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martes, 11 de enero de 2022

Martes 15 febrero 2022, Martes de la VI semana del Tiempo Ordinario, feria (o misa votiva de los santos Ángeles).

SOBRE LITURGIA

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN EL CURSO DE LA PENITENCIARIA APOSTÓLICA SOBRE EL FUERO INTERNO

Aula Pablo VI. Viernes 9 de marzo de 2012

Queridos amigos:

Me alegra mucho tener este encuentro con vosotros con ocasión del curso anual sobre el fuero interno, que organiza la Penitenciaría apostólica. Dirijo un cordial saludo al cardenal Manuel Monteiro de Castro, penitenciario mayor, quien como tal, por primera vez, ha presidido vuestras sesiones de estudio, y le doy las gracias por las cordiales expresiones que ha querido manifestarme. Saludo también a monseñor Gianfranco Girotti, regente, al personal de la Penitenciaría y a cada uno de vosotros, que, con vuestra presencia, recordáis a todos la importancia que tiene para la vida de fe el sacramento de la Reconciliación, evidenciando tanto la necesidad permanente de una adecuada preparación teológica, espiritual y canónica para poder ser confesores, como, sobre todo, el vínculo constitutivo entre celebración sacramental y anuncio del Evangelio.

Los sacramentos y el anuncio de la Palabra, en efecto, jamás se deben concebir separadamente; al contrario, «Jesús afirma que el anuncio del reino de Dios es el objetivo de su misión; pero este anuncio no es sólo un “discurso”, sino que incluye, al mismo tiempo, su mismo actuar; los signos, los milagros que Jesús realiza indican que el Reino viene como realidad presente y que coincide en última instancia con su persona, con el don de sí mismo (…). El sacerdote representa a Cristo, al Enviado del Padre, continúa su misión, mediante la “palabra” y el “sacramento”, en esta totalidad de cuerpo y alma, de signo y palabra» (Audiencia general, 5 de mayo de 2010; L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 9 de mayo de 2010, pp. 15-16). Precisamente esta totalidad, que hunde sus raíces en el misterio mismo de la Encarnación, nos sugiere que la celebración del sacramento de la Reconciliación es ella misma anuncio y por eso camino que hay que recorrer para la obra de la nueva evangelización.

¿En qué sentido la Confesión sacramental es «camino» para la nueva evangelización? Ante todo porque la nueva evangelización saca linfa vital de la santidad de los hijos de la Iglesia, del camino cotidiano de conversión personal y comunitaria para conformarse cada vez más profundamente a Cristo. Y existe un vínculo estrecho entre santidad y sacramento de la Reconciliación, testimoniado por todos los santos de la historia. La conversión real del corazón, que es abrirse a la acción transformadora y renovadora de Dios, es el «motor» de toda reforma y se traduce en una verdadera fuerza evangelizadora. En la Confesión el pecador arrepentido, por la acción gratuita de la misericordia divina, es justificado, perdonado y santificado; abandona el hombre viejo para revestirse del hombre nuevo. Sólo quien se ha dejado renovar profundamente por la gracia divina puede llevar en sí mismo, y por lo tanto anunciar, la novedad del Evangelio. El beato Juan Pablo II, en la carta apostólica Novo millennio ineunte, afirmaba: «Deseo pedir, además, una renovada valentía pastoral para que la pedagogía cotidiana de la comunidad cristiana sepa proponer de manera convincente y eficaz la práctica del sacramento de la Reconciliación» (n. 37). Quiero subrayar este llamamiento, sabiendo que la nueva evangelización debe dar a conocer al hombre de nuestro tiempo el rostro de Cristo «como mysterium pietatis, en el que Dios nos muestra su corazón misericordioso y nos reconcilia plenamente consigo. Este es el rostro de Cristo que es preciso hacer que descubran también a través del sacramento de la Penitencia» (ib.).

En una época de emergencia educativa, en la que el relativismo pone en discusión la posibilidad misma de una educación entendida como introducción progresiva al conocimiento de la verdad, al sentido profundo de la realidad, por ello como introducción progresiva a la relación con la Verdad que es Dios, los cristianos están llamados a anunciar con vigor la posibilidad del encuentro entre el hombre de hoy y Jesucristo, en quien Dios se ha hecho tan cercano que se le puede ver y escuchar. En esta perspectiva, el sacramento de la Reconciliación, que parte de una mirada a la condición existencial propia y concreta, ayuda de modo singular a esa «apertura del corazón» que permite dirigir la mirada a Dios para que entre en la vida. La certeza de que él está cerca y en su misericordia espera al hombre, también al que está en pecado, para sanar sus enfermedades con la gracia del sacramento de la Reconciliación, es siempre una luz de esperanza para el mundo.

Queridos sacerdotes y queridos diáconos que os preparáis para el presbiterado: en la administración de este sacramento se os da o se os dará la posibilidad de ser instrumentos de un encuentro siempre renovado de los hombres con Dios. Quienes se dirijan a vosotros, precisamente por su condición de pecadores, experimentarán en sí mismos un deseo profundo: deseo de cambio, petición de misericordia y, en definitiva, deseo de que vuelva a tener lugar, a través del sacramento, el encuentro y el abrazo con Cristo. Seréis por ello colaboradores y protagonistas de muchos posibles «nuevos comienzos», tantos cuantos sean los penitentes que se os acerquen; teniendo presente que el auténtico significado de cada «novedad» no consiste tanto en el abandono o en la supresión del pasado, sino en acoger a Cristo y abrirse a su presencia, siempre nueva y siempre capaz de transformar, de iluminar todas las zonas de sombra y de abrir continuamente un nuevo horizonte. La nueva evangelización, entonces, parte también del confesionario. O sea, parte del misterioso encuentro entre el inagotable interrogante del hombre, signo en él del Misterio creador, y la misericordia de Dios, única respuesta adecuada a la necesidad humana de infinito. Si la celebración del sacramento de la Reconciliación es así, si en ella los fieles experimentan realmente la misericordia que Jesús de Nazaret, Señor y Cristo, nos ha donado, entonces se convertirán en testigos creíbles de esa santidad, que es la finalidad de la nueva evangelización.

Todo esto, queridos amigos, si es verdad para los fieles laicos, adquiere todavía mayor relevancia para cada uno de nosotros. El ministro del sacramento de la Reconciliación colabora en la nueva evangelización renovando él mismo, el primero, la consciencia del propio ser penitente y de la necesidad de acercarse al perdón sacramental, a fin de que se renueve el encuentro con Cristo que, iniciado con el Bautismo, ha hallado en el sacramento del Orden una configuración específica y definitiva. Este es mi deseo para cada uno de vosotros: que la novedad de Cristo sea siempre el centro y la razón de vuestra existencia sacerdotal, para que quien se encuentre con vosotros pueda proclamar, a través de vuestro ministerio, como Andrés y Juan: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1, 41). De esta forma cada confesión, de la que cada cristiano saldrá renovado, representará un paso adelante de la nueva evangelización. Que María, Madre de misericordia, Refugio de nosotros, pecadores, y Estrella de la nueva evangelización acompañe nuestro camino. Os doy las gracias de corazón y de buen grado os imparto mi bendición apostólica.

CALENDARIO

15 MARTES DE LA VI SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria

Misa
de feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- Sant 1, 12-18.
Dios no tienta a nadie.
- Sal 93. R. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
- Mc 8, 14-21. Evitad la levadura de los fariseos y de Herodes.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 16 de febrero, pág. 165.
CALENDARIOS: Trinitarios: Santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo (F).
Ciudad Real: San Juan Bautista de la Concepción, presbítero (MO). Córdoba: (ML).
Jesuitas: San Claudio La Colombière, presbítero (MO). Reparadores: (ML).
Valencia: Beato Vicente Vilar, mártir (ML).

TEXTOS MISA

Misa de la feria: del VI Domingo del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa votiva:

De los santos Ángeles
Esta misa se dice con vestiduras de color blanco

Antífona de entrada Sal 102, 20
Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra.
Benedícite Dóminum, omnes Angeli eius; poténtes virtúte, qui fácitis verbum eius, ad audiéndam vocem sermónum eius.

Monición de entrada
La sagrada Escritura nos presenta a los ángeles como mensajeros de Dios -esto es lo que significa el nombre de «ángel-. Dios los envía para dar a conocer al hombre sus designios. La tradición cristiana los venera también como nuestros protectores durante el tiempo de nuestra peregrinación terrena. En la misa el cielo se viene a la tierra alabaremos a Dios unidos al canto de los ángeles al tres veces santo.

Oración colecta
Oh, Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres, concédenos, por tu bondad, que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui miro órdine Angelórum ministéria hominúmque dispénsas, concéde propítius, ut, a quibus tibi ministrántibus in caelo semper assístitur, ab his in terra vita nostra muniátur. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Martes de la VI semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA Sant 1, 12-18
Dios no tienta a nadie

Lectura de la carta del apóstol Santiago.

Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba, porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a los que lo aman.
Cuando alguien se vea tentado, que no diga: «Es Dios quien me tienta»; pues Dios no es tentado por el mal y él no tienta a nadie.
A cada uno lo tienta su propio deseo cuando lo arrastra y lo seduce; después el deseo concibe y da a luz al pecado, y entonces el pecado, cuando madura, engendra muerte.
No os engañéis, mis queridos hermanos. Todo buen regalo y todo don perfecto viene de arriba, procede del Padre de las luces, en el cual no hay ni alteración ni sombra de mutación. Por propia iniciativa nos engendró con la palabra de la verdad, para que seamos como una primicia de sus criaturas.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 93, 12-13a. 14-15. 18-19 (R.: 12a)
R. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
Beatus homo quem tu erudíeris, Dómine.

V. Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros.
R. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
Beatus homo quem tu erudíeris, Dómine.

V. Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el juicio retornará a la justicia,
y la seguirán todos los rectos de corazón.
R. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
Beatus homo quem tu erudíeris, Dómine.

V. Cuando pensaba que iba a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostenía;
cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia.
R. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
Beatus homo quem tu erudíeris, Dómine.

Aleluya Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.
Si quis díligit me, sermónem meun servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.

EVANGELIO Mc 8, 14-21
Evitad la levadura de los fariseos y de Herodes
 Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó tomar pan y no tenían más que un pan en la barca. Y Jesús les ordenaba diciendo:
«Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes». Y discutían entre ellos sobre el hecho de que no tenían panes. Dándose cuenta, les dijo Jesús:
«¿Por qué andáis discutiendo que no tenéis pan? ¿Aún no entendéis ni comprendéis? ¿Tenéis el corazón embotado? ¿Tenéis ojos y no veis, tenéis oídos y no oís? ¿No recordáis cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil?».
Ellos contestaron:
«Doce».
«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?».
Le respondieron:
«Siete».
Él les dijo:
«¿Y no acabáis de comprender?».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Beda, in Marcum, 2, 33
Con el precepto: "Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes", les enseña el Señor lo que significan los cinco y los siete panes, que les recuerda en las siguientes palabras: "Ni os acordáis ya de cuando repartí cinco panes?" etc. Si, pues, la levadura predicha significa las tradiciones perversas, ¿por qué el alimento que dio el Señor al pueblo no habrá de significar la verdadera doctrina? 

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XXXI

Dios nos da, gratuitamente, el don de su amor. Por ello presentamos ahora nuestra oración por la Iglesia, por todos los hombres y por nosotros.
- Por nuestra Iglesia, para que Dios todopoderoso perdone sus debilidades, ponga fin a sus divisiones, aumente su valentía, refuerce su fe y expanda su testimonio por toda la tierra. Roguemos al Señor.
- Por la paz en todo el mundo, para que las ambiciones no opriman y el amor crezca en el corazón de todos los hombres. Roguemos al Señor.
- Por el progreso en nuestro país, para que a nadie le falte el pan, la casa, el trabajo o la escuela, el descanso y todo lo necesario para llevar una vida digna. Roguemos al Señor.
- Por los enfermos, ancianos, marginados, para que en sus dificultades sientan la fuerza del Señor y encuentren nuestra ayuda y nuestra comprensión. Roguemos al Señor.
- Por los que nos hemos reunido aquí, por nuestros parientes y amigos, y por los que esperan que nos acordemos de ellos en la oración, para que en todos crezca siempre la fe, la esperanza y el amor. Roguemos al Señor.
Dios y Padre todopoderoso, escucha las oraciones de tu Iglesia y concédenos los dones de tu bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Misa votiva:
Oración de los fieles
Pidamos al Señor a quien alaban los ángeles, que escuche nuestras oraciones por la Iglesia y por todos los hombres.
- Para que por manos de los ángeles suban hasta la presencia de Dios las oraciones y ofrendas de la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que busquemos continuamente el rostro de Dios que contemplan continuamente los ángeles. Roguemos al Señor.
- Para que los niños y los jóvenes vivan libres de las asechanzas del enemigo, protegidos por aquellos que son enviados para guardarnos en nuestros caminos. Roguemos al Señor.
- Para que al final de nuestra vida los ángeles nos reciban en el paraíso y nos introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén. Roguemos a Señor.
Te pedimos, Señor, que tus santos ángeles, ministros gloriosos de tu poder de salvación, nos ayuden en el peregrinar de esta vida y nos conduzcan a la patria eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza y te suplicamos humildemente que, llevado ante tu majestad por manos de los ángeles, lo recibas con bondad, y sea provechoso para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Hóstias tibi, Dómine, laudis offérimus, supplíciter deprecántes, ut eásdem, angélico ministério in conspéctum tuae maiestátis delátas, et placátus accípias, et ad salútem nostram proveníre concédas. Per Christum.

PREFACIO COMÚN IV
NUESTRA MISMA ACCIÓN DE GRACIAS ES UN DON DE DIOS
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te alabamos proclamando llenos de alegría:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quia, cum nostra laude non égeas, tuum tamen est donum quod tibi grates rependámus, nam te non augent nostra praecónia, sed nobis profíciunt ad salútem, per Christum Dóminum nostrum.
Et ídeo, choris angélicis sociáti, te laudámus in gáudio confiténtes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Sal 137, 1

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti.
In conspéctu Angelórum psallam tibi, Deus meus.

Oración después de la comunión
Alimentados con el pan del cielo, te pedimos humildemente, Señor, que, sostenidos por su fuerza, avancemos con valentía por la senda de la salvación bajo la fiel custodia de los ángeles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pane caelésti refécti, súpplices te, Dómine, deprecámur, ut, eius fortitúdine roboráti, sub Angelórum fidéli custódia, fortes, salútis progrediámur in via. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 16 de febrero

1. En la región italiana de Campania, santa Juliana, virgen y mártir. (s. inc.)
2. En Cesarea de Palestina, santos mártires Elías, Jeremías, Isaías, Samuel y Daniel, cristianos egipcios que, por haber servido a los confesores condenados a las minas, fueron apresados por el prefecto Firmiliano, en tiempo de Galerio Maximiano, y, después de duros tormentos, perecieron decapitados. Tras ellos fueron martirizados Pámfilo, presbítero, Valente, diácono de Jerusalén, y Pablo, oriundo de la ciudad de Iamnia, que habían permanecido dos años en la cárcel, así como Porfirio, siervo de Pámfilo, además de Seleuco, capadocio que ostentaba un grado en la milicia, y Teodulo, anciano servidor del prefecto Firmiliano. Finalmente, el capadocio Julián, llegado como peregrino en aquel momento, fue denunciado como cristiano por haber besado los cuerpos de los mártires y por orden del prefecto lo quemaron a fuego lento. (309)
3. En el reino de Persia, en el Irak actual, san Maruta, obispo, que al establecerse la paz de la Iglesia presidió el concilio de Seleucia, reparó las iglesias destruidas durante la persecución bajo el rey Sapor y colocó las reliquias de los mártires persas en la ciudad episcopal, Talgrit, la cual recibió desde aquella ocasión el nombre de Martirópolis. (a. 420)
4*. En Borgo San Pietro, en los Abruzos italianos, beata Filipa Mareri, virgen, que, despreciando las riquezas y el fasto mundano, abrazó la forma de vida de santa Clara, recientemente establecida en aquella región. (1236)
5*. En Perugia, ciudad de Umbría, también en Italia, conmemoración del beato Nicolás Paglia, presbítero de la Orden de Predicadores, que recibió de santo Domingo el hábito y la misión de predicar. (1256)
6*. En Turín, de nuevo en Italia, beato José Allamano, presbítero, que, lleno de fervor, para propagar la fe cristiana fundó las congregaciones de hombres y de mujeres denominadas Misioneros y Misioneras de la Consolata. (1926)
- Beato Mariano Arciero (1707- Nápoles 1788). Sacerdote diocesano que dedicó heroicamente su vida a la misión pastoral encomendada.

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