Misal Romano (3ªed.)
PREFACIOS
PREFACIO DEL BAUTISMO
EL
BAUTISMO, INICIO DE LA VIDA NUEVA
66.
Este prefacio se puede decir en la misa del bautismo.
En verdad
es justo darte gracias y exaltar tu nombre, Padre santo y
misericordioso, por Jesucristo, Señor y Redentor nuestro.
Te
alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el sacramento del nuevo
nacimiento. Tú has querido que del corazón abierto de tu Hijo
manara para nosotros el don nupcial del Bautismo, primera Pascua de
los creyentes, puerta de nuestra salvación, inicio de la vida en
Cristo, fuente de la humanidad nueva.
Del agua y
del Espíritu engendras en el seno de la Iglesia, virgen y madre, un
pueblo de sacerdotes y reyes, congregado de entre todas las naciones
en la unidad y santidad de tu amor.
Por este
don de tu benevolencia tu familia te adora y, unida a los ángeles y
a los santos, canta el himno de tu gloria:
Santo, Santo Santo…
En
las plegarias eucarísticas se hace mención de los bautizados.
I.
Cuando
se utiliza el Canon romano en el memento de vivos se hace mención de
los padrinos y se dice Acepta, Señor, en tu bondad
propio.
II.
Cuando
se utiliza la plegaria eucarística II, se añade la intercesión
Acuérdate también de los neófitos,
o en la misa del bautismo de niños: Acuerdate también
de nuestros hermanos.
III.
Cuando
se utiliza la plegaria eucarística III, se añade la intercesión
Confirma en el santo propósito a tus hijos,
o en la misa del bautismo de niños: Ayuda a nuestros
hermanos.
PREFACIO DE
LA CONFIRMACIÓN
MARCADOS
CON EL SELLO DEL ESPÍRITU
67.
Este prefacio se puede decir en la misa de la confirmación.
En verdad
es justo darte gracias, es bueno cantar tu gloria, Padre santo,
fuente y origen de todo bien.
Tú, en el
Bautismo, das nueva vida a los creyentes y los haces partícipes del
Misterio pascual de tu Hijo. Tú los confirmas con el sello de tu
Espíritu,
mediante
la imposición de manos y la unción real del crisma.
Así,
renovados a imagen de Cristo, el ungido por el Espíritu Santo y
enviado para anunciar la buena nueva de la salvación, los haces tus
comensales en el banquete eucarístico y testigos de la fe en la
Iglesia y en el mundo.
Por eso,
nosotros, reunidos en esta asamblea festiva para celebrar los
prodigios de un renovado Pentecostés, y unidos a los ángeles y a
los santos, cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo Santo…
En
las plegarias eucarísticas se hace mención de los confirmados.
I.
Cuando se utiliza el Canon romano se
dice Acepta, Señor, en tu bondad
propio.
II.
Cuando se utiliza la plegaria eucarística II, se añade la
intercesión Acuérdate también, Señor, de tus siervos.
III.
Cuando se utiliza la plegaria eucarística III, se añade la
intercesión Acuérdate también, Señor, de estos siervos
tuyos.
PREFACIO I DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA
EL SACRIFICIO Y EL
SACRAMENTO DE CRISTO
68. Este prefacio
se dice en la misa de la Cena del Señor; puede decirse también en
la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo y en las misas
votivas de la Santísima Eucaristía.
En verdad es justo y necesario, es
nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor
nuestro.
El cual, verdadero y único
sacerdote, al instituir el sacrificio de la eterna alianza se ofreció
el primero a ti como víctima de salvación, y nos mandó perpetuar
esta ofrenda en memoria suya. Su carne, inmolada por nosotros, es
alimento que nos fortalece; su sangre, derramada por nosotros, es
bebida que nos purifica.
Por eso, con los ángeles y
arcángeles, con los tronos y dominaciones, y con todos los coros
celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Vere dignum et iustum est, aequum et
salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine,
sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum
nostrum.
Qui, verus aeternúsque Sacérdos,
formam sacrifícii perénnis instítuens, hóstiam tibi se primus
óbtulit salutárem, et nos, in sui memóriam, praecépit offérre.
Cuius carnem pro nobis immolátam dum súmimus, roborámur, et fusum
pro nobis sánguinem dum potámus, ablúimur.
Et ídeo cum Angelis et Archángelis,
cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis
exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:
Santo, Santo, Santo...
PREFACIO II DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA
LOS FRUTOS DE LA
SANTÍSIMA EUCARISTÍA
69. Este prefacio
se dice en la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo y
en las misas votivas de la Santísima Eucaristía.
En verdad es justo y necesario, es
nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor
nuestro.
El cual, en la última cena con sus
apóstoles, para perpetuar a través de los siglos el memorial de la
cruz salvadora, se entregó a ti como Cordero inmaculado y ofrenda
perfecta de alabanza. Con este sacramento alimentas y santificas a
tus fieles, para que una misma fe ilumine, y un mismo amor congregue,
a todos los hombres que habitan un mismo mundo. Así, pues, nos
acercamos a la mesa de este sacramento admirable, para que,
impregnados de la suavidad de tu gracia, nos transformemos según el
modelo celestial.
Por eso, Señor, tus criaturas del
cielo y de la tierra te adoran cantando un cántico nuevo, y también
nosotros, con todo el ejército de los ángeles, te aclamamos por
siempre diciendo:
Vere dignum et iustum est, aequum et
salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine,
sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum
nostrum.
Qui cum Apóstolis suis in novíssima
cena convéscens, salutíferam crucis memóriam prosecutúrus in
saecula, Agnum sine mácula se tibi óbtulit, perféctae laudis munus
accéptum. Quo venerábili mystério fidéles tuos aléndo
sanctíficas, ut humánum genus, quod cóntinet unus orbis, una fides
illúminet, cáritas una coniúngat. Ad mensam ígitur accédimus tam
mirábilis sacraménti, ut, grátiae tuae suavitáte perfúsi, ad
caeléstis formae imáginem transeámus.
Propter quod caeléstia tibi atque
terréstria cánticum novum cóncinunt adorándo, et nos cum omni
exércitu Angelórum proclamámus, sine fine dicéntes:
Santo, Santo Santo...
PREFACIO III
DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA
LA
EUCARISTÍA, VIÁTICO PARA LA PASCUA ETERNA
70.
Este prefacio se puede decir en la misa del viático.
En verdad
es justo darte gracias, es bueno bendecir tu nombre, Padre santo,
Dios de misericordia y de paz.
Porque has
querido que tu Hijo, obediente hasta la muerte de cruz, nos
precediera en el camino del retorno a ti, término de toda esperanza
humana.
En la
Eucaristía, testamento de su amor, él se hace comida y bebida
espiritual, para alimentarnos en nuestro viaje hacia la Pascua
eterna.
Con esta
prenda de la resurrección futura, en la esperanza participamos ya de
la mesa gloriosa de tu reino y, unidos a los ángeles y a los santos,
proclamamos el himno de tu gloria:
Santo,
Santo, Santo…
PREFACIO
I DE LAS ORDENACIONES
EL
SACERDOCIO DE CRISTO Y EL MINISTERIO DE LOS SACERDOTES
71.
Este prefacio se dice en la misa crismal y en la misa de la fiesta de
Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote.
Se
puede decir también en la misa de la ordenación de obispos y
presbíteros.
En verdad
es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno.
Que
constituiste a tu Unigénito pontífice de la alianza nueva y eterna
por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio
salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.
Él no
solo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo,
sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo,
para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada
misión.
Ellos
renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan
a tus hijos el banquete pascual, preceden a tu pueblo santo en el
amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los
sacramentos.
Tus
sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti y por la salvación de
los hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte testimonio
constante de fidelidad y amor.
Por eso,
Señor, nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y
con todos los santos, diciendo:
Vere
dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque
grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Qui Unigénitum tuum Sancti Spíritus unctióne novi et aetérni
testaménti constituísti Pontíficem, et ineffábili dignátus es
dispositióne sancíre, ut únicum eius sacerdótium in Ecclésia
servarétur.
Ipse
enim non solum regáli sacerdótio pópulum acquisitiónis exórnat,
sed étiam fratérna hómines éligit bonitáte, ut sacri sui
ministérii fiant mánuum impositióne partícipes. Qui sacrifícium
rénovent, eius nómine, redemptiónis humánae, tuis apparántes
fíliis paschále convívium, et plebem tuam sanctam caritáte
praevéniant, verbo nútriant, refíciant sacraméntis. Qui, vitam
pro te fratrúmque salúte tradéntes, ad ipsíus Christi nitántur
imáginem conformári, et constánter tibi fidem amorémque
testéntur.
Unde
et nos, Dómine, cum Angelis et Sanctis univérsis tibi confitémur,
in exsultatióne dicéntes:
Santo, Santo Santo…
PREFACIO
II DE LAS ORDENACIONES
CRISTO,
FUENTE DE TODO MINISTERIO EN LA IGLESIA
72.
Este prefacio se puede decir en la misa en la ordenación de
diáconos.
En verdad
es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno.
Que
constituiste a tu único Hijo pontífice de la alianza nueva y eterna
por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio
salvífico, que hubiese variedad de ministerios en la Iglesia.
Él no
solo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo,
sino
también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo,
para que,
por la imposición de manos, participen de su sagrada misión.
Ellos
preceden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y
lo fortalecen con los sacramentos. Ellos, al entregar su vida por ti
y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y
han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor.
Por
eso, Señor, nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los
ángeles y con todos los santos, diciendo:
Vere
dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque
grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Qui Unigénitum tuum Sancti Spíritus unctióne novi et aetérni
testaménti constituísti Pontíficem, et ineffábili dignátus es
dispositióne sancíre, ut multa ministéria in Ecclésia
exerceréntur.
Ipse
enim non solum regáli sacerdótio pópulum acquisitiónis exórnat,
sed étiam fratérna hómines éligit bonitáte, ut sacri sui
ministérii fiant mánuum impositióne partícipes. Qui plebem
sanctam caritáte praevéniant, verbo nútriant, refíciant
sacraméntis. Qui, vitam pro te fratrúmque salúte tradéntes, ad
ipsíus Christi nitántur imáginem conformári, et constántes tibi
fidem amorémque testéntur.
Unde
et nos, Dómine, cum Angelis et Sanctis univérsis tibi confitémur,
in exsultatióne dicentes:
Santo, Santo Santo…
PREFACIO
DE LA PENITENCIA
EL
SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN EN EL ESPÍRITU
73.
Este prefacio se puede decir en el tiempo de Cuaresma. Se dice
también en las misas de reconciliación y en las otras misas de
carácter penitencial.
En verdad
es justo alabarte y darte gracias, Padre santo, Dios todopoderoso,
por tus beneficios, sobre todo por la gracia del perdón.
Al hombre,
náufrago a causa del pecado, con el sacramento de la reconciliación
le abres
el puerto de la misericordia y de la paz, en Cristo muerto y
resucitado.
Con el
poder de tu Espíritu, has dispuesto para la Iglesia, santa y al
mismo tiempo necesitada de penitencia, una segunda tabla de salvación
después del bautismo, y así la renuevas incesantemente, para
congregarla en el banquete festivo de tu amor.
Por este
don de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos, a una voz, el himno de tu gloria:
Santo, Santo Santo…
PREFACIO
DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
EL
SUFRIMIENTO, PARTICIPACIÓN EN LA PASCUA DE CRISTO
74.
Este prefacio se puede decir en las misas de unción de los enfermos.
En verdad
es justo darte gracias, Dios de misericordia, Señor todopoderoso,
por Jesucristo, Señor y Redentor nuestro.
Porque has
querido que tu único Hijo, autor de la vida, médico de los cuerpos
y de las almas, tomase sobre sí nuestras debilidades, para
socorrernos en los momentos de prueba y santificarnos en la
experiencia del dolor.
En el
signo sacramental de la unción, por la oración de la Iglesia, nos
libras del pecado, nos confortas con la gracia del Espíritu Santo y
nos haces partícipes de la victoria pascual.
Por este
signo de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos, a una voz, el himno de tu gloria:
Santo, Santo Santo…
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