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miércoles, 22 de abril de 2020

Bendición del belén navideño y del árbol de Navidad.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Tercera parte. Bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico o a las prácticas de devoción.

Bendición del belén navideño
- I. Bendición del belén familiar
- II. Bendición del belén en una iglesia
      - A. Bendición del belén en una iglesia fuera de la Misa o de las I Vísperas de Navidad.
      - B. Bendición del belén en una iglesia dentro de la Misa o de las I Vísperas de Navidad.
Bendición del árbol de Navidad.


CAPÍTULO XXXVIII
BENDICIÓN DEL BELÉN NAVIDEÑO

1243. Es laudable la costumbre de instalar en las casas y en las iglesias un «belén» o «nacimiento», que recuerda y ayuda a vivir el misterio de la Navidad.

1244. Para dar más sentido religioso o para significar su inauguración puede hacerse un rito de bendición, que signifique el comienzo de las solemnes fiestas navideñas. Este rito es introductorio de los misterios que se celebran en la Liturgia.

1245. Si se trata de un «belén» colocado en la iglesia, la bendición puede hacerse antes o después de alguna de las celebraciones con que comienzan las fiestas de Navidad (al final de las vísperas o al final de la Misa de la Noche). También puede hacerse la bendición como una celebración independiente en la tarde del 24 de diciembre.

I. BENDICIÓN DEL BELÉN FAMILIAR

RITO DE LA BENDICIÓN

Ritos iniciales

1246. Reunida la familia, el padre o la madre de la misma dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

El que dirige la celebración puede decir:
Alabemos y demos gracias al Señor, 
que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo.
R. Bendito seas por siempre, Señor.

1247. Luego el que dirige la celebración dispone a los presentes para la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos, pues, a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de Navidad.

1248. Uno de los miembros de la familia lee un texto de la Sagrada Escritura.

María dio a luz a su hijo primogénito Lc 2, 4-7a
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

En aquellos días, José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre.

Palabra del Señor.

1249. Después de la lectura, según las circunstancias, puede cantarse un canto adecuado.

Preces

1250. Sigue la plegaria común:

V. En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana; digámosle:
R. Por tu Nacimiento, Señor, protege a esta familia.
— Oh, Cristo, por el misterio de tu sumisión a María y a José enséñanos el respeto y la obediencia a quienes dirigen esta familia. R.
— Tú que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia en el amor y la concordia. R.
— Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que en nuestra familia Dios sea honorificado. R.
— Tú que has dado parte de tu gloria a María y a José, admite a nuestros familiares, que otros años celebraban las fiestas de Navidad con nosotros, en tu familia eterna. R.

Oración de bendición

1251. Luego el ministro, con las manos juntas, dice:
Señor Dios, Padre nuestro,
que tanto amaste al mundo
que nos entregaste a tu Hijo único
nacido de María la Virgen, 
dígnate bendecir este nacimiento
y a la comunidad cristiana que está aquí presente
para que las imágenes de este belén
ayuden a profundizar en la fe
a los adultos y a los niños.
Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien:
Oh, Dios, Padre nuestro,
que tanto amaste al mundo
que nos has entregado a tu único Hijo Jesús,
nacido de la Virgen María,
para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti,
te pedimos que con tu bendición
estas imágenes del nacimiento
nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría
y a ver a Cristo presente
en todos los que necesitan nuestro amor.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús,
tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglas de los siglos.
R. Amén.

Conclusión del rito

1252. El que dirige la celebración concluye el rito, santiguándose y diciendo:
Cristo, el Señor, 
que se ha aparecido en la tierra 
y ha querido convivir con los hombres, 
nos bendiga y nos guarde en su amor.
R. Amén.

II. BENDICIÓN DEL BELÉN EN UNA IGLESIA

A. RITO DE LA BENDICIÓN FUERA DE LA MISA O DE LAS I VÍSPERAS DE NAVIDAD

Ritos iniciales

1253. Reunida la comunidad, puede entonarse un canto navideño. Terminado el canto, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

1254. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:
La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, 
que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo, 
estén con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
_____________________________________
1255. Si el ministro es laico, saluda a los presentes diciendo:
Hermanos, alabemos y demos gracias al Señor, 
que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo.
R. Bendito seas por siempre, Señor. (O bien: Amén).
____________________________________

1256. El ministro dispone a los presentes para la bendición con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos: La imagen de Jesús en el pesebre nos ayudará a recordar los misterios que celebramos estos días en la liturgia. Pidamos, pues, a Dios Padre, que la contemplación de este Belén o nacimiento avive nuestra fe en su Hijo, que se ha hecho hombre para hacernos partícipes de su vida. 

1257. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la Sagrada Escritura.

Dio a luz a su hijo y lo acostó en un pesebre Lc 2, 4-7a
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

En aquellos días, José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre.

Palabra del Señor.

1258. El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicando la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado del pesebre colocado en la iglesia.

1259. Después de la lectura o de la alocución, según las circunstancias se canta un salmo, un himno u otro canto adecuado.

Preces

1260. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras.

V. Adoremos a Cristo, que se anonadó a sí mismo y tomó la condición de esclavo, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, y supliquémosle con fe ardiente, diciendo:
R. Por tu Nacimiento, socorre, Señor, a quienes has redimido.
— Tú que al entrar en el mundo has inaugurado el tiempo nuevo anunciado por los profetas, haz que tu Iglesia se rejuvenezca siempre. R.
— Tú que asumiste las debilidades de los hombres, dígnate ser luz para los ciegos, fuerza para los débiles, consuelo para los tristes. R.
— Tú que naciste pobre y humilde, mira con amor a los pobres y dígnate consolarlos. R.
— Tú que por tu Nacimiento terreno anuncias a todos la alegría de una vida sin fin, alegra a los agonizantes con la esperanza de un nacimiento eterno. R.
— Tú que te hiciste hombre para que todos los hombres, de un confín al otro del mundo, contemplaran la salvación de Dios, acuérdate de las familias que en estas fiestas de Navidad viven en soledad y dolor y haz que sientan el consuelo de saberse hijos de la gran familia de Dios. R.

Oración de bendición

1261. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice:
Señor Dios, Padre nuestro,
que tanto amaste al mundo
que nos entregaste a tu Hijo único
nacido de María, la Virgen,
dígnate bendecir este nacimiento
y a la comunidad cristiana que está aquí presente,
para que las imágenes de este Belén
ayuden a profundizar en la fe
a los adultos y a los niños.
Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien:
Oh, Dios, Padre nuestro,
que tanto amaste al mundo
que nos has entregado a tu único Hijo Jesús,
nacido de la Virgen María,
para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti,
te pedimos que con tu bendición
estas imágenes del nacimiento
nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría
y a ver a Cristo presente
en todos los que necesitan nuestro amor.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús,
tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión del rito

1262. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito diciendo:
Dios, Padre todopoderoso, 
que en el Nacimiento de su Hijo 
nos ha manifestado su misericordia, 
os bendiga y os guarde en su amor.
R. Amén.
________________________________
1263. Si el ministro es laico, concluye el rito santiguándose y diciendo:
Dios, Padre todopoderoso, 
que en el Nacimiento de su Hijo 
nos ha manifestado su misericordia, 
nos bendiga y nos guarde en su amor.
R. Amén.
________________________________

B. RITO DE LA BENDICIÓN DENTRO DE LA MISA O DE LAS I VÍSPERAS DE NAVIDAD.

1264. La bendición del Belén que acostumbra colocarse cada año en la iglesia durante las fiestas de Navidad, si se une a las I Vísperas o a la primera Misa de Navidad tiene una estructura propia, por cuanto en estas celebraciones ya se incluyen los elementos que habitualmente se incorporan a las otras bendiciones (lectura de la Palabra de Dios, preces, etc.) y que, por ello, no conviene repetir en la bendición.

1265. Si la bendición se hace al comienzo de la Misa, terminado el canto de entrada y dicha la salutación inicial, el celebrante dirige al pueblo una breve monición introductoria.

1266. Si la bendición se hace al comienzo de Vísperas, la monición introductoria puede hacerse después del Dios mío, ven en mi auxilio, y antes del himno.

1267. Si la bendición se hace al final de la Misa, terminada la oración después de la comunión, se entona un canto navideño, durante el cual se coloca la imagen del Niño Jesús en el pesebre. Concluido el canto, el celebrante dirige a los fieles la monición introductoria.

1268. Si la bendición se hace al final de las Vísperas, después de la oración conclusiva, se entona un canto navideño, durante el cual se coloca la imagen del Niño Jesús en el pesebre. Concluido el canto, el celebrante dirige a los fieles la monición introductoria.

1269. El ministro dispone a los fieles con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos: Con la celebración de la Eucaristía (de las Vísperas); vamos a dar comienzo (hemos dado comienzo) a las solemnes fiestas de Navidad de este año. 

La imagen de Jesús en el pesebre nos ayudará a recordar los misterios que celebramos estos días en la liturgia. Pidamos, pues, a Dios Padre, que la contemplación de este Belén o nacimiento avive nuestra fe en su Hijo, que se ha hecho hombre para hacernos partícipes de su Pascua.

Oración de bendición

1270. Terminada esta monición se hace un breve silencio. Luego el celebrante bendice el pesebre con una de las siguientes oraciones:
Oremos.
Señor Dios, Padre nuestro,
que tanto amaste al mundo
que nos entregaste a tu Hijo único
nacido de María, la Virgen,
dígnate bendecir este nacimiento
y a la comunidad cristiana que está aquí presente,
para que las imágenes de este belén 
ayuden a profundizar en la fe
a los adultos y a los niños.
Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien:
Oremos.
Oh, Dios, Padre nuestro,
que tanto amaste al mundo
que nos has entregado a tu único Hijo Jesús,
nacido de la Virgen María,
para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti,
te pedimos que con tu bendición
estas imágenes del nacimiento
nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría
y a ver a Cristo presente
en todos los que necesitan nuestro amor.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús,
tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

1271. Concluida la bendición, los fieles pueden adorar la imagen del Niño Jesús.

CAPÍTULO XXXIX
BENDICIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD

1272. La costumbre de colocar en los hogares cristianos un árbol adornado, durante las fiestas de Navidad, es recomendable, ya que este árbol puede recordar a los fieles que Cristo, nacido por nosotros en Belén, es el verdadero Árbol de la vida, Árbol del que fue separado el hombre a causa del pecado de Adán.

1273. Conviene, pues, invitar a los fieles a que vean en este árbol, lleno de luz, a Cristo luz del mundo, que con su Nacimiento nos conduce a Dios que habita en una Luz inaccesible.

1274. La bendición de este árbol la hará, ordinariamente, el padre o la madre al iniciarse las fiestas de Navidad y en ella conviene que participen todos los miembros de la familia.

Rito de bendición

1275. El ministro, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
R. Que hizo el cielo y la tierra.

1276. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura, por ejemplo:

Is 60, 13: Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, el ciprés, el olmo y el abeto, para embellecer mi santuario y ennoblecer mi estrado.

1277. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oremos
Bendito seas, Señor y Padre nuestro,
que nos concedes recordar con fe
en estos días de Navidad
los misterios del Nacimiento de Jesucristo.
Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol
y lo hemos embellecido con luces,
vivir también a la luz
de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo
y ser enriquecidos con las virtudes
que resplandecen en su santa infancia.
Gloria a él por los siglos de los siglos.
R. Amén.

1278. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los presentes y el árbol.

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