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jueves, 14 de abril de 2022

Jueves 19 mayo 2022, Jueves de la V semana de Pascua, feria.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL "PASTORES GREGIS"
DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Oración y Liturgia de las Horas

17. Un segundo medio indicado por los Padres sinodales es la oración, especialmente la que se dirige al Señor con el rezo de la Liturgia de las Horas, que es siempre y específicamente oración de la comunidad cristiana en nombre de Cristo y bajo la guía del Espíritu.

La oración es en sí misma un deber particular para el Obispo, como lo es para cuantos «han recibido el don de la vocación a una vida de especial consagración [...]: por su naturaleza, la consagración les hace más disponibles para la experiencia contemplativa» [75]. El Obispo no puede olvidar que es sucesor de aquellos Apóstoles que fueron instituidos por Cristo ante todo «para que estuvieran con él» (Mc 3, 14) y que, al comienzo de su misión, hicieron una declaración solemne, que es todo un programa de vida: «nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra» (Hch 6, 4). Así pues, el Obispo sólo llegará a ser maestro de oración para los fieles si tiene experiencia propia de diálogo personal con Dios. Debe poder dirigirse a Dios en cada momento con las palabras del Salmista: «Yo espero en tu palabra» (Sal 119, 114). Precisamente en la oración podrá obtener la esperanza con la cual debe contagiar en cierto modo a los fieles. En efecto, en la oración se manifiesta y se alimenta de manera privilegiada la esperanza, pues, según una expresión de santo Tomás de Aquino, es la «intérprete de la esperanza» [76].

La oración personal del Obispo ha de ser especialmente una plegaria típicamente «apostólica», es decir, elevada al Padre como intercesión por todas las necesidades del pueblo que le ha sido confiado. En el Pontifical Romano, éste es el último compromiso que asume el elegido al episcopado antes de la imposición de la manos: «¿Perseverarás en la oración a Dios Padre Todopoderoso y ejercerás el sumo sacerdocio con toda fidelidad?» [77]. El Obispo ora muy en particular por la santidad de sus sacerdotes, por las vocaciones al ministerio ordenado y a la vida consagrada y para que en la Iglesia sea cada vez más ardiente la entrega misionera y apostólica.

Por lo que se refiere a la Liturgia de las Horas, destinada a consagrar y orientar toda la jornada mediante la alabanza de Dios, ¿cómo no recordar las magníficas palabras del Concilio?: «Cuando los sacerdotes y los que han sido destinados a esta tarea por la Iglesia, o los fieles juntamente con el sacerdote, oran en la forma establecida, entonces realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su mismo cuerpo, al Padre. Por eso, todos los que ejercen esta función no sólo cumplen el oficio de la Iglesia, sino que también participan del sumo honor de la Esposa de Cristo, porque, al alabar a Dios, están ante su trono en nombre de la Madre Iglesia» [78]. Escribiendo sobre el rezo del Oficio Divino, mi predecesor Pablo VI decía que es «oración de la Iglesia local», en la cual se manifiesta «la verdadera naturaleza de la Iglesia orante» [79]. En la consecratio temporis, que hace la Liturgia de las Horas, se realiza esa laus perennis que anticipa y prefigura la Liturgia celeste, vínculo de unión con los ángeles y los santos que glorifican por siempre el nombre de Dios. Así pues, el Obispo, cuanto más se imbuye del dinamismo escatológico de la oración del salterio, tanto más se manifiesta y realiza como hombre de esperanza. En los Salmos resuena la Vox sponsae que invoca al Esposo.

Cada Obispo, pues, ora con su pueblo y por su pueblo. A su vez, es edificado y ayudado por la oración de sus fieles, sacerdotes, diáconos, personas de vida consagrada y laicos de toda edad. Para ellos es educador y promotor de la oración. No solamente transmite lo que ha contemplado, sino que abre a los cristianos el camino mismo de la contemplación. De este modo, el conocido lema contemplata aliis tradere se convierte así en contemplationem aliis tradere.

La vía de los consejos evangélicos y de las bienaventuranzas

18. El Señor propone a todos sus discípulos, pero de modo particular a quienes ya durante esta vida quieren seguirlo más de cerca, como los Apóstoles, la vía de los consejos evangélicos. Éstos, además de ser un don de la Trinidad a la Iglesia, son un reflejo de la vida trinitaria en el creyente [80]. Lo son de manera especial en el Obispo que, como sucesor de los Apóstoles, está llamado a seguir a Cristo por la vía de la perfección de la caridad. Por esto él es consagrado como es consagrado Jesús. Su vida es dependencia radical de Él y total transparencia suya ante la Iglesia y el mundo. En la vida del Obispo debe resplandecer la vida de Jesús y, por tanto, su obediencia al Padre hasta la muerte y muerte de cruz (cf. Flp 2, 8), su amor casto y virginal, su pobreza que es libertad absoluta ante los bienes terrenos.

De este modo, los Obispos pueden guiar con su ejemplo no sólo a los que en la Iglesia han sido llamados a seguir a Cristo en la vida consagrada, sino también a los presbíteros, a los cuales se les propone también el radicalismo de la santidad según el espíritu de los consejos evangélicos. Dicho radicalismo, por lo demás, concierne a todos los fieles, incluso a los laicos, puesto que «es una exigencia fundamental e irrenunciable, que brota de la llamada de Cristo a seguirlo e imitarlo, en virtud de la íntima comunión de vida con Él, realizada por el Espíritu» [81].En definitiva, en el rostro del Obispo los fieles han de contemplar las cualidades que son don de la gracia y que, en las Bienaventuranzas, son como un autorretrato de Cristo: el rostro de la pobreza, de la mansedumbre y de la pasión por la justicia; el rostro misericordioso del Padre y del hombre pacífico y pacificador; el rostro de la pureza de quien pone su atención constante y únicamente en Dios. Los fieles han de poder ver también en su Obispo el rostro de quien vive la compasión de Jesús con los afligidos y, a veces, como ha ocurrido en la historia y ocurre también hoy, el rostro lleno de fortaleza y gozo interior de quien es perseguido a causa de la verdad del Evangelio.

[75] Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 34: AAS 93 (2001), 290.
[76] S. Th.II-II, q. 17, a. 2.
[77] Ordenación episcopal: examen.
[78] Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, 84-85.
[79] Const. ap. Laudis canticum (1 noviembre 1970): AAS 63 (1971), 532.
[80] Cf. Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata (25 marzo 1996), 20-21: AAS 88 (1996), 393-395.
[81] Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo vobis (25 marzo 1992), 27: AAS 84 (1992), 701.


CALENDARIO

19 JUEVES DE LA V SEMANA DE PASCUA, feria

Misa
de feria (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Pasc.
LECC.: vol. II.
- Hch 15, 7-21.
A mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios.
- Sal 95. R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
- Jn 15, 9-11. Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 20 de mayo, pág. 318.
CALENDARIOS: Dominicas de la Anunciata: San Francisco Coll y Guitart, presbítero (F). Vic y Dominicos: (MO).
Tarazona: Beato Juan Lorenzo, mártir (MO).
Agustinos: Beatos Clemente de Ósimo y Agustín de Tarano, presbíteros (MO).
OFM Cap.: San Crispín de Viterbo, religioso (MO).
Bilbao y Tarragona: San Juan I, papa y mártir (ML).
Córdoba: Santa Rafaela María del Sagrado Corazón, virgen (ML).
Valencia: Beatos Juan de Cetina y Pedro de Dueñas, mártires (ML).
Benedictinos: San Celestino V, papa (ML).
HH. de las Escuelas Cristianas: Beato Rafael Luis Rafiringa, religioso (ML).

TEXTOS MISA

TEXTOS MISA

Jueves de la V semana de Pascua.

Antífona de entrada Cf. Ex 15, 1-2
Cantemos al Señor; gloriosa es su victoria. Mi fuerza y mi alabanza es el Señor, él fue mi salvación. Aleluya.
Cantémus Dómino: glorióse enim magnificátus est. Fortitúdo mea et laus mea Dóminus, et factus est mihi in salútem, allelúia.

Oración colecta
Oh, Dios, que, por tu gracia, nos has hecho pasar de pecadores a justos y de infelices a dichosos, hazte presente con tus obras y dones, para que no nos falte la fuerza de la perseverancia a quienes hemos sido justificados por la fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, cuius grátia iusti ex ímpiis et beáti effícimur ex míseris, adésto opéribus tuis, adésto munéribus, ut quibus inest fídei iustificátio non desit perseverántiae fortitúdo. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Jueves de la V semana de Pascua (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Hch 15, 7-21
A mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, después de una larga discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros:
«Hermanos, vosotros sabéis que, desde los primeros días, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca la palabra del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, ha dado testimonio a favor de ellos dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús».
Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra y dijo:
«Escuchadme, hermanos: Simón ha contado cómo Dios por primera vez se ha dignado escoger para su nombre un pueblo de entre los gentiles. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
“Después de esto volveré
y levantaré de nuevo la choza caída de David;
levantaré sus ruinas y la pondré en pie,
para que los demás hombres busquen al Señor,
y todos los gentiles sobre los que ha sido invocado mi nombre:
lo dice el Señor, el que hace que esto sea conocido desde antiguo”.
Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que se abstengan de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes lo predican, ya que es leído cada sábado en las sinagogas».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

V. Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

V. Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aleluya Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco, y ellas me siguen. R.
Oves meæ vocem meam áudiunt, dicit Dóminus; et ego cognósco eas, et sequúntur me.

EVANGELIO Jn 15, 9-11
Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Papa Francisco, Homilía 17 abril 2014
Ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría. La alegría sacerdotal tiene su fuente en el Amor del Padre, y el Señor desea que la alegría de este Amor "esté en nosotros" y "sea plena" (Jn 15, 11). Me gusta pensar la alegría contemplando a Nuestra Señora: María, la "madre del Evangelio viviente, es manantial de alegría para los pequeños" (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 288), y creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres. El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza, el más inútil siervo si Jesús no lo llama amigo, el más necio de los hombres si Jesús no lo instruye pacientemente como a Pedro, el más indefenso de los cristianos si el Buen Pastor no lo fortalece en medio del rebaño. Nadie más pequeño que un sacerdote dejado a sus propias fuerzas; por eso nuestra oración protectora contra toda insidia del Maligno es la oración de nuestra Madre: soy sacerdote porque Él miró con bondad mi pequeñez (cf. Lc 1, 48). Y desde esa pequeñez asumimos nuestra alegría. ¡Alegría en nuestra pequeñez!

Oración de los fieles
Invoquemos a Dios Padre, que por la resurrección de Cristo nos ha hecho pasar con él de la muerte a la vida.
- Por la Iglesia, llamada a ser comunidad de amor, para que sea lugar de acogida para todos los hombres sin ningún tipo de fronteras. Roguemos al Señor
- Por todos los enfermos, para que el Señor los levante y los consuele, y los libre de sus sufrimientos. Roguemos al Señor.
- Por los que aman a su prójimo desinteresadamente con obras y de verdad, para que sean sostenidos y fortalecidos en su entrega. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que permanezcamos fieles en el amor de Cristo Jesús que nos salva. Roguemos al Señor.
Padre Santo, escucha nuestra oración y haz que la alegría de Cristo llegue en nosotros a su plenitud. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor

Oración sobre las ofrendas
Oh, Dios, que nos haces partícipes de tu única y suprema divinidad por el admirable intercambio de este sacrificio, concédenos alcanzar en una vida santa la realidad que hemos conocido en ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Deus, qui nos, per huius sacrifícii veneránda commércia, uníus summaeque divinitátis partícipes effecísti, praesta, quaesumus, ut, sicut tuam cognóvimus veritátem, sic eam dignis móribus assequámur. Per Christum.

PREFACIO PASCUAL V
CRISTO, SACERDOTE Y VÍCTIMA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca exaltarte en este tiempo glorioso en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él, con la inmolación de su cuerpo en la cruz, dio pleno cumplimiento a lo que anunciaban los antiguos sacrificios y, ofreciéndose a sí mismo por nuestra salvación, se manifestó, a la vez, como sacerdote, altar y víctima.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni témpore confitéri, sed in hoc potíssimum gloriósius praedicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus.
Qui, oblatióne córporis sui, antíqua sacrifícia in crucis veritáte perfécit, et, seípsum tibi pro nostra salúte comméndans, idem sacérdos, altáre et agnus exhíbuit.
Quaprópter, profúsis paschálibus gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et supérnae virtútes atque angélicae potestátes hymnum glóriae tuae cóncinunt, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión 2 Cor 5, 15
Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Aleluya.
Pro ómnibus mórtuus est Christus, ut et qui vivunt iam non sibi vivant, sed ei qui pro ipsis mórtuus est et resurréxit, allelúia.

Oración después de la comunión
Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pópulo tuo, quaesumus, Dómine, adésto propítius, et, quem mystériis caeléstibus imbuísti, fac ad novitátem vitae de vetustáte transíre. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 20 de mayo
San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que con la palabra y el ejemplo fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que sucedió en L’Aquila, lugar de la región italiana de los Abruzos. (1444)
2. Conmemoración de santa Lidia de Tiatira, que, tratante en púrpura, en Filipos, en Macedonia, hoy Grecia, fue la primera que creyó en el Evangelio al escuchar la predicación del apóstol san Pablo. (s. I)
3. En Ostia Tiberina, en la actual región italiana del Lazio, santa Áurea, mártir. (s. in.)
4. En Nimes, en la Galia Narbonense, Francia en la actualidad, san Baudilio, mártir(s. in.)
5. En Egea, lugar de Cilicia, actual Ayaº en Turquía, san Talaleo, mártir(s. III)
6*. En Cagliari, en la región italiana de Cerdeña, san Lucífero, obispo, el cual, valiente defensor de la fe nicena, sufrió muchas persecuciones por parte del emperador Constancio, y fue enviado al exilio. Vuelto finalmente a su sede, murió como confesor de Cristo. (370)
7*. En Toulouse, en la Galia Narbonense, hoy Francia, san Hilario, obispo, que levantó una pequeña basílica de madera sobre el sepulcro de san Saturnino, su predecesor. (c. 400)
8. En Bourges, población de Aquitania, también en la Francia actual, san Austregisilo, obispo, que se mostró como ministro de caridad, sobre todo entre los pobres, los huérfanos, los enfermos y los condenados a muerte. (c. 624)
9. En Brescia, ciudad de Lombardía, en Italia, san Anastasio, obispo. (s. VII)
10. En Pavía, también en la misma región de Lombardía, san Teodoro, obispo, que padeció el exilio durante la terrible guerra entre francos y longobardos. (c. 785)
11*. En Castagneto, lugar de Toscana, de nuevo en Italia, beato Guido de Gherardesca, ermitaño. (c. 1134)
12*. En Perugia, en la región también italiana de Umbría, beata Columba (Ángela), virgen de la Orden de Penitencia de Santo Domingo, que se afanó en pacificar de la ciudad, que estaba dividida en facciones. (1501)
13*. En Seúl, ciudad de Corea, san Protasio Chong Kuk-bo, mártir, que volvió de nuevo a la fe cristiana que había abandonado anteriormente y la profesó hasta la muerte en la cárcel, en medio de crueles torturas. (1839)
14*. En el pueblo de Botticino Sera, cerca de Brescia, en Italia, beato Arcángel Tadini, presbítero, que trabajó con empeño por los derechos y la dignidad de los obreros, y fundó la Congregación de Religiosas Obreras de la santa Casa de Nazaret, dedicada de modo particular a la justicia social. (1912)
15*. En Milán, en la región de Lombardía, de nuevo en Italia, beato Luis Talamoni, ejerció su ministerio con extraordinaria dedicación y con una eficaz participación en las dificultades de la sociedad de su tiempo; fundó también la Congregación de Hermanas de la Misericordia de San Gerardo. (1926)- Beata - - Josefa Hendrina Stenmanns (Stevl, Holanda 1852-1903). Religiosa y cofundadora de la Congregación de las Siervas del Espíritu Santo.
- Beata María Crescencia Pérez (1897- Vallenar, Chile 1932). Religiosa de la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto. († 1932)

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