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sábado, 22 de enero de 2022

Sábado 26 febrero 2022, Sábado de la VII semana del Tiempo Ordinario o santa María en sábado, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

SANTA MISA DE LA CENA DEL SEÑOR
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Basílica de San Juan de Letrán. Jueves Santo 5 de abril de 2012

Queridos hermanos y hermanas

El Jueves Santo no es sólo el día de la Institución de la Santa Eucaristía, cuyo esplendor ciertamente se irradia sobre todo lo demás y, por así decir, lo atrae dentro de sí. También forma parte del Jueves Santo la noche oscura del Monte de los Olivos, hacia la cual Jesús se dirige con sus discípulos; forma parte también la soledad y el abandono de Jesús que, orando, va al encuentro de la oscuridad de la muerte; forma parte de este Jueves Santo la traición de Judas y el arresto de Jesús, así como también la negación de Pedro, la acusación ante el Sanedrín y la entrega a los paganos, a Pilato. En esta hora, tratemos de comprender con más profundidad estos eventos, porque en ellos se lleva a cabo el misterio de nuestra Redención.

Jesús sale en la noche. La noche significa falta de comunicación, una situación en la que uno no ve al otro. Es un símbolo de la incomprensión, del ofuscamiento de la verdad. Es el espacio en el que el mal, que debe esconderse ante la luz, puede prosperar. Jesús mismo es la luz y la verdad, la comunicación, la pureza y la bondad. Él entra en la noche. La noche, en definitiva, es símbolo de la muerte, de la pérdida definitiva de comunión y de vida. Jesús entra en la noche para superarla e inaugurar el nuevo día de Dios en la historia de la humanidad.

Durante este camino, él ha cantado con sus Apóstoles los Salmos de la liberación y de la redención de Israel, que recuerdan la primera Pascua en Egipto, la noche de la liberación. Como él hacía con frecuencia, ahora se va a orar solo y hablar como Hijo con el Padre. Pero, a diferencia de lo acostumbrado, quiere cerciorarse de que estén cerca tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Son los tres que habían tenido la experiencia de su Transfiguración – la manifestación luminosa de la gloria de Dios a través de su figura humana – y que lo habían visto en el centro, entre la Ley y los Profetas, entre Moisés y Elías. Habían escuchado cómo hablaba con ellos de su «éxodo» en Jerusalén. El éxodo de Jesús en Jerusalén, ¡qué palabra misteriosa!; el éxodo de Israel de Egipto había sido el episodio de la fuga y la liberación del pueblo de Dios. ¿Qué aspecto tendría el éxodo de Jesús, en el cual debía cumplirse definitivamente el sentido de aquel drama histórico?; ahora, los discípulos son testigos del primer tramo de este éxodo, de la extrema humillación que, sin embargo, era el paso esencial para salir hacia la libertad y la vida nueva, hacia la que tiende el éxodo. Los discípulos, cuya cercanía quiso Jesús en esta hora de extrema tribulación, como elemento de apoyo humano, pronto se durmieron. No obstante, escucharon algunos fragmentos de las palabras de la oración de Jesús y observaron su actitud. Ambas cosas se grabaron profundamente en sus almas, y ellos las transmitieron a los cristianos para siempre. Jesús llama a Dios «Abbá».Y esto significa – como ellos añaden – «Padre». Pero no de la manera en que se usa habitualmente la palabra «padre», sino como expresión del lenguaje de los niños, una palabra afectuosa con la cual no se osaba dirigirse a Dios. Es el lenguaje de quien es verdaderamente «niño», Hijo del Padre, de aquel que se encuentra en comunión con Dios, en la más profunda unidad con él.

Si nos preguntamos cuál es el elemento más característico de la imagen de Jesús en los evangelios, debemos decir: su relación con Dios. Él está siempre en comunión con Dios. El ser con el Padre es el núcleo de su personalidad. A través de Cristo, conocemos verdaderamente a Dios. «A Dios nadie lo ha visto jamás», dice san Juan. Aquel «que está en el seno del Padre… lo ha dado a conocer» (1,18). Ahora conocemos a Dios tal como es verdaderamente. Él es Padre, bondad absoluta a la que podemos encomendarnos. El evangelista Marcos, que ha conservado los recuerdos de Pedro, nos dice que Jesús, al apelativo «Abbá», añadió aún: Todo es posible para ti, tú lo puedes todo (cf. 14,36). Él, que es la bondad, es al mismo tiempo poder, es omnipotente. El poder es bondad y la bondad es poder. Esta confianza la podemos aprender de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos.

Antes de reflexionar sobre el contenido de la petición de Jesús, debemos prestar atención a lo que los evangelistas nos relatan sobre la actitud de Jesús durante su oración. Mateo y Marcos dicen que «cayó rostro en tierra» (Mt 26,39; cf. Mc 14,35); asume por consiguiente la actitud de total sumisión, que ha sido conservada en la liturgia romana del Viernes Santo. Lucas, en cambio, afirma que Jesús oraba arrodillado. En los Hechos de los Apóstoles, habla de los santos, que oraban de rodillas: Esteban durante su lapidación, Pedro en el contexto de la resurrección de un muerto, Pablo en el camino hacia el martirio. Así, Lucas ha trazado una pequeña historia del orar arrodillados de la Iglesia naciente. Los cristianos, al arrodillarse, se ponen en comunión con la oración de Jesús en el Monte de los Olivos. En la amenaza del poder del mal, ellos, en cuanto arrodillados, están de pie ante el mundo, pero, en cuanto hijos, están de rodillas ante el Padre. Ante la gloria de Dios, los cristianos nos arrodillamos y reconocemos su divinidad, pero expresando también en este gesto nuestra confianza en que él triunfe.

Jesús forcejea con el Padre. Combate consigo mismo. Y combate por nosotros. Experimenta la angustia ante el poder de la muerte. Esto es ante todo la turbación propia del hombre, más aún, de toda creatura viviente ante la presencia de la muerte. En Jesús, sin embargo, se trata de algo más. En las noches del mal, él ensancha su mirada. Ve la marea sucia de toda la mentira y de toda la infamia que le sobreviene en aquel cáliz que debe beber. Es el estremecimiento del totalmente puro y santo frente a todo el caudal del mal de este mundo, que recae sobre él. Él también me ve, y ora también por mí. Así, este momento de angustia mortal de Jesús es un elemento esencial en el proceso de la Redención. Por eso, la Carta a los Hebreos ha definido el combate de Jesús en el Monte de los Olivos como un acto sacerdotal. En esta oración de Jesús, impregnada de una angustia mortal, el Señor ejerce el oficio del sacerdote: toma sobre sí el pecado de la humanidad, a todos nosotros, y nos conduce al Padre.

Finalmente, debemos prestar atención aún al contenido de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos. Jesús dice: «Padre: tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres» (Mc 14,36). La voluntad natural del hombre Jesús retrocede asustada ante algo tan ingente. Pide que se le evite eso. Sin embargo, en cuanto Hijo, abandona esta voluntad humana en la voluntad del Padre: no yo, sino tú. Con esto ha transformado la actitud de Adán, el pecado primordial del hombre, salvando de este modo al hombre. La actitud de Adán había sido: No lo que tú has querido, Dios; quiero ser dios yo mismo. Esta soberbia es la verdadera esencia del pecado. Pensamos ser libres y verdaderamente nosotros mismos sólo si seguimos exclusivamente nuestra voluntad. Dios aparece como el antagonista de nuestra libertad. Debemos liberarnos de él, pensamos nosotros; sólo así seremos libres. Esta es la rebelión fundamental que atraviesa la historia, y la mentira de fondo que desnaturaliza la vida. Cuando el hombre se pone contra Dios, se pone contra la propia verdad y, por tanto, no llega a ser libre, sino alienado de sí mismo. Únicamente somos libres si estamos en nuestra verdad, si estamos unidos a Dios. Entonces nos hacemos verdaderamente «como Dios», no oponiéndonos a Dios, no desentendiéndonos de él o negándolo. En el forcejeo de la oración en el Monte de los Olivos, Jesús ha deshecho la falsa contradicción entre obediencia y libertad, y abierto el camino hacia la libertad. Oremos al Señor para que nos adentre en este «sí» a la voluntad de Dios, haciéndonos verdaderamente libres. Amén.

CALENDARIO

26 SÁBADO. Hasta la Hora Nona: 
SÁBADO DE LA VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO o SANTA MARÍA EN SÁBADO, memoria libre

Misa
de sábado (verde) o de la memoria (blanco).
MISAL: para el sábado cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria del común de la bienaventurada Virgen María o de las «Misas de la Virgen María», o de un domingo del T.O.; Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- Sant 5, 13-20.
Mucho puede la oración insistente del justo.
- Sal 140. R. Suba, Señor, mi oración como incienso en tu presencia.
- Mc 10, 13-16. Quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
o bien: cf. vol. IV, o bien cf. Leccionario de las «Misas de la Virgen María».

Liturgia de las Horas: oficio de sábado o de la memoria.

Martirologio: elogs. del 27 de febrero, pág. 181.
CALENDARIOS: Escolapias: Santa Paula Montal, virgen (S). Girona: (MO). Sant Feliu de Llobregat y Escolapios: (ML).
Salesianas del Sagrado Corazón: Beata Piedad de la Cruz Ortiz Real, religiosa (F). Cartagena: (ML).
Huelva: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Santiago Gómez Sierra, obispo (2011).

SÁBADO. Después de la Hora Nona:
OCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Cuarta semana del Salterio
Misa vespertina del VIII Domingo del tiempo ordinario (verde).
Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio dominical. Comp. Dom. I.

TEXTOS MISA

Misa del sábado:
del VII Domingo del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Memoria de santa María:

Misa votiva de santa María, Reina de los Apóstoles.

Antífona de entrada Cf. Hch 1, 14
Los discípulos perseveraban unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.
Erant discípuli perseverántes unanímiter in oratióne cum María, matre Iesu.

Oración colecta
Oh, Dios, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, concédenos, por su intercesión, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui Apóstolis tuis, cum María Matre Iesu orántibus, Sanctum dedísti Spíritum, da nobis, ut, ipsa intercedénte, maiestáti tuae fidéliter servíre et nóminis tui glóriam verbo et exémplo diffúndere valeámus. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Sábado de la VII semana de Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA Sant 5, 13-20
Mucho puede la oración insistente del justo
Lectura de la carta del apóstol Santiago.

Queridos hermanos:
¿Está sufriendo alguno de vosotros? Rece. ¿Está contento? Cante. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado.
Por tanto, confesaos mutuamente los pecados y rezad unos por otros para que os curéis: mucho puede la oración insistente del justo.
Elías era semejante a nosotros en el sufrimiento, y rezó insistentemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Volvió a rezar, y el cielo dio la lluvia y la tierra produjo su fruto.
Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro lo convierte, sepa que quien convierte a un pecador de su extravío se salvará de la muerte y sepultará un sinfín de pecados.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 140, 1b-2. 3 y 8 (R. 2a)
R. Suba, Señor, mi oración como incienso en tu presencia.
Dirigátur, Dómine, orátio mea sicut incénsum in conspéctu tuo.

V. Señor, te estoy llamando, ven deprisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. 
R. Suba, Señor, mi oración como incienso en tu presencia.
Dirigátur, Dómine, orátio mea sicut incénsum in conspéctu tuo.

V. Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios.
Señor Dios, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso.
R. Suba, Señor, mi oración como incienso en tu presencia.
Dirigátur, Dómine, orátio mea sicut incénsum in conspéctu tuo.

Aleluya Cf. Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.
Benedíctus es, Pater, Dómine cæli et terræ, quia mystéria regni párvulis revelásti.

EVANGELIO Mc 10, 13-16
Quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él
 Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Papa Francisco Audiencia general 18-marzo 2015
Los niños tienen la capacidad de sonreír y de llorar. Algunos, cuando los tomo para abrazarlos, sonríen; otros me ven vestido de blanco y creen que soy el médico y que vengo a vacunarlos, y lloran... pero espontáneamente. Los niños son así: sonríen y lloran, dos cosas que en nosotros, los grandes, a menudo "se bloquean", ya no somos capaces... Muchas veces nuestra sonrisa se convierte en una sonrisa de cartón, algo sin vida, una sonrisa que no es alegre, incluso una sonrisa artificial, de payaso. Los niños sonríen espontáneamente y lloran espontáneamente. Depende siempre del corazón, y con frecuencia nuestro corazón se bloquea y pierde esta capacidad de sonreír, de llorar. Entonces, los niños pueden enseñarnos de nuevo a sonreír y a llorar. Pero, nosotros mismos, tenemos que preguntarnos: ¿sonrío espontáneamente, con naturalidad, con amor, o mi sonrisa es artificial? ¿Todavía lloro o he perdido la capacidad de llorar? Dos preguntas muy humanas que nos enseñan los niños.
Por todos estos motivos Jesús invita a sus discípulos a "hacerse como niños", porque "de los que son como ellos es el reino de Dios" (cf. Mt 18, 3; Mc 10, 14).

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XLI

Oremos, hermanos, a Dios, nuestro Padre, por nuestra salvación y por la de todos los hombres.
- Para que mande operarios a su mies y ministros a su Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que inspire pensamientos de paz, libertad a los gobernantes de las naciones. Roguemos al Señor.
- Para que conserve en la justicia y la concordia a los ciudadanos. Roguemos al Señor.
- Para que conceda la vuelta a su patria a los desterrados, empleo a los parados y ayuda a todos los que sufren. Roguemos al Señor.
- Para que nos haga a todos nosotros dignos de su reino eterno. Roguemos al Señor.
Tiende, Señor, tu mano al pueblo que espera en tu misericordia: que por tu ayuda se aparte de los males del mundo y encuentre los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Memoria de santa María:
Oración de los fieles

Dirijamos confiados nuestra oración a Dios Padre, que ha prometido habitar en los corazones de aquellos que, como María, guardan su Palabra.
R. Danos, Padre, tu Espíritu Santo.
- Por los pastores de la Iglesia, para que, formados en la escuela de María, reina de los Apóstoles, sean fieles mensajeros de la Palabra de Dios y dispensadores incansables de su misericordia. Oremos. R.
- Por los pueblos afligidos a causa de la guerra y las discordias, para que todos se convenzan de que la paz tiene su raíz en la conversión del corazón, que hace pasar del egoísmo a la generosidad y de la violencia al respeto del prójimo. Oremos. R.
- Por todos los cristianos, para que, participando en la alegría de María, vivan con autenticidad su propia vocación, dando testimonio de fidelidad radical al mandamiento nuevo del amor. Oremos. R.
- Por los enfermos, para que hallen en María ayuda y consuelo, y en los hermanos solidaridad generosa que aliente su esperanza. Oremos. R.
- Por nosotros, aquí reunidos, para que, guardando la Palabra que hemos escuchado, seamos servidores fieles y testigos del reino entre los hombres. Oremos. R.
Oh, Dios, por intercesión de María, que nos precede en la peregrinación de la fe, fortalece en nosotros el deseo del bien, refuerza nuestra esperanza y confírmanos en la caridad,. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Por tu benignidad, Señor, y por la intercesión de santa María, siempre Virgen, nuestra ofrenda alcance a tu Iglesia el crecimiento por el número de fieles, y el resplandor constante por la abundancia de las virtudes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tua, Dómine, propitiatióne, et beátae Maríae semper Vírginis intercessióne haec nostra obtíneat oblátio, ut Ecclésia tua fidélium número créscat, et iúgiter fúlgeat ubertáte virtútum. Per Christum.

PREFACIO II DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
LA IGLESIA ALABA A DIOS INSPIRÁNDOSE EN LAS PALABRAS DE MARÍA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Señor, y proclamar tus maravillas en la perfección de tus santos; y, al conmemorar a la bienaventurada Virgen María, exaltar especialmente tu generosidad inspirándonos en su mismo cántico de alabanza.
En verdad hiciste obras grandes en favor de todos los pueblos, y has mantenido tu misericordia de generación en generación, cuando, al mirar la humildad de tu esclava, por ella nos diste al autor de la salvación humana, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Por él, los coros de los ángeles adoran tu gloria eternamente, gozosos en tu presencia. Permítenos asociarnos a sus voces cantando con ellos tu alabanza:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, in ómnium Sanctórum provéctu te mirábilem confitéri, et potíssimum, beátae Vírginis Maríae memóriam recoléntes, cleméntiam tuam ipsíus grato magnificáre praecónio.
Vere namque in omnes terrae fines magna fecísti, ac tuam in saecula prorogásti misericórdiae largitátem, cum, ancíllae tuae humilitátem aspíciens, per eam dedísti humánae salútis auctórem, Fílium tuum, Iesum Christum, Dóminum nostrum.
Per quem maiestátem tuam adórat exércitus Angelórum, ante conspéctum tuum in aeternitáte laetántium. Cum quibus et nostras voces ut admítti iúbeas, deprecámur, sócia exsultatióne dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO

Antífona de comunión Cf Lc 11, 27

Bienaventurado el vientre que llevó a Cristo, el Señor; mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Beátus venter qui portávit Christum Dóminum; quinímmo beáti qui áudiunt verbum Dei, et custódiunt illud.

Oración después de la comunión
Después de recibir tu ayuda, Señor, en este sacramento, al celebrar la memoria de santa María Virgen, reina de los Apóstoles, te pedimos que, perseverando en el cumplimiento de tu voluntad y en el servicio a los hombres, tu pueblo avance siempre hacia la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súmptis, Domine, salútis nostrae subsídiis in memória beátae Maríae Vírginis, Apostolórum regínae, te súpplices, deprecámur, ut in tua voluntáte et in hóminum servítio persevérans, pópulus tuus semper profíciat ad salútem. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 27 de febrero
1. En Alejandría de Egipto, conmemoración de los santos Julián y Euno, mártires. En tiempo del emperador Decio, el primero de ellos, Julián, impedido por su enfermedad de gota, que no le permitía caminar ni estar de pie, se hizo llevar por dos de sus criados en una silla de mano para presentarse al juez, y allí, uno de los criados renegó de su fe, mientras que el otro, Euno, se mantuvo firme en su confesión de Cristo junto con su amo. Conducidos ambos por toda la ciudad montados en camellos, a la vista del pueblo fueron azotados hasta la muerte. (s. III)
2. También en la misma ciudad de Alejandría, san Besa, mártir, que, siendo soldado, intentó contener a los que insultaban a los mártires antes citados, por lo cual fue denunciado ante el juez y, por perseverar en la fe, murió decapitado. (s. III)
3*. En Rouen, en la Galia, actualmente Francia, santa Honorina, virgen y mártir. (s. inc.)
4. En Lyon, también en la Galia, san Baldomero, subdiácono, hombre dedicado a Dios. (c. 660)
5. En Constantinopla, actual Estambul, en Turquía, santos Basilio y Procopio Decapolita, monjes, que en tiempo del emperador León III Isáurico lucharon decididamente en favor del culto a las santas imágenes. (741)
6. En el monasterio de Nerek, en Armenia, san Gregorio, monje, doctor de los armenios, ilustre por su doctrina, sus escritos y su sabiduría mística. (1005)
7*. En Mesina, en la isla de Sicilia, en Italia, san Lucas, abad del monasterio del Santísimo Salvador, que seguía la normas de los monjes orientales. (1149)
8. En Londres, en Inglaterra, santa Ana Line, viuda y mártir, la cual, habiendo fallecido su marido en el destierro por ser católico, ofreció su casa para acoger sacerdotes, y por esta razón, durante el reinado de Isabel I, fue ahorcada en Tyburn. Con ella padecieron los presbíteros y mártires Marcos Barkworth, de la Orden de San Benito, y Roger Filcock, de la Orden de la Compañía de Jesús, que fueron descuartizados antes de morir. (1601)
9*. También en Londres, beato Guillermo Richardson, presbítero y mártir, que habiéndose ordenado en la ciudad de Sevilla, en España, fue ahorcado en Tyburn, siendo el último mártir bajo Isabel I. (1603)
10*. En el pueblo de Sencelles, en la isla española de Mallorca, beata Francisca Ana de los Dolores de María Cirer Carbonell, virgen, que sin saber leer ni escribir, pero movida por el celo divino, se entregó a obras de apostolado y de caridad, y fundó para ello la comunidad de Hermanas de la Caridad. (1855)
11. En Isola, en la región de los Abruzos, en Italia, san Gabriel de la Virgen de los Dolores (Francisco) Possenti, acólito, que, renunciando a la vanidad del mundo, todavía adolescente ingresó en la Congregación de la Pasión de Jesucristo, donde en breve tiempo consumó su vida. (1862)
12*. En Marsella, en Francia, beata María de Jesús Deluil Martiny, virgen, fundadora de la Congregación de Misioneras Hijas del Corazón de Jesús, que herida de muerte por un sedicioso, concluyó su vida derramando su sangre en íntima unión con la Pasión de Cristo. (1884)
13*. En la población de Pasto, en Colombia, beata María de la Caridad del Espíritu Santo (Carolina) Brader, virgen, que supo conjugar admirablemente la vida contemplativa con la actividad misionera, y para promover la formación cristiana, fundó la Congregación de Hermanas Franciscanas de la Inmaculada. (1943)

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