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miércoles, 19 de octubre de 2022

Miércoles 23 noviembre 2022, Miércoles de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario, feria o san Clemente I, papa y mártir, memoria libre o san Columbano, abad, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POST-SINODAL RECONCILIATIO ET PAENITENTIA (2-Diciembre-1984)
DE JUAN PABLO II

La Catequesis

26. En la vasta área en la que la Iglesia tiene la misión de actuar por medio del diálogo, la pastoral de la penitencia y de la reconciliación se dirige a los miembros del cuerpo de la Iglesia, ante todo, con una adecuada catequesis sobre las dos realidades distintas y complementarias a las que los Padres Sinodales han dado una importancia particular, y que han puesto de relieve en algunas de las Propositiones conclusivas: precisamente la penitencia y la reconciliación. La catequesis, pues, es el primer medio que hay que emplear.

En la base de la exhortación del Sínodo, tan oportuna, se encuentra un presupuesto fundamental: lo que es pastoral no se opone a lo doctrinal, ni la acción pastoral puede prescindir del contenido doctrinal del que, más bien, saca su esencia y su validez real. Ahora bien, si la Iglesia es «columna y fundamento de la verdad» [132] y ha sido puesta en el mundo como Madre y Maestra, ¿cómo podría olvidar el cometido de enseñar la verdad que constituye un camino de vida?

De los Pastores de la Iglesia se espera, ante todo, una catequesis sobre la reconciliación. Esta debe fundamentarse sobre la enseñanza bíblica, especialmente la neotestamentaria, sobre la necesidad de restablecer la alianza con Dios en Cristo redentor y reconciliador y, a la luz y como expansión de esta nueva comunión y amistad, sobre la necesidad de reconciliarse con el hermano, aun a costa de tener que interrumpir la ofrenda del sacrificio [133]. Sobre este tema de la reconciliación fraterna Jesús insiste mucho: por ejemplo, cuando invita a poner la otra mejilla a quien nos ha golpeado y a dejar también el manto a quien nos ha quitado la túnica [134], o cuando inculca la ley del perdón que cada uno recibe en la medida en la que sabe perdonar [135]; perdón que hay que ofrecer también a los enemigos [136]; perdón que hay que conceder setenta veces siete [137], es decir, prácticamente sin limitación alguna. Con estas condiciones, realizables sólo en un clima genuinamente evangélico, es posible una verdadera reconciliación tanto entre los individuos, como entre las familias, las comunidades, las naciones y los pueblos. De estos datos bíblicos sobre la reconciliación derivará naturalmente una catequesis teológica, la cual integrará en síntesis también los elementos de la psicología, de la sociología y de las otras ciencias humanas, que pueden servir para aclarar las situaciones, plantear bien los problemas, persuadir a los oyentes o a los lectores a tomar resoluciones concretas.

De los Pastores de la Iglesia se espera también una catequesis sobre la penitencia. También aquí la riqueza del mensaje bíblico debe ser su fuente. Este mensaje subraya en la penitencia ante todo su valor de conversión, término con el que se trata de traducir la palabra del texto griego metánoia [138], que literalmente significa cambiar radicalmente la actitud del espíritu para hacerlo volver a Dios. Son éstos, por lo demás, los dos elementos fundamentales sobresalientes en la parábola del hijo pródigo: el «volver en sí» [139] y la decisión de regresar al padre. No puede haber reconciliación sin estas actitudes primordiales de la conversión; y la catequesis debe explicarlos con conceptos y términos adecuados a las diversas edades, a las distintas condiciones culturales, morales y sociales.

Es un primer valor de la penitencia que se prolonga en el segundo. Penitencia significa también arrepentimiento. Los dos sentidos de la metánoia aparecen en la consigna significativa dada por Jesús: «Si tu hermano se arrepiente ( = vuelve a ti), perdónale. Si siete veces al día peca contra ti y siete veces se vuelve a ti diciéndote: "Me arrepiento", le perdonarás» [140]. Una buena catequesis enseñará cómo el arrepentimiento, al igual que la conversión, lejos de ser un sentimiento superficial, es un verdadero cambio radical del alma.

Un tercer valor contenido en la penitencia es el movimiento por el que las actitudes precedentes de conversión y de arrepentimiento se manifiestan al exterior: es el hacer penitencia. Este significado es bien perceptible en el término metánoia, como lo usa el Precursor, según el texto de los Sinópticos [141]. Hacer penitencia quiere decir, sobre todo, restablecer el equilibrio y la armonía rotos por el pecado, cambiar dirección incluso a costa de sacrificio.

En fin, una catequesis sobre la penitencia, la más completa y adecuada posible, es imprescindible en un tiempo como el nuestro, en el que las actitudes dominantes en la psicología y en el comportamiento social están tan en contraste con el triple valor ya ilustrado. Al hombre contemporáneo parece que le cuesta más que nunca reconocer los propios errores y decidir volver sobre sus pasos para reemprender el camino después de haber rectificado la marcha; parece muy reacio a decir «me arrepiento» o «lo siento»; parece rechazar instintivamente, y con frecuencia irresistiblemente, todo lo que es penitencia en el sentido del sacrificio aceptado y practicado para la corrección del pecado. A este respecto, quisiera subrayar que, aunque mitigada desde hace algún tiempo, la disciplina penitencial de la Iglesia no puede ser abandonada sin grave daño, tanto para la vida interior de los cristianos y de la comunidad eclesial como para su capacidad de irradiación misionera. No es raro que los no cristianos se sorprendan por el escaso testimonio de verdadera penitencia por parte de los discípulos de Cristo. Está claro, por lo demás, que la penitencia cristiana será auténtica si está inspirada por el amor, y no sólo por el temor; si consiste en un verdadero esfuerzo por crucificar al «hombre viejo» para que pueda renacer el «nuevo», por obra de Cristo; si sigue como modelo a Cristo que, aun siendo inocente, escogió el camino de la pobreza, de la paciencia, de la austeridad y, podría decirse, de la vida penitencial.

De los Pastores de la Iglesia se espera asimismo —como ha recordado el Sínodo— una catequesis sobre la conciencia y su formación. También éste es un tema de gran actualidad dado que en los sobresaltos a los que está sujeta la cultura de nuestro tiempo, el santuario interior, es decir lo más íntimo del hombre, su conciencia, es muy a menudo agredido, probado, turbado y obscurecido. Para una sabia catequesis sobre la conciencia se pueden encontrar preciosas indicaciones tanto en los Doctores de la Iglesia, como en la teología del Concilio Vaticano II, especialmente en los Documentos sobre la Iglesia en el mundo actual [142] y sobre la libertad religiosa [143]. En esta misma línea el Pontífice Pablo VI intervino a menudo para recordar la naturaleza y el papel de la conciencia en nuestra vida [144]. Yo mismo, siguiendo sus huellas, no dejo ninguna ocasión para hacer luz sobre esta elevada condición de la grandeza y dignidad del hombre [145], sobre esta «especie de sentido moral que nos lleva a discernir lo que está bien de lo que está mal... es como un ojo interior, una capacidad visual del espíritu en condiciones de guiar nuestros pasos por el camino del bien», recalcando la necesidad de formar cristianamente la propia conciencia, a fin de que ella no se convierta en «una fuerza destructora de su verdadera humanidad, en vez de un lugar santo donde Dios le revela su bien verdadero» [146].

Asimismo, sobre otros puntos de no menor importancia para la reconciliación se espera la catequesis de los Pastores de la Iglesia.Sobre el sentido del pecado, que —como he dicho— se ha atenuado no poco en nuestro mundo.

Sobre la tentación y las tentaciones el mismo Señor Jesús, Hijo de Dios, «probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado» [147], quiso ser tentado por el Maligno [148], para indicar que, como Él, también los suyos serían sometidos a la tentación, así como para mostrar cómo conviene comportarse en la tentación. Para quien pide al Padre no ser tentado por encima de sus propias fuerzas [149] y no sucumbir a la tentación [150], para quien no se expone a las ocasiones, el ser sometido a tentación no significa haber pecado, sino que es más bien ocasión para crecer en la fidelidad y en la coherencia mediante la humildad y la vigilancia.

Sobre el ayuno que puede practicarse en formas antiguas y nuevas, como signo de conversión, de arrepentimiento y de mortificación personal y, al mismo tiempo, de unión con Cristo Crucificado, y de solidaridad con los que padecen hambre y los que sufren.

Sobre la limosna que es un medio para hacer concreta la caridad, compartiendo lo que se tiene con quien sufre las consecuencias de la pobreza.

Sobre el vínculo íntimo que une la superación de las divisiones en el mundo con la comunión plena con Dios y entre los hombres, objetivo escatológico de la Iglesia.
Sobre las circunstancias concretas en las que se debe realizar la reconciliación (en la familia, en la comunidad civil, en las estructuras sociales) y, particularmente, sobre la cuádruple reconciliación que repara las cuatro fracturas fundamentales: reconciliación del hombre con Dios, consigo mismo, con los hermanos, con todo lo creado.

La Iglesia tampoco puede omitir, sin grave mutilación de su mensaje esencial, una constante catequesis sobre lo que el lenguaje cristiano tradicional designa como los cuatro novísimos del hombre: muerte, juicio (particular y universal), infierno y gloria. En una cultura, que tiende a encerrar al hombre en su vicisitud terrena más o menos lograda, se pide a los Pastores de la Iglesia una catequesis que abra e ilumine con la certeza de la fe el más allá de la vida presente; más allá de las misteriosas puertas de la muerte se perfila una eternidad de gozo en la comunión con Dios o de pena lejos de Él. Solamente en esta visión escatológica se puede tener la medida exacta del pecado y sentirse impulsados decididamente a la penitencia y a la reconciliación.

A los Pastores diligentes y capaces de creatividad no faltan jamás ocasiones para impartir esta catequesis amplia y multiforme, teniendo en cuenta la diversidad de cultura y formación religiosa de aquellos a quienes se dirigen. Las brindan a menudo las lecturas bíblicas y los ritos de la Santa Misa y de los Sacramentos, así como las mismas circunstancias en que éstos se celebran. Para el mismo fin pueden tomarse muchas iniciativas, como predicaciones, lecciones, debates, encuentros y cursos de cultura religiosa, etc., como se hace en mucho lugares. Deseo señalar aquí, en particular, la importancia y eficacia que, para los fines de una catequesis, tienen las tradicionales misiones populares. Si se adaptan a las exigencias peculiares, de nuestro tiempo, ellas pueden ser, hoy como ayer, un instrumento válido de educación en la fe incluso en el sector de la penitencia y de la reconciliación.

Por la gran importancia que tiene la reconciliación, fundamentada sobre la conversión, en el delicado campo de las relaciones humanas y de la convivencia social a todos los niveles, incluido el internacional, no puede faltar a la catequesis la preciosa aportación de la doctrina social de la Iglesia. La enseñanza puntual y precisa de mis Predecesores, a partir del Papa León XIII, a la que se ha añadido la rica aportación de la Constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II y la de los distintos Episcopados urgidos por diversas circunstancias en los respectivos Países, constituye un amplio y sólido cuerpo de doctrina sobre las múltiples exigencias inherentes a la vida de la comunidad humana, a las relaciones entre individuos, familias, grupos en sus diferentes ámbitos, y a la misma constitución de una sociedad que quiera ser coherente con la ley moral, fundamento de la civilización.

En la base de esta enseñanza social de la Iglesia se encuentra, obviamente, la visión que ella saca de la Palabra de Dios sobre los derechos y deberes de los individuos, de la familia y de la comunidad; sobre el valor de la libertad y las dimensiones de la justicia; sobre la primacía de la caridad; sobre la dignidad de la persona humana y las exigencias del bien común, al que deben mirar la política y la misma economía. Sobre estos principios fundamentales del Magisterio social, que confirman y proponen de nuevo los dictámenes universales de la razón y de la conciencia de los pueblos, se apoya en gran parte la esperanza de una solución pacífica de tantos conflictos sociales y, en definitiva, de la reconciliación universal.

[132] 1 Tim 3, 15.
[133] Cf. Mt 5, 23 s.
[134] Cf. Mt 5, 38-40.
[135] Cf. Mt 6, 12.
[136] Cf. Mt 5, 43 ss.
[137] Cf. Mt 18, 21 s.
[138] Cf. Mc 1, 4. 14; Mt 3, 2; 4, 17; Lc 3, 8.
[139] Cf. Lc 15, 17
[140] Lc 17, 3 s.
[141] Mt 3, 2; Mc 1, 2-6; Lc 3, 1-6.
[142] Cf. Const. past. Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual, 8. 16. 19. 26. 41. 48.
[143] Cf. Decl. Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa, 2. 3. 4.
[144] Cf. entre otros muchos, los discursos en las Audiencias Generales del 28 marzo 1973: Enseñanzas al Pueblo de Dios (1973), 41 ss., 8 agosto 1973: Ibidem, 105 ss.; 7 noviembre 1973: Ibidem, 150 ss.; 13 marzo 1974: Ibidem, 34 ss.; 8 mayo 1974: Ibidem (1974), 57 ss.; 12 febrero 1975: Ibidem (1975), 20 ss., 9 abril 1975: Ibidem (1975), 38 ss.; 13 julio 1977: Ibidem (1977), 74 ss.
[145] Cf. Juan Pablo II, Ángelus del 14 marzo 1982: L' Osservatore Romano, edic. en lengua española, 21 de marzo, 1982.
[146] Cf. Juan Pablo II, Discurso en la Audiencia General del 17 agosto 1983, 1-3: L'Osservatore Romano, edic. en lengua española, 21 de agosto, 1983.
[147] Heb 4, 15.
[148] Cf. Mt 4, 1-11; Mc 1, 12s.; Lc 4, 1-13.
[149] Cf. 1 Cor 10, 13.
[150] Cf. Mt 6, 13; Lc 11, 4.


CALENDARIO

23 MIÉRCOLES DE LA XXXIV SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria o SAN CLEMENTE I, papa y mártir, memoria libre o SAN COLUMBANO, abad, memoria libre 

Misa de feria (verde) o de la memoria de san Clemente I (rojo) o de la memoria de san Columbano (blanco). 
MISAL: para la feria cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria de san Clemente 1.ª orac. prop. y el resto del común de mártires (para un mártir) o de pastores (para un papa), o de un domingo del T.O. Conveniente PE I. / para la memoria de san Columbano 1.ª orac. prop., el resto del común de pastores (para misioneros) o de santos (para un abad); Pf. común o de la memoria. 
LECC.: vol. III-par. 
- Ap 15, 1-4. Cantaban el cántico de Moisés y el cántico del Cordero. 
- Sal 97. R. Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios omnipotente. 
- Lc 21, 12-19. Todos os odiarán a causa de mi nombre, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. 
o bien: cf. vol. IV. 

Liturgia de las Horas: oficio de feria o de una de las memorias. 

Martirologio: elogs. del 24 de noviembre, pág. 685. 
CALENDARIOS: Sevilla: San Clemente I, papa y mártir (ML). Aniversario del restablecimiento del culto cristiano en la ciudad de Sevilla. 
Jesuitas: Beato Miguel Agustín Pro, presbítero y mártir (ML). 
Familia Franciscana: Conmemoración de todos los difuntos de la Orden. 
Operarios Diocesanos: Conmemoración de los sacerdotes, parientes y bienhechores difuntos.

TEXTOS MISA

Misa de la feria:
XXXIV SEMANA TIEMPO ORDINARIO

Antífona de entrada Cf. Sal 84, 9
Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus santos, y los que se convierten de corazón.
Loquétur Dóminus pacem in plebem suam, et super sanctos suos, et in eos qui convertúntur ad ipsum.

Oración colecta
Despierta, Señor, la voluntad de tus fieles, para que, con la búsqueda más intensa del fruto de la acción divina, reciban mayores auxilios de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Excita, quaesumus, Dómine, tuórum fidélium voluntátes, ut, divíni óperis fructum propénsius exsequéntes, pietátis tuae remédia maióra percípiant. Per Dóminum.

Memoria de san Clemente I:
23 de noviembre
San Clemente I, papa y mártir

Oración colecta propia. Resto del común de mártires: I. Fuera del tiempo pascual; B. Para un mártir 1.

Antífona de entrada
Este santo luchó hasta la muerte en defensa de la ley de Dios y no temió las palabras de los malvados: estaba cimentado sobre roca firme.
Iste sanctus pro lege Dei sui certávit usque ad mortem, et a verbis impiórum non tímuit; fundátus enim erat supra firmam petram.
O bien: Cf. Sab 10, 12
El Señor lo puso en un duro combate, para que venciera, pues la sabiduría es más fuerte que todo.
Certámen forte dedit illi Dóminus, ut víncere sciret, quóniam ómnium poténtior est sapiéntia.

Monición de entrada
Hacemos memoria en esta celebración de san Clemente I, papa y mártir. Fue el tercer sucesor del apóstol san Pedro, que rigió la Iglesia romana y escribió una espléndida carta a los corintios para fortalecer entre ellos los vínculos de la paz y la concordia. Hoy se celebra el sepelio de su cuerpo en Roma, a finales del siglo I.

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, admirable en la fortaleza de todos tus santos, concédenos alegramos en la memoria anual de san Clemente, sacerdote y mártir de tu Hijo, que con su muerte dio testimonio de lo que realizaba sacramentalmente y confirmó con el ejemplo lo que predicaba con la palabra. Por nuestro Señor Jesucristo.
Omnípotens sempitérne Deus, qui in ómnium sanctórum tuórum es virtúte mirábilis, da nobis in beáti Cleméntis ánnua commemoratióne laetári, qui, Fílii tui sacérdos et martyr, quod mystério gessit, testimónio comprobávit, et, quod praedicávit ore, confirmávit exémplo. Per Dóminum.

Memoria de san Columbano:
23 de noviembre
San Columbano, abad

Oración colecta propia: del Común de pastores: V. Para misioneros 1.

Antífona de entrada
Estos son los varones santos, amigos de Dios, insignes en la predicación de la verdad divina.
Isti sunt viri sancti facti amíci Dei, divínae veritátis praecónio gloriósi.
O bien: Sal 17, 50; 21, 23
Te daré gracias entre las naciones, Señor; contaré tu fama a mis hermanos.
Confitébor tibi in pópulis, Dómine, et narrábo nomen tuum frátribus mei.

Monición de entrada
Hacemos memoria en esta celebración de san Columbano, abad, irlandés de nacimiento, que en la primera mitad del siglo VI, acompañado de otros monjes, pasó al continente europeo y promovió el monacato en Francia, Suiza, Alemania e Italia, fundando monasterios, entre los cuales se cuentan la abadía de San Galo en Alemania y la de Bobbio en Italia.

Oración colecta
Oh, Dios, que has unido de modo admirable en san Columbano la tarea de la evangelización y el amor a la vida monástica, concédenos, por su intercesión y su ejemplo, buscarte por encima de todas las cosas y trabajar por la edificación del pueblo creyente. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui in beáto Columbáno evangelizándi munus et monásticae vitae stúdium mirabíliter coniunxísti, praesta, quaesumus, ut, eius intercessióne et exémplo, te super ómnia quaerere et credéntium pópulum augére studeámus. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA Ap 15, 1-4
Cantaban el cántico de Moisés y el cántico del Cordero

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, vi en el cielo otro signo, grande y maravilloso: Siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, pues con ellas se consuma la ira de Dios.
Vi una especie de mar de vidrio mezclado con fuego; los vencedores de la bestia, de su imagen y del número de su nombre estaban de pie sobre el mar cristalino; tenían en la mano las cítaras de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
«Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios omnipotente; justos y verdaderos tus caminos, rey de los pueblos. ¿Quién no temerá y no dará gloria a tu nombre? Porque vendrán todas las naciones y se postrarán ante ti, porque tú solo eres santo y tus justas sentencias han quedado manifiestas».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 97, 1bcde. 2-3ab. 7-8. 9 (R.: Ap 15, 3b)
R.
 Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Magna et mirabília sunt ópera tua, Dómine Deus omnípotens.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
R. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Magna et mirabília sunt ópera tua, Dómine Deus omnípotens.

V. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Magna et mirabília sunt ópera tua, Dómine Deus omnípotens.

V. Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes.
R. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Magna et mirabília sunt ópera tua, Dómine Deus omnípotens.

V. Al Señor, que llega
para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
R. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Magna et mirabília sunt ópera tua, Dómine Deus omnípotens.

Aleluya Ap 2, 10c
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Sé fiel hasta la muerte -dice el Señor- y te daré la corona de la vida. R.
Esto fidélis usque ad mortem, dicit Dóminus, et dabo tibi corónam vitæ.

EVANGELIO Lc 21, 12-19
Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Ángelus 17-noviembre-2019
¿Y cuál es la actitud del cristiano? Es la actitud de esperanza en Dios, que nos permite no dejarnos abrumar por acontecimientos trágicos. En efecto, «esto os sucederá para que deis testimonio» (Lc 21, 13). Los discípulos de Cristo no pueden permanecer esclavos de los temores y de las angustias, sino que están llamados a vivir la historia, a detener la fuerza destructiva del mal, con la certeza de que la ternura providencial y tranquilizadora del Señor acompaña siempre su acción de bien. Esta es la señal elocuente de que el Reino de Dios viene a nosotros, es decir, que la realización del mundo se acerca como Dios quiere. Es Él, el Señor, quien dirige nuestras vidas y conoce el propósito último de las cosas y los acontecimientos.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario I

Hermanos, dirijamos nuestra oración a Dios, Padre todopoderoso, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
- Por la santa Iglesia de Dios, para que la custodie y la haga crecer. Roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos. (O bien: Señor, escucha y ten piedad.)
- Por todos los pueblos de la tierra, para que les conceda vivir en concordia. Roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos. (O bien: Señor, escucha y ten piedad.)
- Por los que viven angustiados por distintas necesidades, para que encuentren ayuda en Dios. Roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos. (O bien: Señor, escucha y ten piedad.)
- Por nosotros mismos y por nuestra comunidad, para que el Señor nos acepte como ofrenda agradable. Roguemos al Señor
R. Te rogamos, óyenos. (O bien: Señor, escucha y ten piedad.)
Oh, Dios, refugio y fortaleza nuestra, escucha las oraciones de tu Iglesia y concédenos, por tu bondad, lo que pedimos con fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Misa de la feria:
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, estos dones sagrados que nos ordenaste ofrecer en honor de tu nombre y, para que seamos por ellos gratos a tu bondad, haz que obedezcamos siempre tus mandatos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, Dómine, sacra múnera, quae tuo nómini iussísti dicánda, et, ut per ea tuae pietáti reddámur accépti, fac nos tuis semper obodíre mandátis. Per Christum.

PREFACIO COMÚN VIII
JESÚS, BUEN SAMARITANO
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…


PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Sal 116, 1. 2

Alabad al Señor todas las naciones, firme es su misericordia con nosotros.
Laudáte Dóminum, omnes gentes, quóniam confirmáta est super nos misericórdia eius.
O bien: Mt 28, 20
Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo, dice el Señor.
Ecce ego vobíscum sum ómnibus diébus, usque ad consummatiónem saeculi, dicit Dóminus.

Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, te pedimos que nunca permitas, a los que concedes alegrarse en esta participación divina, que se separen de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Quaesumus, omnípotens Deus, ut, quos divína tríbuis participatióne gaudére, a te numquam separári permíttas. Per Christum.

Misa de san Clemente I:
Oración sobre las ofrendas
Santifica con la eficacia de tu bendición, Señor, estos dones que, por tu gracia, han de encender en nosotros aquel fuego de tu amor que dio fuerza a san N., para vencer todos los tormentos corporales. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Obláta múnera, quaesumus, Dómine, tua benedictióne sanctífica, quae, te donánte, nos illa flamma tuae dilectiónis accéndat, per quam sanctus N. torménta sui córporis univérsa devícit. Per Christum.

PREFACIO I DE LOS SANTOS MÁRTIRES
SIGNIFICADO Y EJEMPLARIDAD DEL MARTIRIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre del glorioso mártir san N., derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio; por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, con las virtudes del cielo te aclamamos continuamente en la tierra, alabando tu gloria sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quóniam beáti mártyris N. pro confessióne nóminis tui, ad imitatiónem Christi, sanguis effúsus tua mirabília maniféstat, quibus pérficis in fragilitáte virtútem, et vires infírmas ad testimónium róboras, per Christum Dóminum nostrum.
Et ídeo, cum caelórum Virtútibus, in terris te iúgiter celebrámus, maiestáti tuae sine fine clamántes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO

Antífona de comunión Cf. Mt 16, 24

Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga, dice el Señor.
Qui vult veníre post me, ábneget semetípsum, et tollat crucem suam, et sequátur me, dicit Dóminus.
O bien: Cf. Mt 10, 39
El que pierda su vida por mí, la encontrará para siempre, dice el Señor.
Qui perdíderit ánimam suam propter me, dicit Dóminus, invéniet eam in aetérnum.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor, que los sacramentos recibidos nos den aquella fortaleza de espíritu que hizo a tu mártir san N. fiel en tu servicio y victorioso en el martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Praestent nobis, quaesumus, Dómine, sacra mystéria quae súmpsimus eam ánimi fortitúdinem, quae beátum N. mártyrem tuum réddidit in tuo servítio fidélem et in passióne victórem. Per Christum.

Misa de san Columbano:
Oración sobre las ofrendas

Dios todopoderoso, mira el sacrificio que te ofrecemos en la fiesta de san N., y concede a cuantos celebramos el misterio de la pasión del Señor imitar lo que realizamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Réspice quas offérimus hóstias, omnípotens Deus, in beáti N. festivitáte, et praesta, ut, qui domínicae passiónis mystéria celebrámus, imitémur quod ágimus. Per Christum.

PREFACIO COMÚN VIII
JESÚS, BUEN SAMARITANO
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…


PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Cf. Ez 34, 15

Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar, dice el Señor.
Ego pascam oves meas, et ego eas accubáre fáciam, dicit Dóminus.
O bien: Cf. Mt 10, 27
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, dice el Señor, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea.
Quod dico vobis in ténebris, dícite in lúmine, dicit Dóminus, et quod in aure audítis, praedicáte super tecta.

Oración después de la comunión
Señor, por la eficacia de este sacramento confirma a tus siervos en la verdadera fe para que la proclamen de palabra y de obra en todas partes, a ejemplo de san N. que, por ella, trabajó y consagró su vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Huius mystérii virtúte, confírma, Dómine, fámulos tuos in fide veritátis, ut eam ubíque ore et ópere confiteántur, pro qua beátus N. laboráre non déstitit et vitam suam impéndit. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 24 de noviembre
M
emoria de los santos Andrés Dung Lac, presbítero, y de sus compañeros mártires*. En una común celebración se venera a los ciento diecisiete mártires de las regiones asiáticas de Tonkín, Annam y Cochinchina, regiones del actual Vietnam, ocho de ellos obispos, otros muchos presbíteros, amén de ingente número de fieles de ambos sexos y de toda condición y edad, todos los cuales prefirieron el destierro, las cárceles, los tormentos y finalmente los extremos suplicios, antes que pisotear la cruz y desviarse de la fe cristiana. (1839)
*Estos son sus nombres: santos Clemente Ignacio Delgado Cebrián, Domingo Henares, Jerónimo Hermosilla, José María Díaz Sanjurjo, Melchor García Sampedro, Pedro Dumoulin-Borie, Valentín de Berriochoa, obispos; Agustín Schoeffler, Bernardo Viu Van Due, Domingo Câm, Domingo Mâu, Domingo Nguyen Van (Doán) Xuyên, Domingo Nguyen Van Hanh (Diêu), Domingo Trach, Domingo Tuoc, Manuel Nguyen Van Triêu, Francisco Gil de Federich, Francisco Jaccard, Jacinto Castañeda, Santiago Do Mai Nam, Juan Carlos Cornay, Juan Dat, Juan Doàn Trinh Hoan, Juan Luis Bonnard, Juan Teófano Venard, José Dang Dinh (Niên) Viên, José Dô Quang Hien, José Fernández de Ventosa, José Machand, José Nguyên Dình Nghi, José Tuán, Isidoro Gagelin, Lorenzo Nguyen Van Hutong, Lucas Vu Bá Loan, Martín Ta Duc Thinh, Mateo Alonso de Leziñana, Pablo Lê Bao Tinh, Pablo Le-Van-Loc, Pablo Nguyên Ngân, Pablo Pham Khac Khoan, Pedro Almató Ribeira, Pedro Doan Cong Quy, Pedro Francisco Nerón, Pedro Khanh, Pedro Le Tuy, Pedro Nguyen Ba Tuân, Pedro Nguyen Van Luu, Pedro Nguyen Van Tu, Pedro Truong Van Thi, Felipe Phan Van Minh, Tomás Dinh Viet Du, Tomás Khuong, Vicente Do Yen, Vicente Le Quang Liem y Vicent Nguyen The Diem, presbíteros; Andrés Nguyen Kim Thong Nam (Nam Thuông), Antonio Nguyen Huu (Nam Quynh), Domingo Bui Van Uy, Francisco Javier Can, Francisco Javier Hà Trong Mau, Juan Bautista Dinh Van Thanh, José Nguyen Dinh Uyên, José Nguyen Duy Khang, José Nguyen Van Luu, Mateo Nguyen Van Phuong, Pablo Nguyen Van My, Pedro Doan Van Van, Pedro Nguyen Khac Tu, Pedro Nguyen Van Hieu, Pedro Truong Van Duong, Pedro Vu Van Truat y Tomás Toán, catequistas; Inés Le Thi Thanh (Dê), Andrés Tuong, Andrés Tran Van Trông, Antonio Nguyen Dích, Agustín Nguyen Van Moi, Agustín Phan Viet Huy, Domingo Huyen, Domingo Mao, Domingo Ngon, Domingo Nguyen, Domingo Nhi, Domingo Nicolás Dinh Dat, Domingo Ninh, Domingo Pham Trong (An) Kham, Domingo Toai, Manuel Lê Van Phung, Manuel Phung, Francisco Do Minnh Chieu, Francisco Tran Van Trung, Juan Bautista Con, José Hoang Luong Canh, José Lê Dan Thi, José Pham Trong (Cai) Ta, José Tuán, José Tuc, Lucas (Cai) Thin, Martín Tho, Mateo Le Van Gam, Miguel Ho Dinh Hy, Miguel Nguyen Huy My, Nicolás Bui Viet Yhe, Pablo Hang, Pablo Tong Viet Buong, Pedro Da, Pedro Dong, Pedro Thuan, Pedro Vo Dang Khoa, Simón Phan Dác Hòa, Esteban Nguyen Van Vinh, Tomás Nguyen Van Dê, Tomás Tran Van Thien, Vicente Duong y Vicente Tuong.
2. En Aquileya, en el territorio de Venecia, actualmente en Italia, conmemoración de san Crisógono, mártir, a quien se da culto en Roma el día del aniversario de la dedicación de la iglesia cuyo título lleva su nombre. (304)
3. En Amelia, localidad de Umbría, también en Italia, santa Firmina, mártir(303)
4. En Milán, en la región actualmente italiana de Liguria, san Protasio, obispo, que defendió ante el emperador Constante la causa de san Atanasio y tomó parte en el Concilio de Sárdica. (352)
5. En el lugar de Blaye, en el territorio de Burdeos, en Aquitania, hoy Francia, san Romano, presbítero. (385)
6*. En Cloyne, lugar de Hibernia, actual Irlanda, san Colmano, obispo(600)
7. En el territorio de Clermont-Ferrand, en Aquitania, Francia actualmente, san Porciano, abad, que, siendo joven esclavo, buscó el refugio y la libertad en un monasterio, en el cual se hizo monje y donde llegó a ser abad, y donde murió ya de viejo, agotado por los ayunos. (c. 532)
8. En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santas Flora y María, vírgenes y mártires, que en la persecución llevada a cabo por los musulmanes fueron encarceladas con san Eulogio y después muertas a espada. (856)
9. En Reims, en la Galia, hoy Francia, pasión de san Alberto de Lovaina, obispo de Lieja y mártir, que, desterrado por defender a la Iglesia, allí, en el mismo año fue ordenado y martirizado. (1192)
10*. En el monasterio de Cava de' Tirreni, en Campania, región de Italia actualmente, beato Balsamo, abad, que en medio de las confusiones y contradicciones de su tiempo desempeñó su cargo con sabiduría y prudencia. (1232)
11. En la ciudad de Dông Hoy, en Annam, hoy Vietnam, santos mártires Pedro Dumoulin-Borie, obispo de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, y Pedro Vo Dang Khoa y Vicente Ngyen Tho Diem, presbíteros, todos los cuales padecieron el martirio, por orden del emperador Minh Mang, al ser decapitado el primero y estrangulados los demás. (1838)
12*. En Milán, en Italia, beata María Ana Sala, virgen de la Congregación de Hermanas de Santa Marcelina, que, entregada totalmente a la formación de las niñas, fue maestra cimentada en la fe y en la piedad. (1891)
13*. En Picadero de Paterna, en el territorio de Valencia, en España, beatas Nicetas de santa Prudencia Plaja Xifra y compañeras*, vírgenes del Instituto de Hermanas Carmelitas de la Caridad y mártires, todas las cuales fueron consideradas dignas de entrar con Cristo Esposo en el convite eterno, llevando sus lámparas encendidas. (1936)
*Sus nombres son: beatas Paula de Santa Anastasia Isla Alonso, Antonia de San Timoteo Gosens Sáez de Ibarra, Daría de Santa Sofía Campillo Paniagua, Erundina de Nuestra Señora del Carmen Colino Vega, María Consuelo Cuñado González, Concepción de San Ignacio Odriozola Zabalía, Feliciana de Nuestra Señora del Monte Carmelo de Uribe y Orbe, Concepción de Santa Magdalena Rodríguez Fernández, Justa de María Inmaculada Maiza Goicoechea, Clara de Nuestra Señora de la Esperanza Urrutia y Cándida de Nuestra Señora de los Ángeles Cayuso González.

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