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sábado, 18 de abril de 2020

Bendición de un órgano.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Tercera parte. Bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico o a las prácticas de devoción.

CAPÍTULO XXXIV
BENDICIÓN DE UN ÓRGANO

1163. En la celebración de los divinos oficios, la música sagrada cumple un papel relevante; en la Iglesia latina el órgano ocupa un lugar honorífico, ya que, tanto cuando acompaña el canto como cuando toca solo, aumenta el esplendor de las ceremonias religiosas, es como un complemento de la alabanza divina, favorece la oración de los fieles y eleva su espíritu hacia Dios. Por la íntima relación que tiene el órgano con la música y el canto en las acciones litúrgicas y los piadosos ejercicios del pueblo cristiano, es conveniente que se bendiga antes de destinarlo al uso litúrgico.

1164. Este rito puede usarlo el presbítero, el cual, respetando su estructura y elementos principales, puede adaptar algunos de estos elementos para que la celebración se ajuste mejor a las circunstancias del lugar y de las personas. Si, como es aconsejable, preside el rito el Obispo, se harán las oportunas adaptaciones.

1165. La bendición del órgano puede hacerse cualquier día, excepto en los tiempos en que el derecho restringe su uso.

RITO DE LA BENDICIÓN

Ritos iniciales

1166. Reunida la comunidad, se entona oportunamente un canto adecuado, terminado el cual, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

1167. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
El amor de Dios Padre, 
la paz de nuestro Señor Jesucristo 
y el consuelo del Espíritu Santo 
estén siempre con vosotros.
O bien:
El Señor, a quien los santos alaban sin cesar, 
esté siempre con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.

1168. El celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Nos hemos reunido aquí, queridos hermanos, para bendecir un nuevo órgano, gracias al cual la celebración de la liturgia será más bella y solemne. El arte musical, cuando se usa en los ritos sagrados, tiene por fin principal la glorificación de Dios y la santificación de los hombres, y por eso el sonido del órgano se convierte en un signo eminente del cántico nuevo que se nos manda cantar a Dios; cantamos de verdad el cántico nuevo cuando nos comportamos rectamente, cuando nos adherimos de corazón y con alegría a la voluntad de Dios, cuando nos amamos los unos a los otros y cumplimos así el mandamiento nuevo.

Lectura de la Palabra de Dios

1169. Luego, el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada Escritura de los que se proponen a continuación:

Cantad a Dios, dando gracias de corazón Col 3, 12-17
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Colosenses.

Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta. Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo. Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Palabra de Dios.

1170. Pueden también leerse: 

Tocaréis las trompetas anunciando holocaustos y sacrificios de comunión Núm 10, 1-10
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Números.

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: «Hazte dos trompetas de plata maciza. Te servirán para convocar a la comunidad y dar la señal de mover el campamento. Al toque de las dos, se reunirá contigo toda la comunidad, a la entrada de la Tienda del Encuentro. Al toque de una sola, se reunirán contigo los jefes, los cabezas de clanes de Israel. Al primer toque con estruendo, se pondrán en marcha los que acampan al Este. Al segundo toque con estruendo, los campamentos que acampan al Sur. Para ponerse en marcha, se tocará un toque con estruendo; en cambio, para congregar la asamblea, el toque será sin estruendo. Los sacerdotes, hijos de Aarón, serán los que toquen las trompetas. Es una ley perpetua para vosotros y para vuestra descendencia. Cuando, ya en vuestra tierra, vayáis a luchar contra un enemigo que os oprime, tocaréis con las trompetas un toque con estruendo. Así el Señor, vuestro Dios, se acordará de vosotros, y seréis librados de vuestros enemigos. En vuestros días de fiesta, solemnidades y primeros de mes, tocaréis las trompetas anunciando vuestros holocaustos y sacrificios de comunión. Así vuestro Dios se acordará de vosotros. Yo soy el Señor, vuestro Dios».

Palabra de Dios.

Tocaban las trompetas delante del Arca 1 Cro 15, 3. 16. 19-21. 25
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del primer libro de las Crónicas.

David congregó en Jerusalén a todo Israel para subir el Arca del Señor al lugar que le había preparado.
David mandó a los jefes de los levitas emplazar a los cantores de sus familias con instrumentos musicales -arpas, citaras y platillos- para que los hiciesen resonar, alzando la voz con júbilo.
Los cantores Hemán, Asaf y Etán tocaban platillos de bronce. Zacarías, Yaaziel, Semiramot, Yejiel, Uní, Eliab, Maasías y Benaías tenían arpas agudas. Matitías, Eliflehú, Micnías, Obededón, Yeiel y Azarías tenían citaras de octava para dirigir el canto.
David, los ancianos de Israel y los jefes de millar fueron gozoosamente a subir el Arca de la alianza de Dios desde la casa de Obededón.

Palabra de Dios.

Sacerdotes que tocaban las trompetas 2 Cro 5, 2-5a. 11-14
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del segundo libro de las Crónicas.

Salomón convocó en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de la tribus y a los cabeza de familia de los hijos de Israel para transportar el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, es decir, Sión. Todos los israelitas se congregaron en torno al rey en la fiesta del mes séptimo. Cuando llegaron los ancianos de Israel, los levitas cargaron con el Arca. Los sacerdotes levitas llevaron el Arca y la Tienda del Encuentro.
Cuando los sacerdotes salieron del santuario (pues todos los sacerdotes presentes, sin distinción de clases, se habían purificado), los levitas cantores -Asaf, Hemán, Yedutún, sus hijos y sus hermanos—, vestidos de lino fino, con platillos, arpas y citaras, estaban de pie al este del altar, acompañados de ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas. Trompeteros y cantores entonaron al unísono la alabanza y la acción de gracias al Señor; cuando ellos elevaban la voz -al son de trompetas, platillos y de instrumentos musicales para alabar al Señor «porque es bueno, porque es eterna su misericordia»-, una nube llenó el templo, el templo del Señor. Los sacerdotes no pudieron seguir oficiando, porque la gloria del Señor había llenado el templo de Dios.

Palabra de Dios

Cantad y tocad con toda el alma para el Señor Ef 5, 15-20
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Efesios.

Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador Lc 1, 39-47
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá», María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador».

Palabra del Señor.

Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo Lc 10, 21-22
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

En aquella hora, Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Palabra del Señor.

1171. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial Sal 46, 2-3. 7-8 (R.: cf. 6)
R. Tocad para Dios entre aclamaciones y al son de trompetas.

V. Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.

V. Tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría. R.

1172. O bien:

Sal 97, 1bcde. 2-3. 4-6 (R.: cf. 5 y 6)
R. Tocad y aclamad al Señor.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

V. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios. R.

V. Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

1173. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban el significado de la celebración y la finalidad del órgano.

Preces

1174. Sigue, según las circunstancias, la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias de los presentes o del momento.

V. Llenos de alegría, queridos hermanos, proclamemos la grandeza de Dios todopoderoso, por los incontables bienes con que su bondad nos colma, y, como nos enseña el Apóstol, démosle gracias, cantando sus alabanzas con el corazón y con la boca:
R. Gloria a ti, Señor.
— Padre santo, rey del cielo y de la tierra, fuente de toda perfección y constante inspirador de toda armonía santa, te alabamos por tu inmensa gloria. R.
— Señor Jesucristo, reflejo de la gloria del Padre, que, hecho hombre, viniste a los hombres, para quitar el pecado del mundo y enriquecer con tu gracia a los hermanos redimidos, te glorificamos por tu gran misericordia. R.
— Espíritu Santo Dios, que habitas en el corazón de los hombres y los edificas para formar un solo cuerpo, te ensalzamos por tu invisible presencia en la Iglesia. R.
— Santa Trinidad un solo Dios, principio y fin de todas las cosas, a quien el cielo y la tierra cantan un cántico nuevo, te adoramos por tu insondable felicidad. R.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.

1175. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición, el celebrante, con estas palabras u otras semejantes, invita a todos a orar, implorando el auxilio divino:
Conscientes de que somos miembros de la santa Iglesia, invoquemos ahora, a una sola voz y con un solo corazón, a Dios, nuestro Padre.

Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio.

Oración de bendición

1176. El celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de bendición:
Dios y Señor nuestro, 
que eres la belleza siempre antigua y siempre nueva, 
cuya sabiduría gobierna el mundo 
y cuya bondad adorna el universo; 
los coros de los ángeles te alaban, 
obedientes siempre a tus mandatos; 
todos los astros del cielo te cantan, 
observando, en su continuo movimiento, 
las leyes que tú les has impuesto; 
todos los redimidos, a una sola voz, proclaman tu santidad, 
y con el corazón, con sus labios y con su vida 
te aclaman, llenos de alegría. 
También nosotros, tu pueblo santo, 
reunidos en este lugar con ánimo festivo, 
ansiamos unir nuestras voces 
al concierto universal de la creación, 
y, a fin de que nuestro himno de alabanza 
suba más dignamente hasta tu majestad, 
te presentamos este órgano para que lo bendigas 
y para que, con su ayuda,
unamos armónicamente nuestras voces 
al cantar tus alabanzas y presentarte nuestros deseos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

1177. Luego el celebrante pone incienso e inciensa el órgano; mientras, éste se hace sonar por primera vez.

Conclusión del rito

1178. El celebrante bendice al pueblo, con las manos extendidas sobre los fieles, diciendo:
El Señor, digno de toda alabanza, 
os conceda, a los que en la tierra
procuráis cantarle con la boca,  el corazón y la vida, 
que podáis un día cantar eternamente 
el cántico nuevo en el cielo.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.

1179. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

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