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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

viernes, 18 de febrero de 2022

Viernes 25 marzo 2022, Anunciación del Señor, solemnidad.

SOBRE LITURGIA

DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

El "Ángelus Domini"

195. El Ángelus Domini es la oración tradicional con que los fieles, tres veces al día, esto es, al alba, a mediodía y a la puesta del sol, conmemoran el anuncio del ángel Gabriel a María. El Ángelus es, pues, un recuerdo del acontecimiento salvífico por el que, según el designio del Padre, el Verbo, por obra del Espíritu Santo, se hizo hombre en las entrañas de la Virgen María.

La recitación del Ángelus está profundamente arraigada en la piedad del pueblo cristiano y es alentada por el ejemplo de los Romanos Pontífices. En algunos ambientes, las nuevas condiciones de nuestros días no favorecen la recitación del Ángelus, pero en otros muchos las dificultades son menores, por lo cual se debe procurar por todos los medios que se mantenga viva y se difunda esta devota costumbre, sugiriendo al menos la recitación de tres avemarías. La oración del Ángelus, por "su sencilla estructura, su carácter bíblico,... su ritmo casi litúrgico, que santifica diversos momentos de la jornada, su apertura al misterio pascual,... a través de los siglos conserva intacto su valor y su frescura".

"Incluso es deseable que, en algunas ocasiones, sobre todo en las comunidades religiosas, en los santuarios dedicados a la Virgen, durante la celebración de algunos encuentros, el Ángelus Domini... sea solemnizado, por ejemplo, mediante el canto del Avemaría, la proclamación del Evangelio de la Anunciación" y el toque de campanas.

CALENDARIO

25 JUEVES. ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR, solemnidad

Solemnidad de la Anunciación del Señor. Llegada la plenitud de los tiempos, el que desde antes de los siglos era el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, por obra del Espíritu Santo se encarnó en María, la Virgen, y se hizo hombre (elog. del Martirologio Romano).

Misa de la solemnidad (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra...», todos se arrodillan), Pf. prop. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. IV.
- Is 7, 10-14; 8, 10b. Mirad: la virgen está encinta.
- Sal 39. R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
- Heb 10, 4-10. Así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí: para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad.
- Lc 1, 26-38. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

El Hijo de Dios se hizo hombre en el seno de la Virgen María, por obra del Espíritu Santo. Así lo anunció el ángel a la Virgen, que, llena de fe, mostró su total disponibilidad a cumplir la voluntad de Dios (Ev.). Esa obediencia de María nos lleva a la obediencia plena del Hijo a cumplir la voluntad del Padre, desde el primer momento de su entrada en el mundo: «He aquí que vengo, para hacer, ¡Oh, Dios!, tu voluntad» (2 lect.). En la anunciación se cumple la profecía de Isaías: «Mirad, la Virgen está encinta». Y el niño que dará a luz es el «Dios-con-nosotros». Si por la desobediencia de los primeros padres entró el pecado en el mundo, por María, la segunda Eva, Dios estará con nosotros.

JORNADA PRO-VIDA (dependiente de la CEE): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ.
* Hoy puede utilizarse la música instrumental y se puede adornar el altar con flores.
* Hoy no se permiten otras celebraciones, excepto la misa exequial.

Liturgia de las Horas: oficio la solemnidad. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 26 de marzo, pág. 224.
CALENDARIOS: Cádiz y Ceuta: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Antonio Ceballos Atienza, obispo, emérito (1988).
Segorbe-Castellón: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Casimiro López Llorente, obispo (2001).

TEXTOS MISA

25 de marzo
LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR
Solemnidad

Antífona de entrada Hb 10, 5. 7
El Señor al entrar en el mundo dice: He aquí que vengo para hacer tu voluntad.
Dóminus ingrédiens mundum dixit: Ecce vénio ut fáciam, Deus, voluntátem tuam.

Monición de entrada
Celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación del Señor, momento central de la Historia de la Salvación en que la Virgen María con su «sí» hace posible el designio de Dios. Llegada la plenitud de los tiempos, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, el Hijo de Dios se encarnó por obra del Espíritu Santo en las entrañas de la Virgen Madre.

Acto penitencial
- Tú, que te hiciste semejante a nosotros, excepto en el pecado: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
Tú. que al entrar en el mundo te ofreciste en sacrificio por nosotros: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, el fruto bendito del vientre de María: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

Se dice Gloria.

Oración colecta
Oh, Dios, has querido que tu Verbo asumiera la verdad de la carne humana en el seno de la Virgen María, concédenos que cuantos confesamos a nuestro Redentor Dios y hombre merezcamos ser partícipes también de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui Verbum tuum in útero Vírginis Maríae veritátem carnis humánae suscípere voluísti, concéde, quaesumus, ut, qui Redemptórem nostrum Deum et hóminem confitémur, ipsíus étiam divínae natúrae mereámur esse consórtes. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas de la solemnidad de La Anunciación del Señor (Lec. IV).

PRIMERA LECTURA Is 7, 10-14; 8, 10
Mirad: la virgen está encinta
Lectura del libro de Isaías.

En aquellos días, el Señor habló a Acaz y le dijo:
«Pide una signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Acaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque con nosotros está Dios».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11 (R.: cf. 8a y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam, voluntátem tuam.

V. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy».
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam, voluntátem tuam.

V. «-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam, voluntátem tuam.

V. He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam, voluntátem tuam.

V. No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam, voluntátem tuam.

SEGUNDA LECTURA Heb 10, 4-10
Así está escrito en el comienzo del libro acerca de mi: para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad
Lectura de la carta a los Hebreos.

Hermanos:
Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.
Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas,
pero me formaste un cuerpo;
no aceptaste
holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije: He aquí que vengo
-pues está escrito en el comienzo del libro acerca de mi-
para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad».
Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley.
Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Aleluya Jn 1, 14ab
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria. R.
Verbum caro factum est et habitávit in nobis, et vídimus glóriam eius.

EVANGELIO Lc 1, 26-38
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque “para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Catecismo de la Iglesia Católica
I. CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO …
484 La anunciación a María inaugura la plenitud de "los tiempos"(Ga 4, 4), es decir el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará "corporalmente la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9). La respuesta divina a su "¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?" (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti" (Lc 1, 35).
485 La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo (cf. Jn 16, 14-15). El Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él que es "el Señor que da la vida", haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya.
486 El Hijo único del Padre, al ser concebido como hombre en el seno de la Virgen María es "Cristo", es decir, el ungido por el Espíritu Santo (cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35), desde el principio de su existencia humana, aunque su manifestación no tuviera lugar sino progresivamente: a los pastores (cf. Lc 2, 8-20), a los magos (cf. Mt 2, 1-12), a Juan Bautista (cf. Jn 1, 31-34), a los discípulos (cf. Jn 2, 11). Por tanto, toda la vida de Jesucristo manifestará "cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10, 38).
II… NACIDO DE LA VIRGEN MARÍA
487 Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo.
La predestinación de María
488 "Dios envió a su Hijo" (Ga 4, 4), pero para "formarle un cuerpo" (cf. Hb 10, 5) quiso la libre cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, a "una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27):
El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida (LG 56; cf. 61).
489 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del Maligno (cf. Gn 3, 15) y la de ser la Madre de todos los vivientes (cf. Gn 3, 20). En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf. Gn 18, 10-14; Gn 21, 1-2). Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil (cf. 1Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel (cf. 1S 1), Débora, Rut, Judit, y Ester, y muchas otras mujeres. María "sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación" (LG 55).
"Hágase en mí según tu palabra… "
494 Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María respondió por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que "nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 37-38). Así dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención (cf. LG 56):
"Ella, en efecto, como dice S. Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar "el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a María `Madre de los vivientes' y afirman con mayor frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por María". " (LG. 56).

Oración de los fieles
Recordando, hermanos, el momento en que el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, presentamos nuestras humildes súplicas por mediación de aquél que entró en el mundo ofreciéndose como víctima de salvación.
- Por la Iglesia, voz de los que no tienen voz: para que, fiel a su misión de iluminar las conciencias de los creyentes y de los hombres de buena voluntad, recuerde constantemente a todos que la vida humana es un don precioso de Dios. Roguemos al Señor.
- Por todos aquellos a los que aún no ha sido anunciado el Evangelio, para que Dios les envíe mensajeros de su Palabra. Roguemos al Señor.
- Por los enfermos, los marginados y los que sufren por cualquier causa, para que reciban con esperanza el anuncio de la redención de sus sufrimientos en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Roguemos al Señor.
- Por todos y cada uno de los presentes, para que recibamos en nuestro corazón la palabra divina y, a ejemplo de María, la Virgen creyente, estemos siempre dispuestos a hacer su voluntad. Roguemos al Señor.
Escucha la oración de tu Iglesia, Señor, que contempla el misterio de la encarnación de tu Hijo, y atiende nuestras peticiones por intercesión de la bienaventurada Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Dios todopoderoso, dígnate aceptar los dones de tu Iglesia, para que se alegre al celebrar los misterios en esta solemnidad, pues reconoce que ha tenido su origen en la encarnación de tu Unigénito. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Ecclésiae tuae munus, omnípotens Deus, dignáre suscípere, ut, quae in Unigéniti tui incarnatióne primórdia sua constáre cognóscit, ipsíus gáudeat hac sollemnitáte celebráre mystéria. Per Christum.

Prefacio EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la Virgen escuchó con fe, del mensajero celeste: que iba a nacer entre los hombres y en favor de los hombres, por la fuerza del Espíritu Santo que la cubrió con su sombra, aquel a quien llevó en sus purísimas, para que se cumpliesen así, verdaderamente, las promesas hechas a los hijos de Israel, y se manifestara la esperanza de los pueblos que debía realizarse de modo inefable.
Por él, los coros de los ángeles adoran tu gloria eternamente, gozosos en tu presencia. Permítenos asociarnos a sus voces cantando con ellos tu alabanza:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Quem inter hómines et propter hómines nascitúrum, Spíritus Sancti obumbránte virtúte, a caelésti núntio Virgo fidénter audívit et immaculátis viscéribus amánter portávit, ut et promissiónes fíliis Israel perfíceret véritas, et géntium exspectátio patéret ineffabíliter adimplénda.
Per quem maiestátem tuam adórat exércitus Angelórum, ante conspéctum tuum in aeternitáte laetántium. Cum quibus et nostras voces ut admítti iúbeas, deprecámur, sócia exsultatióne dicéntes:
Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión Is 7, 14
Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel.
Ecce Virgo concípiet et páriet Fílium, et vocábitur nomen eius Emmánuel.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor, que confirmes en nuestros corazones los sacramentos de la verdadera fe, para que cuantos confesamos al Hijo concebido por la Virgen, Dios y hombre verdadero, merezcamos llegar a la alegría eterna por la fuerza de su resurrección salvadora. Por Jesucristo, nuestro Señor.
In méntibus nostris, quaesumus, Dómine, verae fídei sacraménta confírma, ut, qui concéptum de Vírgine Deum verum et hóminem confitémur, per eius salutíferae resurrectiónis poténtiam, ad aetérnam mereámur perveníre laetítiam. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 26 de marzo

1. En Roma, en la vía Labicana, san Cástulo, mártir. (s. inc.)
2. En Anatolia, actual Turquía, santos Manuel, Sabino, Codrato y Teodosio, mártires(s. inc.)
3. En la región de Sirmio, en Panonia, hoy Croacia, santos mártires Montano, presbítero, y Máxima, su esposa, que por confesar ambos su fe en Cristo Señor, fueron precipitados al mar por unos infieles. (c. 304)
4. Conmemoración de la pasión de san Eutiquio, subdiácono alejandrino, que en tiempo del emperador Constancio, y bajo el obispo arriano Jorge, murió por la fe católica. (356)
5. En Sebaste, en la antigua Armenia, actualmente Turquía, san Pedro, obispo, que, hermano menor de san Basilio Magno, fue un eximio defensor de la fe ortodoxa ante los arrianos. (c. 391)
6. En Montier-en-Der, en la actual región de Champagne, en la actual Francia, san Bercario, primero abad de Hautvillers y después de Der, que, violentamente apuñalado el día de Jueves Santo por un monje al que había reprendido, pasó al cielo el día de la Resurrección. (685)
7. En Montalbano, en la región actualmente italiana de Toscana, santos Baroncio y Desiderio, ermitaños. (s. VII)
8. En el monasterio de Werden, en Sajonia, hoy Alemania, tránsito de san Liudgero, obispo, que fue discípulo de Alcuino. Predicó el Evangelio en Frisia, Dinamarca y Sajonia, estableció la sede de Münster y fundó varios monasterios, que se convirtieron en centros para la propagación de la fe. (809)
9*. En Catania, ciudad de Sicilia, en Italia, beata Magdalena Catalina Morano, virgen del Instituto de Hijas de María Auxiliadora, que se dedicó a impartir catequesis y recorrió sin cesar toda esta región. (1908)

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