Entrada destacada

Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

miércoles, 31 de agosto de 2022

Miércoles 5 octubre 2022, Témporas de acción de gracias y de petición, memoria obligatoria, o Témporas, día de acción de gracias.

SOBRE LITURGIA

CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS SACERDOTES CON OCASIÓN DEL JUEVES SANTO 1984


“El Espíritu del Señor, Yavé, está sobre mí, pues Yavé me ha ungido, me ha enviado para predicar la buena nueva a los abatidos y sanar a los de quebrantado corazón, para anunciar la libertad de los cautivos y la liberación de los encarcelados. Para publicar el año de gracia de Yavé” (Is 61, 12).

Amadísimos Hermanos en la gracia del Sacerdocio:

Hace un año me dirigía a vosotros mediante la carta para el Jueves Santo de 1983, pidiéndoles anunciar, junto conmigo y con todos los Obispos de la Iglesia, el Año de la Redención: el Jubileo extraordinario, el Año de gracia del Señor.

Hoy deseo agradecerles cuanto habéis hecho para que este Año, que nos recuerda el 1950 aniversario de la Redención, se convirtiera verdaderamente en «el año de gracia del Señor», el Año Santo. Y a la vez, al encontrarme con vosotros en esta concelebración, en la que culmina vuestra peregrinación a Roma con ocasión del Jubileo, deseo renovar y profundizar en unión con vosotros la conciencia del misterio de la Redención, que es el manantial vivo y vivificador del sacerdocio sacramental, del que cada uno de nosotros participa.

En vosotros, aquí llegados no sólo de Italia, sino también de otros Países y Continentes, veo a todos los sacerdotes: a todo el Presbiterio de la Iglesia universal. Y a todos me dirijo con el aliento y la exhortación de la Carta a los Efesios: “ ... os exhorto yo... a andar de una manera digna de la vocación con que fuisteis llamados” (Ef 4, l).

Es necesario que nosotros también ―llamados a servir a los demás en la renovación Espiritual del Año de la Redención― nos renovemos, mediante la gracia de este Año, en nuestra hermosa vocación.

2. “Cantaré siempre las piedades de Yavé”.

Este versículo del salmo responsorial (89/88, 2) de la liturgia de hoy nos recuerda que somos de modo especial “ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios” (1 Cor 4, l), que somos hombres de la divina economía de salvación, que somos un “ instrumento” consciente de la gracia, o sea de la acción del Espíritu Santo con el poder de la Cruz y Resurrección de Cristo.

¿Qué es esta economía divina? ¿Qué es la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, gracia que El ha querido unir sacramentalmente a nuestra vida sacerdotal y a nuestro servicio sacerdotal, aunque sea ofrecida por hombres tan pobres e indignos?. La gracia, como proclama el Salmo de la liturgia de hoy, es un testimonio de la fidelidad de Dios mismo a aquel Amor eterno con el que El ha amado la creación, y particularmente al hombre, en su Hijo eterno.

Dice el Salmo: “Porque dijiste: La piedad es eterna. Cimentaste en los cielos tu fidelidad” (89 / 88, 3).

Esta fidelidad de su Amor ―del Amor misericordioso― es la fidelidad a la Alianza que Dios ha realizado, desde el comienzo, con el hombre y que ha renovado muchas veces, a pesar de que el hombre con frecuencia no haya sido fiel a ella.

La gracia es por consiguiente un puro don del Amor, que sólo en el mismo Amor, y no en otra cosa, encuentra su razón y motivo.

El Salmo exalta la Alianza que Dios ha estrechado con David y al mismo tiempo, a través de su contenido mesiánico, revela cómo aquella Alianza histórica es solamente una etapa y un anuncio previo a la Alianza perfecta en Jesucristo: “El me invocará, diciendo: Tú eres mi padre, mi Dios y la Roca de mi salvación” (89/88, 27).

La gracia, como don, es el fundamento de la elevación del hombre a la dignidad de hijo adoptivo de Dios en Cristo, Hijo Unigénito. “Serán con él mi fidelidad y mi piedad, y en mi nombre se alzará su poder” (89/88, 25). Precisamente este poder que nos hace hijos de Dios, del que habla el prólogo del Evangelio de San Juan todo el poder salvífico ha sido otorgado a la humanidad en Cristo, mediante la Redención, la Cruz y la Resurrección.

Y nosotros ―siervos de Cristo― somos sus administradores. El sacerdote es el hombre de la economía salvífica. El sacerdote es el hombre plasmado por la gracia. El sacerdote es el administrador de la gracia.

3. “Cantaré siempre las piedades de Yavé”.

Precisamente ésta es nuestra vocación. En esto consiste la peculiaridad y la originalidad de la vocación sacerdotal. Está arraigada de manera especial en la misión de Cristo mismo, de Cristo Mesías.

“El Espíritu del Señor, Yavé, está sobre mí, pues Yavé me ha ungido, me ha enviado para predicar la buena nueva a los abatidos y sanar a los de quebrantado corazón, para anunciar la libertad de los cautivos y la liberación de los encarcelados... para consolar a todos los tristes” (Is 61, 12).

Precisamente en lo íntimo de esta misión mesiánica de Cristo Sacerdote está arraigada también nuestra vocación y misión: vocación y misión de sacerdotes de la Nueva y Eterna Alianza. Es la vocación y la misión de los mensajeros de la Buena Nueva; de los que tienen que curar las heridas de los corazones humanos; de los que tienen que proclamar la liberación en medio de múltiples aflicciones, en medio del mal que de tantas maneras “tiene” esclavizado al hombre; de los que tienen que consolar.

Esta es nuestra vocación y misión de servidores. Nuestra vocación, queridos hermanos, encierra en sí un gran y fundamental servicio respecto de cada hombre. Ninguno puede prestar este servicio en lugar nuestro. Ninguno puede sustituirnos. Debemos alcanzar con el Sacramento de la Nueva y Eterna Alianza las raíces mismas de la existencia humana sobre la tierra.

Debemos, día tras día, introducir en ella la dimensión de la Redención y de la Eucaristía.

Debemos reforzar la conciencia de la filiación divina mediante la gracia. ¿Qué perspectiva más alta y qué destino más excelso podría tener el hombre?.

Debemos finalmente administrar la realidad sacramental de la reconciliación con Dios y de la sagrada Comunión, en la que se sale al encuentro de la más profunda aspiración del «insaciable» corazón humano. Verdaderamente nuestra unción sacerdotal está enraizada profundamente en la misma unción mesiánica de Cristo.

Nuestro sacerdocio es ministerial. Sí, debemos servir. Y “servir” significa llevar al hombre a los fundamentos mismos de su humanidad, al meollo más profundo de su dignidad. Precisamente allí debe resonar ―mediante nuestro servicio― el “canto de alabanza en vez de un espíritu abatido para usar una vez más las palabras del texto de Isaías (61, 3).

4. Amadísimos hermanos: Redescubramos, día a día y año tras año el contenido y la esencia, verdaderamente inefables, de nuestro sacerdocio en las profundidades del misterio de la Redención. Yo deseo que a esto ayude de modo particular el Año en curso del Jubileo extraordinario.

― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para comprender mejor lo que quiere decir celebrar la Eucaristía, el Sacrificio de Cristo mismo, confiado a nuestros labios y a nuestras manos de sacerdotes en la comunidad de la Iglesia.

― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para comprender mejor lo que significa perdonar los pecados y reconciliar las conciencias humanas con Dios Infinitamente Santo, con el Dios de la Verdad y del Amor.

― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para comprender mejor lo que quiere decir actuar “in persona Christi, en nombre de Cristo: actuar con su poder, con el poder que, en definitiva, se arraiga en la realidad salvífica de la Redención.

― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para comprender mejor lo que es el misterio de la Iglesia. ¡Somos hombres de Iglesia!

“Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo” (Ef 4, 46).

Por tanto: esforzarse “en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz” (Ef 4, 3). Sí. Precisamente esto depende, de manera particular, de vosotros: “mantener la unidad del Espíritu”.

En una época de grandes tensiones, que sacuden el cuerpo terreno de la humanidad, el servicio más importante de la Iglesia nace de la “unidad del Espíritu”, a fin de que no sólo no sufra ella misma una división desde fuera, sino que además reconcilie y una a los hombres en medio de las contrariedades que se acumulan en torno a ellos mismos en el mundo actual.

Hermanos míos: A cada uno de vosotros “ha sido dada la gracia en la medida del don de Cristo... para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef 4, 7.12).¡Seamos fieles a esta gracia! ¡Seamos heroicamente fieles a ella!

Hermanos míos: El don de Dios ha sido grande para con nosotros, para cada uno de nosotros. Tan grande que todo sacerdote puede descubrir dentro de sí los signos de una predilección divina. Cada uno conserve fundamentalmente su don con toda la riqueza de sus expresiones; también el don magnífico del celibato voluntariamente consagrado al Señor ―y de El recibido― para nuestra santificación y para la edificación de la Iglesia.

5. Jesucristo está en medio de nosotros y nos dice: “Yo soy el buen pastor ” (Jn 11. 14).

Es precisamente El quien nos ha “constituido ” pastores también a nosotros. Y es El quien recorre todas las ciudades y pueblos (cfr. Mt 9, 35), a donde somos enviados para desarrollar nuestro servicio sacerdotal y pastoral.

Es El, Jesucristo, quien enseña, predica el evangelio del Reino y cura toda enfermedad (cfr. ibidem) del hombre, a donde somos enviados para el servicio del Evangelio y la administración de los Sacramentos.

Es precisamente Él, Jesucristo, quien siente continuamente compasión de las multitudes y de cada hombre cansado y rendido, como “ovejas sin pastor” (Cfr. Mt 9, 36).

Queridos hermanos: En esta asamblea litúrgica pidamos a Cristo una sola cosa: que cada uno de nosotros sepa servir mejor, más límpida y eficazmente, su presencia de Pastor en medio de los hombres en el mundo actual. Esto es también muy importante para nosotros, a fin de que no nos entre la tentación de la “inutilidad”, es decir, la de sentirnos no necesarios. Porque no es verdad. Somos más necesarios que nunca, porque Cristo es más necesario que nunca. El Buen Pastor es necesario más que nunca. Nosotros tenemos en la mano ―precisamente en nuestras «manos vacías»― la fuerza de los medios de acción que nos ha dado el Señor.

Pensar en la Palabra de Dios, más tajante que una espada de doble filo (cfr. Heb 4, 12); pensar en la oración litúrgica, particularmente en la de las Horas, en la que Cristo mismo pide con nosotros y por nosotros; y pensar en los Sacramentos, en particular en el de la Penitencia, verdadera tabla de salvación para tantas conciencias, meta hacia la que tienden tantos hombres de nuestro tiempo. Conviene que los sacerdotes den nuevamente gran importancia a este Sacramento, para la propia vida Espiritual y para la de los fieles.

Es cierto, amadísimos hermanos: con el buen uso de estos “medios pobres” (pero divinamente poderosos) veréis florecer en vuestro camino las maravillas de la infinita Misericordia.

¡Incluso el don de nuevas vocaciones!

Con tal conciencia, en esta oración común, escuchemos de nuevo las palabras del Maestro, dirigidas a sus discípulos: “ la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogar, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 3738).

¡Cuánta actualidad tienen estas palabras también en nuestra época!

Roguemos pues. Que pida con nosotros toda la Iglesia. Y que en esta oración se manifieste la conciencia, renovada por el Jubileo, del misterio de la Redención.

CALENDARIO

5 MIÉRCOLES. TÉMPORAS DE ACCIÓN DE GRACIAS Y DE PETICIÓN, memoria obligatoria


Días de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas, al reemprender la actividad habitual. Son una ocasión que presenta la Iglesia para rogar a Dios por las necesidades de los hombres, principalmente por los frutos de la tierra y por los trabajos de los hombres, dando gracias a Dios públicamente (NUALC, 45-47).

Misa de la memoria (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props. (varios formularios), Pf. común IV.
LECC.: vol. IV.
- Dt 8, 7-18. Dios te da la fuerza para adquirir esa riqueza.
- Salmo: 1 Crón 29, 10-12. R. Tú eres Señor del universo.
- 2 Cor 5, 17-21. Os pedimos que os reconciliéis con Dios.
- Mt 7, 7-11. Todo el que pide recibe.

* Se celebrará al menos en este día y, siempre que sea posible, es aconsejable celebrarlo también en otros dos días de la misma semana.
* Cuando se limita a un solo día, se elegirán aquellos formularios que abarquen los tres aspectos de esta celebración: la acción de gracias, la petición y la conversión.
* Es de alabar que en el día penitencial, además de la misa «Por el perdón de los pecados», se tenga una celebración comunitaria del sacramento de la penitencia.

Liturgia de las Horas: oficio de la memoria (Laud., Hora y Vísp. props.).

Martirologio: elogs. del 6 de octubre, pág. 596.
CALENDARIOS: León y Lugo: San Froilán, obispo (S).
Tarazona-ciudad: San Atilano, obispo (S). Zamora: (F). Tarazona-diócesis: (MO).
Orden de San Juan de Jerusalén: Beato Pedro Pattarini de Ímola, religioso (MO).
Congregación del Oratorio: San Luis Scrossappi, presbítero (ML).
Dominicos: Beato Raimundo de Capua, presbítero (ML).
Familia Salesiana: Beato Alberto Marvelli (ML).
Redentoristas: Beato Francisco-Javier Seelos, presbítero (ML).

TEXTOS MISA

5 de octubre
TÉMPORAS DE ACCIÓN DE GRACIAS Y DE PETICIÓN
Feria mayor

Las Témporas son días de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas, al reemprender la actividad habitual.
Se celebrarán, al menos, el día 5 de octubre (o el día 6, cuando el día 5 sea domingo), y, siempre que sea posible, es aconsejable celebrarlas también otros dos días de la misma semana.

Témporas en 3 días: Día de Acción de gracias, misa para dar gracias a Dios.

Misa para cuando las Témporas se celebran sólo el día 5 de octubre

Cuando la celebración de las Témporas se limita a un solo día, se elegirán, de entre las diversas misas que se proponen para los tres días, aquellos formularios que abarquen los tres aspectos de esta celebración, es decir, la acción de gracias, la petición y la conversión. Para esta celebración de las Témporas en un solo día están indicados principalmente los siguientes textos:

Antífona de entrada Ef 5, 19-20
Cantad y tocad con toda el alma para el Señor, dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Monición de entrada
Presentamos en este día de acción de gracias y de petición nuestra gratitud a Dios Padre, de quien procede todo don, por todos los beneficios recibidos. Es la acción de gracias de la Iglesia, que recoge en su plegaria los sentimientos de toda la humanidad.
Y con nuestra acción de gracias, nuestra súplica: pedimos perdón y presentamos humildemente nuestras peticiones por cuanto necesitamos, con la confianza de ser escuchados por quien nos ama más que nosotros mismos. Con nuestras súplicas, nos hacemos eco de los deseos y anhelos de todos los que sufren.

Oración colecta
Señor Dios, Padre lleno de amor, que diste a nuestros padres de Israel una tierra buena y fértil, para que en ella encontraran descanso y bienestar, y con el mismo amor nos das a nosotros fuerza para dominar la creación y sacar de ella nuestro progreso y nuestro sustento, al darte gracias por todas tus maravillas, te pedimos que tu luz nos haga descubrir siempre que has sido tú, y no nuestro poder, quien nos ha dado fuerza para crear las riquezas de la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas para cuando las Témporas se celebran sólo el día 5 de octubre (Lec. IV).

PRIMERA LECTURA Deut 8, 7-18
Dios te da la fuerza para adquirir esa riqueza
Lectura del libro del Deuteronomio.

Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas y de cuyos montes sacarás cobre, entonces comerás hasta saciarte, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado.
Guárdate de olvidar al Señor, tu Dios, no observando sus preceptos, sus mandatos y sus decretos que yo te mando hoy.
No sea que, cuando comas hasta saciarte, cuando edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu oro, y abundes en todo, se engría tu corazón y olvides al Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con serpientes abrasadoras y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te aumentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres, para afligirte y probarte, y para hacerte el bien al final.
Y no pienses: “Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas”.
Acuérdate del Señor, tu Dios: que es él quien te da la fuerza para adquirir esa riqueza, a fin de mantener la alianza que juró a tus padres, como lo hace hoy».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial 1 Cro 29, 10. 11abc. 11d- l2a. 12Bcd (R.: 12b)
R. Tú eres Señor del universo.

V. Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos.
R. Tú eres Señor del universo.

V. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.
R. Tú eres Señor del universo.

V. Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria.
R. Tú eres Señor del universo.

V. Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
R. Tú eres Señor del universo.

SEGUNDA LECTURA 2 Cor 5, 17-21
Os pedimos que os reconciliéis con Dios
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Aleluya Mc 1, 15
R. Aleluya, aleluya, aleluya,
V. Está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio. R.

EVANGELIO Mt 7, 7-11
Quien pide recibe
 Lectura del santo evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Catecismo de la Iglesia Católica
2609 Decidido así el corazón a convertirse, aprende a orar en la fe. La fe es una adhesión filial a Dios, más allá de lo que nosotros sentimos y comprendemos. Se ha hecho posible porque el Hijo amado nos abre el acceso al Padre. Puede pedirnos que "busquemos" y que "llamemos" porque él es la puerta y el camino (cf Mt 7, 7-11. 13-14).
2610 Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia filial: "todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido" (Mc 11, 24). Tal es la fuerza de la oración, "todo es posible para quien cree" (Mc 9, 23), con una fe "que no duda" (Mt 21, 22). Tanto como Jesús se entristece por la "falta de fe" de los de Nazaret (Mc 6, 6) y la "poca fe" de sus discípulos (Mt 8, 26), así se admira ante la "gran fe" del centurión romano (cf Mt 8, 10) y de la cananea (cf Mt 15, 28).
2611 La oración de fe no consiste solamente en decir "Señor, Señor", sino en disponer el corazón para hacer la voluntad del Padre (Mt 7, 21). Jesús invita a sus discípulos a llevar a la oración esta voluntad de cooperar con el plan divino (cf Mt 9, 38; Lc 10, 2; Jn 4, 34).
2612 En Jesús "el Reino de Dios está próximo", llama a la conversión y a la fe pero también a la vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento a aquél que "es y que viene", en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria (cf Mc 13; Lc 21, 34-36). En comunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, y velando en la oración es como no se cae en la tentación (cf Lc 22, 40. 46).

Oración de los fieles
(Formulario adaptado de la Liturgia de Santiago de Jerusalén).
Imploremos al Dios de misericordia e invoquemos su nombre con sentimientos dignos de él, diciendo:
R. Acuérdate, Señor, y ten piedad.
- Acuérdate,Señor, del pueblo rescatado por la sangre de tu Hijo: concédele el espíritu de justicia, paz y concordia, haz que termine la división en tu Iglesia y danos el espíritu de caridad. R.
- Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, católica y apostólica, extendida por todo el universo: concédele, según tu misericordia infinita, los dones del Espíritu Santo y poder cantar eternamente tus alabanzas. R.
- Acuérdate, Señor, de nuestro santo Padre el Papa y de todos los obispos que proclaman la Palabra de Dios, de los sacerdotes de nuestra comunidad y de toda la Iglesia, de los diáconos y de todos los ministros, de toda la familia humana y de todo el pueblo que ama a Jesucristo. R.
- Acuérdate, Señor, delos que gobiernan las naciones, frena a los pueblos que buscan la guerra, ayuda y fortalece a los cristianos: para que llevemos una vida honesta y pacífica, glorificando tu nombre. R.
- Acuérdate, Señor, de los que trabajan en la industria, en la agricultura y en los servicios: concédenos un tiempo favorable, lluvias bienhechoras y abundantes cosechas, pues en tiempo oportuno abres tu mano y sacias de favores a todo viviente. R.
- Acuérdate, Señor, de todos los necesitados, los ancianos, los inválidos, los enfermos, los prisioneros, los emigrantes, los desterrados, los que a causa de tu nombre son perseguidos, y de todos los que sufren. R.
- Acuérdate, Señor, en tu gran misericordia, de nosotros, pobres pecadores e indignos servidores tuyos, y ven a socorrernos, para que donde abundó nuestro pecado sobreabunde tu gracia. R.
- Acuérdate, Señor, de aquellos a quienes hoy recordamos: por las riquezas perecederas dales las riquezas inmortales; por todo lo temporal concédeles lo eterno, según la promesa que nos hiciste en Jesucristo, dueño de la vida y de la muerte. R.
Dios de bondad, ven en ayuda de tus fieles, ven en ayuda de los que te imploran; que no se vean privados de auxilio en la tierra los llamados al reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza en acción de gracias por los dones que nos has dado, concédenos ofrecer, para gloria de tu nombre, lo que hemos recibido sin merecerlo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PLEGARIA EUCARÍSTICA D 2

Antífona de comunión Cf. Sal 64, 12. 6
Coronas el año con tus bienes, Señor, y serás la esperanza del confín de la tierra.

Oración después de la comunión
Señor, tú que nos has hecho participar en la mesa de la unidad y del amor, danos tu fuerza para que, con nuestra actividad, cooperemos en la construcción de la ciudad terrena y trabajemos con fe para la llegada de tu reino. Por Jesucristo. nuestro Señor.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 6 de octubre
San Bruno, presbítero
, el cual, oriundo de Colonia, ciudad de Lotaringia, en la actual Alemania, enseñó ciencias eclesiásticas en la Galia, aunque después, deseando llevar vida solitaria, con algunos discípulos se instaló en el apartado valle de Cartuja, en los Alpes, donde dio origen a una Orden que conjuga la soledad de los eremitas con la vida común de los cenobitas. Llamado por el papa Urbano II a Roma, para que le ayudase en las necesidades de la Iglesia, pasó los últimos años de su vida como eremita en el cenobio de La Torre, en Calabria, en la actual Italia. (1001)
2. En Laodicea, lugar de Frigia, hoy Turquía, san Ságar, obispo y mártir, que padeció en tiempo de Servilio Paulo, procónsul de Asia. (c. 170)
3. En Agen, ciudad de Aquitania, actual Francia, santa Fe, mártir. (s. IV)
4. En la ciudad de Sorrento, en la región actualmente italiana de Campania, san Renato, obispo. (c. s. V)
5. En Auxerre, lugar de Neustria, hoy Francia, san Román, obispo(c. 564)
6*. En Venecia, actualmente en Italia, conmemoración del beato Magno, obispo, quien, al tomar los lombardos su sede episcopal de Opitergio, con la mayor parte de su grey se trasladó junto a la laguna veneta, donde fundó la nueva ciudad de Heraclia o Eraclea, así como varias iglesias en el lugar donde más tarde se levantó la ciudad de Venecia. (c. 670)
7*. En Bretaña Menor, Francia en la actualidad, san Ywio, diácono y monje, discípulo de san Cutberto, obispo de Lindisfarne, que pasó de Inglaterra a esta región, donde vivió entregado a las vigilias y ayunos. (c. 704)
8*. En Nazogirea, en Creta, san Juan, apellidado "Xenos", que propagó por toda la isla la vida monástica. (s. XI)
9*. En Guéret, en la región de Limoges, en Aquitania, Francia en la actualidad, san Pardulfo, abad, del cual, ilustre por su santidad de vida, se cuenta que hizo huir de su iglesia a los sarracenos que retrocedían ante Carlos Martel. (737)
10*. En el monasterio de Lambach, en Baviera, actual Austria, muerte de san Adalberónobispo de Würzburg, que, por defender la Sede Apostólica, tuvo que sufrir mucho por parte de los cismáticos. Tras ser expulsado varias veces de su sede, pasó en paz sus últimos años en el citado monasterio de Lambach, fundado por él mismo. (1090)
11*. En la Cartuja de Arvières, en Borgoña, Francia en la actualidad, fundada por él mismo, san Artaldo, obispo de Belley. Tenía cerca de noventa años cuando, a su pesar, fue elegido obispo, aunque a los dos años renunció y volvió a la vida monástica, donde falleció a la edad de ciento seis años. (1206)
12. En Nápoles, en la región italiana de Campania, santa María Francisca de las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo (Ana María) Gallo, virgen de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que soportó muchas y continuas pruebas, mostrando gran paciencia, penitencia y amor a Dios y a las almas. (1791)
13*. Frente a Rochefort, en el litoral de Francia, beato Francisco Hunot, presbítero y mártir, que, por su condición de sacerdote, durante la persecución contra la Iglesia fue encarcelado en una vieja nave anclada, donde murió víctima de las fiebres. (1794)
14*. En la localidad de Longueuil, en Canadá, beata María Rosa (Eulalia) Durocher, virgen, fundadora de la Congregación de Hermanas de los Santos Nombres de Jesús y María, para la formación humana y cristiana de las jóvenes. (1849)
15. En An-Hoa, en Annam, hoy Vietnam, san Francisco Tran Van Trung, mártir, que, siendo soldado, resistió enérgicamente las propuestas de apostatar de la fe cristiana, por lo cual el emperador Tu Duc le hizo decapitar. (1858)
16*. En Courtrai, en Bélgica, beato Isidoro de San José de Loor, religioso de la Congregación de la Pasión, que cumplió con fidelidad las funciones que se le encomendaron y, habiendo enfermado, fue ejemplo para sus hermanos al soportar terribles dolores. (1916)

martes, 30 de agosto de 2022

Martes 4 octubre 2022, San Francisco de Asís, memoria obligatoria.

SOBRE LITURGIA

CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE MOTU PROPRIO "TREDECIM ANNI"
DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II

Aprobación definitiva de los estatutos
de la Comisión Teológica Internacional

Han pasado ya trece años desde que nuestro predecesor Pablo VI, de feliz memoria, secundando los deseos expresados por el Sínodo de los Obispos (cf. Alocución al Consistorio, 28 de abril de 1969: AAS 61, 1969, 431-432), instituyó la Comisión Teológica Internacional. Durante estos casi tres quinquenios, los teólogos que fueron llamados a esta tarea han realizado su trabajo con gran diligencia y sabiduría, obteniendo abundantes frutos. Por esto, tanto el Sumo Pontífice Pablo VI como Nos mismo los recibimos gustosamente para estimularlos y congratularlos con sus estudios y trabajos, la gran parte de los cuales es conocida, ya que se hizo pública por deseo del mismo Pablo VI.

Los estatutos de la Comisión Teológica Internacional fueron aprobados "ad experimentum" el año 1969 (cf. AAS 61, 1969, 540-541). Ha llegado ya el tiempo de darles forma estable y definitiva, teniendo en cuenta la experiencia adquirida de modo que la Comisión pueda cumplir mejor la misión, que Pablo VI explicó claramente en la alocución tenida con motivo de la primera sesión plenaria, afirmando: Esta nueva institución ha sido creada "para ayudar a la Santa Sede y, de manera especial, a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe" (AAS 61, 1969, 713 ss.).

En efecto, Pedro y los demás Apóstoles, así como sus Sucesores en la Sagrada Tradición— el Romano Pontífice y con él todos los obispos de la Iglesia—, recibieron de modo singular la función y responsabilidad del Magisterio auténtico, según el mandato de Jesucristo: «Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas... enseñándoles a observar todo cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo» (Mt 28, 19-20). Por su parte, el Concilio Vaticano II, especialmente en la Constitución Dogmática Lumen gentium (cap. III), siguiendo las huellas de toda la Tradición de la Iglesia en esta materia, considera estas funciones como un carisma que les confiere vigor, fuerza y autenticidad.

Sin embargo, este ministerio específico requiere también el estudio y trabajo de los teólogos, y a ellos corresponde, según palabras del mismo Pablo VI, proporcionar «una ayuda sólida... al ejercicio de la función encomendada por Cristo a sus Apóstoles con estas palabras: Id y enseñad a todas las gentes» (cf. AAS 61, 1969, 715). El deseo es que esta ayuda sea dada ahora por los miembros de la Comisión Teológica Internacional de un modo especial y casi "institucional". Estos miembros, al provenir de naciones distintas y tener relaciones con diferentes culturas, captan mejor las nuevas cuestiones que son como la cara nueva de las cuestiones antiguas, y pueden percibir mejor las aspiraciones y la mentalidad de los hombres de hoy; por lo mismo, ellos pueden contribuir mucho a que, según la norma de fe revelada por Cristo y transmitida en la Iglesia, se dé respuesta de forma más profunda y oportuna a estas cuestiones.

Así, pues, después de pensarlo bien, "Motu proprio" y con Nuestra autoridad apostólica, ordenamos y prescribimos los nuevos estatutos de la Comisión Teológica Internacional, a saber:

1. Compete a la Comisión Teológica Internacional estudiar las cuestiones doctrinales de especial importancia, principalmente aquellas que se presentan como nuevas, para ayudar al Magisterio de la Iglesia, y en especial a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, en cuyo ámbito ha sido instituida.

2. El Presidente de la Comisión Teológica Internacional es el cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, quien, sin embargo, para cada una de las sesiones, si fuere realmente necesario, puede delegar en otro moderador.

3. La Comisión Teológica Internacional se compone de especialistas en ciencias teológicas de diferentes escuelas y naciones, que se distingan por su ciencia, prudencia y fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

4. Los miembros de la Comisión Teológica Internacional son nombrados por el Sumo Pontífice, a propuesta del cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, consultadas las Conferencias Episcopales.

Su nombramiento es para un quinquenio, al final del cual pueden ser de nuevo confirmados. El número de miembros no pasará de treinta, a no ser en casos especiales.

5. El secretario general de la Comisión Teológica Internacional es también nombrado por el Sumo Pontífice para un quinquenio, a propuesta del cardenal Presidente de la Comisión, y formará parte también del grupo de consultores de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Terminado el quinquenio puede ser confirmado de nuevo.

Conviene, sin embargo, que el cardenal Presidente, dentro de lo posible, antes de presentar nombres para este cargo al Sumo Pontífice, haga una consulta entre los miembros de la Comisión.

Corresponde al secretario general de manera especial coordinar los trabajos y divulgar los escritos de la Comisión, ya sea durante las sesiones o antes y después de las mismas.

6. El secretario adjunto es nombrado por el cardenal Presidente. Ayuda al secretario general a realizar su trabajo ordinario, y de manera especial se preocupa de los aspectos técnicos y económicos.

7. La asamblea plenaria de la Comisión Teológica Internacional se reúne por lo menos una vez al año, a no ser que circunstancias adversas lo impidan.

8. Los miembros de la Comisión Teológica Internacional pueden ser también consultados por escrito.

9. Las cuestiones y temas a estudiar son señalados por el Sumo Pontífice o por el cardenal Presidente. También pueden ser propuestos por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, por otros dicasterios de la Curia Romana, por el Sínodo de los Obispos, por las Conferencias Episcopales. Obsérvese, sin embargo, lo prescrito en el núm. 136 de la Constitución Apostólica Regimini Ecclesiae universae.

10. Para la preparación del estudio de cuestiones especiales, el cardenal Presidente constituya subcomisiones especiales con los miembros más especializados en esa materia.

El trabajo de estas subcomisiones es dirigido por un miembro elegido por el cardenal Presidente, de modo que, consultando con el secretario general, dirija el trabajo preparatorio de la sesión plenaria. Estas subcomisiones normalmente constan de menos de 10 miembros, y pueden reunirse, en sesión preparatoria, especial y breve, también fuera de Roma.

Si fuera necesario, pueden ser consultados otros peritos, incluso no católicos. Pero aquellos a quienes se consulte no pasan a ser, por ello, miembros de la Comisión Teológica Internacional.

Terminado su trabajo, o al final del quinquenio, se disuelven las subcomisiones. Pero pueden constituirse de nuevo para el siguiente quinquenio con los mismos miembros o con otros nuevos.

11. Las conclusiones a las que llegue la Comisión Teológica Internacional, reunida en sesión plenaria y en subcomisiones especiales, y, si parece oportuno, cada uno de los votos de los miembros se presentan al Sumo Pontífice y se ponen a disposición de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.

12. Los textos aprobados "específicamente" por la mayoría de los miembros de la Comisión Teológica Internacional, pueden hacerse públicos, con el "nihil obstat" de la Sede Apostólica.

Los textos aprobados "genéricamente", pueden ser publicados como obras personales de los miembros de la Comisión Teológica Internacional, pero no implican la responsabilidad de la misma Comisión. Esto vale con más razón cuando se trata de relaciones preparatorias o de los votos de los peritos de fuera. La diversidad de estas calificaciones debe quedar clara en la presentación de los textos.

13. Los miembros de la Comisión Teológica Internacional, en las cuestiones que trate la Comisión y según su naturaleza e importancia, deben guardar fielmente el secreto, siguiendo las normas del llamado secreto profesional.

Los asuntos referentes a la colaboración, ya sea colectiva ya individual, con la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, según la naturaleza de la cosa, quedan bajo el secreto propio de esta Congregación o bajo el secreto pontificio, según las normas de la Instrucción sobre este secreto (cf. AAS 66, 1974, 89-92).

Mandamos que todo lo decretado con esta Carta, dada "Motu proprio", se considere definitivamente aprobado y entre en vigor a partir del día 1 de octubre de este año, sin que nada, aun digno de especial mención, obste en contrario.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 6 de agosto de 1982, fiesta de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo, IV año de nuestro pontificado.

JOANNES PAULUS PP. II

CALENDARIO

4 MARTES. SAN FRANCISCO DE ASÍS, memoria obligatoria

Misa
de la memoria (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- Gál 1, 13-24.
Reveló a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles.
- Sal 138. R. Guíame, Señor, por el camino eterno.
- Lc 10, 38-42. Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor.
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de la memoria.

Martirologio: elogs. del 5 de octubre, pág. 594.
CALENDARIOS: Familia Franciscana: San Francisco de Asís (S). Dominicos, Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor y HH. de Belén: (F).

TEXTOS MISA

4 de octubre
San Francisco de Asís
Memoria

Antífona de entrada
Francisco de Asís, varón de Dios, dejó su casa, abandonó su herencia y se hizo pobre y humilde. Así, el Señor lo tomó a su servicio.
Vir Dei Francíscus relíquit domum suam, dimísit hereditátem suam, inops et pauper factus est; Dóminus autem assúmpsit eum.

Monición de entrada
Se celebra hoy la memoria de san Francisco, que nació en Asís, en Italia, el año 1182. Después de una juventud despreocupada, se convirtió a la vida evangélica y encontró a Cristo, sobre todo en los pobres y necesitados, haciéndose pobre él mismo. Instituyó los Hermanos Menores y predicó el amor de Dios a todos, llegando incluso a Tierra Santa. Con sus palabras y actitudes mostró siempre su deseo de seguir e imitar en todo Cristo pobre y despojado. Murió el año 1226.

Oración colecta
Oh, Dios, que concediste a san Francisco de Asís ser configurado a Cristo en la pobreza y la humildad, concédenos, caminando por sus sendas, poder seguir a tu Hijo y unirnos a ti con amor jubiloso. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui beáto Francísco paupertáte et humilitáte Christo configurári tribuísti, concéde, ut, per illíus sémitas gradiéntes, Fílium tuum sequi et tibi coniúngi laeta valeámus caritáte. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Martes de la XXVII semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA Gál 1, 13-24
Reveló a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas.

Hermanos:
Habéis oído hablar de mi pasada conducta en el judaísmo:
con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados.
Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles, no consulté con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco.
Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y permanecí quince días con él. De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo. Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia. Personalmente yo era un desconocido para las iglesias de Cristo que hay en Judea; solo habían oído decir que el que antes los perseguía anuncia ahora la fe que antes intentaba destruir; y glorificaban a Dios por causa mía.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 138, 1b-3. 13-14ab. 14c-15 (R.: 24b)
R.
 Guíame, Señor, por el camino eterno.
Deduc me, Dómine, in via ætérna.

V. Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
R. Guíame, Señor, por el camino eterno.
Deduc me, Dómine, in via ætérna.

V. Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras.
R. Guíame, Señor, por el camino eterno.
Deduc me, Dómine, in via ætérna.

V. Mi alma lo reconoce agradecida,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
R. Guíame, Señor, por el camino eterno.
Deduc me, Dómine, in via ætérna.

Aleluya Lc 11, 28
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. R.
Beáti qui áudiunt verbum Dei, et custódiunt illud.

EVANGELIO Lc 10, 38-42
Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 222.
Para acercarse al Señor a través de las páginas del Santo Evangelio, recomiendo siempre que os esforcéis por meteros de tal modo en la escena, que participéis como un personaje más. Así -sé de tantas almas normales y corrientes que lo viven-, os ensimismaréis como María, pendiente de las palabras de Jesús o, como Marta, os atreveréis a manifestarle sinceramente vuestras inquietudes, hasta las más pequeñas (Cfr. Lc 10, 39-40).

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario VII.

Oremos, hermanos, por todo el pueblo santo de Dios.
- Para que introduzca en la plenitud de su santa Iglesia a los no cristianos y a lo no creyentes. Roguemos al Señor.
- Para que inspire a los gobernantes pensamientos de servicio y entrega al bien común. Roguemos al Señor.
- Para que libre al mundo del hambre, del paro y de la guerra. Roguemos al Señor.
- Para que conceda a nuestra(ociudad (pueblo) la paz, la justicia, la libertad y el bienestar. Roguemos al Señor.
- Para que acoja siempre nuestra oración. Roguemos al Señor.
Oh, Dios, que sabes que la vida del hombre está sujeta a tanta necesidad: escucha las preces de los que te suplican y cumple los anhelos de los que ponen en ti toda su esperanza. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Al presentarte nuestras ofrendas, te pedimos, Señor, que nos dispongas para celebrar dignamente el misterio de la cruz, al que san Francisco de Asís se adhirió con tanto ardor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Múnera tibi, Dómine, offeréntes, quaesumus, ut ad mystérium crucis celebrándum conveniénter aptémur, cui beátus Francíscus tam ardénter adhaesit. Per Christum.

PREFACIO DE SANTAS VÍRGENES Y RELIGIOSOS
SIGNIFICADO DE LA VIDA DE CONSAGRACIÓN EXCLUSIVA A DIOS
En verdad es justo y necesario que te alaben, es nuestro deber y salvación darte gracia siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque celebramos tu providencia admirable en los santos que se entregaron a Cristo por el reino de los cielos. Por ella llamas de nuevo a la humanidad a la santidad primera que de ti había recibido, y la conduces a gustar los dones que espera recibir en el cielo.
Por eso, con los santos y todos ángeles, te alabamos proclamando sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
In Sanctis enim, qui Christo se dedicavérunt propter regnum caelórum, tuam decet providéntiam celebráre mirábilem, qua humánam substántiam et ad primae oríginis révocas sanctitátem, et perdúcis ad experiénda dona, quae in novo saeculo sunt habénda.
Et ídeo, cum Sanctis et Angelis univérsis, te collaudámus, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión Mt 5, 3
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti páuperes spíritu, quóniam ipsórum est regnum caelórum.

Oración después de la comunión
Por este sacramento que hemos recibido, concédenos, Señor, imitar la caridad y el celo apostólico de san Francisco de Asís, para que gustemos los frutos de tu amor y los comuniquemos para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Da nobis, quaesumus, Dómine, per haec sancta quae súmpsimus, ut, beáti Francísci caritátem zelúmque apostólicum imitántes, tuae dilectiónis efféctus percipiámus et in salútem ómnium effundámus. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 5 de octubre

1. En Tréveris, en la Galia Bélgica, actual Alemania, conmemoración de los santos mártires que, durante la persecución bajo el emperador Diocleciano, recibieron la palma del martirio. (s. IV)
2. En la ciudad de Gorgos, en Cilicia, santa Caritina, mártir(s. IV)
3. Conmemoración de santa Mamlaca, virgen y mártir, que, oriunda de la región de Beth Garmay, se trasladó a Persia, actual Irak, donde fue condenada a muerte por el rey Sapor II. (c. 343)
4. En Valence, en la región de la Galia Vienense, Francia actualmente, san Apolinar, obispo, hermano de san Avito, obispo de Vienne, que, hombre lleno de fervor por la justicia y la honestidad, supo restituir el vigor y el esplendor de la religión cristiana en esta sede, durante largo tiempo desprovista de pastor. (c. 520)
5. Conmemoración de los santos Mauro y Plácido, monjes, que desde su adolescencia fueron discípulos del abad san Benito. (s. VI)
6. En Nevers, en Neustria, nuevamente en Francia, san Jerónimo, obispo, que enriqueció a su Iglesia con munificencia y solicitud pastoral. (816)
7*. En Paderborn, lugar de Sajonia, actual Alemania, san Meinulfo, diácono, que construyó y enriqueció el monasterio de Böddeken, y lo confió a una comunidad de vírgenes. (c. 857)
8. En León, en España, conmemoración de san Froilán, obispo, que primero fue eremita y después, ordenado obispo, evangelizó las regiones liberadas del yugo de los musulmanes, propagó la vida monástica y se distinguió por su beneficencia hacia los pobres. (905)
9. En Zamora, también en Hispania, san Atilano, obispo, que, siendo monje, fue compañero de san Froilán en la predicación de Cristo por las tierras devastadas por los musulmanes. (916)
10*. En Florencia, en la región de Toscana, en la Italia actual, beato Pedro de Imola, caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, que se distinguió por su caridad en el cuidado de enfermos. (1320)
11*. En Beaulieu, en el territorio de Cahors, en Francia, conmemoración de santa Flora, virgen de la Orden de San Juan de Jerusalén, que se dedicó a atender a los enfermos pobres en un hospital y vivió íntimamente unida con el corazón y el cuerpo, a la Pasión de Cristo. (1347)
12*. En Cori, lugar del Lacio, en Italia, beato Santos, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, al que seguían las multitudes cuando predicaba la Palabra de Dios. (1392)
13*. En Nüremberg, en Baviera, actual Alemania, beato Raimundo delle Vigne o de Capua, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue prudente moderador espiritual de santa Catalina de Siena, de quien compuso una fiel biografía. (1399)
14*. En Vigevano, en la región italiana de Lombardía, beato Mateo (Juan Francisco) Carreri, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue vehemente y fecundo predicador de la Palabra de Dios en su tiempo. (1470)
15*. En Londres, en Inglaterra, beatos mártires Guillermo Hartley y Juan Hewett, presbíteros, y Roberto Sutton, que, por su constante fidelidad a la Iglesia católica, en tiempo de la reina Isabel I fueron ahorcados cerca de la ciudad, pero en distintos lugares. (1588)
16*. En el lugar de Mindelstetten, en el territorio de Ratisbona, en Alemania, beata Ana Schäffer, virgen, la cual, a los diecinueve años, en su oficio de sirviente se abrasó con agua hirviendo y, después, tras agravarse su estado de salud, vivió con ánimo sereno en espíritu de pobreza y oración, ofreciendo su dolor por la salvación de las almas. (1925)
17*. En Pompeia, cerca de Nápoles, en Italia, beato Bartolomé Longo, jurisperito, que, preocupado por el culto a María y la formación cristiana de los campesinos y de los niños, fundó el santuario del Rosario, en el valle de Pompei, y también una congregación de Hermanas con el mismo título, con los bienes que generosamente le dio su piadosa esposa. (1926)
18. Cerca del lugar de Tepatitlán, en México, san Tranquilino Ubiarco, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia no dejó de cumplir con sus funciones ministeriales, por lo cual fue colgado de un árbol, y terminó así su glorioso martirio. (1928)
19. En Cracovia, en Polonia, santa María Faustina (Elena) Kowalska, virgen de la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, que anunció solícita el misterio de la divina misericordia. (En España se celebra el 8 de octubre) (1938)
20*. En la aldea de Plonkowo, también en Polonia, beato Mariano Skrzypczak, presbítero y mártir, que, durante la ocupación de Polonia por un régimen contrario a Dios, por su invicta fe recibió el martirio al ser fusilado ante la iglesia del lugar. (1939)
Beato Alberto Marvelli (Rimini, Italia 1918-1946). Laico, ingeniero, político, miembro de la Acción católica.
- Beato Rafael Alcocer Martínez (Cuesta de la Elipa, Madrid 1936). Mártir. Sacerdote benedictino del priorato de Montserrat de Madrid, dependiente de la abadía de Santo Domingo de Silos, fusilado in odium fidei.

lunes, 29 de agosto de 2022

Lunes 3 octubre 2022, Lunes de la XXVII semana del Tiempo Ordinario, feria o san Francisco de Borja, presbítero, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
PARA LA XX JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES


Venerados hermanos en el Episcopado,
amadísimos hijos e hijas de todo el mundo:


"Yo te haré luz de los gentiles, para que seas la salvación hasta el extremo de la tierra" (Act 13, 47).

"Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen" (Jn 10, 27).

1. Así leemos en las lecturas litúrgicas del IV domingo de Pascua, en el que celebramos la Jornada mundial de Oración por las Vocaciones. Esta es la Palabra de Dios que se nos anuncia para que elevemos nuestro corazón a pensamientos grandes bajo la luz de la fe pascual.

La Palabra de Dios nos revela un misterio que se ha manifestado en la vida de la humanidad. Efectivamente, ha tenido lugar un hecho decisivo: el Señor Jesús, el Cordero de Dios, se ha ofrecido a Sí mismo por la salvación del mundo. A partir de entonces se inicia una nueva historia y la Iglesia de Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo, está llamada a llevar este anuncio de salvación a todas las gentes, hasta los confines de la tierra. Es una misión comprometida, confiada a las humildes personas de los Apóstoles, y a sus sucesores y colaboradores escogidos entre todos los pueblos, siglo tras siglo, con la promesa de que ninguna potencia terrena podrá jamás interrumpirla.

El misterio de esta plena continuidad está iluminado por la presencia del Señor Jesús que, aun viviendo en su gloria inmortal, se halla siempre cerca de nosotros: "Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo" (Mt 28, 20). Él está con nosotros, nos conoce, nos hace sentir su voz, nos llama, nos guía, y no sólo para ofrecer su salvación a cada uno de nosotros, sino también para salvar a los demás por medio de nosotros.

Entre sus múltiples llamadas emergen algunas que suponen una colaboración más estrecha en su misma misión: los ministerios ordenados, la vida consagrada y la vida misionera; un privilegio que, en realidad, corresponde a una ilimitada medida de amor y de sacrificio en la plena donación de sí a Dios y a la Iglesia. ¿Cómo podremos agradecer dignamente al Señor la gran confianza que Él ha depositado en nosotros?

2. Siempre fue para mí motivo de gozo celebrar la Jornada mundial de Oración por las Vocaciones. Deseo participar de un modo especial en la celebración de este año que es la vigésima. Efectivamente, han transcurrido 20 años desde que el querido y venerado Pontífice Pablo VI tuvo la inspiración de convocar a toda la Iglesia, con una "Jornada" especial, para meditar y rezar por las vocaciones especialmente consagradas a la causa del Evangelio. Muchas cosas alegres y otras menos alegres han ocurrido a lo largo de estos veinte años.

Tuvo lugar la feliz conclusión del Concilio Vaticano II, que tanto espacio dedicó a profundizar en la vocación y misión sacerdotal, religiosa y misionera a la luz viva de la Palabra de Dios y de la Tradición cristiana. El Concilio nos ha dejado en herencia un tesoro de doctrina que todo creyente tiene el derecho y el deber de conocer con exactitud, incluso para decidir con mayor lucidez la elección de su vida.

Durante estos años algunas Iglesias han sufrido, no sólo a causa de persecuciones externas, sino también debido a dificultades internas que han procurado a la Iglesia no leves sufrimientos provenientes de parte de aquellos mismos que deberían haberle ofrecido mayor consuelo.

Pero el Señor nos ha reservado también el consuelo de registrar en muchos lugares de la Iglesia el alba de una situación nueva, por el hecho de que son cada vez más numerosos los que responden a su llamada. Por aquel despertar alentador y por esa renovada generosidad, damos gracias al Señor que ha escuchado la oración de su Iglesia.

3. Estos veinte años constituyen un período fecundo de experiencias espirituales y pastorales en lo que respecta a las vocaciones eclesiásticas. Mi predecesor Pablo VI y yo mismo, constantemente y sobre todo con ocasión de estos Mensajes anuales, hemos querido insistir sobre algunos puntos capitales, que quisiera sintetizar aquí, aunque están bien presentes en vuestro ánimo:

— Palabra de Dios y vocaciones. Las vocaciones sacerdotales y consagradas existen en la Iglesia y para la Iglesia según el designio de Dios, que Él, en su amor, se ha dignado revelarnos. Apuntan, por tanto, a una misión específica que no se confunde con ningún otro ideal humano, por muy noble que sea. El Señor Jesús otorgue la gracia de conocer, de creer y de acoger, por la fuerza de su Palabra, estas llamadas, que pertenecen al misterio de su amor misericordioso.

— Oración y vocaciones. La Iglesia es un don de Dios para la salvación de la humanidad. También las vocaciones al servicio total de la Iglesia representan, por tanto, un don especial de Dios. Por ello, sólo a Él lo pedimos, porque Él sólo puede darlo. Lo impetramos con el corazón abierto al mundo entero, atentos al bien de todos los hombres. Recordad que el Señor Jesús nos ha invitado a rezar por las vocaciones, precisamente porque su corazón misericordioso veía el sufrimiento del mundo: "Jesús, viendo a la muchedumbre, se enterneció de compasión por ella, porque estaban fatigados y decaídos como ovejas sin pastor. Entonces dijo a los discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 36-38).

— Testimonio y vocaciones. Os son familiares las palabras del Concilio: "El deber de fomentar las vocaciones sacerdotales -y esto vale para todas las vocaciones consagradas- afecta a toda la comunidad cristiana, la cual ha de procurarlo ante todo con una vida plenamente cristiana" (Optatam totius, 2). El Señor Jesús había hablado de la "tierra buena que dio fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta" (Mt 13, 8). Donde hay fe, oración, caridad, apostolado, vida cristiana, allí se multiplican los dones de Dios. Reflexionemos, hermanos e hijos, sobre nuestra grave responsabilidad.

— Llamada personal y vocaciones. Dios llama a quien quiere, por libre iniciativa de su amor. Pero quiere también llamar mediante nuestras personas. Así quiere hacerlo el Señor Jesús. Fue Andrés quien condujo a Jesús a su hermano Pedro. Jesús llamó a Felipe, pero Felipe llamó a Natanael (cf. Jn 1, 33 ss.). No debe existir ningún temor en proponer directamente a una persona joven, o menos joven, las llamadas del Señor. Es un acto de estima y de confianza. Puede ser un momento de luz y de gracia.

4. Os invito, por tanto, a uniros a mi oración:

Señor Jesús,
en este Año Santo,
en el que revivimos el acontecimiento
y el misterio de tu Sacrificio redentor
por la salvación de la humanidad,
escucha nuestra invocación:

mediante tu Espíritu,
renueva tu Iglesia,
para que pueda con creciente fecundidad
ofrecer al mundo los frutos de tu redención;
mediante tu Espíritu,
fortifica en sus santos propósitos
a aquellos que han dedicado su vida a tu Iglesia:
en el presbiterado, en el diaconado, en la vida religiosa,
en los institutos misioneros o en las formas de vida consagrada;
Tú, que los has llamado a tu servicio,
hazlos perfectos cooperadores de tu obra de salvación;
mediante tu Espíritu,
multiplica las llamadas a tu servicio:
Tú lees en los corazones
y sabes que muchos están dispuestos a seguirte
y a trabajar por Ti;
da a muchos jóvenes, y menos jóvenes,
la generosidad necesaria para acoger tu llamada,
la fuerza para aceptar las renuncias que ella exige,
la alegría de llevar la cruz que supone su elección,
como Tú la has llevado primero,
con la certeza de la resurrección.

Te rogamos, Señor Jesús,
en unión de tu Santísima Madre María,
que ha estado junto a Ti en la hora de tu Sacrificio redentor;
te rogamos por su intercesión,
que muchos de nosotros, hoy también,
tengamos el valor y la humildad,
la fidelidad y el amor para responder "Sí",
como Ella respondió cuando fue llamada
a colaborar contigo en tu misión de salvación universal. Así sea.

5. Confío esta nuestra oración a la misericordia de Dios, para que Él la acoja y la escuche. Nuestra confianza, respecto a esto, crece con motivo del Año Santo, que celebramos como memorial de la redención llevada a cabo por el Señor Jesús. A Él pido la abundancia de la gracia, mientras con gozo imparto la propiciatoria bendición apostólica a todos vosotros, venerados hermanos en el Episcopado, a los presbíteros, a los religiosos, a las religiosas y a todo el Pueblo de Dios, con particular referencia a cuantos están viviendo la propia formación en los seminarios e institutos religiosos.

Vaticano, 2 de febrero de 1983, fiesta de la Presentación del Señor en el templo de Jerusalén, año V de mi pontificado.

JOANNES PAULUS PP. II

CALENDARIO

3 LUNES DE LA XXVII SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria o SAN FRANCISCO DE BORJA, presbítero, memoria libre

Misa
de feria (verde) o de la memoria (blanco).
MISAL: para la feria cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria 1.ª orac. prop. y el resto del común de pastores (para un pastor) o de santos (para un santo), o de un domingo del T.O.; Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- Gál 1, 6-12.
No he recibido ni aprendido de ningún hombre el Evangelio, sino por revelación de Jesucristo.
- Sal 110. R. El Señor recuerda siempre su alianza.
- Lc 10, 25-37. ¿Quién es mi prójimo? 
o bien: cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de feria o de la memoria.

Martirologio: elogs. del 4 de octubre, pág. 593.
CALENDARIOS: Monjas Servitas: Beata María Guadalupe Ricart, virgen y mártir (F). Servitas: (MO).
Guadix: Beato Marcos Criado, presbítero y mártir (MO). Almería: (ML).
Osma-Soria: Santos Ángeles Custodios (MO).
Valencia y Jesuitas: San Francisco de Borja, presbítero (MO).
Canónigos Regulares de Letrán: San Grodegango de Metz, obispo (MO).
Mallorca: Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia (ML).
Pamplona y Tudela: San Virila de Leyre, abad (ML).
Dominicos: Beato Domingo Spadafora, presbítero (ML).
Málaga: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Ramón Buxarrais Ventura, obispo, emérito (1971).
Huelva: Aniversario de la muerte de Mons. Ignacio Noguer Carmona, obispo, emérito (2019).

TEXTOS MISA

Misa de la feria: del XXVII Domingo del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa de la memoria:
3 de octubre
San Francisco de Borja, presbítero.

La oración colecta es propia, el resto está tomado del común de pastores: III. Pastores; B: Para un pastor 2.

Antífona de entrada Cf. Lc 4, 18
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres y curar a los contritos de corazón.
Spíritus Dómini super me: propter quod unxit me, evangelizáre paupéribus misit me, sanáre contrítos corde.
O bien: Cf. Eclo 45, 16
El Señor lo eligió como su sacerdote, para ofrecer el sacrificio de alabanza.
Elégit eum Dóminus sacerdótem sibi, ad sacrificándum ei hóstiam laudis.

Monición de entrada
Hacemos memoria en esta celebración de san Francisco de Borja, presbítero, nacido en Gandía el año 1510. Muerta su mujer, con la que había tenido ocho hijos, ingresó en la Orden de la Compañía de Jesús, y pese a haber abdicado de su título de virrey y rechazado la dignidad cardenalicia, fue elegido tercer prepósito general de la Orden, y fue memorable por su austeridad de vida y oración. Falleció en Roma el año 1572.

Oración colecta
Señor y Dios nuestro, que nos mandas valorar los bienes de este mundo, según el criterio de tu ley, al celebrar la fiesta de san Francisco de Borja, tu siervo fiel y cumplidor, enséñanos a comprender que nada hay en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la XXVII semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par)

PRIMERA LECTURA Gál 1,6-12
No he recibido ni aprendido de ningún hombre el Evangelio, sino por revelación de Jesucristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas.

Hermanos:
Me maravilla que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio; lo que pasa es que algunos os están turbando y quieren deformar el Evangelio de Cristo. Pues bien, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que os hemos predicado, ¡sea anatema! Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea anatema! Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres, o la de Dios?, ¿o trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 110, 1b-2. 7-8. 9 y 10c (R.: cf. 5b)
R. El Señor recuerda siempre su alianza.
Memor erit in sæculum testaménti sui.
O bien: Aleluya.

V. Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
R. El Señor recuerda siempre su alianza.
Memor erit in sæculum testaménti sui.

V. Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
R. El Señor recuerda siempre su alianza.
Memor erit in sæculum testaménti sui.

V. Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza.
Su nombre es sagrado y temible.
La alabanza del Señor dura por siempre.
R. El Señor recuerda siempre su alianza.
Memor erit in sæculum testaménti sui.

Aleluya Jn 13, 34
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Os doy un mandamiento nuevo -dice el Señor-: que os améis unos a otros, como yo os he amado. R.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus, ut diligátis ínvicem, sicut diléxi vos.

EVANGELIO Lc 10, 25-37
¿Quién es mi prójimo?
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo:
“Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.
¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Papa Francisco, Ángelus, 10-julio-2016
¿Nuestra fe es fecunda? ¿Nuestra fe produce obras buenas? ¿O es más bien estéril, y por tanto, está más muerta que viva? ¿Me hago prójimo o simplemente paso de lado? ¿Soy de aquellos que seleccionan a la gente según su propio gusto? Está bien hacernos estas preguntas y hacérnoslas frecuentemente, porque al final seremos juzgados sobre las obras de misericordia. El Señor podrá decirnos: Pero tú, ¿te acuerdas aquella vez, por el camino de Jerusalén a Jericó? Aquel hombre medio muerto era yo. ¿Te acuerdas? Aquel niño hambriento era yo. ¿Te acuerdas? Aquel emigrante que tantos quieren echar era yo. Aquellos abuelos solos, abandonados en las casas para ancianos, era yo. Aquel enfermo solo en el hospital, al que nadie va a saludar, era yo.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario VI

Elevemos, hermanos, fervientes oraciones a Dios nuestro Padre.
- Para que proteja y guíe a su Iglesia santa. Roguemos al Señor.
- Para que el Señor llene de su gracia a los obispos, sacerdotes y ministros. Roguemos al Señor.
- Para que conceda a todo el mundo la justicia y la paz. Roguemos al Señor.
- Para que socorra a los que están en algún peligro. Roguemos al Señor.
- Para que a nosotros mismos nos conforte y conserve en su servicio. Roguemos al Señor.
Te pedimos, Dios de bondad, que te muestres favorable a las oraciones de los que te suplican. Por Jesucristo nuestro Señor.

Misa de la memoria:
Oración sobre las ofrendas
Dios todopoderoso, humildemente imploramos de tu divina Majestad que, así como estos dones ofrecidos en honor de san N. manifiestan la gloria de tu poder divino, del mismo modo nos alcancen el fruto de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Maiestátem tuam supplíciter implorámus, omnípotens Deus, ut, sicut glóriam divínae poténtiae múnera pro beáto N. obláta testántur, sic nobis efféctum tuae salvatiónis impéndant. Per Christum.

PREFACIO COMÚN I
EL UNIVERSO RESTAURADO EN CRISTO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz el universo; y así, exaltado sobre todo cuanto existe, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
In quo ómnia instauráre tibi complácuit, et de plenitúdine eius nos omnes accípere tribuísti. Cum enim in forma Dei esset, exinanívit semetípsum, ac per sánguinem crucis suae pacificávit univérsa; unde exaltátus est super ómnia et ómnibus obtemperántibus sibi factus est causa salútis aetérnae.
Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Mt 28, 20
Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos, dice el Señor.
Ecce ego vobíscum sum ómnibus diébus usque ad consummatiónem saeculi, dicit Dóminus.

Oración después de la comunión
Señor, que los sacramentos que hemos recibido nos preparen a los gozos eternos que mereció san N., tu servidor fiel. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sumpta mystéria, quaesumus, Dómine, aetérnis nos praeparent gáudiis, quae beátus N. fidéli dispensatióne proméruit. Per Christum.
O bien:
Fortalecidos con el alimento santo, te rogamos, Dios todopoderoso, que, siguiendo siempre el ejemplo de san N., nos concedas servirte con entrega constante y progresar en el amor incansable hacia todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Refectióne sacra enutrítos, fac nos, omnípotens Deus, exémpla beáti N. iúgiter sequéntes, te pérpeti devotióne cólere, et indeféssa ómnibus caritáte profícere. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 4 de octubre
M
emoria de san Francisco, el cual, después de una juventud despreocupada, se convirtió a la vida evangélica en Asís, localidad de Umbría, en Italia, y encontró a Cristo sobre todo en los pobres y necesitados, haciéndose pobre él mismo. Instituyó los Hermanos Menores y, viajando, predicó el amor de Dios a todos y llegó incluso a Tierra Santa. Con sus palabras y actitudes mostró siempre su deseo de seguir a Cristo, y escogió morir recostado sobre la desnuda tierra. (1226)
2. En Bolonia, ciudad de Emilia-Romaña, también en la actual Italia, san Petronio, obispo, que pasó de las responsabilidades políticas a la función sacerdotal, y enseñó con sus escritos y su ejemplo la realidad del oficio episcopal. (c. 450)
3*. En la región de la Galia Turonense, hoy Francia, san Quintín, mártir(s. VI)
4. En París, de nuevo en la Galia, santa Aurea, abadesa, designada por san Eloy para regir el monasterio que había fundado dentro de la ciudad según la Regla de san Columbano, en el cual llegaron a vivir trescientas vírgenes. (856)
5*. En Nueva Orleans, ciudad de Luisiana, en los Estados Unidos de Norteamérica, beato Francisco Javier Seelos, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que, oriundo de Baviera, atendió con todo celo a las necesidades de niños, jóvenes y emigrantes. (1867)
6*. En la aldea de Xaraco, en la región de Valencia, en España, beato Enrique Morat Pellicer, presbítero y mártir, que llevó a término su combate por la fe en tiempos de persecución religiosa. (1936)
7*. Cerca de Gandía, en la misma región española, beato José Canet Giner, presbítero y mártir, que mereció ser asociado al sacrificio del Salvador por su fidelidad a Cristo. (1936)
8*. En el lugar de Bellreguart, de nuevo en la región valenciana, beato Alfredo Pellicer Muñoz, religioso de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, a quien, en la misma persecución, la fe en Cristo lo confirmó hasta alcanzar la palma de la victoria. (1936)

Papa Benedicto XVI, Discurso en las Vísperas con sacerdotes, religiosos, seminaristas y diáconos, Fátima, Portugal (12-mayo-2010).

VIAJE APOSTÓLICO A PORTUGAL EN EL 10° ANIVERSARIO DE LA BEATIFICACIÓN DE JACINTA Y FRANCISCO, PASTORCILLOS DE FÁTIMA (11-14 DE MAYO DE 2010)
CELEBRACIÓN DE LAS VÍSPERAS CON SACERDOTES, RELIGIOSOS, SEMINARISTAS Y DIÁCONOS
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Iglesia de la Santísima Trinidad - Fátima. Miércoles 12 de mayo de 2010

Queridos hermanos y hermanas

“Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer [...] para que recibiéramos el ser hijos adoptivos” (Ga 4, 4.5). La plenitud de los tiempos llegó, cuando el Eterno irrumpió en el tiempo: por obra y gracia del Espíritu Santo, el Hijo del Altísimo fue concebido y se hizo hombre en el seno de una mujer: la Virgen Madre, tipo y modelo excelso de la Iglesia creyente. Ella no deja de generar nuevos hijos en el Hijo, que el Padre ha querido como primogénito de muchos hermanos. Cada uno de nosotros está llamado a ser, con María y como María, un signo humilde y sencillo de la Iglesia que continuamente se ofrece como esposa en las manos de su Señor.

A todos vosotros, que habéis entregado vuestras vidas a Cristo, deseo expresaros esta tarde el aprecio y el reconocimiento de la Iglesia. Gracias por vuestro testimonio a menudo silencioso y para nada fácil; gracias por vuestra fidelidad al Evangelio y a la Iglesia. En Jesús presente en la Eucaristía, abrazo a mis hermanos en el sacerdocio y el diaconado, a las consagradas y consagrados, a los seminaristas y a los miembros de los movimientos y de las nuevas comunidades eclesiales aquí presentes. Que el Señor recompense, como sólo Él sabe y puede hacerlo, a todos los que han hecho posible que nos encontremos aquí ante Jesús Eucaristía, en particular a la Comisión Episcopal para las Vocaciones y los Ministerios, con su Presidente, Mons. Antonio Santos, al que agradezco sus palabras llenas de afecto colegial y fraterno pronunciadas al inicio de estas Vísperas. En este “cenáculo” ideal de fe que es Fátima, la Virgen Madre nos indica el camino para nuestra oblación pura y santa en las manos del Padre.

Permitidme que os abra mi corazón para deciros que la principal preocupación de cada cristiano, especialmente de la persona consagrada y del ministro del Altar, debe ser la fidelidad, la lealtad a la propia vocación, como discípulo que quiere seguir al Señor. La fidelidad a lo largo del tiempo es el nombre del amor; de un amor coherente, verdadero y profundo a Cristo Sacerdote. “Si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 31). Que, en este Año Sacerdotal que mira ya a su fin, descienda sobre todos vosotros abundantes gracias para que viváis el gozo de la consagración y testimoniéis la fidelidad sacerdotal fundada en la fidelidad de Cristo. Esto supone evidentemente una auténtica intimidad con Cristo en la oración, ya que la experiencia fuerte e intensa del amor del Señor llevará a los sacerdotes y a los consagrados a corresponder de un modo exclusivo y esponsal a su amor.

Esta vida de especial consagración nació como memoria evangélica para el pueblo de Dios, memoria que manifiesta, certifica y anuncia a toda la Iglesia la radicalidad evangélica y la venida del Reino. Por lo tanto, queridos consagrados y consagradas, con vuestra dedicación a la oración, a la ascesis, al progreso en la vida espiritual, a la acción apostólica y a la misión, tended a la Jerusalén celeste, anticipad la Iglesia escatológica, firme en la posesión y en la contemplación amorosa del Dios Amor. Este testimonio es muy necesario en el momento presente. Muchos de nuestros hermanos viven como si no existiese el más allá, sin preocuparse de la propia salvación eterna. Todos los hombres están llamados a conocer y a amar a Dios, y la Iglesia tiene como misión ayudarles en esta vocación. Sabemos bien que Dios es el dueño de sus dones, y que la conversión de los hombres es una gracia. Pero nosotros somos responsables del anuncio de la fe, en su integridad y con sus exigencias. Queridos amigos, imitemos al Cura de Ars que rezaba así al buen Dios: “Concédeme la conversión de mi parroquia, y yo acepto sufrir todo lo que tu quieras durante el resto de mi vida”. Él hizo todo lo posible por sacar a las personas de la tibieza y conducirlas al amor.

Hay una solidaridad profunda entre todos los miembros del Cuerpo de Cristo: no es posible amarlo sin amar a sus hermanos. Juan María Vianney quiso ser sacerdote precisamente para la salvación de ellos: “Ganar la almas para el buen Dios”, declaraba al anunciar su vocación con dieciocho años de edad, así como Pablo decía: “Ganar a todos los que pueda” (1 Co 9,19). El Vicario general le había dicho: “No hay mucho amor de Dios en la Parroquia, usted lo pondrá”. Y, en su pasión sacerdotal, el santo párroco era misericordioso como Jesús en el encuentro con cada pecador. Prefería insistir en el aspecto atrayente de la virtud, en la misericordia de Dios, en cuya presencia nuestros pecados son “granos de arena”. Presentaba la ternura de Dios ofendida. Temía que los sacerdotes se volvieran “insensibles” y se acostumbraran a la indiferencia de sus fieles: “Ay del Pastor -advertía- que permanece en silencio viendo cómo se ofende a Dios y las almas se pierden”.

Amados hermanos sacerdotes, en este lugar especial por la presencia de María, teniendo ante nuestros ojos su vocación de fiel discípula de su Hijo Jesús, desde su concepción hasta la Cruz y después en el camino de la Iglesia naciente, considerad la extraordinaria gracia de vuestro sacerdocio. La fidelidad a la propia vocación exige arrojo y confianza, pero el Señor también quiere que sepáis unir vuestras fuerzas; mostraos solícitos unos con otros, sosteniéndoos fraternalmente. Los momentos de oración y estudio en común, compartiendo las exigencias de la vida y del trabajo sacerdotal, son una parte necesaria de vuestra existencia. Cuánto bien os hace esa acogida mutua en vuestras casas, con la paz de Cristo en vuestros corazones. Qué importante es que os ayudéis mutuamente con la oración, con consejos útiles y con el discernimiento. Estad particularmente atentos a las situaciones que debilitan de alguna manera los ideales sacerdotales o la dedicación a actividades que no concuerdan del todo con lo que es propio de un ministro de Jesucristo. Por lo tanto, asumid como una necesidad actual, junto al calor de la fraternidad, la actitud firme de un hermano que ayuda a otro hermano a “permanecer en pie”.

Aunque el sacerdocio de Cristo es eterno (cfr. Hb 5,6), la vida de los sacerdotes es limitada. Cristo quiere que otros, a lo largo de los siglos, perpetúen el sacerdocio ministerial instituido por Él. Por lo tanto, mantened en vuestro interior y en vuestro entorno la tensión de suscitar entre los fieles -colaborando con la gracia del Espíritu Santo- nuevas vocaciones sacerdotales. La oración confiada y perseverante, el amor gozoso a la propia vocación y la dedicación a la dirección espiritual os ayudará a discernir el carisma vocacional en aquellos que Dios llama.

Queridos seminaristas, que ya habéis dado el primer paso hacia el sacerdocio y os estáis preparando en el Seminario Mayor o en las Casas de Formación religiosa, el Papa os anima a ser conscientes de la gran responsabilidad que tendréis que asumir: examinad bien las intenciones y motivaciones; dedicaos con entusiasmo y con espíritu generoso a vuestra formación. La Eucaristía, centro de la vida del cristiano y escuela de humildad y de servicio, debe ser el objeto principal de vuestro amor. La adoración, la piedad y la atención al Santísimo Sacramento, a lo largo de estos años de preparación, harán que un día celebréis el sacrificio del Altar con verdadera y edificante unción.

En este camino de fidelidad, amados sacerdotes y diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y laicos comprometidos, nos guía y acompaña la Bienaventurada Virgen María. Con Ella y como Ella somos libres para ser santos; libres para ser pobres, castos y obedientes; libres para todos, porque estamos desprendidos de todo; libres de nosotros mismos para que en cada uno crezca Cristo, el verdadero consagrado al Padre y el Pastor al cual los sacerdotes, siendo presencia suya, prestan su voz y sus gestos; libres para llevar a la sociedad moderna a Jesús muerto y resucitado, que permanece con nosotros hasta el final de los siglos y se da a todos en la Santísima Eucaristía.