Deo grátias.

166. Después el sacerdote venera el altar con un beso, como al comienzo. Seguidamente, hecha inclinación profunda con los ministros, se retira.

167. Si inmediatamente sigue alguna acción litúrgica, se omite el rito de despedida.

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