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miércoles, 2 de marzo de 2022

Miércoles 6 abril 2022, Miércoles de la V semana de Cuaresma, feria.

SOBRE LITURGIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Biblioteca del Palacio Apostólico. Miércoles, 11 de noviembre de 2020

Catequesis 14. La oración perseverante

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Seguimos con las catequesis sobre la oración. Alguien me ha dicho: “Usted habla demasiado sobre la oración. No es necesario”. Sí, es necesario. Porque si nosotros no rezamos, no tendremos la fuerza para ir adelante en la vida. La oración es como el oxígeno de la vida. La oración es atraer sobre nosotros la presencia del Espíritu Santo que nos lleva siempre adelante. Por esto yo hablo tanto de la oración.

Jesús ha dado ejemplo de una oración continua, practicada con perseverancia. El diálogo constante con el Padre, en el silencio y en el recogimiento, es el fundamento de toda su misión. Los Evangelios nos cuentan también de sus exhortaciones a los discípulos, para que recen con insistencia, sin cansarse. El Catecismo recuerda las tres parábolas contenidas en el Evangelio de Lucas que subrayan esta característica de la oración (cfr. CCE, 2613) de Jesús.

La oración debe ser sobre todo tenaz: como el personaje de la parábola que, teniendo que acoger un huésped que llega de improviso, en mitad de la noche va a llamar a un amigo y le pide pan. El amigo responde: “¡no!”, porque ya está en la cama, pero él insiste e insiste hasta que no le obliga a alzarse y a darle el pan (cfr. Lc 11,5-8). Una petición tenaz. Pero Dios es más paciente que nosotros, y quien llama con fe y perseverancia a la puerta de su corazón no queda decepcionado. Dios siempre responde. Siempre. Nuestro Padre sabe bien qué necesitamos; la insistencia no sirve para informarle o convencerle, sino para alimentar en nosotros el deseo y la espera.

La segunda parábola es la de la viuda que se dirige al juez para que la ayude a obtener justicia. Este juez es corrupto, es un hombre sin escrúpulos, pero al final, exasperado por la insistencia de la viuda, decide complacerla (cfr. Lc 18,1-8). Y piensa: “Es mejor que le resuelva el problema y me la quito de encima, y así no viene continuamente a quejarse delante de mí”. Esta parábola nos hace entender que la fe no es el impulso de un momento, sino una disposición valiente a invocar a Dios, también a “discutir” con Él, sin resignarse frente al mal y la injusticia.

La tercera parábola presenta un fariseo y un publicano que van al Templo a rezar. El primero se dirige a Dios presumiendo de sus méritos; el otro se siente indigno incluso solo por entrar en el santuario. Pero Dios no escucha la oración del primero, es decir, de los soberbios, mientras escucha la de los humildes (cfr. Lc 18,9-14). No hay verdadera oración sin espíritu de humildad. Es precisamente la humildad la que nos lleva a pedir en la oración.

La enseñanza del Evangelio es clara: se debe rezar siempre, también cuando todo parece vano, cuando Dios parece sordo y mudo y nos parece que perdemos el tiempo. Incluso si el cielo se ofusca, el cristiano no deja de rezar. Su oración va a la par que la fe. Y la fe, en muchos días de nuestra vida, puede parecer una ilusión, un cansancio estéril. Hay momentos oscuros, en nuestra vida y en esos momentos la fe parece una ilusión. Pero practicar la oración significa también aceptar este cansancio. “Padre, yo voy a rezar y no siento nada… me siento así, con el corazón seco, con el corazón árido”. Pero tenemos que ir adelante, con este cansancio de los momentos malos, de los momentos que no sentimos nada. Muchos santos y santas han experimentado la noche de la fe y el silencio de Dios —cuando nosotros llamamos y Dios no responde— y estos santos han sido perseverantes.

En estas noches de la fe, quien reza nunca está solo. Jesús de hecho no es solo testigo y maestro de oración, es más. Él nos acoge en su oración, para que nosotros podamos rezar en Él y a través de Él. Y esto es obra del Espíritu Santo. Es por esta razón que el Evangelio nos invita a rezar al Padre en el nombre de Jesús. San Juan escribe estas palabras del Señor: «Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo» (14,13). Y el Catecismo explica que «la certeza de ser escuchados en nuestras peticiones se funda en la oración de Jesús» (n. 2614). Esta dona las alas que la oración del hombre siempre ha deseado poseer.

Cómo no recordar aquí las palabras del salmo 91, cargadas de confianza, que nacen de un corazón que espera todo de Dios: «Te cubrirá con su plumaje, un refugio hallarás bajo sus alas. Escudo y adarga es su lealtad. No temerás el terror de la noche, ni la saeta que de día vuela, ni la peste que avanza en las tinieblas, ni el azote que devasta a mediodía» (vv. 4-7). Es en Cristo que se cumple esta maravillosa oración, es en Él que encuentra su plena verdad. Sin Jesús, nuestras oraciones correrían el riesgo de reducirse a los esfuerzos humanos, destinados la mayor parte de las veces al fracaso. Pero Él ha tomado sobre sí cada grito, cada lamento, cada júbilo, cada súplica… cada oración humana. Y no olvidemos el Espíritu Santo que reza en nosotros; es Aquel que nos lleva a rezar, nos lleva a Jesús. Es el don que el Padre y el Hijo nos han dado para proceder al encuentro de Dios. Y el Espíritu Santo, cuando nosotros rezamos, es el Espíritu Santo que reza en nuestros corazones.

Cristo es todo para nosotros, también en nuestra vida de oración. Lo decía San Agustín con una expresión iluminante, que encontramos también en el Catecismo: Jesús «ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él se dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la voz de Él, en nosotros» (n. 2616). Es por esto que el cristiano que reza no teme nada, se encomienda al Espíritu Santo, que se nos ha dado como don y que reza en nosotros, suscitando la oración. Que sea el mismo Espíritu Santo, Maestro de oración, quien nos enseñe el camino de la oración.

CALENDARIO

6 MIÉRCOLES DE LA V SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
La Cuaresma: La fidelidad libera.
- Dan 3, 14-20. 91-92. 95. Envió un ángel a salvar a sus siervos.
- Salmo: Dan 3, 52-56. R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
- Jn 8, 31-42. Si el Hijo os hace libres, sois realmente libres.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 7 de abril, pág. 242.
CALENDARIOS: Bilbao: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Joseba Segura Etxezarraga, obispo (2019).

TEXTOS MISA

Miércoles de la V Semana de Cuaresma.

Antífona de entrada Cf. Sal 17, 49
Señor, me librarás de mis enemigos, me levantarás sobre los que resisten y me salvarás del hombre cruel.
Liberátor meus de géntibus iracúndis. Ab insurgéntibus in me exaltábis me, a viro iníquo erípies me, Dómine.

Oración colecta
Ilumina, Dios misericordioso, el corazón de tus hijos, santificado por la penitencia, y, al infundirles el piadoso deseo de servirte, escucha compasivo a los que te suplican. Por nuestro Señor Jesucristo.
Sanctificáta per paeniténtiam tuórum corda filiórum, Deus miserátor, illústra, et, quibus praestas devotiónis afféctum, praebe supplicántibus pium benígnus audítum. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la V semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Dan 3, 14-20. 91-92. 95
Envió un ángel a salvar a sus siervos

Lectura de la profecía de Daniel

En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:
«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:
«A eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».
Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.
Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».
Le respondieron:
«Así es, majestad».
Preguntó:
«Entonces, ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino».
Nabucodonosor, entonces, dijo:
«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Dn 3, 52a y c. 53a. 54a. 55a. 56A (R.: 52b)
R.
 ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saeculis.

V. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso.
R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saeculis.

V. Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saeculis.

V. Bendito eres sobre el trono de tu reino.
R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saeculis.

V. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos.
R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saeculis.

V. Bendito eres en la bóveda del cielo.
R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saeculis.

Versículo antes del Evangelio Cf. Lc 8, 15
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.
Beáti qui in corde bono et óptimo verbum rétinent, et fructum áfferunt in patiéntia.

EVANGELIO Jn 8, 31-42
Si el Hijo os hace libres, sois realmente libres
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 35.
¿De dónde nos viene esta libertad? De Cristo, Señor Nuestro. Esta es la libertad con la que El nos ha redimido (Cfr. Ga 4, 31). Por eso enseña: si el hijo os alcanza la libertad, seréis verdaderamente libres (Jn 8, 36). Los cristianos no tenemos que pedir prestado a nadie el verdadero sentido de este don, porque la única libertad que salva al hombre es cristiana.
Me gusta hablar de aventura de la libertad, porque así se desenvuelve vuestra vida y la mía. Libremente -como hijos, insisto, no como esclavos-, seguimos el sendero que el Señor ha señalado para cada uno de nosotros. Saboreamos esta soltura de movimientos como un regalo de Dios.
Libremente, sin coacción alguna, porque me da la gana, me decido por Dios. Y me comprometo a servir, a convertir mi existencia en una entrega a los demás, por amor a mi Señor Jesús. Esta libertad me anima a clamar que nada, en la tierra, me separará de la caridad de Cristo (Cfr. Rm 8, 39).

Oración de los fieles
Elevemos nuestras oraciones a Dios, por medio de Jesucristo, su Hijo, que vino a liberarnos de toda esclavitud.
- Para que fortalezca a la Iglesia en su lucha contra el pecado y contra toda forma de mal. Roguemos al Señor.
- Para que todos los cristianos conozcan y vivan la verdad que los hace realmente libres. Roguemos al Señor.
- Para que los que tienen autoridad en el mundo defiendan eficazmente a los más pobres y necesitados. Roguemos al Señor
- Para que permanezcamos en la Palabra de Cristo y seamos fieles discípulos suyos. Roguemos al Señor.
Escúchanos, Dios, Padre nuestro, ya que ponemos la confianza en tu amor y en Jesucristo, tu Hijo, y nuestro Mediador; que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Señor, te consagramos las ofrendas que nos has concedido presentar en honor de tu nombre, para que se conviertan en remedio de nuestra debilidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tibi, Dómine, sacrifícia dicáta reddántur, quae sic ad honórem nóminis tui deferénda tribuísti, ut éadem remédia fíeri nostra praestáres. Per Christum.

PREFACIO I DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
LA FUERZA DE LA CRUZ
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y, por la fuerza inefable de la cruz, se hace patente el juicio del mundo y el poder del Crucificado.
Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quia per Fílii tui salutíferam passiónem sensum confiténdae tuae maiestátis totus mundus accépit, dum ineffábili crucis poténtia iudícium mundi et potéstas émicat Crucifíxi.
Unde et nos, Dómine, cum Angelis et Sanctis univérsis, tibi confitémur, in exsultatióne dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA DE LA RECONCILIACIÓN II.

Antífona de comunión Cf. Col 1, 13-14

Dios nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
Tránstulit nos Deus in regnum Fílii dilectiónis suae, in quo habémus redemptiónem per sánguinem eius, remissiónem peccatórum.

Oración después de la comunión
Señor, el sacramento que acabamos de recibir sea medicina del cielo, para que elimine las culpas de nuestros corazones y nos asegure tu constante protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Caeléstem nobis, Dómine, praebeant sumpta mystéria medicínam, ut et vítia nostri cordis expúrgent, et sempitérna nos protectióne confírment. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. 
El Señor esté con vosotros. R.
V.
 Inclinaos para recibir la bendición.
Atiende, Dios todopoderoso, las súplicas de tu pueblo, y concede, compasivo, tu inagotable misericordia a quienes esperan confiadamente en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Adésto supplicátionibus pópuli tui, omnípotens Deus, et, quibus fidúciam sperándae pietátis indúlges, consuétae misericórdiae tríbue benígnus efféctum. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 7 de abril
M
emoria de san Juan Bautista de la Salle, presbítero, que en Reims, en la región de Normandía, en Francia, se dedicó con ahínco a la instrucción humana y cristiana de los niños, en especial de los pobres. Instituyó la Congregación de Hermanos de las Escuelas Cristianas, a causa de lo cual soportó muchas tribulaciones, si bien fue merecedor de gratitud por parte del pueblo de Dios. (1719)
2. Conmemoración de san Hegesipo, que vivió en Roma durante los pontificados de Aniceto y Eleuterio, y con estilo sencillo escribió una historia de los hechos eclesiásticos, desde la Pasión del Señor hasta su tiempo. (c. 180)
3. En Alejandría de Egipto, san Pelusio, presbítero y mártir(s. inc.)
4. En Pentápolis, en Libia, santos mártires Teodoro, obispo, Ireneo, diácono, Serapión y Ammonis, lectores. (s. IV)
5. En Pompeiópolis, lugar de Cilicia, en la actual Turquía, san Caliopio, mártir(s. IV)
6. En Sinope, en el Ponto, también Turquía actualmente doscientos santos soldados mártires(s. IV)
7. En Mitilene, en la isla de Lesbos, en Grecia, san Jorge, obispo, que en tiempo del emperador León el Armenio tuvo que padecer mucho por la defensa del culto de las sagradas imágenes. (816)
8*. En el monasterio de Crespin, en la región de Hainaut, hoy Francia, san Aiberto, presbítero y monje, que diariamente, después de la salmodia, bien de rodillas o postrado recitaba todo el salterio y comunicaba la divina misericordia a los penitentes que acudían a él. (1140)
9*. En el monasterio Premostratense de Steinfeld, en Alemania, san Hermanno José, presbítero, que brilló por su delicado amor para con la Virgen María, y celebró con himnos y cánticos su devoción hacia el divino Corazón de Jesús. (1241/1252)
10. En York, en Inglaterra, san Enrique Walpole, de la Orden de la Compañía de Jesús, y beato Alejandro Rawlins, presbíteros y mártires, que bajo la reina Isabel I fueron encarcelados y cruelmente maltratados por ser sacerdotes, tras lo cual alcanzaron la corona eterna al ser finalmente ahorcados y descuartizados. (1595)
11*. En Worcester, también en Inglaterra, beatos mártires Eduardo Oldcorne, presbítero, y Rodolfo Ashley, ambos religiosos de la Orden de la Compañía de Jesús, que ejercieron clandestinamente el ministerio durante muchos años, pero finalmente, acusados de tomar parte en un complot contra el rey Jacobo I, fueron encarcelados, torturados y después descuartizados vivos. (1606)
12. En Conchinchina, actual Vietnam, san Pedro Nguyen Van Luu, presbítero y mártir, que en tiempo del emperador Tu Duc fue condenado muerte y subió alegre al patíbulo. (1861)
13*. En el lugar de Dongerkou, en China, beata María Asunto Pallotta, virgen de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, que, dedicada a cargos humildes, trabajó por el reino de Cristo de forma sencilla e ignorada. (1905)

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