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lunes, 20 de abril de 2020

Bendición del agua fuera de la celebración de la misa (agua bendita).

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Tercera parte. Bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico o a las prácticas de devoción.

CAPÍTULO XXXVI
BENDICIÓN DEL AGUA FUERA DE LA CELEBRACIÓN DE LA MISA

1223. Un elemento que gozó siempre de gran veneración en la Iglesia y constituye uno de los signos que con frecuencia usa para bendecir a los fieles es el agua. El agua ritualmente bendecida evoca en los fieles el recuerdo de Cristo, que representó para nosotros la culminación de las bendiciones divinas. Él, en efecto, que se dio a sí mismo el apelativo de «agua viva», instituyó para nosotros el bautismo, sacramento del agua, como signo de bendición salvadora.

1224. La bendición y aspersión del agua se hace normalmente el domingo, según el rito descrito en el Misal romano (1).


1225. Cuando la bendición del agua tiene lugar fuera de la celebración de la Misa, el sacerdote o el diácono usarán el formulario que aquí se propone, de modo que, respetando su estructura y los elementos principales, adapten la celebración a las circunstancias del momento.

RITO DE LA BENDICIÓN

Ritos iniciales

1226. El celebrante empieza, diciendo:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

1227. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
Dios, que del agua y del Espíritu Santo, 
nos ha hecho nacer de nuevo en Cristo, 
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.
R. Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.

1228. El celebrante, según las circunstancias, dispone a los presentes para la celebración de la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Con esta bendición del agua, recordamos a Cristo, agua viva, así como el sacramento del bautismo, en el cual nacimos de nuevo del agua y del Espíritu Santo. Siempre, pues, que seamos rociados con esta agua o que nos santigüemos con ella al entrar en la iglesia o dentro de nuestras casas, daremos gracias a Dios por su don inexplicable, y pediremos su ayuda para vivir siempre de acuerdo con las exigencias del bautismo, sacramento de la fe, que un día recibimos.

Lectura de la Palabra de Dios

1229. Luego uno de los presentes, o el mismo celebrante, hace una breve lectura de la sagrada Escritura.

El que tenga sed, que venga a mí Jn 7, 37-39a
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, en pie, gritó: «El que tenga sed, que venga a mí y beba el que cree en mí; como dice la Escritura: "de sus entrañas manarán ríos de agua viva"». Dijo esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él.

Palabra del Señor.

1230. Pueden también leerse: 

Sacareis aguas con gozo de las fuentes de la salvación Is 12, 1-6
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del profeta Isaías.

Ese día dirás: «Te doy gracias, Señor, porque estabas airado contra mí, pero ha cesado tu ira y me has consolado. Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación». Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Aquel día diréis: «Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sion, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.

Palabra de Dios.

Sedientos todos, acudid por agua Is 55, 1-11
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del profeta Isaías.

Esto dice el Señor Dios: «Oíd sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y leche. ¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad vuestro oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua, las misericordias firmes hechas a David: lo hice mi testigo para los pueblos, guía y soberano de naciones. Tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; porque el Señor tu Dios, el Santo de Israel te glorifica. Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca. Que el malvado abandone su camino, y el malhechor sus planes; que se convierta al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos — oráculo del Señor–. Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo.

Palabra de Dios

Al que teme al Señor le da a beber agua de sabiduría Eclo 15, 1-6
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Eclesiástico.

Así obra el que teme al Señor, el que observa la ley alcanza la sabiduría. Ella le sale al encuentro como una madre y lo acoge como una joven esposa. Lo alimenta con pan de inteligencia y le da a beber agua de sabiduría. Si se apoya en ella, no vacilará, si se aferra a ella, no quedará defraudado. Ella lo ensalzará sobre sus compañeros y en medio de la asamblea le abrirá la boca. Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia y lo revestirá con un vestido de gloria. Encontrará gozo y corona de júbilo, y un nombre eterno recibirá en herencia.

Palabra de Dios.

Vino por el agua y la sangre 1 Jn 5, 1-6
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Juan.

Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios, y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

Palabra de Dios

El Cordero los conducirá hacia fuentes de aguas vivas Ap 7, 13-17
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Apocalipsis.

Uno de los ancianos me dijo a mí, Juan, en una visión: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?». Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Él me respondió: «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».

Palabra de Dios.

Un río de agua de vida, que brotaba del trono de Dios y del Cordero Ap 22, 1-5
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Apocalipsis.

El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, un río de agua de vida, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de su plaza, a un lado y otro del río, hay un árbol de vida que da doce frutos, uno cada mes. Y las hojas del árbol sirven para la curación de las naciones. Y no habrá maldición alguna. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le darán culto. Y verán su rostro, y su nombre está sobre sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos.

Palabra de Dios.

Vosotros estáis limpios Jn 13, 3-15
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

Palabra del Señor.

Oración de bendición

1231. Luego el celebrante dice:
Oremos.
Después de una breve pausa de silencio, el celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de bendición:
Bendito seas, Señor, Dios todopoderoso, 
que te has dignado bendecirnos 
y transformarnos interiormente en Cristo, 
agua viva de nuestra salvación; 
haz, te pedimos, 
que los que nos protegemos 
con la aspersión o el uso de esta agua 
sintamos, por la fuerza del Espíritu Santo,
renovada la juventud de nuestra alma 
y andemos siempre en una vida nueva. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

1232. O bien:
Señor, Padre santo, 
dirige tu mirada sobre nosotros, 
que, redimidos por tu Hijo, 
hemos nacido de nuevo del agua y del Espíritu Santo 
en la fuente bautismal; 
concédenos, te pedimos, 
que todos los que reciban la aspersión de esta agua 
queden renovados en el cuerpo y en el alma 
y te sirvan con limpieza de vida. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

1233. O bien el celebrante dice:
Oh, Dios, creador de todas las cosas, 
que por el agua y el Espíritu 
diste forma y figura al hombre y al universo.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.
Oh, Cristo, que de tu costado abierto en la cruz 
hiciste manar los sacramentos de salvación.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.
Oh, Espíritu Santo, 
que, del seno bautismal de la Iglesia, 
nos haces renacer como nuevas criaturas.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

1234. Después de la oración de bendición, el celebrante rocía con el agua bendecida a los presentes, diciendo, según las circunstancias:
Que esta agua nos recuerde 
nuestro bautismo en Cristo, 
que nos redimió con su muerte y resurrección.
R. Amén.

Mientras, se entona un canto adecuado.

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