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martes, 22 de febrero de 2022

Miércoles 30 marzo 2022, Miércoles de la IV semana de Cuaresma, feria.

SOBRE LITURGIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI. Miércoles, 21 de octubre de 2020

Catequesis 11. La oración de los salmos. 2

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy tendremos que cambiar un poco la forma de realizar esta audiencia por causa del coronavirus. Vosotros estáis separados, también con la protección de la mascarilla y yo estoy aquí un poco distante y no puedo hacer lo que hago siempre, acercarme a vosotros, porque sucede que cada vez que yo me acerco, vosotros venís todos juntos y se pierde la distancia y está el peligro para vosotros del contagio. Siento hacer esto pero es por vuestra seguridad. En vez de ir cerca de vosotros y darnos la mano y saludar, nos saludamos desde lejos, pero sabed que yo estoy cerca de vosotros con el corazón. Espero que entendáis por qué hago esto. Por otro lado, mientras leían los lectores el pasaje evangélico, me ha llamado la atención ese niño o niña que lloraba. Yo veía a la madre que le acunaba y le amamantaba y he pensado: “así hace Dios con nosotros, como esa madre”. Con cuánta ternura trataba de mover al niño, de amamantar. Son imágenes bellísimas. Y cuando en la iglesia sucede esto, cuando un niño llora, se sabe que ahí está la ternura de una madre, como hoy, está la ternura de una madre que es el símbolo de la ternura de Dios con nosotros. No mandéis nunca callar a un niño que llora en la iglesia, nunca, porque es la voz que atrae la ternura de Dios. Gracias por tu testimonio.

Completamos hoy la catequesis sobre la oración de los Salmos. Ante todo notamos que en los Salmos aparece a menudo una figura negativa, la del “impío”, es decir aquel o aquella que vive como si Dios no existiera. Es la persona sin ninguna referencia al trascendente, sin ningún freno a su arrogancia, que no teme juicios sobre lo que piensa y lo que hace.

Por esta razón el Salterio presenta la oración como la realidad fundamental de la vida. La referencia al absoluto y al trascendente —que los maestros de ascética llaman el “sagrado temor de Dios”— es lo que nos hace plenamente humanos, es el límite que nos salva de nosotros mismos, impidiendo que nos abalancemos sobre esta vida de forma rapaz y voraz. La oración es la salvación del ser humano.

Cierto, existe también una oración falsa, una oración hecha solo para ser admirados por los otros. Ese o esos que van a misa solamente para demostrar que son católicos o para mostrar el último modelo que han comprado, o para hacer una buena figura social. Van a una oración falsa. Jesús ha advertido fuertemente sobre esto (cfr. Mt 6, 5-6; Lc 9, 14). Pero cuando el verdadero espíritu de la oración es acogido con sinceridad y desciende al corazón, entonces esta nos hace contemplar la realidad con los ojos mismos de Dios.

Cuando se reza, todo adquiere “espesor”. Esto es curioso en la oración, quizá empezamos en una cosa sutil pero en la oración esa cosa adquiere espesor, adquiere peso, como si Dios la tomara en sus manos y la transformase. El peor servicio que se puede prestar, a Dios y también al hombre, es rezar con cansancio, como si fuera un hábito. Rezar como los loros. No, se reza con el corazón. La oración es el centro de la vida. Si hay oración, también el hermano, la hermana, también el enemigo, se vuelve importante. Un antiguo dicho de los primeros monjes cristianos dice así: «Beato el monje que, después de Dios, considera a todos los hombres como Dios» (Evagrio Póntico, Tratado sobre la oración, n. 123). Quien adora a Dios, ama a sus hijos. Quien respeta a Dios, respeta a los seres humanos.

Por esto, la oración no es un calmante para aliviar las ansiedades de la vida; o, de todos modos, una oración de este tipo no es seguramente cristiana. Más bien la oración responsabiliza a cada uno de nosotros. Lo vemos claramente en el “Padre nuestro”, que Jesús ha enseñado a sus discípulos.

Para aprender esta forma de rezar, el Salterio es una gran escuela. Hemos visto cómo los salmos no usan siempre palabras refinadas y amables, y a menudo llevan marcadas las cicatrices de la existencia. Sin embargo, todas estas oraciones han sido usadas primero en el Templo de Jerusalén y después en las sinagogas; también las más íntimas y personales. Así se expresa el Catecismo de la Iglesia Católica: «Las múltiples expresiones de oración de los Salmos se hacen realidad viva tanto en la liturgia del templo como en el corazón del hombre» (n. 2588). Y así la oración personal toma y se alimenta de la del pueblo de Israel, primero, y de la del pueblo de la Iglesia, después.

También los salmos en primera persona singular, que confían los pensamientos y los problemas más íntimos de un individuo, son patrimonio colectivo, hasta ser rezados por todos y para todos. La oración de los cristianos tiene esta “respiración”, esta “tensión” espiritual que mantiene unidos el templo y el mundo. La oración puede comenzar en la penumbra de una nave, pero luego termina su recorrido por las calles de la ciudad. Y viceversa, puede brotar durante las ocupaciones diarias y encontrar cumplimiento en la liturgia. Las puertas de las iglesias no son barreras, sino “membranas” permeables, listas para recoger el grito de todos.

En la oración del Salterio el mundo está siempre presente. Los salmos, por ejemplo, dan voz a la promesa divina de salvación de los más débiles: «Por la opresión de los humildes, por el gemido de los pobres, ahora me alzo yo, dice Yahveh: auxilio traigo a quien por él suspira» (12, 6). O advierten sobre el peligro de las riquezas mundanas, porque «el hombre en la opulencia no comprende, a las bestias mudas se asemeja» (48, 21). O, también, abren el horizonte a la mirada de Dios sobre la historia: «Yahveh frustra el plan de las naciones, hace vanos los proyectos de los pueblos; mas el plan de Yahveh subsiste para siempre, los proyectos de su corazón por todas las edades» (33,10-11).

En resumen, donde está Dios, también debe estar el hombre. La Sagrada Escritura es categórica: «Nosotros amemos, porque él nos amó primero» (1Jn 4, 19). Él siempre va antes que nosotros. Él nos espera siempre porque nos ama primero, nos mira primero, nos entiende primero. Él nos espera siempre. «Si alguno dice “Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (1Jn 4, 20). Si tú rezas muchos rosarios al día pero luego chismorreas sobre los otros, y después tienes rencor dentro, tienes odio contra los otros, esto es puro artificio, no es verdad. «Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano» (1Jn 4, 21). La Escritura admite el caso de una persona que, incluso buscando sinceramente a Dios, nunca logra encontrarlo; pero afirma también que las lágrimas de los pobres no se pueden negar nunca, so pena de no encontrar a Dios. Dios no sostiene el “ateísmo” de quien niega la imagen divina que está impresa en todo ser humano. Ese ateísmo de todos los días: yo creo en Dios pero con los otros mantengo la distancia y me permito odiar a los otros. Esto es el ateísmo práctico. No reconocer la persona humana como imagen de Dios es un sacrilegio, es una abominación, es la peor ofensa que se puede llevar al templo y al altar.

Queridos hermanos y hermanas, que la oración de los salmos nos ayude a no caer en la tentación de la “impiedad”, es decir de vivir, y quizá también de rezar, como si Dios no existiera, y como si los pobres no existieran.

CALENDARIO

30 MIÉRCOLES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa
de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
La Cuaresma: Escuchar al Hijo y creer en el Padre es obtener la luz y la vida.
- Is 49, 8-15. Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país.
- Sal 144. R. El Señor es clemente y misericordioso.
- Jn 5, 17-30. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 31 de marzo, pág. 230.

TEXTOS MISA

Miércoles de la IV Semana de Cuaresma.

Antífona de entrada Sal 68, 14
Mi oración se dirige a ti, Señor, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude.
Ego vero oratiónem meam ad te, Dómine; tempus benepláciti, Deus. In multitúdine misericórdiae tuae exáudi me in veritáte salútis tuae.

Oración colecta
Oh, Dios, que concedes a los justos el premio de sus méritos, y a los pecadores, por la penitencia, les perdonas sus pecados, ten piedad de nosotros, para que la humilde confesión de nuestras culpas nos obtenga tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui et iustis praemia meritórum et peccatóribus véniam per paeniténtiam praebes, tuis supplícibus miserére, ut reátus nostri conféssio indulgéntiam váleat percípere delictórum. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la IV semana de Cuaresma (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Is 49, 8-15
Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país

Lectura del libro de Isaías.

Esto dice el Señor:
«En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
para decir a los cautivos: “Salid”,
a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”.
Aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el compasivo
y los guía a manantiales de agua.
Convertiré mis montes en caminos,
y mis senderos se nivelarán.
Miradlos venir de lejos;
miradlos, del Norte y del Poniente,
y los otros de la tierra de Sin.
Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados».
Sion decía: «Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta,
no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 144, 8-9. l3cd-14. 17-18 (R.: 8a)
R.
 El Señor es clemente y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

V. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
R. El Señor es clemente y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

V. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
R. El Señor es clemente y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

V. El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
R. El Señor es clemente y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Versículo antes del Evangelio Jn 11, 25a. 26
Yo soy la resurrección y la vida –dice el Señor–; el que cree en mí no morirá para siempre.
Ego sum resurréctio et vita, dicit Dóminus; qui credit in me, non moriétur in aetérnum.

EVANGELIO Jn 5, 17-30
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque
no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 6-febrero-2017
Cuando Jesús dice: mi Padre actúa siempre; y yo también actúo siempre (Cfr. Jn 5, 17) , los doctores de la ley se escandalizaron y querían matarlo por eso. ¿Por qué? ¡Porque no sabían recibir las cosas de Dios como don! Solo como justicia: "Estos son los Mandamientos. Pero son pocos; hagamos más". Y en vez de abrir el corazón al don, se esconden, buscan refugio en la rigidez de los Mandamientos, que ellos habían multiplicado hasta 500 o más… No sabían recibir el don. Porque el don solo se recibe con libertad, y esos rígidos tenían miedo de la libertad que Dios nos da, ¡tenían miedo del amor!
Por eso dice el Evangelio que, después de que Jesús dijo eso, querían matarlo (cfr. (Jn 5, 18). Porque dijo que el Padre hizo esta maravilla como don. ¡Recibir el don del Padre! Y por eso hoy hemos alabado al Padre: ¡Dios mío, qué grande eres! Te quiero tanto, porque me has hecho este don. Me has salvado, me has creado. Esa la oración de alabanza, la plegaria de alegría, la oración que nos da la alegría de la vida cristiana. Y no aquella oración cerrada, triste, de la persona que nunca sabe recibir un don porque tiene miedo de la libertad que siempre porta consigo un don. Solo sabe cumplir el deber, pero el deber cerrado. Esclavos del deber, pero no del amor. Cuando te haces esclavo del amor, ¡eres libre! ¡Es una hermosa esclavitud! Pero aquellos no lo entendían.

Oración de los fieles
Oremos a Dios, nuestro Padre, y roguémosle que escuche la oración
de su pueblo, que camina hacia la Pascua.
- Para que ayude en su caminar en la fe a los catecúmenos que recibirán el bautismo en las próximas fiestas pascuales. Roguemos al Señor.
- Para que las naciones más necesitadas sean ayudadas eficazmente, y se consolide en el mundo la justicia, la paz y el bienestar para todos los hombres. Roguemos al Señor.
- Para que cuantos están tentados reciban el auxilio de la gracia de Dios y de la oración de la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que los cristianos lleguemos a compartir nuestros bienes con los pobres y necesitados, viviendo así la auténtica penitencia cuaresmal. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia, que se humilla en tu presencia; y haz que cuantos celebramos con fe la Cuaresma nos preparemos dignamente a las fiestas pascuales. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Señor, que la eficacia de este sacrificio borre nuestra condición antigua con la misericordia y nos haga crecer en la novedad de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Huius sacrifícii poténtia, Dómine, quaesumus, et vetustátem nostram cleménter abstérgat, et novitátem nobis áugeat et salútem. Per Christum.

PREFACIO IV DE CUARESMA
LOS FRUTOS DEL AYUNO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú, que, por el ayuno corporal, refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos das fuerza y recompensa, por Cristo, Señor nuestro.
Por él, los ángeles alaban tu gloria, te adoran las dominaciones y tiemblan las potestades, los cielos, sus virtudes y los santos serafines te celebran unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Qui corporáli ieiúnio vítia cómprimis, mentem élevas, virtútem largíris et praemia: per Christum Dóminum nostrum.
Per quem maiestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Caeli caelorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces ut admítti iúbeas, deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO.

Antífona de comunión Jn 3, 17

Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Non misit Deus Fílium suum in mundum, ut iúdicet mundum, sed ut salvétur mundus per ipsum.

Oración después de la comunión
Después de recibir los dones del cielo, te pedimos, Señor, que no sean motivo de juicio para nosotros, pues los instituiste como medicina para tus fieles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Caeléstia dona capiéntibus, quaesumus, Dómine, non ad iudícium proveníre patiáris, quae fidélibus tuis ad remédium providísti. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. 
El Señor esté con vosotros. R.
V. 
Inclinaos para recibir la bendición.
Que tus siervos, Señor, se sientan protegidos por tu amor, para que, haciendo el bien en este mundo, logren llegar a ti, suma bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fámuli tui, Dómine, pietátis tuae protectióne muniántur, ut bonum in hoc saeculo faciéntes ad te, summum bonum, pervéniant. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 31 de marzo
1. En el lugar de Argol, en Persia, actualmente Irak, san Benjamín, diácono, que, por predicar insistentemente la palabra de Dios, consumó su martirio con cañas puntiagudas clavada bajo las uñas, en tiempo del rey Vararane V. (c. 420)
2. En Roma, conmemoración de santa Balbina, cuyo título erigido en el Aventino muestra la veneración que se tributó a su nombre. (a. 595)
3*. En Colonia, ciudad de Austrasia, en la actual Alemania, san Agilolfo, obispo, ilustre por la austeridad de su vida y por la predicación. (751/752)
4*. En Borgo San Domnino, en las cercanías de Parma, en Italia, san Guido, abad del monasterio de Pomposa, en donde recibió a muchos discípulos y restauró los edificios. Se preocupó de modo especial por la oración, la contemplación y el culto divino, y buscó vivir en la soledad, atento sólo a Dios. (1046)
5*. En Toulouse, en Francia, beata Juana, virgen, de la Orden de Carmelitas. (s. XV)
6*. En Udine, en el territorio de Venecia, actualmente Italia, beato Buenaventura de Forli, presbítero de la Orden de los Siervos de María, que con su predicación por diversas regiones de Italia movió al pueblo a la penitencia. Falleció ya octogenario, mientras predicaba un sermón cuaresmal. (1491)
7*. En Carlisle, en Inglaterra, conmemoración del beato Cristóbal Robinson, presbítero y mártir, que fue testigo del martirio de san Juan Boste y, finalmente, bajo el reinado de Isabel I, en día no precisado, sólo por el hecho de ser sacerdote, también fue ajusticiado, recibiendo de esta forma la palma de la gloria. (1597)
8*. En la aldea de Ravensbrück, en Alemania, beata Natalia Tulasiewicz, mártir, que, al ser ocupada militarmente Polonia, su patria, por un régimen contrario a Dios y a la dignidad humana, fue recluida en un campo de concentración, donde, en una cámara de gas, entregó su alma al Señor. (1945)

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