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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

miércoles, 6 de julio de 2022

Miércoles 10 agosto 2022, San Lorenzo, diácono y mártir, fiesta.

SOBRE LITURGIA

CARTA APOSTÓLICA DESIDERIO DESIDERAVI
DEL SANTO PADRE FRANCISCO

SOBRE LA FORMACIÓN LITÚRGICA DEL PUEBLO DE DIOS

Ars celebrandi

48. Un modo para custodiar y para crecer en la comprensión vital de los símbolos de la Liturgia es, ciertamente, cuidar el arte de celebrar. Esta expresión también es objeto de diferentes interpretaciones. Se entiende más claramente teniendo en cuenta el sentido teológico de la Liturgia descrito en el número 7 de Sacrosanctum Concilium, al cual nos hemos referido varias veces. El ars celebrandi no puede reducirse a la mera observancia de un aparato de rúbricas, ni tampoco puede pensarse en una fantasiosa – a veces salvaje – creatividad sin reglas. El rito es en sí mismo una norma, y la norma nunca es un fin en sí misma, sino que siempre está al servicio de la realidad superior que quiere custodiar.

49. Como cualquier arte, requiere diferentes conocimientos.

En primer lugar, la comprensión del dinamismo que describe la Liturgia. El momento de la acción celebrativa es el lugar donde, a través del memorial, se hace presente el misterio pascual para que los bautizados, en virtud de su participación, puedan experimentarlo en su vida: sin esta comprensión, se cae fácilmente en el “exteriorismo” (más o menos refinado) y en el rubricismo (más o menos rígido).

Es necesario, pues, conocer cómo actúa el Espíritu Santo en cada celebración: el arte de celebrar debe estar en sintonía con la acción del Espíritu. Sólo así se librará de los subjetivismos, que son el resultado de la prevalencia de las sensibilidades individuales, y de los culturalismos, que son incorporaciones sin criterio de elementos culturales, que nada tienen que ver con un correcto proceso de inculturación.

Por último, es necesario conocer la dinámica del lenguaje simbólico, su peculiaridad, su eficacia.

50. De estas breves observaciones se desprende que el arte de celebrar no se puede improvisar. Como cualquier arte, requiere una aplicación asidua. Un artesano sólo necesita la técnica; un artista, además de los conocimientos técnicos, no puede carecer de inspiración, que es una forma positiva de posesión: el verdadero artista no posee un arte, ni es poseído por él. Uno no aprende el arte de celebrar porque asista a un curso de oratoria o de técnicas de comunicación persuasiva (no juzgo las intenciones, veo los efectos). Toda herramienta puede ser útil, pero siempre debe estar sujeta a la naturaleza de la Liturgia y a la acción del Espíritu. Es necesaria una dedicación diligente a la celebración, dejando que la propia celebración nos transmita su arte. Guardini escribe: «Debemos darnos cuenta de lo profundamente arraigados que estamos todavía en el individualismo y el subjetivismo, de lo poco acostumbrados que estamos a la llamada de las cosas grandes y de lo pequeña que es la medida de nuestra vida religiosa. Hay que despertar el sentido de la grandeza de la oración, la voluntad de implicar también nuestra existencia en ella. Pero el camino hacia estas metas es la disciplina, la renuncia a un sentimentalismo blando; un trabajo serio, realizado en obediencia a la Iglesia, en relación con nuestro ser y nuestro comportamiento religioso» [15]. Así es como se aprende el arte de la celebración.

51. Al hablar de este tema, podemos pensar que sólo concierne a los ministros ordenados que ejercen el servicio de la presidencia. En realidad, es una actitud a la que están llamados a vivir todos los bautizados. Pienso en todos los gestos y palabras que pertenecen a la asamblea: reunirse, caminar en procesión, sentarse, estar de pie, arrodillarse, cantar, estar en silencio, aclamar, mirar, escuchar. Son muchas las formas en que la asamblea, como un solo hombre (Neh 8,1), participa en la celebración. Realizar todos juntos el mismo gesto, hablar todos a la vez, transmite a los individuos la fuerza de toda la asamblea. Es una uniformidad que no sólo no mortifica, sino que, por el contrario, educa a cada fiel a descubrir la auténtica singularidad de su personalidad, no con actitudes individualistas, sino siendo conscientes de ser un solo cuerpo. No se trata de tener que seguir un protocolo litúrgico: se trata más bien de una “disciplina” – en el sentido utilizado por Guardini – que, si se observa con autenticidad, nos forma: son gestos y palabras que ponen orden en nuestro mundo interior, haciéndonos experimentar sentimientos, actitudes, comportamientos. No son el enunciado de un ideal en el que inspirarnos, sino una acción que implica al cuerpo en su totalidad, es decir, ser unidad de alma y cuerpo.

52. Entre los gestos rituales que pertenecen a toda la asamblea, el silencio ocupa un lugar de absoluta importancia. Varias veces se prescribe expresamente en las rúbricas: toda la celebración eucarística está inmersa en el silencio que precede a su inicio y marca cada momento de su desarrollo ritual. En efecto, está presente en el acto penitencial; después de la invitación a la oración; en la Liturgia de la Palabra (antes de las lecturas, entre las lecturas y después de la homilía); en la plegaria eucarística; después de la comunión [16]. No es un refugio para esconderse en un aislamiento intimista, padeciendo la ritualidad como si fuera una distracción: tal silencio estaría en contradicción con la esencia misma de la celebración. El silencio litúrgico es mucho más: es el símbolo de la presencia y la acción del Espíritu Santo que anima toda la acción celebrativa, por lo que, a menudo, constituye la culminación de una secuencia ritual. Precisamente porque es un símbolo del Espíritu, tiene el poder de expresar su acción multiforme. Así, retomando los momentos que he recordado anteriormente, el silencio mueve al arrepentimiento y al deseo de conversión; suscita la escucha de la Palabra y la oración; dispone a la adoración del Cuerpo y la Sangre de Cristo; sugiere a cada uno, en la intimidad de la comunión, lo que el Espíritu quiere obrar en nuestra vida para conformarnos con el Pan partido. Por eso, estamos llamados a realizar con extremo cuidado el gesto simbólico del silencio: en él nos da forma el Espíritu.

53. Cada gesto y cada palabra contienen una acción precisa que es siempre nueva, porque encuentra un momento siempre nuevo en nuestra vida. Permitidme explicarlo con un sencillo ejemplo. Nos arrodillamos para pedir perdón; para doblegar nuestro orgullo; para entregar nuestras lágrimas a Dios; para suplicar su intervención; para agradecerle un don recibido: es siempre el mismo gesto, que expresa esencialmente nuestra pequeñez ante Dios. Sin embargo, realizado en diferentes momentos de nuestra vida, modela nuestra profunda interioridad y posteriormente se manifiesta externamente en nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos. Arrodillarse debe hacerse también con arte, es decir, con plena conciencia de su significado simbólico y de la necesidad que tenemos de expresar, mediante este gesto, nuestro modo de estar en presencia del Señor. Si todo esto es cierto para este simple gesto, ¿cuánto más para la celebración de la Palabra? ¿Qué arte estamos llamados a aprender al proclamar la Palabra, al escucharla, al hacerla inspiración de nuestra oración, al hacer que se haga vida? Todo ello merece el máximo cuidado, no formal, exterior, sino vital, interior, porque cada gesto y cada palabra de la celebración expresada con “arte” forma la personalidad cristiana del individuo y de la comunidad.

54. Si bien es cierto que el ars celebrandi concierne a toda la asamblea que celebra, no es menos cierto que los ministros ordenados deben cuidarlo especialmente. Visitando comunidades cristianas he comprobado, a menudo, que su forma de vivir la celebración está condicionada – para bien, y desgraciadamente también para mal – por la forma en que su párroco preside la asamblea. Podríamos decir que existen diferentes “modelos” de presidencia. He aquí una posible lista de actitudes que, aunque opuestas, caracterizan a la presidencia de forma ciertamente inadecuada: rigidez austera o creatividad exagerada; misticismo espiritualizador o funcionalismo práctico; prisa precipitada o lentitud acentuada; descuido desaliñado o refinamiento excesivo; afabilidad sobreabundante o impasibilidad hierática. A pesar de la amplitud de este abanico, creo que la inadecuación de estos modelos tiene una raíz común: un exagerado personalismo en el estilo celebrativo que, en ocasiones, expresa una mal disimulada manía de protagonismo. Esto suele ser más evidente cuando nuestras celebraciones se difunden en red, cosa que no siempre es oportuno y sobre la que deberíamos reflexionar. Eso sí, no son estas las actitudes más extendidas, pero las asambleas son objeto de ese “maltrato” frecuentemente.

55. Se podría decir mucho sobre la importancia y el cuidado de la presidencia. En varias ocasiones me he detenido en la exigente tarea de la homilía [17]. Me limitaré ahora a algunas consideraciones más amplias, queriendo, de nuevo, reflexionar con vosotros sobre cómo somos formados por la Liturgia. Pienso en la normalidad de las Misas dominicales en nuestras comunidades: me refiero, pues, a los presbíteros, pero implícitamente a todos los ministros ordenados.

[15] R. Guardini, Liturgische Bildung (1923) en Liturgie und liturgische Bildung (Mainz 1992) p. 99.
[16] Cfr. Institutio Generalis Missalis Romani, nn. 45; 51; 54-56; 66; 71; 78; 84; 88; 271.
[17] Ver Exhortación apostólica Evangelii gaudium (24 Noviembre 2013), nn. 135-144.

CALENDARIO

10 MIÉRCOLES. SAN LORENZO, diácono y mártir, fiesta


Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir, que fervientemente deseoso, como cuenta san León Magno, de compartir la suerte del papa Sixto II en su martirio, al recibir del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, él, festivamente, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundante dinero. Tres días más tarde (año 258), por la fe de Cristo venció el suplicio del fuego, y el instrumento de su martirio se convirtió en distintivo de su triunfo. Su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Campo Verano, conocido desde entonces por su nombre (elog. del Martirologio Romano).

Misa de la fiesta (rojo).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Pf. de mártires, conveniente PE I. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. IV.
- 2 Cor 9, 6-10.
Dios ama al que da con alegría.
- Sal 111. R. Dichoso el que se apiada y presta.
- Jn 12, 24-26. A quien me sirva, el Padre lo honrará.

* Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio de la fiesta. Te Deum.

Martirologio: elogs. del 11 de agosto, pág. 480.
CALENDARIOS: Huesca: San Lorenzo, diácono y mártir (S).

TEXTOS MISA

10 de agosto
SAN LORENZO, DIÁCONO Y MÁRTIR
Fiesta

Antífona de entrada
Este es san Lorenzo, que se entregó a sí mismo al servicio de la Iglesia: así mereció la pasión del martirio para subir gozoso hasta Jesucristo el Señor.
Hic est beátus Lauréntius, qui pro ope Ecclésiae semetípsum trádidit: proptérea méruit martyrii passiónem, ut laetus ascénderet ad Dóminum Iesum Christum.

Monición de entrada
Celebramos hoy la fiesta de san Lorenzo, diácono de la Iglesia romana y mártir, nacido en Huesca, según la tradición. San León Magno narra su deseo de compartir la suerte del papa san Sixto II en su martirio. Acusado de poseer incalculables riquezas, fue arrestado durante la persecución del emperador Valeriano, el año 258. Habiendo declarado ante los jueces que la única riqueza de la Iglesia eran los pobres, atendidos con las limosnas de la comunidad cristiana, fue condenado a morir con el suplicio del fuego. Su cuerpo fue enterrado en Roma.

Se dice Gloria.

Oración colecta
Oh, Dios, con tu ardiente amor san Lorenzo resplandeció fiel en el ministerio y glorioso en el martirio, concédenos amar lo que él amó y practicar lo que enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, cuius caritátis ardóre beátus Lauréntius servítio cláruit fidélis et martyrio gloriósus, fac nos amáre quod amávit, et ópere exercére quod dócuit. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas propias de la fiesta de San Lorenzo (Lec. IV).

PRIMERA LECTURA 2 Cor 9, 6-10
Dios ama al que da con alegría
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios

Hermanos: El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará. Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues Dios ama “al que da con alegría”.
Y Dios tiene poder para colmaros de toda clase de dones, de modo que, teniendo lo suficiente siempre y en todo, os sobre para toda clase de obras buenas.
Como está escrito:
«Repartió abundantemente a los pobres,
su justicia permanece eternamente».
El que proporciona “semilla al que siembra y pan para comer” proporcionará y multiplicará vuestra semilla y aumentará los frutos de vuestra justicia.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 111, 1-2. 5-6. 7-8. 9 (R.: 5a)
R. Dichoso el que se apiada y presta.
Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

V. Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
R. Dichoso el que se apiada y presta.
Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

V. Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará,
El recuerdo del justo será perpetuo.
R. Dichoso el que se apiada y presta.
Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

V. No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
R. Dichoso el que se apiada y presta.
Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

V. Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre,
y alzará la frente con dignidad.
R. Dichoso el que se apiada y presta.
Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aleluya Jn 8, 12bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que me sigue no camina en tinieblas -dice el Señor-, sino que tendrá la luz de la vida. R.
Qui séquitur me, non ámbulat in ténebris, sed habébit lumen vitae, dicit Dóminus.

EVANGELIO Jn 12, 24-26
A quien me sirva, el Padre lo honrará
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Camino 199.
Si el grano de trigo no muere queda infecundo. –¿No quieres ser grano de trigo, morir por la mortificación, y dar espigas bien granadas? –¡Que Jesús bendiga tu trigal!

Oración de los fieles
En la fiesta del diácono y mártir san Lorenzo, que confesó con sus obras y con su sangre el nombre de nuestro Señor Jesucristo, dirijamos nuestra oración al Padre de la misericordia.
- Para que la Iglesia, encendida en el amor a Cristo y a los pobres, encuentre en ellos su mayor riqueza. Roguemos al Señor.
- Para que dé a los diáconos de la Iglesia fortaleza de espíritu, santidad de costumbres y observancia evangélica. Roguemos al Señor.
- Para que los que son ultrajados por el nombre de Cristo sientan el gozo de saber que el Espíritu de la gloria reposa en ellos. Roguemos al Señor.
- Para que todos nosotros, alentados en nuestras dificultades por el ejemplo de san Lorenzo, sepamos alentar a los demás repartiendo con ellos el ánimo que recibimos de Dios. Roguemos al Señor.
- Para que nuestros hermanos difuntos puedan pasar de la oscuridad a la luz y vivir por siempre con los santos. Roguemos al Señor.
Dios de poder y misericordia, tú infundiste valor a tu mártir san Lorenzo para que pudiera soportar el dolor del martirio; concédenos a los que celebramos su triunfo soportar por tu amor toda adversidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, los dones que te ofrecemos con gozo en la fiesta de san Lorenzo, y haz que nos ayuden para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe propítius, Dómine, múnera in beáti Lauréntii celebritáte laetánter obláta, et ad nostrae salútis auxílium proveníre concéde. Per Christum.

PREFACIO I DE LOS SANTOS MÁRTIRES
SIGNIFICADO Y EJEMPLARIDAD DEL MARTIRIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre del glorioso mártir san N., derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio; por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, con las virtudes del cielo te aclamamos continuamente en la tierra, alabando tu gloria sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quóniam beáti mártyris N. pro confessióne nóminis tui, ad imitatiónem Christi, sanguis effúsus tua mirabília maniféstat, quibus pérficis in fragilitáte virtútem, et vires infírmas ad testimónium róboras, per Christum Dóminum nostrum.
Et ídeo, cum caelórum Virtútibus, in terris te iúgiter celebrámus, maiestáti tuae sine fine clamántes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO

Antífona de comunión Cf. Jn 12, 26
El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo allí también estará mi servidor, dice el Señor.
Qui mihi minístrat, me sequátur; et ubi sum ego, illic et miníster meus erit, dicit Dóminus.

Oración después de la comunión
Saciados con el don sagrado, te suplicamos, Señor, que percibamos como aumento de salvación el obsequio de nuestro humilde servicio en la fiesta de san Lorenzo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sacro múnere satiáti, súpplices te, Dómine, deprecámur, ut, quod in festivitáte beáti Lauréntii débitae servitútis praestámus obséquium, salvatiónis tuae sentiámus augméntum. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 11 de agosto
M
emoria de santa Clara, virgen, que, como primer ejemplo de las Damas Pobres de la Orden de los Hermanos Menores, siguió a san Francisco, llevando en Asís, en la región italiana de Umbría, una vida austera pero rica en obras de caridad y de piedad. Insigne amante de la pobreza, no consintió ser apartada de la misma ni siquiera en la extrema indigencia y en la enfermedad. (1253)
2. En Gumenek, en el Ponto, hoy Turquía, san Alejandro, de sobrenombre "Carbonero", obispo, que a partir de la filosofía alcanzó la eminente ciencia de la humildad cristiana, y elevado por san Gregorio Taumaturgo a la sede episcopal de aquella Iglesia, fue célebre no sólo por su predicación, sino también por haber sufrido el martirio por el fuego. (s. III)
3. En Roma, en la tercera milla de la vía Labicana, en el cementerio llamado ad Duas Lauros, san Tiburcio, mártir, cuyas alabanzas fueron celebradas por el papa san Dámaso. (s. III/IV)
4. También en Roma, conmemoración de santa Susana, bajo cuyo nombre, celebrado entre los mártires en los anales antiguos, fue dedicada a Dios, en el siglo sexto, una basílica en el título de Gaio, junto a las termas de Diocleciano. (s. inc.)
5. En Asís, población de Umbría, actual Italia, san Rufino, a quien se considera primer obispo de aquella población y mártir. (c. s. IV)
6*. En Benevento, en Campania, región también italiana, san Casiano, obispo. (s. IV)
7. En la ciudad de Évreux, en la Galia, hoy Francia, san Taurino, que es celebrado como el primer obispo de esta ciudad. (c. s. V)
8*. En Hibernia, actual Irlanda, santa Atracta, abadesa, que, según la tradición, recibió de manos de san Patricio el velo de las vírgenes. (s. V)
9. En el territorio de Valeria, actual región italiana de Umbría, san Equicio, abad, que, como escribe el papa san Gregorio Magno, por su santidad fue padre de muchos monasterios y, donde quiera que iba, daba a beber a los demás de la fuente de las Sagradas Escrituras. (a. 571)
10. En Cambrai, en Austrasia, hoy Francia, san Gaugerico, obispo, que, insigne por su piedad y caridad para con los pobres, fue ordenado diácono por Magnerico de Tréveris, y después, elegido para la sede de Cambrai, ejerció el episcopado durante treinta y nueve años. (c. 625)
11*. En Arlés, ciudad de Provenza, en la Galia, de nuevo en la actual Francia, santa Rustícola, abadesa, que gobernó santamente a sus monjas durante casi sesenta años. (632)
12*. En Gloucester, en Inglaterra, beatos Juan Sandys y Esteban Rowsham, presbíteros, y Guillermo Lampley, sastre, todos mártires, que durante el reinado de Isabel I, en días distintos no conservados en la tradición, sufrieron por Cristo los mismos tormentos. (1586, 1587 y 1588)
13*. Cerca de la costa de Francia, ante el puerto de Rochefort, beato Juan Jorge (Jacobo) Rhem, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, encerrado durante la persecución contra la fe en una lóbrega prisión, levantaba la esperanza de sus compañeros de cárcel, cruelmente torturados, hasta que él mismo, por amor a Cristo, murió de una enfermedad incurable. (1794)
14*. En la aldea Agullent, en el territorio de Valencia, en España, beato Rafael Alonso Gutiérrez, mártir, padre de familia, que en el furor de la persecución contra la fe, derramó su sangre por Cristo. Con él se conmemora también al bienaventurado mártir Carlos Díaz Gandía, que este mismo día y en la misma localidad recibió la vida eterna por la defensa de la fe. (1936)
15*. En la localidad de Prat de Compte, cerca de Tarragona, igualmente en España, beato Miguel Domingo Cendra, religioso de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que en la misma persecución, mereció alcanzar a través del martirio la palma de la gloria. (1936)
16*. En los confines del Tibet, beato Mauricio Tornay, presbítero y mártir, que primero fue canónigo regular de la Congregación de los santos Nicolás y Bernardo de Mont-Joux (Gran San Bernardo), y después anunció con empeño el Evangelio en China y en el Tibet, donde finalmente recibió la muerte a manos de los enemigos del nombre cristiano. (1949)
Beato Luis Biraghi (1801-1879), sacerdote, fundador del Instituto de las Hermanas de Santa Marcelina, comúnmente llamadas Marcelinas.

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