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sábado, 26 de febrero de 2022

Sábado 2 abril 2022, Sábado de la IV semana de Cuaresma o san Francisco de Paula, ermitaño, conmemoración.

SOBRE LITURGIA

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL SIMPOSIO "POR UNA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL DEL SACERDOCIO"

Aula Pablo VI. Jueves, 17 de febrero de 2022

(2)
Antes que nada, la cercanía a Dios. Cuatro cercanías, de las que la primera es la cercanía a Dios.

Cercanía a Dios

Es decir, cercanía al Señor de las cercanías. «Yo soy la vid, ustedes son las ramas —a esto es a lo que se refiere Juan cuando en su Evangelio habla de “permanecer”—. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí no pueden hacer nada. El que no permanece en mí será echado fuera, al igual que la rama que se seca, que luego se recoge, se arroja al fuego y se quema. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá» (Jn 15,5-7).

Un sacerdote es invitado ante todo a cultivar esta cercanía, esta intimidad con Dios, y de esta relación podrá obtener todas las fuerzas necesarias para su ministerio. La relación con Dios es, por decirlo así, el injerto que nos mantiene dentro de un vínculo de fecundidad. Sin una relación significativa con el Señor nuestro ministerio está destinado a ser estéril. La cercanía con Jesús, el contacto con su Palabra, nos permite confrontar nuestra vida con la suya y aprender a no escandalizarnos de nada de lo que nos suceda, a defendernos de los “escándalos”. Al igual que el Maestro se pasará por momentos de alegría y de boda, de milagros y de curaciones, de multiplicación de los panes y de descanso. Existirán momentos en que se podrá ser alabado, pero también llegarán las horas de ingratitud, de rechazo, de duda y de soledad hasta tener que decir: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46).

La cercanía con Jesús nos invita a no temer a ninguna de estas horas no porque seamos fuertes, sino porque lo miramos a Él, nos aferramos a él y le decimos: «¡Señor, no me dejes caer en la tentación! Hazme comprender que estoy viviendo un momento importante en mi vida y que tú estás conmigo para probar mi fe y mi amor» (C. M. Martini, La fuerza de la debilidad. Reflexiones sobre Job, Salterrae 2014, 84). Esta cercanía con Dios a veces tiene un estilo de lucha, luchar con el Señor principalmente en esos momentos donde su ausencia se hace más notoria en la vida sacerdotal o en la vida de las personas a ellos encomendada. Luchar y buscar su bendición hasta el amanecer (cf. Gn 32,25-27), que será fuente de vida para muchos. A veces es una lucha. Me decía un sacerdote que trabaja aquí en la curia —que tiene un trabajo difícil, el de poner orden en un lugar, joven—, me decía que volvía cansado, muy cansado, pero que descansaba antes de ir a la cama delante de la Virgen con el rosario en la mano. Necesitaba esa cercanía, un curial, un empleado del Vaticano. Se critica mucho a la gente de la curia, es cierto a veces, pero también puedo decir y dar testimonio de que aquí, dentro de la curia, hay santos; y es cierto.

Muchas crisis sacerdotales tienen precisamente origen en una escasa vida de oración, en una falta de intimidad con el Señor, en una reducción de la vida espiritual a mera práctica religiosa. Esto también quisiera distinguirlo en la formación, una cosa es la vida espiritual y otra cosa es la práctica religiosa. “¿Cómo va tu vida espiritual?” —“Bien, bien. Hago la meditación por la mañana, rezo el rosario, rezo la “suegra” —la suegra es el breviario— rezo el breviario y todo lo demás”. No, esto es práctica religiosa. Pero ¿cómo va tu vida espiritual? Recuerdo momentos importantes en mi vida donde esta cercanía con el Señor fue crucial para sostenerme, para sostenerme en los momentos oscuros. Sin la intimidad de la oración, de la vida espiritual, de la cercanía concreta con Dios a través de la escucha de la Palabra, de la celebración de la Eucaristía, del silencio de la adoración, de la consagración a la Virgen, del acompañamiento sapiente de un guía, del sacramento de la Reconciliación, sin estas “cercanías” concretas, en definitiva, un sacerdote es, por así decirlo, sólo un obrero cansado que no goza de los beneficios de los amigos del Señor.A mí me gustaba, en la otra diócesis, preguntar a los sacerdotes, “A ver dime —me contaban sobre sus trabajos— dime, ¿cómo te vas a dormir?”. Y no entendían. “Sí, sí, por la noche, ¿cómo te vas a dormir?” —“Llego cansado, como algo y me voy a la cama, y delante de la cama la televisión”— “¡Ah, bravo! Y no visitas el Señor, ¿al menos para darle las buenas noches?”. Este es el problema. La falta de cercanía. Era normal el cansancio del trabajo e ir a descansar y ver la televisión ―cosas lícitas― pero sin el Señor, sin esta cercanía. Había rezado el rosario, había rezado al breviario, pero sin intimidad con el Señor. No sentía la necesidad de decir al Señor, “¡Hola, hasta mañana, muchas gracias!”. Son pequeños gestos que revelan la actitud de un alma sacerdotal.

Muy a menudo, por ejemplo, en la vida sacerdotal se vive la oración sólo como un deber, olvidando que la amistad y el amor no pueden imponerse como una regla externa, sino sólo como una elección fundamental de nuestro corazón. Un sacerdote que reza no es más que un cristiano que ha comprendido en profundidad el don que ha recibido en el Bautismo. Un sacerdote que reza es un hijo que recuerda continuamente que es hijo y que tiene un Padre que lo ama. Un sacerdote que reza es un hijo que se hace “cercano” al Señor.

Pero todo esto es difícil si no estamos acostumbrados a tener espacios de silencio en nuestro día. Si no se sabe substituir el verbo “hacer” de Marta para aprender el “estar” de María. Es difícil aceptar dejar el activismo que es agotador, —tantas veces el activismo puede ser una fuga— porque cuando uno deja de estar ocupado, la paz no llega inmediatamente al corazón, sino la desolación; y para no entrar en desolación, estamos dispuestos a no parar nunca. El trabajo es a veces una distracción para no entrar en desolación. Pero la desolación es un poco también el punto de encuentro con Dios. Es precisamente la aceptación de la desolación que viene del silencio, del ayuno de activismo y de palabras, del valor de examinarnos con sinceridad, exactamente allí, donde todo adquiere una luz y una paz que no se apoyan en nuestras fuerzas y capacidades. Es aprender a dejar que el Señor siga realizando su obra en cada uno y pode todo aquello que es infecundo, estéril y que distorsiona el llamado. Perseverar en la oración no sólo significa permanecer fieles a una práctica, sino no escapar cuando precisamente la oración nos lleva al desierto. El camino del desierto es el camino que conduce a la intimidad con Dios, siempre que no huyamos, que no encontremos maneras para evadir este encuentro. En el desierto “le hablaré a su corazón”, dice el Señor a su pueblo por boca del profeta Oseas (cf. 2,16).Esto es algo que el sacerdote debe preguntarse, si es capaz de dejarse llevar al desierto. Los guías espirituales, los que acompañan a los sacerdotes, deben comprender, ayudarles y hacerles esta pregunta ¿eres capaz de dejarte conducir al desierto? ¿O te vas directamente al oasis de la televisión o a alguna otra cosa?

La cercanía con Dios permite al sacerdote tomar contacto con el dolor que hay en nuestro corazón y que, si se acepta, nos desarma hasta hacer posible el encuentro. La oración que como fuego anima la vida del sacerdote es el grito de un corazón quebrantado y humillado, que —nos dice la Palabra— el Señor no desprecia (cf. Sal 50,19). «Cuando uno grita, el Señor lo escucha / y lo libra de sus angustias; / el Señor está cerca de los atribulados, / salva a los abatidos» (Sal 34, 18-19).

Un sacerdote tiene que tener un corazón suficientemente “ensanchado” para dar cabida al dolor del pueblo que le ha sido confiado y, al mismo tiempo, como el centinela, anunciar la aurora de la Gracia de Dios que se manifiesta en ese mismo dolor. Abrazar, aceptar y presentar la propia miseria en cercanía al Señor será la mejor escuela para poder hacer lugar gradualmente a toda la miseria y el dolor que encontrará diariamente en su ministerio hasta que él mismo se vuelva como el corazón de Cristo. Esto preparara al sacerdote también para otras de las cercanías: con el Pueblo de Dios. En la cercanía con Dios el sacerdote fortalece la cercanía con su Pueblo y viceversa. En la cercanía con su pueblo también vive la cercanía con su Señor. Y esta cercanía a Dios —me llama la atención— es la primera tarea de los obispos, porque cuando los Apóstoles “inventan” a los diáconos, Pedro explica la función y dice así: “Y nosotros —los obispos— podremos dedicarnos la oración y al anuncio de la Palabra” (cf. Hch 6,4). Es decir, que la primera tarea del obispo es rezar y esto debe hacerlo también el sacerdote, rezar.

«Es necesario que Él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30), decía Juan Bautista. La intimidad con Dios hace posible todo esto, porque en la oración se experimenta ser grandes a sus ojos, y ya no es un problema para los sacerdotes cercanos al Señor hacerse pequeños a los ojos del mundo. Y ahí, en esa cercanía, ya no da miedo conformarse a Jesús crucificado, como se nos pide en el rito de la ordenación sacerdotal, que es muy lindo, pero que olvidamos seguido.

CALENDARIO

2 SÁBADO. Hasta la Hora Nona: 
SÁBADO DE LA IV SEMANA DE CUARESMA o SAN FRANCISCO DE PAULA, ermitaño, conmemoración

Misa
de sábado (morado).
MISAL: ants. y oracs. props. [para la conm.: 1.ª orac. prop. y el resto del sábado], Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
La Cuaresma: ¿Qué decimos de Jesús?
- Jer 11, 18-20. Yo, como manso cordero, era llevado al matadero.
- Sal 7. R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.
- Jn 7, 40-53. ¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?

Liturgia de las Horas: oficio de sábado. Se puede hacer conmemoración del santo.

Martirologio: elogs. del 3 de abril, pág. 236.
CALENDARIOS: Cádiz y Ceuta: Aniversario de la muerte de Mons. Tomás Gutiérrez Diez, obispo (1964).

2 SÁBADO. Después de la Hora Nona:
QUINTA SEMANA DE CUARESMA
Primera semana del Salterio
Misa
vespertina del V Domingo de Cuaresma (morado).
Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio dominical. Comp. Dom. I.

TEXTOS MISA

Sábado de la IV Semana de Cuaresma.


Antífona de entrada Sal 17, 5.6.7
Me cercaban olas mortales, me envolvían las redes del abismo; en el peligro invoqué al Señor, desde su templo él escuchó mi voz.
Circumdedérunt me gémitus mortis, dolóres inférni circumdedérunt me; et in tribulatióne mea invocávi Dóminum, et exaudívit de templo sancto suo vocem meam.

Oración colecta
Te pedimos, Señor, que tu acción misericordiosa mueva nuestros corazones, ya que sin tu ayuda no podemos complacerte. Por nuestro Señor Jesucristo.
Dírigat corda nostra, quaesumus, Dómine, tuae miseratiónis operátio, quia tibi sine te placére non póssumus. Per Dóminum.

En la conmemoración:
2 de abril
San Francisco de Paula, ermitaño

Oración colecta propia, el resto del sábado de Cuaresma.

Oración colecta
Oh, Dios, que ensalzas a los humildes y has elevado a san Francisco de Paula a la gloria de tus santos, te rogamos nos concedas, por sus méritos y ejemplo, conseguir felizmente los premios que prometiste a los humildes. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, humílium celsitúdo, qui beátum Francíscum sanctórum tuórum glória sublimásti, tríbue, quaesumus, ut, eius méritis et exémplo, promíssa humílibus praemia felíciter consequámur. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Sábado de la IV semana de Cuaresma (Lec. II)

PRIMERA LECTURA Jer 11, 18-20
Yo, como manso cordero, era llevado al matadero

Lectura del libro de Jeremías.

El Señor me instruyó, y comprendí,
me explicó todas sus intrigas.
Yo, como manso cordero,
era llevado al matadero;
desconocía los planes
que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos el árbol en su lozanía,
arranquémoslo de la tierra de los vivos,
que jamás se pronuncie su nombre».
Señor del universo,
que juzgas rectamente,
que examinas las entrañas y el corazón,
deja que yo pueda ver
cómo te vengas de ellos,
pues a ti he confiado mi causa.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 7, 2-3. 9bc-10. 11-12 (R.: 2a)
R.
 Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Dómine Deus meus, in te sperávi.

V. Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio.
R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Dómine Deus meus, in te sperávi.

V. Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo.
R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Dómine Deus meus, in te sperávi.

V. Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día.
R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Dómine Deus meus, in te sperávi.

Versículo antes del Evangelio Cf. Lc 8, 15
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.
Beati qui in corde bono et óptimo verbum Dei rétinent, et fructum áfferunt in patientia.

EVANGELIO Jn 7, 40-53
¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este es de verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el Mesías».
Pero otros decían:«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no lo habéis traído?».
Los guardias respondieron:
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron:
«También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron:
«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Crisóstomo, in Ioanem hom. 51
Y he aquí cómo los fariseos y los escribas, viendo los milagros y leyendo las Escrituras, nada adelantaron, mientras que sus enviados, careciendo de todo esto, quedaron convencidos con sola una entrevista. Y cuando habían ido con el fin de atarle, volvieron atados de un modo milagroso. Y no dijeron: no hemos podido porque nos lo han estorbado las gentes, sino que se convirtieron en predicadores de la sabiduría de Jesucristo, pues sigue el evangelista: "Respondieron los guardias: nunca así habló hombre como este hombre".
Y no sólo debe admirarse su buen sentido, ya que no necesitaron de milagros, y quedaron cautivos por la sola doctrina, pues no dijeron ningún hombre ha hecho jamás tales milagros, sino que "nunca así habló hombre"; sino también debe admirarse la firmeza de ellos, porque volvieron a los fariseos, que tanto odiaban a Jesucristo, y les hablaron de aquella manera. Y no habían oído ningún sermón largo, sino uno corto. Porque cuando el alma no tiene malicia no necesita de largos razonamientos.

Oración de los fieles
Llenos de confianza, presentamos nuestras súplicas a Dios, nuestro Padre.
- Para que la Iglesia sepa mostrar a Cristo ante la faz del mundo. Roguemos al Señor.
- Para que los pobres, los enfermos y los que sufren por cualquier causa sean reconfortados por la ayuda de Dios y nuestra fraternidad. Roguemos al Señor.
- Para que el mundo acepte a Jesús como al único Salvador, que se entrega por nosotros. Roguemos al Señor.
- Para que nosotros acojamos con docilidad la Palabra de Dios cada día y seamos coherentes discípulos de Cristo. Roguemos al Señor.
Padre misericordioso: concede a tu pueblo el don de una auténtica conversión, y haz que los cristianos y todos los hombres conozcan en verdad a nuestro Salvador, Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas

Te pedimos, Señor, que seas propicio al recibir nuestras ofrendas y, compasivo, atraigas hacia ti nuestras voluntades rebeldes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oblatiónibus nostris, quaesumus, Dómine, placáre suscéptis, et ad te nostras étiam rebélles compélle propítius voluntátes. Per Christum.

PREFACIO IV DE CUARESMA
LOS FRUTOS DEL AYUNO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú, que, por el ayuno corporal, refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos das fuerza y recompensa, por Cristo, Señor nuestro.
Por él, los ángeles alaban tu gloria, te adoran las dominaciones y tiemblan las potestades, los cielos, sus virtudes y los santos serafines te celebran unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Qui corporáli ieiúnio vítia cómprimis, mentem élevas, virtútem largíris et praemia: per Christum Dóminum nostrum.
Per quem maiestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Caeli caelorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces ut admítti iúbeas, deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA III.

Antífona de comunión Cf. 1Pe 1, 18-19

Hemos sido liberados con una sangre preciosa, como la de un Cordero sin defecto y sin mancha, Cristo.
Pretióso sánguine quasi Agni immaculáti et incontamináti Christi redémpti sumus.

Oración después de la comunión
Que tus santos misterios nos purifiquen, Señor, y, por su acción eficaz nos vuelvan agradables a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tua nos, quaesumus, Dómine, sancta puríficent, et operatióne sua tibi plácitos esse perfíciant. Per Christum.

Oración sobre el pueblo
Se puede añadir ad libitum
V. 
El Señor esté con vosotros. R.
V. 
Inclinaos para recibir la bendición.
Protege, Señor, a tu pueblo que avanza presuroso hacia las próximas celebraciones y acompáñalo con la abundancia de tu gracia, para que, sostenido por las realidades visibles, se vea aún más estimulado hacia las invisibles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tuére, Dómine, plebem tuam, ad sacra ventúra properántem et caeléstis grátiae largitáte proséquere, ut visibílibus adiúta soláciis ad invisibília bona prómptius incitétur. Per Christum.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. R.

MARTIROLOGIO

Elogios del 3 de abril
1. En Roma, san Sixto I, papa, que en tiempo del emperador Adriano rigió la Iglesia Romana, como sexto pontífice tras el bienaventurado Pedro. (128)
2. En Tomis, en Escitia, en la actual Rumanía, santos Cresto y Papo, mártires. (c. s. IV)
3. En Tiro, ciudad de Fenicia, hoy el Líbano, san Ulpiano, mártir, que, siendo aún adolescente, durante la persecución desencadenada bajo el emperador Maximino Daza fue encerrado en un odre con una serpiente y un perro, y, sumergido en el mar, completó así su martirio. (306)
4. En Nápoles, en la regiín de la Campania, actualmente Italia, san Juan, obispo, que falleció en la noche santa de Pascua mientras celebraba los sagrados misterios, y, acompañado de multitud de fieles y neófitos, fue inhumado el día de la solemnidad de la Resurrección del Señor. (432)
5. En el monasterio de Medikion, en Bitinia, hoy Tuquía, san Nicetas, abad, que, en tiempo del emperador León el Armenio, por defender el culto de las sagradas imágenes,  sufrió cárcel y exilio. (824)
6. En Constantinopla, actualmente Estambul, capital de Turquía, san José, presbítero, por sobrenombre “Himnógrafo”, el cual, siendo monje, en la persecución desencadenada por los iconoclastas fue enviado a Roma para pedir la protección de la Sede Apostólica. Posteriormente, después de muchos padecimientos, recibió la custodia de los vasos sagrados de la iglesia de Santa Sofía. (886)
7. En Chichester, ciudad de Inglaterra, san Ricardo, obispo, que fue desterrado por el rey Enrique III, y restituido después a esta sede, se mostró siempre generoso en ayudar a los pobres. (1235)
8*. En Polizzi, en la isla de Sicilia, en Italia, beato Gandulfo de Binasco Sacchi, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que llevó una vida solitaria y austera, e iluminó aquella región con la predicación de la Palabra de Dios. (c. 1260)
9*. En Pina, en el Piceno, actual región de Las Marcas, también en Italia, beato Juan, presbítero, uno de los primeros compañeros de san Francisco, que fue enviado a la Galia Narbonense, donde enseñó la nueva forma de vida evangélica. (1275)
10*. En Lancaster, en Inglaterra, beatos Roberto Middleton, de la Orden de la Compañía de Jesús, y Turstano Hunt, ambos presbíteros y mártires. Este último, al querer liberar al primero cuando era conducido prisionero, también fue apresado y, bajo el reinado de Isabel I, los dos fueron condenados a muerte por ser sacerdotes, llegando a través de los tormentos padecidos a la derecha de Cristo. (1601)
11. En Udine, en la región de Venecia, actualmente en Italia, san Luis Scrosoppi, presbítero de la Congregación del Oratorio de san Felipe Neri, que fundó la Congregación de Hermanas de la Divina Providencia, para la educación cristiana de la juventud femenina. (1884)
12*. Cerca de Cracovia, en Polonia, en el campo de concentración de Auschwitz, beato Pedro Eduardo Dankowski, presbítero y mártir, que al ser ocupada militarmente Polonia, su patria, fue detenido por su confesión cristiana y atormentado hasta consumar el martirio. (1942)
- Beata María Teresa Casini (1864- Grottaferratta, Roma, Italia 1937). Fundadora del Instituto de las Hermanas Oblatas del Corazón de Jesús, ofreciendo su vida por la santidad de los sacerdotes.

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