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viernes, 15 de abril de 2022

Viernes 20 mayo 2022, Viernes de la semana de Pascua, feria o san Bernardino de Siena, presbítero, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL "PASTORES GREGIS"
DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

La virtud de la obediencia


19. Reflejando en sí mismo estos rasgos tan humanos de Jesús, el Obispo se convierte además en modelo y promotor de una espiritualidad de comunión, orientada con solícita atención a construir la Iglesia, de modo que todo, palabras y obras, se realice bajo el signo de la sumisión filial en Cristo y en el Espíritu al amoroso designio del Padre. Como maestro de santidad y ministro de la santificación de su pueblo, el Obispo está llamado a cumplir fielmente la voluntad del Padre. La obediencia del Obispo ha de ser vivida teniendo como modelo –y no podría ser de otro modo– la obediencia misma de Cristo, el cual dijo varias veces que había bajado del cielo no para hacer su voluntad, sino la de Quien la había enviado (cf. Jn 6, 38; 8, 29; Flp 2, 7-8).

Siguiendo las huellas de Cristo, el Obispo es obediente al Evangelio y a la Tradición de la Iglesia; sabe interpretar los signos de los tiempos y reconocer la voz del Espíritu Santo en el ministerio petrino y en la colegialidad episcopal. En la Exhortación apostólica Pastores dabo vobis puse de relieve el carácter apostólico, comunitario y pastoral de la obediencia presbiteral [82]. Como es obvio, estas características se encuentran de manera más intensa en la obediencia del Obispo. En efecto, la plenitud del sacramento del Orden que él ha recibido lo sitúa en una relación especial con el Sucesor de Pedro, con los miembros del Colegio episcopal y con su misma Iglesia particular. Debe sentirse comprometido a vivir intensamente estas relaciones con el Papa y con sus hermanos Obispos en un estrecho vínculo de unidad y colaboración, respondiendo de este modo al designio divino que ha querido unir inseparablemente a los Apóstoles en torno a Pedro. Esta comunión jerárquica del Obispo con el Sumo Pontífice refuerza, gracias al Orden recibido, su capacidad de hacer presente a Jesucristo, Cabeza invisible de toda la Iglesia.

Al aspecto apostólico de la obediencia ha de añadirse también el comunitario, ya que el episcopado es por su naturaleza «uno e indiviso» [83]. Gracias a este carácter comunitario, el Obispo está llamado a vivir su obediencia venciendo toda tentación de individualismo y haciéndose cargo, en el conjunto de la misión del Colegio episcopal, de la solicitud por el bien de toda la Iglesia.

Como modelo de escucha, el Obispo ha de estar también atento a comprender, por medio de la oración y el discernimiento, la voluntad de Dios a través de lo que el Espíritu dice a la Iglesia. Ejerciendo evangélicamente su autoridad, debe saber dialogar con sus colaboradores y con los fieles para hacer crecer eficazmente el entendimiento recíproco [84]. Esto le permitirá valorar pastoralmente la dignidad y responsabilidad de cada miembro del Pueblo de Dios, favoreciendo con equilibrio y serenidad el espíritu de iniciativa de cada uno. En efecto, se ha de ayudar a los fieles a progresar en una obediencia responsable que los haga activos a nivel pastoral [85]. A este respecto, es siempre actual la exhortación que san Ignacio de Antioquía dirigía a Policarpo: «Que no se haga nada sin tu consentimiento, pero tú no debes hacer nada sin el consentimiento de Dios» [86].

Espíritu y práctica de la pobreza en el Obispo

20. Los Padres sinodales, como signo de sintonía colegial, acogieron la invitación que hice en la Liturgia de apertura del Sínodo, para que la bienaventuranza evangélica de la pobreza fuese considerada como una de las condiciones necesarias, en la situación actual, para llevar a cabo un fecundo ministerio episcopal. También en esta ocasión, en la asamblea de los Obispos quedó como impresa la figura de Cristo el Señor, que «realizó la obra de la redención en la pobreza y en la persecución» e invita a la Iglesia, con sus pastores al frente, «a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación» [87].

Por tanto, el Obispo, que quiere ser auténtico testigo y ministro del evangelio de la esperanza, ha de ser vir pauper. Lo exige el testimonio que debe dar de Cristo pobre; lo exige también la solicitud de la Iglesia para con los pobres, por los cuales se debe hacer una opción preferencial. La opción del Obispo de vivir el propio ministerio en la pobreza contribuye decididamente a hacer de la Iglesia la «casa de los pobres».

Además, dicha opción da al Obispo una gran libertad interior en el ejercicio del ministerio, favoreciendo una comunicación eficaz de los frutos de la salvación. La autoridad episcopal se ha de ejercer con una incansable generosidad y una inagotable gratuidad. Eso requiere por parte del Obispo una confianza plena en la providencia del Padre celestial, una comunión magnánima de bienes, un estilo de vida austero y una conversión personal permanente. Sólo de este modo podrá participar en las angustias y los sufrimientos del Pueblo de Dios, al que no sólo debe guiar y alentar, sino con el cual debe ser solidario, compartiendo sus problemas y alentando su esperanza.

Llevará a cabo este servicio con eficacia si su vida es sencilla, sobria y, a la vez, activa y generosa, y si pone en el centro de la comunidad cristiana, y no al margen, a quienes son considerados como los últimos de nuestra sociedad [88]. Debe favorecer casi de modo natural la «fantasía de la caridad», que pondrá de relieve, más que la eficacia de las ayudas prestadas, la capacidad de compartir de manera fraterna. En efecto, en la Iglesia apostólica, como atestiguan abundantemente los Hechos, la pobreza de algunos provocaba la solidaridad de los otros con el resultado sorprendente de que «no había entre ellos ningún necesitado» (Hch 4, 34). La Iglesia es deudora de esta profecía a un mundo angustiado por los problemas del hambre y de la desigualdad entre los pueblos. En esta perspectiva de compartir y de sencillez, el Obispo administra los bienes de la Iglesia como el «buen padre de familia» y vigila que sean empleados según los fines propios de la Iglesia: el culto de Dios, la manutención de sus ministros, las obras de apostolado y las iniciativas de caridad con los pobres.

Procurator pauperum ha sido siempre un título de los pastores de la Iglesia y debe serlo también hoy de manera concreta, para hacer presente y elocuente el mensaje del Evangelio de Jesucristo como fundamento de la esperanza de todos, pero especialmente de los que sólo pueden esperar de Dios una vida más digna y un futuro mejor. Atraídas por el ejemplo de los Pastores, la Iglesia y las Iglesias han de poner en práctica la «opción preferencial por los pobres», que he indicado como programa para el tercer milenio [89].

[82] Cf. n. 28: l.c., 701-703.
[83] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 18.
[84] Cf. ibíd., 27.37.
[85] Cf. Propositio 10
[86] A Policarpo, IV: PG 5, 721.
[87] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 8.
[88] Cf. Propositio 9.
[89] Cf. Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 49: AAS 93 (2001), 302.

CALENDARIO

20 VIERNES DE LA V SEMANA DE PASCUA, feria o SAN BERNARDINO DE SIENA, presbítero, m. libre

Misa
de feria o de la memoria (blanco).
MISAL: para la feria ants. y oracs. props. / para la memoria 1.ª orac. prop. y el resto del común de pastores (misioneros) o de santos (para religiosos), o de la feria; Pf. Pasc. o de la memoria.
LECC.: vol. II.
- Hch 15, 22-31.
Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables.
- Sal 56. R. Te daré gracias ante los pueblos, Señor.
- Jn 15, 12-17. Esto os mando: que os améis unos a otros.
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de feria o de la memoria.

Martirologio: elogs. del 21 de mayo, pág. 320.
CALENDARIOS: Familia Franciscana: San Bernardino de Siena, presbítero (MO).

TEXTOS MISA

Viernes de la V Semana de Pascua.

Antífona de entrada Ap 5, 12
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. Aleluya.
Dignus est Agnus, qui occísus est, accípere virtútem et divinitátem et sapiéntiam et fortitúdinem et honórem, allelúia.

Oración colecta
Danos, Señor, una plena vivencia de los misterios pascuales, para que, celebrándolos con alegría, nos protejan continuamente y nos salven. Por nuestro Señor Jesucristo.
Tríbue nobis, quaesumus, Dómine, mystériis paschálibus conveniénter aptári, ut quae laetánter exséquimur perpétua virtúte nos tueántur et salvent. Per Dóminum.

En la memoria:
20 de mayo
Bernardino de Siena, presbítero

Oración colecta propia; el resto de la feria de Pascua.

Monición de entrada
Hacemos memoria en esta celebración de san Bernardino de Siena. Nació en Massa Marittima, en Italia, el año 1380. Presbítero de la Orden de Hermanos Menores, con la palabra y el ejemplo fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús. Se dedicó infatigablemente al oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que sucedió en L'Aquila, el año 1444.

Oración colecta
Oh, Dios, que has otorgado al presbítero san Bernardino de Siena un amor admirable al santo Nombre de Jesús, concédenos, por sus méritos y oraciones, que nos inflame siempre el espíritu de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui beáto Bernardíno presbytero sancti nóminis Iesu amórem exímium tribuísti, eius méritis precibúsque concéde, ut spíritus nos semper tuae dilectiónis accéndat. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Viernes de la V semana de Pascua (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Hch 15, 22-31
Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir a algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».
Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la carta. Al leerla, se alegraron mucho por aquellas palabras alentadoras.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 56, 8-9. 10-12 (R.: 10a)
R. Te daré gracias ante los pueblos, Señor.
Confitébor tibi in pópulis, Dómine

V. Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
R. Te daré gracias ante los pueblos, Señor.
Confitébor tibi in pópulis, Dómine

V. Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
R. Te daré gracias ante los pueblos, Señor.
Confitébor tibi in pópulis, Dómine

Aleluya Jn 15, 15b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. A vosotros os llamo amigos –dice el Señor– porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. R.
Vos dixi amícos, dicit Dóminus, quia ómnia quæcúmque audívi a Patre meo, nota feci vobis.

EVANGELIO Jn 15, 12-17
Esto os mando: que os améis unos a otros
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, Presentación de A. del Portillo, pp. 25-26.
Filiación y amistad son dos realidades inseparables para los que aman a Dios. A Él acudimos como hijos, en un confiado diálogo que ha de llenar toda nuestra vida; y como amigos (...). Del mismo modo, la filiación divina empuja a que la abundancia de vida interior se traduzca en hechos de apostolado, como la amistad con Dios lleva a ponerse 'al servicio de todos: utilizar esos dones de Dios como instrumentos para ayudar a descubrir a Cristo' (n. 258).

Oración de los fieles
Dirijamos, hermanos, nuestra oración a Dios Padre, que por la resurrección de Jesucristo nos ha dado vida nueva.
- Para que la pluralidad de caminos y opciones dentro de la Iglesia no rompa la unidad en la fe y en la caridad. Roguemos al Señor.
- Para que el amor al prójimo de tantos creyentes y no creyentes hasta la entrega de la vida, rompa el egoísmo reinante en la sociedad. Roguemos al Señor.
- Para que el Señor ilumine a los que rigen los destinos de las naciones y reinen la paz y la concordia entre los pueblos. Roguemos al Señor.
- Para que todos nosotros respondamos a nuestra vocación cristiana amándonos los unos a los otros. Roguemos al Señor.
Padre santo, que en Cristo nos has elegido para que demos fruto de vida, concédenos cuanto te pedimos en el nombre del mismo Cristo, tu Hijo, Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Señor, que, en tu bondad, santifiques estos dones, aceptes la ofrenda de este sacrificio espiritual y nos transformes en oblación perenne. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Propítius, Dómine, quaesumus, haec dona sanctífica, et, hóstiae spiritális oblatióne suscépta, nosmetípsos tibi pérfice munus aetérnum. Per Christum.

PREFACIO PASCUAL V
CRISTO, SACERDOTE Y VÍCTIMA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca exaltarte en este tiempo glorioso en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él, con la inmolación de su cuerpo en la cruz, dio pleno cumplimiento a lo que anunciaban los antiguos sacrificios y, ofreciéndose a sí mismo por nuestra salvación, se manifestó, a la vez, como sacerdote, altar y víctima.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni témpore confitéri, sed in hoc potíssimum gloriósius praedicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus.
Qui, oblatióne córporis sui, antíqua sacrifícia in crucis veritáte perfécit, et, seípsum tibi pro nostra salúte comméndans, idem sacérdos, altáre et agnus exhíbuit.
Quaprópter, profúsis paschálibus gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et supérnae virtútes atque angélicae potestátes hymnum glóriae tuae cóncinunt, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión
El Crucificado resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya.
Crucifíxus surréxit a mórtuis, et redémit nos, allelúia.

Oración después de la comunión
Señor, después de recibir el don sagrado del sacramento, te pedimos humildemente
que nos haga crecer en el amor lo que tu Hijo nos mandó realizar en memoria suya. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Súmpsimus, Dómine, sacri dona mystérii, humíliter deprecántes, ut, quae in sui commemoratiónem nos Fílius tuus fácere praecépit, in nostrae profíciant caritátis augméntum. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 21 de mayo
S
antos Cristóbal Magallanes, presbítero, y compañeros, mártires, que, perseguidos en diversas regiones de México en odio al nombre cristiano y a la Iglesia Católica, por haber confesado fielmente a Cristo Rey alcanzaron la corona del martirio. (1927)
Sus nombres son los siguientes: Román Adame, Rodrigo Aguilar, Julio Álvarez, Luis Batis Sáinz, Agustín Caloca, Mateo Correa, Atilano Cruz, Miguel de la Mora, Pedro Esqueda Ramírez, Margarito Flores, José Isabel Flores, David Galván, Pedro Maldonado, Jesús Méndez, Justino Orona, Sabas Reyes, José María Robles, Toribio Romo, Jenaro Sánchez Delgadillo, Tranquilino Ubiarco y David Uribe, presbíteros; y Manuel Morales, Salvador Lara Puente y David Roldán Lara, laicos.
2. En Mauritania, en el territorio de la actual Argelia, san Timoteo, diácono y mártir. (s. inc.)
3. En Cesarea de Capadocia, actualmente Turquía, san Polieucto, mártir. (s. inc.)
4. Conmemoración de los santos y santas mártires que en Alejandría de Egipto, en tiempo del emperador Constancio, el obispo arriano Jorge ordenó, con gran crueldad, matar o desterrar durante los sagrados días de Pentecostés. (357/358)
5*. En Vannes, en Bretaña Menor, hoy Francia, conmemoración de san Paterno, obispo, de quien se cuenta que en este día fue ordenado para la sede episcopal, en el concilio provincial reunido por san Perpetuo de Tours en esta mismo lugar. (c. 460-490)
6. En la ciudad de Niza, en Provenza, de nuevo en la Francia actual, san Hospicio, ermitaño, varón de admirable espíritu de penitencia, que predijo la llegada de los longobardos. (c. 581)
7. En Évora, lugar de Lusitania, hoy Portugal, san Mancio, mártir. (s. VI)
8*. En Vienne, en el territorio de Borgoña, actualmente Francia, san Teobaldo, obispo, que durante cuarenta y cuatro años honró aquella sede con su insigne ejemplo de caridad y piedad. (1001)
9*. En Turku, lugar de Finlandia, san Hemming, obispo, que, inflamado por el celo pastoral, restauró la disciplina en esta Iglesia con el inicio de un sínodo, favoreció los estudios de los clérigos, dio mayor decoro al culto divino y promovió la paz entre los pueblos. (1366)
10*. Frente a Rochefort, en la costa de Francia, beato Juan Mopinot,de la Orden de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y mártir, que durante la Revolución Francesa, por ser religioso, fue detenido y encerrado en una sórdida embarcación, donde murió enfermo de peste. (1794)
11. En Marsella, ciudad de Provenza, también en Francia, san Carlos Eugenio de Mazenod, obispo, que fundó los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, para evangelizar a los pobres, y durante cerca de veinticinco años ilustró infatigablemente a la Iglesia con sus virtudes, su labor, sus sermones y sus escritos. (1861)
Beato Manuel Gómez González (Três Passos, Brasil, 1877-1924) Sacerdote diocesano, misionero en Brasil, mártir.
Beato Adilio Daronch (Três Passos, Brasil, 1908-1924), mártir, monaguillo del Beato Manuel Gómez González.

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