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miércoles, 16 de febrero de 2022

Miércoles 23 marzo 2022, Miércoles de la III semana de Cuaresma, feria o santo Toribio de Mogrovejo, obispo, conmemoración.

SOBRE LITURGIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Biblioteca del Palacio Apostólico. Miércoles, 3 de junio de 2020

Catequesis: 5. La oración de Abraham

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hay una voz que de improviso resuena en la vida de Abraham. Una voz que le invita a emprender un camino que suena absurdo: una voz que le incita a desarraigarse de su patria, de las raíces de su familia, para ir hacia un futuro nuevo, un futuro diferente. Y todo sobre la base de una promesa, de la que sólo hay que fiarse. Y fiarse de una promesa no es fácil, hace falta valor. Y Abraham se fió.

La Biblia guarda silencio sobre el pasado del primer patriarca. La lógica de las cosas sugiere que adoraba a otras divinidades; tal vez era un hombre sabio, acostumbrado a mirar el cielo y las estrellas. El Señor, en efecto, le promete que sus descendientes serán tan numerosos como las estrellas que salpican el cielo.

Y Abraham parte. Escucha la voz de Dios y se fía de su palabra. Esto es importante: se fía de la palabra de Dios. Y con esta partida nace una nueva forma de concebir la relación con Dios; es por eso por lo que el patriarca Abraham está presente en las grandes tradiciones espirituales judía, cristiana e islámica como el perfecto hombre de Dios, capaz de someterse a Él, incluso cuando su voluntad es difícil, si no incluso incomprensible.

Abraham es, por lo tanto, el hombre de la Palabra. Cuando Dios habla, el hombre se convierte en el receptor de esa Palabra y su vida en el lugar donde pide encarnarse. Esta es una gran novedad en el camino religioso del hombre: la vida del creyente comienza a concebirse como una vocación, es decir, como llamada, como un lugar donde se cumple una promesa; y él se mueve en el mundo no tanto bajo el peso de un enigma, sino con la fuerza de esa promesa, que un día se cumplirá. Y Abraham creyó en la promesa de Dios. Creyó y salió. sin saber adonde iba —así dice la Carta a los Hebreos (cf. 11,8)—. Pero se fió.

Leyendo el libro del Génesis, descubrimos cómo Abraham vivió la oración en continua fidelidad a esa Palabra, que periódicamente se aparecía en su camino. En resumen, podemos decir que en la vida de Abraham la fe se hace historia: la fe se hace historia. Todavía más, Abraham, con su vida, con su ejemplo, nos enseña este camino, esta vía en la que la fe se hace historia. Dios ya no se ve sólo en los fenómenos cósmicos, como un Dios lejano que puede infundir terror. El Dios de Abraham se convierte en “mi Dios”, el Dios de mi historia personal, que guía mis pasos, que no me abandona; el Dios de mis días, el compañero de mis aventuras; el Dios Providencia. Yo me pregunto y os pregunto: ¿nosotros tenemos esta experiencia de Dios? ¿“Mi Dios”, el Dios que me acompaña, el Dios de mi historia personal, el Dios que guía mis pasos, que no me abandona, el Dios de mis días? ¿Tenemos esta experiencia? Pensémoslo.

Esta experiencia de Abraham está también atestiguada por uno de los textos más originales en la historia de la espiritualidad: el Memorial de Blaise Pascal. Comienza así: «Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos y de los sabios. Certeza, certeza. Sentimiento. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo». Este memorial, escrito en un pequeño pergamino, y encontrado después de su muerte cosido dentro de un traje del filósofo, expresa no una reflexión intelectual que un hombre sabio puede concebir sobre Dios, sino el sentido vivo, experimentado, de su presencia. Pascal anota incluso el momento preciso en el que sintió esa realidad, habiéndola encontrado finalmente: la noche del 23 de noviembre de 1654. No es el Dios abstracto o el Dios cósmico, no. Es el Dios de una persona, de una llamada, el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, el Dios que es certeza, que es sentimiento, que es alegría.

«La oración de Abraham se expresa primeramente con hechos: hombre de silencio, en cada etapa construye un altar al Señor» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2570). Abraham no edifica un templo, sino que esparce el camino con piedras que recuerdan el tránsito de Dios. Un Dios sorprendente, como cuando lo visita en la figura de tres huéspedes, a los que él y Sara acogen con esmero y que les anuncian el nacimiento de su hijo Isaac (cf. Gn 18, 1-15). Abraham tenía cien años, y su mujer noventa, más o menos. Y creyeron, se fíaron de Dios. Y Sara, su mujer concibió. ¡A esa edad! Este es el Dios de Abraham, nuestro Dios, que nos acompaña.

Así Abraham se familiariza con Dios, capaz también de discutir con Él, pero siempre fiel. Habla con Dios y discute. Hasta la prueba suprema, cuando Dios le pide que sacrifique a su propio hijo Isaac, el hijo de la vejez, el único heredero.Aquí Abraham vive su fe como un drama, como un caminar a tientas en la noche, bajo un cielo esta vez desprovisto de estrellas. Y tantas veces nos pasa también a nosotros, caminar en la oscuridad, pero con la fe. Dios mismo detendrá la mano de Abraham que ya está lista para golpear, porque ha visto su disponibilidad verdaderamente total (cf. Gn 22, 1-19).

Hermanos y hermanas, aprendamos de Abraham. Aprendamos a rezar con fe: a escuchar al Señor, a caminar, a dialogar hasta discutir. ¡No tengamos miedo de discutir con Dios! Voy a decir algo que parecerá una herejía. Tantas veces he escuchado gente que me dice: “Sabe, me ha pasado esto y me he enfadado con Dios”.— “¿Tú has tenido el valor de enfadarte con Dios?”— “Sí, me he enfadado”.— “Pero esa es una forma de oración”. Porque solamente un hijo es capaz de enfadarse con su papá y luego reencontrarlo. Aprendamos de Abraham a rezar con fe, a dialogar, a discutir, pero siempre dispuestos a aceptar la palabra de Dios y a ponerla en práctica.Con Dios aprendamos a hablar como un hijo con su papá: escucharlo, responder, discutir. Pero transparente, como un hijo con su papá. Así nos enseña a rezar Abraham. Gracias.

CALENDARIO

23 MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DE CUARESMA, feria o SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO, obispo, conm.

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props. [para la conm.: 1.ª orac. prop. y el resto de la feria], Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
La Cuaresma: Recordar la ley de Dios y observarla.
- Dt 4, 1. 5-9. Observad los mandatos y cumplidlos.
- Sal 147. R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
- Mt 5, 17-19. Quien los cumpla y enseñe será grande.

Liturgia de las Horas: oficio de feria. Se puede hacer conmemoración del santo.

Martirologio: elogs. del 24 de marzo, pág. 220.
CALENDARIOS: Salamanca: Santo Toribio de Mogrovejo, obispo (conm.).
Barcelona, Sant Feliu de Llobregat y Terrassa: San José Oriol, presbítero (conm.).
Tortosa: Aniversario de la muerte de Mons. Manuel Moll Salord, obispo (1972).

TEXTOS MISA

Miércoles de la III Semana de Cuaresma.

Antífona de entrada Sal 118, 133
Asegura mis pasos con tu promesa, Señor, que ninguna maldad me domine.
Gressus meos dírige secúndum elóquium tuum, et non dominétur mei omnis iniustítia.

Oración colecta
Señor, instruidos por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, concédenos que te sirvamos fielmente con una santa austeridad de vida y perseveremos unidos en la plegaria. Por nuestro Señor Jesucristo.
Praesta, quaesumus, Dómine, ut, per quadragesimálem observántiam erudíti et tuo verbo nutríti, sancta continéntia tibi simus toto corde devóti, et in oratióne tua semper efficiámur concórdes. Per Dóminum.

En la conmemoración:
23 de marzo
Santo Toribio de Mogrovejo, obispo

Monición de entrada
Conmemoramos a santo Toribio de Mogrovejo, que nació en España hacia el año 1538 y fue obispo de Lima, en Perú. Infatigable misionero, visitó varias veces su extensa diócesis en tierras de los incas, de cuyos derechos fue defensor. Finalmente, en la población de Saña, descansó en el Señor el año 1606.

Oración colecta
Oh, Dios, que acrecentaste tu Iglesia mediante el celo por la verdad y la solicitud apostólica del obispo santo Toribio de Mogrovejo, concede al pueblo a ti consagrado crecer y renovarse continuamente en la fe y en la santidad. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui Ecclésiam tuam beáti Turíbii epíscopi apostólico curis zelóque veritátis auxísti, concéde, ut pópulus tibi sacrátus fídei et sanctitátis nova semper increménta suscípiat. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la III semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA 4, 1. 5-9
Observad los mandatos y cumplidlos

Lectura del libro del Deuteronomio.

Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:
“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.
Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?
Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?
Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 147, 12-13. 15-16. 19-20 (R.: 12a)
R. 
Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

V. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

V. Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

V. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Versículo antes del Evangelio Jn 6, 63c. 68c
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt; verba vitae aetérnae habes.

EVANGELIO 5, 17-19
Quien los cumpla y enseñe será grande
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas:
no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en Medellín 9-septiembre-2017
Ir a lo esencial. No quiere decir «romper con todo», romper con aquello que no se acomoda a nosotros, porque tampoco Jesús vino «a abolir la ley, sino a llevarla a su plenitud» (Mt 5, 17). Ir a lo esencial es más bien ir a lo profundo, a lo que cuenta y tiene valor para la vida. Jesús enseña que la relación con Dios no puede ser un apego frío a normas y leyes, ni tampoco un cumplimiento de ciertos actos externos que no llevan a un cambio real de vida. Tampoco nuestro discipulado puede ser motivado simplemente por una costumbre, porque contamos con un certificado de bautismo, sino que debe partir de una viva experiencia de Dios y de su amor. El discipulado no es algo estático, sino un continuo camino hacia Cristo; no es simplemente el apego a la explicitación de una doctrina, sino la experiencia de la presencia amigable, viva y operante del Señor, un permanente aprendizaje por medio de la escucha de su Palabra. Y esa palabra, lo hemos escuchado, se nos impone en las necesidades concretas de nuestros hermanos.

Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios, que nos bendice y nos da a conocer sus mandatos.
- Para que la Iglesia manifieste en su vida, en sus instituciones, la ley nueva de Cristo. Roguemos al Señor.
- Para que los legisladores hagan leyes justas, teniendo en cuenta el bien común. Roguemos al Señor.
- Para que sean defendidos los derechos de todos los pobres e indefensos. Roguemos al Señor.
- Para que sepamos interiorizar la ley de Cristo y así obremos según ella, a impulsos del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.
Tú, Señor, estás cerca de nosotros; escucha nuestras súplicas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Con la ofrenda de estos dones, Señor, recibe las súplicas de tu pueblo y defiende de todo peligro a los que ahora celebramos tus misterios. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, quaesumus, Dómine, preces pópuli tui cum oblatiónibus hostiárum, et tua mystéria celebrántes ab ómnibus nos defénde perículis. Per Christum.

PLEGARIA EUCARÍSTICA DE LA RECONCILIACIÓN I

Antífona de comunión Sal 15, 11

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
Notas mihi fecísti vias vitae, adimplébis me laetítia cum vultu tuo, Dómine.

Oración después de la comunión
Señor, que nos santifique la comida celestial que hemos recibido, para que, libres de nuestros errores, podamos alcanzar las promesas eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sanctíficet nos, Dómine, qua pasti sumus, mensa caeléstis, et, a cunctis erróribus expiátos, supérnis promissiónibus reddat accéptos. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. 
El Señor esté con vosotros. R.
V. 
Inclinaos para recibir la bendición.
Concede a tu pueblo, Dios nuestro, una voluntad agradable a ti, porque le otorgarás toda clase de bienes al hacerle conforme a tus mandatos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tibi plácitam, Deus noster, pópulo tuo tríbue voluntátem, quia tunc illi próspera cuncta praestábis cum tuis aptum féceris institútis. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 24 de marzo

1. En Cesarea de Palestina, hoy en el Israel actual, santos mártires Timolao, Dionisio, Páusides, Rómulo, Alejandro y otro Alejandro, que durante la persecución desencadenada bajo el emperador Diocleciano, fueron conducidos maniatados ante el prefecto Urbano, donde confesaron ser cristianos, por lo cual, pocos días después, con los compañeros Agapio y otro Dionisio, fueron decapitados, mereciendo las coronas de la vida eterna. (303)
2. En Mauritania, en el territorio actualmente de Argelia, san Secúndulo, que padeció por la fe de Cristo. (s. inc.)
3. En Clogher, en Hibernia, actual Irlanda, san Mac Cairthind, obispo, a quien se tiene por discípulo de san Patricio. (s. V)
4*. En Catania, en la región hoy italiana de Sicilia, san Severo, obispo. (814)
5*. En Fabriano, en el Piceno, región de Las Marcas en la actualidad, también en Italia, beato Juan del Báculo, presbítero y monje, compañero de san Silvestre, abad. (1290)
6. En Vasdtena, en Suecia, santa Catalina, virgen, hija de santa Brígida, que, al ser casada contra su voluntad, con consentimiento de su cónyuge conservó la virginidad y, al enviudar, llevó una vida piadosa. Peregrina en Roma y en Tierra Santa, trasladó los restos de su madre a Suecia y los depositó en el monasterio de Vasdtena, donde ella misma tomó el hábito monástico. (1381)
7*. En Ronda, población de Andalucía, en España, beato Diego José de Cádiz (Francisco José) López-Caamaño, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador insigne y propugnador intrépido de la libertad de la Iglesia. (1801)
8*. En el lugar de Pniewite, junto a Gdansk, en Polonia, beata María Karlowska, virgen, que instituyó la Congregación de Hermanas del Divino Pastor de la Providencia Divina, con la finalidad que recuperasen la dignidad de hijas de Dios las jóvenes y mujeres pobres de costumbres corrompidas. (1935)

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