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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

jueves, 17 de marzo de 2022

Jueves 21 abril 2022, Jueves de la Octava de Pascua.

SOBRE LITURGIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Biblioteca del Palacio Apostólico. Miércoles, 10 de febrero de 2021

Catequesis 24. La oración en la vida cotidiana

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la catequesis precedente vimos cómo la oración cristiana está “anclada” a la Liturgia. Hoy destacaremos cómo desde la Liturgia esta vuelve siempre a la vida cotidiana: por las calles, en las oficinas, en los medios de transporte… Y ahí continúa el diálogo con Dios: quien reza es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde sea que esté.

De hecho, todo es asumido en este diálogo con Dios: toda alegría se convierte en motivo de alabanza, toda prueba es ocasión para una petición de ayuda. La oración está siempre viva en la vida, como una brasa de fuego, también cuando la boca no habla, pero el corazón habla. Todo pensamiento, incluso si es aparentemente “profano”, puede ser impregnado de oración. También en la inteligencia humana hay un aspecto orante; esta de hecho es una ventana asomada al misterio: ilumina los pocos pasos que están delante de nosotros y después se abre a la realidad toda entera, esta realidad que la precede y la supera. Este misterio no tiene un rostro inquietante o angustiante, no: el conocimiento de Cristo nos hace confiados que allí donde nuestros ojos y los ojos de nuestra mente no pueden ver, no está la nada, sino que hay alguien que nos espera, hay una gracia infinita. Y así la oración cristiana infunde en el corazón humano una esperanza invencible: cualquier experiencia que toque nuestro camino, el amor de Dios puede convertirlo en bien.

Al respecto, el Catecismo dice: «Aprendemos a orar en ciertos momentos escuchando la Palabra del Señor y participando en su Misterio Pascual; pero, en todo tiempo, en los acontecimientos de cada día, su Espíritu se nos ofrece para que brote la oración. […] El tiempo está en las manos del Padre; lo encontramos en el presente, ni ayer ni mañana, sino hoy» (n. 2659). Hoy encuentro a Dios, siempre está el hoy del encuentro.

No existe otro maravilloso día que el hoy que estamos viviendo. La gente que vive siempre pensando en el futuro: “Pero, el futuro será mejor…”, pero no toma el hoy como viene: es gente que vive en la fantasía, no sabe tomar lo concreto de la realidad. Y el hoy es real, el hoy es concreto. Y la oración sucede en el hoy. Jesús nos viene al encuentro hoy, este hoy que estamos viviendo. Y es la oración que transforma este hoy en gracia, o mejor, que nos transforma: apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar. En algún momento nos parecerá que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que la gracia vive y obra en nosotros mediante la oración. Y cuando nos viene un pensamiento de rabia, de descontento, que nos lleva hacia la amargura. Detengámonos y digamos al Señor: “¿Dónde estás? ¿Y dónde estoy yendo yo?” Y el Señor está ahí, el Señor nos dará la palabra justa, el consejo para ir adelante sin este zumo amargo del negativo. Porque la oración siempre, usando una palabra profana, es positiva. Siempre. Te lleva adelante. Cada día que empieza, si es acogido en la oración, va acompañado de valentía, de forma que los problemas a afrontar no sean estorbos a nuestra felicidad, sino llamadas de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él. Y cuando uno es acompañado por el Señor, se siente más valiente, más libre, y también más feliz.

Por tanto, recemos siempre por todo y por todos, también por los enemigos. Jesús nos ha aconsejado esto: “Rezad por los enemigos”. Recemos por nuestros seres queridos, pero también por aquellos que no conocemos; recemos incluso por nuestros enemigos, como he dicho, como a menudo nos invita a hacer la Escritura. La oración dispone a un amor sobreabundante. Recemos sobre todo por las personas infelices, por aquellos que lloran en la soledad y desesperan porque todavía haya un amor que late por ellos. La oración realiza milagros; y los pobres entonces intuyen, por gracia de Dios, que, también en esa situación suya de precariedad, la oración de un cristiano ha hecho presente la compasión de Jesús: Él de hecho miraba con gran ternura a la multitud cansada y perdida como ovejas sin pastor (cf. Mc 6,34). El Señor es – no lo olvidemos – el Señor de la compasión, de la cercanía, de la ternura: tres palabras para no olvidar nunca. Porque es el estilo del Señor: compasión, cercanía, ternura.

La oración nos ayuda a amar a los otros, no obstante sus errores y sus pecados. La persona siempre es más importante que sus acciones, y Jesús no ha juzgado al mundo, sino que lo ha salvado. Es una vida fea la de las personas que siempre están juzgando a los otros, siempre están condenando, juzgando: es una vida fea, infeliz. Jesús ha venido a salvarnos: abre tu corazón, perdona, justifica a los otros, entiende, también tú sé cercano a los otros, ten compasión, ten ternura como Jesús. Es necesario querer a todos y cada uno recordando, en la oración, que todos somos pecadores y al mismo tiempo amados por Dios uno a uno. Amando así este mundo, amándolo con ternura, descubriremos que cada día y cada cosa lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios.

Escribe el Catecismo: «Orar en los acontecimientos de cada día y de cada instante es uno de los secretos del Reino revelados a los “pequeños”, a los servidores de Cristo, a los pobres de las bienaventuranzas. Es justo y bueno orar para que la venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de la historia, pero también es importante impregnar de oración las humildes situaciones cotidianas. Todas las formas de oración pueden ser la levadura con la que el Señor compara el Reino» (n. 2660).

El hombre —la persona humana, el hombre y la mujer— es semejante a un soplo, como la hierba (cf. Sal 144,4; 103,15). El filósofo Pascal escribía: «No es necesario que el universo entero se arme para aplastarlo: un vapor, una gota de agua bastan para matarlo» [1]. Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: esta es nuestra dignidad más grande, también es nuestra fortaleza. Valentía. Rezar en cada momento, en cada situación, porque el Señor está cerca de nosotros. Y cuando una oración es según el corazón de Jesús, obtiene milagros.

[1] Pensamientos, 186.

CALENDARIO

21 JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Misa
del jueves de la Octava (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., sin Cr., Pref. Pasc. I «en este día», embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya».
LECC.: vol. II.
- Hch 3, 11-26.
Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
- Sal 8. R. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
- Secuencia (opcional). Ofrezcan los cristianos.
- Lc 24, 35-48. Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día.

* Hoy no se permiten otras celebraciones, excepto la misa exequial.

Liturgia de las Horas: oficio del jueves de la Octava. Te Deum. Comp. Dom. I o II.

Martirologio: elogs. del 22 de abril, pág. 269.
CALENDARIOS: Calahorra y La Calzada-Logroño: Aniversario de la muerte de Mons. Ramón Bua Otero, obispo, emérito (2012).
Segorbe-Castellón: Aniversario de la muerte de Mons. José María Cases Deordal, obispo, emérito (2002).

TEXTOS MISA

JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Antífona de entrada Sab 10, 20-21
Celebraron a coro tu mano vencedora, Señor, porque la sabiduría abrió la boca de los mudos y soltó la lengua de los niños. Aleluya.
Victrícem manum tuam, Dómine, laudavérunt páriter, quia sapiéntia apéruit os mutum, et linguas infántium fecit disértas, allelúia.

Se dice Gloria.

Oración colecta
Oh Dios, que has reunido pueblos diversos en la confesión de tu nombre, concede a los que han renacido en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y un mismo amor en sus obras. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui diversitátem géntium in confessióne tui nóminis adunásti, da, ut renátis fonte baptísmatis una sit fides méntium et píetas actiónum. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Jueves de la Octava de Pascua (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Hch 3, 11-26
Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos. Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente:
«Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios Jo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.
Por la fe en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos vosotros.
Ahora bien, hermanos, sé que Jo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Moisés dijo: “El Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido del pueblo”. Y, desde Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron anunciaron también estos días.
Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán:
“En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 8, 2a y 5. 6-7. 8-9 (R.: 2ab)
R. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!
O bien: Aleluya.

V. Señor, Dios nuestro,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?
R. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

V. Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies.
R. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

V. Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
R. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

SECUENCIA (opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Victimae Pascháli laudes
immolent Christiáni.

Agnus redémit oves:
Christus ínnocens Patri
reconciliávit
peccatores.

Mors et vita duello
conflixére mirándo:
dux vitae mórtuus,
regnat vivus.

Dic nobis María,
Quid vidísti in via?

Sepúlcrum Christi vivéntis,
et glóriam vidi resurgéntis:
Angélicos testes,
sudárium et vestes.

Surréxit Christus spes mea:
praecédet suos in Galilaéam.

Scimus Christum surrexísse
a mórtuis vere:
Tu nobis, victor Rex miserére.
Amen. Allelúia.

Aleluya Sal 117, 24
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Éste es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Hæc dies quam fecit Dóminus; exsultémus et lætémur in ea.

EVANGELIO Lc 24, 35-48
Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Gregorio Reg. pastor part. 3, cap. 26
La Verdad divina, después de haber instruido suficientemente a sus discípulos acerca del valor de la predicación, les mandó que permaneciesen en la ciudad hasta el momento en que fuesen investidos del poder divino. Al preparar de este modo a los que quería que predicasen, ha dado ejemplo a los demás para evitar que predicasen sin preparación. Permanecemos en la ciudad, cuando nos recogemos interiormente para no disiparnos hablando exteriormente, pero cuando somos investidos del poder divino, debemos como salir de nosotros mismos, instruyendo a los demás.

Oración de los fieles
Jesucristo, el Señor, vive para siempre e intercede por nosotros ante el Padre. Oremos con toda confianza.
- Para que la fe en la resurrección de Jesucristo llene de gozo a toda la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que los gobernantes trabajen constante y eficazmente por la paz y la justicia. Roguemos al Señor.
- Para que Cristo resucitado reavive la esperanza de todos los que sufren enfermedad, pobreza o cualquier tipo de injusticia. Roguemos al Señor.
- Para que nuestra fe en la resurrección de Cristo haga de nosotros una verdadera comunidad unida y apostólica. Roguemos al Señor.
A ti, Padre todopoderoso, te suplicamos que acojas benigno las oraciones que te presentamos unidos a Jesucristo resucitado, Señor nuestro, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, en tu bondad las ofrendas que te presentamos con gratitud por los nuevos bautizados, y para apresurar la ayuda del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Hóstias, quaesumus, Dómine, placátus assúme, quas et pro renátis gratánter deférimus, et pro acceleratióne caeléstis auxílii. Per Christum.

PREFACIO PASCUAL I
EL MISTERIO PASCUAL
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca exaltarte en este día glorioso en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni témpore confitéri, sed in hac potíssimum
die gloriósius praedicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus.
Ipse enim verus est Agnus qui ábstulit peccáta mundi. Qui mortem nostram moriéndo destrúxit, et vitam resurgéndo reparávit.
Quaprópter, profúsis paschálibus gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et supérnae virtútes atque angélicae potestátes hymnum glóriae tuae cóncinunt, sine fine dicéntes:
Santo, Santo, Santo…

PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO. Cuando se utiliza el Canon romano, se dicen Reunidos en comunión, y Acepta, Señor, en tu bondad propios.

Antífona de comunión Cf. 1Pe 2, 9
Pueblo adquirido por Dios, anunciad las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Aleluya.
Pópulus acquisitiónis, annuntiáte virtútes eius, qui vos de ténebris vocávit in admirábile lumen suum, allelúia.

Oración después de la comunión
Escucha, Señor, nuestras oraciones para que el santo intercambio de nuestra redención nos sostenga durante la vida presente y nos dé las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Exáudi, Dómine, preces nostras, ut redemptiónis nostrae sacrosáncta commércia et vitae nobis cónferant praeséntis auxílium, et gáudia sempitérna concílient. Per Christum.

Bendición solemne como el día de Pascua.
Que os bendiga Dios todopoderoso en la solemnidad pascual que hoy celebramos y, compasivo, os defienda de toda asechanza del pecado.
Benedícat vos omnípotens Deus, hodiérna interveniénte sollemnitáte pascháli, et ab omni miserátus deféndat incursióne peccáti.
R. Amén.
El que os ha renovado para la vida eterna, en la resurrección de su Unigénito, os colme con el premio de la inmortalidad.
Et qui ad aetérnam vitam in Unigéniti sui resurrectióne vos réparat, vos praemiis immortalitátis adímpleat.
R. Amén.
Y quienes, terminados los días de la pasión del Señor, habéis participado en los gozos de la fiesta de Pascua, podáis llegar, por su gracia, con espíritu exultante a aquellas fiestas que se celebran con alegría eterna.
Et qui, explétis passiónis domínicae diébus, paschális festi gáudia celebrátis, ad ea festa, quae laetítiis peragúntur aetérnis, ipso opitulánte, exsultántibus ánimis veniátis.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Benedícat vos omnípotens Deus, Pater, et Fílius, + et Spíritus Sanctus.
R. Amén.

Para despedir al pueblo, el diácono o el mismo sacerdote, dice:
Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
Ite, missa est, allelúia, allelúia.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
Deo grátias, allelúia, allelúia.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 22 de abril

1. En Roma, san Sotero, papa, del quien san Dionisio de Corinto alaba su egregia caridad para con los hermanos, los peregrinos necesitados, los afligidos por la pobreza y los condenados a trabajos forzados. (175)
2. En Lyon, en la Galia, hoy Francia, san Epipodio, que, detenido con su amigo Alejandro, consumó su martirio al ser decapitado después de la muerte de otros cuarenta y ocho mártires. (178)
3. En Alejandría de Egipto, conmemoración de san Leónidas, mártir, que bajo el emperador Septimio Severo fue muerto a espada por su fe en Cristo, y dejó a su hijo Orígenes aún niño. (204)
4. En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de san Cayo, papa, que, huyendo de la persecución del emperador Diocleciano, murió como confesor de la fe. (296)
5. Conmemoración de san Maryahb, cuyo nombre significa “El Señor hace”, corepíscopo y mártir en Persia, hoy Irán, que sufrió el suplicio por su fe en Cristo durante la octava de Pascua, bajo la persecución desencadenada por el rey Sapor II. (341)
6. En Constantinopla, actual Estambul, en Turquía, nacimiento para el cielo de san Agapito I, papa, que trabajó enérgicamente para que el obispo de Roma fuese elegido libremente por el clero de la Urbe y para que se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, allí difundió la fe ortodoxa ante el emperador Justiniano, y ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad, donde finalmente descansó en paz. (536)
7. En Sens, población de Neustria, hoy Francia, san León, obispo. (s. VI)
8. En la aldea de Siceone, en Galacia, actual Turquía, san Teodoro, obispo y abad, que desde su infancia se distinguió por su amor a la soledad, motivo por el cual abrazó una vida austera, pero obligado a aceptar su ordenación como obispo de Anastasiópolis, insistió ante el patriarca de Constantinopla para ser dispensado de este cargo y poder volver a su amada soledad. (613)
9*. En la región de Séez, en Neustria, actualmente Francia, santa Oportuna, abadesa, célebre por su abstinencia y austeridad. (c. 770)
10*. En Basto, en Portugal, santa Senorina, abadesa, de quien se narra que, por su intercesión, Dios proveyó de pan a las monjas que pasaban necesidad. (c. 980)
11* En Fabriano, en el Piceno, actual región italiana de Las Marcas, beato Francisco Venimbeni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, eximio predicador de la Palabra de Dios. (1322)

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