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jueves, 3 de marzo de 2022

Jueves 7 abril 2022, Jueves de la V semana de Cuaresma, feria o san Juan Bautista de la Salle, presbítero, conmemoración.

SOBRE LITURGIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Biblioteca del Palacio Apostólico. Miércoles, 18 de noviembre de 2020

Catequesis 15. La Virgen María, mujer de oración

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En nuestro camino de catequesis sobre la oración, hoy encontramos a la Virgen María, como mujer orante. La Virgen rezaba. Cuando el mundo todavía la ignora, cuando es una sencilla joven prometida con un hombre de la casa de David, María reza. Podemos imaginar a la joven de Nazaret recogida en silencio, en continuo diálogo con Dios, que pronto le encomendaría su misión. Ella está ya llena de gracia e inmaculada desde la concepción, pero todavía no sabe nada de su sorprendente y extraordinaria vocación y del mar tempestuoso que tendrá que navegar. Algo es seguro: María pertenece al gran grupo de los humildes de corazón a quienes los historiadores oficiales no incluyen en sus libros, pero con quienes Dios ha preparado la venida de su Hijo.

María no dirige autónomamente su vida: espera que Dios tome las riendas de su camino y la guíe donde Él quiere. Es dócil, y con su disponibilidad predispone los grandes eventos que involucran a Dios en el mundo. El Catecismo nos recuerda su presencia constante y atenta en el designio amoroso del Padre y a lo largo de la vida de Jesús (cfr. CCE, 2617-2618).

María está en oración, cuando el arcángel Gabriel viene a traerle el anuncio a Nazaret. Su “he aquí”, pequeño e inmenso, que en ese momento hace saltar de alegría a toda la creación, ha estado precedido en la historia de la salvación de muchos otros “he aquí”, de muchas obediencias confiadas, de muchas disponibilidades a la voluntad de Dios. No hay mejor forma de rezar que ponerse como María en una actitud de apertura, de corazón abierto a Dios: “Señor, lo que Tú quieras, cuando Tú quieras y como Tú quieras”. Es decir, el corazón abierto a la voluntad de Dios. Y Dios siempre responde. ¡Cuántos creyentes viven así su oración! Los que son más humildes de corazón, rezan así: con la humildad esencial, digamos así; con humildad sencilla: “Señor, lo que Tú quieras, cuando Tú quieras y como Tú quieras”. Y estos rezan así, no enfadándose porque los días están llenos de problemas, sino yendo al encuentro de la realidad y sabiendo que en el amor humilde, en el amor ofrecido en cada situación, nos convertimos en instrumentos de la gracia de Dios. Señor, lo que Tú quieras, cuando Tú quieras y como Tú quieras. Una oración sencilla, pero es poner nuestra vida en manos del Señor: que sea Él quien nos guíe. Todos podemos rezar así, casi sin palabras.

La oración sabe calmar la inquietud: pero, nosotros somos inquietos, siempre queremos las cosas antes de pedirlas y las queremos en seguida. Esta inquietud nos hace daño, y la oración sabe calmar la inquietud, sabe transformarla en disponibilidad. Cuando estoy inquieto, rezo y la oración me abre el corazón y me vuelve disponible a la voluntad de Dios. La Virgen María, en esos pocos instantes de la Anunciación, ha sabido rechazar el miedo, aun presagiando que su “sí” le daría pruebas muy duras. Si en la oración comprendemos que cada día donado por Dios es una llamada, entonces agrandamos el corazón y acogemos todo. Se aprende a decir: “Lo que Tú quieras, Señor. Prométeme solo que estarás presente en cada paso de mi camino”. Esto es lo importante: pedir al Señor su presencia en cada paso de nuestro camino: que no nos deje solos, que no nos abandone en la tentación, que no nos abandone en los momentos difíciles. Ese final del Padre Nuestro es así: la gracia que Jesús mismo nos ha enseñado a pedir al Señor.

María acompaña en oración toda la vida de Jesús, hasta la muerte y la resurrección; y al final continúa, y acompaña los primeros pasos de la Iglesia naciente (cfr. Hch 1,14). María reza con los discípulos que han atravesado el escándalo de la cruz. Reza con Pedro, que ha cedido al miedo y ha llorado por el arrepentimiento. María está ahí, con los discípulos, en medio de los hombres y las mujeres que su Hijo ha llamado a formar su Comunidad. ¡María no hace el sacerdote entre ellos, no! Es la Madre de Jesús que reza con ellos, en comunidad, como una de la comunidad. Reza con ellos y reza por ellos. Y, nuevamente, su oración precede el futuro que está por cumplirse: por obra del Espíritu Santo se ha convertido en Madre de Dios, y por obra del Espíritu Santo, se convierte en Madre de la Iglesia. Rezando con la Iglesia naciente se convierte en Madre de la Iglesia, acompaña a los discípulos en los primeros pasos de la Iglesia en la oración, esperando al Espíritu Santo. En silencio, siempre en silencio. La oración de María es silenciosa. El Evangelio nos cuenta solamente una oración de María: en Caná, cuando pide a su Hijo, para esa pobre gente, que va a quedar mal en la fiesta. Pero, imaginemos: ¡hacer una fiesta de boda y terminarla con leche porque no había vino! ¡Eso es quedar mal! Y Ella, reza y pide al Hijo que resuelva ese problema. La presencia de María es por sí misma oración, y su presencia entre los discípulos en el Cenáculo, esperando el Espíritu Santo, está en oración. Así María da a luz a la Iglesia, es Madre de la Iglesia. El Catecismo explica: «En la fe de su humilde esclava, el don de Dios encuentra la acogida que esperaba desde el comienzo de los tiempos» (CCE, 2617).

En la Virgen María, la natural intuición femenina es exaltada por su singular unión con Dios en la oración. Por esto, leyendo el Evangelio, notamos que algunas veces parece que ella desaparece, para después volver a aflorar en los momentos cruciales: María está abierta a la voz de Dios que guía su corazón, que guía sus pasos allí donde hay necesidad de su presencia. Presencia silenciosa de madre y de discípula. María está presente porque es Madre, pero también está presente porque es la primera discípula, la que ha aprendido mejor las cosas de Jesús. María nunca dice: “Venid, yo resolveré las cosas”. Sino que dice: “Haced lo que Él os diga”, siempre señalando con el dedo a Jesús. Esta actitud es típica del discípulo, y ella es la primera discípula: reza como Madre y reza como discípula.

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón» (Lc 2,19). Así el evangelista Lucas retrata a la Madre del Señor en el Evangelio de la infancia. Todo lo que pasa a su alrededor termina teniendo un reflejo en lo más profundo de su corazón: los días llenos de alegría, como los momentos más oscuros, cuando también a ella le cuesta comprender por qué camino debe pasar la Redención. Todo termina en su corazón, para que pase la criba de la oración y sea transfigurado por ella. Ya sean los regalos de los Magos, o la huida en Egipto, hasta ese tremendo viernes de pasión: la Madre guarda todo y lo lleva a su diálogo con Dios. Algunos han comparado el corazón de María con una perla de esplendor incomparable, formada y suavizada por la paciente acogida de la voluntad de Dios a través de los misterios de Jesús meditados en la oración. ¡Qué bonito si nosotros también podemos parecernos un poco a nuestra Madre! Con el corazón abierto a la Palabra de Dios, con el corazón silencioso, con el corazón obediente, con el corazón que sabe recibir la Palabra de Dios y la deja crecer con una semilla del bien de la Iglesia.

CALENDARIO

7 JUEVES DE LA V SEMANA DE CUARESMA, feria o SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, presbítero, conm.

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props. [para la conm.: 1.ª orac. prop. y el resto de la feria], Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
La Cuaresma: Guardar la palabra es no conocer la muerte.
- Gén 17, 3-9. Serás padre de muchedumbre de pueblos.
- Sal 104. R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
- Jn 8, 51-59. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día.

Liturgia de las Horas: oficio de feria. Se puede hacer conmemoración del santo.

Martirologio: elogs. del 8 de abril, pág. 244.

TEXTOS MISA

Jueves de la V Semana de Cuaresma.

Antífona de entrada Cf. Heb 9, 15
Cristo es mediador de una alianza nueva; en ella ha habido una muerte, y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Novi Testaménti mediátor est Christus, ut, morte intercedénte, repromissiónem accípiant, qui vocáti sunt aetérnae hereditátis.

Oración colecta
Escucha nuestras súplicas, Señor, y protege con amor a los que han puesto su esperanza en tu misericordia, para que, limpios de la mancha de los pecados, perseveren en una vida santa y lleguen de este modo a heredar tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo.
Adésto, Dómine, supplícibus tuis, et spem suam in tua misericórdia collocántes tuére propítius, ut, a peccatórum labe mundáti, in sancta conversatióne permáneant, et promissiónis tuae perficiántur herédes. Per Dóminum.

En la conmemoración:
7 de abril
San Juan Bautista de la Salle, presbítero
Memoria

Oración colecta propia. Resto de la feria de Cuaresma.

Monición de entrada
Celebramos hoy la memoria de san Juan Bautista de la Salle, presbítero, que nació en Reims (Francia) en el año 1651. Allí se dedicó con ahínco a la instrucción humana y cristiana de los niños, en especial de los pobres. Fundó la Congregación de Hermanos de las Escuelas Cristianas para la educación en la fe de la juventud.

Oración colecta
Oh, Dios, que has elegido a san Juan Bautista de la Salle para educar a la juventud cristiana, suscita maestros en tu Iglesia que se entreguen de todo corazón a la formación humana y cristiana de los jóvenes. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui ad christiánam iuventútem educándam beátum Ioánnem Baptístam elegísti, éxcita in Ecclésia tua institutóres, qui humánae et christiánae iúvenum disciplínae toto corde sese devóveant. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Jueves de la V semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Gén 17, 13-9
Serás padre de muchedumbre de pueblos
Lectura del libro del Génesis

En aquellos días, Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:
«Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos.
Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera:
sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.
Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios».
El Señor añadió a Abrahán:
«Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 104, 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 8a)
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Memor fuit Dóminus in saéculum testaménti sui.

V. Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Memor fuit Dóminus in saéculum testaménti sui.

V. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Memor fuit Dóminus in saéculum testaménti sui.

V. Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a lsaac.
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Memor fuit Dóminus in saéculum testaménti sui.

Versículo antes del Evangelio Sal 94, 8a. 7d
No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor.
Hódie, nolíte obduráre corda vestra, sed vocem Dómine audíte.

EVANGELIO Jn 8, 51-59
Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». Los judíos le dijeron:
«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».
Jesús contestó:
«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».
Los judíos le dijeron:
«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 22-marzo-2018
Como para Abraham, nuestra alegría es exultar en la esperanza porque cada uno de nosotros sabe que no es fiel, pero Dios lo es. Basta pensar en la experiencia del Buen Ladrón. El Dios fiel no puede renegar de sí mismo, no puede renegar de nosotros, no puede renegar de su amor, no puede renegar de su pueblo, no puede renegar porque nos ama. Esa es la fidelidad de Dios. Cuando nos acercamos al Sacramento de la Penitencia, por favor, no pensemos que vamos a la tintorería a quitarnos las manchas. No. Vamos a recibir el abrazo de amor de este Dios fiel, que nos espera siempre. ¡Siempre!

Oración de los fieles
Oremos al Señor nuestro Dios. El desea que le presentemos nuestras necesidades.
- Para que la Iglesia, comunidad de cristianos, guarde siempre y fielmente la Alianza con Dios. Roguemos al Señor
- Para que el Señor ilumine con la luz del Espíritu a cuantos aún no lo conocen y lo están buscando con sinceridad. Roguemos al Señor.
- Para que los que ejercen cualquier forma de poder o autoridad en el mundo sean conscientes de que es Dios el que conduce, con su providencia, la marcha de la historia. Roguemos al Señor
- Para que el Señor, en su bondad, se acuerde de su Alianza con nosotros, sellada y ratificada con la Sangre de Jesucristo Roguemos al Señor.
Escucha, Padre, nuestra oración, que te dirigimos confiando en la Alianza que has establecido con tu nuevo pueblo, la Iglesia, en la Sangre de Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Complacido, Señor, con las ofrendas presentes, haz que favorezcan nuestra conversión y la salvación de todo el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sacrifíciis praeséntibus, quaesumus, Dómine, placátus inténde, ut et conversióni nostrae profíciant et totíus mundi salúti. Per Christum.

PREFACIO I DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
LA FUERZA DE LA CRUZ
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y, por la fuerza inefable de la cruz, se hace patente el juicio del mundo y el poder del Crucificado.
Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quia per Fílii tui salutíferam passiónem sensum confiténdae tuae maiestátis totus mundus accépit, dum ineffábili crucis poténtia iudícium mundi et potéstas émicat Crucifíxi.
Unde et nos, Dómine, cum Angelis et Sanctis univérsis, tibi confitémur, in exsultatióne dicéntes:
Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión Cf. Rom 8, 32
Dios no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros: con él nos lo ha dado todo.
Próprio Fílio suo non pepércit Deus, sed pro nobis ómnibus trádidit illum: cum illo ómnia nobis donávit.

Oración después de la comunión
Saciados con los dones de la salvación, invocamos, Señor, tu misericordia, para que este sacramento, con el que nos alimentas en nuestra vida temporal, nos haga partícipes de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Satiáti múnere salutári, tuam, Dómine, misericórdiam deprecámur, ut hoc eódem sacraménto, quo nos temporáliter végetas, effícias perpétuae vitae partícipes. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. El Señor esté con vosotros. R.
V. Inclinaos para recibir la bendición.
Sé propicio, Señor, a tu pueblo para que, rechazando día tras día lo que te desagrada, encuentre su alegría en el cumplimiento fiel de tus mandatos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Esto, quaesumus, Dómine, propítius plebi tuae, ut, de die in diem, quae tibi non plácent réspuens, tuórum pótius repleátur delectatiónibus mandatórum. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 8 de abril

1. Conmemoración de san Agabo, profeta, que, según atestiguan los Hechos de los apóstoles, movido por el Espíritu Santo anunció una gran hambre sobre toda la tierra, así como las dificultades que Pablo tuvo que soportar de los gentiles. (s. I)
2. Conmemoración de los santos Herodión, Asíncrito y Flegón, a los que el apóstol san Pablo saluda en la Carta a los romanos. (s. I)
3. Conmemoración de san Dionisiso, obispo de Corinto, en la actual Grecia, quien, dotado de admirable conocimiento de la palabra de Dios, no sólo enseñó con la predicación a los fieles de su ciudad, sino también a los obispos de otras ciudades y provincias mediante sus cartas. (180)
4. En Antioquía de Siria, actualmente Turquía,  santos Timoteo, Diógenes, Macario y Máximo, mártires. (s. inc.)
5. En Alejandría de Egipto, san Dionisio, obispo, varón de gran erudición, que, insigne por haber confesado su fe muchas veces y admirable por la diversidad de sufrimientos y tormentos padecidos, descansó ya anciano, manteniendo siempre la fe, en tiempo de los emperadores Valeriano y Galieno. (c. 265)
6. En Como, en la región italiana de Liguria, san Amancio, obispo, que fue el tercero en la cátedra de esta Iglesia y fundó la basílica de los Apóstoles. (449)
7*. En Orvieto, en la región de Toscana, también en Italia, beato Clemente de Osimo, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que dirigió y promovió la Orden con gran eficacia y adaptó sabiamente sus leyes. (1291)
8*. En Alcalá de Henares, en España, beato Julián de San Agustín, religioso de la Orden de Hermanos Menores Descalzos, que tomado por loco a causa de su exagerada penitencia, y varias veces rechazado de la vida religiosa, predicó a Cristo más con el ejemplo de su virtud que con la palabra. (1606)
9. En Namur, junto al río Mosa, en Brabante, en la actual Francia, santa Julia Billiart, virgen, que, para asegurar la educación de las jóvenes, fundó la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora y propagó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. (1816)
10*. En Alassio, cerca de Albenga, en la región de Liguria, en Italia, beato Augusto Czartoryski, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales, cuya salud enfermiza no le impidió caminar según la llamada de Dios y mostrar eximios ejemplos de santidad. (1893)
11*. En el convento de Belmonte, cerca de Cuenca, en España, beato Domingo del Santísimo Sacramento Iturrate, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que trabajó con todas sus fuerzas para la salvación de las almas y en magnificar la gloria de la Trinidad. (1927)

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