Entrada destacada

Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

lunes, 25 de abril de 2022

Lunes 30 mayo 2022, Lunes de la VII semana de Pascua, feria o san Fernando, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL "PASTORES GREGIS"
DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Responsabilidad del Obispo en la disciplina penitencial


39. En sus intervenciones, los Padres sinodales pusieron especial atención en la disciplina penitencial, subrayando su importancia y el cuidado especial que los Obispos, como sucesores de los Apóstoles, deben prestar a la pastoral y a la disciplina del sacramento de la Penitencia. Me complace haber oído de ellos lo que es una profunda convicción mía, esto es, que se ha de poner sumo interés en la pastoral de este sacramento de la Iglesia, fuente de reconciliación, de paz y alegría para todos nosotros, necesitados de la misericordia del Señor y de la curación de las heridas del pecado.

Como primer responsable de la disciplina penitencial en su Iglesia particular, corresponde ante todo al Obispo dirigir una invitación kerygmatica a la conversión y a la penitencia. Tiene el deber de proclamar con libertad evangélica la presencia triste y dañosa del pecado en la vida de los hombres y en la historia de las comunidades. Al mismo tiempo, ha de anunciar el misterio insondable de la misericordia que Dios nos ha prodigado en la Cruz y en la Resurrección de su Hijo, Jesucristo, y en la efusión del Espíritu, para la remisión de los pecados. Este anuncio, invitación a la reconciliación y llamada a la esperanza, está en el corazón del Evangelio. Es el primer anuncio de los Apóstoles el día del Pentecostés, anuncio en que se revela el sentido mismo de la gracia y de la salvación comunicada por los Sacramentos.

El Obispo ha de ser un ministro ejemplar del sacramento de la Penitencia y debe recurrir asidua y fielmente al mismo. No se cansará de exhortar a sus sacerdotes a que tengan en gran estima el ministerio de la reconciliación recibido en la Ordenación sacerdotal, animándolos a ejercerlo con generosidad y sentido sobrenatural, imitando al Padre que acoge a los que vuelven a la casa paterna y a Cristo, Buen Pastor, que lleva sobre sus hombros a la oveja extraviada. [151]

La responsabilidad del Obispo incluye también el deber de velar para que la absolución general no se imparta más allá de las normas del derecho. A este respecto, en el Motu proprio Misericordia Dei he subrayado que los Obispos han de insistir en la disciplina vigente, según la cual la confesión, individual e íntegra, y la absolución son el único modo ordinario por el que el fiel consciente de pecado grave se reconcilia con Dios y con la Iglesia. Sólo una imposibilidad física o moral dispensa de este modo ordinario, en cuyo caso la reconciliación se puede obtener de otras maneras. Además, el Obispo ha de recordar a todos los que por oficio tienen cura de almas el deber de brindar a los fieles la oportunidad de acudir a la confesión individual [152]. Y se cuidará de verificar que se den a los fieles las máximas facilidades para poder confesarse.

Considerada a la luz de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia la íntima unión entre el sacramento de la Reconciliación y la participación en la Eucaristía, es cada vez más necesario formar la conciencia de los fieles para que participen digna y fructuosamente en el Banquete eucarístico en estado de gracia [153].

Es útil recordar también que corresponde al Obispo el cometido de reglamentar, convenientemente y con una cuidadosa elección de los ministros adecuados, la disciplina sobre el ejercicio de los exorcismos y de las celebraciones de oración para obtener curaciones, respetando los recientes documentos de la Santa Sede [154].

Cuidado de la piedad popular

40. Los Padres sinodales confirmaron la importancia de la piedad popular en la transmisión y el desarrollo de la fe. En efecto, como dijo mi predecesor Pablo VI, ésta piedad comporta grandes valores, tanto respecto a Dios como a los hermanos [155], llegando a constituir así un verdadero tesoro de espiritualidad en la vida de las comunidades cristianas.

En nuestro tiempo, en que se nota una gran sed de espiritualidad, que a veces induce a muchos a hacerse adeptos de sectas religiosas o de otras formas vagas de espiritualismo, los Obispos han de discernir y favorecer también los valores y las formas de la auténtica piedad popular.

Sigue siendo actual lo que se dice en la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi: «La caridad pastoral debe dictar, a cuantos el Señor ha colocado como jefes de las comunidades eclesiales, las normas de conducta con respecto a esta realidad, a la vez tan rica y tan amenazada. Ante todo hay que ser sensibles a ella, saber percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables, estar dispuestos a ayudarla a superar sus riesgos de desviación. Bien orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo» [156].

Es preciso, pues, orientar esta religiosidad, purificando eventualmente sus formas expresivas según los principios de la fe y de la vida cristiana. Por medio de la piedad popular, se ha de conducir a los fieles al encuentro personal con Cristo, a la comunión con la Santísima Virgen María y los Santos, mediante la escucha de la palabra de Dios, la vida de oración, la participación en los sacramentos, el testimonio de la caridad y de las obras de misericordia [157].

Para una reflexión más amplia a este respecto, me complace indicar los documentos emanados por esta Sede Apostólica, en los que, además de contener valiosas sugerencias teológicas, pastorales y espirituales, se recuerda que todas las manifestaciones de piedad popular están bajo la responsabilidad del Obispo, en su propia diócesis. A él compete regularlas, animarlas en su función de ayuda a los fieles para la vida cristiana, purificarlas en lo que fuere necesario y evangelizarlas [158].

Promover la santidad de todos los fieles

41. La santidad del pueblo de Dios, a la cual se ordena el ministerio de santificación del Obispo, es don de la gracia divina y manifestación de la primacía de Dios en la vida de la Iglesia. Por eso, en su ministerio debe promover incansablemente una auténtica pastoral y pedagogía de la santidad, para realizar así el programa propuesto en el capítulo quinto de la Constitución Lumen gentium sobre la vocación universal a la santidad.

Yo mismo he propuesto este programa a toda la Iglesia al principio del tercer milenio como prioridad pastoral y fruto del gran Jubileo de la Encarnación [159]. En efecto, también hoy la santidad es un signo de los tiempos, una prueba de la verdad del cristianismo que brilla en sus mejores fieles, tanto en los muchos que han sido elevados al honor de los altares como en aquellos, más numerosos aún, que calladamente han vivificado y vivifican la historia humana con la humilde y gozosa santidad cotidiana. De hecho, en nuestro tiempo hay también testimonios preciosos de santidad personal y comunitaria que son para todos, incluidas las nuevas generaciones, un signo de esperanza.

Así pues, para resaltar el testimonio de la santidad, exhorto a mis Hermanos Obispos a buscar y destacar los signos de santidad y virtudes heroicas que también hoy se dan, sobre todo cuando se refieren a fieles laicos de sus diócesis y, especialmente, a esposos cristianos. En los casos en que se considere verdaderamente oportuno, les animo a promover los correspondientes procesos de canonización [160]. Eso sería para todos un signo de esperanza y un impulso en el camino del Pueblo de Dios, un motivo que estimula su testimonio de la perenne presencia de la gracia en las vicisitudes humanas, ante al mundo.

[151] Cf. Propositio 18.
[152] Cf. Motu proprio Misericordia Dei (7 abril 2002), 1: AAS 94 (2002), 453-454.
[153] Cf. Propositio 18.
[154] Cf. Ritual Romano, Rito de los exorcismos (22 noviembre 1998); Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación (14 septiembre 2000): L'Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (1 diciembre 2001), pp. 17-19.
[155] Cf. Exhort. ap. Evangelii nuntiandi (8 diciembre 1975), 48: AAS 68 (1976), 37-38.
[156] Ibíd.
[157] Cf. propositio 19.
[158] Cf. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (17 diciembre 2001), 21.

[159] Cf. Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), nn. 29-41: AAS 93 (2001), 285-295.
[160] Cf. propositio 48.

CALENDARIO

30 LUNES DE LA VII SEMANA DE PASCUA, feria o SAN FERNANDO, memoria libre

Misa
de feria o de la memoria (blanco).
MISAL: para la feria ants. y oracs. props. / para la memoria 1.ª orac. prop. y el resto del común de santos (para un santo) o de la feria; Pf. Pasc., de la Ascensión, después de la Ascensión o de la memoria.
LECC.: vol. II.
- Hch 19, 1-8.
¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?
- Sal 67. R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
- Jn 16, 29-33. Tened valor: yo he vencido al mundo.
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de feria o de la memoria.

Martirologio: elogs. del 31 de mayo, pág. 339.
CALENDARIOS: Arzobispado Castrense-Armas de Ingenieros y Transmisiones; Cuerpo de Ingenieros Politécnicos (Construcción, Telecomunicaciones y Electrónica de las Escalas de Oficiales y Técnica): San Fernando (S). Burgos-ciudad, Córdoba-ciudad, Segovia y Sevilla: (F). Burgos-diócesis, Cartagena, Córdoba-diócesis, Jaén y León: (MO). Zamora: (ML).
Hijas de María Madre de la Iglesia: Beata Matilde Téllez (F). Plasencia: (ML).
Hospitalarias del Sagrado Corazón: Visitación de la bienaventurada Virgen María (F).
Servitas: Beato Santiago Felipe Bertoni, presbítero (MO).
Barcelona, Sant Feliu de Llobregat, Terrassa y Vic: Beato Pedro Tarrés, presbítero (ML).
Dominicos: Beato Santiago Salomoni, presbítero (ML).
II Franciscanos: Beata Bautista Varano, virgen (ML).
OFM: Beato Mariano de Roccasale, religioso (ML).
Paúles e Hijas de la Caridad: Beata Marta María Wiecka, virgen (ML).

TEXTOS MISA

Lunes de la VII Semana de Pascua.

Antífona de entrada Hch 1, 8
Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros, y seréis mis testigos hasta el confín de la tierra. Aleluya.
Accipiétis virtútem superveniéntis Spíritus Sancti in vos, et éritis mihi testes usque ad últimum terrae, allelúia.

Oración colecta
Llegue a nosotros, Señor, la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio con una conducta santa. Por nuestro Señor Jesucristo.
Advéniat nobis, quaesumus, Dómine, virtus Spíritus Sancti, qua voluntátem tuam fidéli mente retinére, et pia conversatióne deprómere valeámus. Per Dóminum.

En la memoria:
30 de mayo
San Fernando

Oración colecta propia. El resto de la feria de Pascua.

Monición de entrada
Conmemoramos hoy a san Fernando III, rey de León y de Castilla, nacido a finales del siglo XII cerca de Valparaíso (Zamora). Es el rey de la reconquista del sur de España; en los territorios conquistados por él jamás hubo vencidos. Con razón es proclamado «señor de la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos». Fue prudente en el gobierno del reino, protector de las artes y las ciencias, y diligente en propagar la fe. El año 1252 murió en la ciudad de Sevilla, llorado por todos. En la catedral hispalense reposan sus reliquias.

Oración colecta
Oh, Dios, que elegiste al rey san Fernando como defensor de tu Iglesia en la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo que te pide tenerlo como protector en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la VII semana de Pascua (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Hch 19, 1-8
¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó:
«¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?».
Contestaron:
«Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo». 
Él les dijo:
«Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?».
Respondieron:
«El bautismo de Juan».
Pablo les dijo:
«Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que iba a venir después de él, es decir, en Jesús».
Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas extrañas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.
Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses hablaba con toda libertad del reino de Dios, dialogando con ellos y tratando de persuadirlos.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab (R.: 33a)
R. 
Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Regna terræ, cantáte Deo.
O bien: Aleluya.

V. Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios.
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Regna terræ, cantáte Deo.

V. En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor.
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Regna terræ, cantáte Deo.

V. Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece.
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Regna terræ, cantáte Deo.

Aleluya Col 3, 1
R.
 Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. R.
Si consurrexístis cum Christo, quæ sursum sunt, quærite, ubi Christus est in déxtera Dei sedens.

EVANGELIO Jn 16, 29-33
Tened valor: yo he vencido al mundo
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios». 
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Agustín, in Ioannem, tract., 103
Recibido el Espíritu Santo, adquirieron confianza, y vencieron, no sólo en Él, pues no hubiera vencido Éste al mundo si el mundo hubiera vencido a sus miembros. Cuando dice: "Os he dicho esto para que tengáis paz en mí", debemos entender que no sólo se refiere a lo que había dicho poco antes, sino a todo lo que dijo desde que empezó a tener discípulos. O bien a aquel largo y admirable sermón que les predicó después de la cena. Esta recomendación de que tuviesen paz en Él, no tendrá fin, sino que será el fin de todas nuestras intenciones y obras. 

Oración de los fieles
Oremos a Jesucristo, el Señor, para que nos envíe el Espíritu Santo.
- Para que la presencia y la acción del Espíritu fortalezca a la Iglesia en la lucha contra el mal. Roguemos al Señor.
- Para que, por la fuerza del Espíritu Santo, el mundo se libere de los poderes malignos que lo aprisionan. Roguemos al Señor.
- Para que el Espíritu Santo guíe la voluntad de los que rigen los destinos de los pueblos. Roguemos al Señor.
- Para que todos nosotros, llenos del Espíritu Santo, encontremos la paz en Cristo. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor Jesús, las súplicas que te presentamos y danos el don de tu Espíritu. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Este sacrificio santo nos purifique, Señor, y derrame en nuestras almas la fuerza divina de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sacrifícia nos, Dómine, immaculáta puríficent, et méntibus nostris supérnae grátiae dent vigórem. Per Christum.

PREFACIO II DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
EL MISTERIO DE LA ASCENSIÓN
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
El cual, después de su resurrección, se apareció visiblemente a todos sus discípulos y, ante sus ojos, fue elevado al cielo para hacernos partícipes de su divinidad.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Qui post resurrectiónem suam ómnibus discípulis suis maniféstus appáruit, et ipsis cernéntibus est elevátus in caelum, ut nos divinitátis suae tribúeret esse partícipes.
Quaprópter, profúsis paschálibus gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et supérnae virtútes atque angélicae potestátes hymnum glóriae tuae cóncinunt, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo…

PLEGARIA EUCARÍSTICA II.

Antífona de comunión Cf. Jn 14, 18; 16, 22

No os dejaré huérfanos, dice el Señor; volveré a vosotros y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
Non vos relínquam órphanos, dicit Dóminus: véniam ad vos íterum, et gaudébit cor vestrum, allelúia.

Oración después de la comunión
Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pópulo tuo, quaesumus, Dómine, adésto propítius, et, quem mystériis caeléstibus imbuísti, fac ad novitátem vitae de vetustáte transíre. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 31 de mayo
F
iesta de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, con motivo de su viaje al encuentro de su prima Isabel, que estaba embarazada de un hijo en su ancianidad, y a la que saludó. Al encontrarse gozosas las dos futuras madres, el Redentor que venía al mundo santificó a su precursor, que aún estaba en el seno de Isabel, y al responder María al saludo de su prima, y exultante de gozo en el Espíritu santo, glorificó a Dios con el cántico de alabanza del Magnificat.
2. En Roma, en el cementerio de Domitila, en la vía Ardeatina, santa Petronila, virgen y mártir. (s. inc.)
3. Junto a Gumenek, en el Ponto, hoy Turquía, san Hermias, soldado y mártir. (s. III)
4. En Aquileya, en el territorio de Venecia, en la actual Italia, santos Cancio, Canciano y Cancianila, mártires, que, detenidos por el perseguidor mientras huían de la ciudad en un carromato, finalmente fueron condenados al suplicio. (s. IV)
5*. En la población de Toulouse, en la Galia Narbonense, actualmente Francia, san Silvio, obispo, que comenzó la construcción de una basílica para instalar dignamente el sepulcro de san Saturnino. (c. 400)
6*. En Forlí, lugar de Emilia-Romaña, actual región de Italia, beato Jacobo Salomoni, presbítero, que, siendo aún adolescente, fallecido su padre e ingresada su madre en las monjas cistercienses, distribuyó sus bienes entre los pobres y entró en la Orden de Predicadores, donde resplandeció durante cuarenta y cinco años como amigo de los pobres y hombre de paz, dotado de insignes carismas. (1314)
7*. En Camerino, en el Piceno, actual región de Las Marcas, en Italia, beata Bautista (Camila) Varano, abadesa del monasterio de Clarisas fundado por su mismo padre, donde experimentó grandes tribulaciones y también místicas consolaciones. (1524)
8*. En York, en Inglaterra, beatos Roberto Thorpe, presbítero, y Tomás Watkinson, que fueron condenados a muerte en tiempo de la reina Isabel I, el primero por ser sacerdote y el segundo, padre de familia de edad avanzada, por haber prestado muchas veces ayuda a los sacerdotes. Ambos recibieron, a un mismo tiempo, la corona del martirio en el patíbulo. (1591)
9*. En París, en Francia, beato Nicolás Barré, presbítero, el cual, siendo maestro de teología y célebre educador de almas en el espíritu del Evangelio, instruyó en toda Francia las Escuelas Cristianas y de Caridad, así el Instituto de Hermanas Maestras del Niño Jesús, para impartir educación gratuita a los hijos del pueblo. (1686)
10*. En Nicosia, lugar de Sicilia, en Italia, san Félix (Jacobo) Amoroso, religioso, que, tras haber sido rechazado durante diez años, finalmente ingresó en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, donde desempeñó humildísimos oficios con sencillez e inocencia de corazón. (1787) (Canonizado 2005).
11*. En el pueblo de Bellegra, en los alrededores de Roma, beato Mariano (Domingo) Di Nicolantonio de Roccacasale, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que, cumpliendo el oficio de portero, abrió la puerta del convento a los pobres y a los peregrinos, a quienes atendió con suma caridad atendía en todo. (1886)
12. En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución rehusó impávido emprender la fuga y ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes, tras atravesárselo, lo colgaron de un árbol hasta que entregó el espíritu por Cristo. (1886)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No publico comentarios anónimos.