VIII. EN LA PROFESIÓN RELIGIOSA
Estas misas pueden decirse en el día de la primera profesión, en el día de la profesión perpetua y en el día de la renovación, con vestiduras de color blanco o festivo, en los días en que se pueden celebrar misas rituales
Todas las oraciones que se ponen para varón se pueden adaptar para mujer, cambiando el género; las que se ponen en plural, se pueden usar en singular, cambiando el número.
Las misas en los aniversarios de la profesión religiosa se encuentran entre las misas por diversas necesidades.
2. En la profesión perpetua A
Antifona de entrada Cf. Sal 121, 1-2
Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor». Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén [T. P. Aleluya].
Se dice Gloria.
Oración colecta
Oh, Dios, que has querido que la gracia del bautismo
floreciese en estos siervos tuyos con tanta fuerza
que desearan seguir de cerca las huellas de tu Hijo,
te pedimos que,
aspirando sin cesar a la perfección evangélica,
aumenten la santidad de la Iglesia
y fortalezcan su poder apostólico.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Se dice Credo, si lo exigen las rúbricas; se omite la oración universal.
Oración sobre las ofrendas
Acepta en tu bondad, Señor,
les dones y los deseos de tus siervos
y, al profesar los consejos evangélicos,
confírmalos en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Él quiso hacer siempre tu voluntad
y, obediente hasta la muerte por nosotros,
quiso ofrecerse como sacrificio perfecto agradable a ti.
Él dedicó al servicio exclusivo de tu majestad
a quienes dejan por ti todas las cosas,
y les aseguró que encontrarían su tesoro en los cielos.
Por eso,
con los ángeles y con la multitud de los santos,
te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Antifona de entrada Cf. Sal 121, 1-2
Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor». Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén [T. P. Aleluya].
Se dice Gloria.
Oración colecta
Oh, Dios, que has querido que la gracia del bautismo
floreciese en estos siervos tuyos con tanta fuerza
que desearan seguir de cerca las huellas de tu Hijo,
te pedimos que,
aspirando sin cesar a la perfección evangélica,
aumenten la santidad de la Iglesia
y fortalezcan su poder apostólico.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Se dice Credo, si lo exigen las rúbricas; se omite la oración universal.
Oración sobre las ofrendas
Acepta en tu bondad, Señor,
les dones y los deseos de tus siervos
y, al profesar los consejos evangélicos,
confírmalos en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA VIDA RELIGIOSA COMO SERVICIO A DIOS POR LA IMITACIÓN DE CRISTO
V. El Señor esté con vosotros. R.
V. Levantemos el corazón. R.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual,
retoño inmaculado de la raíz de una Virgen,
proclamó dichosos a los limpios de corazón,
y, con el ejemplo de su vida,
reveló la grandeza de la castidad.
retoño inmaculado de la raíz de una Virgen,
proclamó dichosos a los limpios de corazón,
y, con el ejemplo de su vida,
reveló la grandeza de la castidad.
Él quiso hacer siempre tu voluntad
y, obediente hasta la muerte por nosotros,
quiso ofrecerse como sacrificio perfecto agradable a ti.
Él dedicó al servicio exclusivo de tu majestad
a quienes dejan por ti todas las cosas,
y les aseguró que encontrarían su tesoro en los cielos.
Por eso,
con los ángeles y con la multitud de los santos,
te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
En las plegarias eucarísticas, si se juzga oportuno, se hace mención de los profesos o de las profesas.
I. Para varones
1. Cuando se utiliza el Canon romano se dice Acepta, Señor, en tu bondad propio.
Acepta, Señor, en tu bondad,
y santifica esta ofrenda
de tu siervos y de estos hijos tuyos
que te ofrecemos en el día de su profesión,
para que, por tu gracia,
los que hoy te han consagrado su vida,
merezcan participar gozosos de la Pascua eterna
en el advenimiento glorioso de tu Hijo.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
II. Cuando se utiliza la plegaria eucarística II, se añade la siguiente intercesión:
... y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también, Señor, de estos hermanos,
que hoy se consagran a tu perpetuo servicio,
y concédeles que eleven siempre
el corazón y el espíritu hacia ti,
y glorifiquen tu santo nombre.
Acuérdate también de nuestros hermanos
que durmieron en la esperanza de la resurrección...
II. Cuando se utiliza la plegaría eucarística III, se añade la siguiente intercesión:
... al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
ya todo el pueblo redimido por ti.
Dígnate, Señor,
fortalecer en su santo propósito
a estos siervos tuyos
que hoy se han unido para siempre a ti
con los vínculos de la vida religiosa,
y concédeles manifestar en tu Iglesia
la vida nueva y eterna
que Cristo nos adquirió con su redención.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia...
IV. Cuando no se utiliza el prefacio propio se puede emplear la Plegaria eucarística IV. La mención se intercala en la intercesión Y ahora, Señor, acuérdate.
Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el papa N., de nuestro obispo N.,
del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,
y de estos hermanos que hoy se han consagrado a ti e
con la profesión religiosa,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.
II. Para mujeres
I. Cuando se utiliza el Canon romano se dice Acepta, Señor, en tu bondad propio.
Acepta, Señor, en tu bondad,
y santifica esta ofrenda
de tus siervos y de estas hijas tuyas
que te ofrecemos en el día de su profesión,
para que, por tu gracia,
las que hoy se han unido más estrechamente a tu Hijo
le reciban con gozo,
cuando venga al final de los tiempos.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
II. Cuando se utiliza la plegaria eucarística II, se añade la siguiente intercesión:
... y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también, Señor, de estas hermanas,
que han dejado todo por ti
para encontrarte en todas las cosas
y concédeles que, olvidándose de sí mismas,
estén atentas a las necesidades de los demás.
Acuérdate también de nuestros hermanos...
III. Cuando se utiliza la plegaria eucarística III, se añade la siguiente intercesión:
... al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
ya todo el pueblo redimido por ti.
Dígnate, Señor,
fortalecer en su santo propósito
a estas siervas tuyas,
que quieren seguir a Jesucristo,
dando testimonio de vida evangélica
y de amor fraterno.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia...
IV. Cuando no se utiliza el prefacio propio se puede emplear la Plegaria eucarística IV. La mención se intercala en la intercesión Y ahora, Señor, acuérdate.
Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el papa N., de nuestro obispo N.,
del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,
y de estas hermanas que hoy se han consagrado a ti
con la profesión perpetua,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.
Antifona de comunión Gál 2, 19-20
Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi [T. P. Aleluya].
Oración después de la comunión
Después de recibir con veneración los divinos misterios
te suplicamos, Señor,
que a estos siervos tuyos,
unidos a ti en oblación sagrada,
los enciendas en el fuego del Espíritu Santo
y los unas a tu Hijo en alianza perenne.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Bendición solemne al final de la misa
El sacerdote, con las manos extendidas sobre los recién profesos, dice:
Dios, que inspira los buenos propósitos
mantenga vuestra intención
y fortalezca vuestros corazones,
para que observéis fielmente lo que habéis prometido.
R. Amén.
Él os conceda
que el camino estrecho que habéis elegido,
lo recorráis en el gozo de Cristo,
llevando con alegría las cargas de los hermanos.
R. Amén.
El amor de Dios haga de vosotros una familia,
que, reunida en el nombre del Señor,
sea imagen del amor de Cristo.
R. Amen.
Y bendice a todo el pueblo añadiendo:
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo +, y Espíritu Santo.
R. Amén.
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