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martes, 28 de diciembre de 2021

Martes 1 febrero 2022, Martes de la IV semana del Tiempo Ordinario, feria (o misa por las vocaciones a la vida religiosa).

SOBRE LITURGIA

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL

Castelgandolfo. Miércoles 1 de agosto de 2012

San Alfonso María de Ligorio y la oración

Queridos hermanos y hermanas:

Se celebra hoy la memoria litúrgica de san Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, fundador de la Congregación del Santísimo Redentor, redentoristas, patrono de los estudiosos de teología moral y de los confesores. San Alfonso es uno de los santos más populares del siglo XVIII, por su estilo sencillo e inmediato y por su doctrina sobre el sacramento de la Penitencia: en un período de gran rigorismo, fruto del influjo jansenista, él recomendaba a los confesores que administraran este sacramento manifestando el abrazo gozoso de Dios Padre, que en su misericordia infinita no se cansa de acoger al hijo arrepentido. Esta celebración nos brinda la ocasión de reflexionar sobre las enseñanzas de san Alfonso respecto a la oración, muy valiosas y llenas de unción espiritual. Al año 1759 se remonta su tratado Sobre el gran medio de la oración, que él consideraba el más útil de todos sus escritos. De hecho, describe la oración como «el medio necesario y seguro para obtener la salvación y todas las gracias que necesitamos para conseguirla» (Introducción). En esta frase se sintetiza el modo alfonsiano de entender la oración.

Al decir que es un medio, nos recuerda ante todo el fin que se pretende alcanzar: Dios ha creado por amor, para poder darnos la vida en plenitud; pero esta meta, esta vida en plenitud, a causa del pecado, por decir así, se ha alejado —lo sabemos todos—, y sólo la gracia de Dios la puede hacer accesible. Para explicar esta verdad fundamental y hacer entender con inmediatez cuán real es para el hombre el peligro de «perderse», san Alfonso acuñó una famosa máxima, muy elemental, que dice: «Quien ora, se salva; quien no ora, se condena». Comentando esta frase lapidaria, añadía: «Salvarse sin orar es dificilísimo, más aún, imposible..., pero, si se ora, salvarse es algo seguro y facilísimo» (II, Conclusión). Y prosigue diciendo: «Si no oramos, no tenemos excusa, porque la gracia de orar se da a cada uno... Si no nos salvamos, toda la culpa será nuestra, porque no habremos rezado» (ib.). Así pues, al decir que la oración es un medio necesario, san Alfonso quería dar a entender que en todas las situaciones de la vida no se puede dejar de orar, especialmente en los momentos de prueba y dificultad. Siempre debemos llamar con confianza a la puerta del Señor, sabiendo que él cuida de sus hijos, de nosotros, en todo. Por esto, se nos invita a no tener miedo de recurrir a él y presentarle con confianza nuestras peticiones, con la certeza de que obtendremos lo que necesitamos.

Queridos amigos, esta es la cuestión central: ¿qué es lo realmente necesario en mi vida? Respondo con san Alfonso: «La salud y todas las gracias que para ella hacen falta» (ib.); naturalmente, él entiende no sólo la salud del cuerpo, sino ante todo también la del alma, que Jesús nos regala. Más que cualquier otra cosa, necesitamos su presencia liberadora, que hace de verdad plenamente humano, y por eso lleno de alegría, nuestro existir. Y sólo mediante la oración podemos acogerlo a él, su Gracia, que, iluminándonos en toda situación, nos hace discernir el verdadero bien y, fortificándonos, hace eficaz también nuestra voluntad, es decir, la capacita para realizar el bien conocido.

Con frecuencia reconocemos el bien, pero no somos capaces de realizarlo. Con la oración logramos hacerlo. El discípulo del Señor sabe que siempre está expuesto a la tentación y no puede menos de pedir ayuda a Dios en la oración, para vencerla.

San Alfonso refiere el ejemplo de san Felipe Neri —muy interesante—, quien «desde el primer momento en que se despertaba por la mañana, decía a Dios: “Señor, mantén hoy tus manos sobre Felipe, porque si no, Felipe te traiciona”» (III, 3). Muy realista. Pide a Dios que mantenga sus manos sobre él. También nosotros, conscientes de nuestra debilidad, debemos pedir ayuda a Dios con humildad, confiando en la riqueza de su misericordia. En otro pasaje dice san Alfonso: «Nosotros somos pobres de todo, pero si pedimos ya no somos pobres. Aunque nosotros somos pobres, Dios es rico» (II, 4). Y, siguiendo a san Agustín, invita a todo cristiano a no tener miedo de obtener de Dios, con la oración, la fuerza que no tiene, y que necesita para hacer el bien, con la certeza de que el Señor no niega su ayuda a quien reza con humildad (cf. III, 3). Queridos amigos, san Alfonso nos recuerda que la relación con Dios es esencial en nuestra vida. Sin la relación con Dios falta la relación fundamental, y la relación con Dios se realiza hablando con Dios, en la oración personal cotidiana y con la participación en los sacramentos; así esta relación puede crecer en nosotros, puede crecer en nosotros la presencia divina que orienta nuestro camino, lo ilumina y lo hace seguro y sereno, incluso en medio de dificultades y peligros. Gracias.

CALENDARIO

MES DE FEBRERO

1 MARTES DE LA IV SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria

Misa
de feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- 2 Sam 18, 9-10. 14b. 24-25a. 31 — 19, 3.
¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar!
- Sal 85. R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
- Mc 5, 21-43. Contigo hablo, niña, levántate.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 2 de febrero, pág. 142.
CALENDARIOS: Granada-ciudad: San Cecilio, obispo y mártir (S). Granada-diócesis: (F).
Ibiza: San Juan Bosco, presbítero (MO).
Pamplona y Tudela y O. Cist.: San Raimundo de Fitero, abad (ML).
Carmelitas: Beata Candelaria de san José, virgen (ML).
Misioneros del Sagrado Corazón: Samuel Benedicto Daswa, mártir (ML).
Paúles e Hijas de la Caridad: Beatas María Ana Vaillot y Otilia Baumgarten, vírgenes y mártires (ML).
Familia Salesiana: Conmemoración de todos los difuntos de la Congregación.

TEXTOS MISA

Misa de la feria:
del IV Domingo del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa por la vocaciones a la vida religiosa: (mañana es la Jornada de la vida consagrada).
Por las vocaciones a la vida religiosa

Antífona de entrada Cf. Mt 19, 21
Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres, y luego ven y sígueme, dice el Señor.
Si vis perféctus esse, vade, vende quae habes et da paupéribus, et veni, séquere me, dicit Dóminus.

Monición de entrada
La Iglesia y el mundo necesitan el testimonio de cristianos que realizan en su vida los consejos evangélicos, con una actitud de renuncia y sacrificio. Conscientes de esta necesidad, pidamos al Señor que no falten nunca en la Iglesia las vocaciones a la vida consagrada.

Oración colecta
Padre santo, aunque invitas a todos los fieles a alcanzar la caridad perfecta, no dejas de llamar a muchos para que sigan más de cerca las huellas de tu Hijo; concede a los que tú quieras elegir con una vocación especial, manifestar, con su conducta, un signo claro de tu reino para la Iglesia y para el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Pater sancte, qui, licet fidéles omnes ad perfectiónem caritátis invítas, multos tamen excitáre non désinis, ad Fílii tui vestígia préssius sequénda, concéde, ut, quos tibi in sortem peculiárem elégeris, conversatióne sua váleant regni tui signum osténdere Ecclésiae mundóque perspícuum. Per Dóminum.
O bien, cuando la dice un sacerdote religioso:
Señor, mira con amor a tu familia y hazla crecer con nuevas vocaciones, para que pueda conducir a sus hijos hacia el ideal de la caridad perfecta, y trabajar eficazmente por la salvación de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.
Famíliam tuam, quaesumus, Dómine, propítius réspice et nova prole semper amplífica, ut et fílios suos ad propósitam caritátis perfectiónem addúcere, et ad hóminum salútem efficáciter váleat laboráre. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Martes de la IV semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 2 Sam 18, 9-10. 14b. 24-25a. 31 - 19, 3
¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar!
Lectura del segundo libro de Samuel.

En aquellos días, Absalón se encontró frente a los hombres de David.
Montaba un mulo y, al pasar el mulo bajo el ramaje de una gran encina, la cabeza se enganchó en la encina y quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que montaba siguió adelante.
Alguien lo vio y avisó a Joab:
«He visto a Absalón colgado de una encina».
Cogiendo Joab tres venablos en la mano, los clavó en el corazón de Absalón.
David estaba sentado entre las dos puertas.
El vigía subió a la terraza del portón, sobre la muralla. Alzó los ojos y vio que un hombre venía corriendo en solitario.
El vigía gritó para anunciárselo al rey.
El rey dijo:
«Si es uno solo, trae buenas noticias en su boca». Cuando llegó el cusita, dijo:
«Reciba una buena noticia el rey, mi señor: el Señor te ha hecho justicia hoy, librándote de la mano de todos los que se levantaron contra ti».
El rey preguntó:
«¿Se encuentra bien el muchacho Absalón?».
El cusita respondió:
«Que a los enemigos de mi señor, el rey, y a todos los que se han levantado contra ti para hacerte mal les ocurra como al muchacho».
Entonces el rey se estremeció. Subió a la habitación superior del portón y se puso a llorar. Decía al subir:
«¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! Quién me diera haber muerto en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!».
Avisaron a Joab:
«El rey llora y hace duelo por Absalón».
Así, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, al oír decir que el rey estaba apenado por su hijo.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 85, 1b-2. 3-4. 5-6 (R.: 1b)
R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
Inclína, Dómine, aurem tuam et exáudi me.

V. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti.
R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
Inclína, Dómine, aurem tuam et exáudi me.

V. Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
Inclína, Dómine, aurem tuam et exáudi me.

V. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
Inclína, Dómine, aurem tuam et exáudi me.

Aleluya Mt 8, 17
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades. R.
Ipse infirmitátes nostras accépit, et ægrotatiónes nostras portávit.

EVANGELIO Mc 5, 21-43
Contigo hablo, niña, levántate
 Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Ángelus 1-julio-2018
En esta página del Evangelio se entrelazan los temas de la fe y de la vida nueva que Jesús ha venido a ofrecer a todos. Entrando en la casa donde la muchacha yace muerta, Él echa a aquellos que se agitan y se lamentan (cf. Mc 5, 40) y dice: «La niña no ha muerto; está dormida» (Mc 5, 39). Jesús es el Señor y delante de Él la muerte física es como un sueño: no hay motivo para desesperarse. Otra es la muerte de la que tener miedo: la del corazón endurecido por el mal. ¡De esa sí que tenemos que tener miedo! Cuando sentimos que tenemos el corazón endurecido, el corazón que se endurece y, me permito la palabra, el corazón momificado, tenemos que sentir miedo de esto. Esta es la muerte del corazón. Pero incluso el pecado, incluso el corazón momificado, para Jesús nunca es la última palabra, porque Él nos ha traído la infinita misericordia del Padre. E incluso si hemos caído, su voz tierna y fuerte nos alcanza: «Yo te digo: ¡Levántate!». Es hermoso sentir aquella palabra de Jesús dirigida a cada uno de nosotros: «yo te digo: Levántate. Ve. ¡Levántate, valor, levántate!». Y Jesús vuelve a dar la vida a la muchacha y vuelve a dar la vida a la mujer sanada: vida y fe a las dos.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XIX

Oremos a Dios Padre.
- Por la Iglesia, en la pluralidad de ministerios y carismas. Roguemos al Señor.
- Por los que trabajan en las diversas profesiones. Roguemos al Señor.
- Por los impedidos y minusválidos. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, que queremos ser fieles a nuestra vocación de cristianos. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, los ruegos de los que te suplican. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Misa por la vocaciones a la vida religiosa:
Oración de los fieles

Guiados por el Evangelio de Jesucristo, invoquemos al Señor, que nos enriquece con la fuerza del Espíritu:
- Para que los religiosos y religiosas signifiquen la presencia de la Iglesia evangelizadora en todo el mundo. Roguemos al Señor.
- Para que siempre haya corazones jóvenes dispuestos a dejarlo todo para seguir la llamada de Cristo en la vida religiosa o consagrada, siendo testigos de la esperanza. Roguemos al Señor.
- Para que los pueblos y naciones trabajen por los valores del Evangelio, que traen la paz, la justicia y la verdadera libertad. Roguemos al Señor.
- Para que los niños, los jóvenes, los enfermos y los pobres se encuentren con Cristo a través del testimonio de los religiosos y religiosas. Roguemos al Señor.
- Para que nuestra parroquia (comunidad) y nuestras familias fomentemos la vocación cristiana de nuestros hijos, sembremos con valentía llamada de Cristo y animemos a quienes deciden consagrarse al servicio del Evangelio. Roguemos al Señor.
Escucha, Dios misericordioso, nuestras súplicas por las vocaciones a la vida religiosa, para que los religiosos y los que quieren servirte sean siempre enriquecidos con tus dones. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Padre santo, recibe compasivo los dones que te ofrecemos, y concede la comunión fraterna y la libertad de espíritu, a todos los que se han propuesto imitar con alegría a tu Hijo por la senda estrecha. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Múnera quae tibi offérimus, Pater sancte, súscipe miserátus, et ómnibus, qui Fílium tuum per arctam viam imitári laeta sibi mente propónunt, communiónem concéde fratérnam et spiritálem libertátem. Per Christum.

PLEGARIA EUCARÍSTICA D 2

Antífona de la comunión Cf. Mt 19, 27-29
En verdad os digo, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más y heredaréis la vida eterna, dice el Señor.
Amen dico vobis, quod vos qui reliquístis ómnia, et secúti estis me, céntuplum accipiétis et vitam aetérnam possidébitis, dicit Dóminus.

Oración después de la comunión
Te rogamos, Señor, que des fuerza a tus siervos con el alimento y la bebida espirituales, para que, manteniéndose siempre fieles a su vocación evangélica, sean en todas partes la imagen viva de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Fámulos tuos, Dómine, spiritáli cibo potúque confírma, ut, evangélicae semper vocatióni fidéles, vivam ubíque Fílii tui imáginem repraeséntent. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.
O bien, cuando la dice un sacerdote religioso:
Concédenos, Señor, por la eficacia de este sacramento, un servicio perseverante en tu voluntad, para dar al mundo testimonio de tu amor y procurar con tesón los únicos bienes que no perecen. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Huius, Dómine, virtúte sacraménti, da nobis, quaesumus, perseverántem in tua voluntáte famulátum, ut tuam caritátem mundo testári et bona quae sola non amittúntur valeámus fórtiter inquírere. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 2 de febrero
F
iesta de la Presentación del Señor, llamada Hypapante por los griegos: cuarenta días después de Navidad, Jesús fue llevado al Templo por María y José, y lo que pudo aparecer como cumplimiento de la ley mosaica se convirtió, en realidad, en su encuentro con el pueblo creyente y gozoso. Se manifestó, así, como luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel.
2. En Orleans, en la Galia Lugdunense, hoy Francia, san Flósculo, obispo. (c. 500)
3. En Cantorbery, en Inglaterra, san Lorenzo, obispo, que gobernó esta Iglesia después de san Agustín y la engrandeció al convertir a la fe al rey Edbaldo. (619)
4. En Würzburg, ciudad de Austrasia, actualmente Alemania, san Burcardo, el cual, oriundo de Inglaterra, fue ordenado por san Bonifacio como primer obispo de esta sede. (754)
5*. En Florencia, en la región italiana de Toscana, beato Simón Fidati de Cassia, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que con sus palabras y sus escritos condujo a muchos a vivir con más fidelidad la vida cristiana. (1348)
6*. En Susa, en el Piamonte, también en Italia, beato Pedro Cambiani de Ruffia, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que por odio a la Iglesia fue asesinado en el claustro por los herejes. (1365)
7. En Prato, lugar de Toscana, de nuevo en Italia, santa Catalina de’ Ricci, virgen, de la Tercera Orden Regular de Santo Domingo, que se dedicó de lleno a la restauración de la religión. Logró, de alguna manera, experimentar en ella los misterios de la pasión de Jesucristo, gracias a su asidua meditación. (1590)
8. En Burdeos, en Francia, santa Juana de Lestonnac, que, siendo niña, rechazó la invitación y los esfuerzos de su madre para apartarla de la Iglesia católica. Al quedar viuda y después de educar convenientemente a sus cinco hijos, fundó la Sociedad de Hijas de Nuestra Señora, a imitación de la Orden de la Compañía de Jesús, para la educación cristiana de las muchachas. (1640)
9*. En Roma, san Nicolás Saggio de Langobardis, religioso de la Orden de los Mínimos, que ejerció con humildad y santidad el oficio de portero. (1709) Canonizado 2014
10*. En Genezzano, lugar del Lacio, en Italia, beato Esteban Bellesini, presbítero de la Orden de San Agustín, que permaneció fiel a su congregación durante tiempos difíciles y se dedicó infatigablemente a la educación de la juventud, a la predicación y al trabajo pastoral. (1840)
11. En Hanoi, en Tonkín, hoy Vietnam, san Juan Teófano Vénard, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras pasar seis años de trabajos ministeriales en la clandestinidad y en medio de grandes dificultades, fue encerrado en una jaula y condenado a muerte en tiempo del emperador Tu Duc, marchando serenamente a consumar su martirio por decapitación. (1861)
12*. En Dernach, lugar de Renania, en Alemania, santa María Catalina Kasper, virgen, que fundó el Instituto de Pobres Siervas de Jesucristo, para servir al Señor en los indigentes. (1898) Canonizada 2018
13*. En Milán, ciudad de Italia, beato Andrés Carlos Ferrari, obispo, que trabajó en favor de las tradiciones religiosas de su pueblo y abrió nuevos cauces para dar a conocer en el mundo el amor de Cristo y de la Iglesia. (1921)
14*. En Verona, también en Italia, beata María Dominica Mantovani, virgen, que junto con el beato José Nascimbeni, presbítero, fundó el Instituto de Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, del cual fue primera superiora, para atender a los pobres, huérfanos y enfermos, y llevó siempre una vida humilde por amor a Cristo. (1934)

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