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miércoles, 5 de octubre de 2022

Miércoles 9 noviembre 2022, Dedicación de la basílica de Letrán, fiesta.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POST-SINODAL RECONCILIATIO ET PAENITENTIA (2-Diciembre-1984)
DE JUAN PABLO II 

AL EPISCOPADO, AL CLERO Y A LOS FIELES
SOBRE LA RECONCILIACIÓN Y LA PENITENCIA EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA HOY

PROEMIO. ORIGEN Y SIGNIFICADO DEL DOCUMENTO

1. Hablar de reconciliación y penitencia es, para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, una invitación a volver a encontrar —traducidas al propio lenguaje— las mismas palabras con las que Nuestro Salvador y Maestro Jesucristo quiso inaugurar su predicación: «Convertíos y creed en el Evangelio» [1] esto es, acoged la Buena Nueva del amor, de la adopción como hijos de Dios y, en consecuencia, de la fraternidad.

¿Por qué la Iglesia propone de nuevo este tema, y esta invitación?

El ansia por conocer y comprender mejor al hombre de hoy y al mundo contemporáneo, por descifrar su enigma y por desvelar su misterio; el deseo de poder discernir los fermentos de bien o de mal que se agitan ya desde hace bastante tiempo; todo esto, lleva a muchos a dirigir a este hombre y a este mundo una mirada interrogante. Es la mirada del historiador y del sociólogo, del filósofo y del teólogo, del psicólogo y del humanista, del poeta y del místico; es sobre todo la mirada preocupada —y a pesar de todo cargada de esperanza— del pastor.

Dicha mirada se refleja de una manera ejemplar en cada página de la importante Constitución Pastoral del Concilio Vaticano II Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo y, de modo particular, en su amplia y penetrante introducción. Se refleja igualmente en algunos Documentos emanados de la sabiduría y de la caridad pastoral de mis venerados Predecesores, cuyos luminosos pontificados estuvieron marcados por el acontecimiento histórico y profético de tal Concilio Ecuménico.

Al igual que las otras miradas, también la del pastor vislumbra, por desgracia, entre otras características del mundo y de la humanidad de nuestro tiempo, la existencia de numerosas, profundas y dolorosas divisiones.

[1] Mc 1, 15.

Un mundo en pedazos

2. Estas divisiones se manifiestan en las relaciones entre las personas y los grupos, pero también a nivel de colectividades más amplias: Naciones contra Naciones y bloques de Países enfrentados en una afanosa búsqueda de hegemonía. En la raíz de las rupturas no es difícil individuar conflictos que en lugar de resolverse a través del diálogo, se agudizan en la confrontación y el contraste.

Indagando sobre los elementos generadores de división, observadores atentos detectan los más variados: desde la creciente desigualdad entre grupos, clases sociales y Países, a los antagonismos ideológicos todavía no apagados; desde la contraposición de intereses económicos, a las polarizaciones políticas; desde las divergencias tribales a las discriminaciones por motivos socio religiosos.

Por lo demás, algunas realidades que están ante los ojos de todos, vienen a ser como el rostro lamentable de la división de la que son fruto, a la vez que ponen de manifiesto su gravedad con irrefutable concreción. Entre tantos otros dolorosos fenómenos sociales de nuestro tiempo podemos traer a la memoria:
  • la conculcación de los derechos fundamentales de la persona humana; en primer lugar el derecho a la vida y a una calidad de vida digna; esto es tanto más escandaloso en cuanto coexiste con una retórica hasta ahora desconocida sobre los mismos derechos;
  • las asechanzas y presiones contra la libertad de los individuos y las colectividades, sin excluir la tantas veces ofendida y amenazada libertad de abrazar, profesar y practicar la propia fe;
  • las varias formas de discriminación: racial, cultural, religiosa, etc.;
  • la violencia y el terrorismo;
  • el uso de la tortura y de formas injustas e ilegítimas de represión; — la acumulación de armas convencionales o atómicas; la carrera de armamentos, que implica gastos bélicos que podrían servir para aliviar la pobreza inmerecida de pueblos social y económicamente deprimidos;
  • la distribución inicua de las riquezas del mundo y de los bienes de la civilización que llega a su punto culminante en un tipo de organización social en la que la distancia en las condiciones humanas entre ricos y pobres aumenta cada vez más [2]. La potencia arrolladora de esta división hace del mundo en que vivimos un mundo desgarrado [3] hasta en sus mismos cimientos.
Por otra parte, puesto que la Iglesia —aun sin identificarse con el mundo ni ser del mundo— está inserta en el mundo y se encuentra en diálogo con él [4], no ha de causar extrañeza si se detectan en el mismo conjunto eclesial repercusiones y signos de esa división que afecta a la sociedad humana. Además de las escisiones ya existentes entre las Comunidades cristianas que la afligen desde hace siglos, en algunos lugares la Iglesia de nuestro tiempo experimenta en su propio seno divisiones entre sus mismos componentes, causadas por la diversidad de puntos de vista y de opciones en campo doctrinal y pastoral [5]. También estas divisiones pueden a veces parecer incurables.

Sin embargo, por muy impresionantes que a primera vista puedan aparecer tales laceraciones, sólo observando en profundidad se logra individuar su raíz: ésta se halla en una herida en lo más íntimo del hombre. Nosotros, a la luz de la fe, la llamamos pecado; comenzando por el pecado original que cada uno lleva desde su nacimiento como una herencia recibida de sus progenitores, hasta el pecado que cada uno comete, abusando de su propia libertad.

[2] Cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, III, 1-7: AAS 71 (1979), 198-204.
[3] La visión de un mundo «desgarrado» aparece en la obra de no pocos escritores contemporáneos, cristianos y no cristianos testigos de la condición del hombre en nuestra atormentada época.
[4] Cf. Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 43-44; Decreto Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y vida de los presbíteros, 12; Pablo VI, Encíc. Ecclesiam suam: AAS 56 (1964), 609-659.
[5] Sobre la división en el cuerpo de la Iglesia escribía con palabras de fuego, en los albores de la misma Iglesia, el Apóstol Pablo en la famosa página de 1 Cor 1, 10-16. A los mismos cristianos de Corinto se dirigirá algunos años más tarde S. Clemente Romano para denunciar los desgarrones existentes en aquella comunidad: cf. Carta a los Corintios, III-VI; LVII: Patres Apostolici, ed. Funk, I, 103-109; 171-173. Sabemos que desde los Padres más antiguos, la túnica inconsútil de Cristo, no rasgada por los soldados ha venido a ser la imagen de la unidad de la Iglesia: cf. S. Cipriano, De Ecclesiae catholicae unitate, 7: CCL 3/1, 254s.; S. Agustín, In Ioannis Evangelium tractatus, 118, 4: CCL 36, 656 s.; S. Beda El Venerable, In Marci Evangelium expositio, IV, 15: CCL 120, 630; In Lucae Evangelium expositio, VI, 23: CCL 120, 403; In S. Ioannis Evangelium expositio, 19: PL 92, 911 s.

Nostalgia de reconciliación

3. Sin embargo, la misma mirada inquisitiva, si es suficientemente aguda, capta en lo más vivo de la división un inconfundible deseo, por parte de los hombres de buena voluntad y de los verdaderos cristianos, de recomponer las fracturas, de cicatrizar las heridas, de instaurar a todos los niveles una unidad esencial. Tal deseo comporta en muchos una verdadera nostalgia de reconciliación, aun cuando no usen esta palabra.

Para algunos se trata casi de una utopía que podría convertirse en la palanca ideal para un verdadero cambio de la sociedad; para otros, por el contrario, es objeto de una ardua conquista y, por tanto, la meta a conseguir a través de un serio esfuerzo de reflexión y de acción. En cualquier caso, la aspiración a una reconciliación sincera y durable es, sin duda alguna, un móvil fundamental de nuestra sociedad como reflejo de una incoercible voluntad de paz; y —por paradójico que pueda parecer— lo es tan fuerte cuanto son peligrosos los factores mismos de división.

Mas la reconciliación no puede ser menos profunda de cuanto es la división. La nostalgia de la reconciliación y la reconciliación misma serán plenas y eficaces en la medida en que lleguen —para así sanarla— a aquella laceración primigenia que es la raíz de todas las otras, la cual consiste en el pecado.

CALENDARIO

9 MIÉRCOLES. DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN, fiesta


Fiesta de la Dedicación de la basílica de Letrán en honor de Cristo Salvador, construida por el emperador Constantino como sede de los obispos de Roma. Su anual celebración en toda la Iglesia latina es un signo permanente de amor y de unidad con el Romano Pontífice (elog. del Martirologio Romano).

Misa de la fiesta (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Pf. en el aniv. de la dedicación fuera de la iglesia dedicada. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. IV.
- Ez 47, 1-2. 8-9. 12.
Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente (Ant. Vidi Aquam).
o bien: 1 Cor 3, 9c-11. 16-17. Sois templo de Dios.
- Sal 45. R. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
- Jn 2, 13-22. Hablaba del templo de su cuerpo.

* Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio de la fiesta. Te Deum.

Martirologio: elogs. del 10 de noviembre, pág. 659.
CALENDARIOS: Regulares de Letrán: Dedicación de la basílica de Letrán (S).
Madrid: Nuestra Señora de la Almudena (S). Getafe: (ML).

TEXTOS MISA

9 de noviembre
DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN
Fiesta

Antífona de entrada Cf Ap 21, 2
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.
Vidi civitátem sanctam, Ierúsalem novam, descendéntem de caelo a Deo, parátam sicut sponsam ornátam viro suo.
O bien: Ap 21, 3
He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios.
Ecce tabernáculum Dei cum homínibus! Et habitábit cum eis, et ipsi pópulus eius erunt, et ipse Deus cum eis erit eórum Deus.

Monición de entrada
Celebramos hoy el aniversario de la dedicación de la basílica de Letrán en honor de Cristo Salvador, construida por el emperador Constantino como sede de los obispos de Roma. Su anual celebración en toda la Iglesia latina es un signo permanente de amor y de unidad con el romano pontífice.

Se dice Gloria.

Oración colecta
Oh, Dios, que preparas una morada eterna a tu majestad con piedras vivas y elegidas, multiplica en tu Iglesia el espíritu de gracia que le has dado, de modo que tu pueblo fiel crezca siempre para la edificación de la Jerusalén del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui de vivis et eléctis lapídibus aetérnum habitáculum tuae praeparas maiestáti, multíplica in Ecclésia tua spíritum grátiae, quem dedísti, ut fidélis tibi pópulus in caeléstis aedificatiónem Ierúsalem semper accréscat. Per Dóminum.
O bien:
Oh, Dios, que has querido que tu esposa se llamara Iglesia, haz que el pueblo reunido en tu nombre te venere, te ame, te siga y, guiado por ti, llegue al cielo que le has prometido. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui Ecclésiam tuam sponsam vocáre dignátus es, da, ut plebs nómini tuo insérviens te tímeat, te díligat, te sequátur et ad caeléstia promíssa, te ducénte, pervéniat. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas de la Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán (Lec. IV)
Cuando esta fiesta no cae en domingo, antes del evangelio se escoge una sola de las lecturas siguientes:

PRIMERA LECTURA Ez 47, 1-2. 8-9. 12
Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente (Ant. Vidi Aquam)
Lectura de la profecía de Ezequiel.

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.
De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.
Me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal. Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.
En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9 (R.: 5)
R. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Flúminis rivi laetíficant civitátem Dei sancta tabernácula Altíssimi.

V. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
R. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Flúminis rivi laetíficant civitátem Dei sancta tabernácula Altíssimi.

V. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
R. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Flúminis rivi laetíficant civitátem Dei sancta tabernácula Altíssimi.

V. El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra.
R. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Flúminis rivi laetíficant civitátem Dei sancta tabernácula Altíssimi.

SEGUNDA LECTURA 1 Cor 3, 9c-11. 16-17
Sois templo de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Sois edificio de Dios.
Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, puse el cimiento, mientras que otro levanta el edificio. Mire cada cual cómo construye.
Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Aleluya 2 Cro 7, 16
R. aleluya, aleluya, aleluya.
V. He elegido y santificado este templo —dice el Señor— para que mi Nombre esté en él eternamente. R.
Elégi et sanctificávi locum istum, dicit Dóminus, ut sit nomen ibi in sempitérnum.

EVANGELIO Jn 2, 13-22
Hablaba del templo de su cuerpo
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Catecismo de la Iglesia Católica
¿DONDE CELEBRAR?
1179 El culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4, 24) de la Nueva Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se reúnen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las "piedras vivas", reunidas para "la edificación de un edificio espiritual" (1P 2, 4 -5). El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a Cristo por el Espíritu Santo, "somos el templo de Dios vivo" (2Co 6, 16).
1180 Cuando el ejercicio de la libertad religiosa no es impedido (cf DH 4), los cristianos construyen edificios destinados al culto divino. Estas iglesias visibles no son simples lugares de reunión, sino que significan y manifiestan a la Iglesia que vive en ese lugar, morada de Dios con los hombres reconciliados y unidos en Cristo.
1181 "En la casa de oración se celebra y se reserva la sagrada Eucaristía, se reúnen los fieles y se venera para ayuda y consuelo de los fieles la presencia del Hijo de Dios, nuestro Salvador, ofrecido por nosotros en el altar del sacrificio. Debe ser hermosa y apropiada para la oración y para las celebraciones sagradas" (PO 5; cf SC 122-127). En esta "casa de Dios", la verdad y la armonía de los signos que la constituyen deben manifestar a Cristo que está presente y actúa en este lugar (cf SC 7):
1186 Finalmente, el templo tiene una significación escatológica. Para entrar en la casa de Dios ordinariamente se franquea un umbral, símbolo del paso desde el mundo herido por el pecado al mundo de la vida nueva al que todos los hombres son llamados. La Iglesia visible simboliza la casa paterna hacia la cual el pueblo de Dios está en marcha y donde el Padre "enjugará toda lágrima de sus ojos" (Ap 21, 4). Por eso también la Iglesia es la casa de todos los hijos de Dios, ampliamente abierta y acogedora.
1197 Cristo es el verdadero Templo de Dios, "el lugar donde reside su gloria"; por la gracia de Dios los cristianos son también templos del Espíritu Santo, piedras vivas con las que se construye la Iglesia.
1198 En su condición terrena, la Iglesia tiene necesidad de lugares donde la comunidad pueda reunirse: nuestras iglesias visibles, lugares santos, imágenes de la Ciudad santa, la Jerusalén celestial hacia la cual caminamos como peregrinos.
1199 En estos templos, la Iglesia celebra el culto público para gloria de la Santísima Trinidad; en ellos escucha la Palabra de Dios y canta sus alabanzas, eleva su oración y ofrece el Sacrificio de Cristo, sacramentalmente presente en medio de la asamblea. Estas iglesias son también lugares de recogimiento y de oración personal.

Oración de los fieles
En este templo de piedras vivas que somos nosotros, oremos a Dios Padre.
- Por la Iglesia, la casa de Dios, que va edificándose sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, cuya piedra angular es Cristo. Roguemos al Señor.
- Por las familias que viven en condiciones penosas. Roguemos al Señor.
- Por los que tienen la responsabilidad de buscar soluciones justas y eficaces al problema de la vivienda. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, llamados a integrarnos en la construcción de la Iglesia de nuestra comunidad (parroquia). Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, nuestras súplicas; son la oración de tu Iglesia, que ora en el Espíritu, en nombre de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, esta ofrenda y concede a los que te invocamos la gracia de los sacramentos y el fruto de nuestros ruegos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, quaesumus, Dómine, munus oblátum, et poscéntibus concéde, ut hic sacramentórum virtus et votórum obtineátur efféctus. Per Christum.

Prefacio: El misterio de la Iglesia, que es esposa de Cristo y templo del Espíritu Santo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque te has dignado habitar en toda casa consagrada a la oración, para hacer de nosotros, con la ayuda constante de tu gracia, templos del Espíritu Santo, resplandecientes por la santidad de vida. Con tu acción constante, Señor, santificas a la Iglesia, esposa de Cristo, simbolizada en edificios visibles, para que así, como madre gozosa por la multitud de sus hijos, pueda ser presentada en la gloria de tu reino.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: Qui domum oratiónis muníficus inhabitáre dignáris, ut, grátia tua perpétuis fovénte subsídiis, templum Spíritus Sancti ipse nos perfícias, acceptábilis vitae splendóre corúscans.
Sed et visibílibus aedifíciis adumbrátam, Christi sponsam Ecclésiam perénni operatióne sanctíficas, ut, innumerábili prole mater exsúltans, in glóriam tuam collocétur in caelis.
Et ídeo, cum Sanctis et Angelis univérsis, te collaudámus, sine fine dicéntes:
R. Santo, Santo, Santo...


Antífona de la comunión Cf. 1 Pe 2, 5
Como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo.
Tamquam lápides vivi superaedificámini, domus spiritális, sacerdótium sanctum.

Oración después de la comunión
Oh, Dios, que has querido hacer de tu Iglesia signo temporal de la Jerusalén del cielo, concédenos, por la participación en este sacramento, ser transformados en templo de tu gracia y entrar en la morada de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Deus, qui nobis supérnam Ierúsalem per temporále Ecclésiae tuae signum adumbráre voluísti, da, quaesumus, ut, huius participatióne sacraménti, nos tuae grátiae templum effícias, et habitatiónem glóriae tuae íngredi concédas. Per Christum.

Se puede usar la bendición solemne en la dedicación de una iglesia.
Dios, fuente de todo consuelo, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de su Hijo ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar, derrame sobre vosotros su bendición.
Deus, Dóminus caeli et terrae, qui vos hódie ad huius domus dedicatiónem adunávit, ipse vos caelésti benedictióne fáciat abundáre.
R. Amén.
Él conceda el perdón de toda culpa a los que aún vivimos en el mundo, y otorgue a los que han muerto el lugar de la luz y de la paz.
Concedátque vobis fíeri templum suum et habitáculum Spíritus Sancti, qui omnes fílios dispérsos vóluit in Fílio suo congregári.
R. Amén.
Y a todos nos conceda vivir eternamente felices con Cristo, al que proclamamos resucitado de entre los muertos.
Quátenus felíciter emundáti, habitatórem Deum in vobismetípsis possítis habére, et aetérnae beatitúdinis hereditátem cum ómnibus Sanctis possidére.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, + et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper.
R. Amén.

MARTIROLOGIO

Elogios del 10 de noviembre
M
emoria de san León I, papa y doctor de la Iglesia, que, nacido en Etruria, primero fue diácono diligente en la Urbe, y después, elevado a la cátedra de Pedro, mereció con todo derecho ser llamado “Magno”, tanto por apacentar a su grey con una exquisita y prudente predicación como por mantener la doctrina ortodoxa sobre la encarnación de Dios, valientemente afirmada por los legados del Concilio Ecuménico de Calcedonia, hasta que descansó en el Señor en Roma, donde, en este día, tuvo lugar su sepultura en San Pedro del Vaticano. (461)
2. En Persia, tránsito de san Demetriano, obispo de Antioquía, deportado al destierro por el rey Sapor I. (c. 260)
3. En Tiana, lugar de Capadocia, hoy Turquía, san Orestes, mártir. (s. III/IV)
4. En Ravena, en la Flaminia, actual región de Emilia-Romaña, en Italia, san Probo, obispo, a cuyo nombre el obispo san Maximiano dedicó la célebre basílica Clasense. (s. III/IV)
5. En Persia, santos mártires Narsete, obispo, anciano venerable, y José, discípulo suyo, joven, los cuales, que fueron decapitados por no querer adorar al sol, como les ordenaba el rey Sapor II. (343)
6. En Canterbury, en Inglaterra, san Justo, obispo, quien, enviado a esta isla por el papa san Gregorio Magno, juntamente con otros monjes, para ayudar a san Agustín en la evangelización de Inglaterra, aceptó más tarde el episcopado de esta sede. (627)
7*. En la aldea de Villa del Foro, en el Piamonte, actual Italia, san Baudelino, ermitaño(s. VIII)
8. En Nápoles, en la región de Campania, también en Italia, san Andrés Avelino, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos, que brilló por su santidad y celo en procurar la salvación del prójimo, hizo el arduo voto de avanzar cada día en las virtudes y, cargado de méritos, con muerte santa descansó al pie del altar. (1608)
9*. En Barcelona, en España, beato Acisclo Pina Piazuelo, religioso de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios y mártir, que fue asesinado durante la violenta persecución por quienes odiaban la religión. (1936)
- Beato Johannes Prassek, y dos compañeros* (Hamburgo 1943), todos sacerdotes diocesanos, que por enfrentarse a un régimen contrario a la dignidad humana y a la religión, fueron encarcelados y luego asesinados por odio a la fe. Son conocidos como los mártires de Lübeck, ciudad donde los tres ejercían su ministerio sacerdotal.
*Eduard Müller, Hermann Lange.

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