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martes, 7 de abril de 2020

Bendición con ocasión de la inauguración de un nuevo ambón.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Tercera parte. Bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico o a las prácticas de devoción.

CAPÍTULO XXIX
BENDICIONES CON OCASIÓN DE LA INAUGURACIÓN DE UNA CÁTEDRA O UNA SEDE PRESIDENCIAL, DE UN AMBÓN, DE UN SAGRARIO O DE UNA SEDE PARA LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

II. BENDICIÓN CON OCASIÓN DE LA INAUGURACIÓN DE UN NUEVO AMBÓN

1002. El ambón o lugar desde el que se proclama la Palabra de Dios debe responder a la dignidad de esta Palabra y ha de recordar a los fieles que la mesa de la Palabra de Dios está siempre dispuesta. Esta bendición sólo puede impartirse cuando se trata de un verdadero ambón, es decir, que no sea un simple atril movible, sino un ambón estable y destacado por su dignidad. Sin embargo, teniendo en cuenta la estructura de cada iglesia, también puede bendecirse un ambón movible, a condición de que sea algo realmente prominente, adecuado a su función y estéticamente elaborado.

1003. Este rito puede unirse a la celebración de la Misa, o también, según las circunstancias, puede emplearse en una celebración de la Palabra de Dios.

- Bendición de un ambón en la celebración de la Misa.
- Bendición de un ambón en una celebración de la Palabra de Dios.

A. EN LA CELEBRACIÓN DE LA MISA

1004. La Misa se celebra en todo como de costumbre, hasta la oración colecta inclusive. En la procesión de entrada, se lleva el evangeliario y se deposita sobre el altar. Es de aconsejar que la proclamación de la Palabra de Dios se desarrolle de la siguiente manera: dos lectores, uno de los cuales lleva el leccionario de la Misa, junto con el salmista, se acercan al celebrante.

El celebrante, de pie, toma el leccionario, lo muestra al pueblo y pronuncia estas palabras u otras adecuadas:
Resuene en esta casa la Palabra de Dios, 
para que conozcáis el misterio de Cristo 
y se realice vuestra salvación dentro de la Iglesia.

Todos responden:
Amén.
O de otro modo adecuado.

1005. Luego el celebrante entrega el leccionario al primer lector Los lectores y el salmista se dirigen al ambón, llevando el leccionario, de modo que todos puedan verlo.

1006. Las lecturas se toman de la Misa del día, o bien, pueden seleccionarse del modo siguiente: la primera lectura, del libro de Nehemías 8, 1-4a. 5-6. 8-10, seguida de Sal 18, 8. 9. 10. 15, con la respuesta: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; si se proclama una segunda lectura puede escogerse la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 14—4, 5a; en cuanto al Evangelio, es aconsejable proclamar el texto de Lucas 4, 14-22a, anteponiendo la aclamación No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios, con o sin Aleluya, según el tiempo litúrgico.

PRIMERA LECTURA Neh 8, 1-4a. 5-6. 8-10
Leyeron el libro de la ley explicando su sentido
Lectura del libro de Nehemías.

En aquellos días, el pueblo entero se reunió como un solo hombre en la plaza que está delante de la Puerta del Agua y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado a Israel. El día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la | comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley. El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión.
Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo: al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas «Amén, amén». Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura. Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: «Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley). Nehemías les dijo: «Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 15 (R.: cf. Jn 6, 63c)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

V. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel 
e instruye a los ignorantes. R.

V. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

V. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

V. Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío. R.

SEGUNDA LECTURA 2 Tim 3, 14 - 4,5a
La Sagrada Escritura puede darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

Querido hermano:
Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena. Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador.

Palabra de Dios.

Aleluya o aclamación antes del Evangelio
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios

EVANGELIO  Lc 4, 16-22a
Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en Jesús
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.

Palabra del Señor.

1007. Después de la segunda lectura, el diácono, o en su defecto un presbítero, toma el evangeliario del altar y, precedido de los ministros con los cirios y el incienso, lo lleva al ambón.

1008. Después del Evangelio, el celebrante hace la homilía, en la cual explica las lecturas bíblicas y la presencia de Cristo en la Palabra de Dios.

1009. Luego la Misa continúa en la forma acostumbrada; si se juzga oportuno, se añade el Credo, de modo que los fieles se den cuenta de que hay que responder con la fe a Dios que les habla.

B. EN UNA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS

1010. Si la bendición del ambón se hace en una celebración de la Palabra de Dios, se procederá del modo siguiente: el celebrante, después del saludo, exhorta brevemente a los fieles con el fin de disponerlos a la celebración y explicar su significado. Puede hacerlo con estas palabras u otras semejantes:

Nos hemos reunido aquí, hermanos, para inaugurar este ambón y destinarlo al uso sagrado, para que aparezca ante todos como un signo de aquella mesa de la Palabra de Dios que nos ofrece el primer y necesario alimento de nuestra vida cristiana. Prestemos a esta celebración la mayor atención, escuchando con fe a Dios, que nos habla, para que sus palabras sean realmente para nosotros espíritu y vida.

1011. Terminada la monición, el celebrante dice:
Oremos.
Y todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el celebrante continúa, con las manos extendidas:
Oh, Dios, tú nos amas tanto 
que hasta te dignas hablarnos como amigos;
concédenos la gracia del Espíritu Santo, 
para que, al gozar de la dulzura de tu Palabra, 
nos llenemos del pleno conocimiento de tu Hijo. 
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Lectura de la Palabra de Dios

1012. Luego se leen algunos textos adecuados de la sagrada Escritura, seguidos oportunamente de un salmo responsorial o de un sagrado silencio meditativo. La lectura del Evangelio ha de ser siempre el acto más relevante.

Leyeron el libro de la ley explicando su sentido Neh 8, 1-4a. 5-6. 8-10
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de Nehemías.

En aquellos días, el pueblo entero se reunió como un solo hombre en la plaza que está delante de la Puerta del Agua y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado a Israel. El día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la | comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley. El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión.
Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo: al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas «Amén, amén». Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura. Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: «Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley). Nehemías les dijo: «Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!».

Palabra de Dios.

1013. Pueden también leerse: 

La Sagrada Escritura puede darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe 2 Tim 3, 14—4, 5a
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a Timoteo.

Querido hermano:
Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena. Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador.

Palabra de Dios.

Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en Jesús Lc 4, 16-22a
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.

Palabra del Señor.

1014. Se toma uno de los siguientes salmos: 

Salmo responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 15 (R.: cf. Jn 6, 63c)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

V. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel 
e instruye a los ignorantes. R.

V. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

V. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

V. Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío. R.
 
1015. O bien:

Sal 118, 129. 130. 133. 135. 144 (R.: 105b)
R. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.

V. Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma R.

V. La explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R.

V. Asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine. R.

V. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus decretos. R.

V. La justicia de tus preceptos es eterna,
dame inteligencia, y tendré vida R.

1016. Terminadas las lecturas, el celebrante hace la homilía. En ella explica las lecturas bíblicas y la presencia de Cristo en la Palabra de Dios.

1017. Si se estima oportuno, se puede decir o cantar el Credo.

Preces

1018. Luego se hace la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

Hermanos, Dios Padre nos ha dado su Palabra hecha carne para que la escuchemos y encontremos en ella el alimento de nuestra fe. Pidamos juntos:
R. La palabra de Cristo habite entre nosotros en toda su riqueza.
Haz, Señor, que los discípulos de Cristo, tu Hijo, sientan hambre intensa de tu palabra y sean en el mundo fieles testigos de ella. R.
Concédenos, Señor, que la meditación asidua de tu palabra nos haga fervorosos en la fe y entregados siempre a las buenas obras. R.
Aumenta en nosotros, Señor, con la luz de tu palabra, el conocimiento de ti y de nosotros mismos, para que te amemos más y te sirvamos con mayor fidelidad. R.
Asiste, Señor, a los ministros de tu palabra, para que crean de corazón y cumplan en su vida lo que proclaman con sus labios. R.
 
Oración de bendición

1019. Luego el celebrante, con las manos extendidas, prosigue:
Oh, Dios, que te has dignado llamar a los hombres 
a salir de la tiniebla
y a entrar en tu luz maravillosa, 
es justo que te demos gracias, 
porque nunca dejas de saciarnos 
con el sabroso alimento de tu Palabra, 
y porque, siempre que nos reunimos en esta iglesia,
 nos recuerdas y aclaras las maravillas de tu revelación. 
Te pedimos, Señor, que en este lugar 
la voz de tu Hijo llegue siempre a nuestros oídos, 
y que, dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo, 
no nos limitemos a escuchar tu palabra,
sino que la llevemos con decisión a la práctica. 
Que, en este lugar, los que proclaman tu palabra 
nos enseñen el camino de la vida, 
para que nosotros, recorriéndolo valientemente, 
sigamos a Cristo, el Señor, y alcancemos la vida eterna. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Conclusión del rito

1020. El celebrante concluye el rito, diciendo, con las manos extendidas sobre los fieles:
El Señor os bendiga con todas las bendiciones del cielo 
y os mantenga siempre santos y puros en su presencia; 
que él derrame sobre vosotros, con abundancia, 
las riquezas de su gloria, 
os instruya con la palabra de la verdad, 
os oriente con el Evangelio de la salvación 
y os haga siempre ricos en caridad fraterna.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.

1021. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

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