Entrada destacada

Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

martes, 26 de julio de 2022

Martes 30 agosto 2022, Martes de la XXII semana del Tiempo Ordinario (o misa votiva de los santos Ángeles).

SOBRE LITURGIA

MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
PARA LA XIX JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

2-mayo-1982

Venerables hermanos en el Episcopado y
amadísimos hijos e hijas del mundo entero:


"Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante" (Jn 10, 10).

1. Estas palabras del Señor preceden inmediatamente a la lectura evangélica del IV domingo de Pascua, en el que celebramos la XIX Jornada mundial de Oración por las Vocaciones consagradas de modo especial a Dios, en el servicio a la Iglesia y para la salvación del mundo.

En este fragmento del Evangelio (Jn 10, 11-18), que os invito a meditar en la intimidad de vuestro corazón, Jesús repite cinco veces que el Buen Pastor ha venido a ofrecer la vida por su rebaño, un rebaño que deberá abarcar a toda la humanidad: "y habrá un solo rebaño, un solo Pastor" (Jn 10, 16).

Con estas palabras el Señor Jesús nos revela el misterio de la vocación cristiana y, en particular, el misterio de cada vocación totalmente consagrada a Dios en la Iglesia. En efecto, ésta consiste en ser llamados a ofrecer la propia vida, para que otros tengan vida y la tengan abundante. Así hizo Jesús, primicia y modelo de cada llamado y consagrado: "He aquí que vengo para hacer tu voluntad" (Heb 10, 9; cf. Sal 39 [40]. 8). Y por esto Él ha dado la vida, para que otros tengan vida. Así debe hacer cada hombre y cada mujer, llamados a seguir a Cristo en la entrega total de sí.

La vocación es una llamada a la vida: a recibirla y a darla.

2. ¿De qué vida habla aquí el Señor Jesús?

Nos habla de la vida que viene de Aquel que Él llama su Padre (cf. Jn 17, 1) y nuestro Padre (cf. Mt 6, 9): el cual es "la fuente de la vida" (Sal 35 [36], 10); el Padre que, "por una disposición libérrima y arcana de su sabiduría y bondad, creó todo el universo, decretó elevar a los hombres a participar de la vida divina" (Lumen gentium, 2).

Vida que "se ha manifestado" (1 Jn 1, 2) en el mismo Señor Jesús, el cual la posee en plenitud: "En Él estaba la vida" (Jn 1, 4); "Yo soy... la vida" (Jn 14, 6), y quiere darla en abundancia (cf. Jn 10, 10).

Vida, que sigue siendo ofrecida a los hombres mediante el Espíritu Santo; el Espíritu, "que es Señor y da la vida", según la fe que profesamos en el Credo de la Misa y que "es fuente de agua que salta hasta la vida eterna" (Lumen gentium, 4; cf. Jn 4, 14; 7, 38-39).

Es pues la vida del "Dios vivo" (Sal 41 [42], 3), que Él da a todos los hombres regenerados en el bautismo y llamados a ser sus hijos, su familia, su Pueblo, su Iglesia. Es la vida divina que celebramos en este tiempo litúrgico, reviviendo el misterio pascual del Señor resucitado; es la vida divina que pronto celebraremos, reviviendo el misterio siempre operante de Pentecostés.

3. La Iglesia nació para vivir y para dar la vida.

Como el Señor Jesús vino para dar la vida, así también instituyó la Iglesia, su Cuerpo, para que en Él su vida se comunique a los creyentes (cf. Lumen gentium, 7). Para vivir y dar la vida, la Iglesia recibe de su Señor todo don, mediante el Espíritu Santo: la Palabra de Dios es para la vida; los sacramentos son para la vida; los ministerios ordenados del episcopado, del presbiterado, del diaconado, son para la vida; los dones o carismas de la consagración religiosa, secular, misionera, son para la vida.

Don que sobresale entre todos, en virtud del orden sagrado, es el sacerdocio ministerial, que participa del único Sacerdocio de Cristo, el cual se ofreció a Sí mismo en la cruz y sigue ofreciéndose en la Eucaristía para la vida y salvación del mundo. Sacerdocio y Eucaristía: misterio admirable de amor y de vida, revelado y perpetuado por Jesús con las palabras de la última Cena: "Haced esto en conmemoración mía" (Lc 22, 19; 1 Cor 11, 24; cf. Concilio Tridentino, Denz.-Sch., 1740, 1752). Misterio admirable de divina fecundidad, porque el sacerdocio ha sido dado para la multiplicación espiritual de toda la Iglesia, principalmente mediante la Eucaristía (cf. Concilio Florentino, Denz.-Sch., 1211: Presbyterorum ordinis, 5). Cada vocación sacerdotal debe ser comprendida, acogida, vivida como íntima participación en ese misterio de amor, de vida y de fecundidad.

4. La vida engendra la vida.

Con estas palabras me dirigí al Congreso Internacional de los obispos y de los otros responsables de las vocaciones consagradas, con ocasión de la precedente Jornada mundial de Oración por las Vocaciones (cf. Homilía del 10 de mayo de 1981). Me complazco en repetirlo a todos: la Iglesia viva es madre de vida y por tanto madre de vocaciones, que son entregadas a Dios para la vida. Las vocaciones son un signo visible de su vitalidad. Al mismo tiempo son condición fundamental para su vida, para su desarrollo y para la misión que debe desempeñar al servicio de toda la familia humana, "poniendo a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, ha recibido de su Fundador" (Gaudium et spes, 3).

Invito a cada comunidad cristiana, y a cada creyente, a tomar conciencia de la propia y grave responsabilidad de incrementar las vocaciones consagradas. Tal deber se cumple "ante todo con una vida plenamente cristiana" (Optatam totius, 2). La vida engendra la vida. ¿Con qué coherencia podremos rezar por las vocaciones, si la oración no está efectivamente acompañada por una búsqueda sincera de conversión?

Invito con insistencia y particular afecto a las personas consagradas, a que con toda su buena voluntad hagan un examen de la propia vida. Su vocación, consagrada totalmente a Dios y a, la Iglesia, debe vivir el ritmo del "recibir-donar". Si han recibido mucho, deben dar mucho. La riqueza de su vida espiritual, la generosidad de su entrega apostólica constituyen un elemento muy favorable para que surjan otras vocaciones. Su testimonio y cooperación corresponden a las amables disposiciones de la Providencia divina (cf. Ib., 2).

Finalmente invito con confianza serena a todas las familias creyentes a que reflexionen sobre la misión que han recibido de parte de Dios en orden a la educación de los hijos en la fe y en la vida cristiana. Es una misión que conlleva además responsabilidades incluso sobre la vocación de los hijos. "La educación de los hijos ha de ser tal, que al llegar a la edad adulta puedan, con pleno sentido de la responsabilidad, seguir la vocación, aun la sagrada" (Gaudium et spes, 52). La cooperación entre familia e Iglesia, incluso en orden a las vocaciones, encuentra raíces profundas en el misterio y "ministerio" mismo de la familia cristiana: "Efectivamente, la familia que está abierta a los valores trascendentes, que sirve a los hermanos en la alegría, que cumple con generosa fidelidad sus obligaciones y es consciente de su cotidiana participación en el misterio de la cruz gloriosa de Cristo, se convierte en el primer y mejor semillero de vocaciones a la vida consagrada al reino de Dios" (Familiaris consortio, 53).

Como final de estas consideraciones y exhortaciones, os invito a recitar conmigo la siguiente oración.

Señor Jesús,
Pastor bueno,
que has ofrecido tu vida
para que todos tengan la vida,
danos a nosotros, comunidad creyente extendida por todo el mundo,
la abundancia de tu vida,
y haznos capaces de testimoniarla y comunicarla a los demás.

Señor Jesús,
concede la abundancia de tu vida
a todas las personas consagradas a Ti,
para el servicio de la Iglesia:
hazles felices en su entrega,
infatigables en su ministerio,
generosas en su sacrificio.
Que su ejemplo abra otros corazones
para escuchar y seguir tu llamada.

Señor Jesús,
da la abundancia de tu vida a las familias cristianas,
para que sean fervorosas en la fe
y en el servicio eclesial,
favoreciendo así el nacimiento
y el desarrollo de nuevas vocaciones consagradas.

Señor Jesús,
da la abundancia de tu vida a todas las personas,
de manera especial a los jóvenes y a las jóvenes
que llamas a tu servicio;
ilumínalas en la elección:
ayúdalas en las dificultades;
sostenlas en la fidelidad;
haz que estén dispuestas a ofrecer generosamente su vida,
según tu ejemplo, para que otros tengan la vida.

Con la seguridad de que la Santísima Virgen, Madre de Dios y de la Iglesia, corroborará esta súplica con su poderosa intercesión y la hará agradable a su Hijo Jesús, invoco sobre todos vosotros, venerados hermanos en el Episcopado, sacerdotes, religiosos y religiosas, y sobre todo el pueblo cristiano, y en particular sobre los alumnos de los seminarios y de los institutos religiosos, la abundancia de las gracias celestiales, en prenda de las cuales imparto de corazón la bendición apostólica.

Vaticano, 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, año 1982, IV de mi pontificado.

JOANNES PAULUS PP. II

CALENDARIO

30 MARTES DE LA XXII SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria

Misa
de feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- 1 Cor 2, 10b-16.
El hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios; en cambio, el hombre espiritual lo juzga todo.
- Sal 144. R. El Señor es justo en todos sus caminos.
- Lc 4, 31-37. Sé quién eres: el Santo de Dios.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 31 de agosto, pág. 524.
CALENDARIOS: Santander: Santos Emeterio y Celedonio, mártires (S).
Hermanitas de los Pobres: Santa María de la Cruz (Juana Jugan), religiosa (S).
Lugo: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Madrid, Mallorca y Misioneras del Santísimo Sacramento y la Inmaculada: Beata María de los Ángeles Guinard Martí, virgen y mártir (ML).
Almería: Beato Diego Ventaja Milán, obispo y mártir (MO).
Granada y Guadix: Beatos Manuel Medina Olmos, obispo, y compañeros, mártires (MO).
Salamanca: Santa Mónica (MO).
Teruel: Beatos Juan de Perusia y Pedro de Sassoferrato, mártires (MO). Valencia: (ML).
Orden Premonstratense: Beata Bronislava, virgen (MO).
Paúles e Hijas de la Caridad: Beato Ghebra Miguel, presbítero y mártir (MO).
Religiosas de San José de Gerona: Beatas Fidela Oller, Angelats y compañeras, vírgenes y mártires (MO).
Bilbao: Beatos Esteban de Zudaire, Juan de Mayorga, y compañeros, mártires (ML).
Cuenca: Beatos Francisco de Santa María, presbítero, y compañeros, mártires (ML).
León: Beato Constantino Fernández Álvarez, presbítero y mártir (ML).
Lleida y Urgell: San Luis de Francia (ML).
O. Cist. y OCSO: Santos Guarino y Andrés, obispos (ML).
Congregación del Oratorio: Beato Juan Juvenal Ancina, obispo (ML).
Congregación de los Sagrados Corazones: Beato Eustaquio van Lieshout, presbítero (ML).
Orden de San Juan de Jerusalén: Beato Alfredo Ildefonso Schuster, obispo (ML).

TEXTOS MISA

Misa de la feria: del XXII Domingo del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa votiva:
De los santos Ángeles
Esta misa se dice con vestiduras de color blanco

Antífona de entrada Sal 102, 20
Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra.
Benedícite Dóminum, omnes Angeli eius; poténtes virtúte, qui fácitis verbum eius, ad audiéndam vocem sermónum eius.

Monición de entrada
La sagrada Escritura nos presenta a los ángeles como mensajeros de Dios -esto es lo que significa el nombre de «ángel-. Dios los envía para dar a conocer al hombre sus designios. La tradición cristiana los venera también como nuestros protectores durante el tiempo de nuestra peregrinación terrena. En la misa el cielo se viene a la tierra alabaremos a Dios unidos al canto de los ángeles al tres veces santo.

Oración colecta
Oh, Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres, concédenos, por tu bondad, que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui miro órdine Angelórum ministéria hominúmque dispénsas, concéde propítius, ut, a quibus tibi ministrántibus in caelo semper assístitur, ab his in terra vita nostra muniátur. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Martes de la XXII semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 1 Cor 2, l0b-16
El hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios; en cambio, el hombre espiritual lo juzga todo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. Pues, ¿quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Del mismo modo, lo íntimo de Dios lo conoce solo el Espíritu de Dios.
Pero nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que de Dios recibimos.
Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu. Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie. «Quién ha conocido la mente del Señor para poder instruirlo?». Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14 (R.: 17a)
R. 
El Señor es justo en todos sus caminos.
Iustus est Dominus in ómnibus viis suis.

V. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
R. El Señor es justo en todos sus caminos.
Iustus est Dominus in ómnibus viis suis.

V. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
R. El Señor es justo en todos sus caminos.
Iustus est Dominus in ómnibus viis suis.

V. Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
R. El Señor es justo en todos sus caminos.
Iustus est Dominus in ómnibus viis suis.

V. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
R. El Señor es justo en todos sus caminos.
Iustus est Dominus in ómnibus viis suis.

Aleluya Lc 7, 16
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R.
Prophéta magnus surréxit in nobis, et Deus visitávit plebem suam.

EVANGELIO Lc 4, 31-37
Sé quien eres: el Santo de Dios
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:
«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo:
«¡Cállate y sal de él!».
Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:
«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Atanasio, in Cat. graec. Patrum
No le llamaba un Santo de Dios, porque entonces daría a entender que era como los demás santos, sino existiendo singularmente Santo, añadiendo el artículo. El es, pues, el Santo por naturaleza. Todos los demás se llaman santos, porque participan algo de El y, sin embargo, no decía esto porque lo conociese en verdad, sino que fingía conocerlo.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XXVII

Presentemos nuestras plegarias a Dios, nuestro Padre.
- Por la Iglesia católica, y por las demás Iglesias cristianas, para que sepamos hallar en la luz del Evangelio la fuente profunda de la renovación. Roguemos al Señor.
- Por los hombres y mujeres que se han alejado de la fe: para que el testimonio de los cristianos los lleve a encontrar de nuevo la vida y la salvación que Tú les ofreces. Roguemos al Señor.
- Por los niños, para que crezcan sanos de alma у cuerpo, y que los mayores sepamos amarlos de verdad. Roguemos al Señor.
- Por los matrimonios y familias que viven en el desencanto de la rutina o en los conflictos y tensiones, para que encuentren en ti la fuerza y el impulso para ir hacia adelante y puedan recomponer la convivencia y el amor. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, y por nuestros familiares y amigos, para que sepamos seguir sin miedo el camino que conduce a descubrir la inmensa alegría de tu presencia entre nosotros. Roguemos al Señor.
Padre nuestro que has revelado tu amor enviándonos a tu Hijo para que los hombres se sientan llamados a la comunión de vida contigo, acoge la oración de tus hijos y llena el mundo con la luz de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Misa votiva:
Oración de los fieles
Pidamos al Señor a quien alaban los ángeles, que escuche nuestras oraciones por la Iglesia y por todos los hombres.
- Para que por manos de los ángeles suban hasta la presencia de Dios las oraciones y ofrendas de la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que busquemos continuamente el rostro de Dios que contemplan continuamente los ángeles. Roguemos al Señor.
- Para que los niños y los jóvenes vivan libres de las asechanzas del enemigo, protegidos por aquellos que son enviados para guardarnos en nuestros caminos. Roguemos al Señor.
- Para que al final de nuestra vida los ángeles nos reciban en el paraíso y nos introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén. Roguemos a Señor.
Te pedimos, Señor, que tus santos ángeles, ministros gloriosos de tu poder de salvación, nos ayuden en el peregrinar de esta vida y nos conduzcan a la patria eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza y te suplicamos humildemente que, llevado ante tu majestad por manos de los ángeles, lo recibas con bondad, y sea provechoso para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Hóstias tibi, Dómine, laudis offérimus, supplíciter deprecántes, ut eásdem, angélico ministério in conspéctum tuae maiestátis delátas, et placátus accípias, et ad salútem nostram proveníre concédas. Per Christum.

PREFACIO COMÚN IV
NUESTRA MISMA ACCIÓN DE GRACIAS ES UN DON DE DIOS
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te alabamos proclamando llenos de alegría:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quia, cum nostra laude non égeas, tuum tamen est donum quod tibi grates rependámus, nam te non augent nostra praecónia, sed nobis profíciunt ad salútem, per Christum Dóminum nostrum.
Et ídeo, choris angélicis sociáti, te laudámus in gáudio confiténtes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Sal 137, 1

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti.
In conspéctu Angelórum psallam tibi, Deus meus.

Oración después de la comunión
Alimentados con el pan del cielo, te pedimos humildemente, Señor, que, sostenidos por su fuerza, avancemos con valentía por la senda de la salvación bajo la fiel custodia de los ángeles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pane caelésti refécti, súpplices te, Dómine, deprecámur, ut, eius fortitúdine roboráti, sub Angelórum fidéli custódia, fortes, salútis progrediámur in via. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 31 de agosto

1. En Jerusalén, conmemoración de los santos José de Arimatea y Nicodemo, que recogieron el cuerpo de Jesús bajado de la cruz, lo envolvieron en una sábana y lo depositaron en el sepulcro. José, noble decurión y discípulo del Señor, esperaba el reino de Dios, y Nicodemo, fariseo y principal entre los judíos, que había ido de noche a ver a Jesús para interrogarle acerca de su misión, defendió luego su causa ante los sumos sacerdotes y los fariseos que buscaban la detención del Señor. (s. I)
2. En Atenas, en Grecia, san Aristídes, filósofo, que, notabilísimo por su fe y por su ciencia, dedicó al emperador Adriano algunos de sus libros sobre la religión cristiana. (c. 150)
3. En Tréveris, en la Galia Bélgica, hoy Alemania, san Paulino, obispo y mártir, que en tiempo de la herejía arriana fue el verdadero heraldo de la verdad, y en el Sínodo de Arlés, convocado por el emperador arriano Constancio, ni amenazas ni adulaciones pudieron llevarle a condenar a san Atanasio ni a apartarse de la recta fe, por lo que fue relegado a Frigia, en la actual Turquía, donde pasados cinco años llevó a cumplimiento su martirio en el exilio. (358)
4. En Lindisfarne, en el territorio de Northumbria, en el actual Reino Unido san Aidano, obispo y abad, varón de suma mansedumbre, piedad y rectitud de gobierno, que desde el monasterio de Iona fue llamado por el rey Osvaldo a esta sede episcopal, donde fundó un monasterio, para atender eficazmente a la evangelización de aquel reino. (651)
5. En Cardona, población de Cataluña, en España, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros compañeros de san Pedro Nolasco en la Orden de Nuestra Señora de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos. (c. 1240)
6*. En el desierto de Vallucola, en la región italiana de Toscana, beato Andrés de Borgo Sansepolcro, presbítero de la Orden de los Siervos de María, entregado a la penitencia y a la contemplación. (1315)
7*. En Almería, en España, beatos Edmigio (Isidoro) Primo Rodríguez, Amalio (Justo) Zariquiegui Mendoza y Valerio Bernardo (Marciarlo) Herrero Martínez, mártires, que, por ser hermanos de las Escuelas Cristianas, sufrieron la muerte durante la persecución contra la fe en tiempo de guerra. (1936)
Beato Pere Tarrés i Claret (Barcelona, España 1905-1950). Médico laico, y después sacerdote.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No publico comentarios anónimos.