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martes, 9 de agosto de 2022

Martes 13 septiembre 2022, San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia, memoria obligatoria.

SOBRE LITURGIA

DISCURSO DE JUAN PABLO II
DURANTE LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA EN LA BASÍLICA VATICANA

Lunes 31 de octubre de 1983

Queridos adoradores nocturnos españoles:

1. Hace exactamente un año nos encontrábamos reunidos en la parroquia de Guadalupe de Madrid, para un momento de adoración eucarística. Era la primera noche tras mi llegada para la inolvidable visita apostólica a España.

Es para mí una gran alegría poder compartir con vosotros, en esta basílica de San Pedro, unos instantes de adoración a Jesús sacramentado. Durante este año vosotros habéis seguido orando por las intenciones del Papa y de la Iglesia. El se une también a vuestra plegaria, para confirmaros en la fe y pedir al Señor que ratifique vuestro propósito de seguir siendo una porción viva y perseverante de la Iglesia que ora.

Os dije en España que la Eucaristía es la fuente de toda vuestra vitalidad espiritual y apostólica; porque con vuestra actitud de adoración, profundizáis en la fe, la esperanza y la caridad. De esta manera, orientáis toda vuestra vida hacia Dios y, por tanto, hacia el misterio del hombre y de la historia humana concreta.

¡Cuánto me gustaría saber que, durante este año, habéis adelantado en el camino de la contemplación y del compromiso cristiano, según las pautas que os indiqué en la oración que recité con vosotros en aquella noche madrileña!

2. La adoración es un quehacer ineludible de la Iglesia. Vosotros, adorando a Jesús Sacramentado, cumplís en las Iglesias locales el encargo que el Apóstol nos hizo de orar sin interrupción, imitando al Maestro que frecuentemente pasaba la noche en oración.

Ese silencio contemplativo os comunicará una gran capacidad de amar a Dios y a los hermanos. En efecto, en medio del silencio de la noche, cuando parece que se aminoran las prisas y la creación enmudece como esperando la palabra del Señor, oiréis en el corazón la voz del Padre que os dice: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias, escuchadle”.

Y al sintonizar cada vez más con los sentimientos de Cristo Redentor, que ha venido a “dar su vida en rescate por todos”, iréis descubriendo los intereses salvíficos del Señor sobre los individuos, la familia, la juventud, la comunidad eclesial a la que pertenecéis, la propia nación y la humanidad entera. Así presentaréis ante el Señor todo lo que ha sido vuestra vida cotidiana, en sincronía con los problemas de los hermanos redimidos por Cristo.

La Iglesia necesita de hombres y mujeres como vosotros, convencidos del valor insustituible de la oración y consecuentes con la obligación de todo hombre de dar gloria a Dios, como premisa indispensable de cualquier acción que quiera ser beneficiosa para los demás.

Pero no podéis limitaros a la actitud contemplativa de adoración y plegaria, porque no sería auténtica vuestra oración, si no fuera acompañada de un compromiso de vida cristiana y de acción apostólica. Solo así responderéis a la llamada de Cristo que os invita a colaborar con El en la aplicación de los frutos de su obra redentora a toda la humanidad. Considerad pues como parte importante del empeño apostólico de vuestra Asociación la promoción del culto a Jesús Sacramentado y de cuanto pueda contribuir a una mayor vivencia de las celebraciones eucarísticas y de la comunión sacramental por parte de todos.

De ese modo seréis testigos vivientes de que vuestra ocupación de adoradores no sólo no es algo estéril o inútil para la comunidad eclesial, sino que es fuente de dinamismo cristiano. Por ello, sed fieles a vuestro carisma, testimoniando la primacía de la dimensión vertical en la vida religiosa del hombre. Así, uniendo a este testimonio el doble compromiso de vivir cristianamente y de ayudar espiritualmente a los hermanos, seréis fieles a vuestra identidad de adoradores.

3. Estamos celebrando el Año Santo de la Redención que debe ser, de modo especial para vosotros, un tiempo de gracia y de renovación espiritual. En la adoración eucarística encontraréis las líneas fuertes de esta renovación. En efecto, “la Eucaristía en particular hace presente toda la obra de la Redención, que se perpetúa a lo largo del año en la celebración de los divinos misterios”.

En vuestro caso concreto, deseo que, a través de la adoración eucarística, os hagáis portadores de las directrices dadas para el Año Santo: “Que los cristianos sepan descubrir de nuevo, en su experiencia existencial, todas las riquezas inherentes a la salvación que les ha sido comunicada desde el bautismo y se sientan impulsados por el amor de Cristo”.

En esta experiencia vuestra de vida espiritual y apostólica, descubriréis mejor la inmensa perspectiva del dogma de la comunión de los santos, puesto que “cada nueva experiencia del amor misericordioso de Dios y cada respuesta individual del amor penitente por parte del hombre, es siempre un acontecimiento eclesial”. Efectivamente, “la gracia específica del Año de la Redención es un renovado descubrimiento del amor de Dios que se da, y es una profundización de las riquezas inescrutables del misterio pascual de Cristo”. Por ello, el Año Santo es una llamada a agradecer a Dios el don recibido, a aprovechar los frutos de la Redención y a incorporarnos individualmente a la misión salvadora de la Iglesia. Todo lo cual se vive en la Eucaristía.

En efecto, ella es siempre el cauce apropiado para nuestra obligada acción de gracias y debe serlo para nuestro agradecimiento por el beneficio de la Redención. Por Cristo, con El y en El nuestras acciones de gracias adquieren un valor que de por sí nunca hubieran tenido.

Recibiendo a Jesús Sacramentado con las debidas disposiciones hacemos nuestros los frutos de la Redención que nos llegan a través de los sacramentos. Y, finalmente, como la Iglesia hace la Eucaristía, así la Eucaristía hace la Iglesia. Por esto la Eucaristía, al transformarnos en Cristo, nos incorpora a la misión salvadora que la Iglesia realiza a través de los siglos. Precisamente por ello vuestra oración, sin dejar de ser trato confidencial y personal con el Divino Amigo: “Ya no os llamo siervos, sino amigos”, ha de abrirse a la dimensión comunitaria y misionera del cristianismo auténtico, acogiendo como propias las preocupaciones de toda la Iglesia y de sus miembros y comunidades.

Así se hará realidad ese anhelado: “Abrir las puertas al Redentor”, que ha de significar para vosotros una apertura del corazón, que no tiene prisas al estar con el Señor y que, precisamente por ello, se entrega generosamente a los compromisos de la vida cotidiana personal, familiar y social. Así, entrar en el misterio de la Redención será sintonizar con el “sí” de Jesús al Padre. Y vuestro “sí” contemplativo y comprometido se unirá al de Cristo, y hará que luego toda la humanidad pueda pronunciar el “sí” de un “Padre nuestro” universal.

4. La Virgen Santísima, Madre de Jesús y Madre nuestra, que con José su Esposo adoró al Hijo de Dios hecho hombre la misma noche de su nacimiento, y que tantas otras noches, en Belén y Nazaret, veló su sueño, sea el modelo de todos los adoradores y adoradoras nocturnos de Jesús Sacramentado.

Que su presencia como Madre Dolorosa junto a la Cruz de Cristo Salvador, nos enseñe a descubrir en la Eucaristía el mismo sacrificio que nos redimió, nos estimule a aprovechar personalmente los frutos de esa Redención y nos haga sentir la responsabilidad de incorporarnos efectivamente a la función salvadora de la Iglesia, encargada de aplicar la Redención de Cristo a todos los hombres.

Que Ella nos enseñe los caminos del amor profundo a Dios y al hombre y nos haga preparar el nuevo adviento de su Hijo para la humanidad. Que nos enseñe a ser verdadera Iglesia. “La Iglesia del nuevo Adviento, la Iglesia que se prepara continuamente a la nueva venida del Señor, (y que) debe ser la Iglesia de la eucaristía y de la penitencia”.

Queridos adoradores y adoradoras de España, Alemania, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia y México: Os reitero mis sentimientos de alegría y de gratitud por vuestra visita, mientras de corazón bendigo a vosotros y a todos los miembros de vuestra asociación, a vuestras familias y a vuestros Países. “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

CALENDARIO

13 MARTES. SAN JUAN CRISÓSTOMO, obispo y doctor de la Iglesia, memoria obligatoria

Misa
de la memoria (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- 1 Cor 12, 12-14. 27-31a.
Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
- Sal 99. R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
- Lc 7, 11-17. ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de la memoria.

Martirologio: elogs. del 14 de septiembre, pág. 552.

TEXTOS MISA

13 de septiembre
San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia.
Memoria

Antífona de entrada Dn 12, 3
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Qui docti fúerint, fulgébunt quasi splendor firmaménti, et qui ad iustítiam erúdiunt multos, quasi stellae in perpétuas aeternitátes.

Monición de entrada
Se celebra la memoria de san Juan, obispo de Constantinopla y doctor de la Iglesia. Nació en Antioquía, hacia el año 339. Las catequesis, las plegarias eucarísticas en uso hoy día en las Iglesias de Oriente, su tratado sobre el sacerdocio y sus homilías le han merecido el título de doctor de la Iglesia. Pero es, sobre todo, un pastor que con la santidad de su vida y la elocuencia de su palabra invita al seguimiento de Cristo y fustiga los males de su tiempo: el lujo hiriente de las altas clases sociales en contraste con la miseria del pueblo. Murió el año 407, desterrado en la región del Cáucaso. Sus últimas palabras fueron: «Gloria a Dios por todo»,

Oración colecta
Oh, Dios, fortaleza de los que en ti esperan, que has hecho brillar al obispo san Juan Crisóstomo por su admirable elocuencia y su fortaleza en la tribulación, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos fortalezca el ejemplo de su invencible paciencia. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, in te sperántium fortitúdo, qui beátum Ioánnem Chrysóstomum epíscopum mira eloquéntia et tribulatiónis experiménto claréscere voluísti, da nobis, quaesumus, ut, eius doctrínis erudíti, invíctae patiéntiae roborémur exémplo. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Martes de la XXIV semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 1 Cor 12,12-14. 27-31a
Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro, sino muchos.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Pues en la Iglesia Dios puso en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en el tercero, a los maestros; después, los milagros; después el carisma de curaciones, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?
Ambicionad los carismas mayores.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 99, 2. 3. 4. 5 (R.: 3c)
R.
 Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

V. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

V. Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

V. Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.
R. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

V. El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

Aleluya 7, 17
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R.
Prophéta magnus surréxit in nobis, et Deus visitávit plebem suam.

EVANGELIO Lc 7, 11-17
¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Papa Francisco, homilía en santa Marta, 19-septiembre-2017
Debemos hacer lo mismo, seguir el ejemplo de Cristo, acercarnos a los necesitados; no ayudarles de lejos, porque está sucio, no se ducha, apesta… Tantas veces vemos en el telediario o en la portada de los periódicos esas tragedias: Mira, en ese país los niños no tienen para comer; en aquel país los niños hacen de soldados; en aquel otro las mujeres son esclavizadas; en ese país… ¡oh, qué calamidad! ¡Pobre gente! Paso página y voy a la novela, a la telenovela que viene después. Y eso no es cristiano. Por eso, la pregunta que yo haría ahora, mirando a todos, también a mí, es: ¿Soy capaz de tener compasión? ¿De rezar? Cuando veo esas cosas, que me las traen a casa, a través de los medios de comunicación, ¿se me remueven las entrañas? ¿El corazón padece con esa gente, o siento pena, y digo “pobre gente”, o algo así? Y si no puedes tener compasión, pide la gracia: ¡Señor, dame la gracia de la compasión!
Con la oración de intercesión, con nuestra labor de cristianos, debemos ser capaces de ayudar a la gente que sufre, para que sea devuelta a la sociedad, a la vida de familia, de trabajo; en definitiva: ¡a la vida ordinaria!

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XXXIX

Oremos, hermanos, e imploremos la misericordia de Dios, nuestro Padre.
- Para que se acuerde del pueblo rescatado por la sangre de su Hijo. Roguemos al Señor.
- Para que los gobernantes de las naciones promuevan el desarrollo de los pueblos, y desaparezcan la injusticia, la violencia, el paro y el hambre en el mundo. Roguemos al Señor.
- Para que ilumine a los que no conocen a Cristo con la luz del Evangelio. Roguemos al Señor.
- Para que nos conceda a cuantos invocamos su nombre los bienes temporales y eternos. Roguemos al Señor.
- Para que de la luz y el descanso eterno a todos los difuntos. Roguemos al Señor.
Oh, Dios, que sabes que la vida de los hombres está llena de necesidades; escucha los deseos de tu pueblo y concédele benignamente lo que te pide con humildad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Oh, Dios, que te agrade el sacrificio que te ofrecemos con alegría en la memoria de san Juan Crisóstomo, cuyas enseñanzas nos impulsan a alabarte y a entregarnos enteramente a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sacrifícium tibi pláceat, Deus, in commemoratióne beáti Ioánnis Chrysóstomi libénter exhíbitum, quo monénte, nos étiam totos tibi réddimus collaudántes. Per Christum.

PREFACIO DE LOS SANTOS PASTORES
LA PRESENCIA DE LOS SANTOS PASTORES EN LA IGLESIA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque nos concedes la alegría de celebrar hoy la fiesta de san N., fortaleciendo a tu Iglesia con el ejemplo de su vida santa, instruyéndola con su palabra y protegiéndola con su intercesión.
Por eso, con los ángeles y la multitud de los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Quia sic tríbuis Ecclésiam tuam sancti N. festivitáte gaudére, ut eam exémplo piae conversatiónis corróbores, verbo praedicatiónis erúdias, gratáque tibi supplicatióne tueáris.
Et ídeo, cum Angelórum atque Sanctórum turba, hymnum laudis tibi cánimus, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de la comunión 1Co 1, 23-24
Nosotros predicamos a Cristo crucificado: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Nos praedicámus Christum crucifíxum, Christum, Dei virtútem et Dei sapiéntiam.

Oración después de la comunión
Concédenos, Dios misericordioso, que los sacramentos recibidos en la memoria de san Juan Crisóstomo nos confirmen en tu amor y nos conviertan en fieles testigos de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Concéde, miséricors Deus, ut mystéria, quae pro beáti Ioánnis Chrysóstomi commemoratióne súmpsimus, nos in tua caritáte confírment, et tuae fidéles confessóres veritátis effíciant. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 14 de septiembre
F
iesta de la Exaltación de la Santa Cruz, que al día siguiente de la dedicación de la basílica de la Resurrección, erigida sobre el Sepulcro de Cristo, es ensalzada y venerada como trofeo pascual de su victoria y signo que aparecerá en el cielo, anunciando a todos la segunda Venida.
2. En Roma, en la vía Apia, en la cripta de Lucina del cementerio de Calixto, sepultura de san Cornelio, papa y mártir, que se opuso firmemente a la escisión de Novaciano y, con gran espíritu de caridad, recuperó a la plena comunión con la Iglesia a muchos cristianos caídos en la herejía. Padeció al final el destierro a Civitavecchia, lugar de Toscana, por parte del emperador Galo, y sufrió lo indecible en palabras de san Cipriano. Su memoria se celebra pasado mañana. (252)
3. En Cartago, en la actual Túnez, pasión de san Cipriano, obispo muy esclarecido en santidad y doctrina, que gobernó sabiamente la Iglesia en tiempos difíciles, consolidó la fe de los cristianos en medio de tribulaciones, y, en tiempo del emperador Galieno, después de sufrir un penoso exilio, consumó su fe en el martirio, decapitado por orden del procónsul ante gran concurrencia de pueblo. Su memoria se celebra también pasado mañana. (258)
4. En Colonia Agripina, en Germania, hoy Alemania, san Materno, obispo, que convirtió a la fe de Cristo a gentes de Tongres, Colonia y Tréveris. (d. 314).
5. En Gumenek, en el Ponto, actual Turquía, muerte de san Juan Crisóstomo, obispo, cuya memoria se relató ayer. (407)
6. En el monasterio de Beauvale, en la región de Besanzón, en Francia, tránsito de san Pedro, obispo, que siendo abad cisterciense, fue promovido a la sede de Tarantasia, la cual rigió con fervorosa diligencia y esforzado fomento de la concordia entre los pueblos. (1174)
7. En Tolemaida, en Palestina, actual Israel, cerca de la actual Haifa, san Alberto (de Castro Gualteri), obispo, que, trasladado de la Iglesia de Vercelli a la de Jerusalén, dio una Regla a los eremitas del monte Carmelo, y que mientras celebraba la fiesta de la Santa Cruz, fue asesinado por la espada de un malvado, a quien había reprendido. (1215)
8*. En la localidad de Eben, en el Tirol austriaco, santa Notburga, virgen, cuya dedicación a las labores domésticas y al servicio de Cristo en los pobres fue ejemplo de santidad para sus compatriotas. (1313)
9*. En el mar, frente a la costa gala de Rochefort, beato Claudio Laplace, presbítero y mártir, que, debido a su condición de sacerdote, en tiempo de la Revolución Francesa murió por inanición y contagio, encarcelado en una nave de transporte anclada en el mar, (1794)
10. En la ciudad de Chengdu, de la provincia china de Sichuan, san Gabriel Taurino Dufresse, obispo y mártir, decapitado cruelmente después de una plena dedicación a la actividad ministerial durante cuarenta años. (1815)

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