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viernes, 14 de enero de 2022

Viernes 18 febrero 2022, Viernes de la VI semana del Tiempo Ordinario, feria (o misa votiva de la santa Cruz).

SOBRE LITURGIA

VISITA PASTORAL A LA ARCHIDIÓCESIS DE MILÁN Y VII ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS (1-3 DE JUNIO DE 2012)
ENCUENTRO CON LOS CONFIRMANDOS
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Estadio "Meazza", San Siro. Sábado 2 de junio de 2012

Queridos muchachos y muchachas:

Para mí es una gran alegría poder encontrarme con vosotros durante mi visita a vuestra ciudad. En este famoso estadio de fútbol hoy los protagonistas sois vosotros. Saludo a vuestro arzobispo, el cardenal Angelo Scola, y le agradezco las palabras que me ha dirigido. Gracias también a don Samuele Marelli. Saludo a vuestro amigo que, en nombre de todos vosotros, me ha dirigido palabras de bienvenida. Me alegra saludar a los vicarios episcopales que, en nombre del arzobispo, os han administrado o administrarán la Confirmación. Expreso mi agradecimiento en particular a la fundación «Oratori Milanesi» que ha organizado este encuentro, a vuestros sacerdotes, a todos los catequistas, a los educadores, a los padrinos y a las madrinas, y a quienes en las diversas comunidades parroquiales se han hecho vuestros compañeros de viaje y os han testimoniado la fe en Jesucristo muerto y resucitado, y vivo.

Vosotros, queridos muchachos, os estáis preparando para recibir el sacramento de la Confirmación, o lo habéis recibido recientemente. Sé que habéis realizado un buen itinerario formativo, llamado este año «El espectáculo del Espíritu». Ayudados por este itinerario, con varias etapas, habéis aprendido a reconocer las cosas estupendas que el Espíritu Santo ha hecho y hace en vuestra vida y en todos los que dicen «sí» al Evangelio de Jesucristo. Habéis descubierto el gran valor del Bautismo, el primero de los sacramentos, la puerta de entrada a la vida cristiana. Vosotros lo habéis recibido gracias a vuestros padres, que juntamente con los padrinos, en vuestro nombre, profesaron el Credo y se comprometieron a educaros en la fe. Esta fue para vosotros —al igual que para mí, hace mucho tiempo— una gracia inmensa. Desde aquel momento, renacidos por el agua y por el Espíritu Santo, habéis entrado a formar parte de la familia de los hijos de Dios, habéis llegado a ser cristianos, miembros de la Iglesia.

Ahora habéis crecido, y vosotros mismos podéis decir vuestro personal «sí» a Dios, un «sí» libre y consciente. El sacramento de la Confirmación refuerza el Bautismo y derrama el Espíritu Santo en abundancia sobre vosotros. Ahora vosotros mismos, llenos de gratitud, tenéis la posibilidad de acoger sus grandes dones, que os ayudan, en el camino de la vida, a ser testigos fieles y valientes de Jesús. Los dones del Espíritu son realidades estupendas, que os permiten formaros como cristianos, vivir el Evangelio y ser miembros activos de la comunidad. Recuerdo brevemente estos dones, de los que ya nos habla el profeta Isaías y luego Jesús:

El primer don es la sabiduría, que os hace descubrir cuán bueno y grande es el Señor y, como lo dice la palabra, hace que vuestra vida esté llena de sabor, para que, como decía Jesús, seáis «sal de la tierra».

Luego el don de entendimiento, para que comprendáis a fondo la Palabra de Dios y la verdad de la fe.

Después viene el don de consejo, que os guiará a descubrir el proyecto de Dios para vuestra vida, para la vida de cada uno de vosotros.

Sigue el don de fortaleza, para vencer las tentaciones del mal y hacer siempre el bien, incluso cuando cuesta sacrificio.

Luego el don de ciencia, no ciencia en el sentido técnico, como se enseña en la Universidad, sino ciencia en el sentido más profundo, que enseña a encontrar en la creación los signos, las huellas de Dios, a comprender que Dios habla en todo tiempo y me habla a mí, y a animar con el Evangelio el trabajo de cada día; a comprender que hay una profundidad y comprender esta profundidad, y así dar sentido al trabajo, también al que resulta difícil.

Otro don es el de piedad, que mantiene viva en el corazón la llama del amor a nuestro Padre que está en el cielo, para que oremos a él cada día con confianza y ternura de hijos amados; para no olvidar la realidad fundamental del mundo y de mi vida: que Dios existe, y que Dios me conoce y espera mi respuesta a su proyecto.

Y, por último, el séptimo don es el temor de Dios —antes hablamos del miedo—; temor de Dios no indica miedo, sino sentir hacia él un profundo respeto, el respeto de la voluntad de Dios que es el verdadero designio de mi vida y es el camino a través del cual la vida personal y comunitaria puede ser buena; y hoy, con todas las crisis que hay en el mundo, vemos la importancia de que cada uno respete esta voluntad de Dios grabada en nuestro corazón y según la cual debemos vivir; y así este temor de Dios es deseo de hacer el bien, de vivir en la verdad, de cumplir la voluntad de Dios.

Queridos muchachos y muchachas, toda la vida cristiana es un camino, es como recorrer una senda que sube a un monte —por tanto, no siempre es fácil, pero subir a un monte es una experiencia bellísima— en compañía de Jesús. Con estos dones preciosos vuestra amistad con él será aún más verdadera y más íntima. Esa amistad se alimenta continuamente con el sacramento de la Eucaristía, en el que recibimos su Cuerpo y su Sangre. Por eso os invito a participar siempre con alegría y fidelidad en la misa dominical, cuando toda la comunidad se reúne para orar juntamente, para escuchar la Palabra de Dios y participar en el Sacrificio eucarístico. Y acudid también al sacramento de la Penitencia, a la Confesión: es un encuentro con Jesús, que perdona nuestros pecados y nos ayuda a hacer el bien. Recibir el don, recomenzar de nuevo es un gran don en la vida, saber que soy libre, que puedo recomenzar, que todo está perdonado. Que no falte, además, vuestra oración personal de cada día. Aprended a dialogar con el Señor, habladle con confianza, contadle vuestras alegrías y preocupaciones, y pedidle luz y apoyo para vuestro camino.

Queridos amigos, vosotros sois afortunados porque en vuestras parroquias hay oratorios, un gran don de la diócesis de Milán. El oratorio, como lo dice la palabra, es un lugar donde se ora, pero también donde se está en grupo con la alegría de la fe, se recibe catequesis, se juega, se organizan actividades de servicio y de otro tipo; yo diría: se aprende a vivir. Frecuentad asiduamente vuestro oratorio, para madurar cada vez más en el conocimiento y en el seguimiento del Señor. Estos siete dones del Espíritu Santo crecen precisamente en esta comunidad donde se ejercita la vida en la verdad, con Dios. En la familia obedeced a vuestros padres, escuchad las indicaciones que os dan, para crecer como Jesús «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2, 52). Por último, no seáis perezosos, sino muchachos y jóvenes comprometidos, especialmente en el estudio, con vistas a la vida futura: es vuestro deber diario y es una gran oportunidad que tenéis para crecer y para preparar el futuro. Estad disponibles y sed generosos con los demás, venciendo la tentación de poneros vosotros mismos en el centro, porque el egoísmo es enemigo de la verdadera alegría. Si gustáis ahora la belleza de formar parte de la comunidad de Jesús, podréis también vosotros dar vuestra contribución para hacerla crecer y sabréis invitar a los demás a formar parte de ella. Permitidme asimismo deciros que el Señor cada día, también hoy, aquí, os llama a cosas grandes. Estad abiertos a lo que os sugiere y, si os llama a seguirlo por la senda del sacerdocio o de la vida consagrada, no le digáis no. Sería una pereza equivocada. Jesús os colmará el corazón durante toda la vida.

Queridos muchachos, queridas muchachas, os digo con fuerza: tended a altos ideales: todos, no sólo algunos, pueden llegar a una alta medida. Sed santos. Pero, ¿es posible ser santos a vuestra edad? Os respondo: ¡ciertamente! Lo dice también san Ambrosio, gran santo de vuestra ciudad, en una de sus obras, donde escribe: «Toda edad es madura para Cristo» (De virginitate, 40). Y sobre todo lo demuestra el testimonio de numerosos santos coetáneos vuestros, como Domingo Savio o María Goretti. La santidad es la senda normal del cristiano: no está reservada a unos pocos elegidos, sino que está abierta a todos. Naturalmente, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, que no nos faltará si extendemos nuestras manos y abrimos nuestro corazón; y con la guía de nuestra Madre. ¿Quién es nuestra Madre? Es la Madre de Jesús, María. A ella Jesús nos encomendó a todos, antes de morir en la cruz. Que la Virgen María custodie siempre la belleza de vuestro «sí» a Jesús, su Hijo, el gran y fiel Amigo de vuestra vida. Así sea.

CALENDARIO

18 VIERNES DE LA VI SEMANA DEL T. ORDINARIO, feria

Misa
de feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- Sant 2, 14-24. 26.
Lo mismo que el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
- Sal 111. R. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.
- Mc 8, 34 — 9, 1. El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 19 de febrero, pág. 170.
CALENDARIOS: Toledo: San Eladio de Toledo, obispo (MO).
Dominicos: Beato Juan de Fiesole, presbítero (ML).
Canónigos Regulares de Letrán: San Teotonio, obispo (ML).
Sigüenza-Guadalajara: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Atilano Rodríguez Martínez, obispo (1996).

TEXTOS MISA

Misa de la feria: del VI Domingo del T. Ordinario (o de otro Domingo del T. Ordinario).

Misa votiva:

Del misterio de la santa Cruz

Se dice con vestiduras de color rojo.

Antífona de entrada Cf. Gál 6, 14
Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, por él somos salvados y liberados.
Nos autem gloriári opórtet in cruce Dómini nostri Iesu Christi, in quo est salus, vita et resurréctio nostra, per quem salváti et liberáti sumus.

Monición de entrada
El signo de la cruz en la frente es el primer rito que recibimos en la iniciación cristiana. Por la señal de la santa cruz entramos en la Iglesia y es el signo con el que nos identificamos los cristianos, porque en ella nuestro Señor Jesucristo venció al pecado y a la muerte. En el árbol de la cruz estuvo clavada la salvación del mundo; por ello, a lo largo de su vida, todo discípulo del Señor que se precie se identifica con su Maestro recorriendo el camino de la cruz. De este modo, ya en este mundo, los cristianos nos encaminamos a la gloria de la resurrección.

Oración colecta
Oh, Dios, que para salvar al género humano has querido que tu Unigénito soportara la cruz, Concede, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui Unigénitum tuum crucem subíre voluísti, ut salvum fáceret genus humánum, praesta, quaesumus, ut, cuius mystérium in terra cognóvimus, eius redemptiónis praemia in caelo cónsequi mereámur. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Viernes de la VI semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA Sant 2, 14-24. 26
Lo mismo que el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta
Lectura de la carta del apóstol Santiago.

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?
Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: «Id en paz, abrigaos y saciaos», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro. Pero alguno dirá:
«Tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe».
Tú crees que hay un solo Dios. Haces bien. Hasta los demonios lo creen y tiemblan.
¿Quieres enterarte, insensato, de que la fe sin las obras es inútil? Abrahán, nuestro padre, ¿no fue justificado por sus obras al ofrecer a Isaac, su hijo, sobre el altar? Ya ves que la fe concurría con sus obras y que esa fe, por las obras, logró la perfección.
Así se cumplió la Escritura que dice: «Abrahán creyó a Dios y eso le fue contado como justicia» y fue llamado «amigo de Dios». Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe. Pues lo mismo que el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6 (R.: cf. 1b)
R. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.
Beátus vir qui in mandatis Dómini cupit nimis.

V. Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
R. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.
Beátus vir qui in mandatis Dómini cupit nimis.

V. En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
R. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.
Beátus vir qui in mandatis Dómini cupit nimis.

V. Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
R. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.
Beátus vir qui in mandatis Dómini cupit nimis.

Aleluya Jn 15, 15b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. A vosotros os llamo amigos -dice el Señor-, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. R.
Vos dixi amicos, dicit Dominus, quia omnia quaecumque audivi a Patre meo, nota feci vobis.

EVANGELIO Mc 8, 34-9, 1
El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará
 Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, llamando a la gente y a sus discípulos, Jesús les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».
Y añadió:
«En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Juan Crisóstomo in Matthaeum, hom. 55, 2
Dice esto porque puede suceder que algunos de los que sufren no sigan a Cristo, lo cual acontece cuando no se sufre por El. Sigue a Cristo quien va detrás de El y se conforma con su muerte, despreciando a los príncipes y a las potestades, bajo las cuales pecaba antes de la venida de Cristo. "Pues quien quisiere salvar -dice- su vida, la perderá; mas quien perdiese su vida", etc. Que es como si dijera: Os mando esto por mi misericordia hacia vosotros, porque el que no corrige a su hijo lo pierde, y le salva el que lo corrige. Es conveniente, pues, que estemos siempre preparados para la muerte, porque, si el que está preparado para ella es el mejor soldado en las batallas materiales, no obstante que no ha de poder resucitar, mucho más lo será el que esté preparado para ella en los combates espirituales, teniendo tanta seguridad en que ha de resucitar y salvarse al perder la vida.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XXXIV

Imploremos, hermanos, la misericordia de Dios Padre todopoderoso, y oremos para que escuche las peticiones de quienes tienen en él toda su esperanza.
- Por los obispos, sacerdotes y religiosos de la santa Iglesia, para que correspondan a su ministerio con una vida santa. Roguemos al Señor.
- Por la paz entre las naciones y el progreso de todos los pueblos. Roguemos al Señor.
- Por los enfermos, los impedidos, los ancianos у cuántos no han podido venir a nuestra celebración: para que, presentes en espíritu, obtengan los bienes de Dios. Roguemos al Señor.
- Por esta asamblea reunida en el nombre de Cristo: para que crezca en la fe, en la esperanza y en el amor a Dios y a los hombres. Roguemos al Señor.
Ayuda, Dios de bondad, a tu Iglesia, con tu constante misericordia, para que, en medio de las dificultades de este mundo, se alegre con tus beneficios en la tierra y alcance los dones del reino futuro. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Misa votiva:
Oración sobre las ofrendas
Señor, que nos limpie de toda culpa esta oblación, la misma que en el ara de la cruz quitó el pecado del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Haec oblátio, Dómine, quaesumus, ab ómnibus nos purget offénsis, quae in ara crucis totíus mundi tulit offénsam. Per Christum.

Prefacio: La victoria de la cruz gloriosa.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque has puesto la salvación del género humano en el árbol de la cruz, para que donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol fuera en un árbol vencido, por Cristo, Señor nuestro.
Por él, los ángeles alaban tu gloria, te adoran las dominaciones y tiemblan las potestades, los cielos, sus virtudes y los santos serafines te celebran unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens, aetérne Deus:
Qui salútem humáni géneris in ligno crucis constituísti, ut unde mors oriebátur, inde vita resúrgeret; et, qui in ligno vincébat, in ligno quoque vincerétur: per Christum Dóminum nostrum.
Per quem maiestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Caeli caelorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces ut admítti iúbeas, deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:

Santo, Santo, Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Antífona de la comunión Cf. Jn 12, 32

Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
Ego si exaltátus fúero a terra, omnes traham ad meípsum, dicit Dóminus.

Oración después de la comunión
Alimentados en tu sagrado banquete, te pedimos, Señor Jesucristo, que lleves a la gloria de la resurrección a los que has redimido mediante el leño de la cruz vivificadora. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Refectióne tua sancta enutríti, Dómine Iesu Christe, súpplices deprecámur, ut, quos per lignum crucis vivíficae redemísti, ad resurrectiónis glóriam perdúcas. Qui vivis et regnas in saecula saeculórum.

MARTIROLOGIO

Elogios del 19 de febrero

1. En Nápoles, en la región italiana de Campania, sepultura de san Quodvultdeus, obispo de Cartago, que desterrado junto con su clero por el rey arriano Genserico, fueron abandonados en el mar en naves viejas, sin remos ni velas, y, contra toda esperanza, llegaron a Nápoles, dónde murió el mencionado obispo como confesor de la fe. (439)
2. Conmemoración de los santos monjes y demás mártires que, en Palestina fueron víctimas, a causa de su fe cristiana, de crueles tormentos por parte de los sarracenos acaudillados por Alamondir. (507)
3. En Milán, ciudad de Lombardía, en Italia, san Mansueto, obispo, que luchó firmemente contra la herejía de los monotelitas. (c. 680)
4. Cerca de Benevento, en la Campania, de nuevo en Italia, san Barbado, obispo, de quien se cuenta que convirtió al pueblo de los longobardos, junto con su caudillo. (682)
5*. En el monasterio de Vabres, en la región de Rodez, en Aquitania, hoy Francia, san Jorge, monje. (c. 877)
6*. En Bisignano, cerca Cosenza, en la región italiana de Calabria, san Proclo, monje, que, muy bien formado doctrinalmente, se convirtión en heraldo de la vida monástica. (c. 970)
7*. En el monasterio de La Chambre, cerca de Bruselas, en Brabante, hoy Bélgica, sepultura de san Bonifacio, que fue obispo de Lausana y después abrazó la vida ascética junto al monasterio cisterciense del lugar. (1260)
8*. En Noto, lugar de Sicilia, en Italia, beato Conrado Confalonieri de Piacenza, eremita de la Tercera Orden Regular de San Francisco, el cual, abandonando los atractivos seculares, cultivó durante más de cuarenta años una vida austera de oración y penitencia. (1351)
9*. En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, conmemoración del beato Álvaro, presbítero de la Orden de Predicadores, célebre por su predicación y la contemplación de la Pasión del Señor. (c. 1430)
10*. En Mantua, ciudad de Lombardía, en Italia, beata Isabel Picenardi, virgen, la cual, habiendo revestido el hábito de la Orden de los Siervos de María, se consagró a Dios en su casa paterna y recibió frecuentemente la comunión eucarística. Se dedicó a la celebración de la Liturgia de las Horas, a la meditación de las Sagradas Escrituras y a la devoción a la Santísima Virgen. (1468)
11. En la aldea de Kaiyang, cerca de Mianyang, en la provincia china de Sichuan, santa Lucía Yi Zhenmei, virgen y mártir, que fue decapitada por confesarse católica. (1862)
12*. En el campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, en Alemania, beato José Zaplata, religioso de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús y mártir, que, condenado a un atroz encarcelamiento por razón de su fe, enfermó gravemente y consumó su martirio. (1945)
- Beato John Sullivan (1861- Dublín, Irlanda 1933). Sacerdote profeso de la Compañía de Jesús. Se convirtió al catolicismo a los 35 años. Se dedicó a la formación de los jóvenes, y a la atención de pobres y enfermos.

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