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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Leccionario para la Admisión de candidatos al Diaconado y Presbiterado.

Leccionario V.
III. PARA LA ADMISIÓN DE CANDIDATOS AL DIACONADO Y PRESBITERADO.


LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Solo fuera del Tiempo Pascual

I   Dt 1,9-14
Elegid entre vosotros hombres sabios, y yo los nombraré jefes vuestros

Lectura del libro del Deuteronomio.

En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Yo os dije: "Yo solo no puedo cargar con vosotros.
El Señor, vuestro Dios, os ha multiplicado, y hoy sois tan numerosos como las estrellas del cielo. Que el Señor, Dios de vuestros antepasados, os haga crecer mil veces más y os bendiga, como os prometió. Pero cómo voy a soportar yo solo vuestras cargas, vuestros asuntos y vuestros pleitos?
Elegid entre vuestras tribus hombres sabios, prudentes y expertos, y yo los nombraré jefes vuestros".
Y me contestasteis: "Está bien lo que nos propones"».

Palabra de Dios.

II   Eclo 39, 1c. 4c-6b
De buena mañana, con todo el corazón se dirige al Señor

Lectura del libro del Eclesiástico.

El sabio indaga la sabiduría de los antiguos
y dedica su ocio a estudiar las profecías.
Viaja por tierras extranjeras
y conoce el bien y el mal de los hombres.
De buena mañana, con todo el corazón
se dirige al Señor, su Creador;
reza delante del Altísimo,
abre su boca para suplicar
y pide perdón por sus pecados.
Si el Señor, el Grande, lo quiere,
se llenará de espíritu de inteligencia.

Palabra de Dios.

III   Is 6, 1-2a. 3-8
¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?
Lectura del libro de Isaías.

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo:
«Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
«¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros? »
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».

Palabra de Dios.
IV   Jer 1, 4-9
Irás adonde yo te envíe

Lectura del libro de Jeremías.

El Señor me dirigió la palabra:
«Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones».
Yo repuse:
«¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que solo soy un niño»
El Señor me contestó:
No digas que eres un niño, pues irás adonde yo te envíe y dirás lo que yo te ordene. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte»- oráculo del Señor-.
El Señor extendió la mano, tocó mi boca y me dijo:
«Voy a poner mis palabras en tu boca».

Palabra de Dios.


LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
Siempre en Tiempo Pascual; también puede usarse fuera del Tiempo Pascual


 Hch 14, 21b-23
En cada Iglesia designaron presbíteros

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído.

Palabra de Dios.

II   1 Cor 9, 16-19. 22-23
¡Ay de mi si no anuncio el Evangelio!

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.
No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.
Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles.
Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Palabra de Dios.

III   1 Cor 12, 4-11
A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este se le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas.
El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

Palabra de Dios

IV   2 Tim 3, 10-12. 14-15
Permanece en lo que aprendiste

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

Querido hermano:
Me has seguido en la doctrina, la conducta, los propósitos, la fe, la magnanimidad, el amor, la paciencia, las persecuciones y los padecimientos, como aquellos que me sobrevinieron en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones soporté! Y de todas me libró el Señor. Por otra parte, todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos.
Tú permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

 Sal 15, 1b-2a y 5. 7-8. 11 (R cf. 5a)
R.
 Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.

V. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R.

V.  Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

V. Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

II   Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6 (R: cf. 6)
R.
 Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.

V. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.

V. Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.

V. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.

III   Sal 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4. 5-6 (R: 2b)
R.
 El Señor revela a las naciones su justicia.
V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

V. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

V. Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

V. Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.


ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

 Mc 1,17
R.
 Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Venid en pos de mí -dice el Señor-
y os haré pescadores de hombres. R.

II   Lc 4, 18
R.
 Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad. R.

III   Jn 12, 26
R.
 Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que quiera servirme, que me siga -dice el Señor-,
y donde esté yo, allí también estará mi servidor. R.


EVANGELIO

 Mt 9, 35-38
Rogad al Señor de lo mies que mande trabajadores a su mies

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

Palabra del Señor.

II   Mc 1, 14-20
Os haré pescadores de hombres
+
Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

Palabra del Señor.

III   Lc 5, 1-11
Por tu palabra, echaré las redes
+
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
Respondió Simón y dijo:«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.

IV   Jn 1, 35-42
Este es el Cordero de Dios. Hemos encontrado al Mesías
+
Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

Palabra del Señor.

V   Jn 1, 45-51
Ahí tenéis o un israelita de verdad, en quien no hay engaño
+
Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».
Natanael le replicó:
«De Nazaret puede salir algo bueno?».
Felipe le contestó:
«Ven y verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

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