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martes, 31 de mayo de 2022

Miércoles 6 julio 2022, Miércoles de la XIV semana del Tiempo Ordinario, feria o santa María Goretti, virgen y mártir, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 21 de julio de 1982

La redención del cuerpo

1. «También nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos suspirando... la redención de nuestro cuerpo» (Rom 8, 23). San Pablo, en la Carta a los Romanos, ve esta «redención del cuerpo» en una dimensión antropológica y al mismo tiempo cósmica... La creación «está sujeta a la vanidad» (Rom 8, 20). Toda la creación visible, todo el cosmos sufre los efectos del pecado del hombre. «La creación entera hasta ahora gime y siente dolores de parto» (Rom 8, 22). Y, al mismo tiempo, toda «la creación... está esperando ansiosa la manifestación de los hijos de Dios», «con la esperanza de que también ella será libertada de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios» (Rom 8, 19, 20-21).

2. La redención del cuerpo es, según San Pablo, objeto de esperanza. Una esperanza que ha arraigado en el corazón del hombre, en cierto sentido, inmediatamente después del primer pecado. Basta recordar las palabras del libro del Génesis a las que tradicionalmente se llama «proto-Evangelio» (cf. Gén 3, 15) y que por consiguiente son, podríamos decir, algo así como el comienzo de la Buena Nueva, el primer anuncio de la salvación. Según el texto de la Carta a los Romanos, la redención del cuerpo va unida precisamente a esta esperanza, en la que -como leemos- «hemos sido salvados» (Rom 8, 24). Mediante la esperanza, que se remonta a los mismos comienzos del hombre, la redención del cuerpo tiene su dimensión antropológica: es la redención del hombre. Y ésta se irradia, al mismo tiempo, en cierto sentido, sobre toda la creación, la cual desde el principio ha sido vinculada de modo especial al hombre y subordinada a él (cf. Gén 1, 28-30). La redención del cuerpo es, pues, la redención del mundo: tiene una dimensión cósmica.

3. Al presentar en la Carta a los Romanos la imagen «cósmica» de la redención, Pablo de Tarso pone al hombre en el centro de la misma, igual que ya «en el principio» el hombre había sido colocado en el centro mismo de la imagen de la creación. Es precisamente el hombre, son los hombres, quienes poseen «las primicias del espíritu», quienes gimen interiormente, esperando la redención de su cuerpo (cf. Rom 8, 23). Cristo ha venido para revelar plenamente el hombre al hombre, dándole a conocer su altísima vocación (cf. Gaudium et spes, 22), habla en el Evangelio de la misma profundidad Divina del misterio de la redención, que precisamente en el hombre tiene su específico sujeto «histórico». Así, pues, Cristo habla en nombre de esa esperanza, que fue insertada en el corazón del hombre ya en el «proto-Evangelio». Cristo da cumplimiento a esa esperanza, no sólo con las palabras contenidas en sus enseñanzas, sino sobre todo con el testimonio de su muerte y resurrección. Por lo mismo, la redención del cuerpo se ha realizado ya en Cristo. En Él ha quedado confirmada esa esperanza, con la cual nosotros «hemos sido salvados». Y, al mismo tiempo, esa esperanza ha sido proyectada de nuevo hacia su definitivo cumplimiento escatológico. «La revelación de los hijos de Dios» en Cristo ha sido definitivamente orientada hacia esa «libertad y gloria» de las que deben participar definitivamente los «hijos de Dios».

4. Para comprender todo lo que comporta «la redención del cuerpo», según la Carta de Pablo a los Romanos, es necesaria una auténtica teología del cuerpo. He tratado de construirla tomando como base ante todo las palabras de Cristo. Los elementos constitutivos de la teología del cuerpo se encuentran en lo que Cristo dice, remitiéndose al «principio», en la respuesta a la pregunta sobre la indisolubilidad del matrimonio (cf. Mt 19, 8); en lo que dice sobre la concupiscencia, refiriéndose al corazón humano, en el sermón de la montaña (cf. Mt 5, 28); y también en lo que dice sobre la resurrección (cf. Mt 22, 30). Cada uno de estos enunciados encierra en sí un rico contenido de naturaleza tanto antropológica, como ética. Cristo habla al hombre, y habla del hombre: del hombre que es «cuerpo», y que ha sido creado varón y mujer a imagen y semejanza de Dios; habla del hombre, cuyo corazón está sometido a la concupiscencia; y finalmente habla del hombre, ante el cual se abre la perspectiva escatológica de la resurrección del cuerpo.

El «cuerpo» significa (según el libro del Génesis) el aspecto visible del hombre y su pertenencia al mundo visible. Para San Pablo no sólo significa esta pertenencia, sino a veces también la alienación del hombre del influjo del Espíritu de Dios. Uno y otro significado están relacionados con la «redención del cuerpo».

5. Puesto que, en los textos anteriormente analizados, Cristo habla de la profundidad divina del misterio de la redención, sus palabras están en relación precisamente con esa esperanza, de la que se habla en la Carta a los Romanos. «La redención del cuerpo», según el Apóstol es, en definitiva, lo que nosotros «esperamos». Así, esperamos precisamente la victoria es antológica sobre la muerte, de la que Cristo dio testimonio principalmente con su resurrección. A la luz del misterio pascual, las palabras del Señor sobre la resurrección de los cuerpos y sobre la realidad del «otro mundo», registradas en los Sinópticos, han adquirido su plena elocuencia. Tanto Cristo, como luego Pablo de Tarso, han proclamado la llamada a la abstención del matrimonio «por él reino de los cielos» precisamente en nombre de esta realidad escatológica.

6. Sin embargo, la «redención del cuerpo» se expresa no sólo a través de la resurrección en cuanto victoria sobre la muerte. Está también presente en las palabras de Cristo, dirigidas al hombre «histórico», lo mismo cuando confirman el principio de la indisolubilidad del matrimonio, cual principio proveniente del Creador mismo, como cuando -en el sermón de la montaña- el Señor invita a superar la concupiscencia, y ello incluso en los movimientos sólo interiores del corazón humano. Es necesario decir que ambos enunciados-clave se refieren a la moralidad humana, tienen un sentido ético. Aquí se trata no de la esperanza escatológica de la resurrección, sino de la esperanza de la victoria sobre el pecado a la que podemos llamar esperanza de cada día.

7. En la vida cotidiana el hombre debe sacar del misterio de la redención del cuerpo la inspiración y la fuerza para superar el mal que está adormecido en él bajo la forma de la triple concupiscencia. El hombre y la mujer, unidos en matrimonio, han de iniciar cada día la aventura de la indisoluble unión de esa alianza que han establecido entre ellos. Pero también el hombre y la mujer, que han escogido voluntariamente la continencia por el reino de los cielos, deben dar diariamente testimonio vivo de la fidelidad a esa opción, acogiendo las orientaciones de Cristo en el Evangelio, y las del Apóstol Pablo en la primera Carta a los Corintios. En todo caso se trata de la esperanza de cada día que, en consonancia con los deberes comunes y las dificultades de la vida humana, ayuda a vencer «al mal con el bien» (Rom 12, 21). Efectivamente, «en la esperanza hemos sido salvados»; la esperanza de cada día expresa su fuerza en las obras humanas e incluso en los movimientos mismos del corazón humano abriendo camino en cierto sentido, a la gran esperanza escatológica ligada a la redención del cuerpo.

8. Penetrando en la vida diaria con la dimensión de la moral humana, la redención del cuerpo ayuda, en primer lugar, a descubrir todo ese bien con el que el hombre logra la victoria sobre el pecado y sobre la concupiscencia. Las palabras de Cristo, que traen su origen de la profundidad divina del misterio de la redención, permiten descubrir y reforzar esa vinculación que existe entre la dignidad del ser humano (del hombre y de la mujer) y el significado nupcial de su cuerpo. Permiten comprender y realizar en la práctica, según ese significado, la libertad plena del don, que de una forma se expresa a través del matrimonio indisoluble, y de otra forma se expresa mediante la abstención del matrimonio por el reino de los cielos. A través de estos caminos diversos Cristo revela plenamente el hombre al hombre, dándole a conocer «su altísima vocación». Esta vocación se halla inscrita en el hombre según todo su compositum psicofísico, precisamente mediante el misterio de la redención del cuerpo.

Todo lo que he querido decir en el curso de nuestras meditaciones, para comprender las palabras de Cristo, tiene su fundamento definitivo en el misterio de la redención del cuerpo.

CALENDARIO

6 MIÉRCOLES DE LA XIV SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria o SANTA MARÍA GORETTI, virgen y mártir, memoria libre

Misa
de feria (verde) o de la memoria (rojo).
MISAL: para la feria cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria 1.ª orac. prop. y el resto del común de mártires (para una virgen mártir) o de vírgenes (para una virgen), o de un domingo del T.O.; Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- Os 10, 1-3. 7-8. 12.
Es tiempo de consultar al Señor.
- Sal 104. R. Buscad continuamente el rostro del Señor.
- Mt 10, 1-7. Id a las ovejas descarriadas de Israel.
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de feria o de la memoria.

Martirologio: elogs. del 7 de julio, pág. 402.
CALENDARIOS: Cartujos: Santa Rosalina, religiosa (F).
Misioneras Cruzadas de la Iglesia: Santa Nazaria Ignacia March, religiosa (F). Madrid: (ML).
Ciudad Real: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Gerardo Melgar Viciosa, obispo (2008).

TEXTOS MISA

Misa de la feria: del XIV Domingo del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa de la memoria:
6 de julio
Santa María Goretti, virgen y mártir

La oración colecta es propia. El resto es del común de mártires: IV. Virgen mártir.

Antífona de entrada
Esta virgen valiente, ofrenda de pureza y castidad, sigue al Cordero crucificado por nosotros.
Ecce iam séquitur Agnum pro nobis crucifíxum strénua virgo, pudóris hóstia, víctima castitátis.
O bien:
Esta es la virgen dichosa que, negándose a sí misma y abrazando su cruz, siguió al Señor, esposo de las vírgenes y príncipe de los mártires.
Beáta virgo, quae ábnegans semetípsam et tollens crucem suam, Dóminum aemuláta est, vírginum sponsum martyrúmque príncipem.

Monición de entrada
Recordamos en esta celebración a santa María Goretti, virgen y mártir. Nació en Italia el año 1890, en el seno de una familia humilde. En el transcurso de una infancia difícil, ayudando a su madre en las labores de la casa, se distinguió ya por su piedad. En el año 1902, cuando no contaba más que doce años, murió apuñalada en defensa de su castidad.

Oración colecta
Oh, Dios, fuente de la inocencia y amante de la castidad, que concediste a tu sierva María Goretti la gracia del martirio en edad juvenil, y le entregaste la corona de virgen por su combate; concédenos, por su intercesión, constancia en el cumplimiento de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, innocéntiae auctor et castitátis amátor, qui fámulae tuae Maríae iuveníli aetáte martyrii grátiam contulísti, da nobis, quaesumus, eius intercessióne, in tuis mandátis constántiam, qui dedísti certánti vírgini corónam. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la XIV semana del Tiempo Ordinario, año par (Lecc. III-par).

PRIMERA LECTURA Os 10, 1-3. 7-8. 12
Es tiempo de consultar al Señor

Lectura de la profecía de Oseas.

Una viña arrasada es Israel,
el fruto es como ella.
Por la abundancia de sus frutos,
multiplicó sus altares.
Cuanto más rica era su tierra,
más adornaban sus estelas.
Su corazón es inconstante,
así pues pagarán.
Él mismo hará pedazos sus altares,
demolerá sus estelas.
Entonces dirán: «no tenemos rey
porque no tuvimos temor del Señor...,
y el rey ¿qué haría por nosotros?».
Ha desaparecido el rey de Samaría,
como una rama de la superficie del agua.
Serán destruidos los altozanos de la Iniquidad,
¡pecado de Israel!
Espino y maleza crecerán sobre sus altares.
Dirán a las montañas: «Cubridnos»,
y a las colinas: «Caed sobre nosotros».
Sembrad con justicia,
recoged con amor.
Poned al trabajo un terreno virgen.
Es tiempo de consultar al Señor,
hasta que venga y haga llover
sobre vosotros la justicia.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 104, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 4b)
R.
 Buscad continuamente el rostro del Señor.
Quærite fáciem Dómine semper.
O bien: Aleluya.

V. Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas,
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
R. Buscad continuamente el rostro del Señor.
Quærite fáciem Dómine semper.

V. Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.
R. Buscad continuamente el rostro del Señor.
Quærite fáciem Dómine semper.

V. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.
R. Buscad continuamente el rostro del Señor.
Quærite fáciem Dómine semper.

Aleluya Mc 1, 15
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Está cerca el reino de Dios; convertíos y creed en el Evangelio. R.
Appropinquávit regnum Dei; pænitémini et crédite Evangélio.

EVANGELIO Mt 10, 1-7
Id a las ovejas descarriadas de Israel
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Agustín, de civitate Dei, 18, 49
Eligió por Apóstoles a aquellos hombres que eran plebeyos, sin dignidad y sin educación, a fin de que se viera que cuanto de grande fuesen o hicieren, era por el Señor que está en ellos y obra en ellos. Hubo entre ellos uno malo, que con su mal contribuyó a que se realizase el misterio de la pasión y a que dejara Jesús a su Iglesia un ejemplo de paciencia en los sufrimientos.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XXX

Impulsados por el Espíritu y unidos a Jesucristo, presentemos al Padre nuestra oración confiada.
- Por los que formamos la Iglesia, para que seamos fieles a la misión que Jesús nos encomendó. Roguemos al Señor.
- Por nuestro país, para que se encuentren caminos de paz y de justicia, y ayudemos a los más necesitados, especialmente a los que no encuentran trabajo. Roguemos al Señor.
- Por los ancianos, por los enfermos, para que no sean marginados de la sociedad, sino que se sientan respetados y valorados. Roguemos al Señor.
- Por los inmigrantes, por todos aquellos que se han visto obligados a abandonar sus pueblos por motivos de trabajo, para que sean bien acogidos y así puedan adaptarse a la nueva situación. Roguemos al Señor.
- Por los padres, para que sepan ser responsables de la educación de sus hijos. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que sepamos amarnos como Dios nos ama. Roguemos al Señor.
Padre lleno de bondad, que por el amor que nos tienes enviaste a tu Hijo para salvarnos, recibe nuestra súplica, y que la acción del Espíritu Santo en nosotros la convierta en realidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Misa de la memoria:
Oración sobre las ofrendas
Señor, que los dones que te presentamos en la fiesta de santa N. sean tan agradables a tu bondad como lo fue para ti el combate de su martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Múnera, quaesumus, Dómine, quae in celebritáte beátae N. deférimus, ita grátiae tuae efficiántur accépta, sicut eius tibi plácitum éxstitit passiónis certámen. Per Christum.

PREFACIO I DE LOS SANTOS MÁRTIRES
SIGNIFICADO Y EJEMPLARIDAD DEL MARTIRIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre de la gloriosa mártir santa N., derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio; por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, con las virtudes del cielo te aclamamos continuamente en la tierra, alabando tu gloria sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quóniam beátae mártyris N. pro confessióne nóminis tui, ad imitatiónem Christi, sanguis effúsus tua mirabília maniféstat, quibus pérficis in fragilitáte virtútem, et vires infírmas ad testimónium róboras, per Christum Dóminum nostrum.
Et ídeo, cum caelórum Virtútibus, in terris te iúgiter celebrámus, maiestáti tuae sine fine clamántes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO

Antífona de la comunión Ap 7,17
El Cordero que está delante del trono los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
Agnus, qui in médio throni est, dedúcet eos ad vitae fontes aquárum.

Oración después de la comunión
Oh. Dios, que coronaste a la bienaventurada N. entre los santos con el doble triunfo de la virginidad y del martirio, concédenos en virtud de este sacramento, vencer con fortaleza toda maldad y alcanzar la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Deus, qui beátam N. pro gémina virginitátis et martyrii victória inter Sanctos coronásti, da, quaesumus, per huius virtútem sacraménti, ut, omne malum fórtiter superántes, caeléstem glóriam consequámur. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 7 de julio

1. Conmemoración de san Panteno de Alejandría, varón lleno de celo apostólico, enriquecido con toda clase de sabiduría, conocedor en alto grado de la Palabra de Dios y amante apasionado de la misma, acerca del cual la tradición cuenta que su fe y ardiente caridad le impulsaron a ir a predicar el Evangelio a pueblos desconocidos de lejanas regiones de Oriente, y que al volver finalmente a Alejandría, en Egipto, allí descansó en paz, en tiempo del emperador Antonino Caracalla. (s. III)
2. En Faremoutiers, cerca de Meaux, en Aquitania, hoy Francia, santa Edilburga, abadesa del monasterio de Faremoutiers, que, siendo hija del rey de los anglos orientales, dio gloria a Dios con su severa abstinencia y su perpetua virginidad. (695)
3. En Winchester, en Inglaterra, san Edda, obispo de la Sajonia occidental, varón de preclara sabiduría, que desde Dorchester trasladó el cuerpo de san Birino a esta ciudad, en la que fijó su sede episcopal. (706)
4. En Eichstätt, en Franconia, actualmente Alemania, san Willibaldo, obispo, el cual, habiendo profesado como monje, peregrinó a lo largo de lugares santos y muchas regiones para renovar en ellos la vida monástica, hasta que san Bonifacio le ordenó obispo de esta ciudad e hizo de él un valioso colaborador en la evangelización de Germania, pues convirtió muchos pueblos a Cristo. (787)
5*. En Tallaght, en Irlanda, san Máel Rúain, obispo y abad, que renovó con gran empeño la celebración de la sagrada liturgia, el culto de los santos y la disciplina monástica. (789)
6. En Urgel, ciudad de Cataluña, en el reino de Aragón, san Odón, que, elegido obispo por aclamación popular cuando era aún seglar, confirmado seguidamente defendió a los más humildes y fue bondadoso para con todos. (1122)
7*. En Perugia, en la región de Umbría, en la Italia actual, tránsito del papa beato Benedicto XI, de la Orden de Predicadores, que, benigno y bondadoso, conciliador y amante de la paz, promovió durante su breve pontificado la concordia en la Iglesia, la renovación de la disciplina y el enaltecimiento de la devoción religiosa. (1304)
8*. En Fossano, lugar del Piamonte, también en Italia, beato Oddino Barotti, presbítero, párroco pobre y austero, que consumió su vida entregándose día y noche al cuidado de enfermos y moribundos durante el transcurso de una peste contagiosa. (1400)
9*. En Winchester, en Inglaterra, beatos Rogelio Dickinson, presbítero, y el labrador y padre de familia Raúl Milner, pobre e iletrado, pero firme en la fe, que en tiempo de la reina Isabel I fueron encarcelados, cruelmente atormentados y, finalmente, condenados al patíbulo. Con ellos se conmemora al beato Lorenzo Humphrey, que había abrazado la fe católica en su juventud y que murió ahorcado en fecha incierta. (1591)
10*. En el mar, frente a la población de Rochefort, en Francia, beato Juan José Juge de Saint-Martin, presbítero y mártir, que, siendo canónigo de Limoges, fue detenido durante la Revolución Francesa por ser sacerdote, y encerrado en condiciones inhumanas en un nave, pasó de este mundo al Señor consumido por la enfermedad. (1794)
11*. En Orange, también en Francia, beata Ifigenia de San Mateo (Francisca María Susana) de Gaillard de la Valdène, virgen, monja benedictina, mártir durante la Revolución Francesa. (1794)
12. Cerca de la ciudad de Hengyang, en la provincia de Hunan, en China, santos Antonino Fantosati, obispo, y José María Gambaro, presbítero de la Orden de Menores, que durante la persecución desencadenada por el movimiento de los Yihetuan, al acercarse a la costa para prestar ayuda a los fieles cristianos, fueron lapidados. (1900)
13. En la ciudad de Jixian, en la provincia de Hebei, en China también, san Marcos Ji Tianxiang, mártir, quien, excluido por treinta años del banquete eucarístico por no querer abstenerse del uso del opio, no por ello cesó de seguir pidiendo una muerte santa para concluir su vida y, citado a juicio, tras haber profesado firmemente su fe en Cristo, fue admitido al banquete eterno. (1900)
14. En el pueblo de Hujiacun, en Shenxian, también en la provincia china de Hebei, santa María Guo Lizhi, mártir, que durante la misma persecución, cual otra madre de los Macabeos, dio ánimos a los siete miembros de su familia que la acompañaban en el lugar del suplicio, pidió que fuese ella la última en ser ejecutada, y así, habiéndolos visto partir previamente a todos al cielo, finalmente les siguió. (1900)
15*. En el pueblo de Rakunai, en Nueva Bretaña, isla de Papua-Nueva Guinea en la Melanesia, beato Pedro To Rot, mártir, padre de familia y catequista, que en tiempo de guerra fue arrestado por haber perseverado en su ministerio, sufriendo el martirio bajo los efectos de una inyección de veneno letal. (1945)
16*. En la ciudad de León, en Nicaragua, beata María Romero Meneses, virgen del Instituto de Hijas de María Auxiliadora, que en el territorio de Costa Rica se dedicó, con bondad y eficacia, a la instrucción de las jóvenes, especialmente las pobres y marginadas, y difundió la devoción a la Eucaristía y a la Santísima Virgen. (1977)

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