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sábado, 14 de mayo de 2022

Sábado 18 junio 2022, Sábado de la XI semana del Tiempo Ordinario o santa María en sábado, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
PARA LA XVIII JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Venerables hermanos en el Episcopado;
amadísimos hijos e hijas de todo el mundo:

La celebración de la XVIII Jornada mundial de Oración por las Vocaciones coincide, este año, con un acontecimiento importante: la inauguración de un Congreso internacional, en el que tomarán parte obispos delegados de las Conferencias Episcopales, superioras y superiores religiosos, moderadores de institutos seculares y otros responsables para tratar el tema de la cura pastoral en favor de las vocaciones eclesiásticas en las Iglesias particulares.

Quiero ante todo expresar mi sentida complacencia y mi profunda gratitud a los obispos de todo el mundo, porque con vistas a dicho Congreso internacional han decidido poner al día y publicar sus respectivos programas al servicio de las vocaciones sagradas. Admiro este noble testimonio de solicitud pastoral, que se orienta al bien de las propias diócesis, y me complazco al mismo tiempo porque este laudable esfuerzo ha sido llevado a cabo con corazón abierto y atento a los intereses generales de la Iglesia.

Si reflexionamos sobre el tema del próximo encuentro de los obispos: "Iglesias particulares y vocaciones", nuestro pensamiento y nuestra fe se encuentran con el misterio de la Santa Iglesia de Cristo, la cual está presente en cada Iglesia particular, donde vive y obra una parte del Pueblo de Dios, confiada a los cuidados pastorales del obispo, ayudado por su presbiterio. En cada una de estas Iglesias se anuncia el Evangelio, se celebra la Eucaristía, se administran los sacramentos, se alaba al Señor, se ejercita el servicio de la caridad, se defiende la dignidad del hombre, se ofrece al mundo el testimonio cristiano. Y el Espíritu Santo, lo mismo que en el primer Pentecostés y al igual que en las primeras comunidades creyentes, se efunde en cada Iglesia particular, la unifica en la comunión, para que sea "un corazón y un alma sola" (Act 4, 32), la guía en la verdad, la enriquece con ministerios y dones diversos, la renueva continuamente y la conduce a la unión cada vez más perfecta con Cristo Señor (cf. Lumen gentium, 4. 23. 26).

El mismo tiempo litúrgico entre la Pascua de Resurrección y Pentecostés, que estamos viviendo ahora con renovado fervor, nos invita y ayuda a tener fija la mirada de la fe en este gran misterio de la Iglesia, una en su universalidad, y toda ella presente en la multiplicidad de las Iglesias particulares, constituidas en todos los pueblos y "hasta el extremo de la tierra" (Act 1, 8). De esta mirada de fe brotan espontáneamente algunas reflexiones y exhortaciones, que deseo proponer con cordial afecto y estima a cada Iglesia particular y a cada comunidad local comprendida en ese espacio vital.

1. Cada Iglesia particular tiene que adquirir cada vez más conciencia de lo que es, a la luz del misterio de la Iglesia universal. En efecto, es en esta luz donde la Iglesia particular encuentra fuerza para vivir, luchar y crecer. A este respecto, se hace quizá necesario para algunos creyentes un suplemento de conocimiento. Se debe entender bien, con toda claridad, cuál es la vocación y la misión del Pueblo de Dios, peregrinante en el mundo y orientado hacia la patria eterna. Se debe comprender con la misma claridad quién es el obispo, el sacerdote, el diácono; cuál es su concreta e insustituible misión al servicio del Pueblo de Dios, qué es lo que distingue a estas personas, consagradas mediante el orden sagrado, de los otros miembros del Pueblo de Dios. Se debe comprender con igual claridad, quiénes son, qué hacen las demás personas, hombres y mujeres, consagradas también al servicio del Pueblo de Dios, no mediante el sacramento del orden, sino por medio de los votos religiosos u otros vínculos sagrados. Esta mayor comprensión, a la luz de la fe, nos llevará a dar gracias y alabar al Señor por la abundancia de ministerios y de dones, con que ha querido enriquecer a su Iglesia. Y será también de gran ayuda para que cada miembro de la Iglesia reflexione sobre las propias responsabilidades, descubra la propia vocación personal y acepte prestar generosamente su servicio a la comunidad eclesial con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo.

2. Cada Iglesia particular, rica de fe y consciente de su misión, debe ofrecer a Cristo toda la colaboración de que es capaz, para vivir, crecer y regenerar continuamente sus fuerzas apostólicas. El Concilio Vaticano II ha subrayado justamente que el deber de promover las vocaciones corresponde a toda la comunidad cristiana (cf. Optatam totius, 2). Si el Señor ha querido hacernos tan responsables de la vida y del futuro de la Iglesia, ¿podemos rechazar nosotros el honor que nos hace y la confianza que nos concede?

Aquí se plantea un problema de conciencia. Nadie, frente a Dios, puede decir: ¡Allá los demás! Ciertamente, quien ha recibido más deberá dar más: los sacerdotes y las demás personas consagradas se encuentran en primera línea. En efecto, por lo que se refiere a las vocaciones, ellos tienen responsabilidades especiales que no pueden ignorar, descuidar o delegar. Así, pues, con la vida, el ejemplo, la palabra, con la alegría y la calidad de su trabajo apostólico, ellos deben educar a los demás, especialmente a los jóvenes, para que descubran el gusto de servir a la Iglesia. Todo esto para un ministro de Dios, para una persona consagrada, es cuestión de honor, es un acto de fidelidad a la propia vocación, es una prueba de "autenticidad" de la propia existencia. Pero también las familias y los demás educadores tienen los propios dones de gracia y las consiguientes responsabilidades. También ellos por tanto deben saber crear un clima de fe, comunicar el gusto de ayudar al prójimo y de servir a la Iglesia, cultivar las buenas disposiciones para acoger y seguir la voluntad del Señor. De este modo los jóvenes encontrarán menos dificultades para buscar y hallar el propio camino.

3. Que cada Iglesia particular sienta renovarse, a través de estas mis palabras, la invitación del Señor a orar al Dueño de la mies, "que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 38; Lc10, 2).

Así, pues, amadísimos hermanos e hijos, con nuestra oración común, amplia como el mundo, fuerte como nuestra fe, perseverante como la caridad que el Espíritu Santo ha difundido en nuestros corazones,

—alabemos al Señor, que ha enriquecido a su Iglesia con el don del sacerdocio, con las múltiples formas de vida consagrada y con otras innumerables gracias, para la edificación de su pueblo y para el servicio de la humanidad;

—demos gracias al Señor, que continúa dispensando su llamada, a la que numerosos jóvenes y otras personas, en estos años y en distintas partes de la Iglesia, responden con creciente generosidad;

—pidamos perdón al Señor por nuestras debilidades e infidelidad, que posiblemente desaniman a otras personas a responder a su llamada;

—pidamos con fervor al Señor que conceda a los Pastores de almas, a los religiosos y religiosas, a los misioneros y a las demás personas consagradas los dones de sabiduría, de consejo, de prudencia para llamar a otros al servicio total de Dios y de la Iglesia; y conceda también a un número creciente de jóvenes, y de otros menos jóvenes, la generosidad y el coraje para responder y perseverar.

Elevemos esta nuestra humilde y confiada oración, por intercesión de María Santísima, Madre de la Iglesia, Reina del clero, espléndido modelo para toda alma consagrada al servicio del Pueblo de Dios.

Vaticano, 15 de marzo de 1981.

JOANNES PAULUS PP. II

CALENDARIO

18 SÁBADO. Hasta la Hora Nona: 
SÁBADO DE LA XI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO o SANTA MARÍA EN SÁBADO, memoria libre

Misa
de sábado (verde) o de la memoria (blanco).
MISAL: para el sábado cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria del común de la bienaventurada Virgen María o de las «Misas de la Virgen María», o de un domingo del T.O.; Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- 2 Crón 24, 17-25.
Zacarías, a quien matasteis entre el santuario y el altar.
- Sal 88. R. Le mantendré eternamente mi favor.
- Mt 6, 24-34. No os agobiéis por el mañana.
o bien:
cf. vol. IV, o bien cf. Leccionario de las «Misas de la Virgen María».

Liturgia de las Horas: oficio de sábado o de la memoria.

Martirologio: elog. prop. de la solem. del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, pág. 45, y elogs. del 19 de junio, pág. 371.
CALENDARIOS: Málaga-ciudad: Santos Ciriaco y Paula, mártires (S).
Osma-Soria, Ágreda y su tierra: Nuestra Señora de los Milagros (S).
Menorca: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Dominicos: Beata Hosanna de Mantua, virgen (ML).
Palencia: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Manuel Herrero Fernández, obispo (2016).

18 SÁBADO. Después de la Hora Nona:
DUODÉCIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Cuarta semana del Salterio
Misa
vespertina de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (blanco).
Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio de la solemnidad. Comp. Dom. I.

TEXTOS MISA

Misa de Sábado:
de la XI semana del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa de santa María:
Común B. V. María. I. Tiempo ordinario 4.

Antífona de entrada Cf. Sal 44, 13. 15. 16
Los pueblos más ricos buscan tu favor: la llevan ante el rey con séquito de vírgenes, las traen entre alegría y algazara.
Vultum tuum deprecabúntur omnes dívites plebis: adducéntur Regi vírgines post eam: próximae eius adducéntur tibi in laetítia et exsultatióne.

Monición de entrada
Celebramos hoy la memoria de la Virgen María, Madre en la gracia, intercesora nuestra ante Dios, modelo de orante y Virgen de la acogida profunda, la Madre de Dios presenta los rasgos que nos hacen venerarla en la Iglesia, de la que es miembro excelente modelo y Madre.

Oración colecta
Perdona, Señor, los pecados de tus siervos y, ya que no podemos complacerte con nuestras obras, concédenos la salvación por intercesión de la Madre de tu Hijo, nuestro Señor. Él, que vive y reina contigo.
Famulórum tuórum, quaesumus, Dómine, delícta ignósce, ut, qui tibi placére de áctibus nostris non valémus, Genetrícis Fílii tui Dómini nostri intercessióne salvémur. Qui tecum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Sábado de la XI semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 2 Crón 24, 17-25
Zacarías, a quien matasteis entre el santuario y el altar
Lectura del segundo libro de las Crónicas.

Después de la muerte de Joadá, los jefes de Judá fueron a rendir homenaje al rey, que les hizo caso. Abandonaron el templo del Señor, Dios de sus padres, y sirvieron a los cipos y a los ídolos. Por este pecado la cólera estalló contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas para convertirlos al Señor, pero no hicieron caso de sus amonestaciones.
Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joadá, que, erguido ante el pueblo, les dijo:
«Así dice Dios: “¿Por qué quebrantáis los mandamientos del Señor? ¡No tendréis éxito! Por haber abandonado al Señor, él os abandonará”».
Pero conspiraron contra él y, por mandato del rey, lo apedrearon en el atrio del templo del Señor. El rey Joás, olvidándose del amor que le profesaba Joadá, mató al hijo de este, que murió diciendo:
«¡Que lo vea el Señor y lo demande!».
Al cabo de un año, un ejército de Siria se dirigió contra Joás, invadió Judá y Jerusalén, mató a todos los jefes del pueblo y envió todo el botín al rey de Damasco. El ejército de Siria contaba con poca gente, el Señor le entregó un ejército enorme, por haber abandonado al Señor, Dios de sus padres. Así se hizo justicia con Joás.
Al marcharse los sirios, dejándolo con múltiples dolencias, sus servidores conspiraron contra él para vengar al hijo del sacerdote Joadá.
Hirieron a Joás en la cama y murió.
Fue sepultado en la Ciudad de David, pero no en el panteón real.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 88, 4-5. 29-30. 31-32. 33-34 (R.: 29a)
R. Le mantendré eternamente mi favor.
In æternum servábo illi misericórdiam meam.

V. Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades. 
R. Le mantendré eternamente mi favor.
In æternum servábo illi misericórdiam meam.

V. Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable.
Le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo. 
R. Le mantendré eternamente mi favor.
In æternum servábo illi misericórdiam meam.

V. Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos. 
R. Le mantendré eternamente mi favor.
In æternum servábo illi misericórdiam meam.

V. Castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas.
Pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad.
R. Le mantendré eternamente mi favor.
In æternum servábo illi misericórdiam meam.

Aleluya 2 Cor 8, 9
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza. R.
Iesus Christus egénus factus est, cum esset dives, ut illíus inópia vos dívites essétis.

EVANGELIO Mt 6, 24-34
No os agobiéis por el mañana
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Papa Francisco, Ángelus 26-febrero-2017
Se trata de realizar el proyecto que Jesús ha anunciado en el Discurso de la montaña, fiándose de Dios que no decepciona –muchos amigos o muchos que nosotros creíamos amigos, nos han decepcionado; ¡Dios nunca decepciona–; trabajar como administradores fieles de los bienes que Él nos ha donado, también esos terrenos, pero sin "sobreactuar" como si todo, también nuestra salvación, dependiera solo de nosotros. Esta actitud evangélica requiere una elección clara, que el pasaje de hoy indica con precisión: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6, 24). O el Señor, o los ídolos fascinantes pero ilusorios. Esta elección que estamos llamados a realizar repercute después en muchos de nuestros actos, programas y compromisos. Es una elección para hacer de forma neta y que hay que renovar continuamente, porque las tentaciones de reducir todo a dinero, placer y poder son apremiantes. Hay muchas tentaciones para esto.
Mientras que honorar a estos ídolos lleva a resultados tangibles aunque fugaces, elegir por Dios y por su Reino no siempre muestra inmediatamente sus frutos. Es una decisión que se toma en la esperanza y que deja a Dios la plena realización. La esperanza cristiana tiende al cumplimiento futuro de la promesa de Dios y no se detiene frente a ninguna dificultad, porque está fundada en la fidelidad de Dios, que nunca falta. Es fiel, es un padre fiel, es un amigo fiel, es un aliado fiel.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XV

Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, a fin de que todos los hombres experimentemos su bondad y misericordia.
- Por la Iglesia, para que sea signo de paz y reconciliación entre los hombres. Roguemos al Señor.
- Por los pueblos de la tierra, para que superen todo lo que los desune y promuevan todo cuanto los acerca. Roguemos al Señor.
- Por los que odian, por los resentidos y amargados, para que descubran que la felicidad se encuentra en el perdón. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que sepamos perdonar como Dios mismo nos perdona. Roguemos al Señor.
Padre nuestro, que nos has enseñado a perdonar para recibir tu perdón. Haz que siempre observemos esta ley y así merezcamos ser llamados y ser, en verdad, hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Misa de santa María:
Oración de los fieles
Dios, Padre de los pobres y de los humildes, ha elegido a María para templo de su gloria. A él dirigimos nuestra confiada oración.
- Por la santa Iglesia: para que acogiendo con humildad y fe el don de la salvación, sea, cada vez más, canal de gracia y de perdón para la humanidad. Roguemos al Señor.
- Por todos los pueblos de la tierra: para que al compartir los bienes materiales, culturales y espirituales descubran el camino seguro de fraternidad que Dios quiere de nosotros. Roguemos al Señor.
- Por los más necesitados de nuestra sociedad: para que reciban la ayuda y el calor por parte de quienes, como María, consagran su vida al servicio de los demás. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que el espíritu de gratitud y de alabanza que brilló en la Virgen María nos haga fieles y agradecidos tanto en los momentos de prueba como en los de alegría. Roguemos al Señor.
Padre misericordioso, tú que conoces nuestro corazón, ven en ayuda de nuestra debilidad y, por intercesión de María, Virgen orante, escucha nuestras súplicas. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te ofrecemos y concédenos que nuestros corazones, estimulados por la luz del Espíritu Santo, a ejemplo de la bienaventurada Virgen María, puedan escrutar y guardar siempre tu palabra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, Dómine, múnera quae tibi offérimus, et praesta, ut corda nostra, Sancti Spíritus luce irradiáta, exémplo beátae Vírginis Maríae, tua semper váleant perquírere et conserváre. Per Christum.

PLEGARIA EUCARÍSTICA IV

Antífona de la comunión
Alabad al Señor, nuestro Dios, porque en María, esclava suya, manifestó su misericordia, como lo había prometido a la casa de Israel.
Laudáte Dóminum Deum nostrum, quia in María ancílla sua adimplévit misericórdiam suam, quam promísit dómui Israel.

Oración después de la comunión

Después de recibir, Señor, los sacramentos de la fe y de la salvación, te pedimos humildemente que, al celebrar con devoción la memoria de santa María Virgen, merezcamos participar con ella del amor del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sumptis, Dómine, salútis et fídei sacraméntis, súpplices te deprecámur, ut, beátam Vírginem Maríam devóte recoléntes, supérnae caritátis cum ipsa partícipes fíeri mereámur. Per Chrístum.

MARTIROLOGIO

Elogio propio de la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, quien, con estos alimentos sagrados, ofrece el remedio de la inmortalidad y la prenda de la Resurrección
Elogios del día 19 de junio
San Romualdo, anacoreta y padre de los monjes Camaldulenses, que, habiendo nacido en Rávena, deseoso de la vida y disciplina eremítica, viajó por Italia durante varios años, durante los cuales fundó pequeños monasterios y promovió la vida evangélica entre los monjes, hasta que terminó su labor en el monasterio de Val di Castro, en el Piceno, actual región italiana de Las Marcas. (1027)
2. En Milán, en la región también italiana de Liguria, santos Gervasio y Protasio, mártires, cuyos cuerpos fueron encontrados por san Ambrosio, que en este día los trasladó solemnemente a la nueva basílica que había edificado. (transl. 386)
3*. En los montes Vosgos, en el territorio de Burgundia, en Austrasia,actual Francia, san Deodato, obispo de Nevers, que fundó el monasterio que después recibió su nombre. (c. 679)
4*. En el monasterio de Fécamp, en Neustria, de nuevo en la Francia actual, santa Quildomarca o Ildemarca, abadesa, que recibió cordialmente y atendió a san Leodegario, mutilado de Ebroino. (c. 682)
5. En Zaragoza, en Hispania, san Lamberto, mártir. (c. s. VIII)
6*. En Caltagirone, en la región italiana de Sicilia, beato Gerlando, que, caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, se entregó generosamente al cuidado de las viudas y de los niños huérfanos. (c. 1271)
7. En Florencia, en Toscana, actualmente en Italia, santa Juliana Falconeri, virgen, que fundó la Hermanas de la Orden de los Siervos de María, llamadas por su hábito "Mantelatas". (1341)
8*. En Pésaro, en el Piceno, actual región de Las Marcas, en Italia, beata Miguelina, viuda, que entregó todos sus bienes a los pobres y, vestido el hábito de la Tercera Orden Regular de San Francisco, mendigando su pan llevó una vida humilde y muy disciplinada. (1356)
9*. En Londres, en Inglaterra, beatos mártires Sebastián Newdigate, Humfredo Middlemore y Guillermo Exmew, presbíteros de la Cartuja de esa ciudad, los cuales, reinando Enrique VIII, por su probada fidelidad a la Iglesia católica de Cristo fueron encarcelados y mantenidos de pie durante diecisiete días, amarrados con cadenas a unas columnas, hasta que consumaron su martirio ahorcados en Tyburn. (1535)
10*. También en Londres, beato Tomás Woodhouse, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, ordenado sacerdote en tiempo de la reina católica María, posteriormente, en la persecución bajo la reina Isabel I, estuvo encarcelado más de doce años, reconciliando con la Iglesia católica a sus compañeros de cautiverio, hasta que consumó su martirio en Tyburn. (1573)
11. En la aldea de Wuyi, cerca de la ciudad de Xianxian, en la provincia china de Hebei, santos Remigio Isoré y Modesto Andlauer, presbíteros de la Orden de la Compañía de Jesús y mártires, que durante la persecución desencadenada por los seguidores del movimiento Yihetuan, fueron asesinados mientras oraban ante el altar. (1900)
- Beata Elena Aiello (1895- Roma 1961). Religiosa mística y fundadora de la Congregación de Religiosas Mínimas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

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