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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

miércoles, 11 de mayo de 2022

Miércoles 15 junio 2022, Miércoles de la XI semana del Tiempo Ordinario, feria o santa María Micaela del Santísimo Sacramento, virgen, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

Atención pastoral del Obispo a los emigrantes

72. Los movimientos de población han adquirido hoy proporciones inéditas y se presentan como movimientos de masa que afectan a un gran número de personas. Muchas de ellas han sido desalojadas o huyen del propio país a causa de conflictos armados, precarias condiciones económicas, catástrofes naturales o enfrentamientos políticos, étnicos y sociales. Aunque las situaciones sean diversas, todas estas migraciones plantean serios interrogativos a nuestras comunidades por lo que se refiere a problemas pastorales, como la evangelización y el diálogo interreligioso.

Por tanto, es oportuno que se procure instituir estructuras pastorales adecuadas para la acogida y la atención pastoral apropiada de estas personas en las diócesis, según las diversas condiciones en que se encuentran. Hace falta favorecer también la colaboración entre diócesis limítrofes, para garantizar un servicio más eficaz y competente, preocupándose incluso de formar sacerdotes y agentes laicos particularmente generosos y disponibles para este laborioso servicio, sobre todo en lo que refiere a los problemas de naturaleza legal que pueden surgir en la inserción de estas personas en el nuevo ambiente social [292].

En este contexto, los Padres sinodales procedentes de las Iglesias católicas orientales replantearon el problema de la emigración de los fieles de sus Comunidades, nuevo en algunos aspectos y con graves consecuencias para la vida concreta. En efecto, un relevante número de fieles procedentes de las Iglesias católicas orientales residen habitual y establemente fuera de las tierras de origen y de las sedes de las Jerarquías orientales. Como es comprensible, se trata de una situación que interpela cotidianamente la responsabilidad de los Pastores.

Por eso, el Sínodo de los Obispos creyó necesario también estudiar más profundamente la manera en que las Iglesias católicas, tanto Orientales como Occidentales, puedan establecer estructuras pastorales adecuadas y oportunas capaces de dar cauce a las exigencias de estos fieles en condición de « diáspora» [293]. En todo caso, es siempre un deber para los Obispos del lugar, aunque de rito diverso, ser verdaderos padres para estos fieles de rito oriental, garantizando en su atención pastoral la salvaguardia de los valores religiosos y culturales específicos en que han nacido y recibido su formación cristiana inicial.

Estos son algunos campos en que el testimonio cristiano y el ministerio episcopal están implicados con especial urgencia. Asumir responsabilidades ante el mundo, sus problemas, sus desafíos y sus esperanzas, forma parte del compromiso de anunciar el Evangelio de la esperanza. En efecto, siempre está en juego el futuro del hombre en cuanto «ser de esperanza».

Es comprensible que, ante la acumulación de retos a los que la esperanza está expuesta, surja la tentación del escepticismo y la desconfianza. Pero el cristiano sabe que puede afrontar incluso las situaciones más difíciles, porque el fundamento de su esperanza es el misterio de la cruz y la resurrección del Señor. Solamente en Él puede encontrar fuerzas para ponerse y permanecer al servicio de Dios, que quiere la salvación y la liberación integral del hombre.

CONCLUSIÓN

73. Ante un panorama tan complejo humanamente para el anuncio del Evangelio, viene a la memoria, casi espontáneamente, el episodio de la multiplicación de los panes narrado en los Evangelios. Los discípulos exponen a Jesús su perplejidad ante la muchedumbre que, hambrienta de su palabra, lo ha seguido hasta el desierto, y le proponen: «Dimitte turbas... Despide a la gente» (Lc 9, 12). Quizás tienen miedo y verdaderamente no saben cómo saciar a un número tan grande de personas.

Una actitud análoga podría surgir en nuestro ánimo, como desalentado ante la magnitud de los problemas que interpelan a las Iglesias y a nosotros, los Obispos, personalmente. En este caso, hay que recurrir a esa nueva fantasía de la caridad que ha de promover no tanto y no sólo la eficacia de la ayuda prestada sino la capacidad de hacerse cercano a quien está necesitado, de modo que los pobres se sientan en cada comunidad cristiana como en su propia casa [294].

No obstante, Jesús tiene su propia manera de solucionar los problemas. Como provocando a los Apóstoles, les dice: «Dadles vosotros de comer» (Lc 9, 13). Conocemos bien la conclusión del episodio: «Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos» (Lc 9, 17). ¡Quedan todavía muchas de aquellas sobras en la vida de la Iglesia!

Se pide a los Obispos del tercer milenio que hagan lo que muchos Obispos santos supieron hacer a lo largo de la historia hasta a hoy. Como san Basilio, por ejemplo, que quiso incluso construir a las puertas de Cesarea una vasta estructura de acogida para los pobres, una verdadera ciudadela de la caridad, que en su nombre se llamó Basiliade. En eso se ve claramente que «la caridad de las obras corrobora la caridad de las palabras» [295]. También nosotros hemos de seguir este camino: el Buen Pastor ha confiado su grey a cada Obispo para que la alimente con la palabra y la forme con el ejemplo.

Así pues, nosotros, los Obispos, ¿de dónde sacaremos el pan necesario para responder a tantas cuestiones dentro y fuera de las Iglesias y de la Iglesia? Podríamos lamentarnos, como los Apóstoles con Jesús: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?» (Mt 15, 33). ¿En qué «sitios» encontraremos los recursos? Podemos insinuar al menos algunas respuestas fundamentales.

Nuestro primer y trascendental recurso es la caridad de Dios infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (cf. Rm 5, 5). El amor con que Dios nos ha amado es tan grande que siempre nos puede ayudar a encontrar el modo apropiado para llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. En cada instante el Señor, con la fuerza de su Espíritu, nos da la capacidad de amar y de inventar formas más justas y hermosas de amar. Llamados a ser servidores del Evangelio para la esperanza del mundo, sabemos que esta esperanza no proviene de nosotros sino del Espíritu Santo, que «no deja de ser el custodio de la esperanza en el corazón del hombre: la esperanza de todas las criaturas humanas y, especialmente, de aquellas que 'poseen las primicias del Espíritu' y 'esperan la redención de su cuerpo'» [296].

Otro recurso que tenemos es la Iglesia, en la que estamos insertados por el Bautismo junto con tantos otros hermanos y hermanas nuestros, con los cuales confesamos al único Padre celeste y nos alimentamos del único Espíritu de santidad [297]. La situación presente nos invita, si queremos responder a las esperanzas del mundo, a comprometernos a hacer de la Iglesia «la casa y la escuela de la comunión» [298].

También nuestra comunión en el cuerpo episcopal, del que formamos parte por la consagración, es una formidable riqueza, puesto que es una ayuda inapreciable para leer con atención los signos de los tiempos y discernir con claridad lo que el Espíritu dice a las Iglesias. En el corazón del Colegio de los Obispos está el apoyo y la solidaridad del Sucesor del apóstol Pedro, cuya potestad suprema y universal no anula, sino que afirma, refuerza y protege la potestad de los Obispos, sucesores de los Apóstoles. En esta perspectiva, es importante potenciar los instrumentos de comunión, siguiendo las directrices del Concilio Vaticano II. En efecto, no cabe duda de que hay circunstancias –y hoy abundan– en que una Iglesia particular por sí sola, o incluso varias Iglesias colindantes, se ven incapaces o prácticamente imposibilitadas para intervenir adecuadamente sobre problemas de la mayor importancia. Sobre todo en dichas circunstancias es cuando puede ser una auténtica ayuda recurrir a los instrumentos de la comunión episcopal.

Por último, un recurso inmediato para un Obispo que busca el «pan» para saciar el hambre de sus hermanos es la propia Iglesia particular, en la medida en que la espiritualidad de la comunión se consolide en ella como «principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades» [299]. En este punto se manifiesta nuevamente la conexión entre la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y las otras tres Asambleas generales que la han precedido. Pues un Obispo nunca está solo: no lo está en el Iglesia universal y tampoco en su Iglesia particular.

74. Queda delineado así el compromiso del Obispo al principio de un nuevo milenio. Es el de siempre: anunciar el Evangelio de Cristo, salvación para mundo. Pero es un compromiso caracterizado por novedades que urgen, que exigen la dedicación concorde de todos los miembros del Pueblo de Dios. El Obispo debe poder contar con miembros del presbiterio diocesano y con los diáconos, ministros de la sangre de Cristo y de la caridad; con las hermanas y hermanos consagrados, llamados a ser en la Iglesia y en el mundo testigos elocuentes de la primacía de Dios en la vida cristiana y del poder de su amor en la fragilidad de la condición humana; en fin, con los fieles laicos, que son para los Pastores una fuente particular de apoyo y un motivo especial de aliento.

Al término de las reflexiones expuestas en estas páginas nos damos cuenta de cómo el tema de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo nos conduce a nosotros, Obispos, hacia todos nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia y hacia todos los hombres y mujeres del mundo. A ellos nos envía Cristo, como un día envió a los Apóstoles (cf. Mt 28, 19-20). Nuestro cometido es ser para cada persona, de manera eminente y visible, un signo vivo de Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor [300].

Cristo Jesús, pues, es el icono al que, venerados Hermanos en el episcopado, dirigimos la mirada para realizar nuestro ministerio de heraldos de esperanza. Como Él, también nosotros hemos de saber ofrecer nuestra existencia por la salvación de los que nos han sido confiados, anunciando y celebrando la victoria del amor misericordioso de Dios sobre el pecado y la muerte.

Invocamos sobre esta nuestra tarea la intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina de los Apóstoles. Que Ella, que mantuvo la oración del Colegio apostólico en el Cenáculo, nos alcance la gracia de no frustrar jamás la entrega de amor que Cristo nos ha confiado. Como testigo de la verdadera vida, María, «hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha –y especialmente ante nosotros, sus Pastores– como señal de esperanza cierta y de consuelo» [301].

Roma, junto a San Pedro, 16 de octubre del año 2003, vigésimo quinto aniversario de mi elección al Pontificado.

JOANNES PAULUS PP. II

[292] Cf. Propositio 58.
[293] Cf. Propositio 23.
[294] Cf. Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 50: AAS 93 (2001), 303.
[295] Cf. ibíd.
[296] Carta enc. Dominum et Vivificantem (18 mayo 1986), 67: AAS 78 (1986), 898.
[297] Cf. Tertuliano, Apologeticum, 39, 9: CCL 1, 151.
[298] Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 43: AAS 93 (2001), 296.
[299] Ibíd.
[300] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 21.
[301] Ibíd., 68.


CALENDARIO

15 MIÉRCOLES DE LA XI SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria o SANTA MARÍA MICAELA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, virgen, memoria libre 

Misa de feria (verde) o de la memoria (blanco). 
MISAL: para la feria cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria 1.ª orac. prop. y el resto del común de vírgenes (para una virgen) o de santos (para un santo), o de un domingo del T.O.; Pf. común o de la memoria. 
LECC.: vol. III-par. 
- 2 Re 2, 1. 6-14. De pronto, un carro de fuego los separó, y subió Elías al cielo. 
- Sal 30. R. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor. 
- Mt 6, 1-6. 16-18. Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. 
o bien: cf. vol. IV. 

Liturgia de las Horas: oficio de feria o de la memoria. 

Martirologio: elogs. del 16 de junio, pág. 366. 
CALENDARIOS: Adoratrices: Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, virgen (S). Sigüenza-Guadalajara, Valencia y Claretianos: (MO). 
Madrid: Dedicación de la iglesia-catedral (F). 
Canónigos Regulares de Letrán: San Bernardo de Menthon, religioso (MO). 
Orden Premonstratense: San Isfrido, obispo (MO). 

TEXTOS MISA

Misa de la feria: de la XI semana del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa de la memoria:
15 de junio
Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, virgen.

Oración colecta propia. Resto del común de vírgenes 2.

Antífona de entrada

Alegrémonos, exultemos, porque el Señor ha amado a esta virgen santa y gloriosa.
Gaudeámus et exsultémus, quia Dóminus ómnium diléxit vírginem sanctam atque gloriósam.
O bien:
Esta es la virgen sabia que el Señor encontró vigilante, con el aceite de su lámpara preparado y, al llegar el Señor, entró con él en el banquete de bodas.
Haec est virgo sápiens, quam Dóminus vigilántem invénit, quae accéptis lampádibus sumpsit secum óleum et, veniénte Dómino, introívit cum eo ad núptias.

Monición de entrada
Conmemoramos en esta celebración a santa María Micaela del Santísimo Sacramento, virgen, que nació en Madrid el año 1809. Fundó el Instituto de Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad para adorar a Jesús Eucaristía continuamente y liberar y promover a la mujer explotada por la prostitución o víctima de otras situaciones que la esclavizan. En 1865, asistiendo a los enfermos durante la epidemia de cólera en Valencia, también ella contrajo la temible enfermedad consumó así su vida en sacrificio de entrega.

Oración colecta
Oh, Dios, que amas a los hombres y concedes a todos tu perdón, suscita en nosotros un espíritu de generosidad y de amor que, alimentado y fortalecido por la eucaristía, a imitación de santa María Micaela, nos impulse a encontrarte en los pobres y en los más necesitados de tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la XI semana de Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 2 Re 2. 1. 6-14
De pronto, un carro de fuego los separó, y subió Elías al cielo

Lectura del segundo libro de los Reyes.

Cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en la tempestad, Elías y Eliseo partieron de Guilgal.
Llegaron a Jericó, y Elías dijo a Eliseo:
«Quédate aquí, porque el Señor me envía al Jordán».
Eliseo volvió a responder:
«¡Vive Dios! ¡Por tu vida, no te dejaré!»; y los dos continuaron el camino.
Cincuenta hombres de la comunidad de los profetas iban también de camino y se pararon frente al río Jordán, a cierta distancia de Elías y Eliseo, los cuales se detuvieron a la vera del Jordán. Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó con él las aguas. Se separaron estas a un lado y a otro, y pasaron ambos sobre terreno seco.
Mientras cruzaban, dijo Elías a Eliseo:
«Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de que sea arrebatado de tu lado».
Eliseo respondió:
«Por favor, que yo reciba dos partes de tu espíritu».
Respondió Elías:
«Pides algo difícil, pero si alcanzas a yerme cuando sea arrebatado de tu lado, pasarán a ti; si no, no pasarán».
Mientras ellos iban conversando por el camino, de pronto, un carro de fuego con caballos de fuego los separó a uno del otro. Subió Elías al cielo en la tempestad.
Eliseo lo veía y clamaba:
«Padre mío, padre mío! ¡Carros y caballería de Israel!».
Al dejar de verlo, agarró sus vestidos y los desgarró en dos. Recogió el manto que había caído de los hombros de Elías, volvió al Jordán y se detuvo a la orilla. Tomó el manto que había caído de los hombros de Elías y golpeó con él las aguas, pero no se separaron.
Dijo entonces:
«¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?».
Golpeó otra vez las aguas, que se separaron a un lado y a otro, y pasó Eliseo sobre terreno seco.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 30, 20. 21. 24 (R.: 26)
R.
Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.
Confortétur cor vestrum, omnes qui sperátis in Dómino.

V. Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos.
R. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.
Confortétur cor vestrum, omnes qui sperátis in Dómino.

V. En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras.
R. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.
Confortétur cor vestrum, omnes qui sperátis in Dómino.

V. Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces.
R. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.
Confortétur cor vestrum, omnes qui sperátis in Dómino.

Aleluya Cf. Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, dicit Dóminus; et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.

EVANGELIO Mt 6, 1-6. 16-18
Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 135-136.
Se ha trastocado de tal forma el sentido cristiano en muchas conciencias que, al hablar de mortificación y de penitencia, se piensa sólo en esos grandes ayunos y cilicios que se mencionan en los admirables relatos de algunas biografías de santos (...). Ciertamente, [Jesucristo] preparó el comienzo de su predicación retirándose al desierto, para ayunar durante cuarenta días y cuarenta noches (cfr. Mt 4, 1-11), pero antes y después practicó la virtud de la templanza con tanta naturalidad, que sus enemigos aprovecharon para tacharle calumniosamente de hombre voraz y bebedor, amigo de publicanos y gentes de mala vida (Lc 7, 34). (...) No hace alarde de su vida penitente (...). Así debes ejercitarte en el espíritu de penitencia: cara a Dios y como un hijo, como el pequeñín que demuestra a su padre cuánto le ama, renunciando a sus pocos tesoros de escaso valor –un carrete, un soldado descabezado, una chapa de botella–; le cuesta dar ese paso, pero al fin puede más el cariño, y extiende satisfecho la mano.


Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XII

Invoquemos, hermanos, con corazón unánime, a Dios Padre todopoderoso, fuente y origen de todo bien.
- Por la santa Iglesia católica, extendida por todo el universo. Roguemos al Señor.
- Por nuestro santo Padre el papa N., por nuestro obispo N., por los sacerdotes y demás ministros de Dios. Roguemos al Señor.
- Por esta ciudad (este pueblo) de N., por su prosperidad y por todos los que en ella (él) habitan. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren, por nuestros hermanos enfermos o encarcelados. Roguemos al Señor.
- Por los que cuidan de los ancianos, pobres y atribulados. Roguemos al Señor.
- Por todos nuestros difuntos: para que Dios los reciba en su reino de luz y de paz. Roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eternos, que gobiernas cuanto existe en el cielo y en la tierra: escucha las oraciones de tu pueblo y concede a nuestro tiempo la paz. Por Jesucristo nuestro Señor.

Misa de la memoria:
Oración sobre las ofrendas
Señor, concédenos recibir el fruto de estas ofrendas que te presentamos, para que, a ejemplo de santa N., limpios de la antigua condición pecadora, nos renovemos con la prenda de la vida celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dicátae, quaesumus, Dómine, capiámus oblatiónis efféctum, ut, beátae N. exémplo, terrénae vetustátis conversatióne mundáti, caeléstis vitae proféctibus innovémur. Per Christum.

PREFACIO DE SANTAS VÍRGENES Y RELIGIOSOS
SIGNIFICADO DE LA VIDA DE CONSAGRACIÓN EXCLUSIVA A DIOS
En verdad es justo y necesario que te alaben, es nuestro deber y salvación darte gracia siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque celebramos tu providencia admirable en los santos que se entregaron a Cristo por el reino de los cielos. Por ella llamas de nuevo a la humanidad a la santidad primera que de ti había recibido, y la conduces a gustar los dones que espera recibir en el cielo.
Por eso, con los santos y todos ángeles, te alabamos proclamando sin cesar:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
In Sanctis enim, qui Christo se dedicavérunt propter regnum caelórum, tuam decet providéntiam celebráre mirábilem, qua humánam substántiam et ad primae oríginis révocas sanctitátem, et perdúcis ad experiénda dona, quae in novo saeculo sunt habénda.
Et ídeo, cum Sanctis et Angelis univérsis, te collaudámus, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA III

Antífona de la comunión Cf. Mt 25, 4. 6

Las cinco vírgenes prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. A media noche se oyó una voz: «Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor».
Quinque prudéntes vírgines accepérunt óleum in vasis suis cum lampádibus. Média autem nocte clamor factus est: Ecce sponsus venit, exíte óbviam Christo Dómino.

Oración después de la comunión
Señor, que la santa comunión del Cuerpo y de la Sangre de tu Unigénito nos aparte de todas las cosas perecederas, para que, a ejemplo de santa N., podamos servirte en la tierra con amor sincero y gozar eternamente de tu contemplación en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Córporis et Sánguinis Unigéniti tui sacra percéptio, Dómine, ab ómnibus nos cadúcis rebus avértat, ut exémplo beátae N. valeámus tui et sincéra in terris caritáte profícere, et perpétua in caelis visióne gaudére. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 16 de junio

1. En la provincia romana de Asia Menor, actual Turquía, conmemoración de los santos Quirico y Julita, mártires. (s. inc.)
2. En Besanzón, en la Galia Lugdunense, hoy Francia, santos Ferreol y Ferrucio, mártires(s. IV)
3. En Nantes, también en la Galia Lugdunense, san Similiano, obispo, al que san Gregorio de Tours alaba como un gran confesor. (s. IV)
4. En Limassol, en la isla de Chipre, san Ticón, obispo, en tiempo del emperador Teodosio el Joven. (s. V)
5. En Maguncia, en la Galia Bélgica, actual Alemania, santos Aureo, obispo, Justina, su hermana, y compañeros, mártires, que mientras celebraban la Eucaristía, fueron asesinados por paganos hunos. (s. V)
6. En Lyon, en Francia, sepultura de san Aureliano, obispo de Arlés, el cual, nombrado vicario en la Galia por el papa Vigilio, fundó en su ciudad dos monasterios, uno masculino y otro femenino, a los que dio una Regla propia. (551)
7*. En Carrara, lugar de Toscana, región de la Italia actual, beato Cecardo, obispo de Luni y Sarzana, que, inicuamente asesinado por unos obreros cerca de las canteras de mármol, fue considerado como mártir. (860)
8. En Meissen, en Sajonia, hoy Alemania, san Benón, obispo, que fue depuesto de su sede y enviado al exilio por defender la unidad de la Iglesia y mantenerse fiel al Romano Pontífice. (c. 1106)
9. En el monasterio de monjas cistercienses de Aywières, en Brabante, territorio de la actual Bélgica,  santa Lutgarda, virgen, insigne por su devoción al Sagrado Corazón del Señor. (1246)
10*. En Londres, en Inglaterra, beato Tomás Reding, mártir, monje de la Cartuja de esta ciudad, que, reinando Enrique VIII, por mostrarse fiel a la unidad de la Iglesia católica, fue encerrado y encadenado en prisión, donde murió consumido por el hambre y la enfermedad. (1537)
11*. En el mar, frente el puerto de Rochefort, en Francia, beato Antonio Constante Auriel, presbítero y mártir, el cual, vicario parroquial en Cahors, durante la Revolución Francesa, por su condición de sacerdote, fue encarcelado en una vieja nave, donde, contagiado de fatal enfermedad mientras prestaba ayuda a sus compañeros de prisión, entregó su espíritu al Señor. (1794)
12. En la ciudad de Lang Coc, en Tonkín, hoy Vietnam, santos mártires Domingo Nguyen, médico, Domingo Nhi, Domingo Mao, Vicente y Andrés Tuong, agricultores, todos los cuales, arrestados por su fe cristiana y víctimas de crueles torturas en la cárcel, finalmente fueron decapitados en tiempo del emperador Tu Duc. (1862)
13*. En la aldea de Ingenbohl, cerca de la ciudad de Schwyz, en Suiza, beata María Teresa (Ana María Catalina) Scherer, virgen, primera superiora de la Congregación de Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz. (1888)
- Beato Donizetti Tavares de Lima (1882- Tambaú Brasil 1961). Párroco brasileño, que destacó por sus gracias milagrosas y su preocupación por las necesidades sociales de sus feligreses.

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