Tercera parte. Bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico o a las prácticas de devoción.
CAPÍTULO XXXIII
BENDICIÓN DE UNA CAMPANA1142. Existe la antigua costumbre de convocar al pueblo cristiano para la asamblea litúrgica y advertirle de los principales acontecimientos de la comunidad local por medio de algún signo o sonido. Tal es la misión específica de las campanas. Efectivamente, el tañer de la campana es, de alguna manera, la expresión de los sentimientos del pueblo de Dios, cuando este pueblo exulta o llora, da gracias o suplica, se congrega y pone de manifiesto el misterio de su unidad en Cristo.
1143. Por la íntima relación que guardan las campanas con la vida de la comunidad cristiana, arraigó la costumbre —que ha ido prevaleciendo y se ha querido conservar— de bendecirlas antes de colocarlas en el campanario.
1144. Conviene colgar o colocar la campana que se va a bendecir en el lugar designado de antemano, de manera que se pueda cómodamente, si se da el caso, dar la vuelta a su alrededor y hacerla sonar.
1145. Según las circunstancias del momento y del lugar, la campana se bendice en día festivo fuera de la iglesia o también dentro de ella, con el rito descrito en los núms. 1147-1161. Si se estima oportuno bendecirla dentro de la Misa, la bendición tiene lugar después de la homilía, a tenor de lo que se dice en el núm. 1162.
1146. Este rito puede utilizarlo el presbítero, el cual, respetando su estructura y los elementos principales de que consta, puede adaptar cada una de sus partes para que la celebración se ajuste mejor a las circunstancias del lugar y de las personas. Si, como es aconsejable, preside el rito el Obispo, se introducirán las oportunas adaptaciones.
Ritos iniciales
1147. Reunida la comunidad, se entona oportunamente un canto adecuado, terminado el cual, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1148. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre, que nos convoca a una misma Iglesia,
y la comunión del Espíritu Santo,
estén con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1149. Luego el celebrante exhorta brevemente a los fieles para disponer su espíritu a la celebración y explicar el significado del rito; puede hacerlo con estas palabras u otras semejantes:
Éste es para nosotros un día de gran alegría, porque esta iglesia desde hoy tiene una nueva campana, hecho que nos da la ocasión de bendecir a Dios con esta celebración. Las campanas están en cierto modo relacionadas con la vida del pueblo de Dios: su toque, en efecto, nos señala los momentos de la oración, reúne al pueblo para las celebraciones litúrgicas, advierte a los fieles cuando se produce algún suceso importante que es motivo de alegría o de tristeza para esta parte de la Iglesia (para esta población) o para cualquiera de los fieles. Asistamos, pues, con devoción a estos ritos, para que siempre que oigamos la voz de la campana nos acordemos de que formamos todos una misma familia, y, obedientes a su voz, nos reunamos todos, como signo visible de nuestra unidad en Cristo.
Lectura de la Palabra de Dios
1150. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada Escritura, seleccionado entre los que a continuación se proponen:
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación Mc 16, 14-16. 20
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Marcos.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado».
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor.
1151. Pueden también leerse:
Hazte dos trompetas de plata maciza Núm 10, 1-8. 10
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Números.En aquellos días, el Señor dijo a Moisés : «Hazte dos trompetas de plata maciza. Te servirán para convocar a la comunidad y dar la señal de mover el campamento. Al toque de las dos, se reunirá contigo toda la comunidad, a la entrada de la Tienda del Encuentro. Al toque de una sola, se reunirán contigo los jefes, los cabezas de clanes de Israel. Al primer toque con estruendo, se pondrán en marcha los que acampan al Este. Al segundo toque con estruendo, los campamentos que acampan al Sur. Para ponerse en marcha, se tocará un toque con estruendo; en cambio, para congregar la asamblea, el toque será sin estruendo. Los sacerdotes, hijos de Aarón, serán los que toquen las trompetas. Es una ley perpetua para vosotros y para vuestra descendencia.
En vuestros días de fiesta, solemnidades y primeros de mes, tocaréis las trompetas anunciando vuestros holocaustos y sacrificios de comunión. Así vuestro Dios se acordará de vosotros. Yo soy el Señor, vuestro Dios».
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
Acompañaban el Arca de la alianza del Señor entre aclamaciones, cuernos y trompetas 1 Cro 15, 11-12. 25-28; 16, 1-2
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del primer libro de las Crónicas.En aquellos días, llamó David a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, y les dijo: «Vosotros sois los cabeza de familia de los levitas; purificaos, junto con vuestros hermanos, para subir el Arca del Señor, Dios de Israel, al lugar que le he preparado.
David, los ancianos de Israel y los jefes de millar fueron gozosamente a subir el Arca de la alianza de Dios desde la casa de Obededón. Como Dios ayudó a los levitas portadores del Arca de la alianza del Señor, sacrificaron siete novillos y siete carneros. David iba ataviado con un manto de lino fino, lo mismo que los levitas portadores del Arca, los cantores y Quenanías, director del coro. David llevaba sobre sí un efod de lino. Todo Israel acompañaba el Arca de la alianza del Señor entre aclamaciones, al son de cuernos, trompetas y platillos, y tocando arpas y cítaras.
Llevaron el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de Dios. Cuando David acabó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.
Palabra de Dios.
Alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén Is 40, 1-5. 9-11
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del profeta Isaías.Consolad, consolad a mi pueblo -dice vuestro Dios- hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados». Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos juntos —ha hablado la boca del Señor—».
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sion; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder y con su brazo manda. Mirad, viene con él su salario y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho; cuida él mismo a las ovejas que crían».
Palabra de Dios.
La promesa vale para vosotros y para cuantos llamare a si el Señor Hch 2, 36-39. 41-42
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Hechos de los Apóstoles.El día de Pentecostés, dijo Pedro a los judíos: Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías». Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? Pedro les contestó: «Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas. Y perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.
Palabra de Dios.
Se presentó Juan, predicando: «Está cerca el reino de los cielos» Mt 3, 1-11
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo.Por aquellos días, Juan el Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos. Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos"». Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis, pero el que viene detrás de mi es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
Palabra del Señor.
Voz del que grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor» Mc 1, 1-8
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Marcos.Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos"»; se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. El los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mi viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Palabra del Señor.
1152. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Sal 28, 1b-2. 3 y 5. 7-9. 10-11 (R.: 4)
R. La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica.
V. Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.
V. La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano. R.
V. La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!» R.
V. El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz. R.
1153. O bien:
Sal 150, 1b-2. 3-4. 5 (R.: cf. 2b)
R. Alabad al Señor por su inmensa grandeza.
alabadlo en su fuerte firmamento;
alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R.
V. Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras;
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R.
V. Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes. R.
1154. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban el significado de la celebración y la finalidad de la campana.
Preces
1155. Sigue, según las circunstancias, la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias de los presentes o del momento.
V. Unidos en una sola voz, presentemos nuestras peticiones a Dios Padre, que quiere hermanar en su Iglesia a todos los pueblos, y digámosle:
R. Reúne en tu Iglesia a todas las naciones.
— Señor y Dios nuestro, que siempre nos llamas a la unidad, para que, animados por un mismo Espíritu, recorramos el único camino de salvación. R,
— Señor y Dios nuestro, que quieres que nosotros, tu pueblo, seamos una señal cada vez más cierta de tu presencia entre los hombres. R.
— Señor y Dios nuestro, que nos enseñas a participar de las penas y alegrías de los hermanos, para que nuestra caridad sea más verdadera. R.
— Señor y Dios nuestro, que hoy llenas de alegría espiritual nuestra asamblea, para que enseñe a los hermanos el mensaje de la salvación. R.
Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.
1156. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición, el celebrante, con estas palabras u otras semejantes, invita a todos a orar, implorando la ayuda divina:
Con nuestra oración, reforcemos ahora las alabanzas y peticiones dirigidas al Padre, que nos ha reunido en este lugar.
Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio.
Oración de bendición
1157. El celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de bendición:
Te bendecimos, Señor, Padre santo,
porque enviaste tu Hijo al mundo,
para que, con la efusión de su Sangre,
reuniera a los hombres, que el pecado había dispersado,
y los juntara a todos en un solo redil,
a fin de que él, como único Pastor, los guiara e instruyera.
Te pedimos ahora, Señor,
que, al oír la invitación de la campana,
tus fieles acudan a la iglesia con prontitud y alegría,
y que, manteniéndose constantes
en la enseñanza de los apóstoles,
en la concordia fraterna,
en la fracción del pan y en la oración,
tengan un mismo pensar y un mismo sentir,
para alabanza de tu gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1158. O bien:
Oh, Dios, cuya voz, ya en los orígenes del mundo,
resonó en los oídos del hombre,
invitándolo a la participación de la vida divina,
enseñándole cosas inefables y saludables;
oh, Dios, que ordenaste a Moisés, tu servidor,
que empleara unas trompetas de plata
para reunir al pueblo;
oh, Dios, que permites a tu Iglesia
utilizar campanas de bronce,
que inviten a tu pueblo a la oración,
bendice ✠ esta nueva campana
y haz que todos tus hijos, al oír su voz,
eleven a ti sus corazones
y, compartiendo las alegrías y las penas de los hermanos,
vayan con prontitud a la iglesia,
donde sientan a Cristo presente,
escuchen tu palabra y te expongan tus deseos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1159. Después de la oración de bendición, el celebrante, según las circunstancias, rocía la campana con agua bendita, pone incienso y la inciensa, mientras se canta la antífona Cantad al Señor con el salmo 149, u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Sal 149, 1b-2. 3-4. 5
R. Cantad al Señor y bendecid su Nombre. Aleluya.
V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sion por su Rey. R.
V. Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R.
V. Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas. R.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Conclusión del rito
1160. El celebrante bendice al pueblo, con las manos extendidas sobre los fieles, diciendo:
Dios, que de muchas naciones congrega una sola Iglesia,
os bendiga con su clemencia a los que habéis acudido con prontitud
para la bendición de esta nueva campana.
R. Amén.
V. Él os conceda misericordioso que,
al ser convocados en la iglesia
por el solemne toque de esta campana,
escuchéis atentamente su Palabra.
R. Amén.
V. Y, así, superada toda división entre hermanos,
y amándoos unos a otros con sinceridad,
celebréis hermanados los Sagrados Misterios.
R. Amén.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
1161. Si se estima oportuno, el celebrante y los fieles hacen sonar la campana bendecida, en señal de alegría. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.
1162. Si la bendición de la campana se hace dentro de la Misa (cf. supra, n. 1145), debe tenerse en cuenta lo siguiente:
— se dice la Misa del día;
— las lecturas, salvo en las solemnidades, fiestas y domingos, pueden tomarse de la Misa del día o de las que se proponen en los nn. 1150-1153;
— la bendición de la campana se hace después de la homilía, siguiendo el rito descrito en los nn. 1155-1158.
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