Pontifical Romano (1989)
Apéndice II
INTRODUCCIÓN GENERAL
1. El rito de admisión se realiza cuando consta que el propósito de los aspirantes, apoyado en las dotes necesarias, ha alcanzado suficiente madurez.
2. El propósito de recibir las Órdenes sagradas lo han de manifestar públicamente los aspirantes. El Obispo o el Superior Mayor en los Institutos clericales, o su delegado, acepta públicamente ese propósito.
3. La admisión puede celebrarse en cualquier día excepto en el Triduo pascual, la Semana Santa, el Miércoles de Ceniza, y la Conmemoración de todos los fieles difuntos, preferentemente en la iglesia u oratorio del Seminario o Instituto religioso, con ocasión, v. gr., de una reunión de presbíteros o de diáconos, bien sea dentro de la Misa o en una celebración de la Liturgia de las Horas o de la Palabra de Dios. Por su índole, nunca debe unirse a las sagradas Ordenes ni a la Institución de lectores y acólitos.
Pero si coincide alguna de las celebraciones que se contemplan en los números 2-9 de la tabla de los días litúrgicos, se dice la Misa del día.
Cuando no se dice la Misa por las Vocaciones a las sagradas Órdenes, una de las lectura puede tomarse de las que se proponen en el Leccionario para el Rito de la admisión, a no ser que coincida uno de los días que se citan en los números 2-4 de la tabla de los días litúrgicos.
5. Si la admisión se hace dentro de una Celebración de la Palabra de Dios, ésta puede iniciarse con una antífona apropiada y, después del saludo del celebrante, se dice la colecta de la Misa mencionada antes. Las lecturas se toman de las indicadas en el Leccionario para esta celebración.
6. Cuando el rito se celebra dentro de la Liturgia de las Horas, comienza después de la lectura breve o larga. En Laudes y Vísperas, en lugar de las intercesiones o preces, pueden decirse las invocaciones de la oración común como más adelante Se proponen en el número 12.
7. Si la admisión se celebra dentro de la Misa, el Obispo celebrante se reviste con las vestiduras sagradas que se requieren para la celebración eucarística y usa mitra y báculo; pero, si se celebra fuera de la Misa, puede llevar la cruz pectoral, estola y capa pluvial del color conveniente sobre el alba, o tomar solamente la cruz y la estola sobre el roquete y la muceta; en este caso no usa mitra ni báculo.
RITO DE ADMISIÓN
8. Después de las lecturas bíblicas, el celebrante, si es Obispo, con mitra y báculo, si corresponde, y sentado en la cátedra, hace la homilía, en la cual, tomando pie del texto de las lecturas proclamadas, habla a los presentes sobre la índole de la admisión, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos:
Estos hermanos nuestros, que hoy se presentan ante la Iglesia y piden ser admitidos entre los candidatos al Orden sagrado, quedarán encomendados tanto a mí como a vosotros.
Cristo mandó: «Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies». Por esto ellos, conscientes de la solicitud de nuestro Señor por su grey y teniendo en cuenta las necesidades de la Iglesia, se sienten dispuestos a responder generosamente al Señor, que los llama, diciendo, como el profeta: «Aquí estoy, mándame», confiando en el Señor, con la ayuda del cual esperan ser fieles a su vocación.
Pero ahora, hermanos nuestros muy amados, nos dirigimos a vosotros, que habéis comenzado ya vuestra formación, para aprender cada día más a vivir según las normas del Evangelio y para reforzar vuestra fe, esperanza y caridad, de manera que, ejercitando estas virtudes, crezcáis en el espíritu de oración y en el celo por ganar a todos los hombres para Cristo.
Movidos por su amor y fortalecidos por la íntima actuación del Espíritu Santo, habéis tomado la decisión de manifestar públicamente vuestro deseo de entregaros, mediante el Orden sagrado, al servicio de Dios y de los hombres, decisión que nosotros acogemos con gozo.
A partir de hoy, pues, debéis cultivar con más intensidad vuestra vocación, especialmente aprovechando aquellos medios con que puede prestaros auxilio y ayuda la comunidad eclesial delegada para este fin.
Todos nosotros, por nuestra parte, confiando en el Señor, os ayudaremos con la caridad y la oración.
Ahora, por tanto, cuando os llamen por vuestro nombre, acercaos y declarad ante la Iglesia vuestro propósito.
9. Un diácono, o bien un presbítero delegado para ello, llama a los aspirantes por su nombre. Cada uno de ellos responde:
Presente.
Y se acerca al celebrante, a quien, si es Obispo, hace una reverencia.
Queridos hijos:
Los pastores y maestros responsables de vuestra formación, y todos los que aseguran conoceros, han dado de vosotros un informe favorable, del cual nos fiamos plenamente.
Queréis, pues, como respuesta a la llamada del Señor, completar vuestra preparación, de manera que lleguéis a la aptitud necesaria para recibir, a su tiempo, el ministerio en la Iglesia, por medio del Orden sagrado?
Los aspirantes responden todos a la vez:
Si, quiero.
Celebrante:
Queréis formar vuestro espíritu de manera que seáis capaces de servir fielmente a Cristo, el Señor, y a su Cuerpo, que es la Iglesia?
Sí, quiero.
Si se prefiere, el propósito de los candidatos puede ser aceptado según la manera que determine la Conferencia de los Obispos.
El celebrante añade:
La Iglesia acepta con alegría vuestro propósito. Dios lleve a buen fin lo que él mismo ha comenzado en vosotros.
R. Amén.
11. Entonces el celebrante y los demás se ponen de pie. El Obispo deja el báculo y la mitra, si los usa. En la Misa, se dice o no el Símbolo de la fe, según las rúbricas.
Luego el celebrante invita a orar a los fieles, diciendo:
Pidamos humildemente, queridos hermanos,
a Dios, nuestro Señor,
que se digne derramar la gracia de su bendición
sobre estos siervos suyos,
que desean entregarse al ministerio de la Iglesia.
- Para que estos hermanos nuestros se unan más íntimamente a Cristo y puedan ser sus testigos entre los hombres, roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
- Para que sepan hacer suyas las preocupaciones de los hombres y sean capaces de oír siempre la voz del Espíritu Santo, roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
- Para que lleguen a ser ministros de la Iglesia, y con su palabra y ejemplo confirmen en la fe a sus hermanos y los congreguen para participar en la Eucaristía, roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
R. Te rogamos, óyenos.
- Para que todos los hombres lleguen a la plenitud de la paz y la justicia, roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
-Para que todos nuestros hermanos afligidos, que participan en la pasión de Cristo, alcancen la libertad y la salud, roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
13. Si la admisión se hace en Laudes o Vísperas, se omiten las intercesiones y la oración dominical y se dice sin más la oración del núm. 14; en la celebración de la palabra se dice sin más la oración dominical.
14. Después de la oración dominical o, si la admisión se celebra dentro de la Misa, inmediatamente después de las intenciones, el celebrante prosigue:
y por tu bondad,
dígnate bendecir + a estos hijos tuyos,
que desean dedicarse al culto divino
y al servicio de tu pueblo,
en el ministerio sagrado;
haz que perseveren en su vocación
y que, unidos con sincero amor a Cristo Sacerdote,
puedan recibir dignamente la función apostólica.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
O bien:
Señor, dígnate conceder a estos siervos tuyos
que conozcan y vivan cada día más
el ministerio de tu amor.
Haz que se preparen con empeño
para ejercer en la Iglesia el ministerio sagrado,
para que, imbuidos del espíritu de tu amor,
se consagren con afán a la salvación de los hermanos,
para gloria de tu nombre.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
15. Si la admisión se celebra dentro de la Misa, ésta continúa como de costumbre, y en ella los candidatos y sus padres y parientes pueden recibir la comunión bajo ambas especies. Dentro de la Liturgia de las Horas se hace del modo acostumbrado todo lo que sigue al rito.
Si se une a la celebración de la palabra, el celebrante bendice a la asamblea reunida, y el diácono la despide del modo acostumbrado.
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