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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

martes, 25 de octubre de 2022

Martes 29 noviembre 2022, Martes de la I semana de Adviento, feria.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POST-SINODAL RECONCILIATIO ET PAENITENTIA (2-Diciembre-1984)
DE JUAN PABLO II

La celebración del Sacramento con absolución general

33. En el nuevo ordenamiento litúrgico y, más recientemente, en el nuevo Código de Derecho Canónico [196], se precisan las condiciones que legitiman el recurso al «rito de la reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución general». Las normas y las disposiciones dadas sobre este punto, fruto de madura y equilibrada consideración, deben ser acogidas y aplicadas, evitando todo tipo de interpretación arbitraria.

Es oportuno reflexionar de manera más profunda sobre los motivos que imponen la celebración de la Penitencia en una de las dos primeras formas y que permiten el recurso a la tercera forma. Ante todo hay una motivación de fidelidad a la voluntad del Señor Jesús, transmitida por la doctrina de la Iglesia, y de obediencia, además, a las leyes de la Iglesia. El Sínodo ha ratificado en una de sus Propositiones la enseñanza inalterada que la Iglesia ha recibido de la más antigua Tradición, y la ley con la que ella ha codificado la antigua praxis penitencial: la confesión individual e íntegra de los pecados con la absolución igualmente individual constituye el único modo ordinario, con el que el fiel, consciente de pecado grave, es reconciliado con Dios y con la Iglesia. De esta ratificación de la enseñanza de la Iglesia, resulta claramente que cada pecado grave debe ser siempre declarado, con sus circunstancias determinantes, en una confesión individual.

Hay también una motivación de orden pastoral. Si es verdad que, recurriendo a las condiciones exigidas por la disciplina canónica, se puede hacer uso de la tercera forma de celebración, no se debe olvidar sin embargo que ésta no puede convertirse en forma ordinaria, y que no puede ni debe usarse —lo ha repetido el Sínodo— si no es «en casos de grave necesidad», quedando firme la obligación de confesar individualmente los pecados graves antes de recurrir de nuevo a otra absolución general. El Obispo, por tanto, al cual únicamente toca, en el ámbito de su diócesis, valorar si existen en concreto las condiciones que la ley canónica establece para el uso de la tercera forma, dará este juicio sintiendo la grave carga que pesa sobre su conciencia en el pleno respeto de la ley y de la praxis de la Iglesia, y teniendo en cuenta, además, los criterios y orientaciones concordados —sobre la base de las consideraciones doctrinales y pastorales antes expuestas— con los otros miembros de la Conferencia Episcopal. Igualmente, será siempre una auténtica preocupación pastoral poner y garantizar las condiciones que hacen que el recurso a la tercera forma sea capaz de dar los frutos espirituales para los que está prevista. Ni el uso excepcional de la tercera forma de celebración deberá llevar jamás a una menor consideración, y menos al abandono, de las formas ordinarias, ni a considerar esta forma como alternativa a las otras dos; no se deja en efecto a la libertad de los pastores y de los fieles el escoger entre las mencionadas formas de celebración aquella considerada más oportuna. A los pastores queda la obligación de facilitar a los fieles la práctica de la confesión íntegra e individual de los pecados, lo cual constituye para ellos no sólo un deber, sino también un derecho inviolable e inalienable, además de una necesidad del alma. Para los fieles el uso de la tercera forma de celebración comporta la obligación de atenerse a todas las normas que regulan su práctica, comprendida la de no recurrir de nuevo a la absolución general antes de una regular confesión íntegra e individual de los pecados, que debe hacerse lo antes posible. Sobre esta norma y la obligación de observarla, los fieles deben ser advertidos e instruídos por el Sacerdote antes de la absolución.

Con este llamamiento a la doctrina y a la ley de la Iglesia deseo inculcar en todos el vivo sentido de responsabilidad , que debe guiarnos al tratar las cosas sagradas, que no son propriedad nuestra, como es el caso de los Sacramentos, o que tienen derecho a no ser dejadas en la incertidumbre y en la confusión, como es el caso de las conciencias. Cosas sagradas —repito— son unas y otras —los Sacramentos y las conciencias— , y exigen por parte nuestra ser servidas en la verdad.

Esta es la razón de la ley de la Iglesia.

[196] Cann. 961-963.

Algunos casos más delicados

34. Creo que debo hacer en este momento una alusión, aunque brevísima, a un caso pastoral que el Sínodo ha querido tratar —en cuanto le era posible hacerlo— , y que contempla también una de las Propositiones. Me refiero a ciertas situaciones, hoy no raras, en las que se encuentran algunos cristianos, deseosos de continuar la práctica religiosa sacramental, pero que se ven impedidos por su situación personal, que está en oposición a las obligaciones asumidas libremente ante Dios y la Iglesia. Son situaciones que se presentan como particularmente delicadas y casi insolubles.

Durante el Sínodo, no pocas intervenciones que expresaban el parecer general de los Padres, han puesto de relieve la coexistencia y la mutua influencia de dos principios, igualmente importantes, ante estos casos. El primero es el principio de la compasión y de la misericordia, por el que la Iglesia, continuadora de la presencia y de la obra de Cristo en la historia, no queriendo la muerte del pecador sino que se convierta y viva [197], atenta a no romper la caña rajada y a no apagar la mecha que humea todavía [198], trata siempre de ofrecer, en la medida en que le es posible, el camino del retorno a Dios y de la reconciliación con Él. El otro es el principio de la verdad y de la coherencia, por el cual la Iglesia no acepta llamar bien al mal y mal al bien. Basándose en estos dos principios complementarios, la Iglesia desea invitar a sus hijos, que se encuentran en estas situaciones dolorosas, a acercarse a la misericordia divina por otros caminos, pero no por el de los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, hasta que no hayan alcanzado las disposiciones requeridas.

Sobre esta materia, que aflige profundamente también nuestro corazón de pastores, he creído deber mío decir palabras claras en la Exhortación Apostólica Familiaris consortio, por lo que se refiere al caso de divorciados casados de nuevo [199], o en cualquier caso al de cristianos que conviven irregularmente.

Asimismo siento el vivo deber de exhortar, en unión con el Sínodo, a las comunidades eclesiales y sobre todo a los Obispos, para que presten toda ayuda posible a aquellos Sacerdotes que, faltando a los graves compromisos asumidos en la Ordenación, se encuentran en situaciones irregulares. Ninguno de estos hermanos debe sentirse abandonado por la Iglesia.

Para todos aquellos que no se encuentran actualmente en las condiciones objetivas requeridas por el Sacramento de la Penitencia, las muestras de bondad maternal por parte de la Iglesia, el apoyo de actos de piedad fuera de los Sacramentos, el esfuerzo sincero por mantenerse en contacto con el Señor, la participación a la Misa, la repetición frecuente de actos de fe, de esperanza y de caridad, de dolor lo más perfecto posible, podrán preparar el camino hacia una reconciliación plena en la hora que sólo la Providencia conoce.

[197] Cf. Ez 18, 23.
[198] Cf. Is 42, 3; Mt 12, 20.
[199] Cf. Exhort. Ap. Familiaris consortio, 84: AAS 74 (1982).


CALENDARIO

29 MARTES DE LA I SEMANA DE ADVIENTO, feria 

Misa de feria (morado). 
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. I o III Adv. 
LECC.: vol. II. 
- Is 11, 1-10. Sobre él se posará el espíritu del Señor. 
- Sal 71. R. En sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente. 
- Lc 10, 21-24. Jesús, lleno de alegría en el Espíritu Santo. 

Liturgia de las Horas: oficio de feria. 

Martirologio: elogs. del 30 de noviembre, pág. 697. 
CALENDARIOS: Pamplona-ciudad: San Saturnino de Tolosa, obispo y mártir (S). Pamplona-diócesis y Tudela: (MO). Bilbao y San Sebastián: (ML). 
Familia Franciscana: Todos los santos de la Orden (F). 
Sevilla: Beatos Antonio Martínez, religioso, y compañeros, mártires (ML).
Vitoria: San Saturnino de Tolosa, obispo y mártir (ML). 
Agustinos: Beato Federico de Ratisbona, religioso (ML). 
Carmelitas Descalzos: Beatos Dionisio de la Natividad y Redentor de la Cruz, mártires (MO).  Carmelitas: (ML). 
Jesuitas: Beato Bernardo Francisco de Hoyos, presbítero (ML).

TEXTOS MISA

Martes de la I Semana de Adviento

Antífona de entrada Cf. Zac 14, 5. 7
Vendrá el Señor y con él todos sus santos; y aquel día habrá una luz espléndida.
Ecce Dóminus véniet, et omnes sancti eius cum eo; et erit in die illa lux magna.

Oración colecta
Señor Dios, acoge favorablemente nuestras súplicas y ayúdanos con tu amor en nuestras tribulaciones, para que, consolados por la presencia de tu Hijo que viene, no caigamos en la antigua servidumbre del pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.
Propitiáre, Dómine Deus, supplicatiónibus nostris, et tribulántibus, quaesumus, tuae concéde pietátis auxílium, ut, de Fílii tui veniéntis praeséntia consoláti, nullis iam polluámur contágiis vetustátis. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Martes de la I semana de Adviento, feria (Lec. II)

PRIMERA LECTURA Is 11, 1-10
Sobre él se posará el espíritu del Señor

Lectura del libro de Isaías.

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias ni sentenciará de oídas; juzgará a los pobres con justicia, sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra; pero golpeará al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
La justicia será ceñidor de su cintura, y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero, el leopardo se tumbará con el cabrito, el ternero y el león pacerán juntos: un muchacho será su pastor.
La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león como el buey comerá paja.
El niño de pecho retozará junto al escondrijo de la serpiente, y el recién destetado extiende la mano hacia la madriguera del aspid.
Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los pueblos: se volverán hacia ellla las naciones y será gloriosa su morada.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 71, 1-2, 7-8. 12-13. 17 (R.: cf. 7)
R.
 Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Florébit in diébus eius iustítia et abundántia pacis in ætérnum.

V. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. 
R. Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Florébit in diébus eius iustítia et abundántia pacis in ætérnum.

V. En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. 
R. Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Florébit in diébus eius iustítia et abundántia pacis in ætérnum.

V. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. 
R. Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Florébit in diébus eius iustítia et abundántia pacis in ætérnum.

V. Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. 
R. Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Florébit in diébus eius iustítia et abundántia pacis in ætérnum.

Aleluya
R.
 Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Mirad, el Señor llega con poder e iluminará los ojos de sus siervos. R.
Ecce Dóminus noster cum virtúte véniet, et illuminábit óculos servórum suórum.

EVANGELIO Lc 10, 21-24
Jesús, lleno de la alegría del Espíritu Santo
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquella hora Jesús se lleno de la alegría del Espíritu Santo y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 3-diciembre-2019
El Espíritu elige lo pequeño, siempre, porque no puede entrar en lo grande, en lo soberbio, en lo autosuficiente. Es en el corazón pequeño donde tiene lugar la revelación del Señor. Por ejemplo, los teólogos no son los que saben mucha teología; esos se podrían llamar "enciclopedistas" de la teología: saben todo, pero son incapaces de hacer teología, porque la teología se hace de rodillas, haciéndose pequeño. Y si el verdadero pastor, sea sacerdote, obispo, papa, cardenal o lo que sea, no se hace pequeño, no es un pastor. Más bien sería un jefe de oficina. Y eso vale para todos: desde el que tiene una función que parece más importante en la Iglesia, hasta la pobre viejecita que hace obras de caridad a escondidas.

Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios, que revela su camino a los sencillos.
- Para que, por el testimonio de los cristianos, todos puedan reconocer en Jesús al Salvador del mundo. Roguemos al Señor.
- Para que los gobernantes de todas las naciones trabajen por la reconciliación y la paz, signos de la presencia de Dios. Roguemos al Señor.
- Para que los que disfrutan de los bienes temporales sepan compartir con los pobres y desamparados. Roguemos al Señor.
- Para que nosotros también sepamos vivir en actitud de conversión y de entrega a los más necesitados. Roguemos al Señor.
Dios Padre, escucha nuestras súplicas, muéstranos tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Que los ruegos y ofrendas de nuestra pobreza te conmuevan, Señor, y al vernos desvalidos y sin méritos propios acude, compasivo, en nuestra ayuda. Por Jesucristo nuestro Señor.
Placáre, Dómine, quaesumus, nostrae précibus humilitátis et hóstiis, et, ubi nulla súppetunt suffrágia meritórum, tuae nobis indulgéntiae succúrre praesídiis. Per Christum.

PREFACIO I DE ADVIENTO
LAS DOS VENIDAS DE CRISTO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación eterna, para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Qui, primo advéntu in humilitáte carnis assúmptae, dispositiónis antíquae munus implévit, nobísque salútis perpétuae trámitem reserávit: ut, cum secúndo vénerit in suae glória maiestátis, manifésto demum múnere capiámus, quod vigilántes nunc audémus exspectáre promíssum.
Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:

Santo, santo Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA III

Antífona de comunión Cf. 2 Tim 4, 8

El juez justo dará la corona de la justicia a los que aguarden con amor su venida.
Corónam iustítiae reddet iustus iudex iis qui díligunt advéntum eius.

Oración después de la comunión
Saciados con el alimento espiritual te pedimos, Señor, que, por la participación en este sacramento, nos enseñes a sopesar con sabiduría los bienes de la tierra y amar intensamente los del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Repléti cibo spiritális alimóniae, súpplices te, Dómine, deprecámur, ut, huius participatióne mystérii, dóceas nos terréna sapiénter perpéndere, et caeléstibus inhaerére. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 30 de noviembre
Fiesta de san Andrés, apóstol, natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él. Fue el primero de los discípulos de Juan el Bautista a quien llamó el Señor Jesús junto al Jordán y que le siguió, trayendo consigo a su hermano. La tradición dice que, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en la región de Acaya, en Grecia, y que fue crucificado en Patras. La Iglesia de Constantinopla lo venera como muy insigne patrono. (s. I)
2. En Milán, en la región de Liguria, san Mirocleto, obispo, de quien hace memoria san Ambrosio entre los obispos fieles que le precedieron. (c. 314)
3*. En Bretaña Menor, hoy Francia, san Tugdual, apellidado “Pabu”, abad y obispo, que fundó un monasterio en la ciudad de Treguier. (s. VI)
4. Cerca del monte Siepi, en Toscana, región de la Italia actual, san Gálgano Guidotti, eremita, quien se convirtió a Dios después de una juventud disipada y vivió el resto de su vida dedicado voluntariamente a la penitencia corporal. (1181)
5*. En Montpellier, en la región de Provenza, en Francia, beato Juan de Vercelli Garbella, presbítero, maestro general de la Orden de Predicadores, que predicó incansablemente la veneración al nombre de Jesús. (1283)
6*. En Ratisbona, en el territorio de Baviera, en Alemania, beato Federico, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, siendo hábil carpintero, sobresalió por el fervor en la oración, por la obediencia y por la caridad. (1329)
7. En Lanceston, en Inglaterra, san Cutberto Mayne, presbítero y mártir, el cual, abrazada la fe católica y ordenado sacerdote, ejerció su ministerio en Cornualles, hasta que, bajo el reinado de Isabel I, condenado a muerte por haber dado a conocer públicamente una Carta Apostólica, fue conducido al patíbulo, siendo el primer alumno del Colegio de los Ingleses de Douai en sufrir el martirio. (1577)
8*. En York, también en Inglaterra, beato Alejandro Crow, presbítero y mártir, que, siendo humilde costurero, fue ordenado presbítero, hecho por el cual, en tiempo de la reina Isabel I, terminó gloriosamente condenado al patíbulo. (1586)
9. En el lugar llamado Quxian, en la provincia de Sichuan, en China, san Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir, estrangulado por quienes odiaban la fe. (1823)
10. En Hué, localidad de Annam, hoy Vietnam, san José Marchand, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que bajo el imperio de Minh Mang, fue condenado al suplicio de los cien azotes. (1835)
11*. En el lugar llamado Paracuellos del Jarama, cerca de Madrid, en España, beato Miguel Ruedas Megías y seis compañeros*, mártires, religiosos de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, que, esclarecidos por su testimonio cristiano, durante la cruel persecución volaron hacia el Señor, víctimas de la violencia de los enemigos de la Iglesia. (1936)
*Sus nombres son: beatos Diego de Cádiz (Santiago) García Molina, Nicéforo Salvador del Río, Ramón (Rafael) Tonceda Fernández, religiosos; Arturo Donoso Murillo, Jesús Gesta de Piquer y Antonio Martínez Gil-Leonis, profesos.
12*. También en Valencia, en España, beato José Otín Aquilé, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que en la misma persecución, invencible y constante en su fe, arribó al reino de los cielos. (1936)
13*. Cerca de Munich, en la región de Baviera, de Alemania, en el campo de concentración de Dachau, beato Ludovico Roque Gientyngier, presbítero y mártir, que, en la ocupación de Polonia durante la guerra, y entre los crímenes cometidos por el régimen enemigo de la fe, padeció el martirio y entregó su espíritu al Señor. (1941)

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