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miércoles, 2 de febrero de 2022

Miércoles 9 marzo 2022, Miércoles de la I semana de Cuaresma, feria o santa Francisca Romana, religiosa, conmemoración.

SOBRE LITURGIA

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
EN LA INAUGURACIÓN DEL AÑO JUDICIAL DEL TRIBUNAL DE LA ROTA ROMANA

Sala Clementina. Sábado 26 de enero de 2013

Queridos miembros del Tribunal de la Rota Romana:

Es para mí motivo de alegría encontraros con ocasión de la inauguración del año judicial. Agradezco a vuestro decano, monseñor Pio Vito Pinto, los sentimientos expresados en nombre de todos vosotros y que correspondo de corazón. Este encuentro me ofrece la oportunidad de reafirmar mi estima y consideración por el alto servicio que prestáis al Sucesor de Pedro y a toda la Iglesia, así como de animaros a un compromiso cada vez mayor en un ámbito ciertamente arduo, pero precioso para la salvación de las almas. El principio de que la salus animarum es la suprema ley en la Iglesia (cf. CDC, can. 1752) debe tenerse siempre bien presente y hallar, cada día, en vuestro trabajo, la debida y rigurosa respuesta.

1. En el contexto del Año de la fe querría detenerme, de modo particular, en algunos aspectos de la relación entre fe y matrimonio, observando cómo la actual crisis de fe, que afecta en diversos lugares del mundo, lleva consigo una crisis de la sociedad conyugal, con toda la carga de sufrimiento y de malestar que ello implica también para los hijos. Podemos tomar como punto de partida la raíz lingüística común que tienen, en latín, los términos fides y foedus, vocablo éste con el que el Código de derecho canónico designa la realidad natural del matrimonio como alianza irrevocable entre hombre y mujer (cf. can. 1055 § 1). La confianza recíproca, de hecho, es la base irrenunciable de cualquier pacto o alianza.

En el plano teológico, la relación entre fe y matrimonio asume un significado aún más profundo. El vínculo esponsal, de hecho, aun siendo realidad natural, entre bautizados ha sido elevado por Cristo a la dignidad de sacramento (cf. ib.).

El pacto indisoluble entre hombre y mujer no requiere, para los fines de la sacramentalidad, la fe personal de los nubendi; lo que se requiere, como condición mínima necesaria, es la intención de hacer lo que hace la Iglesia. Pero si es importante no confundir el problema de la intención con el de la fe personal de los contrayentes, sin embargo no es posible separarlos totalmente. Como hacía notar la Comisión teológica internacional en un Documento de 1977, «en caso de que no se advierta ninguna huella de la fe en cuanto tal (en el sentido del término «creencia», disposición a creer) ni deseo alguno de la gracia y de la salvación, se plantea el problema de saber, en realidad, si la intención general y verdaderamente sacramental de la que hemos hablado está presente o no, y si el matrimonio se contrae válidamente o no» (La doctrina católica sobre el sacramento del matrimonio [1977], 2.3: Documentos 1969-2004, vol. 13, Bolonia 2006, p. 145). El beato Juan Pablo II, dirigiéndose a este Tribunal, hace diez años, precisó en cambio que «una actitud de los contrayentes que no tenga en cuenta la dimensión sobrenatural en el matrimonio puede anularlo sólo si niega su validez en el plano natural, en el que se sitúa el mismo signo sacramental». Sobre tal problemática, sobre todo en el contexto actual, habrá que promover ulteriores reflexiones.

2. La cultura contemporánea, marcada por un acentuado subjetivismo y relativismo ético y religioso, pone a la persona y a la familia frente a urgentes desafíos. En primer lugar, ante la cuestión sobre la capacidad misma del ser humano de vincularse, y si un vínculo que dure para toda la vida es verdaderamente posible y corresponde a la naturaleza del hombre, o, más bien, no es en cambio contrario a su libertad y autorrealización. Forma parte de una mentalidad difundida, en efecto, pensar que la persona llega a ser tal permaneciendo «autónoma» y entrando en contacto con el otro sólo mediante relaciones que se pueden interrumpir en cualquier momento (cf. Discurso a la Curia romana, 21 de diciembre de 2012). A nadie se le escapa cómo, en la elección del ser humano de ligarse con un vínculo que dure toda la vida, influye la perspectiva de base de cada uno, dependiendo de que esté anclada a un plano meramente humano o de que se entreabra a la luz de la fe en el Señor. Sólo abriéndose a la verdad de Dios, de hecho, es posible comprender, y realizar en la concreción de la vida también conyugal y familiar, la verdad del hombre como su hijo, regenerado por el Bautismo. «El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15, 5): así enseñaba Jesús a sus discípulos, recordándoles la sustancial incapacidad del ser humano de llevar a cabo por sí solo lo que es necesario para la consecución del verdadero bien. El rechazo de la propuesta divina, en efecto, conduce a un desequilibrio profundo en todas las relaciones humanas (cf. Discurso a la Comisión teológica internacional, 7 de diciembre de 2012), incluida la matrimonial, y facilita una comprensión errada de la libertad y de la autorrealización, que, unida a la fuga ante la paciente tolerancia del sufrimiento, condena al hombre a encerrarse en su egoísmo y egocentrismo. Al contrario, la acogida de la fe hace al hombre capaz del don de sí, y sólo «abriéndose al otro, a los otros, a los hijos, a la familia; sólo dejándose plasmar en el sufrimiento, descubre la amplitud de ser persona humana» (cf. Discurso a la Curia romana, 21 de diciembre de 2012). La fe en Dios, sostenida por la gracia divina, es por lo tanto un elemento muy importante para vivir la entrega mutua y la fidelidad conyugal (cf. Catequesis en la audiencia general [8 de junio de 2011]: Insegnamenti VII/I [2011], p. 792-793). No se pretende afirmar con ello que la fidelidad, como las otras propiedades, no sean posibles en el matrimonio natural, contraído entre no bautizados. Éste, en efecto, no está privado de los bienes «que provienen de Dios Creador y se introducen de modo incoativo en el amor esponsal que une a Cristo y a la Iglesia» (Comisión teológica internacional, La doctrina católica sobre el sacramento del matrimonio [1977], 3.4: Documentos 1969-2004, vol. 13, Bolonia 2006, p. 147). Pero ciertamente, cerrarse a Dios o rechazar la dimensión sagrada de la unión conyugal y de su valor en el orden de la gracia hace ardua la encarnación concreta del modelo altísimo de matrimonio concebido por la Iglesia según el plan de Dios, pudiendo llegar a minar la validez misma del pacto en caso de que, como asume la consolidada jurisprudencia de este Tribunal, se traduzca en un rechazo de principio de la propia obligación conyugal de fidelidad o de los otros elementos o propiedades esenciales del matrimonio.

Tertuliano, en la célebre Carta a la esposa, hablando de la vida conyugal caracterizada por la fe, escribe que los cónyuges cristianos «son verdaderamente dos en una sola carne, y donde la carne es única, único es el espíritu. Juntos oran, juntos se postran y juntos ayunan; el uno instruye al otro, el uno honra al otro, el uno sostiene al otro» (Ad uxorem libri duo, ii, ix: pl 1, 1415b-1417a). En términos similares se expresa san Clemente Alejandrino: «Si para ambos uno solo es Dios, entonces para ambos uno solo es el Pedagogo —Cristo—, una es la Iglesia, una la sabiduría, uno el pudor, en común tenemos el alimento, el matrimonio nos une... Y si común es la vida, común es también la gracia, la salvación, la virtud, la moral» (Pædagogus, I, IV, 10.1: pg 8, 259b). Los santos que vivieron la unión matrimonial y familiar en la perspectiva cristiana, consiguieron superar hasta las situaciones más adversas, logrando entonces la santificación del cónyuge y de los hijos con un amor fortalecido siempre por una sólida confianza en Dios, por una sincera piedad religiosa y por una intensa vida sacramental.

Justamente estas experiencias, caracterizadas por la fe, permiten comprender cómo, todavía hoy, es precioso el sacrificio ofrecido por el cónyuge abandonado o que haya sufrido el divorcio, si —reconociendo la indisolubilidad del vínculo matrimonial válido— consigue no dejarse «involucrar en una nueva unión... En tal caso su ejemplo de fidelidad y de coherencia cristiana asume un particular valor de testimonio ante el mundo y la Iglesia» (Juan Pablo II, Exhort. ap. Familiaris consortio [22 de noviembre de 1981], 83: AAS 74 [1982], p. 184).

3. Finalmente desearía detenerme, brevemente, en el bonum coniugum. La fe es importante en la realización del auténtico bien conyugal, que consiste sencillamente en querer siempre y en todo modo el bien del otro, en función de un verdadero e indisoluble consortium vitae. En verdad, en el propósito de los esposos cristianos de vivir una communio coniugalis auténtica hay un dinamismo propio de la fe, de manera que la confessio, la respuesta personal sincera al anuncio salvífico, involucra al creyente en el movimiento de amor de Dios. «Confessio» y «caritas» son «los dos modos con los que Dio nos involucra, nos permite actuar con Él, en Él y por la humanidad, por su creatura... La “confessio” no es algo abstracto, es “caritas”, es amor. Sólo así es realmente el reflejo de la verdad divina, que como verdad es inseparablemente también amor» (Meditación en la primera Congregación general de la XIII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos [8 de octubre de 2012]: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de octubre de 2012, p. 10). Sólo a través de la llama de la caridad, la presencia del Evangelio ya no es sólo palabra, sino realidad vivida. En otros términos, si es verdad que «la fe sin la caridad no da fruto y la caridad sin la fe sería un sentimiento a merced constante de la duda», se debe concluir que «fe y caridad se exigen recíprocamente, de forma que la una permite a la otra realizar su camino» (Carta ap. Porta fidei [11 de octubre de 2012], 14: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 23 de octubre de 2011, p. 5). Si ello vale en el amplio contexto de la vida comunitaria, debe valer más aún en la unión matrimonial. Es en ella, de hecho, donde la fe hace crecer y fructificar el amor de los esposos, dando espacio a la presencia de Dios Trinidad y haciendo la vida conyugal misma, así vivida, «alegre noticia» ante el mundo.

Reconozco las dificultades, desde un punto de vista jurídico y práctico, de enuclear el elemento esencial del bonum coniugum, entendido hasta ahora prioritariamente en relación con las hipótesis de incapacidad (cf. cdc, can. 1095). El bonum coniugum asume relevancia también en el ámbito de la simulación del consentimiento. Ciertamente, en los casos sometidos a vuestro juicio, será la investigación in facto la que se cerciore del eventual fundamento de este capítulo de nulidad, prevalente o coexistente con otro capítulo de los tres «bienes» agustinianos, la procreación, la exclusividad y la perpetuidad. No se debe, por lo tanto, prescindir de la consideración de que puedan darse casos en los que, precisamente por la ausencia de fe, el bien de los cónyuges resulte comprometido y excluido del consentimiento mismo; por ejemplo, en la hipótesis de subversión por parte de uno de ellos, a causa de una errada concepción del vínculo nupcial, del principio de paridad, o bien en la hipótesis de rechazo de la unión dual que caracteriza el vínculo matrimonial, en relación con la posible exclusión coexistente de la fidelidad y del uso de la copula adempiuta humano modo.

Con las presentes consideraciones no pretendo ciertamente sugerir ningún automatismo fácil entre carencia de fe e invalidez de la unión matrimonial, sino más bien evidenciar cómo tal carencia puede, si bien no necesariamente, herir también los bienes del matrimonio, dado que la referencia al orden natural querido por Dios es inherente al pacto conyugal (cf. Gn 2, 24).

Queridos hermanos, invoco la ayuda de Dios sobre vosotros y sobre cuantos, en la Iglesia, se emplean en la salvaguarda de la verdad y de la justicia respecto al vínculo sagrado del matrimonio y, por ello mismo, de la familia cristiana. Os encomiendo a la protección de María Santísima, Madre de Cristo, y de san José, custodio de la Familia de Nazaret, silencioso y obediente ejecutor del plan divino de la salvación, mientras os imparto gustosamente a vosotros y a vuestros seres queridos la bendición apostólica.

CALENDARIO

9 MIÉRCOLES DE LA I SEMANA DE CUARESMA, feria o SANTA FRANCISCA ROMANA, religiosa, conm.

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props. [para la conm.: 1.ª orac. prop. y el resto de la feria], Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
La Cuaresma: Urgencia de Conversión.
- Jon 3, 1-10. Los ninivitas habían abandonado el mal camino.
- Sal 50. R. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
- Lc 11, 29-32. A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.

Liturgia de las Horas: oficio de feria. Se puede hacer conmemoración de la santa.

Martirologio: elogs. del 10 de marzo, pág. 200.
CALENDARIOS: Barcelona, Sant Feliu de Llobregat y Terrassa: San Paciano, obispo (conm.).
Zaragoza: Aniversario de la muerte de Mons. Elías Yanes Álvarez, arzobispo, emérito (2018).

TEXTOS MISA

Miércoles de la I Semana de Cuaresma.

Antífona de entrada Cf. Sal 24, 6. 2. 22
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Que no triunfen de nosotros nuestros enemigos. Sálvanos, Dios de Israel, de todos nuestros peligros.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine, et misericórdiae tuae, quae a saeculo sunt. Ne umquam dominéntur nobis inimíci nostri; líbera nos, Deus Israel, ex ómnibus angústiis nostris.

Oración colecta
Mira complacido, Señor, el fervor de tu pueblo que desea entregarse a ti con una vida santa; y, a los que dominan su cuerpo con la penitencia, transfórmalos interiormente mediante el fruto de las buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo.
Devotiónem pópuli tui, quaesumus, Dómine, benígnus inténde, ut, qui per abstinéntiam temperántur in córpore, per fructum boni óperis reficiántur in mente. Per Dóminum.

En la conmemoración:
9 de marzo
Santa Francisca Romana, religiosa

Oración colecta propia y el resto de la feria de Cuaresma.

Monición de entrada
Se conmemora hoy a santa Francisca, religiosa, nacida en Roma el año 1384. Casada aún adolescente, vivió cuarenta años en matrimonio. Fue excelente esposa y madre de familia, admirable por su piedad, humildad y paciencia. Muerto su esposo y sus tres hijos, se dedicó al cuidado de los enfermos, a los que atendía en sus casas, en los hospitales de Roma e incluso en su propio domicilio. Fundó la congregación de oblatas benedictinas.

Oración colecta
Oh, Dios, que nos diste en santa Francisca Romana un modelo singular de vida conyugal y monástica, concédenos estar a tu servicio con tal perseverancia, que podamos descubrirte y seguirte en todas las circunstancias de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui nobis in beáta Francísca singuláre dedísti coniugális et monásticae conversatiónis exémplar, fac nos tibi perseveránter deservíre, ut in ómnibus vitae adiúnctis te conspícere et sequi valeámus. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la I semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Jon 3, 1 -10
Los ninivitas habían abandonado el mal camino
Lectura de la profecía de Jonás.

El Señor dirigió la palabra a Jonás:
«Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré».
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando:
«Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada».
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.
La noticia llegó a oídos del rey de Nínive, que se levantó de su trono, se despojó del manto real, se cubrió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo. Después ordenó proclamar en Nínive este anuncio de parte del rey y de sus ministros:
«Que hombres y animales, ganado mayor y menor no coman nada; que no pasten ni beban agua. Que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la violencia. ¡Quién sabe si Dios cambiará y se compadecerá, se arrepentirá de su violenta ira y no nos destruirá!».
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 50, 3-4. 12-13. 18-19 (R.: 19cd)
R. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contritum et humiliatum, Deus non despicies.

V. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
R. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contritum et humiliatum, Deus non despicies.

V. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
R. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contritum et humiliatum, Deus non despicies.

V. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias.
R. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contritum et humiliatum, Deus non despicies.

Versículo antes del Evangelio Jl 2, 12-13
Ahora –dice el Señor–, convertíos a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso.
Nunc ergo dicit Dóminus, convertímini ad me in toto corde vestro, quia benignus et misericors sum.

EVANGELIO Lc 11, 29-32
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 13-Octubre-2014
¿Estoy apegado a mis cosas, a mis ideas, cerrado? O ¿estoy abierto al Dios de las sorpresas?". Y también: "¿Soy una persona inactiva, o una persona que camina?". Y, en definitiva, concluyó, "¿creo en Jesucristo y en lo que hizo", es decir "que murió, resucitó... creo que el camino siga adelante hacia la madurez, hacia la manifestación de la gloria del Señor? ¿Soy capaz de entender los signos de los tiempos y ser fiel a la voz del Señor que se manifiesta en ellos?".

Oración de los fieles
Oremos al Señor nuestro Dios, que en Cristo, muerto y resucitado, nos da el mayor signo con que nos llama a la conversión.
- Para que los cristianos seamos conscientes de la gravedad del pecado que nos aparta de Dios. Roguemos al Señor.
- Para que conceda a todos los creyentes el desear y encaminarse a una sincera conversión. Roguemos al Señor.
- Para que los más alejados del conocimiento de Cristo y de la Iglesia se sientan atraídos por el amor de Dios, que busca siempre al pecador. Roguemos al Señor.
- Para que en esta Cuaresma aumente nuestra humildad y confianza en Dios, que quiere encontrarse con nosotros. Roguemos al Señor
Señor Dios nuestro, escúchanos y renuévanos internamente con el don de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te presentamos, Señor, estos dones que nos diste para consagrarlos a tu nombre y, ya que los has hecho sacramento para nosotros, transfórmalos en remedio para la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Offérimus tibi, Dómine, quae dicánda tuo nómini tu dedísti, ut, sicut éadem nobis éfficis sacraméntum, ita fíeri tríbuas remédium sempitérnum. Per Christum.


Antífona de comunión Cf. Sal 5, 12
Que se alegren todos los que esperan en ti, Señor: gozarán eternamente y habitarás en ellos.
Laeténtur omnes qui sperant in te, Dómine, in aetérnum exsultábunt et habitábis in eis.

Oración después de la comunión
Oh, Dios, que no cesas de alimentarnos con tus sacramentos, concédenos que este banquete al que nos has admitido nos alcance la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Deus, qui nos sacraméntis tuis páscere non desístis, tríbue, ut eórum nobis indúlta reféctio vitam, quaesumus, cónferat sempitérnam. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. El Señor esté con vosotros. R.
V. Inclinaos para recibir la bendición.
Señor, mira con bondad a tu pueblo y límpialo de todos sus pecados con tu misericordia; así no le hará daño adversidad alguna, si no le domina ninguna maldad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tuére, Dómine, pópulum tuum, et ab ómnibus peccátis cleménter emúnda, quia nulla ei nocébit advérsitas, si nulla ei dominétur iníquitas. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 10 de marzo

1. En Hisarlik, junto al río Meandro, en Frigia, hoy Turquía, conmemoración de los santos Cayo y Alejandro, mártires, que durante la persecución llevada a cabo bajo los emperadores Marco Antonino y Lucio Vero fueron coronados con un glorioso martirio. (d. 171)
2. En África proconsular, actualmente Túnez, san Víctor, mártir, sobre el cual, el día de su festividad, san Agustín escribió una homilía para el pueblo. (s. inc.)
3. Conmemoración de san Macario, obispo de Jerusalén, que con sus exhortaciones logró que los Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el emperador Constantino el Grande y por su madre, santa Elena. (325)
4. En Roma, en la basílica de San Pedro, san Simplicio, papa, el cual, mientras los bárbaros devastaban Italia y la Urbe, confortó a los afligidos y fortaleció la unidad y la fe de la Iglesia. (483)
5. En París, en Francia, san Droctoveo, abad, puesto por san Germán de Autun, su maestro, al frente en un cenobio de monjes establecido en esa ciudad. (c. 580)
6. En el monasterio de Bobbio, en la región de Liguria, en la actual Italia, san Attalo, abad, quien, cultivador de la vida cenobítica, se retiró primero al monasterio de Lérins y después al de Luxeuil, donde fue sucesor de san Columbano, brillando en gran manera por su celo y por su virtud de discernimiento.(626)
7. En Glasgow, en Escocia, san Juan Olgivie, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, desterrado en diversos países de Europa, después de estudiar teología durante muchos años fue ordenado sacerdote y volvió ocultamente a su patria, donde se entregó diligentemente al cuidado pastoral de sus conciudadanos, hasta que, encarcelado y condenado a muerte bajo el rey Jacobo VI, alcanzó en el patíbulo la gloriosa palma del martirio (1615)
8*. En París, en Francia, santa María Eugenia Milleret de Brou, virgen, fundadora de la Congregación de Hermanitas de la Asunción, para la educación cristiana de niñas. (1898) Canonizada 2007
9*. Cerca de la ciudad de Cortázar, en México, beato Elías del Socorro (Mateo Elías) Nieves del Castillo, presbítero de la Orden de San Agustín y mártir, que en el furor de la persecución contra la fe en Cristo, hecho prisionero por desempeñar ocultamente el ministerio, fue fusilado por odio al sacerdocio. (1928)
- Beato Jean-Joseph Lataste (Alcide Vital), (1832- Frasne-le-Chateau, Francia, 1869). Sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Predicadores y fundador de las Religiosas de la Tercera Orden de Santo Domingo en Betania.

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