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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

lunes, 24 de octubre de 2022

Lunes 28 noviembre 2022, Lunes de la I semana de Adviento, feria.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POST-SINODAL RECONCILIATIO ET PAENITENTIA (2-Diciembre-1984)
DE JUAN PABLO II

Las formas de la celebración

32. Siguiendo las indicaciones del Concilio Vaticano II, el Ordo Paenitentiae ha autorizado tres formas que, salvando siempre los elementos esenciales, permiten adaptar la celebración del Sacramento de la Penitencia a determinadas circunstancias pastorales.

La primera forma —reconciliación de cada penitente— constituye el único modo normal y ordinario de la celebración sacramental, y no puede ni debe dejar de ser usada o descuidada. La segunda —reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución individual—, aunque con los actos preparatorios permite subrayar más los aspectos comunitarios del Sacramento, se asemeja a la primera forma en el acto sacramental culminante, que es la confesión y la absolución individual de los pecados, y por eso puede equipararse a la primera forma en lo referente a la normalidad del rito. En cambio, la tercera —reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución general— reviste un carácter de excepción y por tanto no queda a la libre elección, sino que está regulada por la disciplina fijada para el caso.

La primera forma permite la valorización de los aspectos más propiamente personales —y esenciales— que están comprendidos en el itinerario penitencial. El diálogo entre penitente y confesor, el conjunto mismo de los elementos utilizados (los textos bíblicos, la elección de la forma de «satisfacción», etc.) son elementos que hacen la celebración sacramental más adecuada a la situación concreta del penitente. Se descubre el valor de tales elementos cuando se piensa en las diversas razones que llevan al cristiano a la penitencia sacramental: una necesidad de reconciliación personal y de readmisión a la amistad con Dios, obteniendo la gracia perdida a causa del pecado; una necesidad de verificación del camino espiritual y, a veces, de un discernimiento vocacional más preciso; otras muchas veces una necesidad y deseo de salir de un estado de apatía espiritual y de crisis religiosa. Gracias también a su índole individual la primera forma de celebración permite asociar el Sacramento de la Penitencia a algo distinto, pero conciliable con ello: me refiero a la dirección espiritual. Es pues cierto que la decisión y el empeño personal están claramente significados y promovidos en esta primera forma.

La segunda forma de celebración, precisamente por su carácter comunitario y por la modalidad que la distingue, pone de relieve algunos aspectos de gran importancia: la Palabra de Dios escuchada en común tiene un efecto singular respecto a su lectura individual, y subraya mejor el carácter eclesial de la conversión y de la reconciliación. Esta resulta particularmente significativa en los diversos tiempos del año litúrgico y en conexión con acontecimientos de especial importancia pastoral. Baste indicar aquí que para su celebración es oportuna la presencia de un número suficiente de confesores.

Es natural, por tanto, que los criterios para establecer a cual de las dos formas de celebración se deba recurrir estén dictados no por motivaciones coyunturales y subjetivas, sino por el deseo de obtener el verdadero bien espiritual de los fieles, obedeciendo a la disciplina penitencial de la Iglesia.

Será bueno también recordar que, para una equilibrada orientación espiritual y pastoral al respecto, es necesario seguir atribuyendo gran valor y educar a los fieles a recurrir al Sacramento de la Penitencia incluso sólo para los pecados veniales, como lo atestiguan una tradición doctrinal y una praxis ya seculares.

Aun sabiendo y enseñando que los pecados veniales son perdonados también de otros modos —piénsese en los actos de dolor, en las obras de caridad, en la oración, en los ritos penitenciales— , la Iglesia no cesa de recordar a todos la riqueza singular del momento sacramental también con referencia a tales pecados. El recurso frecuente al Sacramento —al que están obligadas algunas categorías de fieles— refuerza la conciencia de que también los pecados menores ofenden a Dios y dañan a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y su celebración es para ellos «la ocasión y el estímulo para conformarse más íntimamente a Cristo y a hacerse más dóciles a la voz del Espíritu» [194]. Sobre todo hay que subrayar el hecho de que la gracia propia de la celebración sacramental tiene una gran virtud terapéutica y contribuye a quitar las raíces mismas del pecado.

El cuidado del aspecto celebrativo [195], con particular referencia a la importancia de la Palabra de Dios, leída, recordada y explicada, cuando sea posible y oportuno, a los fieles y con los fieles, contribuirá a vivificar la práctica del Sacramento y a impedir que caiga en una formalidad o rutina. El penitente habrá de ser más bien ayudado a descubrir que está viviendo un acontecimiento de salvación, capaz de infundir un nuevo impulso de vida y una verdadera paz en el corazón. Este cuidado por la celebración llevará también a fijar en cada Iglesia los tiempos apropiados para la celebración del Sacramento, y a educar a los fieles, especialmente los niños y jóvenes, a atenerse a ellos en vía ordinaria, excepto en casos de necesidad en los que el pastor de almas deberá mostrarse siempre dispuesto a acoger de buena gana a quien recurra a él.

[194] Ordo Paenitentiae, 7b.
[195] Cf. Ordo Paenitentiae, 17.


CALENDARIO

28 LUNES DE LA I SEMANA DE ADVIENTO, feria

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. I o III Adv.
LECC.: vol. II.
- Is 2, 1-5.
El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios.
o bien:
Is 4, 2-6. Será ornamento para los redimidos.
- Sal 121. R. Vamos alegres a la casa del Señor.
- Mt 8, 5-11. Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 29 de noviembre, pág. 695.
CALENDARIOS: Cádiz: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Franciscanos: San Jaime de la Marca, presbítero (MO).
Paúles e Hijas de la Caridad: Santa Catalina Labouré (MO).
Albacete: Beato Eduardo Bautista Jiménez (ML).
Pamplona y Tudela: San Honesto de Nimes, presbítero (ML).
Hospitalarios de San Juan de Dios: Traslación de las reliquias de San Juan de Dios (ML).

TEXTOS MISA

Lunes de la I Semana de Adviento

Antífona de entrada Cfr Jr 31, 10; Is 35, 4
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor; anunciadla en los confines de la tierra: he aquí nuestro Salvador que viene, no temáis.
Audíte verbum Dómini, gentes, et annuntiáte illud in fínibus terrae: Ecce Salvátor noster advéniet, et iam nolíte timére.

Oración colecta
Concédenos, Señor Dios nuestro, esperar vigilantes la venida de Cristo, tu Hijo, para que, cuando llegue y llame a la puerta, nos encuentre velando en oración y cantando con alegría sus alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo.
Fac nos, quaesumus, Dómine Deus noster, advéntum Christi Fílii tui sollícitos exspectáre, ut, dum vénerit pulsans, oratiónibus vigilántes, et in suis invéniat láudibus exsultántes. Qui tecum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la I semana de Adviento (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Is 2, 1-5
El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios
Lectura del libro de Isaías.

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sion saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

En el año A para no repetir la primera lectura que se ha leído el primer Domingo (Is 2, 1-5), se puede emplear la que se propone como opcional (Is 4, 2-6).

PRIMERA LECTURA (opcional para el año A) Is 4, 2-6
Será ornamento para los redimidos.
Lectura del libro de Isaías.

Aquel día, el vástago del Señor será el esplendor y la gloria, y el fruto del país será orgullo y ornamento para los redimidos de Israel.
A los que queden en Sion y al resto en Jerusalén
los llamarán santos: todos los que en Jerusalén están inscritos para la vida.
Cuando el Señor haya lavado la impureza de las hijas de Sion y purificado la sangre derramada en Jerusalén,
con viento justiciero, con un soplo ardiente,
creará el Señor sobre toda la extensión del monte Sion y sobre su asamblea
una nube de día, un humo y un resplandor de fuego llameante de noche.
Y por encima, la gloria será un baldaquino
y una tienda, sombra en la canícula,
refugio y abrigo de la tempestad y de la lluvia.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

lmo responsorial (forma larga) Sal 121, 1bc-2. 3-4b. 4d-5. 6-7. 8-9 (R.: cf. 1bc)
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

V. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

V. Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

V. Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

V. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

V. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

Salmo responsorial (forma breve) SaI 121, 1-2. 3-4b. 8-9 (R.: cf. 1)
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

V. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

V. Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

V. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

Aleluya Cf Sal 79, 4
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ven a librarnos, Señor, Dios nuestro; que brille tu rostro y nos salve. R.
Veni ad liberándum nos, Dómine Deus noster osténde fáciem tuam, et salvi érimus.

EVANGELIO Mt 8, 5-11
Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 3-diciembre-2018
Se trata de cuidar nuestra casa interior; y el Adviento es también un poco para eso. De aquí la importancia de vivir en plenitud las tres dimensiones del Adviento. Purificar la memoria para recordar que no nació un árbol de Navidad, no: ¡nació Jesucristo! El árbol es una bonita señal, pero nació Jesucristo, es un misterio. Purificar el futuro: un día me encontraré cara a cara con Jesucristo: ¿qué le diré? ¿Le hablaré mal de los demás? Y la tercera dimensión: hoy. ¿Qué pasa hoy en mi corazón cuando el Señor viene y llama a la puerta? Es el encuentro de todos los días con el Señor. Pidamos que el Señor nos dé esta gracia de la purificación del pasado, del futuro y del presente para encontrar siempre la memoria, la esperanza y el encuentro diario con Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios, que cura todas nuestras enfermedades.
- Para que a través de la predicación y del testimonio de la Iglesia, todos puedan ver la salvación que Cristo nos viene a traer con su nuevo nacimiento. Oremos.
Para que reine en el mundo una paz estable y duradera. Oremos.
Para que los que sufren sean fortalecidos en la esperanza por la próxima venida del Salvador. Oremos.
Para que todos nosotros vivamos vigilantes en la espera del Señor. Oremos.
Ayuda, Señor, nuestra incredulidad, aviva nuestra esperanza, fortalece nuestra caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te ofrecemos, escogidos de los bienes que hemos recibido de ti, y lo que nos concedes celebrar con devoción durante nuestra vida mortal sea para nosotros premio de tu redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, quaesumus, Dómine, múnera quae de tuis offérimus colláta benefíciis, et, quod nostrae devotióni concédis éffici temporáli, tuae nobis fiat praemium redemptiónis aetérnae. Per Christum.

PREFACIO I DE ADVIENTO
LAS DOS VENIDAS DE CRISTO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación eterna, para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Qui, primo advéntu in humilitáte carnis assúmptae, dispositiónis antíquae munus implévit, nobísque salútis perpétuae trámitem reserávit: ut, cum secúndo vénerit in suae glória maiestátis, manifésto demum múnere capiámus, quod vigilántes nunc audémus exspectáre promíssum.
Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:

Santo, santo Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Cfr Sal 106, 4-5; Is 38, 3
Ven, Señor, a visitarnos con tu paz para que nos alegremos delante de ti con un corazón íntegro.
Veni, Dómine, visitáre nos in pace, ut laetémur coram te corde perfécto.

Oración después de la comunión
Fructifique en nosotros, Señor, la celebración de estos sacramentos, con los que tú nos enseñas, ya en este mundo que pasa, a descubrir el valor de los bienes del cielo y a poner en ellos nuestro corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prosint nobis, quaesumus, Dómine, frequentáta mystéria, quibus nos, inter praetereúntia ambulántes, iam nunc instítuis amáre caeléstia et inhaerére mansúris. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 29 de noviembre
1. En Roma, en el cementerio de Trasón, en la vía Salaria Nueva, san Saturnino de Cartago, mártir, quien, según refiere el papa san Dámaso, bajo el emperador Decio, por confesar a Cristo, primero fue atormentado en el potro en su misma patria, y, después, extraditado a Roma, tras superar otros atroces tormentos, convirtió a la fe al tirano Graciano, y finalmente alcanzó la corona del martirio al  ser decapitado. (257)
2. En Toulouse, en la Galia Narbonense, actual Francia, conmemoración de san Saturnino, obispo y mártir, que, según la tradición, en tiempo del mismo Decio fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta ciudad y arrastrando por las escaleras desde lo alto del edificio, hasta que, destrozados la cabeza y el cuerpo, entregó su alma a Cristo. (c. 250)
3. En Ankara, lugar de Galacia, hoy Turquía, san Filomeno, mártir, que en la persecución bajo el emperador Aureliano, y siendo prefecto Félix, después de arrojarlo al fuego le acribillaron manos, pies y cabeza con clavos, y así consumó su martirio, según se refiere. (s. III)
4. En Todi, ciudad de Umbría, santa Iluminada, virgen(320)
5. En Batnan, en la región de Osroene, en Mesopotamia, Turquía actualmente, san Jacobo, obispo, que ilustró con su fe purísima a esta Iglesia por medio de sus sermones, homilías y traducciones, y es reconocido por los sirios como doctor y columna de la Iglesia, junto con san Efrem. (521)
6*. En Deventer, en Frisia, actual Holanda, traslación de san Radbodo, obispo de Utrech, pastor docto y prudente, que murió visitando a los campesinos. (918)
7*. En York, en Inglaterra, beato Eduardo Burden, presbítero y mártir, que, habiendo estudiado en el Colegio de los Ingleses en Reims, ya ordenado presbítero, por regresar a los dominios de la reina Isabel I fue condenado al patíbulo ante una turba enfurecida. (1588)
8*. En la misma ciudad, ocho años más tarde, beatos Jorge Errington, Guillermo Gigson y Guillermo Knight, mártires y sacerdotes, que, vigilados como proscritos por el mero hecho de ser presbíteros, fueron martirizados cruelmente. (1596)
9*. En la isla de Sumatra llamada Aceh, en la actual Indonesia, beatos mártires Dionisio de la Natividad (Pedro) Berthelot, presbítero, y Redento de la Cruz (Tomás) Rodríguez, religiosos de la Orden de Carmelitas Descalzos, a quienes los mahometanos sometieron a esclavitud y, finalmente, llevaron a la orilla del mar, para acabar asaetándolos y decapitándolos. (1638)
10. En Luceria, en la región italiana de Apulia, san Francisco Antonio Fasani, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, varón de exquisita doctrina, sumamente fundamentado en la escuela de la predicación y de la penitencia, el cual sirvió hasta tal punto a los pobres y necesitados, que nunca dudó en despojarse incluso de sus vestidos para cubrir al mendigo, ofreciendo a todo el mundo ayuda cristiana. (1742)
11*. En el lugar llamado El Saler, cerca de Valencia, en España, beato Alfredo Simón Colomina, presbítero, de la oprden de la Compañía de Jesús y mártir, que en la persecución contra la Iglesia confirmó con su sangre su fidelidad al Señor. (1936)
Beata María Magdalena de la Encarnación (Roma 1770-1824). Religiosa y fundadora de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento.
- Beato Bernardo Francisco de Hoyos (1711- Valladolid 1735). Sacerdote de la Compañía de Jesús con una ardiente devoción al Sagrado Corazón de Jesús que difundió hasta su prematura muerte.

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