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martes, 15 de febrero de 2022

Martes 22 marzo 2022, Martes de la III semana de Cuaresma, feria.

SOBRE LITURGIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Biblioteca del Palacio Apostólico. Miércoles, 27 de mayo de 2020

Catequesis: 4. La oración de los justos

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Dedicamos la catequesis de hoy a la oración de los justos.

El plan de Dios para la humanidad es bueno, pero en nuestra vida diaria experimentamos la presencia del mal: es una experiencia diaria. Los primeros capítulos del Libro del Génesis describen la expansión progresiva del pecado en las vivencias humanas. Adán y Eva (cf. Gn 3,1-7) dudan de las intenciones benévolas de Dios, pensando que se trate de una deidad envidiosa que impide su felicidad. De ahí la rebelión: ya no creen en un Creador generoso que desea su felicidad. Su corazón, cediendo a la tentación del Maligno, es presa de delirios de omnipotencia: “Si comemos el fruto del árbol, nos haremos semejantes a Dios” (cf. v. 5). Y esta es la tentación: esta es la ambición que penetra en el corazón. Pero la experiencia va en la dirección opuesta: sus ojos se abren y descubren que están desnudos (v. 7), sin nada. No lo olvidéis: el tentador es un mal pagador, paga mal.

El mal se vuelve aún más arrollador con la segunda generación humana, es más fuerte: es la historia de Caín y Abel (cf. Gn 4,1-16). Caín tiene envidia de su hermano: está presente el gusano de la envidia; aunque es el primogénito, ve a Abel como un rival, uno que amenaza su primacía. El mal se asoma a su corazón y Caín es incapaz de dominarlo. El mal empieza a penetrar en el corazón: los pensamientos son siempre los de mirar mal al otro, con sospecha. Y esto sucede también con el pensamiento: “Este es malo, me perjudicará”... Y este pensamiento se va abriendo paso en el corazón..Y así la historia de la primera fraternidad termina con un asesinato. Pienso, hoy, en la fraternidad humana...guerras por doquier.

En la descendencia de Caín se desarrollan los oficios y las artes, pero también se desarrolla la violencia, expresada en el siniestro cántico de Lámec, que suena como un himno de venganza: «Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí. Caín será vengado siete veces, mas Lámec lo será setenta y siete» (Gn 4,23-24). La venganza: “Lo has hecho ¡vas a pagarlo!”. Pero eso no lo dice el juez, lo digo yo. Y yo me vuelvo juez de la situación.Y así el mal se propaga como un incendio hasta ocupar todo el cuadro: «Viendo Yahveh que la maldad del hombre cundía en la tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de continuo« (Gn 6,5). Los grandes frescos del diluvio universal (cap. 6-7) y la torre de Babel (cap. 11) revelan que es necesario un nuevo comienzo, como una nueva creación, que tendrá su cumplimiento en Jesucristo.

Y sin embargo, en estas primeras páginas de la Biblia, también está escrita otra historia, menos llamativa, mucho más humilde y devota, que representa el rescate de la esperanza. Aunque casi todos se comportan con brutalidad, haciendo del odio y la conquista el gran motor de las vivencias humanas, hay personas capaces de rezar a Dios con sinceridad, capaces de escribir de otra manera el destino del hombre. Abel ofrece a Dios un sacrificio de primicias. Después de su muerte, Adán y Eva tuvieron un tercer hijo, Set, de quien nació Enós (que significa “mortal”), y se dice: «En aquel tiempo comenzaron a invocar el nombre del Señor» (4,26). Luego aparece Henoc, un personaje que “anduvo con Dios” y fue arrebatado al cielo (cf. 5,22.24). Y finalmente está la historia de Noé, un hombre justo que «andaba con Dios» (6,9), frente al cual Dios detiene su propósito de borrar a la humanidad (cf. 6,7-8).

Leyendo estas historias, uno tiene la impresión de que la oración sea el dique, el refugio del hombre ante la oleada de maldad que crece en el mundo. Pensándolo bien también rezamos para ser salvados de nosotros mismos. Es importante rezar: “Señor, por favor, sálvame de mí mismo, de mis ambiciones, de mis pasiones”. Los orantes de las primeras páginas de la Biblia son hombres artífices de paz: en efecto, la oración, cuando es auténtica, libera de los instintos de violencia y es una mirada dirigida a Dios, para que vuelva a ocuparse del corazón del hombre. Se lee en el Catecismo: «Este carácter de la oración ha sido vivido en todas las religiones, por una muchedumbre de hombres piadosos» (CCC, 2569). La oración cultiva prados de renacimiento en lugares donde el odio del hombre solo ha sido capaz de ensanchar el desierto. Y la oración es poderosa, porque atrae el poder de Dios y el poder de Dios da siempre vida; siempre. Es el Dios de la vida y hace renacer.

Por eso el señorío de Dios pasa por la cadena de estos hombres y mujeres, a menudo incomprendidos o marginados en el mundo. Pero el mundo vive y crece gracias al poder de Dios que estos servidores suyos atraen con sus oraciones. Son una cadena que no hace ruido, que rara vez salta a los titulares, y sin embargo ¡es tan importante para devolver la confianza al mundo! Recuerdo la historia de un hombre: un jefe de gobierno, importante, no de esta época, del pasado. Un ateo que no tenía sentido religioso en su corazón, pero de niño escuchaba a su abuela rezar, y eso permaneció en su corazón. Y en un momento difícil de su vida, ese recuerdo volvió a su corazón y dijo: “Pero la abuela rezaba...”. Así que empezó a rezar con las fórmulas de su abuela y allí encontró a Jesús. La oración es una cadena de vida, siempre: muchos hombres y mujeres que rezan, siembran la vida. La oración siembra vida, la pequeña oración: por eso es tan importante enseñar a los niños a rezar. Me duele cuando me encuentro con niños que no saben hacerse la señal de la cruz. Hay que enseñarles a hacer bien la señal de la cruz, porque es la primera oración. Es importante que los niños aprendan a rezar. Luego, a lo mejor, pueden olvidarse, tomar otro camino; pero las primeras oraciones aprendidas de niño permanecen en el corazón, porque son una semilla de vida, la semilla del diálogo con Dios.

El camino de Dios en la historia de Dios ha pasado por ellos: ha pasado por un “resto” de la humanidad que no se uniformó a la ley del más fuerte, sino que pidió a Dios que hiciera sus milagros, y sobre todo que transformara nuestro corazón de piedra en un corazón de carne (cf. Ez 36,26). Y esto ayuda a la oración: porque la oración abre la puerta a Dios, transformando nuestro corazón tantas veces de piedra, en un corazón humano. Y se necesita mucha humanidad, y con la humanidad se reza bien.

CALENDARIO

22 MARTES DE LA III SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
La Cuaresma: La compasión de Dios invita a perdonar.
- Dan 3, 25. 34-43. Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde.
- Sal 24. R. Recuerda, Señor, tu ternura.
- Mt 18, 21-35. Si cada cual no perdona a su hermano, tampoco el Padre os perdonará.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 23 de marzo, pág. 219.
CALENDARIOS: Brígidas: Santa Catalina de Suecia (F).
Orden de San Juan de Jerusalén: Beato Clemente Augusto von Galen, obispo (conm.).
Albacete: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Ciriaco Benavente Mateos, obispo, emérito (1992).

TEXTOS MISA

Martes de la III Semana de Cuaresma.


Antífona de entrada Sal 16, 6. 8
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme.
Ego clamávi, quóniam exaudísti me, Deus; inclína aurem tuam, et exáudi verba mea. Custódi me, Dómine, ut pupíllam óculi; sub umbra alárum tuárum prótege me.

Oración colecta
Señor, que tu gracia no nos abandone, para que, entregados plenamente a tu servicio, sintamos sobre nosotros tu protección continua. Por nuestro Señor Jesucristo.
Grátia tua ne nos, quaesumus, Dómine, derelínquat, quae et sacrae nos déditos fáciat servitúti, et tuam nobis opem semper acquírat. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Martes de la III semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Dan 3, 25. 34-43
Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde

Lectura de la profecía de Daniel.

En aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzó la voz en medio del fuego y dijo:
«Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
a quienes prometiste multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.
Que este sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos, y buscamos tu rostro;
no nos defraudes, Señor;
trátanos según tu piedad,
según tu gran misericordia.
Líbranos con tu poder maravilloso
y da gloria a tu nombre, Señor».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 24, 4-5a. 6 y 7cd. 8-9 (R.: 6a)
R.
 Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

V. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
R. Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

V. Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
R. Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

V. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
R. Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

Versículo antes del Evangelio Cf. Jl 2, 12-13
Ahora –dice el Señor–, convertíos a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso.
Nunc ergo, dicit Dóminus, convertímini ad me in toto corde vestro, quia benígnus et miséricors sum.

EVANGELIO Mt 18, 21-35
Si cada cual no perdona a su hermano, tampoco el Padre os perdonará
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso
ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
«¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 21-marzo-2017
El siervo, protagonista del Evangelio, tiene la sensación de “haberlo logrado”, de haber sido astuto; en cambio, no ha entendido la generosidad del dueño. Y cuántas veces, saliendo del confesionario sentimos eso, sentimos que “lo hemos conseguido”. Eso no es recibir el perdón, sino la hipocresía de robar un perdón, un falso perdón. Pidamos hoy al Señor la gracia de comprender ese “setenta veces siete”. Pidamos la gracia de la vergüenza ante Dios. ¡Es una gran gracia! Avergonzarse de los propios pecados y así recibir el perdón y la gracia de la generosidad de darlo a los demás, porque si el Señor me ha perdonado tanto, ¿quién soy yo para no perdonar?

Oración de los fieles
Oremos al Padre, en el nombre de Cristo, que nos exhorta a perdonar sin límites.
- Para que el papa, los obispos y los sacerdotes sean ministros del perdón y testigos de verdadera reconciliación. Roguemos al Señor.
- Para que los hombres redescubran el sentido del pecado. Roguemos al Señor.
- Para que cuantos ejercen la autoridad en la Iglesia y en el mundo imiten la misericordia y ternura del Padre, que está en los cielos. Roguemos al Señor.
- Para que la eucaristía nos dé la capacidad de saber siempre perdonar, como Dios nos perdona. Roguemos al Señor.
Dios, Padre nuestro, escúchanos; queremos tener compasión con los demás, como tú la tienes con nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor

Oración sobre las ofrendas
Concédenos, Señor, que este sacrificio de salvación, purifique nuestros pecados y atraiga sobre nosotros la ayuda de tu poder. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Concéde nobis, quaesumus, Dómine, ut haec hóstia salutáris nostrórum fiat purgátio delictórum, et tuae propitiátio potestátis. Per Christum.

PREFACIO III DE CUARESMA
LOS FRUTOS DE LA ABSTINENCIA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú has querido que te diésemos gracias mediante la abstinencia, para que nosotros pecadores, dominásemos con ella nuestro orgullo e imitásemos tu generosidad, dando de comer a los necesitados.
Por eso, con los innumerables ángeles, proclamamos tu grandeza y te alabamos con una sola voz:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Qui nos per abstinéntiam tibi grátias reférre voluísti, ut ipsa et nos peccatóres ab insoléntia mitigáret, et, egéntium profíciens aliménto, imitatóres tuae benignitátis effíceret.
Et ídeo, cum innúmeris Angelis, una te magnificámus laudis voce dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA III.

Antífona de comunión Sal 14, 1-2

Señor ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? El que procede honradamente y practica la justicia.
Dómine, quis habitábit in tabernáculo tuo? aut quis requiéscet in monte sancto tuo? Qui ingréditur sine mácula, et opératur iustítiam.

Oración después de la comunión
La participación en este santo sacramento nos vivifique, Señor, expíe nuestros pecados y nos otorgue tu protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Vivíficet nos, quaesumus, Dómine, huius participátio sancta mystérii, et páriter nobis expiatiónem tríbuat et munímen. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. 
El Señor esté con vosotros. R.
V. 
Inclinaos para recibir la bendición.
Oh, Dios, maestro y guía de tu pueblo, aleja de él los pecados que le afean, para que te sea siempre agradable y se sienta seguro con tu auxilio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pópuli tui, Deus, institútor et rector, peccáta, quibus impugnátur, expélle, ut semper tibi plácitus et tuo munímine sit secúrus. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 23 de marzo
S
anto Toribio de Mogrovejo
, obispo de Lima, en Perú. Laico, de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América, donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía la Iglesia y catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente, en la población de Saña, descansó en el Señor. (1606)
2*. En Cornualles, hoy en el Reino Unido, san Fingar o Guignero, mártir. (c. 460)
3. Conmemoración de los santos mártires Victoriano, procónsul de Cartago, actual Túnez, de dos hermanos de la ciudad de Aguas Regias, hoy Henchir-Baboucha, así como de dos mercaderes, ambos de nombre Frumencio, que, en la persecución desencadenada por los vándalos bajo el rey arriano Hunerico, padecieron atroces suplicios por su constancia en confesar la fe cristiana, consiguiendo así la gloriosa corona. (484)
4*. En Pontoise, cerca de París, en Francia, san Gualterio, primer abad del monasterio del lugar, que, renunciando a su amor por la soledad, con su ejemplo enseñó a los monjes la disciplina de la Regla y fustigó en el clero las costumbres simoníacas. (c. 1095)
5*. En Ariano Irpinio, en la región italiana de Campania, san Otón, ermitaño. (c. 1120)
6*. En Gubbio, en Umbría, también en Italia, beato Pedro, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín. (c. 1306)
7*. En York, en Inglaterra, beato Edmundo Sykes, presbítero y mártir, que durante el reinado de Isabel I fue desterrado por ser sacerdote, y habiendo regresado a Inglaterra de nuevo, fue apresado y ajusticiado. (1587)
8*. En el lugar de Naas, cerca de Dublín, en Irlanda, beato Pedro Higgins, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que en tiempo del rey Carlos I fue ahorcado sin juicio previo por guardar fidelidad a la Iglesia Romana. (1642)
9. En Barcelona, en España, san José Oriol, presbítero, que con su mortificación corporal, su cultivo de la pobreza y su continua oración, mantuvo una constante unión con Dios, que le enriqueció de dones celestiales. (1702)
10*. En el pueblo de Cemmo, en la región de Lombardía, en Italia, beata Anunciata Cocchetti, virgen, que con fortaleza y humildad dirigió el Instituto de Hermanas de Santa Dorotea, recién fundado. (1882)
11. Cerca de ad-Dahr, en el actual Líbano, santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, virgen de la Orden de la Hermanas Libanesas Maronitas, que, ciega durante treinta años, y después con parálisis de todos los miembros, permaneció continuamente en oración, fija sólo en Dios. (1914)
12*. En Leopoldov, en Eslovaquia, beato Metodio Domingo Trcka, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de persecución por causa de la fe, con su glorioso martirio cambió su peregrinar terreno en vida eterna. (1959)

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