IV. EN LA INSTITUCIÓN DE MINISTERIOS
1. PARA LA INSTITUCIÓN DE LECTORES
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Sólo fuera de Tiempo Pascual
I Dt 6, 3-9
Estas palabras estarán en tu corazón
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés dijo al pueblo:
«Escucha, Israel, y esmérate en practicar los mandatos y preceptos que yo te mando, a fin de que te vaya bien y te multipliques, como te prometió el Señor, Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel.
Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo.
Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales».
Palabra de Dios.
El mandamiento está muy cerca de ti para que lo cumplas
Lectura del libro del Deuteronomio.
En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Si escuchas la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.
"Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?". Ni está más allá del mar, para poder decir: "Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?".
El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas».
Palabra de Dios.
Leyeron el libro de lo Ley explicando su sentido
Lectura del libro de Nehemías.
En aquellos días, el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley.
El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión.
Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas:
«Amén, amén».
Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura.
«Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley).
Nehemías les dijo:
«Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!».
Palabra de Dios.
La lluvia hace germinar lo tierra
Lectura del libro de Isaías.
Esto dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».
Palabra de Dios.
Siempre en Tiempo Pascual; también puede usarse fuera del Tiempo Pascual
I 1 Cor 2, 1-5
Os anuncié el misterio de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Palabra de Dios.
Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hermano:
Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.
Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.
Palabra de Dios.
III 2 Tim 4, 1-5
Cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hermano:
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos ya muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.
Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio.
Palabra de Dios.
IV Heb 4, 12-13
La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos:
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.
Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
Palabra de Dios.
V 1 Jn 1, 1-4
Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.
Queridos hermanos:
Lo que existía desde el principio,
Lo que hemos oído, lo que hemos visto
con nuestros propios ojos,
lo que contemplamos y palparon nuestras manos
acerca del Verbo de la vida;
pues la Vida se hizo visible,
y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó.
Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo.
Palabra de Dios.
con nuestros propios ojos,
lo que contemplamos y palparon nuestras manos
acerca del Verbo de la vida;
pues la Vida se hizo visible,
y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó.
Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo.
Palabra de Dios.
I Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R: cf. Jn 6, 63c)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
V. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes. R.
V. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.
V. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.
II Sal 118, 9. 10. 11. 12 (R 12b)
R. Enséñame, Señor, tus decretos.
V. Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras. R.
V. Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R.
V. En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. R.
V. Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos. R.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
V. Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R.
V. Hace caer el hielo como migajas;
ante su helada, quien resistirá?
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren las aguas. R.
V. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.
I Lc 4, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad. R.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad. R.
II Cf. Jn 6, 63c. 68c
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna. R.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R.
IV
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
todo el que lo encuentra vive para siempre. R.
EVANGELIO
Vosotros sois la luz del mundo
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor.
Vino predicando en sus sinagogas
+ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se levantó Jesús de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor.
El Espíritu del Señor está sobre mi
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
a proclamar a los cautivos la libertad,
ya los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Palabra del Señor.
IV Lc 24, 44-48
Jesús envió a los apóstoles o proclamar la conversión para el perdón de los pecados
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto».
Palabra del Señor.
V Jn 7, 14-18
Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
A mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y se puso a enseñar. Los judíos preguntaban extrañados:
«Cómo es este tan instruido si no ha estudiado?».
Jesús entonces les contestó:
«Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado; el que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios podrá apreciar si mi doctrina viene de Dios o si hablo en mi nombre. Quien habla en su propio nombre busca su propia gloria; en cambio, el que busca la gloria del que lo ha enviado, ese es veraz
y en él no hay injusticia».
Palabra del Señor.
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