Entrada destacada

Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

miércoles, 20 de abril de 2022

Miércoles 25 mayo 2022, Miércoles de la VI semana de Pascua, feria o san Beda el venerable, presbítero y doctor de a Iglesia, memoria libre o san Gregorio VII, papa, memoria libre o santa María Magdalena de Pazzi, virgen, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL "PASTORES GREGIS"
DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

CAPÍTULO IV. MINISTRO DE LA GRACIA DEL SUPREMO SACERDOCIO


«Santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos»(1 Co 1, 2)

32. Al tratar sobre una de las funciones primeras y fundamentales del Obispo, el ministerio de la santificación, pienso en las palabras que el apóstol Pablo dirigió a los fieles de Corinto, como poniendo ante sus ojos el misterio de su vocación: «Santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro» (1 Co 1, 2). La santificación del cristiano se realiza en el baño bautismal, se corrobora en el sacramento de la Confirmación y de la Reconciliación, y se alimenta con la Eucaristía, el bien más precioso de la Iglesia, el sacramento que la edifica constantemente como Pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo [127].

El Obispo es ministro de esta santificación, que se difunde en la vida de la Iglesia, sobre todo a través de la santa liturgia. De ésta, y especialmente de la celebración eucarística, se dice que es «cumbre y fuente de la vida de la Iglesia» [128]. Es una afirmación que se corresponde en cierto modo con el ministerio litúrgico del Obispo, que es el centro de su actividad dirigida a la santificación del Pueblo de Dios.

De esto se desprende claramente la importancia de la vida litúrgica en la Iglesia particular, en la que el Obispo ejerce su ministerio de santificación proclamando y predicando la Palabra de Dios, dirigiendo la oración por su pueblo y con su pueblo, presidiendo la celebración de los Sacramentos. Por esta razón, la Constitución dogmática Lumen gentium aplica al Obispo un bello título, tomado de la oración de consagración episcopal en el ritual bizantino, es decir, el de «administrador de la gracia del sumo sacerdocio, sobre todo en la Eucaristía que él mismo celebra o manda celebrar y por la que la Iglesia crece y se desarrolla sin cesar» [129].

Hay una íntima correspondencia entre el ministerio de la santificación y los otros dos, el de la palabra y de gobierno. En efecto, la predicación se ordena a la participación de la vida divina en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía. Esta vida se desarrolla y manifiesta en la existencia cotidiana de los fieles, puesto que todos están llamados a plasmar en el comportamiento lo que han recibido en la fe [130]. A su vez, el ministerio de gobierno se expresa en funciones y actos que, como las de Jesús, Buen Pastor, tienden a suscitar en la comunidad de los fieles la plenitud de vida en la caridad, para gloria de la Santa Trinidad y testimonio de su amorosa presencia en el mundo.

Todo Obispo, pues, cuando ejerce el ministerio de la santificación (munus sanctificandi), pone en práctica lo que se propone el ministerio de enseñar (munus docendi) y, al mismo tiempo, obtiene la gracia para el ministerio de gobernar (munus regendi), modelando sus actitudes a imagen de Cristo Sumo Sacerdote, de manera que todo se ordene a la edificación de la Iglesia y a la gloria de la Trinidad Santa.

Fuente y cumbre de la Iglesia particular

33. El Obispo ejerce el ministerio de la santificación a través de la celebración de la Eucaristía y de los demás Sacramentos, la alabanza divina de la Liturgia de las Horas, la presidencia de los otros ritos sagrados y también mediante la promoción de la vida litúrgica y de la auténtica piedad popular. Entre las celebraciones presididas por el Obispo destacan especialmente aquellas en las que se manifiesta la peculiaridad del ministerio episcopal como plenitud del sacerdocio. Así sucede en la administración del sacramento de la Confirmación, de las Órdenes sagradas, en la celebración solemne de la Eucaristía en que el Obispo está rodeado de su presbiterio y de los otros ministros –como en la liturgia de la Misa crismal–, en la dedicación de las iglesias y de los altares, en la consagración de las vírgenes, así como en otros ritos importantes para la vida de la Iglesia particular. Se presenta visiblemente en estas celebraciones como el padre y pastor de los fieles, el « Sumo Sacerdote» de su pueblo (cf. Hb 10, 21), que ora y enseña a orar, intercede por sus hermanos y, junto con el pueblo, implora y da gracias a Dios, resaltando la primacía de Dios y de su gloria.

En estas ocasiones brota, como de una fuente, la gracia divina que inunda toda la vida de los hijos de Dios durante su peregrinación terrena, encaminándola hacia su culminación y plenitud en la patria celestial. Por eso, el ministerio de la santificación es fundamental para la promoción de la esperanza cristiana. El Obispo no sólo anuncia con la predicación de la palabra las promesas de Dios y abre caminos hacia al futuro, sino que anima al Pueblo de Dios en su camino terreno y, mediante la celebración de los sacramentos, prenda de la gloria futura, le hace pregustar su destino final, en comunión con la Virgen María y los Santos, en la certeza inquebrantable de la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, así como de su venida gloriosa.

Importancia de la iglesia catedral

34. Aunque el Obispo ejerce su ministerio de santificación en toda la diócesis, éste tiene su centro en la iglesia catedral, que es como la iglesia madre y el punto de convergencia de la Iglesia particular.

En efecto, la catedral es el lugar donde el Obispo tiene su Cátedra, desde la cual educa y hace crecer a su pueblo por la predicación, y donde preside las principales celebraciones del año litúrgico y de los sacramentos. Precisamente cuando está sentado en su Cátedra, el Obispo se muestra ante la asamblea de los fieles como quien preside in loco Dei Patris; por eso, como ya he recordado, según una antiquísima tradición, tanto de oriente como de occidente, solamente el Obispo puede sentarse en la Cátedra episcopal. Precisamente la presencia de ésta hace de la iglesia catedral el centro material y espiritual de unidad y comunión para el presbiterio diocesano y para todo el Pueblo santo de Dios.

No se ha de olvidar a este propósito la enseñanza del Concilio Vaticano II sobre la gran importancia que todos deben dar «a la vida litúrgica de la diócesis en torno al obispo, sobre todo en la iglesia catedral, persuadidos de que la principal manifestación de la Iglesia tiene lugar en la participación plena y activa de todo el pueblo santo de Dios en las mismas celebraciones litúrgicas, especialmente en la misma Eucaristía, en una misma oración, junto a un único altar, que el obispo preside rodeado por su presbiterio y sus ministros» [131]. En la catedral, pues, donde se realiza lo más alto de la vida de la Iglesia, se ejerce también el acto más excelso y sagrado del munus sanctificandi del Obispo, que comporta a la vez, como la liturgia misma que él preside, la santificación de las personas y el culto y la gloria de Dios.

Algunas celebraciones particulares manifiestan de manera especial este misterio de la Iglesia. Entre ellas, recuerdo la liturgia anual de la Misa crismal, que «ha de ser tenida como una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del Obispo y un signo de la unión estrecha de los presbíteros con él» [132]. Durante esta celebración, junto con el Óleo de los enfermos y el de los catecúmenos, se bendice el santo Crisma, signo sacramental de salvación y vida perfecta para todos los renacidos por el agua y el Espíritu Santo. También se han de citar entre las liturgias más solemnes aquéllas en que se confieren las sagradas Órdenes, cuyos ritos tienen en la iglesia catedral su lugar propio y normal [133]. A estos casos se han de añadir algunas otras circunstancias, como la celebración del aniversario de su dedicación y las fiestas de los santos Patronos de la diócesis.Éstas y otras ocasiones, según el calendario litúrgico de cada diócesis, son circunstancias preciosas para consolidar los vínculos de comunión con los presbíteros, las personas consagradas y los fieles laicos, así como para dar nuevo impulso a la misión de todos los miembros de la Iglesia particular. Por eso el Caeremoniale Episcoporum destaca la importancia de la iglesia catedral y de las celebraciones que se desarrollan en ella para el bien y el ejemplo de toda la Iglesia particular [134].

[127] Cf. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 22-24: AAS 95 (2003), 448-449.
[128] Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, 10.
[129] N. 26.
[130] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, 10.
[131] Ibíd., 41.
[132] Pontifical Romano, Bendición de los óleos, Premisas, 1.
[133] Cf. ibíd., Ordenación del Obispo, de los Presbíteros y de los Diáconos, Premisas, 21, 120, 202.
[134] Cf. nn. 42-54.

CALENDARIO

25 MIÉRCOLES DE LA VI SEMANA DE PASCUA, feria o SAN BEDA EL VENERABLE, presbítero y doctor de la Iglesia, memoria libre o SAN GREGORIO VII, papa, memoria libre o SANTA MARÍA MAGDALENA DE PAZZI, virgen, m. libre 

Misa de feria o de una de las memorias (blanco). 
MISAL: para la feria ants. y oracs. props. / para la memoria de san Beda 1.ª orac. prop. y el resto del común de doctores o de santos (para un monje), o de la feria / para la memoria de san Gregorio 1.ª orac. prop. y el resto del común de pastores (para un papa), o de la feria; / para la memoria de santa Mª. M. de Pazzi 1.ª orac. prop. y el resto del común de vírgenes (para una virgen) o de santos (para religiosos), o de la feria; Pf. Pasc. o de la memoria. 
LECC.: vol. II. 
- Hch 17, 15. 22 — 18, 1. Eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo. 
- Sal 148. R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. 
- Jn 16, 12-15. El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena. 
o bien: cf. vol. IV. 

Liturgia de las Horas: oficio de feria o de una de las memorias. 

Martirologio: elogs. del 26 de mayo, pág. 329. 
CALENDARIOS: RR. de María Inmaculada: Santa Vicenta María López Vicuña, virgen (S). Bilbao: (MO). Madrid, Pamplona y Tudela: (ML). 
RR. del Sagrado Corazón: Santa Magdalena Sofía Barat, virgen (S). 
Carmelitas: Santa María Magdalena de Pazzi, virgen (F). Carmelitas Descalzos: (MO). 
Benedictinos, O. Cist. y OCSO: San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia (MO). 
Canónigos Regulares de Letrán y Orden Premonstratense: San Gregorio VII, papa (MO). 
Marianistas: María Auxiliadora (MO).

TEXTOS MISA

Miércoles de la VI Semana de Pascua.

Antífona de entrada Cf. Sal 17, 50; 21, 23
Te daré gracias entre las naciones, Señor; contaré tu fama a mis hermanos. Aleluya.
Confitébor tibi in pópulis, Dómine, et narrábo nomen tuum frátribus meis, allelúia.

Oración colecta
Escucha, Señor, nuestra oración y concédenos que, así como celebramos las fiestas de la resurrección de tu Hijo, merezcamos también, cuando vuelva, alegrarnos con todos sus santos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Annue nobis, quaesumus, Dómine, ut, quemádmodum mystério resurrectiónis Fílii tui sollémnia cólimus, ita et in advéntum eius gaudére cum Sanctis ómnibus mereámur. Per Dóminum.

Memoria de san Beda:
25 de mayo
San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia

Oración colecta propia, el resto de la feria de Pascua.

Monición de entrada
Recordamos hoy a san Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia, religioso benedictino del siglo VIII. Transcurrió su vida en la convivencia del monasterio, en la plegaria de alabanza de la Iglesia y en la meditación y estudio de la Sagrada Escritura. La Iglesia lo venera como doctor por sus comentarios bíblicos y sus escritos teológicos. Murió el año 735

Oración colecta
Oh, Dios, que has iluminado a tu Iglesia con la sabiduría de san Beda, presbítero, concede, en tu bondad, a tus siervos ser iluminados siempre por su sabiduría y ayudados por sus méritos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui Ecclésiam tuam beáti Bedae presbyteri eruditióne claríficas, fámulis tuis concéde propítius et eius semper illustrári sapiéntia, et méritis adiuvári. Per Dóminum.

Memoria de san Gregorio VII:
25 de mayo
San Gregorio VII, papa

Oración colecta propia, el resto de la feria de Pascua.

Monición de entrada
Celebramos hoy la memoria del papa san Gregorio VII, que primero fue monje y colaboró en la reforma de la Iglesia. Una vez elevado a la cátedra de Pedro, reivindicó con gran autoridad y fuerte ánimo la in dependencia de la Iglesia respecto al abuso de poder de los príncipes a la hora de nombrar obispos y párrocos, que elegían no precisamente a las personas más idóneas sino según conveniencias políticas e incluso al mejor postor. Al ser obligado a abandonar Roma por este motivo, murió en el exilio en el año 1085.

Oración colecta
Señor, te pedimos que concedas a tu Iglesia el espíritu de fortaleza y el celo por la justicia con que has esclarecido al papa san Gregorio, para que, rechazando la iniquidad, realice con libertad y amor lo que es justo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Da Ecclésiae tuae, quaesumus, Dómine, spíritum fortitúdinis zelúmque iustítiae, quibus beátum Gregórium papam claréscere voluísti, ut, iniquitátem réprobans, quaecúmque recta sunt líbera exérceat caritáte. Per Dóminum.

Memoria de santa María Magdalena de P.:
25 de mayo
Santa María Magdalena de Pazzi, virgen

Oración colecta propia, el resto de la feria de Pascua.

Monición de entrada
Conmemoramos en esta celebración a santa María Magdalena de Pazzi, religiosa carmelita, que, en la ciudad de Florencia, llevó una vida de oración abnegadamente escondida en Cristo, rezando con empeño por la reforma de la Iglesia. Distinguida por Dios con muchos dones, dirigió de un modo excelente a sus hermanas hacia la perfección. Entregó su alma a Dios el año 1607.

Oración colecta
Oh, Dios, amante de la virginidad, que has enriquecido con gracias celestiales a santa María Magdalena de Pazzi, virgen, abrasada en tu amor, concede, a cuantos hoy la veneramos, imitar los ejemplos de su pureza y caridad. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, virginitátis amátor, qui beátam Maríam Magdalénam vírginem, tuo amóre succénsam, donis caeléstibus decorásti, da ut, quam hódie venerámur, eius puritátis caritatísque imitémur exémpla. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la VI semana de Pascua (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Hch 17, 15. 22-18, 1
Eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron con el encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen con él cuánto antes. Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo:
«Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos. Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: “Al Dios desconocido”».
Pues eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo. “El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene”, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas, ni lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo.
De uno solo creó el género humano para que habitara la tierra entera, determinando fijamente los tiempos y las fronteras de los lugares que habían de habitar, con el fin de que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo han dicho incluso algunos de vuestros poetas: “Somos estirpe suya”.
Por tanto, si somos estirpe de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Así pues, pasando por alto aquellos tiempos de ignorancia, Dios anuncia ahora en todas partes a todos los humanos que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos».
Al oír «resurrección de entre los muertos», unos lo tomaban a broma, otros dijeron:
«De esto te oiremos hablar en otra ocasión».
Así salió Pablo de en medio de ellos. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más con ellos.
Después de esto, dejó Atenas y se fue a Corinto.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 148,1bc-2. 11-12. 13. 14 (R.: cf. Is 6, 3c)
R. 
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Pleni sunt cæli et terra glória tua.
O bien: Aleluya.

V. Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.
R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Pleni sunt cæli et terra glória tua.

V. Reyes del orbe y todos los pueblos,
príncipes y jueces del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños.
R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Pleni sunt cæli et terra glória tua.

V. Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra.
R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Pleni sunt cæli et terra glória tua.

V. Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Pleni sunt cæli et terra glória tua.

Aleluya Jn 14, 16
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros. R.
Rogábo Patrem, et álium Paráclitum dabit vobis, ut máneat vobíscum in ætérnum.

EVANGELIO Jn 16, 12-15
El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquellos días, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Ángelus 22-mayo-2016
El Espíritu nos conduce a entender muchas cosas que Jesús mismo tiene aún que decir (cf. Jn 16, 12). No se trata de doctrinas nuevas y especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo oyó del Padre y dio a conocer a los discípulos (cf. v. 15). El Espíritu nos guía por nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente radicados en el Evangelio y también con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres.

Oración de los fieles
Invoquemos a Dios Padre. que, por la resurrección de Cristo de entre los muertos, nos ha abierto el camino de la vida eterna.
- Para que el Espíritu de la verdad asista a los pastores de la Iglesia, maestros en la fe, y a los que tienen el carisma de la profecía y la exhortación. Roguemos al Señor.
- Para que el Espíritu asista también a todos aquellos que alumbran caminos nuevos para la humanidad. Roguemos al Señor.
- Para que el Espíritu ilumine y sostenga a todos los gobernantes en la búsqueda de la justicia y de la paz. Roguemos al Señor.
- Para que el Espíritu nos descubra la Palabra y la presencia de Dios en el acontecer de cada día. Roguemos al Señor.
Te suplicamos, Señor, Dios nuestro, que tu Hijo cumpla la promesa de enviarnos el Espíritu Santo consolador, que nos empuje a abandonar nuestra vida de pecado y a vivir desde ahora la novedad de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Oh, Dios, que nos haces partícipes de tu única y suprema divinidad por el admirable intercambio de este sacrificio, concédenos alcanzar en una vida santa la realidad que hemos conocido en ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Deus, qui nos, per huius sacrifícii veneránda commércia, uníus summaeque divinitátis partícipes effecísti, praesta, quaesumus, ut, sicut tuam cognóvimus veritátem, sic eam dignis móribus assequámur. Per Christum.

PREFACIO PASCUAL I
EL MISTERIO PASCUAL
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca exaltarte en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni témpore confitéri, sed in hoc potíssimum gloriósus praedicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus.
Ipse enim verus est Agnus qui ábstulit peccáta mundi. Qui mortem nostram moriéndo destrúxit, et vitam resurgéndo reparávit.
Quaprópter, profúsis paschálibus gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et supérnae virtútes atque angélicae potestátes hymnum glóriae tuae cóncinunt, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo…

PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO

Antífona de comunión Cf. Jn 15, 16. 19
Dice el Señor: «Yo os he escogido sacándoos del mundo y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca». Aleluya.
Dicit Dóminus: Ego elégi vos de mundo et pósui vos ut eátis, et fructum afferátis, et fructus vester máneat, allelúia.

Oración después de la comunión
Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pópulo tuo, quaesumus, Dómine, adésto propítius, et, quem mystériis caeléstibus imbuísti, fac ad novitátem vitae de vetustáte transíre. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 26 de mayo
M
emoria de san Felipe Neri, presbítero, que, consagrándose a la labor de salvar a los jóvenes del maligno, fundó el Oratorio en Roma, en el cual se practicaban constantemente las lecturas espirituales, el canto y las obras de caridad. Resplandeció por el amor al prójimo, la sencillez evangélica, su espíritu de alegría, el sumo celo y el servicio ferviente de Dios. (1595)
2. También en Roma, san Eleuterio, papa, a quien los famosos mártires de Lyon, en aquel tiempo detenidos en prisión, escribieron una célebre carta sobre el mantenimiento de la paz en la Iglesia. (189)
3. Igualmente en Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva, san Simetrio, mártir. (s. inc.)
4. En Todi, ciudad de Umbría, región de la actual Italia, santa Felicísima, mártir. (c. s. III/IV)
5. En el territorio de Auxerre, en la Galia, hoy Francia, martirio de san Prisco y sus compañeros. (s. inc.)
6. En Cantorbery, en Inglaterra, sepultura de san Agustín, obispo, cuya memoria se celebra mañana (604/605)
7. En el territorio de Lyon, en la Galia, actual Francia, martirio de san Desiderio, obispo de Vienne, que primero fue enviado al exilio por la reina Brunequilda, a la que había recriminado sus relaciones incestuosas y otras depravaciones, y más tarde coronado con el martirio por lapidación, por mandato de la misma reina. (c. 606)
8*. En el monasterio de Saint-Papoul, de nuevo en la Galia, san Berengario, monje. (1093)
9*. En Vence, en la región también francesa de Provenza, san Lamberto, obispo, antes monje de Lérins, que cuidó de los necesitados y fue amante de la pobreza. (1154)
10*. En Siena, ciudad de Toscana, beato Francisco Patrizi, presbítero de la Orden de los Siervos de María, que con admirable celo se entregó a la predicación, a la dirección espiritual y al ministerio de la penitencia. (1328)
11*. En Pistoya, también en Toscana, beato Andrés Franchi, obispo, quien, después de la peste negra, como prior de la Orden de Predicadores reformó la vida regular en los conventos de esta región, y aprobó en su ciudad las cofradías de penitentes, para favorecer la paz y la misericordia. (1401)
12. En Quito, en Ecuador, santa Mariana de Jesús de Paredes, virgen, que en la Tercera Orden Regular de San Francisco consagró su vida a Cristo, empleando sus energías en ayudar a los indígenas pobres y a los negros. (1645)
13. En Fuzhou, en la provincia china de Fujian, san Pedro Sans y Jordá, obispo de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, detenido junto con otros sacerdotes y llevado preso hasta el tribunal a través de un largo recorrido, se arrodilló en el lugar del suplicio y, terminada su oración, ofreció de buen grado su cuello al hacha. (1747)
14. En Seúl, en Corea, san José Chang Song-jib, mártir, que, farmacéutico de oficio, que, arrestado por haberse convertido al cristianismo, fue llevado a la cárcel, donde murió sometido a atroces tormentos. (1839)
15. En la ciudad de Dong Hoi, en Annam, actual Vietnam, santos mártires Juan Doàn Trinh Hoan, presbítero, y Mateo Nguyen Van Phuong, padre de familia y catequista. Este último hospedaba a su compañero sacerdote, y a la vez ambos fueron torturados y decapitados cruelmente por su fe, en tiempo del emperador Tu Duc. (1861)
16. En el lugar de Munyonyo, en Uganda, san Andrés Kaggwa, mártir, jefe de los timbaleros del rey Mwanga y familiar suyo, que, apenas convertido a Cristo, enseñó la doctrina del Evangelio a los paganos y a los catecúmenos, por lo cual fue cruelmente asesinado. (1886)
17. En la aldea de Ttaka Jiunge, también en Uganda, san Ponciano Ngondwe, mártir, que, ministro del rey, recibió el bautismo cuando arreciaba la persecución y, encarcelado de inmediato, pereció traspasado con una lanza por el verdugo mientras era conducido al lugar del suplicio. (1886)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No publico comentarios anónimos.