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viernes, 4 de febrero de 2022

Viernes 11 marzo 2022, Viernes de la I semana de Cuaresma, feria.

SOBRE LITURGIA

ENCUENTRO CON LOS PÁRROCOS Y EL CLERO DE ROMA
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Sala Pablo VI. Jueves 14 de febrero 2013

(2) Comencemos con el primero. Tras la Primera Guerra Mundial, había ido creciendo precisamente en Europa Central y Occidental el movimiento li­túrgico, un redescubrimiento de la ri­queza y profundidad de la liturgia, que hasta entonces estaba casi encerrada en el Misal Romano del sacerdote, mientras que el pueblo rezaba con sus propios libros de oraciones, compuestos según el corazón de la gente; se trataba de este modo de traducir el alto contenido, el lenguaje elevado de la liturgia clásica, en palabras más emotivas, más cercanas al corazón del pueblo. Pero eran como dos liturgias paralelas: el sacerdote con los monaguillos, que celebraba la Misa según el Misal, y al mismo tiempo los laicos, que rezaban en la Misa con sus libros de oración, sabiendo básicamente lo que se hacía en el altar. Pero ahora se había redescubierto precisamente la belleza, la profundidad, la riqueza histórica, humana y espiritual del Misal, y la necesidad de que no fuera sólo un representante del pueblo, un pequeño monaguillo, el que dijera: «Et cum spiritu tuo»..., sino que hubiera realmente un diálogo entre el sacerdote y el pueblo; que la liturgia del altar y la liturgia de la gente fuera realmente una única liturgia, una participación activa; que la riqueza llegara al pueblo. Y así la liturgia se ha redescubierto, se ha renovado.

Ahora, en retrospectiva, creo que fue muy acertado comenzar por la liturgia. Así se manifiesta la primacía de Dios, la primacía de la adoración: «Operi Dei nihil praeponatur». Esta sentencia de la Regla de san Benito (cf. 43,3) aparece así como la suprema regla del Concilio. Alguno criticaba que el Concilio hablara de muchas cosas, pero no de Dios. Pero sí que habló de Dios. Y su primer y sustancial acto fue hablar de Dios y abrir a todos, al pueblo santo por entero, a la adoración de Dios en la celebración común de la liturgia del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En este sentido, más allá de los aspectos prácticos que desaconsejaban iniciar de inmediato con temas polémicos, digamos que fue realmente providencial el que en los comienzos del Concilio estuviera la liturgia, estuviera Dios, estuviera la adoración. No quisiera entrar ahora en los detalles de la discusión, pero siempre vale la pena volver, más allá de las aplicaciones prácticas, al Concilio mismo, a su profundidad y a sus ideas esenciales.

Diría que había varias: sobre todo el Misterio pascual como centro del ser cristiano, y por tanto de la vida cristiana, del año, del tiempo cristiano, expresado en el tiempo pascual y en el domingo, que siempre es el día de la Resurrección. Siempre recomenzamos nuestro tiempo con la Resurrección, con el encuentro con el Resucitado y, a partir del encuentro con el Resucitado, vamos al mundo. En este sentido, es una pena que actualmente el domingo se haya transformado en el fin de semana, cuando es la primera jornada, es el inicio; interiormente debemos tener presente esto: que es el inicio, el inicio de la Creación, el inicio de la recreación en la Iglesia, encuentro con el Creador y con Cristo Resucitado. También este doble contenido del domingo es importante: es el primer día, o sea, fiesta de la Creación: estamos en el fundamento de la Creación, creemos en el Dios Creador; y es encuentro con el Resucitado, que renueva la Creación; su verdadero objetivo es crear un mundo que sea respuesta al amor de Dios.

También había algunos principios: la inteligibilidad, en lugar de quedar encerrados en una lengua desconocida, no hablada, y también la participación activa. Lamentablemente, estos principios también se han malentendido. Inteligibilidad no quiere decir banalidad, porque los grandes textos de la liturgia —aunque se hablen, gracias a Dios, en lengua materna— no son fácilmente inteligibles; necesitan una formación permanente del cristiano para que crezca y entre cada vez con mayor profundidad en el misterio y así pueda comprender. Y también la Palabra de Dios. Cuando pienso día tras día en la lectura del Antiguo Testamento, y también en la lectura de las epístolas paulinas, de los evangelios, ¿quién podría decir que entiende inmediatamente sólo porque está en su propia lengua? Sólo una formación permanente del corazón y de la mente puede realmente crear inteligibilidad y una participación que es más que una actividad exterior, que es un entrar de la persona, de mi ser, en la comunión de la Iglesia, y así en la comunión con Cristo.

Segundo tema: la Iglesia. Sabemos que el Concilio Vaticano I había sido interrumpido a causa de la guerra franco-alemana y así permaneció con una unilateralidad, con un fragmento, porque la doctrina sobre el primado —que se definió, gracias a Dios, en aquel momento histórico para la Iglesia, y fue muy necesaria para el tiempo sucesivo— era sólo un elemento en una eclesiología más vasta, prevista, preparada. Así que había quedado sólo el fragmento. Y se podía decir: si el fragmento permanece tal como está, tendemos a una unilateralidad: la Iglesia sería sólo el primado. Por tanto ya desde el principio existía esta intención de completar la eclesiología del Vaticano I, en una fecha que había que encontrar, para una eclesiología completa. También aquí las condiciones parecían muy buenas porque, tras la primera guerra mundial, había renacido el sentido de la Iglesia en un modo nuevo. Romano Guardini dijo: «En las almas empieza a despertarse la Iglesia», y un obispo protestante hablaba del «siglo de la Iglesia». Se redescubría sobre todo el concepto, previsto también por el Vaticano I, del Cuerpo Místico de Cristo. Se quería decir y entender que la Iglesia no es una organización, algo estructural, jurídico, institucional —también es esto—, sino que es un organismo, una realidad vital, que entra en mi alma, de manera que yo mismo, precisamente con mi alma creyente, soy elemento constructivo de la Iglesia como tal. En este sentido, Pío XII había escrito la Encíclica Mystici Corporis Christi como un paso para completar la eclesiología del Vaticano I.

Diría que la discusión teológica de los años 30-40, también de los 20, estaba completamente bajo este signo de la palabra «Mystici Corporis». Fue un descubrimiento que suscitó mucha alegría en aquel tiempo y también en este contexto creció la fórmula: Nosotros somos la Iglesia, la Iglesia no es una estructura; nosotros mismos, los cristianos, juntos, somos todos el Cuerpo vivo de la Iglesia. Y, naturalmente, esto es válido en el sentido de que nosotros, el verdadero «nosotros» de los creyentes, junto al «Yo» de Cristo, es la Iglesia; cada uno de nosotros, no «un nosotros», un grupo que se declara Iglesia. No: este «nosotros somos Iglesia» exige precisamente mi inserción en el gran «nosotros» de los creyentes de todos los tiempos y lugares. Por tanto, la primera idea era completar la eclesiología de manera teológica, pero prosiguiendo también de modo estructural, es decir, junto a la sucesión de Pedro, a su función única; definir mejor también la función de los obispos, del Cuerpo episcopal. Y para hacer esto se encontró la palabra «colegialidad», muy discutida, con debates enconados, y diría también, un poco exagerados. Pero era la palabra —tal vez hubiera otra, pero esta valía— para expresar que los obispos, juntos, son la continuación de los Doce, del Cuerpo de los Apóstoles. Hemos dicho: sólo un obispo, el de Roma, es sucesor de un determinado Apóstol, de Pedro. Todos los demás se convierten en sucesores de los Apóstoles entrando en el Cuerpo que continúa el Cuerpo de los Apóstoles. Así, precisamente el Cuerpo de los obispos, el colegio, es la continuación del Cuerpo de los Doce, y de este modo se hace necesario, tiene su función, sus derechos y deberes. A muchos les parecía una lucha por el poder, y tal vez alguno pensaba incluso en su poder, pero no se trataba sustancialmente de poder, sino de la complementariedad de los factores y de la integridad completa del Cuerpo de la Iglesia con los obispos, sucesores de los Apóstoles, como elementos sustentadores; y cada uno de ellos es el elemento sustentador de la Iglesia, junto a este gran Cuerpo.

Estos eran, digamos, los dos elementos fundamentales. En la búsqueda de una visión teológica completa de la eclesiología después de los años 40, en los años 50, ya había surgido entretanto un poco de crítica del concepto de Cuerpo de Cristo: «místico» sería demasiado espiritual, demasiado exclusivo; entonces se puso en juego el concepto de «Pueblo de Dios». Y el Concilio, justamente, aceptó este elemento, que entre los Padres se consideró como expresión de la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el texto del Nuevo Testamento, la palabra «Laos tou Theou», correspondiente a los textos del Antiguo Testamento, significa —me parece que sólo con dos excepciones— el antiguo Pueblo de Dios, los judíos, que entre los pueblos —«goim»— del mundo son «el» Pueblo de Dios. Y los demás, nosotros, paganos, no somos de por sí el Pueblo de Dios, sino que nos convertimos en hijos de Abrahán, y por tanto en Pueblo de Dios, entrando en comunión con Cristo, de la única semilla de Abrahán. Y entrando en comunión con él, siendo uno con él, también nosotros somos Pueblo de Dios. Es decir, el concepto «Pueblo de Dios» implica continuidad de los Testamentos, continuidad de la historia de Dios con el mundo, con los hombres, pero implica también el elemento cristológico. Sólo a través de la cristología nos convertimos en Pueblo de Dios, y así se combinan los dos conceptos. Y el Concilio decidió crear una construcción trinitaria de la eclesiología: Pueblo de Dios Padre, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo.

Sin embargo, sólo después del Concilio se aclaró un elemento que se encuentra un poco escondido incluso en el Concilio mismo, o sea: el nexo entre Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo es precisamente la comunión con Cristo en la unión eucarística. Aquí nos convertimos en Cuerpo de Cristo; esto es, la relación entre Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo crea una nueva realidad: la comunión. Y diría que después del Concilio se ha descubierto cómo en realidad el Concilio encontró, orientó hacia este concepto: la comunión como concepto central. Diría que esto no estaba aún filológicamente maduro del todo en el Concilio; pero es fruto del Concilio el que el concepto de comunión se haya transformado cada vez más en la expresión de la esencia de la Iglesia. Comunión en las distintas dimensiones: comunión con el Dios Trinitario —que es Él mismo comunión entre Padre, Hijo y Espíritu Santo—, comunión sacramental, comunión concreta en el episcopado y en la vida de la Iglesia.

CALENDARIO

11 VIERNES DE LA I SEMANA DE CUARESMA, feria Abstinencia

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II. 
La Cuaresma: Reconciliación con Dios y con los hermanos.
- Ez 18, 21-28. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta de su conducta y viva?
- Sal 129. R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
- Mt 5, 20-26. Vete primero a reconciliarte con tu hermano.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 12 de marzo, pág. 203.
CALENDARIOS: Sevilla: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Calahorra y La Calzada-Logroño: Santa Áurea, virgen (conm.).
Osma-Soria: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Abilio Martínez Varea, obispo (2017).

TEXTOS MISA

Viernes de la I Semana de Cuaresma.

Antífona de entrada Cf. Sal 24, 17-18
Señor, sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados.
De necessitátibus meis éripe me, Dómine. Vide humilitátem meam et labórem meum, et dimítte ómnia peccáta mea.

Oración colecta
Señor, concede a tus fieles, prepararse de modo conveniente a las fiestas de Pascua, para que, aceptada la penitencia corporal según la costumbre, sea útil a todos para el bien de las almas. Por nuestro Señor Jesucristo.
Da, quaesumus, Dómine, fidélibus tuis observatióni pascháli conveniénter aptári, ut suscépta sollémniter castigátio corporális cunctis ad fructum profíciat animárum. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Viernes de la I semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Ez 18, 21-28
¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta de su conducta y que viva?
Lectura de la profecía de Ezequiel.

Esto dice el Señor Dios:
«Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado —oráculo del Señor Dios—, y no que se convierta de su conducta y viva?
Si el inocente se aparta de su inocencia y comete maldades, como las acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá vivir? No se tendrán en cuenta sus obras justas. Por el mal que hizo y por el pecado cometido, morirá.
Insistís: No es justo el proceder del Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-7ab. 7cd-8 (R.: 3)
R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

V. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor.
R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

V. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora.
R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

V. Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y el redimirá a Israel
de todos sus delitos.
R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

Versículo antes del Evangelio Cf. Ez 18, 31
Apartad de vosotros todos vuestros delitos –dice el Señor–, renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.
Proícite a vobis omnes praevaricatiónes vestras, dicit Dóminus, et fácite vobis cor novum et spíritum novum.

EVANGELIO Mt 5, 20-26
Vete primero a reconciliarte con tu hermano
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 14-junio-2018
Es la envidia la que trae la muerte. Si decimos: "yo no tengo envidia de nadie", piénsalo bien: esa envidia está escondida y cuando no está escondida, es fuerte, es capaz de ponerte amarillo, verde, como hace el líquido biliar cuando estás enfermo. Gente con el alma amarilla, con el alma verde por la envidia que les lleva al insulto, les lleva a destruir al otro. Pero Jesús dice: "No, eso no se hace". «Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano». Jesús es así de radical. La reconciliación no es una actitud de buenas maneras, no: es una actitud radical, un comportamiento que procura respetar la dignidad del otro y la mía. Del insulto a la reconciliación, de la envidia a la amistad. Ese es el camino que Jesús nos propone hoy.

Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios. De él nos viene la misericordia, la redención copiosa.
- Para que la Iglesia sea signo e instrumento de reconciliación de los hombres entre sí y con Dios. Roguemos al Señor.
- Para que haya justicia en el mundo y nunca sean injustamente oprimidos los inocentes. Roguemos al Señor.
- Para que los cristianos vivamos siempre reconciliados y perdonemos a los demás, como deseamos que el Padre nos perdone a nosotros. Roguemos al Señor.
- Para que la eucaristía nos ayude a tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos por nuestro pecado y por el pecado del mundo. Roguemos al Señor.
Desde lo hondo te gritamos a ti, Señor escucha nuestra voz; sálvanos, pues queremos convertirnos a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, estas ofrendas con las que has querido satisfacerte y por las que nos devuelves con amor eficaz la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, Dómine, propitiátus hóstias, quibus et te placári voluísti, et nobis salútem poténti pietáte restítui. Per Christum.

PREFACIO III DE CUARESMA
LOS FRUTOS DE LA ABSTINENCIA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú has querido que te diésemos gracias mediante la abstinencia, para que nosotros pecadores, dominásemos con ella nuestro orgullo e imitásemos tu generosidad, dando de comer a los necesitados.
Por eso, con los innumerables ángeles, proclamamos tu grandeza y te alabamos con una sola voz:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Qui nos per abstinéntiam tibi grátias reférre voluísti, ut ipsa et nos peccatóres ab insoléntia mitigáret, et, egéntium profíciens aliménto, imitatóres tuae benignitátis effíceret.
Et ídeo, cum innúmeris Angelis, una te magnificámus laudis voce dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO

Antífona de comunión Ez 33, 11
Por mi vida, oráculo del Señor, que yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta y viva.
Vivo ego, dicit Dóminus; nolo mortem peccatóris, sed magis ut convertátur et vivat.

Oración después de la comunión
La comunión de tu sacramento, Señor, nos restaure y, purificados del antiguo pecado, nos conduzca a la unidad del misterio que nos salva. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tui nos, Dómine, sacraménti reféctio sancta restáuret, et, a vetustáte purgátos, in mystérii salutáris fáciat transíre consórtium. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. El Señor esté con vosotros. R.
V. Inclinaos para recibir la bendición.
Mira, Señor,con bondad a tu pueblo, para que se cumpla en su interior lo que su observancia manifiesta externamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Réspice, Dómine, propítius ad plebem tuam, ut quod eius observántia profitétur extrínsecus, intérius operétur. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 12 de marzo

1. En Tebeste, en Numidia, actual Argelia, san Maximiliano, mártir, que, siendo hijo del veterano Víctor y llamado también al ejército, respondió al procónsul Diono que a un fiel cristiano no le era lícito ser soldado y, tras rehusar el juramento militar, fue ajusticiado a espada. (295)
2. En Nicomedia, ciudad de Bitinia, hoy en Turquía, conmemoración de los santos mártires Mígdono, presbítero, Eugenio, Máximo, Domna, Mardonio, Esmaragdo e Hilario, que fueron ahogados uno tras otro en días sucesivos, para atemorizar a los demás. (303)
3. En la misma ciudad de Nicomedia, pasión de san Pedro, mártir, que, siendo ayudante de cámara del emperador Diocleciano, se lamentó con cierta libertad de los suplicios de los mártires, por mandato del mismo augusto fue detenido y colgado, siendo torturado primero con prolongados azotes y después a fuego en una parrilla. Doroteo y Gorgonio, servidores también del emperador, por haber protestado fueron sometidos a los mismos suplicios y, finalmente, estrangulados. (303)
4. En Roma, en el cementerio de Ponciano, sepultura de san Inocencio I, papa, que defendió a san Juan Crisóstomo, consoló a san Jerónimo y aprobó a san Agustín. (417)
5. En la ciudad de Saint-Pol-de-Léon), en la Bretaña Armórica, hoy Francia, san Pablo Aureliano, primer obispo de esta ciudad. (s. VI)
6. En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura de san Gregorio I, papa, de sobrenombre Magno, cuya memoria se celebra el día tres de septiembre, aniversario de su ordenación. (604)
7. En Sigriana, en Bitinia, actual Turquía, en el monasterio de Campogrande, sepultura de san Teófanes, por sobrenombre “Cronógrafo”, que siendo muy rico prefirió hacerse pobre monje, y por defender el culto de las sagradas imágenes fue encarcelado por el emperador León el Armenio durante dos años y deportado después a Samotracia, donde, agotado por los padecimientos, entregó el espíritu. (817)
8*. En Winchester, en Inglaterra, san Elpegio, obispo y monje, que procuró con gran empeño la instauración de la vida cenobítica. (951)
9*. En la ciudad de San Geminiano, en la región italiana de Toscana, beata Fina, virgen, que desde temprana edad sobrellevó con invicta paciencia, apoyada únicamente en Dios, una prolongada y grave enfermedad. (1253)
10*. En Arezzo, también en Toscana, beata Justina Francucci Bezzoli, virgen de la Orden de San Benito y reclusa. (1319)
11*. En Recanati, en el Piceno, actual región italiana de Las Marcas, beato Jerónimo Gherarducci, presbítero, de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, que trabajó por la paz y la concordia de los pueblos. (c. 1369)
12. En la ciudad de Guiyang, de la provincia china de Guangxi, san José Zhang Dapeng, mártir, el cual, recibida la luz de la fe, apenas bautizado abrió su casa a misioneros y catequistas, y ayudó a pobres, enfermos y niños hasta que, condenado a la crucifixión, derramó lágrimas de alegría por haber sido considerado digno de morir por Cristo. (1815)
13*. En Cracovia, en Polonia, beata Ángela Salawa, virgen de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que, eligiendo entregar su vida en el servicio doméstico, vivió humildemente entre las criadas, y en suma pobreza descansó en el Señor. (1922)
14. En la ciudad de Sanremo, en la región de Liguria, en Italia, san Luis Orione, presbítero, que instituyó la Pequeña Obra de la Divina Providencia, para bien de los jóvenes y de todos los marginados. (1940)
- Beatos Rutilio Grande García, sacerdote de la Compañía de Jesús, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemos, laicos, mártires (1977) por odio a la fe en El Salvador.

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