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lunes, 20 de diciembre de 2021

Lunes 24 enero 2022, San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia, memoria obligatoria.

SOBRE LITURGIA

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro. Miércoles 25 de abril de 2012

El primado de la oración y de la Palabra de Dios (Hch 6, 1-7)

Queridos hermanos y hermanas:

En la anterior catequesis mostré cómo la Iglesia, desde los inicios de su camino, tuvo que afrontar situaciones imprevistas, nuevas cuestiones y emergencias, a las que trató de dar respuesta a la luz de la fe, dejándose guiar por el Espíritu Santo. Hoy quiero reflexionar sobre otra de estas cuestiones: un problema serio que la primera comunidad cristiana de Jerusalén tuvo que afrontar y resolver, como nos narra san Lucas en el capítulo sexto de los Hechos de los Apóstoles, acerca de la pastoral de la caridad en favor de las personas solas y necesitadas de asistencia y ayuda. La cuestión no es secundaria para la Iglesia y corría el peligro de crear divisiones en su seno. De hecho, el número de los discípulos iba aumentando, pero los de lengua griega comenzaban a quejarse contra los de lengua hebrea porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas (cf. Hch 6, 1). Ante esta urgencia, que afectaba a un aspecto fundamental en la vida de la comunidad, es decir, a la caridad con los débiles, los pobres, los indefensos, y la justicia, los Apóstoles convocan a todo el grupo de los discípulos. En este momento de emergencia pastoral resalta el discernimiento llevado a cabo por los Apóstoles. Se encuentran ante la exigencia primaria de anunciar la Palabra de Dios según el mandato del Señor, pero —aunque esa sea la exigencia primaria de la Iglesia— consideran con igual seriedad el deber de la caridad y la justicia, es decir, el deber de asistir a las viudas, a los pobres, proveer con amor a las situaciones de necesidad en que se hallan los hermanos y las hermanas, para responder al mandato de Jesús: amaos los unos a los otros como yo os he amado (cf. Jn 15, 12.17). Por consiguiente, las dos realidades que deben vivir en la Iglesia —el anuncio de la Palabra, el primado de Dios, y la caridad concreta, la justicia— están creando dificultad y se debe encontrar una solución, para que ambas puedan tener su lugar, su relación necesaria. La reflexión de los Apóstoles es muy clara. Como hemos escuchado, dicen: «No nos parece bien descuidar la Palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y les encargaremos esta tarea. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la Palabra» (Hch 6, 2-4).

Destacan dos cosas: en primer lugar, desde ese momento existe en la Iglesia un ministerio de la caridad. La Iglesia no sólo debe anunciar la Palabra, sino también realizar la Palabra, que es caridad y verdad. Y, en segundo lugar, estos hombres no sólo deben gozar de buena fama, sino que además deben ser hombres llenos de Espíritu Santo y de sabiduría, es decir, no pueden ser sólo organizadores que saben «actuar», sino que deben «actuar» con espíritu de fe a la luz de Dios, con sabiduría en el corazón; y, por lo tanto, también su función —aunque sea sobre todo práctica— es una función espiritual. La caridad y la justicia no son únicamente acciones sociales, sino que son acciones espirituales realizadas a la luz del Espíritu Santo. Así pues, podemos decir que los Apóstoles afrontan esta situación con gran responsabilidad, tomando una decisión: se elige a siete hombres de buena fama, los Apóstoles oran para pedir la fuerza del Espíritu Santo y luego les imponen las manos para que se dediquen de modo especial a esta diaconía de la caridad. Así, en la vida de la Iglesia, en los primeros pasos que da, se refleja, en cierta manera, lo que había acontecido durante la vida pública de Jesús, en casa de Marta y María, en Betania. Marta andaba muy afanada con el servicio de la hospitalidad que se debía ofrecer a Jesús y a sus discípulos; María, en cambio, se dedica a la escucha de la Palabra del Señor (cf. Lc 10, 38-42). En ambos casos, no se contraponen los momentos de la oración y de la escucha de Dios con la actividad diaria, con el ejercicio de la caridad. La amonestación de Jesús: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada» (Lc 10, 41-42), así como la reflexión de los Apóstoles: «Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la Palabra» (Hch 6, 4), muestran la prioridad que debemos dar a Dios. No quiero entrar ahora en la interpretación de este pasaje de Marta y María. En cualquier caso, no se debe condenar la actividad en favor del prójimo, de los demás, sino que se debe subrayar que debe estar penetrada interiormente también por el espíritu de la contemplación. Por otra parte, san Agustín dice que esta realidad de María es una visión de nuestra situación en el cielo; por tanto, en la tierra nunca podemos tenerla completamente, sino sólo debe estar presente como anticipación en toda nuestra actividad. Debe estar presente también la contemplación de Dios. No debemos perdernos en el activismo puro, sino siempre también dejarnos penetrar en nuestra actividad por la luz de la Palabra de Dios y así aprender la verdadera caridad, el verdadero servicio al otro, que no tiene necesidad de muchas cosas —ciertamente, le hacen falta las cosas necesarias—, sino que tiene necesidad sobre todo del afecto de nuestro corazón, de la luz de Dios.

San Ambrosio, comentando el episodio de Marta y María, exhorta así a sus fieles y también a nosotros: «Tratemos, por tanto, de tener también nosotros lo que no se nos puede quitar, prestando a la Palabra del Señor una atención diligente, no distraída: sucede a veces que las semillas de la Palabra celestial, si se las siembra en el camino, desaparecen. Que te estimule también a ti, como a María, el deseo de saber: esta es la obra más grande, la más perfecta». Y añade que «ni siquiera la solicitud del ministerio debe distraer del conocimiento de la Palabra celestial», de la oración (Expositio Evangelii secundum Lucam, VII, 85: pl 15, 1720). Los santos, por lo tanto, han experimentado una profunda unidad de vida entre oración y acción, entre el amor total a Dios y el amor a los hermanos. San Bernardo, que es un modelo de armonía entre contemplación y laboriosidad, en el libro De consideratione, dirigido al Papa Inocencio II para hacerle algunas reflexiones sobre su ministerio, insiste precisamente en la importancia del recogimiento interior, de la oración para defenderse de los peligros de una actividad excesiva, cualquiera que sea la condición en que se encuentre y la tarea que esté realizando. San Bernardo afirma que demasiadas ocupaciones, una vida frenética, a menudo acaban por endurecer el corazón y hacer sufrir el espíritu (cf. II, 3).

Es una valiosa amonestación para nosotros hoy, acostumbrados a valorarlo todo con el criterio de la productividad y de la eficiencia. El pasaje de los Hechos de los Apóstoles nos recuerda la importancia del trabajo —sin duda se crea un verdadero ministerio—, del empeño en las actividades diarias, que es preciso realizar con responsabilidad y esmero, pero también nuestra necesidad de Dios, de su guía, de su luz, que nos dan fuerza y esperanza. Sin la oración diaria vivida con fidelidad, nuestra actividad se vacía, pierde el alma profunda, se reduce a un simple activismo que, al final, deja insatisfechos. Hay una hermosa invocación de la tradición cristiana que se reza antes de cualquier actividad y dice así: «Actiones nostras, quæsumus, Domine, aspirando præveni et adiuvando prosequere, ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur», «Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda, para que todo nuestro hablar y actuar tenga en ti su inicio y su fin». Cada paso de nuestra vida, cada acción, también de la Iglesia, se debe hacer ante Dios, a la luz de su Palabra.

En la catequesis del miércoles pasado subrayé la oración unánime de la primera comunidad cristiana ante la prueba y cómo, precisamente en la oración, en la meditación sobre la Sagrada Escritura pudo comprender los acontecimientos que estaban sucediendo. Cuando la oración se alimenta de la Palabra de Dios, podemos ver la realidad con nuevos ojos, con los ojos de la fe, y el Señor, que habla a la mente y al corazón, da nueva luz al camino en todo momento y en toda situación. Nosotros creemos en la fuerza de la Palabra de Dios y de la oración. Incluso la dificultad que estaba viviendo la Iglesia ante el problema del servicio a los pobres, ante la cuestión de la caridad, se supera en la oración, a la luz de Dios, del Espíritu Santo. Los Apóstoles no se limitan a ratificar la elección de Esteban y de los demás hombres, sino que, «después de orar, les impusieron las manos» (Hch 6, 6). El evangelista recordará de nuevo estos gestos con ocasión de la elección de Pablo y Bernabé, donde leemos: «Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron» (At 13,3). Esto confirma de nuevo que el servicio práctico de la caridad es un servicio espiritual. Ambas realidades deben ir juntas.

Con el gesto de la imposición de las manos los Apóstoles confieren un ministerio particular a siete hombres, para que se les dé la gracia correspondiente. Es importante que se subraye la oración —«después de orar», dicen— porque pone de relieve precisamente la dimensión espiritual del gesto; no se trata simplemente de conferir un encargo como sucede en una organización social, sino que es un evento eclesial en el que el Espíritu Santo se apropia de siete hombres escogidos por la Iglesia, consagrándolos en la Verdad, que es Jesucristo: él es el protagonista silencioso, presente en la imposición de las manos para que los elegidos sean transformados por su fuerza y santificados para afrontar los desafíos pastorales. El relieve que se da a la oración nos recuerda además que sólo de la relación íntima con Dios, cultivada cada día, nace la respuesta a la elección del Señor y se encomienda cualquier ministerio en la Iglesia.

Queridos hermanos y hermanas, el problema pastoral que impulsó a los Apóstoles a elegir y a imponer las manos sobre siete hombres encargados del servicio de la caridad, para dedicarse ellos a la oración y al anuncio de la Palabra, nos indica también a nosotros el primado de la oración y de la Palabra de Dios, que luego produce también la acción pastoral. Para los pastores, esta es la primera y más valiosa forma de servicio al rebaño que se les ha confiado. Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, corremos el peligro de asfixiarnos en medio de los mil afanes de cada día: la oración es la respiración del alma y de la vida. Hay otra valiosa observación que quiero subrayar: en la relación con Dios, en la escucha de su Palabra, en el diálogo con él, incluso cuando nos encontramos en el silencio de una iglesia o de nuestra habitación, estamos unidos en el Señor a tantos hermanos y hermanas en la fe, como un conjunto de instrumentos que, aun con su individualidad, elevan a Dios una única gran sinfonía de intercesión, de acción de gracias y de alabanza. Gracias.

CALENDARIO

24 LUNES. SAN FRANCISCO DE SALES, obispo y doctor de la Iglesia, memoria obligatoria

Misa
de la memoria (blanco).
MISAL: oracs. props., ants. del común de pastores (para un obispo) o de doctores, Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- 2 Sam 5, 1-7. 10.
Tú pastorearás a mi pueblo Israel.
- Sal 88. R. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.
- Mc 3, 22-30. Satanás está perdido.
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de la memoria.

Martirologio: elogs. del 25 de enero, pág. 127.
CALENDARIOS: Salesas del Sagrado Corazón: San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia (S). Familia Salesiana, Congregación del Oratorio y Familia Mínima: (F).
Cartagena: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Teruel-ciudad: San Ildefonso, obispo (ML), o san Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia: (ML).
Toledo: Conmemoración de la bienaventurada Virgen María (MO).
Pamplona y Tudela: Aniversario de la muerte del cardenal Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo, emérito (2019).

TEXTOS MISA

24 de enero
San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia
Memoria

Las oraciones son propias de la memoria. Las antífonas están tomadas del común de doctores 1.

Antífona de entrada Cf. Eclo 15, 5
En medio de la asamblea le abrió la boca, y el Señor lo llenó del espíritu de sabiduría y de inteligencia, lo revistió con un vestido de gloria.
In médio Ecclésiae apéruit os eius, et implévit eum Dóminus spíritu sapiéntiae et intelléctus; stolam glóriae índuit eum.
O bien: Sal 36, 30-31
La boca del justo expone la sabiduría, su lengua explica el derecho, porque lleva en el corazón la ley de su Dios.
Os iusti meditábitur sapiéntiam, et lingua eius loquétur iudícium; lex Dei eius in corde ipsíus.

Monición de entrada
Hoy es la memoria de san Francisco de Sales, obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia, que nació en Saboya en 1567. Verdadero pastor de almas, consiguió que muchos hermanos que se habían separado volvieran a la comunión católica, y con sus escritos enseñó a los cristianos la devoción y el amor de Dios. Fundó, junto con santa Juana de Chantal, la Orden de la Visitación, y en Lion entregó humildemente su alma a Dios el 28 de diciembre de 1622. Fue sepultado en Annecy, en Francia, tal día como hoy

Oración colecta
Oh, Dios, tú has querido que el santo obispo Francisco de Sales se hiciera todo para todos por la salvación de las almas, concédenos, en tu bondad, a ejemplo suyo, manifestar siempre la dulzura de tu amor en el servicio a los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui ad animárum salútem beátum Francíscum epíscopum ómnibus ómnia factum esse voluísti, concéde propítius, ut, eius exémplo, tuae mansuetúdinem caritátis in fratrum servítio semper ostendámus. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la III semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 2 Sam 5, 1-7. 10
Tú serás el pastor de mi pueblo Israel
Lectura del segundo libro de Samuel.

En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón y le dijeron:
«Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”». Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.
David tenía treinta años cuando comenzó a reinar. Y reinó cuarenta años; siete años y seis meses sobre Judá en Hebrón, y treinta y tres años en Jerusalén sobre todo Israel y Judá.
David se dirigió con sus hombres a Jerusalén contra los jebuseos que habitaban en el país. Estos dijeron a David:
«No entrarás aquí, pues te rechazarán hasta los ciegos y los cojos».
Era como decir: David no entrará aquí. Pero David tomó la fortaleza de Sion, que es la ciudad de David.
David iba engrandeciéndose, pues el Señor, Dios del universo, estaba con él.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 88, 20. 21-22. 25-26 (R.: 25a)
R. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.
Véritas mea et misericórdia mea cum ipso

V. Un día hablaste en visión a tus santos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado de entre el pueblo.»
R. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.
Véritas mea et misericórdia mea cum ipso

V. «Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.»
R. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.
Véritas mea et misericórdia mea cum ipso

V. «Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río».
R. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.
Véritas mea et misericórdia mea cum ipso

Aleluya Cf. 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte, e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R.
Salvátor noster Iesus Christus destrúxit mortem, et illuminávit vitam per Evangélium.

EVANGELIO Mc 3, 22-30
Satanás está perdido
 Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con
el poder del jefe de los demonios».
Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres:
los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Ángelus 10-junio-2018
Jesús reacciona con palabras fuertes y claras, no tolera esto, porque esos escribas, quizás sin darse cuenta están cayendo en el pecado más grave: negar y blasfemar el Amor de Dios que está presente y obra en Jesús. Y la blasfemia, el pecado contra el Espíritu Santo, es el único pecado imperdonable –así dice Jesús–, porque comienza desde el cierre del corazón a la misericordia de Dios que actúa en Jesús. Pero este episodio contiene una advertencia que nos sirve a todos. De hecho, puede suceder que una envidia fuerte por la bondad y por las buenas obras de una persona pueda empujar a acusarlo falsamente. Y aquí hay un verdadero veneno mortal: la malicia con la que, de un modo premeditado se quiere destruir la buena reputación del otro. ¡Que Dios nos libre de esta terrible tentación! Y si al examinar nuestra conciencia, nos damos cuenta de que esta hierba maligna está brotando dentro de nosotros, vayamos inmediatamente a confesarlo en el sacramento de la penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos perversos, que son incurables. Estad atentos, porque este comportamiento destruye las familias, las amistades, las comunidades e incluso la sociedad.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XII

Invoquemos, hermanos, con corazón unánime, a Dios Padre todopoderoso, fuente y origen de todo bien.
- Por la santa Iglesia católica, extendida por todo el universo. Roguemos al Señor.
- Por nuestro santo Padre el papa N., por nuestro obispo N., por los sacerdotes y demás ministros de Dios. Roguemos al Señor.
- Por esta ciudad (este pueblo) de N., por su prosperidad y por todos los que en ella (él) habitan. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren, por nuestros hermanos enfermos o encarcelados. Roguemos al Señor.
- Por los que cuidan de los ancianos, pobres y atribulados. Roguemos al Señor.
- Por todos nuestros difuntos: para que Dios los reciba en su reino de luz y de paz. Roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eternos, que gobiernas cuanto existe en el cielo y en la tierra: escucha las oraciones de tu pueblo y concede a nuestro tiempo la paz. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Por este sacrificio de salvación que te ofrecemos, Señor, enciende nuestro corazón en el fuego del Espíritu Santo, con el que inflamaste admirablemente el alma llena de ternura de san Francisco de Sales. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Per hanc salutárem hóstiam quam offérimus tibi, Dómine, cor nostrum divíno illo Sancti Spíritus igne succénde, quo mitíssimum beáti Francísci ánimum mirabíliter inflammásti. Per Christum.

PREFACIO COMÚN I
EL UNIVERSO RESTAURADO EN CRISTO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz el universo; y así, exaltado sobre todo cuanto existe, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
In quo ómnia instauráre tibi complácuit, et de plenitúdine eius nos omnes accípere tribuísti. Cum enim in forma Dei esset, exinanívit semetípsum, ac per sánguinem crucis suae pacificávit univérsa; unde exaltátus est super ómnia et ómnibus obtemperántibus sibi factus est causa salútis aetérnae.
Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Cf. Lc 12, 42
Este es el siervo fiel y prudente a quien el Señor ha puesto al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas.
Fidélis servus et prudens, quem constítuit Dóminus super famíliam suam, ut det illis in témpore trítici mensúram.
O bien: Cf. Sal 1, 2-3
El que medita la ley del Señor día y noche, dará fruto a su tiempo.
Qui meditábitur in lege Dómini die ac nocte, dabit fructum suum in témpore suo.

Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, por estos sacramentos que hemos recibido, concédenos que, imitando en la tierra el amor y mansedumbre de san Francisco de Sales, alcancemos también la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Concéde, quaesumus, omnípotens Deus, ut, per sacraménta quae súmpsimus, beáti Francísci caritátem et mansuetúdinem imitántes in terris, glóriam quoque consequámur in caelis. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 25 de enero
F
iesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. Viajando hacia Damasco, en la actual Siria, cuando aún maquinaba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino y lo eligió para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Sufrió muchas dificultades a causa del nombre de Cristo. (c. 67)
2. Conmemoración de san Ananías, discípulo del Señor, que en Damasco bautizó a san Pablo. (s. I)
3*. En Pozzuoli, en la región hoy italiana de Campania, san Artemas, mártir(s. III/IV)
4. En Cartago, actual Túnez, san Agileo, mártir, en cuyo aniversario de muerte san Agustín ofreció, en su honor, un sermón al pueblo en su basílica. (s. III/IV)
5. En la ciudad de Nazianzo, en la región de Capadocia, hoy Turquía, muerte de san Gregorio, obispo, cuya memoria se celebra el día dos de enero. (379)
6. Conmemoración de san Bretanión, obispo de Tomis, en Escitia, actual Rumanía, que se opuso enérgicamente al emperador arriano Valente y se distinguió por su santidad y por su celo en defensa de la fe católica. (s. IV)
7. En Tabennesi, en la región de Tebaida, en Egipto, san Palemón, anacoreta, hombre asiduo a la oración y de gran austeridad, que fue maestro de san Pacomio. (s. IV)
8. En Clermont-Ferrand, en el territorio de Aquitania, actualmente Francia, san Preyecto, obispo, y Amarino, hombre de Dios, que fueron asesinados por los notables de la ciudad. (676)
9. En Marchiennes, en Fiandre, también en la Francia actual, san Popón, abad de los monasterios de Stavelot y Malmedy, que difundió en muchos cenobios de Lotaringia la observancia de Cluny. (1048)
10*. En Ulm, ciudad de Suabia, actualmente Alemania, beato Enrique Suso, presbítero de la Orden de Predicadores, que soportó pacientemente muchos contratiempos y enfermedades, compuso un tratado sobre la sabiduría eterna y predicó asiduamente sobre el Nombre de Jesús. (1366)
11*. En el lugar de Amándola, en el Piceno, hoy región de Las Marcas, en Italia, beato Antonio Migliorati, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín. (1450)
12*. En Mantua, en la región italiana de Lombardía, beata Arcángela (Leonor) Girlani, virgen de la Orden del Carmen, priora del convento de Parma y fundadora del cenobio de Mantua. (1495)
13*. En Tortosa, en España, beato Manuel Domingo y Sol, presbítero, que instituyó la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, para fomentar las vocaciones sacerdotales. (1909)
14*. En Alessandria, en la región del Piamonte, en Italia, beata María Antonia (Teresa) Grillo, religiosa, que, al quedar viuda, asumió con misericordia las necesidades de los pobres y, después de vender todas sus posesiones, fundó la Congregación de Hermanitas de la Divina Providencia. (1944)
15*. En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beato Antonio Swiadek, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra, por defender la fe ante quienes seguían doctrinas que negaban la dignidad humana y cristiana, adquirió una corona inmarcesible. (1945)
- Beato Francesco Zirano (1563- Argel, Argelia 1603). Sacerdote de la Orden de los Frailes Menores Conventuales, asesinado por odio a la fe.

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