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martes, 3 de mayo de 2022

Martes 7 junio 2022, Martes de la X semana del Tiempo Ordinario, feria.

SOBRE LITURGIA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL "PASTORES GREGIS"
DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Visitas «ad limina Apostolorum»


57. Las visitas ad limina Apostolorum son a la vez una manifestación y un medio de comunión entre los Obispos y la Cátedra de Pedro [226]. En efecto, constan de tres momentos principales, cada uno con su significado propio [227]. Ante todo la peregrinación a la tumba de los príncipes de los Apóstoles Pedro y Pablo, que indica la referencia a la única fe, de la cual ambos dieron testimonio en Roma con su martirio.

El encuentro con el Sucesor de Pedro está en relación con este momento. Efectivamente, con ocasión de la visita ad limina los Obispos se reúnen en torno a él y, según el principio de catolicidad, realizan una comunicación de dones entre todos los bienes que, por obra del Espíritu, hay en la Iglesia, tanto en ámbito particular y local como universal [228]. Lo que entonces se produce no es una simple información recíproca, sino, sobre todo, la afirmación y consolidación de la colegialidad (collegialis confirmatio) del cuerpo de la Iglesia, por la que se obtiene la unidad en la diversidad, dando lugar a una especie de «perichoresis» entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares, que se puede comparar al flujo de la sangre, que parte del corazón hacia las extremidades del cuerpo y de ellas vuelve al corazón [229]. La savia vital que viene de Cristo une todas las partes como la savia de la vid que llega a los sarmientos (cf. Jn 15, 5). Esto se pone de manifiesto particularmente en la Celebración eucarística de los Obispos con el Papa. En efecto, cada Eucaristía se celebra en comunión con el propio Obispo, con el Romano Pontífice y con el Colegio Episcopal y, a través de ellos, con los fieles de cada Iglesia particular y de toda la Iglesia, de modo que la Iglesia universal está presente en la particular y ésta se inserta, junto con las demás Iglesias particulares, en la comunión de la Iglesia universal.

Ya desde los primeros siglos la referencia última de la comunión está en la Iglesia de Roma, donde Pedro y Pablo dieron su testimonio de fe. En efecto, por su posición preeminente, es necesario que cada una de las Iglesias concuerde con ella, porque es la garantía última de la integridad de la tradición transmitida por los Apóstoles [230]. La Iglesia de Roma preside la comunión universal en la caridad [231], tutela las legítimas diversidades y, al mismo tiempo, vigila para que la particularidad no sólo no dañe a la unidad, sino que la sirva [232]. Todo eso comporta la necesidad de la comunión de las diversas Iglesias con la Iglesia de Roma, para que todas se puedan encontrar en la integridad de la Tradición apostólica y en la unidad de la disciplina canónica para la salvaguardia de la fe, de los Sacramentos y del camino concreto hacia la santidad. Dicha comunión de las Iglesias se expresa por la comunión jerárquica entre cada Obispo y el Romano Pontífice [233]. De la comunión de todos los Obispos cum Petro et sub Petro, realizada en la caridad, surge el deber de que todos ellos colaboren con el Sucesor de Pedro para el bien de la Iglesia entera y, por tanto, de cada Iglesia particular. La visita ad limina tiene precisamente esta finalidad.

El tercer aspecto de las visitas ad limina es el encuentro con los responsables de los Dicasterios de la Curia romana. Tratando con ellos, los Obispos tienen un contacto directo con los problemas que competen a cada Dicasterio, siendo de este modo introducidos en los diversos aspectos de la común solicitud pastoral. A este respecto, los Padres sinodales pidieron que, en el contexto del conocimiento y confianza mutua, fueran más frecuentes las relaciones entre Obispos, individualmente o unidos en las Conferencias episcopales, y los Dicasterios de la Curia romana [234], de manera que éstos, informados directamente de los problemas concretos de las Iglesias, puedan desempeñar mejor su servicio universal.

Sin duda, las visitas ad limina, junto con las relaciones quinquenales sobre la situación de las diócesis [235], son medios eficaces para cumplir con la exigencia de conocimiento recíproco que surge de la comunión entre los Obispos y el Romano Pontífice. Además, la presencia de los Obispos en Roma para la visita puede ser una ocasión oportuna, de una parte, para acelerar la respuesta a las cuestiones que han presentado a los Dicasterios y, de otra, para favorecer, de acuerdo con los deseos manifestados, una consulta individual o colectiva con vistas a la preparación de documentos de cierta importancia general; puede ser también una ocasión para ilustrar oportunamente a los Obispos sobre eventuales documentos que la Santa Sede tuviera intención de dirigir a la Iglesia en su conjunto, o específicamente a sus Iglesias particulares, antes de su publicación.

El Sínodo de los Obispos

58. Según una experiencia ya consolidada, cada Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que de algún modo es expresión del episcopado, muestra de manera peculiar el espíritu de comunión que une a los Obispos con el Romano Pontífice y a los Obispos entre sí, dando la oportunidad de expresar un juicio eclesial profundo, bajo la acción del Espíritu, sobre los diversos problemas que afectan a la vida de la Iglesia [236].

Como es sabido, durante el Concilio Vaticano II se manifestó la exigencia de que los Obispos pudieran ayudar mejor al Romano Pontífice en el ejercicio de su función. Precisamente en consideración de esto, mi predecesor de venerada memoria Pablo VI instituyó el Sínodo de los Obispos [237], aún teniendo en cuenta la aportación que el Colegio de los Cardenales ya proporcionaba al Romano Pontífice. Así, mediante el nuevo organismo se podía expresar más eficazmente el afecto colegial y la solicitud de los Obispos por el bien de toda la Iglesia.

Los años transcurridos han mostrado cómo los Obispos, en unión de fe y caridad, pueden prestar con sus consejos una valiosa ayuda al Romano Pontífice en el ejercicio de su ministerio apostólico, tanto para la salvaguardia de la fe y de las costumbres, como para la observancia de la disciplina eclesiástica. En efecto, el intercambio de información sobre las Iglesias particulares, al facilitar la concordancia de juicio incluso sobre cuestiones doctrinales, es un modo eficaz para reforzar la comunión [238].

Cada Asamblea General del Sínodo de los Obispos es una experiencia eclesial intensa, aunque sigue siendo perfectible en lo que se refiere a las modalidades de sus procedimientos [239]. Los Obispos reunidos en el Sínodo representan, ante todo, a sus propias Iglesias, pero tienen presente también la aportación de las Conferencias episcopales que los han designado y son portadores de su parecer sobre las cuestiones a tratar. Expresan así el voto del Cuerpo jerárquico de la Iglesia y, en cierto modo, el del pueblo cristiano, del cual son sus pastores.

El Sínodo es un acontecimiento en el que resulta evidente de manera especial que el Sucesor de Pedro, en el cumplimiento de su misión, está siempre unido en comunión con los demás Obispos y con toda la Iglesia [240]. « Corresponde al Sínodo de los Obispos –establece el Código de Derecho Canónico– debatir las cuestiones que han de ser tratadas, y manifestar su parecer pero no dirimir esas cuestiones ni dar decretos acerca de ellas, a no ser que en casos determinados le haya sido otorgada potestad deliberativa por el Romano Pontífice, a quien compete en este caso ratificar las decisiones del Sínodo» [241]. El hecho de que el Sínodo tenga normalmente sólo una función consultiva no disminuye su importancia. En efecto, en la Iglesia, el objetivo de cualquier órgano colegial, sea consultivo o deliberativo, es siempre la búsqueda de la verdad o del bien de la Iglesia. Además, cuando se trata de verificar la fe misma, el consensus Ecclesiae no se da por el cómputo de los votos, sino que es el resultado de la acción del Espíritu, alma de la única Iglesia de Cristo.Precisamente porque el Sínodo está al servicio de la verdad y de la Iglesia, como expresión de la verdadera corresponsabilidad en el bien de la Iglesia por parte de todo el episcopado en unión con su Cabeza, los Obispos, al emitir el voto consultivo o deliberativo, expresan en todo caso, junto con los demás miembros del Sínodo, la participación en el gobierno de la Iglesia universal. Como mi predecesor de venerada memoria Pablo VI, también yo he recibido siempre las propuestas y opiniones expresadas por los Padres sinodales, incluyéndolas en el proceso de elaboración del documento que recoge los resultados del Sínodo y que, precisamente por ello, me complace denominar «postsinodal».

[226] Cf. Propositio 27.
[227] Cf. Const. ap. Pastor Bonus (28 junio 1988) art. 31: AAS 80 (1988), 868; Adnexum I, 6: ibíd., 916-917; Código de Derecho Canónico, c. 400 § 1; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, c. 208.
[228] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 13.
[229] Cf. Const. ap. Pastor Bonus, Adnexum (28 junio 1988) I, 2; I, 5: AAS 80 (1988), 913; 915.
[230] Cf. S. Ireneo, Contra las herejías, 3, 3, 2: PG 7, 848.
[231] Cf. S. Ignacio de Antioquía, A los Romanos, 1,1: PG 5, 685.
[232] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 13.
[233] Cf. ibíd., 21-22; Decr. Christus Dominus, sobre la función pastoral de los Obispos, 4.
[234] Cf. Propositiones 26 y 27.
[235] Cf. Código de Derecho Canónico, c. 399; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, c. 206.
[236] Cf. Propositio 25.
[237] Cf. Motu proprio Apostolica sollicitudo (15 septiembre 1965): AAS 57 (1965), 775-780; Conc. Ecum. Vat. II., Decr. Christus Dominus, sobre la función pastoral de los Obispos, 5.
[238] Cf. Paolo VI, Motu proprio Apostolica sollicitudo (15 septiembre 1965), II: AAS 57 (1965), 776-777; Alocución a los Padres sinodales (30 septiembre 1967): AAS 59 (1967), 970- 971.
[239] Cf. Propositio 25.
[240] Cf. Código de Derecho Canónico, c. 333 § 2; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, c. 45 § 2.
[241] C. 343.


CALENDARIO

7 MARTES DE LA X SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria

Misa
de feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- 1 Re 17, 7-16.
La orza de harina no se vació, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías.
- Sal 4. R. Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
- Mt 5, 13-16. Vosotros sois la luz del mundo.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 8 de junio, pág. 354.
CALENDARIOS: Osma-Soria: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Huelva: San Walabonso de Niebla, diácono y mártir (MO).
Carmelitas Descalzos: Beata Ana de San Bartolomé, virgen (MO). Toledo: (ML).
Sevilla: Santos Pedro, presbítero, y Wistremundo, monje, mártires (ML).
Unión de Nuestra Señora de la Caridad: María Teresa de Soubiran, virgen (ML).

TEXTOS MISA

Feria X semana del Tiempo Ordinario.

Antífona de entrada Sal 26, 1-2
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Ellos, mis enemigos y adversarios, tropiezan y caen.
Dóminus illuminátio mea, et salus mea, quem timébo? Dóminus defénsor vitae meae, a quo trepidábo? Qui tríbulant me inimíci mei, ipsi infirmáti sunt.

Oración colecta
Oh, Dios, fuente de todo bien, escucha a los que te invocamos, para que, inspirados por ti, consideremos lo que es justo y lo cumplamos según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, a quo bona cuncta procédunt, tuis largíre supplícibus, ut cogitémus, te inspiránte, quae recta sunt, et, te gubernánte, éadem faciámus. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Martes de la X semana de Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 1 Re 17, 7-16
La orza de harina no se vació, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías

Lectura del primer libro de los Reyes.

En aquellos días, se secó el torrente donde estaba escondido Elías, pues no hubo lluvia sobre el país.
La palabra del Señor llegó entonces a Elías diciendo:
«Levántate, vete a Sarepta de Sidón y establécete, pues he ordenado a una mujer viuda de allí que te suministre alimento».
Se alzó y fue a Sarepta. Traspasaba la puerta de la ciudad en el momento en el que una mujer viuda recogía por allí leña. Elías la llamó y le dijo:
«Tráeme un poco de agua en el jarro, por favor, y beberé».
Cuando ella fue a traérsela, él volvió a gritarle:
«Tráeme, por favor, en tu mano un trozo de pan».
Ella respondió:
«Vive el Señor, tu Dios, que no me queda pan cocido; solo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en Ja alcuza. Estoy recogiendo un par de palos, entraré y prepararé el pan para mí y mi hijo, lo comeremos y luego moriremos».
Pero Elías le dijo:
«No temas. Entra y haz como has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela. Para ti y tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel:
“La orza de harina no se vaciará
la alcuza de aceite no se agotará
hasta el día en que el Señor conceda
lluvias sobre la tierra”».
Ella se fue y obró según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su familia.
Por mucho tiempo la orza de harina no se yació ni la alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 4, 2-3. 4-5. 7-8 (R.: cf. 7)
R. 
Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
Leva in signum super nos lumen vultus tui, Domine.

V. Escúchame cuando te invoco, Dios de mi justicia;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mi y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
R. Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
Leva in signum super nos lumen vultus tui, Domine.

V. Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho.
R. Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
Leva in signum super nos lumen vultus tui, Domine.

V. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en su trigo y en su vino.
R. Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
Leva in signum super nos lumen vultus tui, Domine.

Aleluya Mt 5, 16
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre. R.
Sic luceat lux vestra coram hominibus, ut videant opera vestra bona et glorificent Patrem vestrum.

EVANGELIO Mt 5, 13-16
Vosotros sois la luz del mundo
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Camino 379.
Naturalidad. –Que vuestra vida de caballeros cristianos, de mujeres cristianas –vuestra sal y vuestra luz– fluya espontáneamente, sin rarezas, ni ñoñerías: llevad siempre con vosotros nuestro espíritu de sencillez.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario V

Imploremos. hermanos, la piedad de Dios Padre todopoderoso, y pidámosle que escuche nuestra oración.
- Para que conceda a la Iglesia el gozo del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.
- Para que dé a los gobernantes el sentido de la justicia, de la libertad y de la paz. Roguemos al Señor.
- Para que otorgue a los pueblos la concordia leal y pacifica. Roguemos al Señor-
- Para que dé a los desterrados el gozo del retorno. Roguemos al Señor.
- Para que a nosotros, su pueblo, nos haga crecer en la fe, nos purifique el corazón y nos abra la puerta del reino eterno. Roguemos al Señor.
Muestra, Padre celestial, tu bondad al pueblo que te suplica, para que reciba sin tardanza lo que pide confiadamente, siguiendo tu inspiración. Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Oración sobre las ofrendas
Mira complacido, Señor, nuestro humilde servicio, para que esta ofrenda sea grata a tus ojos y nos haga crecer en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Réspice, Dómine, quaesumus, nostram propítius servitútem, ut quod offérimus sit tibi munus accéptum, et nostrae caritátis augméntum. Per Christum.

PLEGARIA EUCARÍSTICA II.

Antífona de comunión Sal 17, 3

Señor, mi roca, mi alcazar, mi libertador. Dios mío, peña mía.
Dóminus firmaméntum meum, et refúgium meum, et liberátor meus. Deus meus adiútor meus.
O bien: 1 Jn 4, 16
Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Deus cáritas est, et qui manet in caritáte in Deo manet et Deus in eo.

Oración después de la comunión
Que tu acción medicinal, Señor, nos libere, misericordiosamente, de nuestra maldad y nos conduzca hacia lo que es justo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tua nos, Dómine, medicinális operátio, et a nostris perversitátibus cleménter expédiat, et ad ea quae sunt recta perdúcat. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 8 de junio
1. En la población de Aix-en-Provence, en la Galia, hoy Francia, san Maximino, a quien se atribuye el inicio del cristianismo en esta ciudad. (s. I inc.)
2. En Rouen, también en la Galia, san Gildardo, obispo. (514)
3. En Soissons, de nuevo en la Galia, san Medardo, obispo de San Quintín, que trasladó su sede de esta ciudad a la de Noyon, desde la cual trabajó por convertir al pueblo del paganismo a la verdadera doctrina de Cristo. (560)
4*. En Fano, en el Piceno, actual región de Las Marcas, en Italia, san Fortunato, obispo, que se ocupó de la redención de cautivos. (s. VI)
5. En Metz, en la región de Austrasia, en la Galia, Francia actualmente, san Clodulfo, obispo, hijo de san Arnulfo y consejero real. (c. 660)
6. En York, en Inglaterra, san Guillermo Fitzherbert, obispo, varón amable y benigno, que, depuesto injustamente de su sede, se retiró entre los monjes de Winchester, y tras ser restituido en sus funciones, perdonó a sus enemigos y favoreció la paz entre todo el pueblo. (1154)
7*. En Londres, de nuevo en Inglaterra, beato Juan Davy, diácono de la Cartuja de esta ciudad y mártir, que bajo Enrique VIII, por su fidelidad a la Iglesia católica y al Romano Pontífice, fue encarcelado, sometido a crueles torturas y murió finalmente de hambre. (1537)
8*. En Ambiatibes, en Madagascar, beato Jacobo Berthieu, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que tanto en la paz y como en la guerra trabajó incansable en favor del Evangelio, y tras ser expulsado hasta tres veces de las misiones,  fue encarcelado e invitado vanamente a la apostasía, siendo muerto finalmente por quienes odiaban la fe. (1896)
9*. En Oporto, en Portugal, beata María del Divino Corazón de Jesús Droste zu Vischering, de la Congregación de Hermanas de la Caridad del Buen Pastor, que promovió con tesón la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. (1899)
10*. En la aldea de Kuzhikkattussery, de el estado de Kerala, en la India, santa María Teresa Chiramel Mankidiyan, virgen, que, insigne por su vida eremítica en medio de una austera penitencia, buscó a Cristo en los más pobres y abandonados y fundó la Congregación de Religiosas Misioneras de la Sagrada Familia. (1926) Canonizada 2019
11*. En Cagliari, en la isla de Cerdeña, en Italia, beato Nicolás (Juan) Medda de Gesturi, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, el cual, siempre preparado para atender a los pobres, con el ejemplo de su virtud y de su benignidad incitó a muchos al amor hacia los más necesitados. (1958)
- Beato István (Esteban) Sándor (1914- Budapest, Hungría 1953). Religioso salesiano, mártir, asesinado por odio a la fe durante el régimen comunista.

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