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martes, 5 de julio de 2022

Martes 9 agosto 2022, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, virgen y mártir, patrona de Europa, fiesta.

SOBRE LITURGIA

CARTA APOSTÓLICA DESIDERIO DESIDERAVI
DEL SANTO PADRE FRANCISCO

SOBRE LA FORMACIÓN LITÚRGICA DEL PUEBLO DE DIOS

40. Esta última consideración nos lleva a reflexionar sobre el segundo significado con el que podemos entender la expresión “formación litúrgica”. Me refiero al ser formados, cada uno según su vocación, por la participación en la celebración litúrgica. Incluso el conocimiento del estudio que acabo de mencionar, para que no se convierta en racionalismo, debe estar en función de la puesta en práctica de la acción formativa de la Liturgia en cada creyente en Cristo.

41. De cuanto hemos dicho sobre la naturaleza de la Liturgia, resulta evidente que el conocimiento del misterio de Cristo, cuestión decisiva para nuestra vida, no consiste en una asimilación mental de una idea, sino en una real implicación existencial con su persona. En este sentido, la Liturgia no tiene que ver con el “conocimiento”, y su finalidad no es primordialmente pedagógica (aunque tiene un gran valor pedagógico: cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 33) sino que es la alabanza, la acción de gracias por la Pascua del Hijo, cuya fuerza salvadora llega a nuestra vida. La celebración tiene que ver con la realidad de nuestro ser dóciles a la acción del Espíritu, que actúa en ella, hasta que Cristo se forme en nosotros (cfr. Gál 4,19). La plenitud de nuestra formación es la conformación con Cristo. Repito: no se trata de un proceso mental y abstracto, sino de llegar a ser Él. Esta es la finalidad para la cual se ha dado el Espíritu, cuya acción es siempre y únicamente confeccionar el Cuerpo de Cristo. Es así con el pan eucarístico, es así para todo bautizado llamado a ser, cada vez más, lo que recibió como don en el bautismo, es decir, ser miembro del Cuerpo de Cristo. León Magno escribe: «Nuestra participación en el Cuerpo y la Sangre de Cristo no tiende a otra cosa sino a convertirnos en lo que comemos» [11].

42. Esta implicación existencial tiene lugar – en continuidad y coherencia con el método de la Encarnación – por vía sacramental. La Liturgia está hecha de cosas que son exactamente lo contrario de abstracciones espirituales: pan, vino, aceite, agua, perfume, fuego, ceniza, piedra, tela, colores, cuerpo, palabras, sonidos, silencios, gestos, espacio, movimiento, acción, orden, tiempo, luz. Toda la creación es manifestación del amor de Dios: desde que ese mismo amor se ha manifestado en plenitud en la cruz de Jesús, toda la creación es atraída por Él. Es toda la creación la que es asumida para ser puesta al servicio del encuentro con el Verbo encarnado, crucificado, muerto, resucitado, ascendido al Padre. Así como canta la plegaria sobre el agua para la fuente bautismal, al igual que la del aceite para el sagrado crisma y las palabras de la presentación del pan y el vino, frutos de la tierra y del trabajo del hombre.

43. La Liturgia da gloria a Dios no porque podamos añadir algo a la belleza de la luz inaccesible en la que Él habita (cfr. 1 Tim 6,16) o a la perfección del canto angélico, que resuena eternamente en las moradas celestiales. La Liturgia da gloria a Dios porque nos permite, aquí en la tierra, ver a Dios en la celebración de los misterios y, al verlo, revivir por su Pascua: nosotros, que estábamos muertos por los pecados, hemos revivido por la gracia con Cristo (cfr. Ef 2,5), somos la gloria de Dios. Ireneo, doctor unitatis, nos lo recuerda: «La gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios: si ya la revelación de Dios a través de la creación da vida a todos los seres que viven en la tierra, ¡cuánto más la manifestación del Padre a través del Verbo es causa de vida para los que ven a Dios!» [12].

44. Guardini escribe: «Con esto se delinea la primera tarea del trabajo de la formación litúrgica: el hombre ha de volver a ser capaz de símbolos» [13]. Esta tarea concierne a todos, ministros ordenados y fieles. La tarea no es fácil, porque el hombre moderno es analfabeto, ya no sabe leer los símbolos, apenas conoce de su existencia. Esto también ocurre con el símbolo de nuestro cuerpo. Es un símbolo porque es la unión íntima del alma y el cuerpo, visibilidad del alma espiritual en el orden de lo corpóreo, y en ello consiste la unicidad humana, la especificidad de la persona irreductible a cualquier otra forma de ser vivo. Nuestra apertura a lo trascendente, a Dios, es constitutiva: no reconocerla nos lleva inevitablemente a un no conocimiento, no sólo de Dios, sino también de nosotros mismos. No hay más que ver la forma paradójica en que se trata al cuerpo, o bien tratado casi obsesivamente en pos del mito de la eterna juventud, o bien reducido a una materialidad a la cual se le niega toda dignidad. El hecho es que no se puede dar valor al cuerpo sólo desde el cuerpo. Todo símbolo es a la vez poderoso y frágil: si no se respeta, si no se trata como lo que es, se rompe, pierde su fuerza, se vuelve insignificante.

Ya no tenemos la mirada de San Francisco, que miraba al sol –al que llamaba hermano porque así lo sentía –, lo veía bellu e radiante cum grande splendore y, lleno de asombro, cantaba: de te Altissimu, porta significatione. [14] Haber perdido la capacidad de comprender el valor simbólico del cuerpo y de toda criatura hace que el lenguaje simbólico de la Liturgia sea casi inaccesible para el hombre moderno. No se trata, sin embargo, de renunciar a ese lenguaje: no se puede renunciar a él porque es el que la Santísima Trinidad ha elegido para llegar a nosotros en la carne del Verbo. Se trata más bien de recuperar la capacidad de plantear y comprender los símbolos de la Liturgia. No hay que desesperar, porque en el hombre esta dimensión, como acabo de decir, es constitutiva y, a pesar de los males del materialismo y del espiritualismo – ambos negación de la unidad cuerpo y alma –, está siempre dispuesta a reaparecer, como toda verdad.

45. Entonces, la pregunta que nos hacemos es ¿cómo volver a ser capaces de símbolos? ¿Cómo volver a saber leerlos para vivirlos? Sabemos muy bien que la celebración de los sacramentos es – por la gracia de Dios – eficaz en sí misma (ex opere operato), pero esto no garantiza una plena implicación de las personas sin un modo adecuado de situarse frente al lenguaje de la celebración. La lectura simbólica no es una cuestión de conocimiento mental, de adquisición de conceptos, sino una experiencia vital.

46. Ante todo, debemos recuperar la confianza en la creación. Con esto quiero decir que las cosas – con las cuales “se hacen” los sacramentos – vienen de Dios, están orientadas a Él y han sido asumidas por Él, especialmente con la encarnación, para que pudieran convertirse en instrumentos de salvación, vehículos del Espíritu, canales de gracia. Aquí se advierte la distancia, tanto de la visión materialista, como espiritualista. Si las cosas creadas son parte irrenunciable de la acción sacramental que lleva a cabo nuestra salvación, debemos situarnos ante ellas con una mirada nueva, no superficial, respetuosa, agradecida. Desde el principio, contienen la semilla de la gracia santificante de los sacramentos.

47. Otra cuestión decisiva – reflexionando de nuevo sobre cómo nos forma la Liturgia – es la educación necesaria para adquirir la actitud interior, que nos permita situar y comprender los símbolos litúrgicos. Lo expreso de forma sencilla. Pienso en los padres y, más aún, en los abuelos, pero también en nuestros párrocos y catequistas. Muchos de nosotros aprendimos de ellos el poder de los gestos litúrgicos, como la señal de la cruz, el arrodillarse o las fórmulas de nuestra fe. Quizás puede que no tengamos un vivo recuerdo de ello, pero podemos imaginar fácilmente el gesto de una mano más grande que toma la pequeña mano de un niño y acompañándola lentamente mientras traza, por primera vez, la señal de nuestra salvación. El movimiento va acompañado de las palabras, también lentas, como para apropiarse de cada instante de ese gesto, de todo el cuerpo: «En el nombre del Padre... y del Hijo... y del Espíritu Santo... Amén». Para después soltar la mano del niño y, dispuesto a acudir en su ayuda, ver cómo repite él solo ese gesto ya entregado, como si fuera un hábito que crecerá con él, vistiéndolo de la manera que sólo el Espíritu conoce. A partir de ese momento, ese gesto, su fuerza simbólica, nos pertenece o, mejor dicho, pertenecemos a ese gesto, nos da forma, somos formados por él. No es necesario hablar demasiado, no es necesario haber entendido todo sobre ese gesto: es necesario ser pequeño, tanto al entregarlo, como al recibirlo. El resto es obra del Espíritu. Así hemos sido iniciados en el lenguaje simbólico. No podemos permitir que nos roben esta riqueza. A medida que crecemos, podemos tener más medios para comprender, pero siempre con la condición de seguir siendo pequeños.

[11] Leo Magnus, Sermo XII: De Passione III, 7.
[12] Irenæus Lugdunensis, Adversus hæreses IV, 20, 7.
[13] R. Guardini, Liturgische Bildung (1923) en Liturgie und liturgische Bildung (Mainz 1992) p. 36.
[14] Cantico delle Creature, Fonti Francescane, n. 263.

CALENDARIO

9 MARTES. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, virgen y mártir, patrona de Europa, fiesta 

Fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith) Stein, virgen de la Orden de Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo, prosiguiéndola bajo el velo de las vírgenes consagradas hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue encarcelada lejos de su patria, y en el campo de exterminio de Auschwitz, cercano a Cracovia, en Polonia, murió en la cámara de gas el año 1942 (elog. del Martirologio Romano). 

Misa de la fiesta (rojo). 
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Pf. de mártires. No se puede decir la PE IV. 
LECC.: vol. IV. 
- Os 2, 16b. 17de. 21-22. Me desposaré contigo para siempre. 
- Sal 44. R. Escucha, hija, mira: inclina el oído. 
o bien: R. ¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor! 
- Mt 25, 1-13. ¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!

* Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial. 

Liturgia de las Horas: oficio de la fiesta. Te Deum. 

Martirologio: elogs. del 10 de agosto, pág. 478. 
CALENDARIOS: Segorbe-Castellón: Dedicación de la iglesia-catedral (F). 
Hijas de Jesús: Santa Cándida María de Jesús, virgen (F). 
Vitoria: Aniversario de la muerte de Mons. Miguel José Asurmendi Aramendía, obispo, emérito (2016).

TEXTOS MISA

9 de agosto
SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, virgen y mártir, patrona de Europa.
Fiesta.

Antífona de entrada
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.

Monición de entrada
Celebramos hoy la fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), patrona de Europa, virgen de la Orden de Carmelitas Descalzas y mártir. Nació en Alemania, de una familia judía, el año 1891. Educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo, entrando unos años después en el Carmelo de Colonia. Fue encarcelada por el régimen nazi y murió el año 1942 en la cámara de gas del campo de exterminio de Auschwitz, cercano а Cracovia, en Polonia.

Se dice Gloria.

Oración colecta
Dios de nuestros padres, que guiaste a la mártir santa Teresa Benedicta en el conocimiento de tu Hijo crucificado, imitándole incluso en la muerte, concédenos por su intercesión que todos los hombres reconozcan a Cristo Salvador y, por medio de él, puedan contemplarte para siempre. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus patrum nostrórum, qui beátam Terésiam Benedíctam mártyrem ad cognitiónem Fílii tui crucifíxi eiúsque imitatiónem usque ad mortem perduxísti, ipsa intercedénte, concéde, ut omnes hómines Christum Salvatórem agnóscant et per eum ad perpétuam tui visiónem advéniant. Qui tecum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas propias de la fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz (Lec. IV).

PRIMERA LECTURA Os 2, 16b. 17b. 21-22
Me desposaré contigo para siempre
Lectura de la profecía de Oseas.

Esto dice el Señor:
«Yo la llevo al desierto, le hablo al corazón.
Allí responderá como en los días de su juventud,
como el día de su salida de Egipto.
Me desposaré contigo para siempre,
me desposaré contigo
en justicia y en derecho,
en misericordia y en ternura,
me desposaré contigo en fidelidad
y conocerás al Señor».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: 11a, o Mt 25, 6b)
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.
O bien: ¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!
Ecce sponsus: éxite óbviam Christo Dómino.

V. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.
O bien: ¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!
Ecce sponsus: éxite óbviam Christo Dómino.

V. Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes;
la siguen sus compañeras.
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.
O bien: ¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!
Ecce sponsus: éxite óbviam Christo Dómino.

V. Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.
O bien: ¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!
Ecce sponsus: éxite óbviam Christo Dómino.

Aleluya
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ven, esposa de Cristo, recibe la corona, que el Señor te preparó para toda la eternidad. R.
Veni, sponsa Christi, áccipe corónam, quam tibi Dóminus præparávit in ætérnum.

EVANGELIO Mt 25, 1-13
¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!
 Lectura del santo Evangelio según San Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
“Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 41
Pensemos valientemente en nuestra vida. ¿Por qué no encontramos a veces esos minutos, para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el medio de nuestra santificación? ¿Por qué descuidamos las obligaciones familiares? ¿Por qué se mete la precipitación en el momento de rezar, de asistir al Santo Sacrificio de la Misa? ¿Por qué nos faltan la serenidad y la calma, para cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin ninguna prisa en ir detrás de los caprichos personales? Me podéis responder: son pequeñeces. Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la llama y encendida la luz.

Oración de los fieles
Oremos, hermanos, a Dios Padre lleno de misericordia, por la intercesión de santa Teresa Benedicta de la Cruz.
- Para que la Iglesia de Cristo contribuya a reconstruir la unidad espiritual de Europa en un clima de respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades. Roguemos al Señor.
- Para que la vida contemplativa sea testimonio, con su silencio y oración, de la sabiduría de la cruz que animó en la fe hasta el martirio a santa Teresa Benedicta. Roguemos al Señor.
- Para que cuantos se dedican a la investigación, la ciencia y la reflexión ayuden al mundo a esperar con inteligencia, como hicieron las vírgenes prudentes, la venida del Esposo. Roguemos al Señor.
- Para que nuestra comunidad aquí reunida encuentre en la eucaristía la lámpara que esclarece y da sentido a las dificultades del camino de la vida. Roguemos al Señor.
Padre misericordioso, concédenos lo que con fe te hemos pedido en la fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración de las ofrendas
Acepta, Señor, con bondad estos dones que te ofrecemos en la fiesta de tu mártir santa Teresa Benedicta y, ya que has llevado a la perfección del sacrificio único los diferentes sacrificios de la Antigua Alianza, actualiza el que tu Hijo te ofreció con su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO I DE LOS SANTOS MÁRTIRES
SIGNIFICADO Y EJEMPLARIDAD DEL MARTIRIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre del glorioso mártir san N., derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio; por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, con las virtudes del cielo te aclamamos continuamente en la tierra, alabando tu gloria sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quóniam beáti mártyris N. pro confessióne nóminis tui, ad imitatiónem Christi, sanguis effúsus tua mirabília maniféstat, quibus pérficis in fragilitáte virtútem, et vires infírmas ad testimónium róboras, per Christum Dóminum nostrum.
Et ídeo, cum caelórum Virtútibus, in terris te iúgiter celebrámus, maiestáti tuae sine fine clamántes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA III

Antífona de comunión Cf. Sal 22, 4
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.

Oración después de la Comunión
Concede, Padre misericordioso, que los frutos celestiales del árbol de la Cruz fortalezcan el corazón de quienes veneramos la memoria de santa Teresa Benedicta, para que, unidos fielmente a Cristo en la tierra, merezcamos comer del árbol de la vida en el paraíso. Por Jesucristo, nuestro Señor.

MARTIROLOGIO

Elogios del 10 de agosto
F
iesta de san Lorenzo, diácono y mártir, que fervientemente deseoso, como cuenta san León Magno, de compartir la suerte del papa Sixto II en su martirio, al recibir del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, él, festivamente, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundante dinero. Tres días más tarde, por la fe de Cristo venció el suplicio del fuego, y el instrumento de su martirio se convirtió en distintivo de su triunfo. Su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Campo Verano, conocido desde entonces por su nombre. (258)
2. Conmemoración de los santos mártires, que en Alejandría de Egipto, en la persecución llevada a cabo por el emperador Valeriano y bajo el prefecto Emiliano, fueron torturados durante largo tiempo con diversos y refinados suplicios, alcanzando con distintas formas de muerte la corona del martirio. (257)
3*. En Dumblan, en Escocia, san Blano, obispo(s. VI)
4*. En Alcamo, en la región italiana de Sicilia, beato Arcángel de Calatafimi Piacentini, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, insigne por su austeridad de vida y su amor a la soledad. (1460)
5*. En la ciudad de Iki, en Japón, beato Agustín Ota, religioso de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que fue decapitado por su fe en Cristo. (1622)
6*. En el mar, frente a la costa de Rochefort, en Francia, beatos Claudio José Jouiffret de Bonnefont, de la Sociedad de San Sulpicio, Francisco Frangois, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, y Lázaro Tiersot, de la Orden de los Padres Cartujos, todos presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa, encerrados en una vieja nave, consumaron su martirio por el hecho de ser sacerdotes. (1794)
7*. En el lugar llamado El Saler, cerca de Valencia, en España, beato José Toledo Pellicer, presbítero y mártir, que, configurado con Cristo, Sumo Sacerdote, imitó con su triunfo en el martirio a Aquél a quien había amado y adorado. (1936)
8*. En la ciudad de Valencia, de nuevo en España, beato Juan Martorell Soria, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que en la misma persecución sufrió el martirio. Con él se conmemora también al beato Pedro Mesonero Rodríguez, religioso de la misma Sociedad, que en la aldea Vedat de Torrent, en el territorio de Valencia, en un día no conocido, recibió la gloriosa corona por haber testimoniado a Cristo. (1936)
9*. En el campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, en Alemania, beatos Francisco Drzewiecki, de la Congregación de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, y Eduardo Grzymala, presbíteros y mártires, los cuales, durante la devastación de su patria, Polonia, en tiempo de guerra, fueron trasladados a una cárcel extranjera, desde donde emigraron a Cristo muertos en una cámara de gas. (1942)

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