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miércoles, 27 de abril de 2022

Miércoles 1 junio 2022, San Justino, mártir, memoria obligatoria.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL "PASTORES GREGIS"
DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Estilo pastoral de gobierno y comunión diocesana


44. La comunión eclesial vivida llevará al Obispo a un estilo pastoral cada vez más abierto a la colaboración de todos. Hay una cierta interrelación entre lo que el Obispo debe decidir bajo su responsabilidad personal para el bien de la Iglesia confiada a sus cuidados y la aportación que los fieles pueden ofrecerle a través de los órganos consultivos, como el sínodo diocesano, el consejo presbiteral, el consejo episcopal y el consejo pastoral [170].

Los Padres sinodales se refirieron a esta modalidad de ejercer el gobierno episcopal mediante la cual se organiza la actividad pastoral en la diócesis [171]. En efecto, la Iglesia particular hace referencia no sólo al triple oficio episcopal (munus episcopale), sino también a la triple función profética, sacerdotal y real de todo el Pueblo de Dios.

En virtud del Bautismo todos los fieles participan, del modo que les es propio, del triple munus de Cristo. Por su igualdad real en la dignidad y en el actuar están llamados a cooperar en la edificación del Cuerpo de Cristo y, por tanto, a realizar la misión que Dios ha confiado a la Iglesia en el mundo, cada uno según su propia condición y sus propios cometidos [172].

Cualquier forma de diferenciación entre los fieles, basada en los diversos carismas, funciones o ministerios, está ordenada al servicio de los otros miembros del Pueblo de Dios. La diferenciación ontológica y funcional que sitúa al Obispo «ante» los demás fieles, sobre la base de la plenitud del sacramento del Orden que ha recibido, consiste en ser para los otros fieles, que no lo desarraiga de su ser con ellos.

La Iglesia es una comunión orgánica que se realiza coordinando los diversos carismas, ministerios y servicios para la consecución del fin común que es la salvación. El Obispo es responsable de lograr esta unidad en la diversidad, favoreciendo, como se dijo en la Asamblea sinodal, la sinergia de los diferentes agentes, de tal modo que sea posible recorrer juntos el camino común de fe y misión [173].

Una vez dicho esto, es necesario añadir que el ministerio del Obispo en modo alguno se puede reducir al de un simple moderador. Por su naturaleza, el munus episcopale implica un claro e inequívoco derecho y deber de gobierno, que incluye también el aspecto jurisdiccional. Los Pastores son testigos públicos y su potestas testandi fidem alcanza su plenitud en la potestas iudicandi: el Obispo no sólo está llamado a testimoniar la fe, sino también a examinarla y disciplinar sus manifestaciones en los creyentes confiados a su cuidado pastoral. Al cumplir este cometido, hará todo lo posible para suscitar el consenso de sus fieles, pero al final debe saber asumir la responsabilidad de las decisiones que, en su conciencia de pastor, vea necesarias, preocupado sobre todo del juicio futuro de Dios.

La comunión eclesial en su organicidad requiere la responsabilidad personal del Obispo, pero supone también la participación de todas las categorías de fieles, en cuanto corresponsables del bien de la Iglesia particular, de la cual ellos mismos forman parte. Lo que garantiza la autenticidad de esta comunión orgánica es la acción del Espíritu, que actúa tanto en la responsabilidad personal del Obispo como en la participación de los fieles en ella. En efecto, es el Espíritu quien, dando origen tanto a la igualdad bautismal de todos los fieles como a la diversidad carismática y ministerial de cada uno, es capaz de realizar eficazmente la comunión. En base a estos principios se regulan los Sínodos diocesanos, cuyos aspectos canónicos, establecidos por los cc. 460-468 del Código de Derecho Canónico, han sido precisados por la instrucción interdicasterial del 19 de marzo de 1997 [174]. Al sentido de estas normas han de atenerse también las demás asambleas diocesanas, que ha de presidir el Obispo sin abdicar nunca de su responsabilidad específica.

Si en el Bautismo todo cristiano recibe el amor de Dios por la efusión del Espíritu Santo, el Obispo –recordó oportunamente la Asamblea sinodal– recibe en su corazón la caridad pastoral de Cristo por el sacramento del Orden. Esta caridad pastoral tiene como finalidad crear comunión [175]. Antes de concretar este amor-comunión en líneas de acción, el Obispo ha de hacerlo presente en su propio corazón y en el corazón de la Iglesia mediante una vida auténticamente espiritual.

Puesto que la comunión expresa la esencia de la Iglesia, es normal que la espiritualidad de comunión tienda a manifestarse tanto en el ámbito personal como comunitario, suscitando siempre nuevas formas de participación y corresponsabilidad en las diversas categorías de fieles. Por tanto, el Obispo debe esforzarse en suscitar en su Iglesia particular estructuras de comunión y participación que permitan escuchar al Espíritu que habla y vive en los fieles, para impulsarlos a poner en práctica lo que el mismo Espíritu sugiere para el auténtico bien de la Iglesia.

Estructuras de la Iglesia particular

45. Muchas intervenciones de los Padres sinodales se refirieron a varios aspectos y momentos de la vida de la diócesis. Así, se prestó la debida atención a la Curia diocesana como estructura de la cual se sirve el Obispo para expresar la propia caridad pastoral en sus diversos aspectos [176]. Se volvió a subrayar la conveniencia de que la administración económica de la diócesis se confíe a personas que, además de honestas, sean competentes, de manera que sea ejemplo de trasparencia para las demás instituciones eclesiásticas análogas. Si en la diócesis se vive una espiritualidad de comunión se prestará una atención privilegiada a las parroquias y comunidades más pobres, haciendo además lo posible para destinar parte de las disponibilidades económicas para las Iglesias más indigentes, especialmente en tierras de misión y migración [177].

No obstante, lo que más centró la atención de los Padres sinodales fue la parroquia, recordando que el Obispo es responsable de esta comunidad, eminente entre todas las demás en la diócesis. Por tanto, debe cuidarse sobre todo de ella [178]. En efecto –como muchos dijeron–, la parroquia sigue siendo el núcleo fundamental en la vida cotidiana de la diócesis.

La visita pastoral

46. Precisamente en esta perspectiva resalta la importancia de la visita pastoral, auténtico tiempo de gracia y momento especial, más aún, único, para el encuentro y diálogo del Obispo con los fieles [179]. El Obispo Bartolomeu dos Mártires, que yo mismo beatifiqué a los pocos días de concluir el Sínodo, en su obra clásica Stimulus Pastorum, muy estimada también por san Carlos Borromeo, define la visita pastoral quasi anima episcopalis regiminis y la describe elocuentemente como una expansión de la presencia espiritual del Obispo entre sus fieles [180].En su visita pastoral a la parroquia, dejando a otros delegados el examen de las cuestiones de tipo administrativo, el Obispo ha de dar prioridad al encuentro con las personas, empezando por el párroco y los demás sacerdotes. Es el momento en que ejerce más cerca de su pueblo el ministerio de la palabra, la santificación y la guía pastoral, en contacto más directo con las angustias y las preocupaciones, las alegrías y las expectativas de la gente, con la posibilidad de exhortar a todos a la esperanza. En esta ocasión, el Obispo tiene sobre todo un contacto directo con las personas más pobres, los ancianos y los enfermos. Realizada así, la visita pastoral muestra lo que es, un signo de la presencia del Señor que visita a su pueblo en la paz.

[170] Cf. Código de Derecho Canónico, cc. 204 § 1; 208; 212 §§ 2,3; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, cc 7 § 1; 11; 15 §§ 2,3.
[171] Cf. Propositio 35.
[172] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 32; Código de Derecho Canónico, cc. 204 § 1; 208.
[173] Cf. Propositio 35.
[174] Cf. AAS 89 (1997), 706-727. Una consideración análoga se debe hacer respecto a las Asambleas eparchiales, de las que tratan los cc. 235-242 del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales.
[175] Cf. Propositio 35.
[176] Cf. Propositio 36.
[177] Cf. Propositio 39.
[178] Cf. Propositio 37.
[179] Cf. ibíd.
[180] Cf. Romae 1572, p. 52 v.


CALENDARIO

MES DE JUNIO 

1 MIÉRCOLES. SAN JUSTINO, mártir, memoria obligatoria

Misa
de la memoria (rojo).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Pasc., de la Ascensión, después de la Ascensión o de la memoria.
LECC.: vol. II.
- Hch 20, 28-38.
Os encomiendo a Dios, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia.
- Sal 67. R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
- Jn 17, 11b-19. Que sean uno, como nosotros.
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de la memoria.

Martirologio: elogs. del 2 de junio, pág. 344.
CALENDARIOS: Rogacionistas e Hijas del Divino Celo: San Aníbal, presbítero (S).
Ciudad Real: Beato Fernando de Ayala, presbítero y mártir (MO). 
Tarazona: San Íñigo, abad (MO).
Clérigos Regulares de Somasca: Beato Giovanni B. Scalabrini (ML).
Burgos: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Francisco Gil Hellín, arzobispo, emérito (1996).

TEXTOS MISA

1 de junio
San Justino, mártir
Memoria

Antífona de entrada Cf. Sal 118, 85. 46
Los insolentes me contaron falsedades ignorando tu ley; pero yo comentaré tus preceptos ante los reyes y no me avergonzaré. Aleluya.
Narravérunt mihi iníqui fabulatiónes, sed non ut lex tua: ego autem loquébar de testimóniis tuis in conspéctu regum, et non confundébar. Allelúia

Monición de entrada
Celebramos hoy la memoria del mártir san Justino, que nació en el seno de una familia pagana en Flavia Neápolis (actual Nablus) en Samaria, a comienzos del siglo II. Como filósofo que era, buscó la auténtica sabiduría, que encontró en la verdad de Cristo y la confirmó con su comportamiento, enseñando lo que afirmaba y defendiéndola con sus escritos. Al presentar al emperador Marco Aurelio, en Roma, su Apología en favor de la religión cristiana, fue conducido al prefecto Rústico, ante quien se declaró cristiano, siendo condenado a la pena capital, hacia el año 165

Oración colecta
Oh, Dios, que por medio de la locura de la cruz enseñaste de modo admirable la incomparable sabiduría de Jesucristo al mártir san Justino, concédenos, por su intercesión, alejados los errores que nos cercan, conseguir la firmeza de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui per stultítiam crucis eminéntem Iesu Christi sciéntiam beátum Iustínum mártyrem mirabíliter docuísti, eius nobis intercessióne concéde, ut, errórum circumventióne depúlsa, fídei firmitátem consequámur. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la VII semana de Pascua (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Hch 20, 28-38
Os recomiendo a Dios, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, dijo Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso:
«Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.
Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados. De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más dicha en dar que en recibir”».
Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos. Entonces todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba de lo que había dicho era que, no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta la nave.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 67, 29-30. 33-35a. 35bc y 36d (R.: 33a)
R. 
Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Regna terræ, cantáte Deo.
O bien: Aleluya.

V. Oh, Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh, Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo.
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Regna terræ, cantáte Deo.

V. Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor, tocad para Dios,
que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos;
que lanza su voz, su voz poderosa.
«Reconoced el poder de Dios».
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Regna terræ, cantáte Deo.

V. Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes.
¡Dios sea bendito!
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Regna terræ, cantáte Deo.

Aleluya Cf. Jn 17, 17b.a
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Tu palabra, Señor, es verdad; santifícanos en la verdad. R.
Sermo tuus, Dómine, véritas est; sanctífica nos in veritáte.

EVANGELIO Jn 17, 11b-19
Que sean uno, como nosotros
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Palabras pronunciadas en las Vísperas en La Habana (Cuba), 20-septiembre-2015
Cuando se acercaba su hora, Jesús rezó al Padre por sus discípulos, por los que estaban con Él y por los que vendrían (cf. Jn 17, 20). Nos hace bien pensar que en su hora crucial, Jesús pone en su oración la vida de los suyos, nuestra vida. Y le pide a su Padre que los mantenga en la unidad y en la alegría. Conocía bien Jesús el corazón de los suyos, conoce bien nuestro corazón. Por eso reza, pide al Padre para que no les gane una conciencia que tiende a aislarse, refugiarse en las propias certezas, seguridades, espacios; a desentenderse de la vida de los demás, instalándose en pequeñas «chacras» que rompen el rostro multiforme de la Iglesia. Situaciones que desembocan en tristeza individualista, en una tristeza que poco a poco va dejándole lugar al resentimiento, a la queja continua, a la monotonía; «ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu» (Evangelii gaudium, 2) a la que los invitó, a la que nos invitó. Por eso Jesús reza, pide para que la tristeza y el aislamiento no nos gane el corazón. Nosotros queremos hacer lo mismo, queremos unirnos a la oración de Jesús, a sus palabras para decir juntos: «Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre? para que estén completamente unidos, como tú y yo» (Jn 17, 11), «y su gozo sea completo» (Jn 17, 13).

Oración de los fieles
Oremos a Jesucristo, el Señor, haciendo nuestra su plegaria al Padre.
- Para que guarde a la Iglesia de todo mal. Roguemos al Señor.
- Para que suscite en los gobernantes de las naciones deseos y proyectos de progreso y de paz. Roguemos al Señor.
- Para que ayude y ampare a los que sufren persecución por su compromiso en causas justas. Roguemos al Señor.
- Para que nosotros, como fieles discípulos de Cristo, realicemos Y vivamos la verdad en la caridad. Roguemos al Señor.
Señor Jesús, acoge las súplicas de tu Iglesia y envíale el Espíritu Santo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Concédenos, Señor, celebrar dignamente estos misterios que defendió san Justino con firme valentía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Concéde nobis, quaesumus, Dómine, haec digne frequentáre mystéria, quae beátus Iustínus strénua virtúte deféndit. Per Christum.

PREFACIO PARA DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN
EN LA ESPERA DE LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
En verdad es justo y necesario que todas las criaturas, en el cielo y en la tierra, se unan en tu alabanza, Dios todopoderoso y eterno, por Jesucristo, tu Hijo, Señor del universo.
El cual, habiendo entrado una vez para siempre en el santuario del cielo, ahora intercede por nosotros, como mediador que asegura la perenne efusión del Espíritu.
Pastor y obispo de nuestras almas, nos invita a la plegaria unánime, a ejemplo de María y los apóstoles, en la espera de un nuevo Pentecostés.
Por este misterio de santificación y de amor, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, santo Santo…


Antífona de comunión 1 Co 2, 2
Nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Aleluya.
Non iudicávi me scire áliquid inter vos, nisi Iesum Christum, et hunc crucifíxum. Alleluia.

Oración después de la comunión
Saciados con el alimento celestial, te suplicamos humildemente, Señor, que, siguiendo con fidelidad las enseñanzas del mártir san Justino, nos mantengamos en continua acción de gracias por los dones recibidos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Caelésti alimónia refécti, súpplices te, Dómine, deprecámur, ut, beáti Iustíni mártyris mónitis obsequéntes, de accéptis donis semper in gratiárum actióne maneámus. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 2 de junio
S
an Marcelino, 
presbítero, y san Pedro, exorcista, mártires, acerca de los cuales el papa san Dámaso cuenta que, en la persecución bajo Diocleciano, condenados a muerte y conducidos al lugar del suplicio, fueron obligados a cavar su propia tumba y después degollados y enterrados ocultamente, para que no quedase rastro suyo, pero más tarde, una piadosa mujer llamada Lucila trasladó sus santos restos a Roma, en la vía Labicana, dándoles digna sepultura en el cementerio ad Duas Lauros(c. 304)
2. En Lyon, en la Galia, hoy Francia, santos mártires Potino, obispo, y Blandina, y cuarenta y seis compañeros*, cuyo su valeroso y reiterado combate, que tuvo lugar en tiempo del emperador Marco Aurelio, está atestiguado en la carta que la Iglesia de Lyon envió a las Iglesias de Asia y Frigia. El obispo Potino, ya nonagenario, falleció al poco tiempo de ser encarcelado, y algunos otros también murieron en prisión, mientras que los restantes fueron expuestos como espectáculo en el anfiteatro, ante miles de personas, donde los que eran ciudadanos romanos perecieron decapitados y los demás entregados a las fieras. Por último, Blandina, reservada para un combate más cruel y prolongado, después de haber estado alentando a sus compañeros, les siguió a la gloria al ser también decapitada, tras padecer prolongadas y crueles torturas. (177)
*Estos son los nombres: Zacarías, presbítero, Vecio Epagato, Macario, Asclibíades, Silvio, Primo, Ulpio, Vital, Comino, Octubre, Filomeno, Gemino, Julia, Albina, Grata, Emilia, Potamia, Pompeya, Rodana, Biblis, Quarcia, Materna, Helpis; Santo, diácono; Maturo, neófito; Atalo de Pérgamo, Alexander de Frigia, Pontico, Justo, Aristeo, Cornelio, Zosimo, Tito, Julio, Zotico, Apolonio, Geminiano, otra Julia, Ausona, otra Emilia, Jamnica, otra Pompeya, Domna, Justa, Trófima y Antonia.
3. En Formia, en la región de Campania, en la Italia actual, san Erasmo, obispo y mártir(c. 303)
4. En Roma, en la basílica de San Pedro, san Eugenio I, papa, que sucedió a san Martín, mártir. (657)
5. En el Bósforo, en la Propóntide, hoy Turquía, muerte de san Nicéforo, obispo de Constantinopla, que, tenaz defensor de las tradiciones, se opuso con decisión al emperador iconoclasta León el Armenio, sosteniendo el culto de las sagradas imágenes. Expulsado de su sede, fue relegado largo tiempo en un monasterio, donde entregó su alma a Dios. (629)
6*. En Acqui, lugar del Piamonte, en Italia, san Guido, obispo(1070)
7*. En Trani, en la región de Apulia, de nuevo en Italia, san Nicolás, peregrino, que, natural de Grecia, recorría toda la región llevando un crucifijo en la mano y repitiendo incensantemente: «Señor, ten piedad». (1094)
8*. En Sandomierz, junto al río Vístula, en Polonia, beatos Sadoc, presbítero, y sus compañeros de la Orden de Predicadores, mártires, que, según la tradición, fueron víctimas de los tártaros mientras cantaban la Salve Regina, saludando al final de su existencia a la Madre de la Vida. (1260)
9. En la ciudad de Au Thi, en Tonkín, hoy Vietnam, santo Domingo Ninh, mártir, joven agricultor que, por no querer pisotear la cruz, fue decapitado en tiempo del emperador Tu Duc. (1862)
- Beatos Valeriu Traian Frenţiu (Sighetu Marmației 1952), Vasile Aftenie (Vacaresti, Bucarest 1950), Ioan Suciu (Sighetu Marmației 1953), Tit Liviu Chinezu (Sighetu Marmației 1955), Ioan Bălan (Sighetu Marmației 1959), Alexandru Rusu (Gherla 1963) e Iuliu Hossu (Bucarest 1970), obispos de la Iglesia greco-católica de Rumanía, y mártires (1950-1970) durante el régimen comunista.

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