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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Miércoles 2 noviembre 2022, Conmemoración de todos los fieles difuntos (3, III).

SOBRE LITURGIA

Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia

Capítulo VII. LOS SUFRAGIOS POR LOS DIFUNTOS

Sentido de los sufragios


251. En la muerte, el justo se encuentra con Dios, que lo llama a sí para hacerle partícipe de la vida divina. Pero nadie puede ser recibido en la amistad e intimidad de Dios si antes no se ha purificado de las consecuencias personales de todas sus culpas. "La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia y de Trento".
De aquí viene la piadosa costumbre de ofrecer sufragios por las almas del Purgatorio, que son una súplica insistente a Dios para que tenga misericordia de los fieles difuntos, los purifique con el fuego de su caridad y los introduzca en el Reino de la luz y de la vida.
Los sufragios son una expresión cultual de la fe en la Comunión de los Santos. Así, "la Iglesia que peregrina, desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo, y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos, y ofreció sufragios por ellos, "porque santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados" (2 Mac 12,46)". Estos sufragios son, en primer lugar, la celebración del sacrificio eucarístico, y después, otras expresiones de piedad como oraciones, limosnas, obras de misericordia e indulgencias aplicadas en favor de las almas de los difuntos.

Otros sufragios

255. La Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico por los difuntos con ocasión, no sólo de la celebración de los funerales, sino también en los días tercero, séptimo y trigésimo, así como en el aniversario de la muerte; la celebración de la Misa en sufragio de las almas de los propios difuntos es el modo cristiano de recordar y prolongar, en el Señor, la comunión con cuantos han cruzado ya el umbral de la muerte. El 2 de Noviembre, además, la Iglesia ofrece repetidamente el santo sacrificio por todos los fieles difuntos, por los que celebra también la Liturgia de las Horas.
Cada día, tanto en la celebración de la Eucaristía como en las Vísperas, la Iglesia no deja de implorar al Señor con súplicas, para que dé a "los fieles que nos han precedido con el signo de la fe... y a todos los que descansan en Cristo, el lugar del consuelo, de la luz y de la paz".
Es importante, pues, educar a los fieles a la luz de la celebración eucarística, en la que la Iglesia ruega para que sean asociados a la gloria del Señor resucitado todos los fieles difuntos, de cualquier tiempo y lugar, evitando el peligro de una visión posesiva y particularista de la Misa por el "propio" difunto. La celebración de la Misa en sufragio por los difuntos es además una ocasión para una catequesis sobre los novísimos.

260. La piedad popular para con los difuntos se expresa de múltiples formas, según los lugares y las tradiciones.
- la novena de los difuntos como preparación y el octavario como prolongación de la Conmemoración del 2 de Noviembre; ambos se deben celebrar respetando las normas litúrgicas;
- la visita al cementerio; en algunas circunstancias se realiza de forma comunitaria, como en la Conmemoración de todos los fieles difuntos, al final de las misiones populares, con ocasión de la toma de posesión de la parroquia por el nuevo párroco; en otras se realiza de forma privada, como cuando los fieles se acercan a la tumba de sus seres queridos para mantenerla limpia y adornada con luces y flores; esta visita debe ser una muestra de la relación que existe entre el difunto y sus allegados, no expresión de una obligación, que se teme descuidar por una especie de temor supersticioso;
- la adhesión a cofradías y otras asociaciones, que tienen como finalidad "enterrar a los muertos" conforme a una visión cristiana del hecho de la muerte, ofrecer sufragios por los difuntos, ser solidarios y ayudar a los familiares del fallecido;
- los sufragios frecuentes, de los que ya se ha hablado, mediante limosnas y otras obras de misericordia, ayunos, aplicación de indulgencias y sobre todo oraciones, como la recitación del salmo De profundis, de la breve fórmula Requiem aeternam, que suele acompañar con frecuencia al Ángelus, el santo Rosario, la bendición de la mesa familiar.

CALENDARIO

MIÉRCOLES. CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

Conmemoración de todos los fieles difuntos. La santa Madre Iglesia, después de su solicitud para celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe solo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha de pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna (elog. del Martirologio Romano).

Misa de la conmemoración (morado).
MISAL: ants. y oracs. props. (3 formularios a libre elección del celebrante), Pf. de difuntos. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. IV. Se toman dos lecturas de las misas de difuntos.

* Todos los sacerdotes pueden celebrar tres misas; pero solo se puede recibir un estipendio; la segunda se debe aplicar por el sufragio de todos los fieles difuntos, la tercera por las intenciones del Sumo Pontífice.
* Los fieles que hayan recibido la comunión en una misa pueden recibirla otra vez, solamente dentro de la celebración eucarística en la que participe (c. 917).
* Hoy no se permiten otras celebraciones, excepto la misa exequial.

Liturgia de las Horas: oficio propio.

Martirologio: elogs. del 3 de noviembre, pág. 647.

TEXTOS MISA

2 de noviembre
Conmemoración de todos los fieles difuntos 3.

Antífona de entrada Cf Rm 8, 11
Dios, que resucitó de entre los muertos a Jesús, vivificará también nuestros cuerpos mortales, por su Espíritu que habita en nosotros.
Deus, qui suscitávit Iesum a mórtuis, vivificábit et mortália córpora nostra, propter inhabitántem Spíritum eius in nobis.

Monición de entrada
Conmemoramos hoy en nuestra celebración a todos los fieles difuntos. La Iglesia intercede ante el Señor por cuantos nos precedieron en la fe y duermen en la esperanza de la resurrección; también ora por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe solo Dios conoce, para que, purificados de todo pecado, puedan gozar de la eterna bienaventuranza.

Oración colecta
Oh, Dios, que hiciste pasar a tu Unigénito al reino del cielo, una vez vencida la muerte, concede a tus siervos difuntos que, superada su condición mortal, puedan contemplarte para siempre como su creador y redentor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui Unigénitum tuum, devícta morte, ad caeléstia transíre fecísti, concéde fámulis tuis defúnctis, ut, huius vitae mortalitáte devícta, te conditórem et redemptórem possint perpétuo contemplári. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas propias para las misas de difuntos (Lec. IV, 2 de noviembre, III)

PRIMERA LECTURA Rom 14, 7-8. 10c-12
Ya vivamos, ya muramos, somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
Todos compareceremos ante el tribunal de Dios, pues está escrito:
«¡Por mi vida!, dice el Señor,
ante mí se doblará toda rodilla,
y toda lengua alabará a Dios».
Así pues, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos Señor.

Salmo responsorial Sal 102, 8 y 10. 13-14. 15-16. 17-18 (R.: 8a; 36, 39a)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dominus.

V. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dominus.

V. Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que le temen;
porque el conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dominus.

V. Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como la flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dominus.

V. Pero la misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que le temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dominus.

EVANGELIO Mt 25, 31-46
Venid vosotros, benditos de mi Padre
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

CELEBRACIÓN DE LA SANTA MISA POR TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Cementerio Militar Francés de Roma. Martes, 2 de noviembre de 2021

Me viene a la mente un escrito, en la puerta de un pequeño cementerio, en el norte: “Tú que pasas, piensa en tus pasos, y de tus pasos piensa en el último paso”.
Tú que pasas. La vida es un camino, todos nosotros estamos en camino. Todos nosotros, si queremos hacer algo en la vida, estamos en camino. Que no es paseo, ni laberinto, no, es camino. En el camino, nosotros pasamos delante de muchos hechos históricos, delante de muchas situaciones difíciles. Y también delante de los cementerios. El consejo de este cementerio es: “Tú que pasas, detén el paso y piensa, de tus pasos, en el último paso”. Todos tendremos un último paso. Alguien puede decirme: “Padre, no sea tan triste, no sea tráfico”. Pero es la verdad. Lo importante es que ese último paso nos encuentre en camino, no dando un paseo; en el camino de la vida y no en un laberinto sin fin. Estar en camino para que el último paso nos encuentre caminando. Este es el primer pensamiento que quisiera decir y que me viene del corazón.
El segundo pensamiento, son las tumbas. Esta gente —buena gente— murió en la guerra, murió porque fue llamada a defender la patria, a defender valores, a defender ideales y, muchas otras veces, a defender situaciones políticas tristes y lamentables. Y son las víctimas, las víctimas de la guerra, que devora a los hijos de la patria. Y pienso en Anzio, en Redipuglia; pienso en el Piave en el 14 —muchos se quedaron allí—; pienso en la playa de Normandía: ¡cuarenta mil, en ese desembarco! Pero no importa, caían...
Me he detenido delante de una tumba, ahí: “Inconnu. Mort pour la France. 1944”. Ni siquiera el nombre. En el corazón de Dios está el nombre de todos nosotros, pero esta es la tragedia de la guerra. Estoy seguro de que todos estos que fueron en buena voluntad, llamados por la patria para defenderla, están con el Señor. Pero nosotros, que estamos en camino, ¿luchamos lo suficiente para que no haya guerra, para que las economías de los países no se vean fortalecidas por la industria armamentística? Hoy la predicación debería ser mirar las tumbas: “Muerto por Francia”; algunas tienen el nombre, otras pocas no. Pero estas tumbas son un mensaje de paz: “¡Deteneos, hermanos y hermanas, deteneos! ¡Deteneos, fabricantes de armas, deteneos!”.
Estos dos pensamientos os dejo. “Tú que pasas, piensa, de tus pasos, en el último paso”: que sea en paz, en paz del corazón, en paz todo. El segundo pensamiento: estas tumbas que hablan, gritan, gritan por sí mismas, gritan: “¡Paz!”.
Que el Señor nos ayude a sembrar y conservar en nuestro corazón estos dos pensamientos. 

Del Catecismo de la Iglesia Católica
958 La comunión con los difuntos. "La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones `pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados' (2M 12, 45)" (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
LA PURIFICACIÓN FINAL O PURGATORIO
1030 
Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1Co 3, 15; 1P 1, 7) habla de un fuego purificador:
"Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro" (San Gregorio Magno, dial. 4, 39).
1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:
"Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos" (San Juan Crisóstomo, hom. in 1Co 41, 5).
Sufragios por los difuntos
1371 El sacrificio eucarístico es también ofrecido por los fieles difuntos "que han muerto en Cristo y todavía no están plenamente purificados" (Cc. de Trento: DS 1743), para que puedan entrar en la luz y la paz de Cristo:
"Enterrad este cuerpo en cualquier parte; no os preocupe más su cuidado; solamente os ruego que, dondequiera que os hallareis, os acordéis de mi ante el altar del Señor" (S. Mónica, antes de su muerte, a S. Agustín y su hermano; Conf. 9, 9, 27).
"A continuación oramos (en la anáfora) por los santos padres y obispos difuntos, y en general por todos los que han muerto antes que nosotros, creyendo que será de gran provecho para las almas, en favor de las cuales es ofrecida la súplica, mientras se halla presente la santa y adorable víctima… Presentando a Dios nuestras súplicas por los que han muerto, aunque fuesen pecadores, … presentamos a Cristo inmolado por nuestros pecados, haciendo propicio para ellos y para nosotros al Dios amigo de los hombres" (s. Cirilo de Jerusalén, Cateq. Mist. 5, 9. 10).
1479 Puesto que los fieles difuntos en vía de purificación son también miembros de la misma comunión de los santos, podemos ayudarles, entre otras formas, obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados.


Oración de los fieles
Nuestro Dios es el Dios de la vida, el Dios de los vivos. Oremos confiadamente.
- Por toda la familia santa de Dios, para que viva en la esperanza de la futura resurrección. Roguemos al Señor.
- Por los que se sienten desolados por la muerte de personas queridas, para que los consuele la certeza de haber sido creados por amor. Roguemos al Señor.
- Por los que entregaron su vida generosamente por amor a los demás, para que Dios los haga gozar de su presencia. Roguemos al Señor.
- Por los que han muerto violentamente a causa de la guerra, el terrorismo, el odio, la venganza y los accidentes de tráfico, para que sean acogidos por el Príncipe de la Paz. Roguemos al Señor.
- Por los miembros de nuestras familias, amigos y bienhechores difuntos, a quienes hoy particularmente recordamos, para que estén con Cristo, a cuya imagen fueron creados. Roguemos al Señor.
Concede, Señor, a los que han muerto el perdón y la plenitud de la vida; y a nosotros vivir en la fe y la esperanza de nuestra resurrección en Cristo. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, tu Hijo, vencedor del pecado y de la muerte, Señor de vivos y muertos, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, en tu bondad, las ofrendas que te presentamos por todos tus siervos que duermen en Cristo, para que, rotos los lazos de la muerte por este sacrificio singular, merezcan la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor
Pro ómnibus fámulis tuis in Christo dormiéntibus hóstiam, Dómine, súscipe benígnus oblátam, ut, per hoc sacrifícium singuláre vínculis mortis exúti, vitam mereántur aetérnam. Per Christum.

PREFACIO V DE DIFUNTOS
Nuestra resurrección por medio de la victoria de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque el ser llamados de nuevo a la vida es obra de tu amor y gracia, ya que, habiendo muerto a causa del pecado, los redimidos por la victoria de Cristo hemos sido llamados con él a la vida.
Por eso, con las virtudes del cielo te aclamamos continuamente en la tierra alabando tu gloria sin cesar:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quia, etsi nostri est mériti quod perímus, tuae tamen est pietátis et grátiae quod, pro peccáto morte consúmpti, per Christi victóriam redémpti, cum ipso revocámur ad vitam.
Et ídeo, cum caelórum Virtútibus, in terris te iúgiter celebrámus, maiestáti tuae sine fine clamántes:
R. Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA III

Antífona de la comunión Flp 3, 20-21
Aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso.
Salvatórem exspectámus Dóminum Iesum Christum, qui reformábit corpus humilitátis nostrae configurátum córpori claritátis suae.

Oración después de la comunión
Por este sacrificio que hemos celebrado derrama, Señor, con largueza tu misericordia sobre tus siervos difuntos, y a quienes concediste la gracia del bautismo, dales también la plenitud de los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Multíplica, Dómine, his sacrifíciis suscéptis, super fámulos tuos defúnctos misericórdiam tuam, et, quibus donásti baptísmi grátiam, da eis aeternórum plenitúdinem gaudiórum. Per Christum.

Se puede usar la bendición solemne en las celebraciones por los difuntos.
Dios, fuente de todo consuelo, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de su Hijo ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar, derrame sobre vosotros su bendición.
Benedícat vos Deus totíus consolatiónis, qui hóminem ineffábili bonitáte creávit, et in resurrectióne Unigéniti sui spem credéntibus resurgéndi concéssit.
R. Amén.
Él conceda el perdón de toda culpa a los que aún vivimos en el mundo, y otorgue a los que han muerto el lugar de la luz y de la paz.
Nobis, qui vívimus, véniam tríbuat pro peccátis, et ómnibus defúnctis locum concédat lucis et pacis.
R. Amén.
Y a todos nos conceda vivir eternamente felices con Cristo, al que proclamamos resucitado de entre los muertos.
Ut omnes cum Christo sine fine felíciter vivámus, quem resurrexísse a mórtuis veráciter crédimus.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, + et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper.
R. Amén.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 3 de noviembre
S
an Martín de Porres
, religioso de la Orden de Predicadores, hijo de un español y de una mujer de color, quien, ya desde niño, a pesar de las limitaciones provenientes de su condición de hijo ilegítimo y mulato, aprendió la medicina que, después, siendo religioso, ejerció generosamente en Lima, ciudad del Perú, a favor de los pobres. Entregado al ayuno, a la penitencia y a la oración, vivió una existencia austera y humilde, pero irradiante de caridad. (1639)
2. En Cesarea de Capadocia, hoy en Turquía, santos Germán, Teófilo y Cirilo, mártires(s. inc.)
3. En Agrigento, lugar de Sicilia, en la actual Italia, san Libertino, obispo y mártir. (s. III/IV).
4*. En la región de Lauragais, en la Galia Narbonense, Francia actualmente, san Pápulo, venerado como mártir. (s. III/IV)
5. En Viterbo, en la región italiana del Lacio, santos Valentín, presbítero, e Hilario, diácono, mártires(s. inc.)
6*. En Bretaña Menor, actual Francia, san Guenael, venerado como abad de Landevenec. (s. VI)
7. En Roma, conmemoración de santa Silvia, madre del papa san Gregorio Magno, de la que el mismo Pontífice dejó escrito que había alcanzado la cima de la oración y de la penitencia, siendo óptimo ejemplo para los demás. (s. VII)
8. En el monasterio de Hornbach, junto a Estrasburgo, en Burgundia, también en Francia, sepultura de san Pirmino, obispo y abad de Reichenau, que evangelizó a alamanes y bávaros, fundó muchos monasterios y compuso para sus discípulos un libro para catequizar a los campesinos. (s. III/IV)
9. En el cenobio de Antidio, en Bitinia, hoy Turquía, san Juanicio, monje, quien, después de más de veinte años al servicio de las armas, vivió solitario en varias montañas del Olimpo, donde solía acompañar su oración con estas palabras: «Dios es mi esperanza, Cristo mi refugio, el Espíritu Santo mi protector».(846)
10. En Alem, lugar de Flandes, actual Holanda, conmemoración de santa Odrada, virgen. (c. s. XI)
11. En Urgel, en la región hispánica de Cataluña, san Ermengol o Ermengaudo, obispo, uno de los preclaros pastores que se cuidaron de restablecer la Iglesia en las tierras rescatadas del yugo de los sarracenos. Construyó un puente poniendo los materiales y su mano de obra, pero, al resbalar de lo alto, murió entre las piedras por fractura del cráneo. (1035)
12*. En el territorio de los marsos, en los Abruzos, en la Italia actual, beato Berardo, obispo, que sobresalió en la extirpación de la simonía, la restauración de la disciplina clerical y el socorro y protección de los pobres. (1130)
13*. En Cudot, en la región de Sens, en Francia, beata Alpaide, virgen, que, siendo jovencita, cruelmente herida y abandonada por los suyos, vivió recluida en una minúscula celda hasta la ancianidad. (1211)
14*. Cerca del monasterio de Fieschingen, en la actual Suiza, santa Ida, de vida recluida. (1226)
15*. En Rímini, de la actual región italiana de Emilia-Romaña, beato Simón Balachi, religioso de la Orden de Predicadores, que entregó toda su vida al servicio de los hermanos, dedicado a la penitencia y a la oración. (1319)
16. En Milán, en Lombardía, también en Italia, muerte de san Carlos Borromeo, obispo, cuya memoria se celebra mañana. (1584)
17. Junto a la fortaleza Xa Doai, en Tonkín, hoy Vietnam, san Pedro Francisco Nerón, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que en tiempo del emperador Tu Duc vivió tres meses encerrado en una cueva estrechísima, donde, herido atrozmente con varas, se abstuvo durante tres semanas de todo alimento, y consumó su martirio al ser finalmente decapitado. (1860)
- Beato Manuel Lozano Garrido (1920- Linares 1971). “Lolo”, como se le llamaba normalmente, fue un escritor y periodista miembro de Acción Católica. Estuvo enfermo con parálisis lo que le obligó a vivir 29 años​ en silla de ruedas y en sus 9 últimos años de vida además quedó ciego.

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