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sábado, 6 de agosto de 2022

Sábado 10 septiembre 2022, Sábado de la XXIII semana del Tiempo Ordinario o santa María en sábado, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS ALUMNOS DE LA ACADEMIA ECLESIÁSTICA PONTIFICIA

Sábado 28 de mayo de 1983

Monseñor Presidente,
queridos sacerdotes de la Academia Eclesiástica:

1. La alegría de este encuentro, que se renueva fielmente cada año, adquiere esta vez un carácter y una intensidad especiales. Efectivamente, tiene lugar en vuestra casa, en la sede de este eximio Instituto que durante muchos años, desde su fundación, ha preparado sacerdotes idóneos al servicio de la Santa Sede, tanto para la Secretaría de Estado, como para las Representaciones Pontificias, diseminadas en las diversas naciones del mundo.

He querido corresponder a vuestro deseo de recibir del Papa, al final del año académico, una palabra de estímulo y de orientación, con mi visita, para subrayar también la cordialidad del encuentro y poder intuir mejor, más allá de vuestros rostros juveniles, el propósito determinado que tenéis de consagrar la vida, con serio compromiso, a la causa de Cristo y de la Iglesia.

Ante todo, quiero dirigir un pensamiento especial de saludo y gratitud al Presidente, monseñor Cesare Zacchi. Además, me siento feliz al ver que sois tan numerosos y sé que algunos de Vosotros estáis a punto de dejar Roma — centro de la catolicidad, al que deberá hacer referencia continuamente vuestro servicio — para ir a las Representaciones donde comenzaréis vuestro trabajo. A estos queridos sacerdotes que van a partir les formulo mis más sinceros votos para un apostolado fecundo y bendito.

2. En este encuentro familiar, no tengo intención de recordar el pasado ilustre de esta Academia, ni delinear su especial fisonomía en el contexto de las múltiples escuelas superiores eclesiásticas. Sin embargo, no puedo dejar de hacer alusión a las finalidades e importancia de la Institución de la que formáis parte.

Quiere ser, y realmente es, un cenáculo de oración, de estudio, de reflexión, donde os resulte fácil profundizar cada vez más en el valor de vuestra vocación sacerdotal y en el sentido del servicio especial al que sois destinados. La diplomacia eclesiástica tiene la finalidad, como cualquier otro ministerio sacerdotal, de extender el reino de Cristo, de servir a la Iglesia, y, por lo tanto, el verdadero bien sobrenatural y terreno del hombre.

Al pensar precisamente en la naturaleza de vuestro servicio, se me presenta la gigantesca figura del Papa Gregorio VII, cuya fiesta litúrgica hemos celebrado hace pocos días. Antes de su elección a la Cátedra de Pedro, prestó señalados servicios a los Pontífices, predecesores suyos, mediante embajadas en pueblos y ante soberanos, con el fin de secundar la obra de reforma de la Iglesia y su autonomía de los poderes externos, obra que él mismo continuó luego denodadamente durante doce años, una vez elegido Papa.

Es significativo, a propósito de las intenciones que presidieron el designio apostólico de ese gran Pontífice, todo lo que escribió a la cristiandad desde su exilio de Salerno: «Summopere procuravi ut Sancta Ecclesia, Sponsa Dei, domina et mater nostra, ad proprium rediens decus, libera et casta et catholica permaneret» (PL 148, 709). Son palabras bien conocidas que tienen todo el vigor de un mensaje-testamento. Con ellas, Gregorio VII atestigua no haber tenido, en el ejercicio de su ministerio, otra finalidad que la de servir a la Iglesia, hacerla cada vez más perfecta en sus hombres y en sus estructuras, dilatar su misión por todo el mundo.

3. Amados sacerdotes: He querido inspirarme en un ideal tan excelso, que nos ha vuelto a proponer la liturgia de estos días, a fin de estimular toda vuestra energía en la tarea de promover la misión salvífica de la Iglesia, logrando ante todo en Vosotros, que sois sus miembros privilegiados, una libertad interior cada vez mayor, y suscitando a la vez un anhelo profundo de perfección personal, así como también el afán vivísimo del misionero.

Se trata de entrar cada vez más a fondo en el misterio de la Iglesia, en la riqueza de la vida sobrenatural de la que ella es dispensadora, en su ministerio destinado a la salvación integral del hombre. Cada uno de los hombres es el camino de la Iglesia, y con cada uno de los hombres de buena voluntad quiere ella entablar un dialogo franco y sincero para hacerlo consciente de su dignidad de hijo de Dios, redimido por Cristo, hermano entre hermanos en su Cuerpo místico.

4. Vosotros habéis podido seguir cursos especializados de cultura teológica, canónica y sociológica; habéis ejercitado el ministerio activo y responsable en las parroquias de vuestras diócesis y en Roma; habéis tratado con diversas categorías de personas; en fin, conocéis ampliamente cuáles son las expectativas de la sociedad moderna y cuáles son las exigencias del mundo actual acerca de la Iglesia y de la fe cristiana.

El hombre de hoy se da cuenta, sin duda, del afán religioso y tiene necesidad de claridad sobre las verdades trascendentes y eternas; percibe, además, cada vez con mayor intensidad, que ni la ciencia con sus conquistas, ni el progreso social con su bienestar pueden satisfacer el anhelo de felicidad y de paz que lo agita.

He aquí, pues, que se delinea de modo luminoso la misión del sacerdote católico: con su palabra, su ejemplo, su ministerio debe llevar la respuesta a los interrogantes que atormentan al hombre; desarrollar esta propensión religiosa en encuentro personal con Dios, con Cristo y con 1a Iglesia; hacer sentir y comprender que para la “sed” de verdad, de inocencia, de salvación y de paz, está “el agua viva” de la revelación, de la gracia, del perdón, del amor divino.

¡En esta perspectiva sublime, también la “diplomacia” es apostolado!

5. En el desempeño de un trabajo tan fascinante no estáis solos, sino que estáis con Jesús y unidos a Él como el sarmiento a la vid (cf. Jn 15, 2). Participáis de su misión, que logrará en vosotros la plenitud de los frutos, si permanecéis en su amor (ib., 9), esto es, fieles a su llamada. Efectivamente, vuestra vocación es iniciativa suya: É1 os ha elegido a que deis fruto y para que vuestro fruto permanezca (ib., 16). Con este fin, Jesús os ha abierto su Corazón, como a verdaderos amigos, y espera de vosotros una respuesta humilde, obediente, fiel.

Os sigo a todos con especial atención, lo mismo en este período tan precioso de vuestra formación, como durante vuestros primeros pasos en el servicio de la Sede Apostólica, pidiendo al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, en esta víspera de la fiesta de la Trinidad Santísima, la plenitud consoladora de los dones celestiales. Confío a María, Madre de la Iglesia y Madre de los sacerdotes, venerada por los alumnos de la Academia bajo el título de “Virgen del Buen Consejo”, y, por esto, invocada especialmente como “Virgo Prudentissima”, “Speculum Iustitiae”, «Sedes Sapientiae”, el terreno de vuestras almas. Que Ella sepa sacar de él, mediante vuestra dócil correspondencia, abundantes frutos de santidad y de justicia, de iluminada sabiduría y de prudente laboriosidad, para decoro de la Sede Apostólica y bien de las almas.

DISCORSO DI GIOVANNI PAOLO II
AI SACERDOTI ALUNNI DEL PONTIFICIO COLLEGIO PORTOGHESE

Sabato, 14 maggio 1983

Cari fratelli e sorelle, figli del Portogallo, e cari sacerdoti alunni del Pontificio collegio portoghese a Roma.

Qui congregati per la celebrazione dell’Eucaristia, per desiderio vostro a me gradito, nella mente e nel cuore abbiamo, certamente, Fatima: con la Madonna, ringraziamo, nell’anniversario, la visita pastorale del Papa in Portogallo e il suo pellegrinaggio al Santuario di Fatima.

In questo momento rivivo con voi, non senza una certa nostalgia, le grate emozioni che ho provato un anno fa soprattutto nella “Cova da Iria”. In voi, saluto cordialmente la nobile Nazione portoghese e, con particolare affetto, la Chiesa che è in Portogallo e che, soprattutto voi cari sacerdoti, qui rappresentate, come certezza di continuità e speranza di più e di meglio, al servizio della Redenzione.

Che per questo vi sia di profitto e, da parte vostra, approfittiate della permanenza in Roma; approfittate del vostro sacerdozio vissuto in sintonia con il Cuore di Cristo e di Maria! E approfittate ugualmente della vostra vita consacrata, carissime sorelle presenti!

All’inizio della Santa Messa, voglio comunicare con voi e chiedere che compartecipiate con me tutto ciò che mi ha portato a Fatima, affidando ancora una volta al Cuore Immacolato della Madre di Cristo Redentore, e nostra Madre, le suppliche che lì ho formulato e che rimangono attuali: in favore dell’uomo e del mondo, del Portogallo e della Chiesa, e per il successore di Pietro.

CALENDARIO

10 SÁBADO. Hasta la Hora Nona:
SÁBADO DE LA XXIII SEMANA DEL T. ORDINARIO o SANTA MARÍA EN SÁBADO, memoria libre

Misa
de sábado (verde) o de la memoria (blanco).
MISAL: para el sábado cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria del común de la bienaventurada Virgen María o de las «Misas de la Virgen María», o de un domingo del T.O.; Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- 1 Cor 10, 14-22.
Nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan.
- Sal 115. R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
- Lc 6, 43-49. ¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?
o bien:
cf. vol. IV, o bien cf. Leccionario de las «Misas de la Virgen María».

Liturgia de las Horas: oficio de sábado o de la memoria.

Martirologio: elogs. del 11 de septiembre, pág. 546.
CALENDARIOS: Agustinos: San Nicolás de Tolentino, presbítero (F).
Alcalá de Henares: Beatos José de San Jacinto y compañeros, mártires (MO).
Galicia: San Pedro de Mezonzo, obispo (MO).
Huelva: Beato Vicente de San José de Ayamonte, mártir (MO).
Dominicos: Beatos Alfonso de Navarrete, presbítero, y compañeros, mártires (MO).
Barcelona, Sant Feliu de Llobregat: Beatos Domingo Castellet y Luis Eixarc, presbíteros y mártires (ML).
Bilbao, San Sebastián y Jesuitas: Beato Francisco Gárate, religioso (ML).
Calahorra y La Calzada-Logroño: Beatos Alfonso de Mena y Alfonso Navarrete, religiosos y mártires (ML).
Getafe y San Sebastián: San Pedro Claver, presbítero (ML).
Madrid: Beatos Francisco Morales Sedeño y José de Salvanés de San Jacinto, presbíteros, y compañeros, mártires (ML), o san Pedro Claver, presbítero (ML).
Tortosa: Beato Jacinto Orfanell, presbítero y mártir (ML).
O. Cist. y OCSO: Beato Oglerio de Locedio, abad cisterciense (ML).
Orhuela-Alicante: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. José Ignacio Munilla Aguirre, obispo (2006).

10 SÁBADO. Después de la Hora Nona:
VIGESIMOCUARTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Cuarta semana del Salterio
Misa
vespertina del XXIV Domingo del tiempo ordinario (verde).
Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio dominical. Comp. Dom. I.

TEXTOS MISA

Misa del sábado: del XXIII domingo del T. Ordinario (o de otro domingo del T. Ordinario).

Memoria de santa María:
Común de la Bienaventurada Virgen María. I. Tiempo ordinario 8.

Antífona de entrada
Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de toda alabanza: porque de ti nació el sol de justicia, Cristo nuestro Dios, por quien fuimos salvados y redimidos.
Felix es, sacra Virgo María, et omni laude digníssima: quia ex te ortus est sol iustítiae, Christus Deus noster, per quem salváti et redémpti sumus.

Monición de entrada
Celebramos hoy la memoria de la Virgen María, Madre en la gracia, intercesora nuestra ante Dios, modelo de orante y Virgen de la acogida profunda, la Madre de Dios presenta los rasgos que nos hacen venerarla en la Iglesia, de la que es miembro excelente modelo y Madre.

Oración colecta
Dios todopoderoso, concede a tus fieles, alegres bajo la protección de la santísima Virgen María, verse libres, por su intercesión, de los males de este mundo y alcanzar los gozos eternos del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Concéde, quaesumus, omnípotens Deus, ut fidéles tui, qui sub sanctíssimae Vírginis Maríae patrocínio laetántur, eius pia intercessióne a cunctis malis liberéntur in terris, et ad gáudia aetérna perveníre mereántur in caelis. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Sábado de la XXIII semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 1 Cor 10, 14-22
Nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Queridos hermanos, huid de la idolatría. Os hablo como a personas sensatas; juzgad vosotros lo que digo.
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?
Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan. Considerad al Israel según la carne: ¿los que comen de las víctimas no se unen al altar?
¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas sacrificadas a los ídolos son algo o que los ídolos son algo? No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios; y no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber del cáliz del Señor y del cáliz de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿O vamos a provocar los celos del Señor? ¿Acaso somos más fuertes que él?

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 115, 12-13. 17-18 (R.: 17a)
R. 
Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Tibi, Dómine, sacrificábo hóstiam laudis.

V. ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Tibi, Dómine, sacrificábo hóstiam laudis.

V. Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Tibi, Dómine, sacrificábo hóstiam laudis.

Aleluya Jn 14, 23
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum; et ad eum veniémus, et mansiónem apud eum faciémus.

EVANGELIO Lc 6, 43-49
¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
¿Por qué me llamáis Señor, Señor , y no hacéis lo que digo? Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cayó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Ángelus 3-marzo-2019
El fruto son las acciones, pero también las palabras. La calidad del árbol también se conoce de las palabras. Efectivamente, quien es bueno saca de su corazón y de su boca el bien y quien es malo saca el mal, practicando el ejercicio más dañino entre nosotros, que es la murmuración, el chismorreo, hablar mal de los demás. Esto destruye; destruye la familia, destruye la escuela, destruye el lugar de trabajo, destruye el vecindario. Por la lengua empiezan las guerras. Pensemos un poco en esta enseñanza de Jesús y preguntémonos: ¿Hablo mal de los demás? ¿Trato siempre de ensuciar a los demás? ¿Es más fácil para mí ver los defectos de otras personas que los míos? Y tratemos de corregirnos al menos un poco: nos hará bien a todos. Invoquemos el apoyo y la intercesión de María para seguir al Señor en este camino.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XXXVII

Oremos, hermanos, y pidamos al Dios de misericordia que escuche nuestra oración.
- Para que conceda la paz, la libertad y la unidad Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que llene de su gracia a los obispos y a los demás ministros. Roguemos al Señor.
- Para que manifieste a todos los hombres su bondad. Roguemos al Señor.
- Para que guarde de todo mal a los que están en peligro. Roguemos al Señor.
- Para que perdone nuestros pecados. Roguemos al Señor.
Escucha, Dios de bondad, las oraciones de tu Iglesia y haz que, destruidos todo error y toda malicia, pueda servirte con entera libertad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Memoria de santa María:
Oración de los fieles
Dirijamos confiados nuestra oración a Dios Padre, que ha prometido habitar en los corazones de aquellos que, como María, guardan su Palabra.
R. Danos, Padre, tu Espíritu Santo.
- Por los pastores de la Iglesia, para que, formados en la escuela de María, reina de los Apóstoles, sean fieles mensajeros de la Palabra de Dios y dispensadores incansables de su misericordia. Oremos. R.
- Por los pueblos afligidos a causa de la guerra y las discordias, para que todos se convenzan de que la paz tiene su raíz en la conversión del corazón, que hace pasar del egoísmo a la generosidad y de la violencia al respeto del prójimo. Oremos. R.
- Por todos los cristianos, para que, participando en la alegría de María, vivan con autenticidad su propia vocación, dando testimonio de fidelidad radical al mandamiento nuevo del amor. Oremos. R.
- Por los enfermos, para que hallen en María ayuda y consuelo, y en los hermanos solidaridad generosa que aliente su esperanza. Oremos. R.
- Por nosotros, aquí reunidos, para que, guardando la Palabra que hemos escuchado, seamos servidores fieles y testigos del reino entre los hombres. Oremos. R.
Oh, Dios, por intercesión de María, que nos precede en la peregrinación de la fe, fortalece en nosotros el deseo del bien, refuerza nuestra esperanza y confírmanos en la caridad. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Acoge, Señor, las súplicas y ofrendas de los fieles, que te presentamos en la memoria de santa María, Madre de Dios, para que te sean agradables y nos obtengan el auxilio de tu protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Preces, Dómine, tuórum réspice oblationésque fidélium, in beátae Maríae Dei Genetrícis commemoratióne delátas, ut et tibi gratae sint, et nobis cónferant tuae propitiatiónis auxílium. Per Christum.

PLEGARIA EUCARÍSTICA IV

Antífona de comunión Cf. Lc 1, 48
El Señor ha mirado la humildad de su esclava, desde ahora me felicitarán todas las generaciones.
Respéxit Dóminus humilitátem ancíllae suae, ecce enim beátam me dicent omnes generatiónes.

Oración después de la comunión
Alimentados con los sacramentos de la salvación te pedimos con humildad, Señor, que, al celebrar piadosamente la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, merezcamos gozar siempre del fruto de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Salutáribus refécti sacraméntis, súpplices te, Dómine, deprecámur, ut, qui memóriam beátae Vírginis Dei Genetrícis Maríae venerándo égimus, redemptiónis tuae fructum perpétuo experíri mereámur. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 11 de septiembre
1. En Roma, en el cementerio de Basila, de la vía Salaria Antigua, sepultura de los santos mártires Proto y Jacinto, a quienes el papa san Dámaso, después de recuperar sus túmulos ocultos bajo tierra, dedicó unos versos, y donde, quince siglos más tarde, se encontró el sepulcro intacto de san Jacinto y su cuerpo abrasado. (s. III)
2*. En la antigua ciudad de Turico, en el territorio de Helvecia, hoy Suiza,, santos mártires Félix y Régula. (s. inc.)
3. Conmemoración de san Pafnucio, obispo en Egipto, que fue uno de aquellos confesores que en tiempo del emperador Galerio Maximino, fueron torturados sacándoles el ojo derecho, desjarretándoles la pantorrilla izquierda y condenados luego a las minas. A pesar de ello pudo asistir después al Concilio de Nicea, y no dejó de luchar denodadamente por la fe católica contra el arrianismo. (s. IV)
4. En Lyon, en la Galia, actual Francia, san Paciente, obispo, que, movido por la caridad, distribuyó gratuitamente alimentos por todas las ciudades a orillas del Ródano y del Saona, ayudando a los pueblos oprimidos por el hambre. Ejerció el apostolado por doquier, para conversión de herejes y cuidado de los necesitados. (c. 480)
5. En París, también en la Galia, tránsito de san Sacerdote, obispo de Lyon, que vivió en el amor y temor de Dios, y murió en aquella ciudad durante un concilio. (552)
6*. En la isla de Bardsey, en el litoral de Cambria septentrional, en el actual Reino Unido, san Daniel (Deiniol Wyn), obispo y abad de Bangor. (c. 584)
7*. En el monasterio de Luxeuil, en Burgundia, actualmente Francia, tránsito de san Adelfio, abad del monasterio de Remiremont, que lloró profusamente por una disensión de menor importancia. (c. 670)
8*. En Toul, lugar de Austrasia, también en Francia, san Leudino o Bodón, obispo, que estando casado, se hizo monje y después, también su esposa Odila, aconsejada por é, abrazó la vida monástica. (a. 680)
9*. En el monasterio de Aulinas, en la isla de Calabria, en Italia, san Elías, conocido  por el nombre de "Espeleota", insigne promotor de la vida eremítica y cenobítica. (960)
10*. En Nagasaki, en Japón, beatos Gaspar Koteda, catequista, y los niños Francisco Takeya y Pedro Shichiemon, mártires, cuyos padres habían sufrido igualmente el martirio el día anterior. Todos ellos, allí mismo y con igual firmeza, sufrieron por Cristo idéntico suplicio de decapitación. (1622)
11*. En Roma, beato Buenaventura de Barcelona (Miguel) Gran, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que, amante de la observancia regular, instituyó conventos para retiros espirituales en muchos lugares del territorio romano y mostró siempre máxima austeridad de vida y caridad con los pobres. (1648)
12*. En el litoral de Francia, cerca de Rochefort, en una nave anclada en el mar, beato Francisco Mayaudon, presbítero y mártir, que, encarcelado en tiempo de la Revolución Francesa por ser sacerdote, murió finalmente en ese barco-prisión, consumido por agotamiento físico. (1794)
13. En Wuchang, en la provincia Hubei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, fue atormentado y, finalmente, colgado en una cruz y estrangulado. (1840)
14*. En Barcelona, en España, beato Pedro de Alcántara (Lorenzo) Villanueva Larráyoz, religioso de la Orden Hospitalaria  de San Juan de Dios y mártir, que por su condición de religioso, obtuvo el martirio durante la despiadada persecución religiosa de aquel tiempo. (1936)
15*. En la localidad de Genovés, de la provincia de Valencia, también en España, beato José María Segura Penadés, presbítero y mártir, que derramó su sangre por Cristo en la misma persecución. (1936)
- Beata Maria Celeste (Giulia) Crostarosa (1696- Foggia, Italia 1755). Religiosa italiana fundadora de las Hermanas del Santísimo Redentor.

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