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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

lunes, 21 de febrero de 2022

Lunes 28 marzo 2022, Lunes de la IV semana de Cuaresma, feria.

SOBRE LITURGIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI. Miércoles, 7 de octubre de 2020

Catequesis 9. La oración de Elías

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Retomamos hoy las catequesis sobre la oración, que interrumpimos para hacer las catequesis sobre el cuidado de la creación y ahora retomamos; y encontramos a uno de los personajes más interesantes de toda la Sagrada Escritura: el profeta Elías. Él va más allá de los confines de su época y podemos vislumbrar su presencia también en algunos episodios del Evangelio. Aparece junto a Jesús, junto a Moisés, en el momento de la Transfiguración (cfr. Mt 17, 3). Jesús mismo se refiere a su figura para acreditar el testimonio de Juan el Bautista (cfr. Mt 17, 10-13).

En la Biblia, Elías aparece de repente, de forma misteriosa, procedente de un pequeño pueblo completamente marginal (cfr. 1 Re 17, 1); y al final saldrá de escena, bajo los ojos del discípulo Eliseo, en un carro de fuego que lo sube al cielo (cfr. 2 Re 2, 11-12). Es por tanto un hombre sin un origen preciso, y sobre todo sin un final, secuestrado en el cielo: por esto su regreso era esperado antes del advenimiento del Mesías, como un precursor. Así se esperaba el regreso de Elías.

La Escritura nos presenta a Elías como un hombre de fe cristalina: en su mismo nombre, que podría significar “Yahveh es Dios”, está encerrado el secreto de su misión. Será así durante toda la vida: hombre recto, incapaz de acuerdos mezquinos. Su símbolo es el fuego, imagen del poder purificador de Dios. Él primero será sometido a dura prueba, y permanecerá fiel. Es el ejemplo de todas las personas de fe que conocen tentaciones y sufrimientos, pero no fallan al ideal por el que nacieron.

La oración es la savia que alimenta constantemente su existencia. Por esto es uno de los personajes más queridos por la tradición monástica, tanto que algunos lo han elegido como padre espiritual de la vida consagrada a Dios. Elías es el hombre de Dios, que se erige como defensor del primado del Altísimo. Sin embargo, él también se ve obligado a lidiar con sus propias fragilidades. Es difícil decir qué experiencias fueron más útiles: si la derrota de los falsos profetas en el monte Carmelo (cfr. 1 Re 18, 20-40), o el desconcierto en el que se da cuenta que “no soy mejor que mis padres” (cfr. 1 Re 19, 4). En el alma de quien reza, el sentido de la propia debilidad es más valioso que los momentos de exaltación, cuando parece que la vida es una cabalgata de victorias y éxitos. En la oración sucede siempre esto: momentos de oración que nosotros sentimos que nos levantan, también de entusiasmo, y momentos de oración de dolor, de aridez, de pruebas. La oración es así: dejarse llevar por Dios y dejarse también golpear por situaciones malas y tentaciones. Esta es una realidad que se encuentra en muchas otras vocaciones bíblicas, también en el Nuevo Testamento, pensemos por ejemplo en San Pedro y San Pablo. También su vida era así: momentos de júbilo y momentos de abatimiento, de sufrimiento.

Elías es el hombre de vida contemplativa y, al mismo tiempo, de vida activa, preocupado por los acontecimientos de su época, capaz de arremeter contra el rey y la reina, después de que habían hecho asesinar a Nabot para apoderarse de su viña (cfr. 1 Re 21, 1-24). Cuánta necesidad tenemos de creyentes, de cristianos celantes, que actúen delante de personas que tienen responsabilidad de dirección con la valentía de Elías, para decir: “¡Esto no se hace! ¡Esto es un asesinato!” Necesitamos el espíritu de Elías. Él nos muestra que no debe existir dicotomía en la vida de quien reza: se está delante del Señor y se va al encuentro de los hermanos a los que Él envía. La oración no es un encerrarse con el Señor para maquillarse el alma: no, esto no es oración, esto es oración fingida. La oración es un encuentro con Dios y un dejarse enviar para servir a los hermanos. La prueba de la oración es el amor concreto por el prójimo. Y viceversa: los creyentes actúan en el mundo después de estar primero en silencio y haber rezado; de lo contrario su acción es impulsiva, carece de discernimiento, es una carrera frenética sin meta. Los creyentes se comportan así, hacen muchas injusticias, porque no han ido antes donde el Señor a rezar, a discernir qué deben hacer.

Las páginas de la Biblia dejan suponer que también la fe de Elías ha conocido un progreso: también él ha crecido en la oración, la ha refinado poco a poco. El rostro de Dios se ha hecho para él más nítido durante el camino. Hasta alcanzar su culmen en esa experiencia extraordinaria, cuando Dios se manifiesta a Elías en el monte (cfr. 1 Re 19, 9-13). Se manifiesta no en la tormenta impetuosa, no en el terremoto o en el fuego devorador, sino en el «susurro de una brisa suave» (v. 12). O mejor, una traducción que refleja bien esa experiencia: en un hilo de silencio sonoro. Así se manifiesta Dios a Elías. Es con este signo humilde que Dios se comunica con Elías, que en ese momento es un profeta fugitivo que ha perdido la paz. Dios viene al encuentro de un hombre cansado, un hombre que pensaba haber fracasado en todos los frentes, y con esa brisa suave, con ese hilo de silencio sonoro hace volver a su corazón la calma y la paz.

Esta es la historia de Elías, pero parece escrita para todos nosotros. Algunas noches podremos sentirnos inútiles y solos. Es entonces cuando la oración vendrá y llamará a la puerta de nuestro corazón. Un borde de la capa de Elías podemos recogerlo todos nosotros, como ha recogido la mitad del manto su discípulo Eliseo. E incluso si nos hubiéramos equivocado en algo, o si nos sintiéramos amenazados o asustados, volviendo delante de Dios con la oración, volverán como por milagro también la serenidad y la paz. Esto es lo que nos enseña el ejemplo de Elías.

CALENDARIO

28 LUNES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Cuaresma.
LECC.: vol.
II. La Cuaresma: Acoger la vida.
- Is 65, 17-21. Ya no se oirá ni llanto ni gemido.
- Sal 29. R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
- Jn 4, 43-54. Anda, tu hijo vive.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 29 de marzo, pág. 228.

TEXTOS MISA

Lunes de la IV Semana de Cuaresma


Antífona de entrada Cf. Sal 30, 7-8
Yo confío en el Señor. Que tu misericordia sea mi gozo y mi alegría porque te has fijado en mi aflicción.
Ego autem in Dómino sperábo. Exsultábo, et laetábor in tua misericórdia, quia respexísti humilitátem meam.

Oración colecta
Oh Dios, que renuevas el mundo por medio de sacramentos divinos, concede a tu Iglesia la ayuda de estos auxilios del cielo sin que le falten los necesarios de la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui ineffabílibus mundum rénovas sacraméntis, praesta, quaesumus, ut Ecclésia tua et aetérnis profíciat institútis, et temporálibus non destituátur auxíliis. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la IV semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Is 65, 17-21
Ya no se oirá ni llanto ni gemido

Lectura del libro de Isaías.

Esto dice el Señor:
«Mirad: voy a crear un nuevo cielo
y una nueva tierra:
de las cosas pasadas
ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento.
Regocijaos, alegraos por siempre
por lo que voy a crear:
yo creo a Jerusalén “alegría”,
y a su pueblo, “júbilo”.
Me alegraré por Jerusalén
y me regocijaré con mi pueblo,
ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido;
ya no habrá allí niño
que dure pocos días,
ni adulto que no colme sus años,
pues será joven quien muera a los cien años,
y quien no los alcance se tendrá por maldito.
Construirán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán los frutos».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b (R.: 2a)
R. 
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exsaltábo te, Dómine, quóniam extraxísti me.

V. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exsaltábo te, Dómine, quóniam extraxísti me.

V. Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exsaltábo te, Dómine, quóniam extraxísti me.

V. Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exsaltábo te, Dómine, quóniam extraxísti me.

Versículo antes del Evangelio Cf. Am 5, 14
Buscad el bien, no el mal, y viviréis; y el Señor estará con vosotros.
Quaérite bonum, et non malum, ut vivátis; et erit Dóminus vobíscum.

EVANGELIO Jn 4, 43-54
Anda, tu hijo vive
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:
«Un profeta no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo:
«Si no veis signos y prodigios, no creéis».
El funcionario insiste:
«Señor, baja antes de que se muera mi niño».
Jesús le contesta:
«Anda, tu hijo vive».
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 12-marzo-2018
El milagro es solo el inicio. Me pregunto qué pensará Jesús de tantos cristianos que se quedan ahí, en la primera gracia recibida, pero que no caminan y se comportan como aquel que, en el restaurante, se harta con el aperitivo y vuelve a casa sin saber que lo mejor viene después. Porque hay muchos cristianos quietos, que no caminan; cristianos enterrados en las cosas de cada día -¡buenos, buenos!-, pero que no crecen, se quedan pequeños. Cristianos aparcados: se estacionan. Cristianos enjaulados que no saben volar con el sueño a eso tan bonito a donde el Señor nos llama.
Es una pregunta que cada uno puede hacerse. ¿Cómo es mi deseo? ¿Busco al Señor así? ¿O tengo miedo, soy mediocre? ¿Cuál es la medida de mi deseo? ¿El aperitivo o todo el banquete?
Conservar el propio deseo, no asentarse demasiado, ir un poco adelante, arriesgar. El verdadero cristiano se arriesga, sale de la seguridad. Meditemos en esta verdad. Y pidamos al Señor la gracia de la magnanimidad, de arriesgar, seguir adelante: que el Señor nos dé esa gracia.

Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios: su cólera dura un instante, su bondad de por vida.
- Por todo el pueblo cristiano, para que en este tiempo de Cuaresma tenga mayor hambre de la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.
- Por todas las naciones, para que vivan en paz, alcancen el desarrollo necesario, y el mundo entero viva días de gracia y salvación. Roguemos al Señor.
- Por los pecadores e indiferentes, para que en la Cuaresma se conviertan a Dios. Roguemos al Señor.
- Por nosotros mismos, para que el Señor nos conceda un sincero arrepentimiento de nuestros pecados. Roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor, y ten piedad de nosotros; tú, que sacas nuestra vida del abismo y nos das una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor

Oración sobre las ofrendas
Señor, concédenos recibir el fruto de estas ofrendas dedicadas a ti, para que, limpios de la vieja conducta de pecado, nos renovemos con el anticipo de la vida celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dicátae tibi, Dómine, quaesumus, capiámus oblatiónis efféctum, ut, a terrénae vetustátis conversatióne mundáti, caeléstis vitae proféctibus innovémur. Per Christum.

PREFACIO I DE CUARESMA
SIGNIFICACIÓN ESPIRITUAL DE LA CUARESMA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Por él concedes a tus fieles anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, los sacramentos pascuales, para que, dedicados con mayor entrega a la oración y a la caridad fraterna, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Quia fidélibus tuis dignánter concédis quotánnis paschália sacraménta in gáudio purificátis méntibus exspectáre: ut, pietátis offícia et ópera caritátis propénsius exsequéntes, frequentatióne mysteriórum, quibus renáti sunt, ad grátiae filiórum plenitúdinem perducántur.
Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:

Santo, santo Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II.

Antífona de comunión Cf. Ez 36, 27

Os infundiré mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos, dice el Señor.
Spíritum meum ponam in médio vestri, et fáciam ut in praecéptis meis ambulétis, et iudícia mea custodiátis, et operémini, dicit Dóminus.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor, que tus sacramentos, renovándonos, nos llenen de vida y, santificándonos, nos conduzcan a los premios eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sancta tua nos, Dómine, quaesumus, et renovándo vivíficent, et sanctificándo ad aetérna perdúcant. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. 
El Señor esté con vosotros. R.
V.
 Inclinaos para recibir la bendición.
Te pedimos, Señor, que renueves interior y exteriormente a tu pueblo, para que aumente su propósito de santificación sin que lo impidan los placeres corporales. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Plebem tuam, Dómine, quaesumus, intérius exteriúsque restáura, ut quam corpóreis non vis delectatiónibus impedíre, spiritáli fácias vigére propósito. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempreR.

MARTIROLOGIO

Elogios del 29 de marzo
1*. En Nápoles, en la actual región italiana de Campania, conmemoración de san Eustasio, obispo (s. III)
2. Memoria de san Marcos, obispo de Aretusa, en Siria, que durante la controversia arriana no se desvió lo más mínimo de la fe ortodoxa, y bajo el emperador Juliano el Apóstata, fue perseguido. San Gregorio Nacianceno lo saludó como varón insigne y anciano de vida santísima. (364)
3. Conmemoración de los santos Armogastes, Arquinimo y Saturno, mártires, que en el reino vándalo de África, en la actual Túnez, durante la persecución desencadenada bajo el rey arriano Genserico, sufrieron graves suplicios e infamias por confesar la verdadera fe. (c. 462)
4*. En el Monte Carmelo, en Palestina, actualmente Israel, beato Bertoldo, que, abandonando la milicia, fue admitido entre los hermanos que profesaban vida religiosa en ese monte, y más adelante, elegido prior, encomendó la piadosa comunidad a la Madre de Dios. (c. 1188)
5*. En Poitiers, lugar de Aquitania, hoy Francia, san Guillermo Tempier, obispo, que, prudente y firme, defendió contra los nobles la Iglesia a él encomendada y ofreció en su persona un integérrimo ejemplo de vida. (1197)
6*. En Wismar, en la región de Holstein, en Alemania, san Ludolfo, obispo de Ratzeburg y mártir, que por defender la libertad de la Iglesia fue aherrojado, por mandato del duque Alberto, en una reducida cárcel, donde quedó tan agotado corporalmente que, al ser liberado de prisión, partió hacia el Señor. (1250)
7*. En Salisbury, en Inglaterra, conmemoración del beato Juan Hambley, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I, por ser sacerdote, en un día no precisado de este mes, cercano a la Pascua del Señor, en el suplicio del patíbulo se conformó a la pasión de Cristo. (1587)

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