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viernes, 4 de marzo de 2022

Viernes 8 abril 2022, Viernes de la V semana de Cuaresma, feria.

SOBRE LITURGIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Biblioteca del Palacio Apostólico. Miércoles, 25 de noviembre de 2020

Catequesis 16. La oración de la Iglesia naciente

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Los primeros pasos de la Iglesia en el mundo estuvieron marcados por la oración. Los escritos apostólicos y la gran narración de los Hechos de los Apóstoles nos devuelven la imagen de una Iglesia en camino, una Iglesia trabajadora, pero que encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera. La imagen de la comunidad primitiva de Jerusalén es punto de referencia para cualquier otra experiencia cristiana. Escribe Lucas en el Libro de los Hechos: «Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (2,42). La comunidad persevera en la oración.

Encontramos aquí cuatro características esenciales de la vida eclesial: la escucha de la enseñanza de los apóstoles, primero; segundo, la custodia de la comunión recíproca; tercero, la fracción del pan y, cuarto, la oración. Estas nos recuerdan que la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo, es decir en la comunidad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la oración. Es el modo de unirnos, nosotros, a Cristo. La predicación y la catequesis testimonian las palabras y los gestos del Maestro; la búsqueda constante de la comunión fraterna preserva de egoísmos y particularismos; la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con nosotros. Y finalmente la oración, que es el espacio del diálogo con el Padre, mediante Cristo en el Espíritu Santo.

Todo lo que en la Iglesia crece fuera de estas “coordenadas”, no tiene fundamento. Para discernir una situación tenemos que preguntarnos cómo, en esta situación, están estas cuatro coordenadas: la predicación, la búsqueda constante de la comunión fraterna —la caridad—, la fracción del pan —es decir la vida eucarística— y la oración. Cualquier situación debe ser valorada a la luz de estas cuatro coordenadas. Lo que no entra en estas coordenadas está privado de eclesialidad, no es eclesial. Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras. La Iglesia no es un mercado, la Iglesia no es un grupo de empresarios que van adelante con esta nueva empresa. La Iglesia es obra del Espíritu Santo, que Jesús nos ha enviado para reunirnos. La Iglesia es precisamente el trabajo del Espíritu en la comunidad cristiana, en la vida comunitaria, en la Eucaristía, en la oración, siempre. Y todo lo que crece fuera de estas coordenadas no tiene fundamento, es como una casa construida sobre arena (cfr. Mt 7, 24-27). Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras. Es la palabra de Jesús la que llena de sentido nuestros esfuerzos. Es en la humildad que se construye el futuro del mundo.

A veces, siento una gran tristeza cuando veo alguna comunidad que, con buena voluntad, se equivoca de camino porque piensa que hace Iglesia en mítines, como si fuera un partido político: la mayoría, la minoría, qué piensa este, ese, el otro… “Esto es como un Sínodo, un camino sinodal que nosotros debemos hacer”. Yo me pregunto: ¿dónde está el Espíritu Santo, ahí? ¿Dónde está la oración? ¿Dónde el amor comunitario? ¿Dónde la Eucaristía? Sin estas cuatro coordenadas, la Iglesia se convierte en una sociedad humana, un partido político —mayoría, minoría—, los cambios se hacen como si fuera una empresa, por mayoría o minoría… Pero no está el Espíritu Santo. Y la presencia del Espíritu Santo está precisamente garantizada por estas cuatro coordenadas. Para valorar una situación, si es eclesial o no es eclesial, preguntémonos si están estas cuatro coordenadas: la vida comunitaria, la oración, la Eucaristía… [la predicación], cómo se desarrolla la vida en estas cuatro coordenadas. Si falta esto, falta el Espíritu, y si falta el Espíritu nosotros seremos una bonita asociación humanitaria, de beneficencia, bien, bien, también un partido, digamos así, eclesial, pero no está la Iglesia. Y por esto la Iglesia no puede crecer por estas cosas: crece no por proselitismo, como cualquier empresa, crece por atracción. ¿Y quién mueve la atracción? El Espíritu Santo. No olvidemos nunca esta palabra de Benedicto XVI. “La Iglesia no crece por proselitismo, crece por atracción”. Si falta el Espíritu Santo, que es lo que atrae a Jesús, ahí no está la Iglesia. Hay un bonito club de amigos, bien, con buenas intenciones, pero no está la Iglesia, no hay sinodalidad.

Leyendo los Hechos de los Apóstoles descubrimos entonces cómo el poderoso motor de la evangelización son las reuniones de oración, donde quien participa experimenta en vivo la presencia de Jesús y es tocado por el Espíritu. Los miembros de la primera comunidad —pero esto vale siempre, también para nosotros hoy— perciben que la historia del encuentro con Jesús no se detuvo en el momento de la Ascensión, sino que continúa en su vida. Contando lo que ha dicho y hecho el Señor —la escucha de la Palabra—, rezando para entrar en comunión con Él, todo se vuelve vivo. La oración infunde luz y calor: el don del Espíritu hace nacer en ellos el fervor.

Al respecto, el Catecismo tiene una expresión muy profunda. Dice así: «El Espíritu Santo, que recuerda así a Cristo ante su Iglesia orante, conduce a ésta también hacia la Verdad plena, y suscita nuevas formulaciones que expresarán el insondable Misterio de Cristo que actúa en la vida, los sacramentos y la misión de su Iglesia» (n. 2625). Esta es la obra del Espíritu en la Iglesia: recordar a Jesús. Jesús mismo lo ha dicho: Él os enseñará y os recordará. La misión es recordar a Jesús, pero no como un ejercicio mnemónico. Los cristianos, caminando por los senderos de la misión, recuerdan a Jesús haciéndolo presente nuevamente; y de Él, de su Espíritu, reciben el “impulso” para ir, para anunciar, para servir. En la oración, el cristiano se sumerge en el misterio de Dios que ama a cada hombre, ese Dios que desea que el Evangelio sea predicado a todos. Dios es Dios para todos, y en Jesús todo muro de separación es definitivamente derrumbado: como dice San Pablo, Él es nuestra paz, es decir «el que de los dos pueblos hizo uno» (Ef 2,14). Jesús ha hecho la unidad.

Así la vida de la Iglesia primitiva está marcada por una sucesión continua de celebraciones, convocatorias, tiempos de oración tanto comunitaria como personal. Y es el Espíritu que concede fuerza a los predicadores que se ponen en viaje, y que por amor de Jesús surcan los mares, enfrentan peligros, se someten a humillaciones.

Dios dona amor, Dios pide amor. Esta es la raíz mística de toda la vida creyente. Los primeros cristianos en oración, pero también nosotros que venimos varios siglos después, vivimos todos la misma experiencia. El Espíritu anima todo. Y todo cristiano que no tiene miedo de dedicar tiempo a la oración puede hacer propias las palabras del apóstol Pablo: «La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gal 2, 20). La oración te hace consciente de esto. Solo en el silencio de la adoración se experimenta toda la verdad de estas palabras. Tenemos que retomar el sentido de la adoración. Adorar, adorar a Dios, adorar a Jesús, adorar al Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu: adorar. En silencio. La oración de la adoración es la oración que nos hace reconocer a Dios como principio y fin de toda la historia. Y esta oración es el fuego vivo del Espíritu que da fuerza al testimonio y a la misión. Gracias.

CALENDARIO

8 VIERNES DE LA V SEMANA DE CUARESMA, feria
Abstinencia

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
La Cuaresma: El Señor está con nosotros.
- Jer 20, 10-13. El Señor es mi fuerte defensor.
- Sal 17. R. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
- Jn 10, 31-42. Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 9 de abril, pág. 246.
CALENDARIOS: Servitas: Santa María al pie de la cruz (F).

TEXTOS MISA

Viernes de la V Semana de Cuaresma.


Antífona de entrada Sal 30, 10. 16. 18
Piedad, Señor, que estoy en peligro, líbrame de mis enemigos que me persiguen; Señor, no quede yo defraudado tras haber acudido a ti.
Miserére mihi, Dómine, quóniam tríbulor; líbera me et éripe me de mánibus inimicórum meórum, et a persequéntibus me. Dómine, non confúndar, quóniam invocávi te.

Monición de entrada
Al acercarse la Semana Santa, la piedad cristiana ha dedicado tradicionalmente este viernes de la quinta semana de Cuaresma a la meditación de la pasión del Señor y a la contemplación del sufrimiento de la Virgen María. Su presencia durante la vida pública de Cristo fue discreta, pero aparece de nuevo en la pasión y muerte de su Hijo. Junto a la cruz del Señor la Virgen sufrió como nadie por los tormentos que él padeció, de este modo y para siempre María está íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora.
Al confiarle el cuidado materno del discípulo amado, la Virgen de los Dolores es para nosotros ejemplo de fortaleza y consuelo en nuestros sufrimientos, y su ejemplo nos ayuda a vivir, como ella, fieles en el seguimiento de Cristo, en los momentos tanto de gozo como de dolor.

Oración colecta
Perdona las culpas de tu pueblo, Señor, y que tu bondad nos libre de las ataduras del pecado, que hemos cometido a causa de nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo.
Absólve, quaesumus, Dómine, tuórum delícta populórum, ut a peccatórum néxibus, quae pro nostra fragilitáte contráximus, tua benignitáte liberémur. Per Dóminum.
O bien:
Oh, Dios, que en este tiempo otorgas con bondad a tu Iglesia imitar devotamente a santa María en la contemplación de la pasión de Cristo, concédenos, por la intercesión de la Virgen, adherirnos cada día más firmemente a tu Hijo unigénito y llegar finalmente a la plenitud de su gracia. Él, que vive y reina contigo.
Deus, qui Ecclésiae tuae in hoc témpore tríbuis benígne, beátam Maríam in passióne Christi contemplánda devóte imitári, da nobis, quaesumus, eiúsdem Vírginis intercessióne, Unigénito Fílio tuo fírmius in dies adhaerére et ad plenitúdinem grátiae eius demum perveníre. Qui tecum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Viernes de la V semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Jer 20, 10-13
El Señor es mi fuerte defensor

Lectura del libro de Jeremías.

Oía la acusación de la gente:
«“Pavor-en-torno”,
delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemos
y podemos vengarnos de él».
Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7 (R.: cf. 7)
R. 
En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me.

V. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
R. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me.

V. Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
R. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me.

V. Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.
R. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me.

V. En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos.
R. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me.

Versículo antes del Evangelio Jn 6, 63c. 68c
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt; verba vitae aetérnae habes.

EVANGELIO Jn 10, 31-42
Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Elles replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Hilario, De Trin. 1, 7
¿Qué lugar hay aquí para la adopción, para conceder un nombre, de manera que no sea Hijo de Dios por naturaleza cuando la prueba de que es Hijo de Dios son las obras del poder de su Padre? Porque la creatura no se equipara a Dios, puesto que a El no se le puede comparar naturaleza alguna que le sea ajena. Da testimonio de que El cumple no lo que es suyo sino lo que es de su Padre, a fin de no destruir el hecho de su generación por la grandeza de sus actos. Y como bajo el misterio del cuerpo, tomado y nacido de María, no se veía la naturaleza del Hijo del hombre y de Dios, la fe nos lo avisa por los hechos, diciendo: "Mas si las hago, aunque a mí no me queráis creer, creed a las obras". ¿Por qué, pues, el misterio del nacimiento humano ha de impedir el conocimiento del nacimiento divino, cuando Aquel que ha recibido este nacimiento divino cumple todas sus obras, rodeado de esta humanidad que lo sigue? Haciendo, pues, las obras de su Padre, ha querido demostrar lo que debía creerse en las obras, porque añade: "Para que conozcáis y creáis que El está en mí, y yo en el Padre". Esto significan aquellas palabras: "Soy Hijo de Dios", y esto ( Jn 10, 30): "Yo y el Padre somos una cosa".

Oración de los fieles
Al acercamos a las fiestas pascuales, oremos suplicantes a Dios, nuestro Padre, por intercesión de la bienaventurada Virgen María de los Dolores para que recibamos en plenitud los frutos de la Redención.
- Para que Dios Padre, que nos ha dado a su Hijo como Redentor, ilumine y fortalezca a la Iglesia en la fe, y le conceda la plena unidad. Roguemos al Señor.
- Para que cuantos se encuentran en situación de tentación o tristeza sean ayudados y sostenidos por la ayuda materna de la Virgen María, refugio y consuelo de los cristianos. Roguemos al Señor.
- Para que quienes son perseguidos y acusados injustamente, como Cristo, encuentren consuelo y ayuda en Dios y sus perseguidores se conviertan. Roguemos al Señor.
- Para que las personas más necesitadas reciban la ayuda conveniente, y se consolide en el mundo la justicia y la paz. Roguemos al Señor
- Para que el ejemplo de la Virgen María, fiel a su Hijo hasta la cruz, nos ayude a perseverar en el amor a Dios y en el compromiso fraterno en favor de los que más sufren. Roguemos al Señor.
Dios todopoderoso, ten misericordia de tu Iglesia suplicante, para que tus hijos vivan en plenitud el Misterio pascual, y sientan tu amor y protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Concédenos, Dios misericordioso, servir siempre a tu altar con dignidad y alcanzar la salvación por la participación constante en él. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Praesta nobis, miséricors Deus, ut digne tuis servíre semper altáribus mereámur, et eórum perpétua participatióne salvári. Per Christum.

PREFACIO I DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
LA FUERZA DE LA CRUZ
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y, por la fuerza inefable de la cruz, se hace patente el juicio del mundo y el poder del Crucificado.
Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quia per Fílii tui salutíferam passiónem sensum confiténdae tuae maiestátis totus mundus accépit, dum ineffábili crucis poténtia iudícium mundi et potéstas émicat Crucifíxi.
Unde et nos, Dómine, cum Angelis et Sanctis univérsis, tibi confitémur, in exsultatióne dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II.

Antífona de comunión Cf. 1 Pe 2, 24

Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia; con sus heridas somos curados.
Iesus peccáta nostra pértulit in córpore suo super lignum, ut, peccátis mórtui, iustítiae vivámus; cuius livóre sanáti sumus.

Oración después de la comunión
Que nos acompañe, Señor, la continua protección del sacramento recibido y aleje siempre de nosotros todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sumpti sacrifícii, Dómine, perpétua nos tuítio non relínquat, et nóxia semper a nobis cuncta depéllat. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. 
El Señor esté con vosotros. R.
V.
 Inclinaos para recibir la bendición.
Dios todopoderoso, concede a tus siervos, deseosos de la gracia de tu protección, que, libres de todo mal, te sirvan con ánimo sereno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Concéde, quaesumus, omnípotens Deus, ut, fámuli tui, qui protectiónis tuae quaerunt grátiam, liberáti a malis ómnibus, secúra tibi mente sérviant. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 9 de abril

1. En Alejandría, en Egipto, san Máximo, obispo, que, siendo presbítero, compartió el exilio y la confesión de la fe con el obispo san Dionisio, al que después sucedió. (282)
2. En la misma ciudad de Alejandría de Egipto, san Edesio, mártir, hermano de san Apiano, que en tiempo del emperador Maximino reprochó abiertamente al juez el haber entregado a los leones a las vírgenes consagradas a Dios, y por esta causa fue detenido por los soldados, torturado y, finalmente, por perseverar en Cristo el Señor, arrojado al mar. (306)
3. En la región de Sirmia, en Panonia, actualmente Croacia, san Demetrio, mártir, muy venerado en todo el Oriente y, especialmente, en la ciudad de Tesalónica. (s. III/IV)
4. En Cesarea de Capadocia, en la actual Turquía, san Eupsiquio, mártir, que bajo el emperador Juliano el Apóstata, por haber destruido el templo de la diosa Fortuna, sufrió el martirio. (c. 362)
5. En Cenomanum, en la Galia Lugdunense, hoy Le Mans, en Francia, san Liborio, obispo. (s. IV)
6. En Diyarbakir, lugar de Mesopotamia, actual Irak, san Acacio, obispo, que para redimir a unos persas cautivos y sometidos a crueles torturas, persuadió al clero y llegó a vender a los romanos los vasos sagrados de la Iglesia. (s. V)
7. En Castroloco, en Neustria, hoy Mons, en Bélgica, santa Valdetrudis, que fue hermana de santa Aldegundis, esposa de san Vicente Madelgario y madre de cuatro santos, y, a semejanza de su marido, se ofreció a Dios y recibió el hábito monástico en el cenobio fundado por ella misma. (688)
8. En el monasterio de Jumièges, también en Neustria, san Hugo, obispo de Rouen, el cual gobernó a la vez el cenobio de Fontenelle y las iglesias de París y Bayeux, y finalmente, tras renunciar a estos cargos, estuvo al frente del monasterio de Jumièges. (730)
9*. En el lugar llamado San Vicente, cerca de Briviesca, en la región española de Castilla, santa Casilda, virgen, que, nacida en la religión mahometana, ayudó con misericordia a los cristianos detenidos en la cárcel, y después, ya cristiana, vivió como eremita. (1075)
10*. En Aureil, en la región de Limoges, en Francia, san Gauquerio, canónigo regular, que, para el clero, fue ejemplo de vida en común y de celo por las almas. (1140)
11*. Cerca del monte Senario, en Toscana, región de Italia, beato Ubaldo de Borgo Sansepolcro, presbítero de la Orden de Siervos de María, que pasó de la milicia terrestre al servicio de María, por obra de san Felipe Benizi. (1315)
12*. En Tana, en la India occidental, beato Tomás de Tolentino, presbítero de la Orden de Hermanos Menores y mártir, que habiendo viajado hasta el imperio chino para anunciar el Evangelio, al dirigirse después hacia el territorio de los tártaros y de los hindúes coronó su misión con un glorioso martirio. (1321)
13*. En Bricherasio, cerca de Pinerolo, en la región italiana del Piamonte, beato Antonio Pavoni, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que al salir de la iglesia, tras haber predicado contra la herejía, fue ferozmente apuñalado. (1374)
14*. En el campo de concentración de Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, beata Celestina Faron, virgen de la Congregación de las Pequeñas Siervas de María Inmaculada y mártir, la cual, al ser ocupada militarmente Polonia en tiempo de guerra, por mantener la fe de Cristo fue deportada a dicho lugar, donde, agotada por las privaciones, alcanzó la gloriosa corona. (1944)
- Beata Margarita Rutan (1736- Dax, Francia 1794). Virgen y mártir, hermana de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, superiora de la comunidad en el hospital de Dax, muerta en la guillotina, durante la Revolución francesa, por mantener la confesión de Cristo.

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