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lunes, 23 de mayo de 2022

Lunes 27 junio 2022, Lunes de la XIII semana del Tiempo Ordinario, feria o san Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 7 de abril de 1982

Excelencias de la virginidad o celibato por el reino de los cielos,
según las palabras de Jesús y San Pablo


1. Con la mirada fija en Cristo redentor, continuamos ahora nuestras reflexiones sobre el celibato y la virginidad «por el reino de los cielos», según las palabras de Cristo en el Evangelio de Mateo (19, 10-12).

Al proclamar la continencia «por el reino de los cielos», Cristo acepta plenamente todo lo que desde el principio fue hecho he instituido por el Creador. Consiguientemente, por una parte, la continencia debe demostrar que el hombre, en su constitución más profunda, no sólo es «doble», sino que (en esta duplicidad) esta «solo» delante de Dios con Dios. Pero, por otra parte, lo que, en la llamada a la continencia por el reino de los cielos, es una invitación a la soledad por Dios, respeta, al mismo tiempo, tanto la «duplicidad de la humanidad» (esto es, su masculinidad y feminidad), como también la dimensión de la comunión de la existencia que es propia de la persona. El que, según las palabras de Cristo, «comprende» de modo adecuado la llamada a la continencia por el reino de los cielos, la sigue, y conserva así la verdad integral de la propia humanidad, sin perder, al caminar, ninguno de los elementos esenciales de la vocación de la persona creada «a imagen y semejanza de Dios». Esto es importante para la idea misma, o mejor, para la idea de la continencia, esto es, para su contenido objetivo, que aparece en la enseñanza de Cristo como una novedad radical. Es igualmente importante para la realización de ese ideal, es decir, para que la decisión concreta, tomada por el hombre, de vivir en el celibato o en la virginidad por el reino de los cielos (el que «se hace» eunuco, para usar las palabras de Cristo) sea plenamente auténtica en su motivación.

2. Del contexto del Evangelio de Mateo (Mt 19, 10-12) se deduce de manera suficientemente clara que aquí no se trata de disminuir el valor del matrimonio en beneficio de la continencia, ni siquiera de ofuscar un valor con otro. En cambio, se trata de «salir» con plena conciencia de lo que en el hombre, por voluntad del mismo Creador, lleva al matrimonio, y de ir hacia la continencia, que se manifiesta ante el hombre concreto, varón o mujer, como llamada y don de elocuencia especial y de especial significado «por el reino de los cielos». Las palabras de Cristo (Mt 19, 11-12) parten de todo el realismo de la situación del hombre y lo llevan con el mismo realismo fuera, hacia la llamada en la que, aún permaneciendo, por su naturaleza, ser «doble» (esto es, inclinado como hombre hacia su mujer, y como mujer hacia el hombre), es capaz de descubrir en esta soledad suya, que no deja de ser una dimensión personal de la duplicidad de cada uno, una nueva e incluso aún más plena forma de comunión intersubjetiva con los otros. Esta orientación de la llamada explica de modo explícito la expresión: «por el reino de los cielos»: efectivamente, la realización de este reino debe encontrarse en la línea del auténtico desarrollo de la imagen y semejanza de Dios, en su significado trinitario, esto es, propio «de comunión». Al elegir la continencia por el reino de los cielos, el hombre tiene conciencia de poder realizarse de este modo a sí mismo «diversamente» y, en cierto sentido, «más» que en el matrimonio, convirtiéndose en «don sincero para los demás» (Gaudium et spes, 24).

3. Mediante las palabras referidas en Mateo (19, 11-12). Cristo hace comprender claramente que el «ir» hacia la continencia por el reino de los cielos está unido a una renuncia voluntaria al matrimonio, esto es, al estado en el que el hombre y la mujer (según el significado que el Creador dio «al principio» a su unidad) se convierten en don recíproco a través de su masculinidad y feminidad, también mediante la unión corporal. La continencia significa una renuncia consciente y voluntaria a esta unión y a todo lo que esté unido a ella en la amplia dimensión de la vida y de la convivencia humana. El hombre que renuncia al matrimonio, renuncia también a la generación, como fundamento de la comunidad familiar compuesta por los padres y los hijos. Las palabras de Cristo, a las que nos referimos, indican, sin duda, toda esa esfera de renuncia y que la comprende no sólo respecto a las opiniones vigentes sobre este tema en la sociedad judía de entonces.
Comprende la importancia de esta renuncia también con relación al bien que constituyen el matrimonio y la familia en sí mismos, en virtud de la institución divina. Por esto, mediante el modo de pronunciar las respectivas palabras, hace comprender que esa salida del círculo del bien, a la que Él mismo llama «por el reino de los cielos», está vinculada con cierto sacrificio de sí mismos. Esa salida se convierte también en el comienzo de renuncias sucesivas y de sacrificios voluntarios de sí, que son indispensables, si la primera y fundamental opción ha de ser coherente a lo largo de toda la vida terrena y sólo gracias a esta coherencia, la opción es interiormente razonable y no contradictoria.

4. De este modo, en la llamada a la continencia, tal como ha sido pronunciada por Cristo -concisamente y a la vez con gran precisión- se delinean el perfil y al mismo tiempo el dinamismo del misterio de la redención, como hemos dicho anteriormente. Es el mismo perfil bajo el que Jesús, en el sermón de la montaña, pronunció las palabras acerca de la necesidad de vigilar sobre la concupiscencia del cuerpo, sobre el deseo que comienza por el «mirar» y se convierte ya, entonces en «adulterio de corazón». Tras las palabras de Mateo, tanto en el capítulo 19 (vv. 11-12), como en el capítulo 5 (vv. 27-28), se encuentra la misma antropología y el mismo ethos. En la invitación a la continencia voluntaria por el reino de los cielos, las perspectivas de este ethos se amplían: en el horizonte de las palabras del sermón de la montaña se halla la antropología del hombre «histórico»: en el horizonte de las palabras sobre la continencia voluntaria, permanece esencialmente la misma antropología, pero iluminada por la perspectiva del «reino de los cielos», o sea, iluminada también por la futura antropología de la resurrección. No obstante, en los caminos de esta continencia voluntaria durante la vida terrena, la antropología de la resurrección no sustituye a la antropología del hombre «histórico». Y es precisamente este hombre, en todo caso este hombre «histórico», en el que permanece a la vez la heredad de la triple concupiscencia, la heredad del pecado y al mismo tiempo la heredad de la redención, el que toma la decisión acerca de la continencia «por el reino de los cielos»: debe realizar esta decisión, sometiendo el estado pecaminoso de la propia humanidad a las fuerzas que brotan del misterio de la redención del cuerpo. Debe hacerlo como todo otro hombre, que no tome esta decisión y su camino sea el matrimonio. Sólo es diverso el género de responsabilidad por el bien elegido, como es diverso el género mismo del bien elegido.

5. ¿Pone acaso de relieve Cristo, en su enunciado, la superioridad de la continencia por el reino de los cielos sobre el matrimonio? Ciertamente dice que ésta es una vocación «excepcional», no «ordinaria». Además, afirma que es muy importante y necesaria para el reino de los cielos. Si entendemos la superioridad sobre el matrimonio en este sentido, debemos admitir que Cristo la señala implícitamente; sin embargo, no la expresa de modo directo. Sólo Pablo dirá de los que eligen el matrimonio que hacen «bien», y, de todos los que están dispuestos a vivir la continencia voluntaria, dirá que hacen «mejor» (cf. 1Cor 7, 38).

6. Esta es también la opinión de toda la Tradición, tanto doctrinal, como pastoral. Esa «superioridad» de la continencia sobre el matrimonio no significa nunca en la auténtica Tradición de la Iglesia, una infravaloración del matrimonio o un menoscabo de su valor esencial. Tampoco significa una inclinación, aunque sea implícita, hacia las posiciones maniqueas, o a un apoyo a modos de valorar o de obrar que se fundan en la concepción maniquea del cuerpo y del sexo, del matrimonio y de la generación. La superioridad evangélica y auténticamente cristiana de la virginidad, de la continencia, está dictada consiguientemente por el reino de los cielos. En las palabras de Cristo referidas a Mateo (19, 11-12), encontramos una sólida base para admitir solamente esta superioridad: en cambio, no encontramos base alguna para cualquier desprecio del matrimonio, que podría haber estado presente en el reconocimiento de esa superioridad.

CALENDARIO

27 LUNES DE LA XIII SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria o SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, obispo y doctor de la Iglesia, memoria libre

Misa
de feria (verde) o de la memoria (blanco).
MISAL: para la feria cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria 1.ª orac. prop. y el resto del común de pastores (para un obispo) o de doctores, o de un domingo del T.O.; Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- Am 2, 6-10. 13-16.
Pisotean en el polvo de la tierra la cabeza de los pobres.
- Sal 49. R. Atención los que olvidáis a Dios.
- Mt 8, 18-22. Sígueme.
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de feria o de la memoria.

Martirologio: elogs. del 28 de junio, pág. 385.
CALENDARIOS: Arzobispado Castrense-Cuerpo Militar de Sanidad y de la especialidad fundamental del Ejército de Tierra de Apoyo Sanitario: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (S). Redentoristas: (F).
Córdoba y Palencia: Santos Zoilo y compañeros mártires (MO).
Servitas: Beato Tomás de Orvieto, religioso (ML).
Santo Padre: Aniversario de la ordenación episcopal del papa Francisco (1992).

TEXTOS MISA

Misa de la feria: del XIII Domingo del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa de la memoria:

27 de junio
San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia

Oración colecta propia, resto común de pastores: II. Para un obispo 2.

Antífona de entrada Cf. 1Sam 2, 35

Suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, dice el Señor.
Suscitábo mihi sacerdótem fidélem, qui iuxta cor meum et ánimam meam fáciet, dicit Dóminus.
O bien: Cf. Lc 12, 42
Este es el administrador fiel y prudente a quien el Señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas.
Fidélis et prudens dispensátor in magni patrisfamílias domo constitútus erat, ut consérvis suis mensúram trítici erogáret.

Monición de entrada
Conmemoramos en esta celebración a san Cirilo, obispo y doctor de la Iglesia, nacido el año 370. Elegido para ocupar la sede de Alejandría de Egipto, mostró singular solicitud por la integridad de la fe católica. Se apoyaba en la experiencia de la salvación que la Iglesia cree y vive: si lo humano está separado de Dios en Cristo, entonces el hombre no ha sido salvado por Dios. En el Concilio de Éfeso, que él presidió, se definió la fe de la Iglesia: que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre, y que María es la Madre de Dios. Murió el año 444.

Oración colecta
Oh, Dios, que hiciste del obispo san Cirilo de Alejandría un defensor invicto de la maternidad divina de la santísima Virgen María, concede a cuantos creemos que verdaderamente es la Madre de Dios, alcanzar la salvación por la encarnación de Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo.
Deus, qui beátum Cyríllum epíscopum divínae maternitátis beatíssimae Vírginis Maríae assertórem invíctum effecísti, concéde, ut, qui vere eam Genetrícem Dei crédimus, per incarnatiónem Christi Fílii tui salvémur. Qui tecum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la XIII semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 2, 6-10. 13-16
Pisotean en el polvo de la tierra la cabeza de los pobres
Lectura de la profecía de Amos.

Esto dice el Señor:
«Por tres crímenes de Israel,
y por cuatro,
no revocaré mi sentencia:
por haber vendido al inocente por dinero
y al necesitado por un par de sandalias;
pisoteando en el polvo de la tierra
la cabeza de los pobres,
tuercen el proceso de los débiles;
porque padre e hijo se llegan juntos
a una misma muchacha,
profanando así mi santo nombre;
sobre ropas tomadas en prenda
se echan junto a cualquier altar,
beben en el templo de su Dios
el vino de las multas.
Yo había exterminado
a los amorreos delante de Israel,
altos como cedros, fuertes como encinas;
destruí su fruto por arriba,
sus raíces por abajo.
Yo os había sacado de Egipto
y conducido por el desierto cuarenta años,
hasta ocupar la tierra del amorreo.
Pues bien, yo hundiré el suelo bajo vosotros
como lo hunde una carreta cargada de gavillas.
El más veloz no podrá huir,
ni el más fuerte valerse de su fuerza,
ni el guerrero salvar su propia vida.
El arquero no resistirá,
ni el de pies ligeros podrá salvarse,
ni el jinete salvará su vida.
El más intrépido entre los guerreros
huirá desnudo aquel día»
—oráculo del Señor—.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 49, 16bc-17. 18-19. 20-21. 22-23 (R.: 22a)
R. Atención, los que olvidáis a Dios.
Intellégite hæc, qui obliviscímini Deum.

V. ¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» 
R. Atención, los que olvidáis a Dios.
Intellégite hæc, qui obliviscímini Deum.

V. Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño.» 
R. Atención, los que olvidáis a Dios.
Intellégite hæc, qui obliviscímini Deum.

V. Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara».
R. Atención, los que olvidáis a Dios.
Intellégite hæc, qui obliviscímini Deum.

V. Atención, los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». 
R. Atención, los que olvidáis a Dios.
Intellégite hæc, qui obliviscímini Deum.

Aleluya Cf. Sal 94, 8a. 7D
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor. R.
Hódie, nolíte obduráre corda vestra, sed vocem Dómini audíte.

EVANGELIO Mt 8, 18-22
Sígueme
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla.
Se le acercó un escriba y le dijo:
«Maestro, te seguiré adonde vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
Otro, que era de los discípulos, le dijo:
«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».
Jesús le replicó:
«Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Papa Francisco, Homilía en santa Marta 30-junio-2014
Para ser verdadero, el testimonio "debe ser sin condiciones". El Evangelio propuesto por la liturgia del día (Mt 8, 18-22) es claro al respecto. "Hemos escuchado lo que dice el Señor" al discípulo, que para seguirle pide una condición: "Señor déjame primero ir a enterrar a mi padre". Pero "el Señor lo detiene: ¡No!". En efecto, "el testimonio es sin condiciones, debe ser firme, debe ser decidido, debe tener el lenguaje, tan fuerte, de Jesús: ¡sí sí, no no!". Es exactamente "este el lenguaje del testimonio".

Oración de los fieles.
Ferias del Tiempo Ordinario XXII

Oremos a Dios Padre.
- Por la Iglesia universal, por nuestra diócesis. Roguemos al Señor.
- Por todas las naciones del mundo, por nuestra patria. Roguemos al Señor
- Por los que sufren los horrores de la guerra. Roguemos al Señor.
- Por nuestra comunidad (parroquia), por nosotros, aquí reunidos. Roguemos al Señor.
Que tu misericordia, Señor, nos conceda lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Misa de san Cirilo:
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, estos dones de tu pueblo ofrecidos en la fiesta de san N., para que, por medio de ellos, percibamos confiadamente el auxilio de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, Dómine, haec múnera pópuli tui, quae tibi in beáti N. festivitáte offérimus, ut per éadem, sicut confídimus, tuae pietátis sentiámus auxílium. Per Christum.

PREFACIO COMÚN IV
NUESTRA MISMA ACCIÓN DE GRACIAS ES UN DON DE DIOS
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te alabamos proclamando llenos de alegría:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quia, cum nostra laude non égeas, tuum tamen est donum quod tibi grates rependámus, nam te non augent nostra praecónia, sed nobis profíciunt ad salútem, per Christum Dóminum nostrum.
Et ídeo, choris angélicis sociáti, te laudámus in gáudio confiténtes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Cf. Jn 10, 10

Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante, dice el Señor.
Ego veni ut vitam hábeant, et abundántius hábeant, dicit Dóminus.
O bien: Cf. Mc 16, 17-18
A los que crean en mí, dice el Señor, les acompañarán estos signos: echarán demonios, impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
Signa eórum qui in me credunt, dicit Dóminus, haec sequéntur: daemónia eícient, super aegros manus impónent, et bene habébunt.

Oración después de la comunión
Saciados con la comunión del Cuerpo santo y la Sangre preciosa de tu Hijo, te pedimos, Señor y Dios nuestro, que lo que hemos celebrado con piedad sincera produzca en nosotros frutos de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Córporis sacri et pretiósi Sánguinis alimónia repléti, quaesumus, Dómine Deus noster, ut, quod pia devotióne gérimus, certa redemptióne capiámus. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 28 de junio
M
emoria de san Ireneo, obispo, que, como atestigua san Jerónimo, de niño fue discípulo de san Policarpo de Esmirna y custodió con fidelidad la memoria de los tiempos apostólicos. Ordenado presbítero en Lyon, fue el sucesor del obispo san Potino y, según cuenta la tradición, murió coronado por un glorioso martirio. Debatió en muchas ocasiones acerca del respeto a la tradición apostólica y, en defensa de la fe católica, publicó un célebre tratado contra la herejía. (c. 200)
2. En Alejandría de Egipto, en tiempo del emperador Septimio Severo, santos mártires Plutarco, Sereno, Heráclides, catecúmeno, Herón, neófito, otro Sereno, Heraidis, catecúmena, Potamiena y Marcela, su madre, todos discípulos de Orígenes, que, por confesar a Cristo, unos fueron degollados y otros entregados a las llamas. Entre ellos destacó la virgen Potamiena, que sufrió innumerables pruebas en defensa de su virginidad y, después de padecer por su fe atroces tormentos, finalmente fue quemada viva junto con su madre. (c. 202)
3. En Roma, san Pablo I, papa, quien, afable y misericordioso, de noche visitaba en silencio las viviendas de los enfermos pobres y les prestaba ayuda. Defensor de la fe ortodoxa, escribió a los emperadores Constantino y León para que restituyeran el culto a las sagradas imágenes. Muy devoto de los santos, trasladó entre himnos y cánticos los cuerpos de los mártires desde los cementerios en ruinas a los diversos títulos y monasterios del interior de la ciudad, y promovió su culto. (767)
4. En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Argimiro, mártir, que en la persecución llevada a cabo por los sarracenos bajo el reinado de Mohamed II, siendo monje y ya avanzado en edad, el juez mulsulmán le invitó a negar a Cristo y, por perseverar en la confesión de la fe, fue atormentado en el potro y finalmente traspasado por una espada. (856)
5*. En Burghassungen, en el territorio de Hesse, actual Alemania, san Heimerado, presbítero y eremita, el cual, expulsado del claustro y expuesto a escarnio y desprecio de muchos por amor a Cristo peregrinó incesantemente. (1019)
6. En Londres, en Inglaterra, san Juan Southworth, presbítero y mártir, que, por ejercer su ministerio sacerdotal en este país, tuvo que soportar cárceles y destierros, y bajo Oliverio Cromwell fue condenado a muerte. Cuando vio el patíbulo preparado en Tyburn, exclamó que era para él lo que fue la Cruz para Cristo. (1654)
7. En Lovere, en la región de Lombardía, en Italia, santa Vicenta Gerosa, virgen, que fundó, junto con santa Bartolomea Capitanio, la Congregación de Hermanas de la Caridad. (1847)
8. En la aldea de Wanglajia, cerca de Dongguangxian, en la provincia de Hebei, en China, santas mártires Lucía Wang Cheng, María Fan Kun, María Qi Yu y María Zheng Xu, las cuales, habiendo sido educadas en un orfanato cristiano, durante la persecución llevada a cabo por la secta Yihetuan, cogidas de las manos y alegres como si fueran a la celebración de una boda, fueron decapitadas. (1900)
9. En el lugar de Jieshuiwang, cerca de la ciudad de Shenxian, en la misma provincia de Hebei, santa María Du Zhaozhi, mártir, madre de un sacerdote, que desistió de la fuga por no querer traicionar su fe en Cristo y sometió serenamente su cuello al hacha de sus perseguidores. (1900)
10*. En la ciudad de Drohobych, en Ucrania, beatos mártires Severiano Baranyk y Joaquín Senkivskyj, presbíteros de la Orden Basiliana de San Josafat y mártires, que, en tiempo de persecución contra la fe, con su martirio fueron partícipes de la victoria de Cristo. (1941)
Beata Maria Pia Mastena (1881-1951), Religiosa, fundadora del instituto religioso de las Hermanas del Santo Rostro, en Italia.

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